15 | the handmaiden

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𝕮apítulo 𝕼uince
La Criada

—¡SABRINA, PODRÍAS HABER SIDO SACRIFICADA! —sisea Selene con rabia una hora después, una vez que ella, Sabrina, Ambrose, Hilda y Zelda se han reunido en la cocina de los Spellman.

—¡No creí que Zelda fuera a dejarme participar!

—Ah, ¿así que es culpa mía que quisieras ir de chulita conmigo delante de todo el aquelarre? —se burla Zelda con incredulidad.

—Vale, lo hecho, hecho está —Hilda deja escapar un suspiro, tratando de calmar al trío—. Démosle gracias a Satán por salvaros a las dos.

—Ahí es donde te equivocas —Selene sacude la cabeza, dando un sorbo lento a una taza de té en un intento de calmar sus nervios—. Sabrina va a ser la criada de Prudence durante los próximos tres días.

—Mejor pastora que cordera —salta Ambrose.

—¿Qué es eso exactamente? Tía Zelda no me lo ha dicho —pregunta Sabrina con el ceño fruncido.

—La cordera es la reina y la pastora es, la criada —explica Ambrose.

—El júbilo de la reina es un gran honor, así que, los tres próximos días cuando el aquelarre ayuna y prepara el festín, la criada concede a la reina todos sus caprichos —dice Zelda, haciendo que Selene frunza el ceño. Preferiría sacarse los ojos antes que atender a Prudence, así que menos mal que no la han elegido como tributo.

—Qué bien —Sabrina asiente exasperada—. Tengo que mimar a la chica que me atormentó.

—Dale higos y frutos silvestres que endulcen su carne para el festín —pide Ambrose, haciendo que Selene sienta que va a vomitar.

—Eso es asqueroso —hace una mueca la rubia rojiza—. Puede que la odie, pero de ninguna manera me voy a comer a Prudence.

—Sí, eso no tiene gracia, Ambrose —Sabrina le dirige una mala mirada su primo.

—Ay, venga, prima, sí la tiene —insiste Ambrose, pero nadie se ríe—. Prudence te comió la moral y ahora, literalmente, os la vais a comer.

Entonces, suena el timbre de la entrada y todos intercambian miradas de preocupación, sin querer abrir la puerta.

—¡Yo no! —gritan Selene y Sabrina al unísono, poniéndose los dedos índice en la nariz. Esta acción es una vieja broma entre las chicas y Ambrose. Éste suspira, sabiendo que es él quien tiene que ir a abrir la puerta.

Selene y Sabrina siguen a Ambrose hasta la puerta, pero se quedan en el pasillo mientras él la abre. Prudence se encuentra al otro lado, y una vez que ve a Ambrose, sonríe, mirándolo de arriba abajo.

—Hola, ¿qué tal?

La morena entra en la casa y, al hacerlo, Ambrose la admira con la mirada que suele reservar especialmente para Selene. La mencionada se queda mirándolos, mordiéndose la lengua para no hacer un comentario que pueda hacer pensar a Ambrose que está celosa. Que es exactamente lo que está.

—¿Quién eres tú?

—La Reina del Festín —responde Prudence, paseando hacia Sabrina y Selene.

—En ese caso, por favor entra —Ambrose sonríe, mientras Prudence llega a las chicas.

—Prudence.

—Criada, novia de la Criada.

—No estamos saliendo —señalan Sabrina y Selene—. Ambas tenemos novios.

—Qué pena. Haríais una bonita pareja —comenta Prudence, sacando una manzana de un cuenco situado en un escritorio cercano—. ¿Mi cuarto está arriba? Me muero por un baño de leche caliente. Y un plato de macarons.

Entonces Prudence sube las escaleras, con Sabrina no muy lejos de ella. Selene, sin embargo, se queda atrás, estrechando los ojos hacia Ambrose.

—¿En serio?

Se encoge de hombros, haciendo que la chica se burle. Ni siquiera espera a que él le responda, y sale disparada de la sala. Se dirige a la bodega de los Spellman y saca una botella de vodka. La abre y se bebe con facilidad la mitad. Sigue bebiendo hasta que oye un fuerte ruido de golpes en el piso de arriba, y cuando sube a comprobarlo, encuentra a varios estudiantes de la Academia de Artes Ocultas medio desnudos, enrollándose unos con otros. Prudence está en el centro de todo. Una vez que todos se vuelven hacia ella, se da cuenta de que Nick, Ambrose y las otras hermanas Fatídicas están entre el grupo.

Prudence sonríe a Selene en cuanto la ve.

—Vente, Selene.

A pesar de saber que mañana se arrepentirá de haberlo hecho, Selene esboza una sonrisa. Se deshace de casi todas sus prendas, quedándose solo en su lencería negra, completamente consciente de que Nicholas y Ambrose se han olvidado por completo de Prudence, y ambos tienen los ojos puestos en ella. Entonces se une a ellos, concentrándose en Nick y Ambrose. Nick nunca ha sentido por nadie lo que siente por ella, es como una droga de la que nunca se cansa. Le encanta su personalidad, su sonrisa, todo sobre ella. Ambrose la ama desde que tiene memoria, y no se dio cuenta al principio. Simplemente ocurrió. Descubrió que le importaba mucho más de lo que debería, y poco a poco se fue enamorando de ella. Y aunque sabe que no debería hacerlo, no pudo evitar besarla.

Ambos chicos se pasan la siguiente media hora besándola, por lo que la chica se sorprende ligeramente cuando Nick se aparta, mirando entre ella y Ambrose.

—¿Quieres que llevemos esto a tu cuarto, Selene? Los tres solos.

—Demonios, sí.


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