🦋 005|| Tres minutos, tres días.

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―¿Estás hablando en serio?

No es que no le creyera cuando se lo mencionó la primera vez, simplemente veía poco probable que lo hiciera. Pero ahí estaba Israel, el país que Estados Unidos cuidó y aún protege cuál hijo suyo, extendiéndole con una sonrisa de oreja a oreja una invitación para ser testigo. ¿De que? De cuándo asumiera en unos días como el Asesorado Protector de la pelirroja de cinco años que se encontraba ahí con ellos en la oficina de la Casa Blanca, sentada en el sofá de invitados, con un cupcake de chocolate que una de las secretarias le dio apenas la vio.

―Te dije que lo haría―Israel movió el sobre, en un ademán de que lo tome.

―No, dijiste que estabas pensándolo, no que ya te habías decidido―Tomó el sobre de mala gana.―Y te di mi opinión sobre eso. Te dije que no sería bueno para ti tener una responsabilidad de ese grado, ya suficiente con las que ya tienes al ser un país regente, sin mencionar la condición de no huérfana que tiene la niña y su enfermedad mental.

Israel suspiró, resignado. La esperanza de que su "padre" simplemente aceptará el hecho de que él quería cuidar y formar parte de la vida de la pequeña humana sin poner un "pero" o que, al menos, no le diera una charla de desmotivación, se fue por el caño.

―Es un trastorno del comportamiento, no una enfermedad.

—Aja, ¿y sus padres, qué? ¿Crees que ellos van a renunciar y felizmente darte a la niña como si nada?

—¡No!—Una idea de ese calibre era algo bastante enfermizo.—No quiero apartarla de su familia, jamás podría hacer algo como eso. Solo quiero ser parte de su vida, como un protector o una figura fraternal, no robarla de la vida que ya tiene. Por eso hablamos civilizadamente, les expliqué mis intenciones, yo escuche sus temores y logramos un acuerdo entre los tres—Sonrió alegre, había costado mucho, pero Leylah ayudó bastante al no dejar de llorar y aferrarse a sus piernas cuando casi se rinde, acto que entró con facilidad en lo muy profundo de la paternidad primeriza de ambos hombres y familiares presentes que les hizo cambiar de opinión; claro que tuvo que prometer y negociar algunas cosas, pero nada muy grave.

—Israel, ese no es el punto—Se agarró el puente de la nariz.—El objetivo de tener un Asesorado o en este caso, una Asesorada Protegida es ayudar al país a que mantenga un contacto más profundo con los humanos, ofrecer su punto de vista como uno, ser tú apoyó e imagen ante el mundo y la sociedad... y ella—La señaló con el dedo acusador. La infante pelirroja con dos coletas ni se inmutó, tampoco los miro.—Será lo contrario a todo eso, una piedra en tu zapato básicamente.

—Por favor, señor Usa, no diga eso—Le bajó el dedo al americano.

—Ni siquiera me está escuchando. Lleva media hora mirando ese estúpido c-...—Se calló unos momentos en cuanto sus ojos se centraron otra vez en Israel.

El susodicho había bajado la mirada, lo que hizo que el americano mentalmente regresará al pasado; un pasado en el cual un infante Israel se paraba frente suyo, en la misma posición que ahora, culpandose por algo que no hizo para intentar cubrir las travesuras seguidas de Japón, las pocas de Alemania o las ocasionales de Surcorea, y a veces, las de los cuatro juntos.

Suspiró.

—Israel, escucha...—La primera potencia regresó del pasado y tomó con ambas manos las mejillas del nombrado, levantando de ese modo su mirada del suelo.—Lo que te estoy diciendo no es para tu mal. Solo... trato de ayudarte, ¿si? Como hago con todos en el mundo, aún si el mundo piensa que soy el villano por hacerlo, es por eso que...

