❝Touch me, tease me, feel me up❞

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

24 de diciembre, 4:00 PM.

El sonido envolvente de murmullos y risas se expande por todo el centro comercial, repleto en cada uno de sus tres pisos por aquellas personas que realizan compras navideñas de último momento. Mina está sobre el mostrador, sus manos van y vienen de un lado a otro envolviendo regalos sin parar. Tal parece que esa mujer de edad mediana había decidido llevarse media tienda a casa.

La japonesa sigue sus indicaciones, doblando con cuidado pero a la vez rapidez los papeles estampados escogidos al rededor de las cajas. Desde juguetes hasta prendas y una licuadora, ella tenía una gran fiesta por la noche.

— Quiero que pongas el moño azul en la caja roja y el rojo en la que tiene papel blanco con muñecos de nieve.

Su voz un tanto aguda la está irritando, y no tan solo a ella, sino a los demás cliente que esperan en la fila con cara de pocos amigos y sus canastos llenos.

«Joder, por qué se me ocurrió que trabajar en el bazar en navidad sería buena idea» Piensa.

Bueno, en realidad si había una buena razón para ello. Su jefe citó una reunión dos días antes y decidió ser franco con sus empleados, diciendo que nadie quería tomar el turno de esas fiestas por la responsabilidad y el estrés que implicaban, aun así se las había ingeniado para convencer a sus empleados más nuevos y a aquellos que consideraba de confianza. Mina llevaba un par de años trabajando en la tienda, era una de las mejores, y por eso creía que debía quedarse en dadas fechas.

Al principio la japonesa no quería saber nada respecto al asunto, ella solo deseaba pasar la tarde acabando de decorar su departamento para finalmente tener una tranquila cena junto a su familia y pareja. Pero apenas escuchó salir de boca del hombre el salario que les daría, decidió reconsiderarlo.

Si bien su paga no está mal, necesita un poco de dinero para el regalo que quiere hacerle a su novia este año. Así que aquí está, con su chaleco rojo que porta la reluciente placa con su nombre y ese tonto sombrero con un pompón en su cabeza.

Su novia le había dicho que se veía adorable, incluso insistió en tomarle un par de fotos, pero para Mina lucía como una torpe imitación de los empleados de Santa Claus en las películas.

Al menos, no le habían tocado las astas y la nariz de reno como a su compañero Jhonny, o el incómodo y llamativo disfraz de muñeco de nieve para trabajar en la sección de niños. Aunque bueno, su amiga Sana se veía bastante feliz usándolo.

— ¡Vamos mujer, usted no es la única aquí! — un hombre se hace escuchar, y junto a él, llegan los reclamos de los demás.

— Pues puede irse y regresar luego — responde con molestia y se voltea otra vez.

Mina arquea una ceja y le mira con dureza, ella no podía simplemente espantar a sus clientes de esa forma.

Afortunadamente, Jeno termina de cobrar las últimas cosas y meterlas en bolsas para que la insoportable fémina pueda irse de una vez por todas. Paseando sus compras y empujando a todos sin consideración, sale de la tienda y da paso para que todos se abalancen como hambrientos muertos vivientes hacia Mina y sus compañeras en el mostrador.

— Bien, aquí vamos.

— Odio las fiestas — murmura Soyeon, mirando con molestia su mano vendada.

Había sufrido un pequeño-gran accidente en la bodega cuando utilizaba el cutter para abrir un par de cajas empaquetadas con una poderosa cinta adhesiva.

— Al menos a ti no te orinan encima esos mocosos.

Yeonjun es uno de los nuevos, por consecuente, le había tocado el, al principio encantador y luego desafortunado trabajo de ser Santa Claus. Había pasado más de cuatro horas tratando con niños en su famosa silla custodiada por dos elfos. Pero entre aquellos seres endemoniados, había uno que al parecer le temía a Santa y entre el afán de sus padres por tomarle una foto y el temor del niño, terminó mojando su pantalón sobre el regazo del muchacho. Ahora sus rojos pantalones aterciopelados tienen una visible macha.

— Mierda, qué asco.

Seulgi hace una cara de repulsión a la vez que deja su vaso de Frappuccino en la mesita de la sala de descanso.

— Iré a cambiarme, aún me queda otro turno.

Algo resignado desaparece rumbo a los baños.

— ¿Y tú Myoui? ¿Cómo estás pasando este hermoso día?

La pelinegra se estira en su silla y da una sonrisa cansada a quién pregunta.

— Solo quiero ir a casa.

— Claro, extrañas a tu noviecita.

