Capítulo_02

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•|| CAPÍTULO 2 ||•

Yun Hee regresó a su habitación en los dormitorios en el séptimo cielo. De hecho, se sentía tan bien que probablemente se hallaba en el décimo cielo o atravesando el décimo quinto también.

Definitivamente no
era consciente de la acera bajo sus pies.
La audición había ido bien. No, la audición fue fabulosa. Estuvo espectacular. Estaba segura de que sorprendió a esos tipos. Admitieron que se sorprendieron. Ninguno de ellos esperaba que una voz llena de todo tipo de blues saliera de ese pequeño y tímido exterior. Ni siquiera le
importaba que la hubieran llamado tímida: era verdad.

—Bienvenida a 32° North —dijo el escalofriante tipo llamado Roy.
Y le dieron el trabajo. Estaba dentro.
Los ensayos comenzarían en unos días con su primera actuación planeada para tres semanas después. Le dieron un apodo, diciéndole que “Lisanne” tenía “demasiadas malditas letras”. Para ellos era YH, y era uno de ellos. La invitaron al club el martes para que escuchara a otra banda tocar. Querían su compañía.
Fue fantástico excepto por una cosa: deseaba que el Chico con el Aro en la Ceja se hubiera quedado. Le habría gustado ver la mirada en su rostro cuando descubriera, junto a sus amigos, que podía cantar.

El pensamiento la confundía, especialmente porque se portaba como
un idiota en cada ocasión en la que se cruzaban.

Pero sus amigos eran geniales, a pesar de la forma que lucían. La escucharon respetuosamente y no trataron de seducirla. Bueno, se sentía acostumbrada a eso, pero el respeto era nuevo, y lo

Disfrutaba.
Demasiado.

No podía esperar a contarle las noticias a Min Hye. Luego vaciló. Una cosa era cantar algunos blues habituales en una habitación vacía durante una audición, pero era algo totalmente distinto cantar material original de alguien más, delante de una audiencia que había pagado.

Decidió que esperaría hasta después de la primera práctica antes de transmitirle
su felicidad. Para entonces tendría una mejor idea de cómo funcionarían las cosas. Como mucho. Podrían decidir que cometieron un error o encontrarían a alguien mejor.

Min Hye se sentaba con las piernas cruzadas sobre la cama, mirando su portátil, teniendo al menos seis conversaciones distintas, si el sonido
metálico de los mensajes significaba algo. A pesar del cansancio que conllevaba su resaca, Min Hye la miró valorativamente y Yun Hee tuvo que apartar la mirada.

—Guau, luces como si estuvieras de buen humor. ¿Qué hiciste, Choi?
Se sonrojó. Tanto por el grosero lenguaje como por lo que implicaba.

—¡Dios, Min Hye! ¡Nada! Sólo pasé una buena tarde. Mira, uhm, algunos… amigos me invitaron a este club mañana por la noche, y me preguntaba si querías venir.

Min Hye le dio una mirada agria.

—Algunos amigos tuyos te invitaron a un club anoche, pero te encontrabas demasiado ocupada haciendo tu tarea.
Oh.

—Bien, merecía eso —admitió—, y lo siento, pero, ¿irás? Por favor, Min Hye. No quiero ir sola.

Min Hye resopló un poco más, luego dijo—: ¿Quiénes son estos amigos
tuyos? Nunca te he visto hablar con alguien.

—Sólo algunos chicos que conocí.
—¿Chicos? ¿Cómo hombres? —soltó Min Hye, sus ojos repentinamente
alertados.

—Uhm…

Min Hye hizo una pausa dramática, inspeccionando sus uñas, y haciendo que se pusiera lo suficientemente nerviosa como para que un tic comenzara debajo de su ojo.

—Bien. Iré. Le enviaré un mensaje a Ah Ra para ver si tiene planes.

Se tragó una réplica, que decía que Ah Ra era una perra y no era bienvenida. Pero también sabía que sería una rápida forma de perder la amistad de Min Hye si trataba de hacerla escoger entre ellas.
Por el resto de la tarde preguntó sobre los “chicos” con los que iban a encontrarse.

Respondió tan imprecisamente cómo fue posible.

—No los conozco bien. Son locales, pero parecen agradables.

—¿Cómo conociste a chicos locales? Mmh, eres una pequeña reservada, ¿no? Ahora sé buena y dile a la tía Min Hye todo sobre ello.

—No, en serio. Sólo, uhm, hablamos y nos gustó el mismo tipo de música. Eso es todo.

—Bien, no me digas. Les preguntaré cuando los vea.

Yun Hee se encogió.
—¡Bien! ¡Te lo diré! Pero por favor, por favor, por favor no le digas a nadie más. —Especialmente a Ah Ra.

