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๑₊꒷﹕𓏲 ( 𝓜 ) 𝙼𝙸𝚂𝚄𝙽𝙳𝙴𝚁𝚂𝚃𝙰𝙽𝙳𝙸𝙽𝙶 ! ꒷៹ ˖
005.┊ DERECHOS DE HERENCIA.
꒰# MIÉRCOLES E3 T1 ; Tristemente amiga o enemiga.

꒰ · ❝ Hablas de dolor como si 
todo estuviera bien... ❞

NO HABÍA FOTOS, VÍDEOS ANTIGUOS NI cuadros de la madre de Aurora y eso nunca molestó a la chica, que nunca tuvo interés en saber quién era su madre, la mujer que la abandonó sin dudarlo. Sin embargo, a veces se preguntaba si guardaba algún parecido con la mujer más allá de su evidente franqueza.

De eso estaba divagando cuando Miércoles irrumpió en su habitación mientras Judith y las demás dormían. La morena dijo que por fin había encontrado un libro con el mismo símbolo que el dibujo, y estaba llena de teorías e ideas sobre lo que harían. Aurora ni siquiera se dio cuenta, pero cuando hizo ya estaba parada frente a una estatua mientras miraba y ayudaba a Miércoles a resolver acertijos que se les hicieron fáciles a las dos chicas.

Cuando terminaron, descubrieron una entrada aparentemente secreta, así que se adentraron en el lugar con curiosidad. Aurora se dio la vuelta cuando creyó oír algo extraño y se sorprendió cuando su visión fue cubierta por una tela oscura y sus manos fueron atadas para que no pudiera atacar a sus secuestradores.

 Antes de que Aurora pudiera siquiera preocuparse, fue atada a una silla y luego su visión regresó cuando sus secuestradores se revelaron, fue fácil reconocer a tres de ellos, Bianca por los ojos claros detrás de las mismas máscaras oscuras que Aurora encontró debajo de la cama de Rowan, Ajax por la sonrisa de lado que no podía disimular incluso cuando trataba de parecer intimidante, y finalmente, Xavier, por su olor, proximidad y postura.

—¿Quién se atreve a violar nuestro santuario privado? —Bianca forzó la voz para que sonara aterradora, pero por desgracia para ella, no funcionó.

Miércoles miró a Aurora, que le devolvió la mirada severa, y las dos chicas volvieron a mirar nuevamente a su público.

—Puedes quitarte la máscara, Bianca —las dos hablaron al unísono y, entonces, una rueda de adolescentes enmascarados parecían frustrados al revelar sus identidades.

A Aurora le pareció gracioso, pero no lo suficiente como para hacerla reír y olvidar que su única pista sobre el misterioso asesino no era en realidad nada importante. 

—Estás más guapa con ella puesta —Miércoles continuó mirando fijamente a Bianca. Bianca sonrió, sinica, y Aurora se encogió de hombros.

—¿Cómo habéis entrado aquí? —preguntó Xavier a las dos chicas.

—Rowan dio una pista —respondió Aurora y luego le hizo una seña al chico—. Bolsillo izquierdo.

Xavier pareció no saber qué hacer durante los primeros cinco segundos, pero finalmente se acercó, agachándose cerca de la chica para alcanzar la página de su bolsillo donde estaba el dibujo.

—Rastreamos la marca de agua hasta la estatua de Poe —Miércoles comenzó una breve explicación—. Y luego resolvimos con facilidad el acertijo.

Uno de los estúpidos amigos de Bianca pareció sorprendido al saber que había un acertijo y que no se trataba de un simple chasquido de dedos. A partir de ese minuto, toda la conversación se volvió aburrida para Aurora; ahora se trataba de Bianca tratando de encontrar alguna manera de humillar a Miércoles y fracasando trágicamente.

—La pregunta es... —comenzó Bianca y Aurora por fin volvió a prestar atención— ¿Qué vamos a hacer con ellas? Sólo se permite estar aquí a los miembros.

Se hizo el silencio mientras los miembros intercambiaban miradas decisivas; la chica empezaba a cansarse cuando ellos volvieron a hablar.

—Yo digo que las aceptemos —habló Xavier con firmeza, atrayendo la atención de todos hacia sí. Se oyeron murmullos y Aurora puso los ojos en blanco—. Es su legado.