Jeno le pica los costados con los dedos mientras que los otros hacen molestos sonidos de burla, son como adolescentes de quince años.

— Un poco, pero realmente únicamente quiero ir a dormir, los últimos clientes fueron demasiado pesados.

— Ni lo menciones, cuando te fuiste al baño, la vieja molesta empujó al hombre que estaba atendiendo y vino a quejarse porque según ella le pusiste mal el nombre a uno de los regalos.

— Jódeme.

— Es verdad — repite Seulgi —. Siquiera estoy segura de que haya sabido qué carajos había en cada caja, eran cientos.

— Al menos con su paga me alcanza para el regalo de Yeonnie. 

Suelta la extranjera con una sonrisa boba que enternece a la chica frente suyo.

— ¿Qué piensas comprarle?

— Pues, la última vez que salimos Nayeon se volvió completamente loca por un vestido rojo que encontramos en una casa de ropa bastante peculiar.

— ¿Cuál?

— Zara.

Seulgi aprieta los ojos como si algo le doliese, es algo exagerado, pero los restantes entienden perfectamente lo que quiere mostrar con ese gesto.

— Mina, cariño, te compadezco.

La novia de Soyeon, Yuqi, es modelo y con frecuencia visita ese lugar, las pocas veces en las que la muchacha la acompañó, salió casi enferma por los precios ridículamente elevados de las prendas.

— Casi morí allí mismo, y creo que es una locura, pero si pudieran ver lo que ese vestido le hace a Nayeon.

La muchacha se cubre el rostro con algo de vergüenza recordando las imágenes increíblemente atractivas de su chica en el vestidor luciendo aquello como si hubiese sido fabricado a su medida. Para ella no hubo nada mejor que ver los ojos brillantes de su novia al mirarse en el espejo y recibir los halagos de las vendedoras, pero también odió un poco cuando la sonrisa de Nayeon desapareció y decidió que era mejor irse a casa porque no permitiría que Mina gastara tanto dinero en ella.

Por esa misma razón, la japonesa lleva semanas haciendo turnos extras y ahorrando, cree que su chica, su bonita y amorosa novia con la cual lleva casi cinco años de relación, merece ser consentida con ese costoso capricho navideño.

— Lo que hace el amor — murmura Jhonny.

— No puedo quejarme, ella me hace regalos que considero demasiado cada año, creo que es mi turno.

— Si opinas que eso las hará feliz a ambas, pues adelante.

— Al final del día pasaré a buscarlo, tan solo me falta la paga de hoy y el dinero estará completo.

— Quisiera ser tu novia, Joohyun me regala galletitas de jengibre.

Seulgi hace un puchero.

— Oye, pero si esas galletas son geniales, al menos no tienes que fingir que no te duelen las muelas cuando las comes. 

Mina se ríe junto a Soyeon, Nayeon puede tener muchas virtudes, pero sin duda la cocina no es una de ellas. Otra de las razones por las que la azabache quiere volver temprano a casa, la cena no se hará por arte de magia.

— Chicos, terminó el descanso, a trabajar.

El jefe del equipo aparece dando el anuncio, todos suspiran cansados y se ponen de pie a regañadientes. Esperan que un milagro de navidad los libere de su tortura antes de las siete.

24 de diciembre, 7:25 PM

Mina se resguarda en su abrigo mientras sale del centro comercial e intenta que la bolsa de regalo no se resbale de sus manos a causa de los guantes. Cruza el estacionamiento corriendo cuál adorable pingüino en la nieve y llega al auto, maldiciendo por el jodido frío que hace afuera. El cielo es celeste oscuro, no hay muchos rastros de sol y la nieve comienza a caer. Es mejor darse prisa.

Pone la bolsa en el asiento de copiloto y enciende el auto para poder irse. Ruega haber cargado combustible, puesto que es algo que siempre olvida y una de las cosas por las que Nayeon suele regañarla a diario.

Para su suerte, todo está en orden y llega a casa antes de lo previsto. Las luces del piso están encendidas, lo que significa que su novia posiblemente ya llegó de trabajar.

Sube rápidamente por el ascensor, buscando alguna manera para ocultar él para nada discreto obsequio de la curiosa chica que vive con ella. Cuando está frente a la puerta, una torpe idea de le ocurre y mete su compra dentro del enorme abrigo acolchado, luego abre la puerta.

En la cocina se asoma una cabellera castaña.

— Cariño, ¿Ya estás aquí?

— Sí, Nayeonnie, soy yo.

