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Algo está mal.

───

Seis meses después.

Removí mi cuerpo encima del suyo mientras que mis labios y los de Carl rozaban lentamente. Sus manos reteñían mis caderas hasta acariciarlas con suavidad. Sonreí en medio de su grueso suspiro cuando las yemas de mis dedos acariciaron su cabello, culminando en un apretón que nos tenso a ambos en una ola de placer y amor. La calidez de su cuerpo arropó el mío. Carl acarició mi espalda hasta abrazarme fuertemente. Su cabeza decayó en mi pecho, el cual subía y bajaba. Descanse mis labios en su cabello, nuevamente se alargaba. Note su sonrisa, esa tan pura y honesta que me daba, hasta que mordió sus labios para apretar mis muslos y levantarme de la cama junto a su cuerpo. Amarre mis piernas en sus caderas y lo abracé, no obstante nos detuvimos cuando el agua cayó encima de nosotros. Mi cabello y el de Carl se humedecían, mientras que nos remojábamos entre sí. ¿Alguna vez sintieron que vivían un sueño? Porque después de ocho años, casi nueve podía perjurar que aún era un sueño el que Carl estuviera aquí conmigo. Amarre fuertemente mis zapatos, viendo a Carl secar su cabello.

—¡Mamá, papá!—me giré cuando la puerta se abrió bruscamente, abrí mis ojos grandemente para ver a Alanna mirarme.

—¿Qué sucede nena?—le preguntó Carl, tendido en el borde de la cama sin camisa y con su pantalón aún sin desabrochar, observó a Alanna.

—Eliana no deja de llorar.—indicó, algo abrumada, por lo cual Carl me miró.

—Bajo en unos minutos.—avise, viéndola asentir con pesadez para cerrar la puerta.—¿Y ese humor?—pregunte mirando a Carl, quien sonrió.

—Son celos.—expresó tan relajado.—¿Qué no cerraste la puerta con seguro?—me preguntó.

—No me dejaste ni levantarme.—indique, amarrando mi cabello en una coleta para ver cómo Carl me pasaba mi arma, mientras que en la mesa de noche yacía aquel cuadro donde habitaba una foto mía y de Carl, fue cuando recién había perdido su ojo.

—No es mi culpa.—justificó al sonreír coqueto, pase por su lado denegando para salir de la habitación y bajar rápidamente las escaleras.

—¿Donde está tu hermano?—le pregunté a Alanna tan pronto entre a la cocina, donde la bebé de varios meses levantó sus manos al reconocerme, con puchero ante mi logro que la cargara rápidamente; tenía demasiado pelo, y sus ojos eran verdes.

—Abuelo se lo llevó, necesitaba ayuda con unos caminantes qué hay en la parte trasera de la comunidad, fuera de los muros.—contó.—Él dijo que estabas muy ocupado intentando otro bebé para preguntarte.—esbozo, sonriéndome.

—Tú abuelo es algo imprudente, no deberías hacerle caso.—expresé abriendo la nevera donde había una leche, pero noté que arriba en la alacena ya no había fórmula.—Mierda.—me quejé, suspirando hondo para coger la botella.

—¿Te ayudó?—me preguntó Alanna, asentí rápidamente para pasarle la botella, la cual llevó al microondas para calentar.

—Alanna, ¿no hay más formulas?—pregunte inquieta, sintiendo las manos de Eliana agarrar mi coleta.

—No. La última que trajo Maggie está en la basura.—expresó Carl, quien bajó por las escaleras para asomarse al comedor.

—Está botella no bastará para ella, aún no está comiendo nada sólido, lo rechaza.—dije, frustrada.—Tendremos que salir.—musité.

—Quédate, yo iré.—indicó Carl, acercándose a Alanna para sostener la botella que luego me paso, dándosela a Eliana quien la sostenía.

—No, hay caminantes en el área, debemos asegurarnos que no sean susurradores.—denegué.—Además, Negan se llevó a Caleb, preferiría que fueras con ellos.—sugerí.

—¿Y por qué tu padre se llevó al niño sin permiso?—pregunto Carl.—Lo ha hecho consecutivo esta semana.—comentó, molesto.

—Yo puedo ir contigo.—opinó Alanna, sentada en la silla del comedor mientras nos veía.

—No.—denegó Carl, haciendo que ella rodeara los ojos.—La semana pasada saliste con tu abuela Michonne y la desobedeciste.—explicó Carl.