Él señaló la foto de Gómez y Morticia Addams que colgaba de la pared, y con eso Aurora decidió que el lugar no le pertenecía, eran los padres de Miércoles, ella tenía derecho al legado.

Mientras Aurora reflexionaba sobre esto, una discusión sobre el mérito de las chicas fue iniciada por los demás y eso fue más que suficiente para Aurora.

—Muy bien, dejad que yo lo solucione por vosotros —Aurora se levantó de la silla, le entregó a Xavier la cuerda que antes le ataba las muñecas y le quitó el dibujo de encima. Al coger el dibujo, sus manos se tocaron y la chica tuvo que hacer un esfuerzo para apartarse—. No me apetece unirme a este club.

—No nos apetece —Miércoles también se levantó y tiró la cuerda al suelo, demostrando a todos que eso fue inútil para ellas.

—¿De verdad nos estáis rechazando? —les preguntó Bianca desconcertada.

—Increíble, ¿verdad? —se burló Miércoles.

Las Addams caminaron juntas hacia la salida, pero fueron interrumpidas por uno de los amigos de Bianca, lo que no sirvió de nada ya que bastó un solo susurro de Miércoles para que las dejara ir.

Esa noche, Aurora no durmió, en lugar de eso fue al dormitorio de Miércoles, donde se preguntaron en silencio si sería el final compartido de Nunca Más. Y al analizar más a fondo el libro, descubrieron que además de ellas dos, también compartían el apocalipsis con una tercera figura, un peregrino.

Al amanecer, Aurora Addams estaba apoyada contra la pared, necesitaba dormir y le hubiera gustado hacerlo durante todo el día, pero desgraciadamente aquella no era la mejor mañana para cumplir sus deseos. La muchacha de cabellos violetas escuchaba los anuncios de la directora acerca de que los alumnos debían presentarse al trabajo de voluntariado a las diez de la mañana y ni un minuto más tarde.

—Vaya, ¿eres la nueva vampira de la escuela? —preguntó Judith, acercándose mientras sorbía un batido de fresa— Ni siquiera yo tengo unas ojeras tan profundas... toma, necesitas una de estas.

Judith le tendió unas gafas de sol muy parecidas a las que llevaba ella, con la única diferencia del color: las de la pelirroja eran rosas y la de la Addams negras.

—Gracias —agradeció Aurora a la chica mientras salían del lugar. Judith se acercó a Enid para comentarle sobre el baile que presentarían.

Aurora caminaba en dirección a su prima cuando recibió instrucciones sobre dónde alojarse para ayudar a representar a la escuela Nunca Más. La decepción en el rostro de Aurora podía verse desde lejos cuando leyó las palabras escritas en el papel.

—¿Weathervane? —Aurora arrugó el papel con las manos, a su lado pasaron Ajax y Xavier—. ¿Voy a tener que pasar el día haciendo café con ese energúmeno?

—¡Eh! No hables así de mi hermano Xavier —Ajax pasó el brazo alrededor de los hombros de Xavier—. Sé que está un poco lesionado...

—Vale, ya basta de defenderme, tío —Xavier le tapó la boca a su amigo.

—¿Tú también vas a estar en Weathervane? —preguntó Aurora, viendo a Xavier asentir con la cabeza.

—Sí, parece que seremos, tú, yo, y tu gran amigo Tyler —dijo Xavier en un intento de averiguar algo sobre su relación, pero fue una mala idea porque mientras él hablaba, Miércoles hizo un gesto con la mano y eso le quitó la atención de la chica.

—Sí, claro, hasta luego. —Aurora siguió caminando, dejando atrás a los dos chicos y consiguiendo llegar a Miércoles—. No me ha tocado Mundo Peregrino, ¡y aun así tendré que quedarme todo el día con ese imbécil!

—¿Xavier?

—¡No! ¿Por qué todo el mundo pregunta eso? —Aurora frunció el ceño.

—Es la esperanza de que lo superes —Miércoles se encogió de hombros—. A mí sí me ha tocado Mundo Peregrino.

—¿Cómo? —preguntó Aurora boquiabierta.

—Ha pasado sin más —dijo Miércoles, que parecía más contenta que cualquier otro día—. Voy a pasar el día en un antiguo sótano.