Algo nerviosa, la japonesa trata de pasar de largo hasta el cuarto, pero su pegajosa y enérgica pareja es más rápida y pronto la asalta en un abrazo con besitos incluidos.

— Bebé, estás helada.

— Hace como quince grados bajo cero, se me congeló el trasero apenas salí, ¿qué esperabas?

— Creo tener la solución para eso

Mina pega un salgo cuando las grandes manos de su chica impactan contra sus glúteos y ella se ríe a carcajadas.

— Mejor iré a darme una ducha y cambiarme.

— ¿No vas a darme mi beso?

Los brazos de Im le rodean el cuello y se pone de puntitas debido a que es un poco más baja que la menor. Se apega a su pecho para besar sus labios, pero al momento de hacerlo el ruido de algo que parece ser cartón le llama la atención.

—¿Qué es eso?

Mina recuerda que tiene el regalo en su abrigo.

— Nada.

Nayeon arquea una ceja con duda, aún más cuando su torpe novia sale prácticamente corriendo hacia el dormitorio.

Muy obvia.

Algo esconde y sabe la curiosidad no la dejará en paz hasta que sepa que pasa.

Más tarde la cena está lista, Nayeon termina de acomodar los cubiertos en la mesa junto a las copas y Mina revisa la carne en el horno. El portero se escucha, la mayor camina para atender, la voz del señor Myoui se oye con alegría.

Es costumbre para ellas celebrar cada año con su familia unida, y gracias a que el apartamento es lo suficientemente espacioso, pueden albergar al menos a diez personas durante la cena sin sentirse incómodas. Akira y Sachiko reciben con gran alegría a Nayeon, Sunghoon, el hermano mayor de Mina le estrecha la mano con respeto y el pequeño torbellino de siete años aparece por detrás de su hermano para robar todo el espacio personal de coreana.

— ¡Unnie!

— ¡Hyeju!

Nayeon la saluda con igual entusiasmo, recibiéndola en sus brazos y cargándola para después cerrar la puerta. La niña luce orgullosa su pequeño vestido junto a sus zapatillas blancas con detalles rojos. En su cabecita, hay un gran gorro como el que Mina lleva en el trabajo.

— Minari, tu familia está aquí.

Mina se quita el mandil y sale a recibir a sus padres primeramente, luego repite el patrón de su novia hasta llegar a su pequeña copia. La azabache pequeña le da un sonoro beso en la mejilla antes de volver a refugiarse en los cómodos brazos de su mayor.

— ¿Cómo le explico que es mi novia y no la suya? — le dice la nipona a su madre.

La mujer se ríe de ella, su hermano no se queda atrás, viendo cómo Hyeju aparta su silla junto a la de Nayeon.

— Creo que tú debes entender que ya no es tu novia.

El pelinegro se lleva un suave golpe en la nuca por parte de su hermana.

— Auch.

— Oigan ustedes dos, dejen de pelarse — Akira los observa mientras se sirve una copa de vino.

— Perdón, papá.

— Perdón, papá — repite con burla la muchacha, esta vez sintiendo el suave manotazo del más alto en su trasero.

Entre golpecitos logran sentarse y quedarse quietos tras recibir otro regaño, esta vez de Nayeon y Hyeju que no tarda en ponerse de su lado. Comparten una amena plática hasta que el portero suena y es Myoui quien va esta vez.

Por la puerta ingresan una elegante mujer de rasgos muy similares a los de Nayeon, junto al joven matrimonio que trae un pequeño niño castaño en brazos. La madre, hermana y cuñado de la coreana saludan a todos con cariño y se ubican alrededor de la mesa.

Entonces las dueñas de casa se levantan y ayudan a servir la cena, llenando cada plato incluyendo los suyos. Cuando por fin todos están listos, dan una pequeña bendición a petición de Seah Im y comienzan a comer.

Mina está feliz de tener a todos reunidos y en tranquilidad como lo deseaba horas antes, pero está un poco triste porque prácticamente la dejaron al otro extremo de la mesa. Son su hermanita y Jungwon, el sobrino de Nayeon, quienes ocupan los lugares a su lado.

Esa es otra cosa que a veces a la nipona le cae un poquito mal, que su chica sea un imán de niños y se olvide de su existencia como lo está haciendo justo ahora.

Cerca de medianoche, designan a Sunghoon para hacer el brindis, el chico se pone de pie y toma su copa en alto.

— Previamente, agradezco a mi hermana por la deliciosa cena preparada, y a mi linda cuñada por la hospitalidad de cada año.