—El día en que asumí oficialmente como representación, antes de salir a dar mi primera declaración de prensa como regente, me dijiste algo...—Israel apoyó sus manos sobre las de su preocupado "padre".—Dijiste que Japón, Alemania, Surcorea y yo éramos especiales... diferentes a muchos países regentes y ex regentes, pero que yo lo era de una manera distinta a la de ellos, no solo por no tener un padre o madre país que fuera mi predecesor, o porque mi existencia en este mundo estuviera escrita en libros más viejos que la historia misma...—Cerró ambos ojos suyos antes de seguir hablándole.—Mi significado en esta tierra es distinto, porqué mientras ellos son las resiliencias de pasados tristes y horribles en sus tierras, yo soy una especie de génesis, una estrella similar a la estrella de belén, según dijiste.

—Qué ironía que tú bandera tenga una estrella en la cara.

—Dijiste que yo...—El país judío ignoró el comentario y siguió hablando dónde se quedó.—Sería odiado y amado, comprendido e incomprendido, que mi existencia cambiaría este mundo, que haría tanto bien como mal al no ser perfecto, pero que si estoy aquí, si existo, es por una razón justificada, pero desconocida—Abrió los ojos, mismos que se encendían en una llama ardiente de pasión y alegría.—Declaraste una frase conocida que existe dentro de la comunidad de mi fé—Volvió a cerrar los ojos.—Dijiste que... yo vine a éste mundo porqué Dios decidió que el mundo no podía seguir sin mi en el, porque al igual que los demás, yo tengo algo que hacer. Mi vida es y será tan importante como la de los demás países, no igual pero si diferente, aún si todos dicen lo contrario.

—Israel, no entiendo a que quieres llegar.

—No te entendí esa vez.

—¿Eh?

—Es decir, si, yo si entendí el punto de tus palabras esa vez… también que de los cuatro, soy tú favorito—Rió y abrió los ojos, fingiendo un tono de voz condescendiente mientras se miraba las uñas.

—Yo no tengo favoritos.

—Si, si, voy a decir que te creo—Mantuvo el mismo tono de voz condescendiente.—Pero el punto al que quiero llegar es que en ese entonces no te comprendí muy bien, o sea, si, pero no, hasta ahora...—Señaló al sofá, donde la infante seguía sentada mirando fijamente hacia la mesa con la mirada ida.—Y es gracias a ella, gracias a Leylah—Sonrió alegremente, cerrando nuevamente sus ojos.—Cuando la vi por primera vez y escuché mi nombre salir de sus labios... Lo entendí. Entendí lo que me dijiste aquella vez: "Si existes, es por una razón" y cuando veo a Leylah, esa frase aparece en mi cabeza y lo siento aquí, en lo mas profundo—Se tocó el pecho: su núcleo, su corazón.—Siento que ella hará algo a futuro. No sé cómo explicarlo, es como un presentimiento. Es raro. Pero... quiero ver que es. Quiero entender porque este mundo no puede seguir sin ella en el.

Bien, con eso ya dicho, había oficialmente conseguido cerrar la boca a los Estados Unidos, que mientras refunfuñaba, le dio la razón; tampoco negarse era una opción para él, al fin y al cabo, en esta situación, la última palabra la tenía la nación judía, después de todo, sería quién se convertía en el protector de la niña que estaba sent-...

Esperen...

¡¿Y la niña?!

Sus ojos se abrieron en grande al notar la ausencia de la pelirroja en la sala. No estaba, se había ido... silenciosamente ese pequeño demonio de coletas aprovechó la distracción de ellos para escapar de la sala, dejándolo a él con la carga de tener que informarle a su "hijo" con la simple acción de señalar hacía el sofá vacío, provocando que Israel volteara: Leylah no estaba.

—¡¿Leylah?!—El judío entró en un complemento estado de histeria en menos de un segundo y salió corriendo de la oficina.

Oficialmente todavía no era su protegida, ¡¿Y ya la perdió?! ¡Que vergüenza!

La versión barata de una de las películas de la saga de Búsqueda Implacable duró alrededor de unos tres minutos, tres minutos en que la primera potencia del mundo iba detrás del regente de uno de los países del cercano oriente que con cada minuto pasando parecía estar cada vez más cerca de sufrir un ataque cardíaco o de pánico, lo que pasará primero.

—¡Cálmate, ya va a aparecer!—Tuvo que anunciar la búsqueda a los de seguridad mientras corría y revisaba cada habitación junto a Israel.

Pero este no lo escuchaba...