—Había un helicóptero, juró que vi uno papá.—justificó ella al levantarse de la silla, por lo que Carl me miró rápidamente.—Pero, estabas tan molesto que no me preguntaste.—se quejó ella.

—Está bien Carl, la llevaré conmigo. No me desobedecerá, ¿no?—le pregunté viéndola sonreír emocionada por la aceptación.

—Espera un momento Aliana, ¿con quien dejarás a Bianca?—pregunto Carl, mientras sonreí.

Sostenía a Eliana en mis brazos, mientras que Alanna caminaba aún lado de mi. El cielo se encontraba soleado en pleno medio día, dejando ver la claridad por toda la comunidad. En estos seis meses nos habíamos recuperado bastante del último golpe, aunque éramos bastante recelosos con los integrantes que se habían adentrado en los últimos meses, no les quitábamos la oportunidad de darles un nuevo hogar. Los huertos estaban dando frutos, tanto vegetales frescos como flores renovados alrededor del lago. Algunos residentes me saludaban, aún no estaba claro quién gobernaba este lugar, pero Michonne y yo habíamos hecho un gran trabajo con ayuda de Carl e incluso del mismo Daryl, quien no se veía merodeando por aquí, al igual que Noah. Su hijo crecía fuerte y atento como él, aunque con su pésima y deja actitud, era amado igual que cualquier niño. A diferencia de Noah, Samantha ya había cumplido un año, se veía sin duda que sería curiosa y también inteligente como lo eran sus padres, porque para un año ya varías palabras se le escuchaban cuando estaba por ahí en los brazos de Alessandra, a quien no soltaba y solía llamar "nana".

—¡Michael!—exclamó Alanna para extender sus brazos cuando el menor de los Martínez se inclinó en su altura, sonreí viéndoles.

—Nena, ¿cómo estás?—le preguntó Michael en cuanto la sostuvo en un fuerte abrazo.

—Ethan.—llame al hombre que yacía allí, sosteniendo un arma el cual soltó rápidamente para cargar en brazos a su hermosa hija.

—¿Todo en orden?—me preguntó rápidamente, acariciando a su hija y besándola, Ethan era feliz.

—Iré a buscar suministros para ella, ya no hay en la casa.—conté, acariciando el cabello de Eliana.

—De acuerdo, iré con ustedes.—afirmó, pero rápidamente negué.

—No te preocupes, Alanna irá conmigo.—indique, pero él frunció su ceño.—No es por Carl, solo quiero ir con mi hija.—detalle.

—Eso espero Aliana, porque llegamos a un acuerdo.—musitó en un tono bajo, mirándome.

—Carl aprecia a tu hija como tú aprecias a los míos, no insinúes nada fuera de lo lugar.—esbocé seriamente.—Te la traje para que la cuides.—dije.

—No hay problema. Soy su padre y lo haré.—afirmó algo reacio, distanciándose de mi.—Ve con cuidado pequeña.—le dijo a Alanna, quien lo abrazó fuertemente asintiendo.

—Ven Alanna, vayamos por un auto.—incite, ella asintió para así acercarse a mi, mientras que miré atrás, viendo como Ethan se iba con Eliana.

Conducía el auto, mirando los árboles verdosos y frondosos que se veían delante de nosotros. Era extraordinario ver un día así de soleado y calmado. Alanna iba aún lado de mi, ella tarareaba una canción, mientras veía por la ventana. Jamás imaginé encontrarme así. Estar aquí en medio de un mundo acabado, conduciendo y de copiloto una niña que salió de mi. Alanna crecía tan rápido como su hermano. Lo notaba en sus facciones, se veía poco a poco el desarrollo, ya no era una bebé que pudiera cargar, pero siempre sería mi hija, mi primera princesa. Ella no me veía mirarla, y estando ahí desearía que Alanna no tuviera que vivir así. Quizás no obtuve mucho, pero si cosas que aún recuerdo y valoro. Ir a la escuela en autobús, hablar con mis hermanos de regreso, celebrar las festividades, ojalá esas cosas se pudieran devolver porque sé que Alanna hubiera sido muy feliz con eso. Y aún lo recordaba. Recordaba esos días, incluso el día donde todo empezó y no puedo creer que esté viva, no puedo creer lo dichosa que soy de aún estar aquí. Sonreí ampliamente, porque en esos recuerdos Jayden yacía ahí.