—¡Vamos, dime ya!

De mala gana, le contó toda la historia, observando con algo de placer como la mandíbula de Min Hye caía, sorprendida.

—¡Oh, Dios mío! ¡Eso es tan genial! ¡Eres totalmente increíble! —gritó—. Sabía que ocultabas algo, Yun Hee, aunque no tengo idea de por qué querrías esconder algo tan increíble.

—Porque no sé si funcionará.

—Pero debes haberles gustado si vas a cantar con ellos.

—Uhm, tal vez.

—Y te invitaron a salir mañana por la noche.

—Sí, pero…

—Bueno, primero que todo, tenemos que prepararte, y eso va a tomar algo de trabajo.

—¿Disculpa?

—Tenemos que hacerte lucir
deslumbrante, así sabrán que tomaron la decisión correcta.

—Les importa que pueda cantar, no cómo luzca.

Min Hye rodó los ojos.

—Son chicos. ¡Por supuesto que se preocupan por cómo luces! ¿Cómo lograste graduarte de la secundaria sin conocer el factor elemental, mi querida compañera de cuarto? Bueno, no te preocupes, Min Hye, la reina de lo cursi, la Big Mama del cambio de imagen está aquí. Sólo tienes que quedarte allí, callarte y disfrutar del viaje.

—Bien, pero sin tacones altos.

—¿Qué parte de “callarte” no entendiste? —gruñó Min Hye.

Yun Hee se mantuvo en silencio. No quería decirle que tal vez ser la reina de lo cursi no era lo que Min Hye pensaba que significaba, considerando que se licenciaba en moda… sí, mejor quedarse tranquila y
callada.
***

Después de comer más temprano la siguiente noche, Min Hye metafóricamente se subió las mangas y comenzó a trabajar. Dos insoportables horas más tarde, Yun Hee miró un reflejo que apenas
reconocía.

—Te ves bien, chica —dijo Min Hye alentadoramente.

—Uhm —respondió, mirando sus ojos pintados, sus labios rojo rubí
y su brillante cabello.

—Agradéceme luego, cuando cada chico en el club esté afectado por
ti —dijo con un guiño.

Cerró los ojos y ofreció una plegaria silenciosa, esperando que eso nunca sucediera. Se tranquilizó con el pensamiento de que si algo sucedía,
sólo sería porque Min Hye se hallaba vestida en una de sus muchas
minifaldas escandalosas, y con unas botas de cuero hasta las rodillas. La mayoría de los chicos no miraría nada más allá de eso. O tal vez hasta su camiseta ajustada. Seguro, nada más allá de eso.

Sintió la suave mano de Min Hye en su hombro.

—Estarás bien. Luces jodidamente ardiente. Mi pequeña diva —dijo
cariñosamente y le besó la mejilla.
Un golpe en la puerta las interrumpió.
—Esa debe ser Ah Ra —dijo, dirigiéndose a la puerta.

Ah Ra entró en la habitación, luego se detuvo y miró a Yun Hee,
completamente impresionada.

—Luce bien, puedes decirlo. —Sonrió Min Hye.

—Uhm, sí —soltó Yun Hee—. Para una estudiante de música.

Min Hye rodó los ojos. —Sólo admite que soy brillante y ella es una muñeca.

—Lo que sea —dijo Ah Ra, encogiéndose de hombros, y mirando a Yun Hee.
Yun Hee cruzó los brazos sobre su pecho y la miró.
Que comience el juego.
***

Cuando llegaron al club, la fila llegaba hasta la mitad de la manzana.

—No voy a esperar aquí —dijo Ah Ra, lanzándole una mirada irritada a Yun Hee, como si hubiera causado personalmente ese retraso.

—Ve y dile a los tipos en la puerta quién eres —dijo Min Hye impacientemente.
—¿Disculpa? —jadeó Yun Hee.

—En serio, Ah Ra tiene razón —dijo Min Hye rápidamente—. Estaremos aquí toda la noche.

—¡No puedo! Quiero decir, ellos no…
—¡Yun Hee! —insistió Min Hye—. Sólo hazlo. Lleva tu lindo traserito hacia allá y diles que nos dejen entrar.

—O iremos a otro lugar. —Sonrió Ah Ra.
Sintiendo temor, y preparándose para la humillación, con su corazón martilleando contra sus costillas, se tambaleó hacia la entrada.

—La línea está allí atrás —recitó el portero.

—Sí, lo sé. —Tosió—. Pero podría decirle a Roy que Yun Hee… uhm, YH está aquí.
El portero bajó la vista, sus ojos recorriéndola de pies a cabeza.
—¿Eres amiga de Roy? Bien, puedes entrar.