—¡¿Y si la secuestraron?! ¡¿Qué pasa si esta en la calle o fuera del territorio?! ¡Oh, HaShem, ayúdame!

—¡No seas dramático, por favor! ¡Estamos literalmente en una de las casas más seguras en mi territorio, es imposible salir sin que nadie te vea!

La encontraron o más bien, ella se hizo notar lo suficiente como para ser encontrada por la esposa del presidente de aquel tiempo al cabo del fin de los anteriores mencionados minutos. Estaba en la habitación del piano (bautizada por Usa de ese modo ya que era lo que más resalta en esa habitación), sentada muy tranquilamente -según las palabras de la humana presidencial- frente al instrumento musical, tocando las teclas delicadamente de a una mientras hablaba sola. Israel recuperó la paz de su alma al tomar en brazos a su pequeña futura protegida, la regañó unos segundos con un simple: "Niña mala, casi me matas, no se hace eso", y se apego de nuevo a ella.

Estados Unidos suspiró, negando la cabeza.

—¿Ves? Esto es a lo que me refería, Israel.

La nación más joven desvío la mirada, sin saber que responder.

—¡Peiaño! ¡Peiaño, lael!—Empezó a repetir la infante, estirándose desde el agarre de su futuro protector hacía lo que indicaba con su voz chillona.

"Lael" obedeció, colocó a Leylah de nuevo en la silla delante del piano, mentalmente preparándose para encarar al país de rojo y azul al voltear, cuando la pequeña no se lo permitió, tomó uno de sus dedos y con su otra mano palmeo sin cesar a su lado hasta que finalmente el mayor hizo lo que ella quería: sentarse a su lado.

Ella empezó a tocar el piano, de a una tecla a su vez, solo con sus pequeños dedos índices... la nación israelí reconociendo que se trataba de la melodía del "hijo de la Luna", sonrió y le ayudó a tocar.

Y desde donde se encontraba, Estados Unidos, se limitó a ver la escena frente suyo, sintiendo un paralelismo enorme con un recuerdo de su propia infancia. Era una situación similar: su padre Reino Unido sentado a su lado, ayudándole a su yo infante a tocar correctamente el piano y detrás de ellos, observandoles con una sonrisa tranquila, se encontraba su abuelo, Imperio británico. Claramente la escena frente a sus ojos, era igualada con la de su memoria, pero también diferenciada por hechos como el tiempo en que estaba sucediendo y la familiaridad entre ellos: Imperio Británico era su abuelo, Reinó Unido su padre y él, Estados Unidos, el nieto e hijo de ellos, una familia de sangre como el diccionario bien lo definiría. Luego está Leylah, una pequeña niña humana que no es su nieta, al igual que Israel, un país joven que no es su hijo (al menos no "biológico") y luego está él, que no es abuelo ni padre de nadie.

No hay ninguna conexión, más eso no era impidemiento para disfrutar de la escena.

(Internamente preguntándose si su abuelo pudo haber sentido lo mismo o algo parecido cuando vio aquella imagen...)

Tampoco era impedimento para servirles como apoyó moral a los dos, o mejor dicho, a los tres si contamos también a Alemania en esta ocasión, que se encontraba del lado izquierdo de la joven, nervioso, igual que Israel a su lado derecho. Por su parte, él se encontraba escondido detrás del escenario, mirándolos y dándoles apoyó en silencio; no sabía quién estaba más nervioso de los dos países, si Israel o Alemania, pero lo irónico de todo es que ellos no serían los que tendrían que hablar (¿Tal vez por eso sus nervios?), solo la humana, Leylah tenía que hacerlo y ella no parecía para nada nerviosa, más bien, hasta antes de subir al podio parecía fastidiada por la cantidad de flashes que había, por lo mismo fue que le paso sus oscuros lentes extras. 

«Parece que los educó una gelatina en vez de yo...» pensó el americano con pena ajena, mirando al germano e israelí un momento y centrándose poco después en la protegida del israelí que ya había iniciado con el discurso explicativo sobre lo sucedido con el padre del germano.

