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Se dice que hay leyes que nunca se deben romper, cuando llegué a Cybetron me advirtieron que nunca cruzara "la frontera", no lo entendía hasta ese día, el día que el enemigo nos atacó.
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La mañana transcurría pacíficamente, Sariatu,la hija del actual rey de Iacon, Roulett, estaba caminando por las calles del pueblo cuando de la nada, unos caballeros a caballo llegaron a atacar a los guardias, y fueron directamente al almacén de energon, Sariatu se ocultó detrás de una casa, viendo cómo esos caballeros atacaban a los guardias del pueblo, robándose el energon del almacén, iba a salir cuando vio a uno en específico, su armadura negra con detalles de gris oscuro, una larga capa negra que se veía abrigadora y su casco cubriendo su identidad le daba un aire se peligro, cuando apareció, ninguno de los soldados se atrevía a atacar a los enemigos.
El enemigo se retiró, dejando un gran caos atrás, Sariatu no entendía qué o quiénes eran, pero se veían peligrosos, dedujo que el que apareció de la nada era su líder, sentía alivio de que no la hubiese visto.

La noche cayó, la femme blanca estaba en el comedor con sus padres, su madre, Rhiannon se parecía a ella, con las únicas diferencias eran el "cabello", los ojos y la pintura, su madre tenía ojos magentas, su pintura era roja, por lo tanto, ella era la única de color blanco en su familia

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-Ese maldito volvió a atacar- menciono su padre mientras bebía un poco de vino

-¿Por qué lo hacen?- preguntó confundida la femme albina

-Su rey los manda a robar, siempre son las reservas de energon, su rey es un ser muy peligroso-

Eso la dejo pensativa.
En las tierras del otro lado de la frontera había un castillo, oscuro y bañado por los rayos de la luna, unos caballeros llevaban una carreta tirada por caballos, delante de ellos iba el Rey, cubierto de pies a cabeza con una armadura oscura, bajo del caballo mientras los otros bots se acercaban a la carreta, recibiendo y bebiendo desesperadamente el energon, llevaban días sin consumir ni una gota. El Rey se despojó de su casco, revelando sus peligrosos y tenebrosos ojos morados

-Pense que no se arriesgaría a entrar en aquel reino- dijo un caballero acercándose al Rey

-Tengo que traer sustento a este castillo si queremos sobrevivir- dijo con cierta tristeza en su tono de voz

-Es la condena a la que nos han sentenciado injustamente- respondió el otro mech un tanto molesto

El Rey miró hacia la luna en el punto más alto del cielo. Sariatu estaba en su habitación haciendo tareas, todavía asistía a clases, las cuales se daban en el patio del castillo, estaba recostada sobre la litera bocabajo, volteo a la ventana, apreciando la luna.
Némesis estaba con los brazos recargados en el balcón de su habitación, bajo sus ojos tenía unas marcas oscuras similares a lágrimas, aún no eran líquidas, era como la pintura de su cuerpo. Viendo la luna comenzó a pensar en todo lo que había pasado ese día

-No nos queda de otra, tengo que traerles sustento de alguna forma- dijo mirando desde arriba a sus soldados en el patio

Volvió su mirada a la luna, ocasionando que sus ojos, bañados por la luna, se tornaran rojos.
Sariatu estaba viendo la luna, dirijo su mirada a las montañas que dividían su reino con otro, pronto llegaría el dia. Se puso a pensar en aquel mech cubierto de negro en su totalidad que vio en el pueblo, parecía salido de la nada.
Su padre entró a su habitación y se dirigió a ella

-Tengo que hablar contigo-

-¿Qué ocurre?- preguntó temerosa pero sin mostrarlo

-No quiero que por ningún motivo se te ocurra cruzar la frontera, no sabes el peligro que hay allá-

-Entendido- dicho eso, el mech salir de su habitación. Sariatu solo un suspiro de alivio, su padre le daba miedo la mayoría del tiempo.

Se levantó y se dirigió a su litera para descansar, no tardó mucho en caer dormida. Entre sueños visualizo a un mech alto, en su cabeza tenía una especie de cuernos, estaba de perfil, pero logró ver sus ojos, iguales a la sangre de Unicron, que la miraban fijamente. Se despertó exaltada, estaba sudando, cayó en cuenta de que eran altas horas de la noche, por lo que volvió a dormir, sin dejar de pensar el aquel ser.
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Disculpen que sea corto y sin tanto relleno, pero no tengo muchas ideas. Nos leemos pronto.

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