Estuvo a punto de caer impresionada, pero Min Hye le dio un codazo y guiñó.

—Uh, ¿y mis amigas?

—Seguro, cariño. Entren.

Min Hye tironeó de su codo, empujándola a través de la puerta.

—¡Guau! ¿Cuán genial fue eso? —Rió—. ¡Ni siquiera te pidieron tu
identificación!

Se sentía totalmente conmocionada. Ah Ra sólo lucía molesta.

—¡Este lugar es increíble! —gritó Min Hye por encima del ruido.

Tenía que admitir que el club lucía mucho mejor por la noche, y lleno de gente. No se veía en tan mal estado ni como un antro. Tal vez no tan acogedor para asesinos en serie, aunque aún tenía una intensa y
peligrosa vibra, como muchos de los clientes. Nunca vio tantos tatuajes juntos, y eso si sólo contaba a las chicas.
A pesar de su glamuroso cambio de imagen, aún se sentía como una novata ratón de biblioteca, lo que era en realidad, y completamente fuera de lugar.

—Vamos a comprar algo de beber —gritó Min Hye, ajena al hecho de
que hace menos de veinticuatro horas, tenía una enorme resaca.

Mientras se dirigían hacia la abarrotada barra, localizó al Chico del Aro en la Ceja. Tenía a una pelirroja pegada a él, y frotaba sus caderas con las suyas de una forma que probablemente era ilegal en cincuenta y un estados. No bailaban en el estricto sentido de la palabra: era casi como si
estuvieran teniendo sexo con la ropa puesta. Pero definitivamente era
caliente. Estaba sorprendida de que la pista de baile no se hubiera quemado debajo de ellos.

Las manos de la pelirroja se hallaban en sus bolsillos traseros, apretando ese bonito culo. Quizás no necesitaba ser un buen conversador cuando pasabas la tarde con la lengua metida en la garganta de alguien.

Se irritó por su malicioso monólogo interior. Parecía tan injusto que estuviera vestida así, luciendo caliente, y él estuviera completamente inconsciente de su existencia.

Es un imbécil, ¿recuerdas? ¿Quieres ser otra marca en el pilar de su cama?
Sintiéndose ridícula, siguió a Min Hye hacia la barra y ordenó agua helada. Ah Ra la miró desdeñosamente, y luego procedió a entablar una conversación con Min Hye, manteniendo la atención sólo en ella. Min Hye trató valientemente de incluirla, pero con la malicia natural de Ah Ra, el número de personas apiñadas en la agitada habitación, y el volumen de la
música, fue una batalla perdida.
Se encontraba allí, sintiéndose patética y miserable, cuando Roy se
acercó a ella.

—¡Lo veo y no lo creo! ¡Guau, mírate, cariño! Estoy muy contento de que no vistieras así para tu audición.
Lo miró, desconcertada y más que un poco herida.

—¿Por qué no?

—Porque no habría sabido si te contrataba por tu canto… o no.
Cuando entendió lo que decía, su piel se sonrojó.

—Uhm —tartamudeó, bajando la vista.

—Preséntate así para los conciertos y serás imparable —dijo, sonriendo ante su expresión.

—No sé. Mi compañera de cuarto lo hizo —dijo Yun Hee, alzando las
manos con impotencia.

—Preséntamela —le ordenó Roy, deslizando los ojos por las innegablemente deliciosas curvas de Min Hye—. Quiero agradecerle.

Se sentía desesperada. Ya había comenzado. Todo lo que tenía para
ella eventualmente era alejado. Cantar era la única cosa en la que era realmente buena, y ahora iba a ser estropeado. Por una vez, le gustaría que se tratara de ella.

Luego se pateó mentalmente y admitió que se comportaba como una niña mimada, Min Hye no era más que agradable con ella. Ah Ra… bueno, esa era una historia distinta.

Hizo las presentaciones, y se sorprendió cuando Roy puso la mano sobre su hombro, jalándola en un abrazo.
Los ojos de Ah Ra casi salieron de su cabeza mientras el musculoso hombre de las montañas levantaba a Yun Hee del suelo.

—Cualquier amigo de esta niña es amigo mío —dijo en voz alta.
* * *

Jimin finalmente se las arregló para sacar la entusiasta lengua de Terri de su boca. Prácticamente lo asaltó cuando entró por la puerta. No es que tuviera ninguna objeción, después de todo, eso simplemente
significaba que no tenía que preocuparse por mantener una conversación
con ella. Le aliviaba el hecho de que no le hubiera preguntado por su hermano, o por drogas, pero se sentía estúpidamente decepcionado por que no hubiera estado interesada en conocerlo. Aunque tenía que admitir que logró conocer su cuerpo bastante bien, y su polla se sentía como si estuviera tratando de salirse de sus pantalones para alcanzarla durante la
última hora. Si no conseguía follar esa noche, sus bolas estarían más
azules que la música.