Guiaban sus palabras y le daban indicaciones vía cucaracha directamente al oído, obviamente no porqué no confiaban en ella, no claro que no... en lo que no confiaban era en su honestidad extrema. De pasó, la ayudaban a centrarse y dejar de lado la molestia que le causaba tener tantas cámaras a su alrededor en ese momento, invadiendo su espacio personal con la única intención -a su parecer- de hacerla meter la pata para poder atacar y acusarla de hasta porque había llovido el día ayer.

En resumen, era como una de las brujas de los juicios de Salem, solo que en vez de un juicio se trataba de una "conferencia de prensa" y en vez de explicar y justificar su "brujería" debía explicar y justificar porque salvo a la mismísima representación física del nazismo y dar el porque un grupo de judíos ortodoxos terminó arrestado por ello.

―¡Señorita! ¿Podría darnos un diagnóstico desde su punto médico del estado mental en el que el padre de nuestra nación se encontraba al momento de "ayudarlo"?―Una joven reportera fue la primera en comenzar con la sesión de preguntas tras escuchar el discurso de la pelirroja sobre lo ocurrido hacía ya tres días.

Tres días solamente...

Tres días de aguantar en completo silencio a un gran porcentaje de personas con vidas aburridas quejándose de ella por actuar de tal modo contra su propia gente en defensa de un "psicópata genocida"... También tres días riéndose de los memes que el otro porcentaje de personas (mayormente del lado juvenil y del continente americano) subían a las redes sociales y que algunos medios transmitían, lo que de cierta forma le había ayudado a tolerar la primera parte del amargó asunto.

―Tengo un certificado válido en cuidado de personas con dificultades psicológicas, enfermedades mentales o situaciones de vulnerabilidad, pero no un título válido como psicológa u psiquiatra―Cerró sus ojos y tomó una bocanada de aire antes de continuar.―Por lo que no estoy calificada, ni tampoco certificada para dar un diagnostico mental como tal. Mi rol como acompañante terapéutica es el de ayudar a quiénes ya tienen un diagnostico oficial antes de solicitar mis servicios.

―Entonces, ¿fue por cumplir su deber como pacifista que saltó en defensa del antiguo regente Drittes Reich?―Habló un reportero que a juzgar por el tono de su voz se trataba de algún extranjero, probablemente ruso por su acento.

Asintió.―En parte, si.

―Hablando físicamente, ¿cómo se encuentran el rabino y la mujer que le ayudaron? ¿Tiene alguna idea?―Otro periodista tomó la palabra.

―Gracias a HaShem, ambos se encuentran en buen estado. Solo algunos moretones y rasguños, pero nada que el tiempo y un buen cuidado no cure―Sonrió, al menos, se habían acordado de ellos.

―¿A los seis agresores que pena cree que se les dará?―Otra mujer habló.

―Eso no es algo que yo pueda dictaminar―Movió sus pies, jugando entre ellos bajó el podio en el que estaba de pie.―Como antes dije, no estoy calificada, ni certificada, por lo que mi opinión en temas ajenos, aparte de ser inútil, tampoco puede ser tomada en cuenta. ¿Podríamos pasar a las últimas preguntas?

―¿Por qué le ayudo, entonces?―El mismo acento, el mismo ruso de antes, preguntó.―Usted dijo que en parte fue por su rol como pacifista, ¿cuál es la otra parte?

―Fue por la parte que forma parte de mi naturaleza―Respondió como si fuera lo más obvio.―Se me educó para ayudar a otros y mi condición como persona divergente y mas importante, como ser un humano empatico, no puede ver y tolerar algo que esta mal desde mi punto de vista.

―¿No pensó como judía que fue un acto de justicia, teniendo en cuenta las horribles cosas que él le hizo a su gente?

―No hay día de mi vida en que olvidé las atrocidades cometidas en el pasado, mi historia familiar está marcada por ello, como la de muchos miembros de mi mismo credo e incluso en las historias familiares de los que no son judíos. Pero...―Suspiró con melancolía.―Como mi padre Isaac suele decir, soy un verdadero judío o en mi caso una verdadera judía que elige el camino de la vida, la paz y el perdón sobre el de la muerte y el odio―Sonrió.―No hay mucho espacio para el odio y resentimiento en mi vida.

―Sigue siendo enemigo.

«Qué pesado...» pensó ensó meneando su cabeza.

―¿Usted que religión profesa, señor...?