Los presentes dan un pequeño aplauso a las anfitrionas.

— Estoy feliz de haber podido cenar en compañía de todos, por más fiestas de este tipo. ¡Feliz Navidad!

Las 00:00 se marcan en el reloj y todos se preparan para el brindis, chocando sus copas y bebiendo luego. Afuera un par de fuegos artificiales se escuchan sin mucha fuerza, los niños se asoman al balcón acompañados de Mina y el cuñado de Nayeon para apreciar las luces.

En ese momento Akira y Seah aprovechan para dejar bajo el árbol los «encargos de Santa» y la chica de lindos dientes frontales se escabulle hasta el dormitorio tratando de ser lo más rápida posible. Mientras Mina se duchaba, había sido capaz de ver una curiosa bolsa dentro del clóset, pero había esperado hasta este momento para descubrir qué era realmente lo que su japonesa estaba escondiendo.

Cierra la puerta, se acerca al armario y lo abre encontrando tras los abrigos una bolsa blanca de cartón con el claro nombre de la casa de ropa escrito en ella. Tiene que contenerse enormemente para evitar el grito que quiere escaparse de su garganta.

Sabe que quizá esté mal, que a Mina no le gustará saber que descubrió su sorpresa (la cual claramente es para ella por la tarjeta que lleva su nombre), pero su curiosidad, junto a las ganas de su segundo regalo de Navidad, la están matando.

Pone pestillo a la puerta y se quita la ropa, saca el hermoso vestido rojo de la bolsa y con paciencia se viste nuevamente. Agradece que sus zapatos combinen, porque cuando se para frente al espejo siente que ella misma podría desplomarse ante tal imagen.

El color resalta su piel nívea, la tela se abraza a su pequeña y formada cintura. Sabe que su novia morirá apenas la vea.

Antes de salir, recoge de su mesa de noche una pequeña tarjetita que se encargó de escribir horas antes, y su regalo para la japonesa.

Apenas llega a la sala, la exclamación de su hermana hace que todos volteen. Nayeon parece una modelo cruzando su última pasarela y dejando sin aliento a todos con cada paso.

Myoui se voltea, sus ojos se agrandan y algo en ella no sabe qué reacción tener al respecto. Está molesta, sorprendida, feliz y excitada. Es demasiado para su pobre y confuso cerebro.

Como si fuera poco, la castaña se acerca y abraza con fuerza a su pareja, besando su mejilla con cariño, dejando luego en sus manos la caja envuelta en papel verde con estampado de renos.

— Feliz Navidad, cariño.

Mina frunce el ceño.

— Hablaremos luego.

Nayeon se ríe y se aleja junto a los más pequeños que la llaman para mostrarle sus nuevos juguetes. La familia se dispersa en sus asuntos, halagando el buen regalo que le ha dado Mina a Im ese año.

La extranjera solo desenvuelve la caja en sus manos, pero en el proceso una tarjeta color rosa pastel cae al suelo. La recoge de inmediato y lee lo escrito en ella.

❝Querido Santa Claus, este año he sido una niña muy mala y, por tanto, espero mi castigo.

Entre mis opciones, puedes considerar lo siguiente:

• Chupones
•Palmadas
• Amarres a mis muñecas y tobillos
• Mordidas
• Estimulación sin penetración
• Follar mi cuerpo contra la pared

Espero me tengas en cuenta, muchos cariños

                                                   Nayeon. ❞

La boca de Mina se seca inmediatamente, sus ojos suben y buscan a su novia quien está notablemente entretenida con los niños, pero que de igual forma le devuelve la mirada con un atrevido guiño. La pelinegra se guarda la tarjeta en los jeans y trata de distraerse en su obsequio principal. Un nuevo set de Lego que estuvo tratando de comprar.

Sin duda, su novia es la mejor, y a su vez, la peor niña en la lista de Santa este año.

Su madre solía decirle que si se portaba mal, Santa no le llevaría ningún obsequio, pero desde que creció y la Navidad comenzó a tomar otro rumbo en su vida, consideraba que el castigo temido no era tan malo. Bueno, solo si tenías como Santa Claus a la hermosa y ardiente Myoui Mina.

Ella sí que sabía castigarla cuando decidía cometer sus travesuras en la fecha, pero esta vez, había cruzado cierto límite y todo podría salir tan bien como planeaba o todo lo contrario.

Apenas todos los familiares salieron y la puerta se cerró a las 2:00 AM, la nipona buscó a su novia, que venía contenta a abrazarla con su nuevo vestido puesto y el gorrito de Hyeju en su cabeza. La niña había insistido en colocárselo y obvio ella aceptó.