Sintió el cambio en el ritmo en la multitud cuando el DJ terminó su pista, y la banda subió al escenario lista para tocar. Levantó la mirada al mismo tiempo que Roy alzaba a una linda chica con brillante cabello
castaño, y sonrió. Cuando Roy finalmente la puso en el suelo, ella se volvió, obviamente avergonzada, y casi se atragantó con su whisky. Era la Chica de la Biblioteca, luciendo escandalosamente ardiente.

Roy le dijo que su nueva cantante iría esa noche, parecía que la Chica de la Biblioteca había conseguido el puesto después de todo.
Sintió las manos de Terri moverse debajo de su camiseta, clavando las uñas en su espalda para llamarle la atención.

—¿Quieres ir a mi habitación? Mi compañera no estará allí.

Era lo que Jimin esperaba que dijera, bueno, realmente lo aguardaba, por la forma en la que lo toqueteaba. Su billetera se hallaba llena de condones y buscaba la oportunidad para probar los nuevos acanalados, quería ver si funcionaban.

Tal vez conseguiría que le hiciera una mamada primero.
Mientras la banda subía al escenario, miró a Roy, que aclamaba y gritaba. Junto a él, los ojos de la Chica de la Biblioteca brillaban con emoción. Sintió un pinchazo de celos antes de que Terri lo jalara hacia
afuera.

* *

Yun Hee casi empezó a saltar de arriba a abajo, cuando recordó que Min Hye la hizo llevar tacones. Sus pies la estaban matando, pero no le importó. La banda era increíble y pensar que en sólo tres semanas, estaría allí arriba, era emocionante y atemorizante.

El pensamiento la hizo sentirse ligeramente nauseabunda.
Mirando alrededor, pudo ver a Roy saltando tan violentamente que temía por él. La gente se iba alejando de él mientras cien kilos golpeaban el suelo, con los puños alzados sobre su cabeza.
Se rió. Roy era dulce, no tenía nada que temer en absoluto. El hombre era un osito de felpa y se sentía a salvo con él.
Lanzó un vistazo a su alrededor, buscando al Chico con el Aro en la Ceja, pero parecía que desapareció. Probablemente se encontraba con su preciosa novia, besándola y llevándola hasta el séptimo cielo, o a otras dimensiones, y haciendo otras cosas.

Ella no era una completa mojigata, tenía una clara idea de lo que se componían esas “otras cosas”, sólo que nunca las había experimentado.
Sin embargo, tenía una imaginación muy activa. Suspiró; parecía que serían ella y su imaginación por un largo tiempo. Las predicciones de Min Hye de ser un éxito eran muy lejanas a la realidad. Nadie se le acercó.

No se detuvo a considerar que la proximidad y el tamaño de Roy hacía que tuviera un tremendo guardaespaldas, tanto si quería uno o no.

Sin embargo, Min Hye parecía haber tenido más suerte, y bailaba con uno de los compañeros de Roy. A Yun Hee le pareció haberlo visto más temprano ese día, pero cómo no era uno de los miembros de la banda, no podía estar segura. Incluso Ah Ra, con esa desagradable mueca que le
hacía lucir como un bulldog masticando una avispa, se encontraba desaparecida. Y milagrosamente parecía estar disfrutando aunque estuviera sola.

Estuvieron en el club hasta las cuatro de la mañana, y Yun Hee se sintió muy culpable por haber estado fuera por tanto tiempo en un día de Universidad. Pero maldita sea, ¡fue divertido! Luego Roy las llevó a un taxi
y le ordenó a Yun Hee que llevara su trasero allí de nuevo el jueves.

Cuando Min Hye y Yun Hee entraron tropezando a su habitación, el cielo comenzaba a resplandecer por el este. Una parte de Yun Hee se sentía agotada, mayoritariamente la que conectaba con sus pies, pero su parte romántica, que era mucho mejor que la otra, le pedía que se quedara allí y viera el amanecer.

Min Hye prohibió esa idea argumentando que: a) Se
encontraba tan cansada que la última hora caminó dormida y b) Nunca escuchó una idea tan tonta como esa en toda su vida.

Al mismo tiempo, en otra habitación del campus, Jimin se ponía las
botas y subía la cremallera de sus vaqueros.
Terri dormía y roncaba suavemente. Su piel se encontraba sonrojada y su cabello se extendía sobre la almohada como llamas.