—¿Y ahora qué vamos a hacer? —preguntó Aurora, no sorprendida por el flechazo de Enid con Ajax— No estaremos cerca la una de la otra, así que ¿cómo vamos a─

—Tú habla con Xavier sobre las discusiones con Rowan, Cosa irá contigo. Cuando diga algo útil, le pides a Cosa que me busque —explicó Miércoles para concluir.

El trayecto hasta el pueblo fue corto y Aurora tuvo que esperar a ser de las últimas en abandonar el vehículo que los había llevado. Desanimada, la chica se arrastró por la acera hasta encontrarse con Xavier, que estaba de cara a una pared blanca, muy serio.

—¿Se supone que debo ver algo ahí? —preguntó Aurora, de pie a su lado y de cara a la misma pared blanca— ¿Hay algo que ver?

—La última vez sí —respondió Xavier con los brazos cruzados y sin mucho ánimo.

—¿Sigues enfadado por mi rechazo a tu club de lectura? —preguntó Aurora mientras se daba la vuelta, notando la cara de infelicidad del chico.

—No lo sé, me arriesgué por ti... por vosotras —contestó él, pero aún parecía descontento.

—Tú y yo sabemos que no has hecho esto por mí ni por Miércoles, sólo quieres librar esa guerra fría que te traes con Bianca y nadie quiere estar en medio de eso. —Aurora puso los ojos en blanco, llamando por fin la atención del chico— Además, tengo muchas otras responsabilidades, no puedo asumir una más uniéndome a esta facción —se burló.

—¿En serio? ¿Como qué? —preguntó Xavier.

—Como ayudar a Miércoles a rastrear al monstruo que mató a tu compañero de cuarto —respondió Aurora.

—¿Y existe alguna responsabilidad que tengas que no implique ayudar a Miércoles con alguna cosa? —preguntó Xavier y Aurora lo miró fijamente pero no dijo nada—. Y por última vez, ¡a Rowan lo expulsaron!

—¿En serio? ¿Y has vuelto a hablar con él? Erais amigos, ¿no? —preguntó Aurora, aunque ya sabía la respuesta.

—Le he escrito un par de veces, pero aún no me ha contestado —respondió Xavier después de dudar.

—Y nunca lo hará —Aurora se puso de brazos cruzados.

—Para ya con eso, lo más probable es que esté intentando dejar Nunca Más en el pasado —explicó Xavier.

—O está muerto —añadió Aurora.

—¿Por qué te preocupa tanto? —Xavier echó a andar y Aurora lo siguió—. Ni siquiera te importaba cuando estaba aquí.

—La mayoría de la gente me da igual, pero él intentó matarme, así que llamó mi atención —dijo Aurora, y la forma en que decía estas cosas con tanta calma era preocupante—. ¿Y tú por qué no te preocupas?

Xavier no contestó, pero no importó, la chica ya sabía la respuesta, y antes de que entraran a preparar café, Aurora lo detuvo para mostrarle lo que llevaba en su mochila y sacó el libro morado que Miércoles había robado de la Belladona.

—¿Has robado eso? —Los ojos de Xavier se abrieron de par en par y Aurora asintió—. ¿Por qué te interesa tanto un viejo diario de la Belladona?

—Anoche no parecías sorprendido cuando viste el dibujo —Aurora le enseñó la página, esta vez completa—. Eso es porque ya lo habías visto antes, ¿verdad?

Xavier la miró como si supiera que no había otra salida, y realmente no la había, así que resopló.

—Sí. Un poco antes del Festival de la Cosecha —reveló y Aurora guardó el libro—. Estaba abierto en la mesa de Rowan, así que asumí que lo había robado cuando lo expulsamos del club. Luego, le pregunté y se puso como una auténtica furia.

Aurora se quedó en silencio, recordando lo que Miércoles le había contado que había visto en una de sus visiones. En la que Xavier y Rowan discutían y Rowan le atacaba.

—Te atacó, te lanzó contra la pared con su telequinesis —dijo Aurora antes de que pudiera controlarlo—. Así como hice yo.

—No, no, no... —Él le tocó el brazo como si ella fuera a huir en cualquier momento—. Eso no fue para nada como tú.

Aurora asintió, aunque no le creía a ciencia cierta. Xavier estaba a punto de decir algo más, pero apareció Tyler, sobresaltando a Aurora, que dio un paso atrás, dándole al Thorpe la impresión de que intentaba huir en presencia de Tyler.