―Ivanov, Gavrel Ivanov―Completó.―De RBK TV y profeso el cristianismo ortodoxo.

―Entonces, Señor Ivanov, supongo que no ha leído de manera correcta el Nuevo Testamento o simplemente solo se guía por el "Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo" en vez del "Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen” dicho por Jesucristo de Nazaret, cabeza de su fé―El rostro del periodista cambió, Leylah sonrió ante ello.

Uso su propio juego en su contra y ganó cuando el resto de los presentes rieron y otros permanecieron en silenció.

«Te cague, pelotudo» sonrió para las cámaras una última vez antes de bajarse del podio. 

... Ahí terminó todo.

El problema fue explicado y justificado.

La transmisión finalizó con su sonrisa y el noticiero regresó nuevamente a transmitir desde el estudio del canal.

―¿Otra vez?—Habló Alemania mientras bajaba las escaleras. Se había tomando un receso de sus deberes como regente cuando encontró a su bisabuela y padre sentados mirando la televisión en la sala.—¿Qué no tienen otra cosa para poner en el noticiero?

—Tú padre no había visto la conferencia, por eso la puse—Contestó Prusia, buscando algo en su teléfono.

—Pero si esta desde hace tres días en la televisión...—Se tiró al sofá entre medio de los mayores.

—Mi existencia no se limita solo a ver veinticuatro horas una pantalla...—Reich movió la cabeza, haciendo referencia a la prusiana que no quitaba los ojos del teléfono.—¿Y por qué te veías tan nervioso durante la conferencia? Ni siquiera tenías que hablar.

—Disculpa a tu hijo, ¿no?—La mayor en edad levanto la mirada.—Es la primera vez que el pobrecito da la cara en público humano por algo que hiciste y que no guarda relación con alguna inauguración memorial a algo sucedido durante la guerra que iniciaste—Reich estaba por responder, cuando su abuela cambió de tema y comentó referente a la humana en la pantalla—Su color de cabello es llamativo. Eso fortalece bastante su belleza. Es... peculiar, no muchos humanos tienen el cabello pelirrojo cobrizo.

―Papá y yo también tenemos un color peculiar...―Agregó tricolor.

―Y es hermoso, lo reconozco, Alemania―Prusia sonrió, acariciándole el cabello rubio dorado al menor de su descendencia.―Es una bella herencia la que les dejo la madre de tu padre a ti y a él, pero sigue siendo más común que el pelirrojo de ella―Miró hacia la pantalla donde se veía a la pelirroja en un cuadro miniatura, mientras los reporteros hablaban y opinaban de la situación.―Seguramente tendrá hijos muy lindos, eso si sabe buscar al hombre correcto, claro.

―Por lo que pude ver cuando estuvimos en las instalaciones de OMS, es bastante sobreprotegida por Israel y sus padres.

―Generalmente los padres suelen ser protectores con sus hijas, lo digo desde experiencia propia―Suspiró, recordando las veces en que le reclamo a su padre Orden Teutónica por mandar a soldados a seguirla o a investigar a los humanos hombres con los que ella se relacionaba.―Y con la apariencia llamativa que tiene no se le tendría ni que preguntar a Israel porque la protege tanto, aunque... ―Entrecerró sus ojos.―Estoy segura de que he oído hablar sobre ella antes.

―Es una protegida, constantemente hablan de ellos―Habló de la nada el alemán carmesí que se había quedado en silencio escuchando la conversación entre su abuela e hijo, aunque simplemente fingió no tener interés hasta ahora, simulando estar más centrado en el libro escrito por Thomas Mann que tenía en sus manos.

―Se eso, pero estoy segura de que vi algo de ella antes, hace años―Fijó de nuevo su atención en el teléfono, buscando en Internet hasta encontrar lo que quería en Wikipedia; ventajas que ella aprovechaba al saber manejarse de manera decente con las tecnologías que el nuevo siglo ofrecía, chistoso, considerando su edad.―Vaya que cuenta con un historial bastante largo en los medios. Es la hija de un empresario y de un abogado, personas con mucha influencia y dinero, eso explica el porqué es licenciada en varias cosas, compositora, cantante, actriz y... ¡Oh, con razón se me hacía familiar su cara!―Se enderezó en el sofá.―Su apellido, bueno, uno de sus apellidos, es Osmanoğlu...―Giró en dirección a su bisnieto.―¿No te suena?