Fue una buena noche, aunque no fue capaz de notar ninguna diferencia apreciable al usar los condones acanalados. Terri gritaba demasiado, así que… no estaba seguro de si la vería de nuevo. No intercambiaron números de teléfono, por lo que probablemente ella se
sentía de la misma forma.

Vaciló brevemente, mirando la chica durmiendo, y luego se fue, cerrando la puerta detrás de él silenciosamente.
El rugido de su motor resonó en el aire matutino. Levantó el rostro hacia el creciente amanecer, luego presionó el acelerador y se dirigió a casa.
A pesar de lo exhausta que Yun Hee se encontraba al terminar su segunda semana de universidad, fue mejor que la primera. Comenzaba a reconocer a las personas en sus clases y hacer amigos, en especial otros estudiantes de la orquesta; su profesor de violín continuaba asombrándola e inspirándola; y lo mejor de todo, las prácticas de la banda iban
realmente bien.

Aprendió casi todas las canciones que Roy le dio, y los otros miembros de la banda estuvieron muy satisfechos por el modo en que fue el primer ensayo. Roy tocaba algo al estilo Bluegrass con su guitarra, JP
mantenía el ritmo, Carlos tocaba el bajo y el contrabajo, y TaeHyung era el
baterista. El ritmo era algo entre Blues e Indie rock, y Yun Hee esperaba
que pudiera convencerlos de intentar algunas versiones de las bandas que
le gustaban.

Asumió que Roy escribió esas canciones, pero le dijo que eran de un amigo. Por el cambio en los rostros de los otros miembros de la banda, se dio cuenta que había una historia allí, una que no iban a compartir. Pero eran muy amigables en general, burlándose de ella como si fuera su hermana pequeña, y ellos eran el rebelde paquete de hermanos mayores
que nunca tuvo.

El único punto malo llegó el viernes en la mañana, en la forma de clase de negocios.
Yun Hee sabía que iba a luchar con el tema, mayormente por su falta de interés y el hecho de que la suma de dos más dos le daba dolor de cabeza… le molestaba el hecho de que sólo la tomaba para complacer a sus padres. Tratar de leer el libro asignado hacía que sus ojos se volvieran vidriosos, y eso sólo era al leer el título.

Se llevó la mano a la boca mientras bostezaba ruidosamente. Min Hye la miró con simpatía.

—¿Se siente como una semana larga?

—Podrías decir eso. —Yun Hee asintió con cansancio—. No he parado, las ruedas siguen girando. Quiero dormir un montón este fin de semana.

—Peso liviano. —Resopló Min Hye—. Apuesto a que puedo persuadirte
para salir mañana.

Sacudió la cabeza, pero no aceptó la apuesta.

De pronto, se sentó erguida.
El Chico Aro en la Ceja entró encorvado en la habitación, y se sentó en el mismo lugar en la segunda fila. Dejó su mochila sobre un asiento, y su chaqueta sobre el asiento continuo, un mensaje claro de que no quería que nadie se sentara cerca.

¡Qué imbécil! Obviamente el chico no tenía amigos. Ninguna sorpresa allí. Pero entonces recordó cuán a gusto se veía con los chicos de la banda, y con la puta del club. Era confuso.

Se veía exactamente igual que cuando lo vio la primera vez, excepto que hoy usaba una camiseta gris. No pudo evitar notar eso, a pesar de que difícilmente era importante. Se sintió decepcionada por no verlo en ningún lugar en el campus en los días anteriores. Sin embargo, vio a la pelirroja riendo con sus amigas en la cafetería.

—¿Todavía deseando a Park Jimin? —susurró Min Hye, con una
mirada conocedora.

—¿Qué? ¡No! Yo… es amigo de Roy, eso es todo. En serio, no. Quiero decir, es lindo. Obviamente. Pero… él también sabe eso. No. No es mi tipo.

Min Hye sonrió. —Estás balbuceando. Debes estar realmente atraída por él.
Gimió, pero fue salvada de contestar cuando el profesor Heo entró.

Al igual que antes, el Chico Aro en la Ceja, Jimin, no escribió ni una palabra, o nota. Se sentó ahí, sin apartar los ojos del profesor durante toda la lectura. Raro.

—Ahora, en cuánto a sus exámenes parciales y el resto del semestre

—anunció el profesor, mirando por encima de sus gafas al final de la clase, y antes de que todos pudieran desaparecer—, en vez de un examen, voy a darles
asignaciones para que puedan trabajar en parejas. Así que para aquellos a los que no les va bien en los exámenes estandarizados, tendrán
una oportunidad de mostrarme que más pueden hacer. El emparejamiento es arbitrario; si no están felices con su pareja… bueno, pues qué lástima. En los negocios, se trata de provechar al máximo el equipo que tienes; encontrando los puntos fuertes de todos, compensando las debilidades, incluidas las suyas.