— Se supone que era una sorpresa.

Mina le dice con cara de pocos amigos.

— Creo que la sorpresa te la di yo a ti.

A este punto de la celebración, la mayor está algo fuera de sí gracias al vino y la sidra, pero aún es consciente de lo que pasa a su alrededor.  Además del pequeño plus de excitación que extrañamente le produce el alcohol y la mantiene más animada de lo normal

— Estuve trabajando mucho para poder comprártelo, esperaba poder dártelo cuando me dieras mi regalo.

— Aquí tienes tu regalo, bebé.

Yeon deja suaves besos húmedos por el maxilar de su novia, asegurándose de ser lenta para poder deleitarse con esa piel suave. Con los dedos le sujeta el rostro y baja a besar su cuello, amando cómo la respiración de su chica se agita notablemente.

— Estoy molesta contigo.

Mina se aparta y le toma las manos para retenerla, sus ojos no muestran signo de broma.

— Realmente quería sorprenderte.

— Y lo hiciste, cariño, no sé cómo pagarte esto, te dije que lo te molestaras.

— Sabes que decirme eso es como esperar que una pared te responda, siempre que pueda trataré de consentirte.

Nayeon sonríe, aún enojada, su chica es lo más dulce que puede existir. Pero sabe que eso solo durará un momento.

— Recibí la tarjeta.

— Ajá, un elfo travieso la dejó hoy para mí.

— ¿No crees que el elfo fue muy codicioso?

— Para lo que hice esta noche, creo que la lista está bien.

Mina se mordisquea el labio, pasa una mano por el cuello de su chica y le mira, sus ojos brillantes por el alcohol, el cansancio y la excitación. Ella también está agotada, pero piensa que será una tonta si desaprovecha la oportunidad de tener a esa mujer bajo su cuerpo esta noche.

— Entonces comencemos, no querrás que Santa se moleste más contigo, puede que el próximo año decida no darte un regalo.

Nayeon hace un puchero ante la «amenaza», ella adora los obsequios de su novia, siempre son únicos y especiales.

Aprovechando el mohín, la japonesa se inclina y toma entre sus dientes el llenito labio inferior de su novia, jalando con suavidad de él para después acariciarlo con su lengua. Esa es una invitación para que Im abra su boca y le permita invadirla, acción que no tarda en realizar. En pocos minutos, su lengua y la de Mina se enredan entre húmedos chasquidos mientras sus cuerpos se apega lo máximo posible.

Por dentro, el apartamento es cálido, pero comienza a sentirse sofocante cuando una de las manos de Mina se pasea con descaro por todo el vientre y caderas apretadas de su chica. Nayeon se remueve en su íntimo abrazo, jadea sobre la boca de su novia y presiona su pelvis con la contraria cuando una firme palma toma con fuerza uno de sus glúteos y la acerca.

Sus respiraciones agitadas se escuchan por sobre los besos, que ahora comienzan a tomar otro rumbo cuando los labios encuentran la curvatura del cuello blanquecino de Yeon. Mina sabe que ese es un punto sensible en la chica, con solo rozarlo puede sentirla estremecerse y jadear bajito, a ella le encantan los adorables sonidos que escapan de sus labios cuando decide darle largos besos en ese lugar.

Pero también, es conocimiento para la japonesa que la castaña odia las marcas, se le hacen dolorosas y grotescas, no obstante, teniendo en cuenta sus permitidos para el castigo, decide que quiere marcar cada rincón disponible en ese hermoso cuerpo. Metiendo las manos por debajo del ajustado vestido y acariciando la línea de la espalda baja, comienza su trabajo de morder, succionar y lamer el delgado cuello, tomando su tiempo en esa sobresaliente parte cerca de la garganta.

— Mina...

Nayeon libera un gemido bastante alto, su cabeza cae hacia atrás y se afirma aún más a los hombros de su novia, teniendo las manos contra su caliente piel y esos suaves labios en ella es casi imposible mantenerse firme.

— Cama... cariño, vamos a la cama.

Su ruego es omitido por la chica, la pelinegra se encuentra realmente divertida besando y tocando a su novia, llevándola a la desesperación con el roce de sus yemas en los muslos, muy cerca de su feminidad.

Los ojos de la coreana se aprietan con fuerza cuando un par de dedos se presiona sobre sus bragas, puesto que decidió no usar ningún short de seguridad debajo. Su delgada ropa interior se siente empapada a cada segundo que el índice y corazón aprietan la diminuta protuberancia caliente entre sus piernas.

