~ 𝐼𝑋 (𝑆𝑤𝑒𝑒𝑡 𝐻𝑒𝑎𝑟𝑡𝑏𝑟𝑒𝑎𝑘) ~

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Es común cometer errores y nunca pedir perdón por los mismos. Se nos hace complicado ver que hemos errado en nuestro actuar o decir, y más aún cuando todo sigue un curso medianamente decente con aquella persona que hemos herido.

Yoongi nunca pidió perdón haber roto el corazón del chico tigre –aunque no haya sido su culpa completamente–; según él, sus acciones habían sido muestra suficiente de cuán arrepentido se encontraba, pero ahora, en estas circunstancias donde no sabía dónde acurrucarse, se creía desmerecedor del hombro de Taehyung.

Las pocas palabras que cruzó con Hoseok ese día se quedaron grabadas como fuego en su corazón y cabeza. De eso hacía ya una semana; una semana en la que no se atrevía a hacer contacto visual con nadie, y sus interacciones se veían resumidas en escuetos saludos. Perdía el apetito constantemente y por ello decidía saltarse los descansos; cada uno de ellos.

Gracias a ello llegaba cansado a casa todo el tiempo; sin ganas de acercarse si quiera a la cocina y cayendo rendido en su cama por el agotamiento. Era novedoso para él no tener insomnio, pero, aunque dormía ininterrumpidamente toda la noche, despertaba igual o más cansado que el día anterior. Su piel porcelana se había puesto amarillenta y reseca por la falta de sueño, agua y alimento. Sus ojeras se habían vuelto prominentes y oscuras, y su estado de ánimo había decaído.

No era sorpresa que estuvieran preocupados por lo mal que se veía Yoongi, y aunque todos intentaron acercarsele, les resultaba imposible, pues el pelinegro parecía estar inmerso en su propio mundo lúgubre.

Sin darse cuenta era viernes nuevamente, pero el ambiente festivo que flotaba la semana pasada, esta vez no existía. Taehyung se encontraba más que preocupado de ver tan ausente a su amigo.

—Jin-hyung —el mencionado bajó el ritmo de la batidora y prestó atención—, ya sé que hoy Namjoon decidió tener su día de descanso junto a Jimin y tenemos menos personas, pero, creo que Yoongi-hyung debe irse a casa. Se ha estado sobre exigiendo toda la semana. Se ve horrible. —pronunció.

Seokjin no pensó mucho la respuesta, y después de un leve asentimiento, dijo—: tráelo, dile que quiero hablar con él.

Taehyung asintió de regreso y se fue en búsqueda del pelinegro. Lo encontró fácilmente; estaba limpiando una mesa con parsimonia justo como solo él podía hacerlo. Tenía los ojos perdidos seguramente pensando en nada. Se tomó la molestia de observarle un momento antes de decirle que Jin le buscaba y se sintió de inútil de no poder hacerle sentir bien justo como él lo hizo cuando cayó en cuenta de su amor no correspondido.

—Hyung... —tocó el brazo en el que tenía el trapo para que dejara de moverlo. Yoongi tardó un momento más en voltear a verlo, y cuando lo hizo, esbozó una leve e insípida sonrisa.

—Dime, TaeTae —el rubio lo observó un momento y le hizo sentir más miserable, si es que era posible.

—Jin-hyung quiere hablar con usted —respondió—. No he ido a su casa en un buen rato, quizá sea una buena idea que me quede a dormir.

Yoongi apartó con delicadeza la mano de Taehyung de su brazo y negó.

—Iré a ver a Jin —le pasó el trapo—, y no es necesario que vayas a mi casa —sin más, se fue.

Taehyung observó desde su lugar como sus mayores hablaban, Jin con un semblante oscurecido gracias a la preocupación y Yoongi cansado y solamente asintiendo. Finalmente el pelinegro fue a la parte trasera y supo que se fue cuando Seokjin lanzó un fuerte suspiro y acarició su cara con frustración.

—Es imposible mantener una charla con él —susurró cuando el menor estaba a su lado—. Es como si hablara con un muñeco. Tú eres muy cercano a él, ¿has podido acercarte? —Taehyung negó.

No era la primera vez que se ofrecía a quedarse a dormir en casa del pálido, había intentado ir a casa con él, pero Yoongi siempre hallaba la manera de escapar. Cuando tenía la oportunidad, se iba a plantar frente a la puerta de su departamento y tocar la puerta hasta que le abriera; nunca funcionaba, pues Yoongi no tenía fuerzas para pararse y atender la puerta.

—¿Le molesta si hoy salgo temprano? —rogó Taehyung. Una semana era demasiado para que Yoongi se mantuviera en esas condiciones.

—No tengo a nadie que cubra tu turno —respondió el mayor acongojado—. Namjoon y Jimin ocuparon un día libre y Hoseok pidió toda una semana de vacaciones.

Suspiró. Y aunque tenía unas tremendas ganas de correr tras el pelinegro, se quedó en la cafetería.

(...)