Mientras procedía a leer, y los estudiantes se unían, la habitación gradualmente se vació. Min Hye fue emparejada con el Chico de la Camisa Roja, y ambos parecían bastante felices con eso.

Entonces—: Señorita Choi y Señor Park.
Min Hye rió.

—¡Ten cuidado con lo que deseas!
Jimin se giró para descubrir quién iba a ser su compañero, explorando los rostros de los estudiantes, esperando a que alguien
capturara su mirada.

—Ve —siseó Min Hye, dándole un pequeño empujón.

El movimiento capturó la atención de Jimin, y parecía sorprendido cuando ella asintió hacia él, con las mejillas calientes.
Varias estudiantes le lanzaron miradas furiosas, pero Yun Hee ni siquiera
lo notó. Demasiado.

Vacilando, bajó las escaleras hacia él.
—Hola —dijo con timidez, sintiéndose mareada.

Extendió la mano hacia ella y la sacudió rápidamente. Su piel se sentía caliente y seca, su palma ligeramente rugosa.

—Tú eres Lisanne —dijo—. La amiga de Roy. Soy Jimin.

—Um, sí. —Fue su réplica ingeniosa.
Se quedaron mirando uno al otro. Yun Hee no pudo evitar notar que tenía pestañas increíblemente largas, y sus irises eran de un castaño claro, salpicados de oro y verde.

—Así que —dijo en voz baja, mirándola a los ojos—, ¿puedo recuperar mi mano? Tal vez la necesitaré.

—¡Oh, lo lamento! —jadeó, dejando caer su mano como si se hubiera
electrocutado.

Ella podía decir que trataba de reprimir una sonrisa, pero no creía posible poder sonrojarse aún más. Levantó una ceja y ella esperó que hiciera un comentario inteligente, pero no lo hizo.

—¿Cómo quieres hacer esto?

—¿Qué? —tartamudeó.

—La asignación. ¿Quieres trabajar en la biblioteca?

—Um, sí, seguro. Como sea.

—Bueno, ¿qué está bien para ti? ¿Domingos por la tarde-noche?

Levantó la cabeza para encontrar su mirada, y esta vez vio definitivamente una sonrisa.

—Así que me viste allí —replicó.
Se encogió de hombros.

—¡Pero no sentiste que fuera necesario detenerte y ayudarme cuando caí por los escalones de la biblioteca!
Frunció el ceño.

—No sé de qué estás hablando. Te vi estudiando,eso es todo.

—¡Oh, seguro! Me encontraba a unos pocos metros de ti cuando caí. Debiste haber escuchado mi grito.

Una mirada llena de ira se apoderó de él e instintivamente retrocedió un paso.

—Bueno, no lo hice —espetó.

No existía respuesta a eso. Simplemente añadió “mentiroso” a su lista de defectos. Tuvo la sensación de que sería una lista un poco larga.

—De todos modos, estoy ocupada el domingo por la noche —dijo, tratando de sonar despectiva. Sólo porque era hermoso no quería decir que podía salirse con la suya siendo un idiota. No con ella.

Continuó mirándola, su rostro apretado con furia.

—¿Qué? —dijo, irritada.

—Así que, ¿cuándo quieres trabajar? No quiero empezar a bajar puntos por ti.
La mandíbula de Yun Hee se cerró con un fuerte chasquido.

—Estoy libre el domingo por la tarde —escupió.

—A las dos —dijo—. No llegues tarde.
Entonces tomó su chaqueta de cuero y su mochila, y se alejó.

—¡Qué imbécil! —murmuró, sobre todo para sí misma.

Echó un vistazo a Min Hye para ver que aún seguía disfrutando de las atenciones del Chico de la Camiseta Roja.
Suspiró y se frotó la frente con cansancio.
***

A la una y cincuenta y cinco de la tarde del domingo, Yun Hee caminaba apresurada a través del campus en dirección a la biblioteca, determinada a no llegar tarde. No quería darle a Jimin ninguna excusa
para ser más imbécil.

Había conseguido alcanzar la puerta giratoria de la biblioteca, cuando lo vio correr a través del patio. Tomó los escalones de la biblioteca de dos en dos, con una mirada seria en su rostro.

—¿Asustado de llegar tarde? —dijo mordazmente, cuando se encontraron.

—No.

Su tono era brusco.
Yun Hee parpadeó. Quizá merecía eso.

—Mira, lo siento —dijo—. Tenemos que trabajar en esto juntos, así que… vamos a intentar llevarnos bien, ¿bueno?
Él se encogió de hombros.

—Lo que sea.

Yun Hee retiró la ofrenda de paz, y marchó dentro de la biblioteca, enfurecida por su rudeza.