—Lo siento, sólo he venido a llamar a las personas que van a hacer el trabajo de voluntariado. —El chico parecía avergonzado de interrumpir y empeoró cuando se dio cuenta de que eran ellos dos los voluntarios— Ah, sois vosotros... sí, pasad.

Aurora entró primero y luego Xavier, que la vio aún mirando el viejo dibujo.

—Es raro que aparezcas ahí. El diario tiene... ¿qué, unos treinta años? ¿Y qué hace Crackstone en el dibujo con vosotras? —Xavier señaló a la tercera persona en el dibujo.

—¿Sabes quién es? —preguntó Aurora interesada.

—Sí, es Joseph Crackstone —Xavier sonrió—. El fundador de Jericho. Alguien muy importante aquí.

Aurora vio que Tyler llamaba a Xavier para decirle lo que tenía que hacer y aprovechó para agacharse y sacar a Cosa de la mochila.

—Bien, ve con Miércoles y cuéntale todo lo que has oído —ordenó Aurora y vio cómo Cosa le preguntaba si estaba segura—. Claro, dile lo útil, habla del fundador, ¡ve!

Aurora observó cómo Cosa escapaba sin ser vista y luego se volvió hacia Tyler, que tenía un delantal rojo en las manos y se lo estaba ofreciendo.

—Ni de coña —le cortó Aurora bruscamente.

—Es trabajo de voluntariado —señaló el chico.

—No es voluntario si no tengo elección —replicó Aurora—. Y yo no me visto de rojo, nunca, odio el rojo.

Tyler estaba a punto de decir algo más, pero Ajax entró en el lugar con entusiasmo.

—El alcalde quiere hablar con nosotros, ¡ven Xavier! —dijo Ajax, ya tirando de la mano de Aurora.

—Esperad... —Xavier se quitó el delantal y luego echó a correr tras los dos que ya estaban lejos.

—¡Rápido, Xavier! —Aurora le tendió la mano al chico mientras se reía con Ayax y seguían corriendo.

Xavier finalmente tomó su mano y los tres corrieron juntos hacia el centro del pueblo, donde el resto de los estudiantes de Nunca Más ya estaban ahí. Los tres fueron los últimos en llegar y la gente miraba en su dirección, algunos con curiosidad, otros con disgusto —como Bianca y Weems—, y otros simplemente se quedaban mirando.

Aurora se alejó de los dos chicos y se detuvo junto a Miércoles para escuchar el discurso del alcalde, que llevaba una sonrisa forzada en la cara.

—¿Ya te lo ha contado Cosa? —susurró Aurora a su prima.

—Sí, y mira —Miércoles señaló con la cabeza uno de los muchos carteles que colgaban por el pueblo—. Ese es Crackstone, iré a Mundo Peregrino a ver qué puedo averiguar.

Aurora asintió, sin dejar de mirar el cartel; los ojos de Crackstone le parecían familiares de alguna manera. Ni siquiera se dio cuenta de que el anuncio del alcalde había terminado y de que todos se estaban yendo a sus respectivos lugares.

—Vamos, Aurora, tenemos que irnos —Xavier la arrastró de vuelta al mundo real y ella lo siguió.

Cuando llegaron, encontró a Tyler con un delantal negro en la mano y una sonrisa que decía «he ganado». Aurora se lo arrebató de la mano sin mucho entusiasmo.

—Vas a anotar los pedidos, ¿vale? Es fácil y si necesitas ayuda, llámame —Tyler le tendió un bloc de notas y un bolígrafo y luego sonrió—. Buena suerte.

Aurora se paró junto a Xavier, que se había quedado a cargo de la máquina de café.

—No puedo creer que tenga que hablar con él más de cinco minutos —se quejó Aurora, mirando con rabia a Tyler.

—¿Vosotros no sois como, súper cercanos? —preguntó Xavier con la intención de averiguar algo sobre ellos dos.

—¿Tyler y yo? —Aurora frunció el ceño.

—Sí, ¿no tenéis algo? —preguntó Xavier y vio que Aurora hacía una mueca de asco.

—Claro que no, es Tyler, ¡es horrible! —dijo Aurora.

Xavier parecía confundido.

—Pero pensé que...