Se despertó por el ruido de sartenes siendo utilizados y el aroma a huevo y otras cosas en el ambiente. Naturalmente, su barriga gruñó hambrienta, no recordaba cuándo fue la última vez que la llenó con algo más que no fuera agua o café. Al levantarse de la cama, un fuerte mareo le hizo caer sentado en el colchón; su visión se llenó de puntos blancos y de colores por un momento, y cuando desaparecieron, se encaminó curioso hasta la cocina.

Un déjà vu le inundó cuando observó la bonita espalda del rubio moviéndose de un lado a otro.

—¿Cómo entraste? —su voz estaba ronca por haber despertado recientemente.

—Fue suerte, dejó su puerta entreabierta y pude entrar sin mayor problema —contestó restándole importancia—, aunque lo que hizo fue muy peligroso hyung. Alguien pudo haber entrado a robar.

Yoongi, sin saber qué más decir, se limitó a seguir mirando sus movimientos desde su lugar. Con la mirada perdida y sin pensar en algo en particular.

—Listo. Puede sentarse a comer —las palabras del menor, le invitaron a sentarse sin chistar. No tenía ánimo ni fuerzas para negar la comida.

El primer bocado le supo a gloria, lo cual era irónico porque la comida que tenía en el plato no era nada del otro mundo; un simple plato de arroz con huevo. Con delicadeza, Taehyung se sentó frente a él sosteniendo su propio plato, Yoongi estaba por demás concentrado en ingerir sus alimentos, ignoraba a propósito a su compañero porque sabía la charla que se avecinaba, y como siempre, no tenía ganas de lidiar con toda esa mierda. Sin embargo, sí tenía ganas de lidiar con una en específico.

—Perdón —Yoongi habló bajito y hasta con miedo, por lo que Tae creyó haberle escuchado mal.

—¿Disculpe? —preguntó confundido solo para corroborar que no había escuchado mal.

—Te estoy pidiendo perdón, tonto —refunfuñó—. Me porté horrible contigo, y aunque fue una buena idea juntar al imbécil de Namjoon con Jimin, lo que hice fue solamente para molestarte, y no pensé en cómo te ibas a sentir.

Taehyung se quedó sin palabras, y antes de poder decir algo, Yoongi continuó.

—Es horrible que me haya dado cuenta de lo mierda que fui luego de sufrir tanto esa noche. Hoseok no es la única razón por la que estoy así, sí, él es la razón más grande. Pero entre peor me sentía, más recordaba cómo te llegaste a sentir, y me arrepentí cada día más —en este punto, Yoongi tenía la nariz congestionada y los ojos rojos con lágrimas amenazando comenzar a rodar sin piedad por las mejillas del mayor.

«Yoongi es tan bonito llorando», pensó Taehyung. «¡No, concéntrate!, ¿qué puedes hacer?» Desesperado, se levantó de su silla con un movimiento brusco en búsqueda de servilletas, y cuando las halló por fin, se sentó a un lado del mayor y las pasó por su rostro con suavidad.

—No tiene porqué disculparse conmigo, hyung —recitó con suavidad—. Eso está enterrado y en el pasado. Todo lo que sentí y sufrí me llevó a darme cuenta de muchas cosas.

Yoongi sostuvo la mirada de Taehyung, raro, pues no solía sostener la mirada de nadie.

—Además, usted ya se disculpó hace tiempo —Continuó, y el pelinegro le miró confundido.

—¿Ah, sí? —y recibió un asentimiento de parte de Taehyung.

—Cuando se quedó conmigo toda la noche y cuando me dejaba huir de la casa de Jimin para quedarme con usted —respondió con sinceridad. Yoongi volcó toda su atención a las palabras del chico—. No tenía que acongojarse tanto por no decirme que lo sentía, pues sus disculpas fueron aceptadas desde el momento en que me dejó llorar en su hombro.

Yoongi no se atrevió a decir más, y en un arrebato, se acurrucó en el pecho del rubio.

—Gracias —suspiró con alivio.

Toda la noche se quedaron sentados en el sofá riendo y bebiendo. El mayor se sentía muchísimo mejor e incluso llegó a pensar que se hizo mierda por nada. Admitía que le daba mucho miedo que sus disculpas no fueran aceptadas por ninguna de las dos partes, lo cual era hasta tonto, pues Hoseok –pese al temperamento de mierda que tenía de vez en cuando cuando se estresaba– era la persona más radiante y acogedora que pudiera existir en su vida, y por otra parte, estaba Taehyung, la persona más cálida y dulce que hubiese conocido jamás. Era obvio que lo iban a perdonar, pero Yoongi, asfixiado en su bruma de malos pensamientos, no lo notó.

Durmieron hasta que el sol comenzó a salir, el cielo se pintaba con colores suaves; rojizo, morado y rosa predominaban en el amanecer. Acurrucados uno contra el otro. Con sus respiraciones acompasadas y latidos sincronizados. Nunca pensó que un corazón roto podía ser tan suave y con tintes pastel.

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