— Ah, por favor.

Sus rodillas tiemblan y cree que en cualquier momento sus zapatos altos cederán y caerán juntas sobre el suelo. Por suerte, el agarre de Myoui es fuerte y sus acciones son rápidas. En unos cuantos pasos tiene a la chica montada sobre sus caderas rumbo al dormitorio que comparten.

La puerta está abierta, pasan sin problemas y no se toman el trabajo de cerrarla o encender la luz. En la oscuridad y gracias a la iluminación del pasillo, Sharon deja caer a su chica sobre el suave colchón para luego inclinarse a un lado y prender una de las pequeñas lámparas que rápidamente le regala la hermosa visión de una agitada y ruborizada Nayeon.

Mina es jalada por su chica, le suelta los botones del fino suéter y lo arroja al suelo sin preocupaciones, la visión de la pálida piel salpicada de dulces lunares la vuelve loca, adora la piel de la japonesa junto a la suya.

Im intenta retomar un beso, pero Mina no se lo permite, en sus planes no está precisamente dejarse dominar por los ojos rogones de su novia, ella quiere establecer sus propias reglas y juegos.

Primero le quita el gorrito navideño, no quiere que esa prenda de su hermanita acabe como parte de su sesión de cosas no aptas para niños.  Lo deja sobre la mesa de noche al igual que sus anillos y el colgante que lleva, no desea lastimar a Nayeon. La quita sus joyas a la coreana y de igual forma las aparta con las suyas.

Sin pedir permiso, comienza a aflojar el lazo del vestido para quitarlo rápido, por más sexy que su novia se vea en él, piensa que su cuerpo se aprecia mejor cuando no lleva nada de ropa. La boca deja besos húmedos por toda la piel que poco a poco se descubre.

El vestido está fuera al igual que sus jeans y zapatillas, ahora son solo las dos con sus prendas menores, a excepción de los rojos tacones que aún abrazan los tobillos de Nayeon con sus lindos lazos. Eso le da una idea para más tarde a la japonesa.

La azabache se coloca otra vez sobre el cuerpo de su novia, asegurándose de deslizar una pierna entre las de su chica, sabe cuánto adora Nayeon frotarse contra ella. Sus labios atacan esta vez sus clavículas, dejando un par de chupetones pequeños en un camino que conduce al sostén claro que lleva.

No necesita pedir permiso, basta con un toque peligroso por sus costillas para que la espalda se arquee y le permita soltar el pequeño broche que impide la vista de esos suaves pechos. Mina retira la tela y la deja a un lado, sin rodeos ataca con su lengua uno de los endurecidos y oscuros pezones, chupando con fuerza y ahuecado con su mano para dar pequeñas presiones.

Los gemidos de la coreana a este punto no son ningún secreto, y teme que algún vecino pueda alertarse, porque realmente, los sonidos ahogados suenan como si ella estuviese sufriendo algún tipo de dolor, pero solo Mina es consciente de lo sensible que es su novia y los desgarradores gritos que escapan de sus labios cuando su estimulación es buena.

La castaña se agita inquieta sobre la cama, empujando la pelvis contra el muslo de Mina, humedeciendo con su líquido calor la piel.

Sus cuerpos hablan el mismo idioma, o bueno, así puedo describirlo la menor cada vez que se encuentran de esa forma entre las sábanas, con las piernas enredadas y las manos apretadas a un lado. Y ahora mismo, centímetro a centímetro de Nayeon grita lo que necesita, no hace falta demasiado diálogo.

La diestra de la extranjera desciende por el vientre plano y suave, palpando hasta llegar al borde de la ropa interior que no parece ser una barrera para sus escurridizas falanges que no tardan en encontrar si camino entre los labios húmedos de la mayor. Frota lentamente de arriba a abajo, dando toquecitos al erecto clítoris y masajeando a su alrededor.

Su cabeza escondida en el cuello de Nayeon, puede sentir las bruscas inhalaciones de su pecho y los adorables gemidos que libera cuando sus yemas se escurren más allá de la vulva.

Nayeon adora que su novia la masturbe, no es ningún secreto.

Pero esta vez, Mina no se da el lujo de satisfacerla de esa manera, quiere tocarla, molestarla y sentirla despertarse poco a poco bajo ella. Quiere tener sus labios susurrando con impaciencia lo mucho que desea que la folle.

