◽41◽"Determinación "

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El pálido morocho, reservado como pocos en el asunto de hacerse el que puede aguantar lo que no aguanta un carajo, observa ensimismado la confianza que difiere el rubio tiznado en intensos tonos de rojos. Sin poder creer del todo, en la resuelta forma de hacerse entender sin sufrir una crisis de inmediato y actuando como si beber fresco plasma fuera parte de su diaria, sin darle mayor importancia en lo absoluto.

Entonces, observa detenidamente la impaciencia de aquel que entrega su fina y delicada muñeca, sin poder dejar de verle directo a sus ojos y desviando su objetivo cada tanto, hacia esos abultados labios.

—Si tanto quieres besarme... Solo hazlo.

Resuena la delicada voz del medio humano, haciendo que el no muerto lata desde sus adentros por la magnificencia de su acto.

Es que no puede dejar de maravillarse por la confianza que implica su renacimiento en el oscuro lado... Deseando porque elija quedar con ello por los siglos de los siglos y así poder ser compañeros afines a través del vesano tiempo.

Pero parece que los ansiosos pensamientos del pálido morocho, resonaron en la cabeza del rubio, cuando éste se gira algo avergonzado y dictamina fuerte y claro: —Ya déjate de cursilerías vampiro, perdiste tu turno de comida y de beso, ahora ¿qué vamos a hacer con éste?

Y ahí se percata el vampiro que -nuevamente- fue expuesto desde sus adentros.

Epígrafe irónica de larga data en su vida, ser alimaña de la noche con necesidad de enamorarse algún día... O mejor resuelto, ser un no muerto enamorado hasta los huesos de aquel que tiene el poder de dejarlo completamente seco.

Porque aún recuerda patente que casi fue drenado por ello, la necesidad excesiva de líquido rojo como alimento, y la consecuencia que acarrea el solo alimentarte de eso. 

—Si gustas, puedes refrigerar su cuerpo para luego tener rápido acceso al alimento —suelta el no muerto tratando de hacer enojar al rubio frente a sus ocelos.

Porque bien sabe que la escoria humana será tirada por algún lado para que se recupere luego. Y en lo posible, antes de que se lo coman los gusanos. Demasiado contó con la suerte de seguir respirando al lado de un famélico no muerto y otro ansioso en el despertar de su lado no humano.

Entonces, el vampiro dictamina que mejor será que retire el postrado humano antes de que pierda sus estribos y terminé como debería haber acabado hace un momento: envuelto en los brazos del medio humano, degustando centímetros de roja linfa que tiene como veredicto; cavar su propia tumba a la locura de seguir consumiendo de su sangre como droga afrodisíaca.

—¿Tienes alguna especie de saco, que pueda cubrir su cuerpo para que no levante sospecha? —anuncia el no muerto tratando de esquivar la profunda mirada del atrevido frente a sus ocelos.

—Eres un aburrido... —suelta el tiznado rubio.

—Y tú, un idiota que habla sin pensar un carajo. Ahora, ¿tienes el saco? —cuestiona el vampiro sobrepasado de sensaciones y sintiendo que se sofoca de a momentos.

En eso, desaparece el rubio de su lado, regresando a los instantes y arrojándole un saco largo que debería servir con su cometido.

—Ahí tienes la puerta, ya sabes —tira el medio humano, ofendido de sentirse rechazado aunque lo invada la culpa luego. Porque bien sabe que a la primera de cambio, se retira de su lado, sintiendo una punzante culpa por no dejarse llevar por lo que dicta su condenado cerebro.

—No es necesario echarme... Pero está bien, hasta mañana Jimin, que descanses.

Anuncia sobre que tiene al humano (medio muerto) colgado sobre su cuerpo y logrando que se parezca a una persona altamente intoxicada y no a uno que fue -hasta hace unos momentos- certero alimento.

Y así, se retira el no muerto. Divagando entre pensamientos de lo que pudo ser y podría, maldiciendo por dentro por sentir dualidad donde no debiera y pensar, una vez más, que con él: podría hacer realidad su sueño.

Frío penetrante hasta los huesos en la gélida madrugada que se avecina. Y en calles desiertas, oscuras y vacías  -iluminadas por pequeñas farolas cada bastantes metros para servir de iluminaria- camina desganado un vampiro enamorado como nunca lo hizo en su condenada vida.

Maldiciendo por tener hambruna cuando no debería, ya que eso facilita que se deje llevar puramente por instinto sin importarle nada una mierda. Pensando -seriamente- en tirar el cuerpo a un costado y extraer los últimos vestigios que le queden de su desafortunada viveza.

Entonces, observa un resguardo a unos pocos metros (escondite en donde dejar el cuerpo o sucumbir ante su aflorado instinto) ya que siente -con firmeza- que no podrá manejar aquello de dejarlo recuperarse con vida lo que la malsana necesidad de tragar lo apresa.

Y se aleja... Se aleja del apenas iluminado camino para esconderse con su próxima presa. Y ya rojo sus ojos mientras aparece el asome de sus filosos colmillos, es detenido por otra voz externa que -claramente- lo afecta.

—¡Espera Jungkook! —sintiendo el continuo tironeo de su brazo para no lograr su cometido —. Déjalo y ven conmigo —anuncia el casi convertido.

Y el no muerto, exacerbado en sus instintos, requiere de todas sus fuerzas para no darse la vuelta y embeber como una salvaje fiera del que osa interrumpir su faena. Teniendo pequeños y lúcidos momentos, en donde maldice ser consumido por su bestia. 

—¡Aléjate! —suelta en un desgarrador grito mientras su pecho sube y baja a un fuerte ritmo —. Deberías tener miedo insensato —finaliza por lo bajo.

—Yo no te tengo miedo... Confío —dice, entre suaves susurros, el que vuelve loco al menor de los hermanos.

Y esa última palabra, agrieta la pseudo barrera impuesta por aquél que no quiere finalizar con su ansiado cometido: terminar convirtiendo al joven rubio en un amante vampiro. 

Entonces, dejando de lado el cuerpo que apenas respira mientras yace tirado entre sucios residuos, el no muerto se incorpora respirando profundo. Drogando sus pulmones con el propio aroma del rubio y totalmente decidido.

Así que preso de la situación y del momento, se gira arrastrando consigo al joven rubio mientras apresa su agraciada cadera y eleva por encima de sus hombros, su delicada muñeca.

—¿Decías..? —cuestiona ronco el vampiro mientras lo apresa y observa detenidamente con sus rojos ocelos —. Repite lo que has dicho, impertinente medio humano. 

Y Jimin, sobrepasado de impresiones a medida que siente la rudeza de la bestia y sin pensar ni un momento, le suelta: —No te tengo miedo y no quiero que lo mates, así que sírvete de mí como alimento... Confío en que pararás a tiempo.

—No sabes lo que sueltas... ¿Crees qué puedes jugar con fuego y salir ileso? —Pregunta malhumorado el no muerto mientras le muestra el asome de sus afilados colmillos.

—¿Y quién dijo que quiero salir ileso? Quémame vampiro, préndeme fuego...






















































WoW, esto se prende, y no precisamente fuego 😏

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