―No, ¿debería?

―¿Recuerdas el nombre humano de Turquía?

Alemania pensó. No es como que Turquía no se lo hubiese dicho alguna vez, era uno de los amigos más cercanos de la turca, aunque tampoco era el gran misterio, podía simplemente encontrarlo en un libro de historia o internet, pero entre los regentes se suele utilizar y conocer más el nombre como país que aquel dado por la mujer humana que los gesto en su vientre... aunque en el caso de su amiga, siendo esta una mestiza, era conocida por los dos nombres, el dado por su madre (la única hija que Imperio Otomano tuvo) y el nombre humano dado por un príncipe de la dinastía, su padre humano.

―Ner... Nergisşah, creo—Recordó.

―¿Y el apellido?

Alemania pensó de nuevo.

―¿Sultan? ¿Sultana?

―Es Osmanoğlu, los miembros de la familia lo adoptaron después de la caída de Imperio Otomano―Reich aportó con desinterés, cambiando la página que nunca leyó en su libro por estar recordando la charla entre su seudo nieta política con la pelirroja que no salía de su cabeza y provocaba su aún más persistente silencio y hundimiento en sus pensares interiores.

—¿Y tú como sabes eso?—Al alemán menor se le hizo extraño.

―Lo leí en un periódico que Urss me llevó cuando vino una vez de visita al loquero donde estaba—Recordó con desagradó la imagen de ese lugar.—Decía que Turquía adoptó un nuevo apellido en su nombre humano a finales de este siglo o algo así, además...—Miró a su hijo.—Leylah lo mencionó mientras hablaba de las casas reales, princesas y no se que mierda con la mocosa de Rusia cuando ustedes se fueron a secretear afuera.

―¿O sea, que...?

―Es familiar lejano de Turquía―Prusia interrumpió enseñándoles la pantalla de su teléfono.―Por parte del sultán Suleimán primero, por medio de su hija Mihrimah―Alemania se acercó y tomó en sus manos el teléfono, leyendo el artículo periodístico de años atrás.

A él nunca le llamó tanto la atención el tema de los protegidos, podría parecer egoísta pero cargar con la protección de un humano era molesto y él ya tenía demasiado con su padre, bisabuela, gente y gobierno como para cargar con uno en específico. En la medida de lo posible, siempre trataba de mantenerse cortez y a raya con los humanos que conocía, no por odio a los mismos, simplemente al ser el país regente del territorio e hijo de un padre mundialmente conocido por sus terribles acciones pasadas, además del historial familiar con el que se carga, no tuvo muy buenas experiencias con los humanos del pasado, cosa que le dejó una huella en su psiquis de la cuál es consciente, más no estaba muy interesado en tratarla para ser cercano a los humanos de este tiempo. Es decir, si, los representa y protege, cuál deber de país regente es su rol, pero no era cercano a ninguno, llegando al punto de no querer tener asistentes, como Usa miles de veces le sugirió que tuviera para aligerar un poco su carga como representante; quizás a la humana a la solía dirigirle más la palabra (aparte de a Angela Merkel) era a la esposa de su mejor amigo, la madre de la heredera de Rusia y ahijada suya, pero con ella era más por una especie de compromiso que se volvió costumbre con el correr de los años.

Pero bueno, tampoco era totalmente su culpa no saber casi nada de la chica -que de no haber sido porqué ayudó a su padre, probablemente no le hubiese dirigido la palabra más que para un saludo de cortesía-, Israel por su personalidad tan precavida y paranoica solía hablar lo justo y necesario de ella con los demás, y nada con él debido a que sabía mejor que nadie que su "hermano mayor" no le interesaba temas relacionados con los seres humanos fuera de lo que era su trabajo.

Regresando al artículo…

―"Leylah Osmanoğlu, ¿reencarnación de la Sultana Hurrem?"―Leyó Reich en alto, habiéndose posicionado para leer junto a su hijo lo del teléfono de su abuela.

―Se ve parecida...—Alemania no podía negar el parecido entre las dos imágenes.