De una vez, retira los dedos y se los lleva a la boca, chupando frente a los ojos de la chica. Ella no parece avergonzada en absoluto, es más, abre la boca para recibir los ya humedecidos dedos y terminar con el trabajo.

Mina sonríe, con su mano limpia toma la liga para el cabello que lleva en la muñeca y se sienta un momento sobre las caderas inquietas de su chica, recibiendo contenta el suave movimiento pélvico que inconscientemente la mayor dibuja.

Su cabello negro ahora amarrado en una coleta de caballo, le permite una cómoda visión para la tarea que tiene en mente con el cuerpo de su novia. Su silenciosa boca desciende por el vientre, lamiendo sin pudor alguno las pequeñas gotas salinas del sudor de su chica y besando con cariño esa piel que desprende un agradable aroma a coco.

Sus manos jalan las bragas y deslizan a lo largo de las piernas, aún sin quitar sus zapatos. A su vez, envuelve las palmas en las rodillas y tira suavemente para que su cuerpo quedé casi al borde de la cama.

— Oh Dios — susurra la chica, mordiendo su labio mientras observa a la japonesa posicionarse entre sus piernas, llevando una sobre sus hombros.

Exhala un gemido cuando la lengua le recorre la línea bajo el ombligo y sigue su camino por las ingles, mordiendo con cariño el comienzo de su monte de Venus. Myoui baja su boca para besar los muslos internos, sujetando con fuerza los músculos que se contraen bajo sus manos.

Mina sonríe cuando su respiración agitada logra hacer retorcer a Nayeon, su centro tan húmedo a la vista. Con dos dedos se ayuda y separa sus calientes labios para dar una fuerte pero suave lamida.

En respuesta, siente que el cuerpo de la mayor responde con una embestida hacia arriba y su mano se afirma al borde de la cama.

— Quédate quieta.

Su voz se escucha, igualmente suave como siempre, pero un poco más ronca de lo normal.

La lengua dura repasa los contornos de la vagina y molesta de vez en cuando al clítoris con pequeños toques que parecen accionar algo dentro de la contraria. Cuando los movimientos cambian y se vuelven planos y constantes, Nayeon no sabe dónde poner las manos. Se contiene a jalar el cabello de Mina, en su lugar clava las uñas en las sábanas y flexiona ambas rodillas, dando aún más espacio a la lasciva boca de su pareja.

Una succión envía los ojos de Nayeon hacia atrás, su cuerpo se levanta un poco y un gemido fuerte escapa desde su garganta. Mina se contiene a mirarla, pero entonces, cuando embiste su apretada cavidad con su órgano bucal, sus ojos marrones suben y se encuentran con las lágrimas que envuelven los ojitos de ciervo de su novia. Nayeon vuelve a gemir, se pasa la lengua por los labios resecos y trata de incorporarse para llevar más profundo la cabeza de la azabache.

Grave error, pues apenas intenta pararse, una fuerte presión sobre su clítoris la envía hacia atrás y acaba con ella.

— ¡Mierda, Mina, Mina!

Deja ir su placer entre gritos, maldiciendo a la vez, amando que su novia no detenga la estimulación que acompañan las fuertes oleadas que le transmiten su orgasmo.

Sus ojos húmedos están idos, sobre ella, la sonrisa ególatra de Mina acapara su nublada visión.

— Vaya desastre acabas de hacer cariño.

Se burla ella, limpiando con un extremo de la sábana su mojado rostro y observando los pequeños charquitos formados sobre la tela que cubre el colchón. Su novia acaba de venirse como no lo ha hecho en semanas.

— Es... tu jodida culpa.

Responde con entrecortadas respiraciones, Mina arquea una ceja.

— ¿Por qué me hablas de esa forma?

— Quizá, porque eres una idiota que está tardando en follarme.

— ¿Disculpa? En el papel que me diste no me autoriza a eso.

— Mina, por favor.

— Lo siento cariño, pero esta noche soy yo quien decide.

Sharon se arrodilla en la posición de antes y procede a besar un nuevo camino que va desde los muslos hasta la pantorrilla, allí se toma el trabajo de acariciar mientras suelta los lazos que Nayeon decidió añadir a sus altos zapatos de fino tacón. Ya con las cintas rojas en la mano, quita el calzado y lo deja con cuidado sobre el suelo.

— ¿Qué harás?

— Lo que pediste.

La coreana no tiene mucho tiempo para responder, puesto que la japonesa sujeta con su boca los lazos para permitirle a sus manos tomar las caderas de Yeon y girarla sobre la cama. Ahora de espaldas, Mina busca sus brazos y los coloca juntos sobre la columna, sus muñecas se aprietan en un poco ajustado moño.  Sus tobillos tienen el mismo destino.