Tomó una mesa en el fondo de la habitación y se arrojó en una silla.
Jimin todavía permanecía parado, cambiando su peso de un pie a otro.

—Um, ¿te importa si me siento ahí? —dijo, apuntando al asiento de Yun Hee.

—¿Disculpa? —Resopló.

—Yo… um, me gusta sentarme con la espalda contra la pared, para
poder… ver todo…

—Como quieras —dijo en tono cortante—, pero no me voy a mover.

Frunció el ceño y finalmente empujó la silla opuesta a Yun Hee, lo que lo dejaba de espaldas al resto de la habitación.
Por la forma en la que se movía, sacudiendo sus piernas arriba y abajo, y continuaba tirando de su anillo en la ceja, no necesitaba suponer que se sentía incómodo. Sonrió con suficiencia para sí misma, le gustaba tenerlo a la defensiva; la hacía sentir que quizá tenía la oportunidad de ser lo suficientemente competente con él.

Rascó la fina barba que cubría sus mejillas y mandíbula, y se dejó caer en la silla.

—¿Por dónde quieres comenzar? —la retó.

Yun Hee tenía una buena idea, que orgullosamente extendió ante él.
—Eso es un poco básico —se burló él.
Se sonrojó, mortificada porque su idea era obviamente defectuosa.

Dejó escapar un largo suspiro y Yun Hee se arriesgó a mirarlo.
Incluso cuando se encontraba enojado e irritado, no podía evitar el querer
mirarlo.

Para su sorpresa, su expresión era de simpatía.

—No estás en esto, ¿verdad?
Sacudió su cabeza, con sus mejillas aún sonrojadas.

—¿Roy dijo que te especializabas en música?

—Um, sí.

Se sorprendió al notar que hablaba de ella con Roy.

—Así que estás tomando Introducción a Negocios porque…
—Mis padres. Pensaron… que debería tener algo en lo que respaldarme.

Jimin asintió lentamente.

—Tienen razón. Tus padres. Nada está garantizado. Es bueno tener
un plan de apoyo.

Esos no eran sentimientos que hubiera esperado oír de alguien como él, despreocupado, con una actitud de no me importa una mierda.

—Mira, es bastante sencillo si lo piensas de esta forma —dijo, señalando hacia el segundo capítulo del libro.

Para su sorpresa, venía preparado y tenía algunas ideas realmente buenas. Incluso más sorprendente, se encontraba dispuesto a explicarle algunos de los conceptos con los que ella luchaba: inercia industrial, flujo de producción; en un claro, y no condescendiente lenguaje.

¡Parecía tan simple! No pudo evitar reírse a carcajadas, y Jimin le sonrió en respuesta.

—Sí, soy un tipo divertido.

—En realidad, pensé que eras un idiota.

—Que te jodan mucho —dijo solemnemente.

Yun Hee rió.

—De nada.

Decidió que prefería mucho más su sonrisa que su cara de pocos amigos. Ambas eran calientes, pero sus ojos eran suaves y felices cuando sonreía. Entonces se dio cuenta que la risa que oyó en la audición, era suya. Deseaba oírla de nuevo. Mucho.

Estiró su espalda, poniendo los brazos por encima de su cabeza.
Yun Hee no pudo evitar mirar la pequeña porción de estómago que se
vislumbraba por encima de la cintura del pantalón, y los tensos músculos de su pecho que podía ver ensombrecidos por debajo de su camiseta.

Apartó la vista cuando se dio cuenta que el ser atrapada comprobándolo no sería tan genial, y tal vez podría dar rienda suelta a su idiota interior.

—Hay un libro que usé en la secundaria que podría ayudarte —dijo, distrayéndola de comerlo con los ojos—. Puedo ver si tienen una copia aquí, si quieres.

Yun Hee entrecerró los ojos, preguntándose si sugería que no se
hallaba al nivel del curso actual, pero no vio nada excepto sinceridad en su
rostro. Se sintió avergonzada por sus malos pensamientos.

—No, está bien, gracias. Lo encontraré en las estanterías. ¿Cuál es el
título y el autor?

Anotó los detalles para ella, y siguió ojeando el libro por más ideas.
Deambuló pasando varias filas de estanterías hasta que encontró el
estante correcto. Sacó el libro y pasó las páginas. Tenía razón: esto realmente la ayudaría.

De repente una alta y estridente alarma sonó en toda la biblioteca, haciendo que saltara. Por todas partes, los estudiantes arrojaban libros a sus mochilas y se dirigían a las salidas de emergencia.
Corrió de vuelta a su mesa y observó asombrada como Jimin aún se
sentaba tranquilamente, con la cabeza inclinada sobre sus libros.