—¿Por qué te ríes?—me preguntó Alanna, mirándome confundida con una ceja alzada.

—¿Desde cuando levantas las cejas?—le pregunté evadiendo su pregunta.—Últimamente estás actuando de una manera extraña.—musité para verla recostarse de la pared.

—No es por Eliana.—justificó rápidamente.—Amo a mi hermana, pero... —bufo rodeándome los ojos para cruzarse de brazos.—Si está bien, a veces me pone celosa ver como la tratan, pero ya lo superaré.—indicó, haciéndome reír.

—Alanna, Eliana es una bebé.—dije cuando estreché mi mano para acariciar su rostro.—Apuesto que cuando crezca será tu mejor amiga.—afirme.—Así como éramos mi hermana y yo.—añadí, con algo de tristeza, en medio de felicidad.

—Si, supongo.—musitó ella, soltándose de su amarre cruzado para verme sonreír.—¿La extrañas?—me preguntó, sosteniendo el volante asentí, sin mirarla mientras recordaba a Natasha.—Yo también. Mucho.—añadió con tristeza.

—Creo que Samantha se parecerá a ella.—indique, mirando a Alanna quien asintió.

—Oye mamá, ¿como la tía Natasha supo que estaba enamorada del tío Daryl?—me preguntó, la miré mientras detuve el auto en medio de una gasolinera algo confusa.

—Alanna, ¿por qué preguntas eso?—le pregunté, ella se echó a reír pasmada y con sus mejillas coloradas, lleve mis manos a sus costillas para hacerle gracia.—Alanna—la llame, curiosa.

—Está bien, está bien. Pero, no puedes enojarte. ¿Okay?—dudosa la miré cuando extendió su dedo meñique, sonreí para así entrelazar mi dedo con el suyo.—Me gusta Michael.—abrí mis ojos grandemente para soltar una bocanada de aire.

—¿Qué te gusta quién?—le pregunté con mis ojos abiertos como plato.—¿Michael?—cuestione, riéndome pasmada para ver a Alanna sería.—Alanna, Michael es diez años mayor que tú.—afirme, mientras que ella se cruzó de brazos.—Bien, hablaremos de esto luego. ¿Entendido?—ella asintió, bajándose del auto junto a mi.

—No le digas a papá.—me pidió sosteniendo su mochila y su arma.—No creo que le agrade.—expresó, por lo cual asentí rápidamente.

—Tienes ocho años Alanna, no creo que sea agradable para él.—añadí irónica.

—Cumplo nueve en unos meses.—añadió rápidamente, cargando su arma mientras se acercaba a mi.

—Si bien, eso no te hace aún apta para tomar ese tipo de decisiones. Cuando cumplas quince lo hablamos nuevamente.—indique, cargando mi arma para apuntar y ver alrededor del supermercado.

—¿Qué hacemos aquí?—preguntó Alanna.—No estamos tan lejos de la comunidad.—añadió.

—A veces el reino suele dejarnos suministros aquí, es para hacer intercambios, pero no veo a nadie hoy.—indique.—Tomaremos lo necesario y nos iremos.—musité, guardando mi arma.

Me detuve, dándole paso a Alanna para cubrir su espalda. El día estaba muy tranquilo. No se oía nada por ahí, a excepción de nosotras. Podía conocer esta gasolinera y era el hecho de conocerla que me hacía sentir con amargura. Fue aquí donde Carl conoció a Siddiq, aquí donde detonó una de las peleas de él contra Nathan. Podía recordar a Siddiq y el amargo sabor que sintió mi paladar cuando oí que había muerto. Quizás pudimos haber hecho algo para evitarlo, pero sin saberlo nuestro último día estaba escrito. Veía las cosas viejas en esta gasolinera. No había mucho que llevarse, incluso de las cosas que el reino había dejado, no había nada. La leche fresca no duraría tanto, así que no habían traído nada. Frustrada suspire. Eliana no estaba comiendo nada sólido, lo rechazaba y temía forzarla, pero en esta situación no tenía más opción que hacerlo, porque tampoco podía lactarla, ella no quería, igualmente lo rechazaba. Suspire levantándome del suelo, abrí la mochila para tomar algunas latas y vendajes que habían ahí, como también una caja cerrada enmarcada con el nombre de "zanahorias y maíz".

—Creo que no llevaremos mucho esta vez.—avise a Alanna, quien se acercaba a mi, sosteniendo su arma mientras bufaba.

—No hay nada.—dijo Alanna, inclinándose aún lado mío, por lo cual asentí.—¿Por qué no le pides formula a Michonne, mamá? RJ ya no es un bebé, o quizás Rosita pueda darte ella debe tener.—expreso, muy segura de lo que decía.

—Lo sé, es solo que quería almacenar.—esclarecí, levantándome del suelo con la caja en manos.

—Entonces es cierto lo que decía el abuelo, ¿quieres tener otro bebé?—reí ante eso, colocando la caja de suministros en el auto.

—Es suficiente con tres.—afirme, contando las hierbas que podríamos usar de medicamento, mientras que oí un ruido agudo tumbar mis oídos.

—¿Y por qué no vamos al reino? Deben tener allí.—sugería Alanna.—Me gustaría ver a Carol, ella hace unas galletas deliciosas.—añadía, sonriendo.

—La gasolina no da. Tendríamos que quedarnos allá una noche, a menos que saquemos gasolina de las bombas, pero es tu padre quien sabe hacer eso.—añadía, mirándola de reojo.—Vendajes ya tenemos, así que sólo llevaré uno.—decía, murmurando con una ventisca fuerte atrás de mi.

—Mamá.—me llamo Alanna.—Mamá, es el helicóptero.—me giré rápidamente, abriendo mis ojos grandemente.

—Mierda.—gruñí entre dientes, para tomar por la chaqueta a Alanna e impulsarla a correr.

—¡El auto!—exclamó al notar que huíamos, pero si nos íbamos en el auto podrían vernos.

—Avanza, avanza.—le pedí desesperada, empujándola al interior de la cabina donde cobraban la gasolina, para así cerrar la puerta y abrazarla a mi, ocultándome de la vista del helicóptero que podría ver nuestro paradero.

—Te lo dije... —susurro Alanna mientras oíamos el helicóptero, tape su boca asomándome por la ventana de la cabina.—Te dije que había visto ese helicóptero.—añadió, tendida a mi.

—Si vino la semana pasada que saliste con Michonne, ¿qué hace esta semana aquí?—me pregunté en un tono bajo.—Algo esta mal.—musite preocupada, intentando de ver más allá.

La ventisca levantaba el polvo del suelo, haciéndome sentir cegada por un momento. Tosí por lo bajo, al igual que Alanna, quien también tosió. Me quede sentada en los escombros con Alanna. Se oía aún el helicóptero, pero se iba más lejos. Podía oír el respiro de mi hija, estaba asustada así que la abracé fuertemente contra mi cuerpo. Acaricie su cabello, quería calmarla, porque podía sentir su corazón bombardear fuertemente. Levante el mío un poco, quedando asombrada cuando oí una voz en la lejanía. Mi respiración se volvió agitada igualmente, mientras que pude ver como aquella mujer estaba postrada allí, con un walkie-talkie y mirando al cielo. Su cabello rubio caía, se había alargado con el pasar de estos meses. Era Sarah, era de ella, de espalda podría reconocerla. Sostuve mi arma mirándola, ella se acercó al auto, viéndose preocupada mientras continuaba sosteniendo aquel walkie-talkie. Me distancié de Alanna, ella apretó fuertemente mi chaqueta, negando a que me moviera, pero necesitaba oír. Sobresalí de la cabina en cuclillas, pasando por las bombas de gasolina.

—Encontrare otro tipo A y te lo llevaré.—oí a la lejanía, podía verla sostener el walkie-talkie mientras hablaba.—No, no. Necesito más tiempo.—pedia ella desesperada, tapándose del sol con su mano.—¡Otra semana, necesito otra maldita semana!—grito, con su respiración agitada.

—Mamá.—me llamo Alanna en un tono bajo, alce mi mano para hacerle detener rápidamente.

—Quédate donde estás, Alanna.—le pedí para ver cómo Sarah se iba corriendo, adentrándose al bosque, suspire gruesamente para sentarme en el suelo sin moverme.

—Mamá, ¿estamos en problemas?—me preguntó nerviosa sin moverse, continuaba en el interior de la cobija mientras me miraba.—Mamá.—llamo.—¿Quién estaba ahí?—volvió a preguntar.

—Estamos en problemas.—afirme, mirando el cielo y como el helicóptero se iba por el norte.

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