—No, es cercano a Miércoles, por eso tengo que aguantarlo. Lo odio, desde que él y sus amigos... —Aurora dejó de hablar cuando vio entrar a un cliente, sacó una piruleta morada de su bolsillo y luego probó el único dulce que a ella realmente le gustaba. Al darse cuenta de que Xavier la estaba mirando, cogió otra piruleta y se la ofreció— ¿Quieres?

Por alguna razón, Xavier tenía una gran sonrisa en la cara y aceptó la piruleta, dejando un beso en la mejilla de Aurora antes de volver detrás del mostrador. El primer cliente fue el único al que la Addams saludó con una sonrisa.

La mañana pasó volando y, debido al festival, Aurora tuvo que atender el doble de clientes de lo que normalmente atendería si trabajara allí todos los días. Al menos eso es lo que decía Tyler y ella fingía no oír.

—Espero no tener que volver a hacer esto nunca más —Aurora se tiró al suelo detrás del mostrador, el local no estaba muy concurrido por el momento y Tyler podía encargarse.

—¿Socializar? —preguntó Xavier con una sonrisa juguetona en la cara, estaba sentado al lado de ella.

—Estar en un lugar tan ruidoso —Aurora sonrió, abrazándose las rodillas—. Pero eso también.

Xavier asintió y entonces empezó a rebuscar en sus bolsillos, buscando algo que Aurora no sabía lo que era, hasta que se dio la vuelta con unos auriculares con cable en las manos.

—Quizá esto te ayude —se lo entregó y Aurora se puso los auriculares y esperó a que sonara la música.

Cuando Xavier conectó su propia playlist, la chica Addams se echó a reír.

—¿Estás intentando quemarme los tímpanos?

"Moments" de One Direction sonaba en ese momento y Xavier se rió ante la mueca de la chica, que a pesar de quejarse durante toda la canción, no se quitó los auriculares en ningún momento.

Cuando terminó, Aurora por fin consiguió elegir una canción que no le diera ganas de morirse. Ahora sonaba algo de Joe Hisaishi, probablemente la banda sonora de una película que ella nunca había visto.

Xavier le preguntó si podía oírle, y ella no podía, pero sabía leer los labios porque había recibido clases, como la mayoría de su familia. Así que negó y el chico asintió, no dijo más nada pero se estiró, recostando la cabeza en su regazo.

Aurora contuvo la respiración y permaneció quieta durante un minuto entero, no sabía cómo reaccionar, ni qué hacer, así que se quedó allí parada.

Un segundo después, ambos tuvieron que levantarse para ayudar a Tyler, y Aurora se topó con la directora Weems, que la miró a ella y a Xavier como quien intentara advertir de que aquello de ninguna manera iba a acabar bien.

El alcalde del pueblo estaba allí y la señora Thornhill, que como siempre sonreía amablemente al verla.

—¿Ya habéis sido atendidos? —preguntó Aurora sin mucho entusiasmo, deseando seguir escondida detrás del mostrador.

—Esta es la señorita Addams, se acuerda de ella, ¿verdad? —la señora Weems señaló al alcalde.

De nuevo, sus miradas pasaron de ella a Xavier, como si necesitaran recordar sus errores para reconocer quién era ella.

—La recuerdo, por supuesto —él sonrió de forma visiblemente falsa. El alcalde la miró por segunda vez y luego frunció el ceño como si recordara algo—. Esos ojos me resultan tan familiares... ¿No le resultan familiares, Weems?

—Son azules y muy comunes, el diez por ciento de la población los tiene de este color —Aurora le cortó porque odiaba la falsa simpatía, y eso era lo que destilaba el alcalde—. Incluso aquí en la cafetería hay al menos cinco personas con los mismos ojos.

A Aurora no le gustaban muchas cosas de sí misma, pero sobre todo no le gustaban sus ojos, porque eran herencia de su madre.

Y con la distracción de su mal humor, Aurora Addams miró la puerta transparente y entonces notó una presencia encapuchada, alguien que parecía mirar profundamente en su alma con sus ojos rojos.

La Addams no dudó en caminar hacia la entrada, y mientras caminaba, aquella cosa no se movió, Aurora abrió la puerta y luego se detuvo frente a la figura.

Antes de que pudiera decir nada, la presencia frente a ella levantó el brazo y le puso la mano sobre el hombro.

Ese fue el último recuerdo de Aurora Addams antes de que su visión se oscureciera.


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