―Mi abuelo conoció a esa sultana, aunque solo de vista―La prusiana volvió a tomar su teléfono para sí.―Recuerdo que dijo que era una de las mujeres humanas más hermosas que pudo ver personalmente, hasta hizo un dibujo de ella...―Señaló el dibujo del artículo que era comparado con una fotografía de la Asesora Protegida de Israel.―Éste es ese dibujo que hizo. Estaba entre las cosas que done a los museos―Claro que la prusiana no pensó que alguno de los dibujos realizados por su abuelo fuera a tener valor alguno para algo en el futuro. Dicho eso, siguió leyendo en el teléfono un poco más.—¡Ah, con razón! Ahora entiendo...—Murmuró.

—¿Qué cosa?—El tricolor de lentes habló mientras empezaba a buscar el control remoto.

―El porqué durante la conferencia ella tenía los ojos cerrados.

―¿Cómo sabes eso? Tenia lentes negros―El ex regente ni siquiera lo notó y eso que no sacó la cara del televisor durante la transmisión.

—Usa se los prestó—El tricolor comentó sin dejar de buscar el control en el sofá.

―Como se nota que con cada generación esta familia se vuelve más ciega―Prusia murmuró.―La chica tiene autismo, a los humanos con eso les cuesta mirar a los ojos, como que los pone nerviosos y los estresa.

(...) les cuesta mirar a los ojos, como que los pone nerviosos y los estresa.

Algo hizo click en el carmesí.

❝―Okey, okey. Entonces haremos esto: contaré hasta tres y luego abriremos juntos los ojos, ¿si? Necesito que me miré a los ojos un momento, tal vez le sea algo incómodo para usted hacer algo como eso, pero créame que para mí también lo es. Sufriremos los dos.❞

Sufriremos los dos... 

Tenía sentido ahora.

―¿Cómo sabes eso?

―En Wikipedia dice que es autista y tiene un síndrome que le hace tener una memoria tan buena como la de nuestra espec-...

―No eso, abuela. ¿Cómo sabes que los autistas no les gusta ver a los demás a los ojos?—Sonrió en cuánto encontró el control.

―Ah, eso. Vi en la televisión una serie coreana sobre una abogada que tenía eso, ahí explicaron que a los autistas no les gusta mirar a otros a los ojos, que los toquen, los ruidos o las luces raras, también parece que son humanos muy ordenados y estrictos con sus horarios y comidas, pero algunos son bastantes listos y con memorias fotográficas como las nuestras.

―Es bueno que te informes con lo de hoy.

―Me gusta estar actualizada―Sonrió orgullosa.

Acción copiada por su bisnieto, quién al igual que ella, no era consciente del mar turbulento que se había convertido la mente del ex fascista... 

Y se sacudía en completo silencio.

Incluso durante la madrugada de ese día.

Sábado....

Oficialmente desde el miércoles que no dormía bien, no después de lo sucedido, por lo que se levantaba con cara de pocos amigos y orejas más oscuras que el día anterior.

—¿Otra vez?

—Si, otra vez, abuela...—Se quejó el carmesí mientras la mayor servía el café en su taza.

Prusia suspiró, erróneamente ante de la idea de que la falta de sueño de su descendiente se debía por su negativa de conversar con su esposo, cuando la realidad era otra... mucho peor.

—Necesitas poner en calma tu mente, de lo contrario, si OMS te ve, va a medicarte más.

—Ya sé...

—¿Qué tal si vienes hoy a la biblioteca conmigo?—Sonrió ante su idea.—Leer te va a distraer, quizás hasta encuentres una solución a tu problema.

—Ojalá...—Bebió de la taza.—¿Tú para que vas?

—Oh, me ofrecí para leerle un par de horas a unos niños—Vio a su nieto fruncir el ceño, sabiendo que no es que este lo haga por odio a los infantes, simplemente no sabe como tratar con estos; de pura suerte apenas pudo con sus propios hijos e incluso así fue con la ayuda de terceros, como de Argentina o Imperio Japonés y Reino de Italia.—No debes estar ahí conmigo y los niños. Simplemente dentro del lugar.

—Habla con Alemania primero.

—Si, si. No te preocupes.

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