—¡Jimin! —gritó—. ¡La alarma de incendios!

No se movió.

—¡Jimin!

Nada.

—¡Jimin!
Ninguna reacción aún. Mierda, debía estar escuchando su iPod.
Molesta y preocupada, se dio prisa, cerrando de golpe sus libros en su
mochila.

—¿Qué pasa? —dijo, claramente confuso por sus acciones.

—¡La alarma!

Por un momento, su rostro vislumbró una vacía incomprensión, pero luego echó un vistazo hacia atrás y vio a los otros estudiantes saliendo apresuradamente.

Murmurando y maldiciendo en voz baja, tiró los libros en su mochila y siguió a Yun Hee fuera de la biblioteca.

Los estudiantes se arremolinaban frente a la construcción, y se dispersaban en el patio. Todos se preguntaban si el fuego era real, o sólo un simulacro. ¿Había humo? ¿Llamaron al departamento de bomberos?

—¿Deberíamos esperar en el césped? —dijo Jimin, casualmente.

—Seguro.

Encontraron un espacio libre, mientras Yun Hee trataba de ignorar las incrédulas miradas de otros estudiantes porque él, Park Jimin pasaba el rato con una nerd. Una de ellos era la pelirroja que vio en el
club. Le fruncía el ceño a Yun Hee y murmuraba algo a su amiga.

—Um, tu novia está allí —dijo, señalando rápidamente sobre el hombro de Jimin.
Frunció el ceño y miró alrededor, entonces le dio una pequeña sonrisa.

—No es mi novia.

—Pero… te vi en el club con ella.
Jimin se encogió de hombros.

—Sólo conectamos.

—Oh. —No se encontraba acostumbrada a la gente que hablaba tan
casualmente sobre, bueno, sexo—. No luce muy feliz.

—No es mi problema —replicó, frunciendo el ceño de nuevo—. Consiguió lo que quería.

No sabía qué responder a eso.
Se tumbó en el césped, apoyándose sobre sus codos y extendió sus largas piernas delante de él. Entonces, sacó un paquete de cigarrillos del bolsillo de su pantalón y encendió uno, aspirando el humo
apreciativamente.

—Fumar es realmente malo para ti —dijo Yun Hee, con desaprobación.
Jimin parecía divertido.

—¿Si? No creo que nadie me haya mencionado eso antes.
Rodó los ojos, y él le guiñó, luego dio otra calada.

Con pereza, sopló el humo fuera de sus fosas nasales, y Yun Hee vio como
columnas de humo se arremolinaban a su alrededor antes de que la brisa
lo llevara lejos.

Y entonces notó algo. —No estás oyendo tu iPod.
Se quedó perplejo.

—Um, no.

—No usabas auriculares en la biblioteca.

—No —dijo, de repente luciendo tenso, incluso a la defensiva.

—La alarma…

—¿Qué hay con eso?

Yun Hee fue sorprendida por la ira en su tono. Vaciló.

—Nada —murmuró.

Sus ojos se estrecharon, pero entonces apartó la vista de ella.

—Lo que sea. Ya tengo que irme.

—Pero no hemos terminado de estudiar…

No respondió; sólo apagó la colilla de su cigarrillo y lo arrojó lejos con sus dedos.

—¡Oye! ¡No arrojes basura! Los pájaros podrían intentar comer eso.
Ni siquiera la miró cuando se puso de pie y se alejó.

Se preguntaba qué demonios sucedió. No, él no iría con esta mierda, no después de que se llevaron tan bien. Se paró y lo siguió.

—¡Jimin!

No se detuvo.

—¡Jimin!

Ninguna reacción.
Su pasó se ralentizó mientras caminaba detrás de él, llamándolo por su nombre, pero no se giró; ni la miró.
Lo agarró del brazo y giró rápidamente, con los puños en alto, haciéndola saltar hacia atrás. Se relajó un poco cuando la vio, pero sólo un poco.

—¿Jimin?

—¿Qué? —espetó.

—Estaba diciendo tu nombre. No me oíste.

Se encogió de hombros. —Pensaba en algo más.

—No. Quiero decir que no me oíste.
Su temperamento explotó; sus ojos oscuros y furiosos.

—¿Qué quieres de mí?

—No me oíste, ¿cierto?

Trató de ignorarla, pero no lo dejaría ir, apretando sus dedos alrededor de su brazo con fuerza.

—¡No me oíste!

—¡Vete! —gruñó, apartándola bruscamente.

Sus manos cayeron a sus costados y se sentía como si estuviera luchando por conseguir aire.

—No puedes oírme —susurró.
Se dio vuelta, pero no antes que pudiera ver el desesperado dolor en
su rostro.

—No puedes oír en lo absoluto.

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