Mina se quita su propio sujetador para mayor comodidad, pero aún mantiene sus bragas. Trepa sobre su chica y recorre con la boca su nuca, los pequeños vellos se erizan y se da la satisfacción de sentirla sacudirse inquietamente.

Observa el bonito cuerpo amarrado, la fina espalda se ve apetecible cuando desciende hasta la curvatura de la cintura y sus ojos continúan el recorrido por la bonita elevación del trasero de Nayeon. Siente como su corazón se agita y la respiración queda atrapada en su garganta al moemnto en que levanta una de sus manos y deja caer una estruendosa palmada sobre uno de los glúteos.

La piel blanca absorbiendo pequeños trazos rojos de sus dedos en segundos. Ella quiere dejar otra marca. Nuevamente, palmea su culo, esta vez obteniendo un movimiento por parte de la coreana. La chica se queja contra las sábanas mientras se incorpora levemente en sus codos y rodillas y le otorga una mayor vista de su excitado cuerpo a la japonesa.

Mina gime, es demasiado para ella. Solo quiere acabar con esa mujer y quebrantar cada uno de los límites de su cuerpo.

Golpea un par de veces más, no es de extrañar que la chica se retuerza en su posición, su cuerpo es casi intolerante al dolor y las manos de Mina no son precisamente tan delicadas como aparentan.

Puede notar el sudor perlar la piel nívea, ahora un poco enrojecida de la más baja, sus gemidos ahogados contra la almohada y la humedad creciente entre sus muslos nada más le indican que es hora de continuar.

Se recuesta sobre su lado izquierdo y coloca a Nayeon en la misma posición, con la espalda levemente curvada hacia atrás y su bonito trasero caliente chocando contra su pelvis. Los labios buscan su oreja, chupa su lóbulo mientras una mano se encarga de jugar con sus pechos.

— ¿Qué se siente estar tan indefensa, bebé?

— Mgh...

Un gemido tembloroso resbala cuando el pulgar le frota un pezón.

— Eso no es una respuesta clara.

— Por favor...

Su voz sale como un pequeño llamado de piedad.

— ¿Por favor qué? Sabes que no debiste portarte de esa manera, esto mereces por no ser paciente y calentarme tan descaradamente frente a todos.

La mano baja el abdomen, Nayeon se apega a su novia e intenta frotarse, pero es casi imposible moverse con sus manos de por medio entre sus cuerpos. Dos dedos estimulan el necesitado núcleo, los labios renuevan las marcas en su hombro y cuello.

— Ah, Mina, jódete. 

La azabache ríe contra su cuello.

— Me encanta que me hables de esa forma, pero prefiero que solo abras tu linda boca para decirme lo bien que te sientes.

— No creas que ¡Oh Dios!

Los dígitos rondan su entrada, se sumergen en su apretado calor y vuelven a salir. Nayeon cierra los ojos y lleva la cabeza hacia atrás contra la otra mujer que solo le molesta con toques veloces y atrevidos.

Mina se asegura de apegar su desnudo pecho contra la espalda sudorosa de la mayor mientras la toca, puede sentirla desesperada por tocar su cuerpo, los quejidos de perra que emite lo demuestran.

— Maldita sea, Myoui.

Sus caderas empujan contra los dos dedos que ahora están quietos justo sobre su entrada. Cuando menos lo espera, su propio empuje se encuentra con la dura embestida de Mina.

Gime, gustosa de recibir lo que estuvo deseando.

— Tan caliente, no sabes cuánto estuve deseando follarte desde que te vi en el probador.

— ¿Tanto te gustó mi vestido, cariño? — su risa burlona dura poco, puesto que las estocadas cada vez más profundas le quitan el aliento.

Sus jadeos y respiraciones se mezclan en la habitación, sus cuerpos se sacuden juntos tratando de acoplarse lo mejor posible durante el acto. El anular y corazón se curvan en el interior de la mayor y tocan una pequeña zona que le hace gritar, al mismo tiempo que la mano libre de Mina abandona su lugar en la cadera de la chica y sube para cerrarse en su garganta, dando un pequeño apretón que la lleva al éxtasis final.

Cae de inmediato sobre la cama, mordiendo la funda de la almohada para callar sus ruidosos sonidos que luchan por escapar aún. Mientras tanto, la nipona desata sus extremidades y se encarga de besar con dulzura la piel.

— Feliz Navidad, Yeonnie.



























Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro