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CAPÍTULO TRES
DARKBLADE
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SINTIÓ LOS CHORROS de agua tibia sobre su entumecido cuerpo debido a la hora de ejercicio a la que estuvo expuesto hace un rato, ya que, su trabajo para mantenerse en forma de lo exigía, pero no se quejaba, era por salud y también ganaba resistencia y eso le servía de mucho a la hora de ser Chat Noir.

Cuando termino de ducharse tomo una toalla blanca y la enrollo en su cintura y posteriormente lavó sus dientes viéndose al espejo. Cuando finalizo intento darse una sonrisa a sí mismo pero el asunto con su Lady aún lo tenía deprimido.

No conocía al otro chico y ya lo odiaba, y aunque no lo admitiera en voz alta también lo admiraba, quien sabe que tantas cosas habrá hecho para ganarse el corazón de una gran chica, no cualquiera. Y que además fuera tan fiel a él, que ni todos sus coqueteos lograban causarle algún otro sentimiento más que de amistad.

Salió de su baño dejando salir todo el vapor que se acumuló dentro nublando por leves instantes su vista pero cuando esté se disperso logró divisar una abundante cabellera negra en su sofá.

Soltó un pequeño grito del asombro llevando una de sus manos al pecho.

La chica sonrió burlona dejando de lado su móvil.

— Surprise mother fucker.

— ¿Q-Qué? ¡¿Cómo entraste?!

— Nathalie me dejó pasar. — Se encogió de hombros.

— Ah — Asintió lento — ¿Y qué haces aquí? — Preguntó intentando cubrir su cuerpo — Digo, no es que no sea una grata sorpresa tenerte aquí. — Rió nervioso.

La chica sonrió de oreja a oreja por su anterior comentario.

— Vamos a salir.

Adrien por alguna razón miró a su alrededor como si fuera a encontrar una cámara escondida o algo parecido pero al no saber que hacer terminó por suspirar rindiéndose.

— Mmm okey... — Aceptó inseguro — Pero ¿Puedo ponerme ropa primero?

— Que delicado. Nos bañábamos juntos.

— ¡Cuando teníamos cuatro años! — Respondió exasperado haciéndola rodar los ojos — ¿Y cómo saldremos? — Cambio de tema — Debo pedirle permiso a mi padre

— Yo lo convenzo, — Aseguró con una sonrisa segura pero después cambio a una mueca — espero. — Dijo nerviosa — ¿Sabes que? ¿Quién dice que vamos a pedir permiso? Vamos, te dije que necesitas distraerte para olvidar a la torpe que rompió tu corazón y a eso vamos.

Adrien soltó una risa comenzando a tomar la ropa que dejó en su cama para luego volver al baño a cambiarse.

— Suena tentador, pero aprecio mi vida. — Dijo desde adentro.

Isabelle suspiró aburrida.

— Bueno. — Hablo rendida — Tendré que inventarme una muy buena historia.





— No puedo creer que te creyera. — Hablo aún anonadado por la ridícula excusa que Isabelle le presentó a su padre para dejarlo salir.

— ¿Qué tiene de malo? Sonó convincente para mí. — Se encogió de hombros.

— ¿Desde cuándo tenemos afición por las nubes? — Preguntó retórico aún sin creerlo.

Isabelle le soltó al gran Gabriel Agreste un largo discurso donde le pidió permiso para que el rubio saliera con ella ya que una vez a la semana el club de observadores de nubes se reunía en el parque y de verdad ambos deseaban admirar el paisaje que la madre naturaleza les regalaba en el cielo.

Increíblemente no puso mucha resistencia al dejarlo ir.

— Hace media hora. — Confesó — Igual, si te pregunta, vimos nubes con formas de cirros, estratos, cúmulos y cumulonimbos. — Adrien se inclino hacia atrás mirándola como si trajera monos en la cara preguntándose internamente que ocurría en su cabeza, a lo cual, ella rodó los ojos — Se que se supone que son diez tipos, pero ya la olvide. Estudie muy poco para pasar con Gabriel.

— Vaya... — Dijo sin aliento hasta que sacudió su cabeza — ¿Y... adónde me llevas?

La chica hizo una mueca pensativa hasta que se encogió de hombros.

— No lo se, siempre se cruza algo. — Miró a su alrededor buscando algo interesante que hacer, en tanto el ojiverde no pudo creer lo que pasaba. Él siempre era tan organizado y cuidadoso, era la primera vez en mucho tiempo que salía a la calle, por mero gusto de civil, sin saber lo que ocurriría — ¡Uff, bingo! — Lo sacó de sus pensamientos al tomarlo del brazo emocionada, cayendo en cuenta de que lo tiraba hacia la pista de patinaje — ¿Sabes patinar sobre hielo, verdad?

— Claro que si. — Asintió más relajado.

— Entonces ven, — Camino más rápido con él pisándole los talones — ¡Enséñame!






Habían ingresado y pagado por su media hora de renta de patines y así pasar un buen rato. Isabelle se había propuesto a si misma que no descuidaría a su mejor amigo para que no cayera en la tristeza de que una chica había roto su corazón, esperaba nunca cruzarse con ella porque de ser así no sabría que tanto podría perder sus modales y decirle de todo a la cara.

El par seguía charlando de varios sucesos del pasado que ambos recordaban con mucho cariño mientras se colocaban los patines y en eso, por alguna razón, el chico se perdió entre el ruido de su alrededor y miró con cierta profundidad a su amiga que quedó perdido analizando su perfil y como sus labios de color durazno seguían moviéndose sin parar durando así varios minutos hasta que su mirada esmeralda se encontró con la ojiazul de Isabelle, cayendo en cuenta que esperaba su respuesta para algo que le había dicho anteriormente y no escucho.

— ¿Ah, qué? — Preguntó fuera de órbita.

— Que lo hagas como el conejito. — Musitó casual pero Adrien, como millonésima vez en el rato que llevaban juntos, la vio de forma extraña y ante eso, ella tomó una postura ofendida.

— No me digas que lo olvidaste. — Regañó —  Agh, ven acá. — La pelinegra se agacho hacia sus pies tomando las agujetas de los patines de su amigo, creyendo que por eso su demora — Señor conejo y señora coneja, ellos se aman mucho que se llenan de besos y... bueno sabes que sigue... — Omitió la parte en la que un extremo debía pasar por debajo del anterior nudo y él rió — Y, ahora, apretamos...

La chica hizo lo mismo con el otro pie y al terminar, el rubio dale sonrió nostálgico, ya lo recordaba, fue la forma en la que su madre les enseñó a atar sus cordones.

Sin querer ponerse melancólicos. Isabelle le extendió su mano para ponerlo de pie y así a grandes zancadas — por los patines — ambos fueron directo al hielo, que, desde el momento en el que la pelinegra puso un pie en el su trasero terminó en el suelo. Y no fue solo una, sino en varias ocasiones.

Adrien patinaba en reversa mientras sostenía de ambas manos a Isabelle que intentaba seguirlo a un ritmo más lento intentando no perder el equilibrio pero cada que sus pies resbalaban y la abrían de piernas o la mandaban hacia delante o atrás y que el ojiverde debía improvisar alguna maniobra para evitar que ambos cayeran, más que frustrados los tenia muertos de risa.

No fue hasta que dos niños de nos más de once años entraron a la pista sin supervisión pero no parecían tener dificultades con el patinaje, así que todo pudo seguir bien de no ser por qué uno de los infantes decidió hacerle una broma al menor de ellos empujándolo levemente con su hombro, causando que pierda el equilibrio justo cuando pasaba a lado de Adrien e Isabelle, pero antes de que el niño pudiera tocar el suelo, la pelinegra se soltó rápidamente de su amigo y tomó al pequeño entre brazos evitando una fea caída.

El pequeño le sonrió tímidamente y musitó un «gracias» para después alejarse con el que parecía ser su hermano hacia otro chico mayor que recién iba entrando a la pista y que le regaló una sonrisa en agradecimiento a Isabelle, la cuál correspondió.

Pero cuando la anterior nombrada regresó la vista hacia su amigo se encontró con este viéndola de forma acusadora al descubrir que estuvo fingiendo patinar mal todo el rato. No estaba molesto, de hecho se sintió tonto al no deducirlo antes sabiendo que ella practicaba ballet.

El chico se cruzó de brazos socarrón y ella sonrió nerviosa.

— Pero te distrajiste, ¿no? — Habló inocente y él rendido se deshizo de su pose hasta asentir con una sonrisa divertida.

Nuevamente ese sentimiento se instaló en su pecho. Era extraño, pero adictivo, como la adrenalina que sentía cuando saltaba de techo en techo en dirección a enfrentarse a un akuma y cuando estaba por hacer algo alocado, algo que era poco usual — por no decir imposible — que ocurriera como Adrien. Estaba ansioso y parecía uno de esos muñecos a los que les das cuerda por las espaldas, quería ser como Isabelle, tan auténtica y sin preocuparse de más, solo pasar el rato.

Quería arriesgarse, hacer algo nuevo y diferente.

— ¿Quieres hacer algo divertido? — Preguntó mientras ella se acercaba patinando normal hacia él.

— Claro que si quiero. — Respondió de inmediato y después de un asentimiento la tomó de la mano para llevarla a la salida.

— Vamos.





La chica sirvió de la botella de sidra en dos vasos de plástico y ambos fingiendo caras estiradas levantaron sus dedos meñiques haciendo un exagerado brindis que incluso imitaron el sonido de verdaderas copas golpeándose.

Más, a los pocos segundos se deshicieron de sus poses erguidas tomando unas más relajadas sobre aquella manta mientras observaban cómo el sol se iba metiendo poco a poco en aquel estacionamiento abandonado que el chico alguna vez descubrió mientras hacía un patrullaje. Cuando estaba tan cansado de su vida como el perfecto modelo Agreste, de vez en cuando iba a aquel lugar simplemente a ver a la nada y despejarse. Y ahora le hacía feliz compartirlo con alguien.

Pues aunque el silencio fuera el remedio clave cuando estabas demasiado abrumado, él estaba harto de eso, siempre era oír a sus maestros, murmuros de sus compañeros sin poder integrarse completamente, la deprimente música de su piano, en fin, cosas rutinarias, pero el solo deseaba escuchar voces, que le respondieran y hablaran con él, estar con alguien.

Y ahora con Isabelle en Paris, fue como si la chica se hubiera vuelto su sombra y estaba tan cómodo con esa idea que aunque no fuera así, lo haría posible.

Siguieron tomando y charlando escuchando la música de uno de sus celulares en volumen bajo, intercambiando más anécdotas perdidas en el tiempo que hubieran querido vivir con el otro pero que por razones obvias les fue imposible.

— ...Le tenía tanto miedo al dentista que lo mordí y casi me ahogo por ello. — Admitió avergonzado sacándole una carcajada a su acompañante — No te burles, no me volvió a agendar.

— Son cosas que pasan, supongo. — Intento hacerlo sentir mejor — A ver, personaje favorito de FRIENDS. — Ambos se miraron con una sonrisa picarona.

— Phoebe. — Exclamaron al mismo tiempo.

— ¡Diablos, si! Es la puta ama. — Tomó un sorbo de su bebida y en aquel silencio pudo poner atención a la letra de la canción que sonaba en ese momento. — ¡Ah, esa parte me mata! — Subió el volumen del móvil y Adrien sintió un nudo en el estómago al reconocer igual la famosa canción de las Spice Girls y sabiendo que su amiga la cantaría mal, como siempre, desde que tiene memoria.

La ojiazul lo miró emocionada al acercarse su verso favorito, en tanto Adrien negó con la cabeza pero poco o nada le importo a la chica Van-Cleef pues tomó una respiración profunda dispuesta a cantar.

So, here's a story from A to Z. You wanna get with me, you gotta listen carefully. We got Em in the place who likes it in your face, you got G like MC who likes it on. — Tomó aire atrasándose unos cuantos segundos en la sintonía — Easy V doesn't come for free, she's a real lady and as for me, ha you'll see. — Forzó su voz en un movimiento exagerado — Slow your body is all us for around. ¡Slow your body is all us for around!

Slam your body down and wind it all around. — Corrigió y ella lo miró con una mueca — Aunque, vas mejorando.

— Por poco... — refunfuñó — No lo hice tan mal, algún día seré una estrella de rap. — Aseguró poniéndose sus lentes de sol adoptando una pose.

— ¿Ah, estás segura? — Ella asintió a lo cual, el chico Agreste tomó el teléfono poniendo una canción de una famosa rapera — Si cantas la parte rápida sin equivocarte, te compro un chocolate.

— ¿Uno? — Levantó una de sus cejas insegura por el trato tan mediocre.

— Bueno, dos. — Lo miró mal mientras susurraba un ligero "tacaño" haciéndolo reír.






Acomodó su teléfono mientras la cámara enfocaba en una pequeña repisa de vidrio junto a otros productos de limpieza a la vez que con su otra mano cepillaba sus dientes, igual que su mejor amigo al otro lado de la llamada.

Peroh yo cjreo que ejo de jer prejidente ej mucha reponjabilidad.

— ¿Quéj?

Ambos se miraron con muecas para terminar por escupir la espuma de la pasta dental que se había acumulado en sus bocas.

— Ahora si ¿qué dijiste? — preguntó la chica limpiándose los alrededores de sus labios con una toalla.

— Que ser presidente escolar es mucha responsabilidad ¿Chloé esta consciente, verdad? — Preguntó inseguro.

— Espero, porque ya tengo la campaña perfecta. — Hablo en un tono soñador viendo a la nada mientras imaginaba su próxima obra de arte.

— Te creo, les quedará increíble. — Bostezo yendo a su cama.

— No inventes, son las diez ¿Ya tienes sueño? — Acercó su cara al celular — ¿O ya te aburrí?

El chico sonrió ladino.

— Jamás me aburriría de ti.











Se sentía como si hubiera sido disparado hacia las estrellas y ahora quería apuntar al corazón. Momentáneamente fue como si lo llevara lejos, y lo hizo bien incluso juraba comportarse bien con tal de huir pero no de ella. Ahora ella tenía el control.

Reía al escucharla decir después de un chiste como nunca había dejado de ser ese pequeño niño juguetón con ego grande, pero no le importaba en lo absoluto. Esto era así y estaba complacido. Ninguno trataba de controlarse, parecía que con solo mirarse a los ojos se poseían y abrían miles de puertas a su pasado donde aún eran almas inocentes jugando en el jardín trasero.

Estar roto no se sentía bien, absolutamente. Pero cuando estaba junto a ese rayo de luz le hacía creer que tenía la llave para sus problemas. Un sol, una fiesta, un carnaval entero de emociones la describía a la perfección, alguien que solo vivía su vida sin importarle qué. Si el quería volar como un ave ella lo tomaba de la mano y lo convertía en un cohete.

Algo comenzaba a suceder y ya no había marcha atrás.

Dejo de prestarle atención a Plagg al escuchar la notificación en su teléfono. Rápido entro a Instagram al darse que Isabelle lo había etiquetado en una foto y cuando la vio sonrió inevitablemente.

Era ella con la rosa que le regaló hace un par de días, y la descripción decía:

« Del amor de mi vida »

Soltó una risa ante las ocurrencias de Isabelle, era extremadamente cariñosa y expresiva, a él no le molestaba para nada pero ya estaba comenzando a cansarse de las insinuaciones de Nino y Plagg. Ellos sólo eran amigos.

Bajo un poco más y se encontró con otra selfie de ella con el papá de Chloé, rodó los ojos divertido. Era temporada de elecciones y de seguro le hacía publicidad para que votaran por el y no tenía nada de malo, era un buen líder aunque al fin y al cabo los que se encargaban del crimen eran él y Ladybug.

— ¿De cacería tan rápido? — Bufo al sentir como la pequeña criatura negra rompía su burbuja — Hace apenas dos semanas que dejaste de pensar en Ladybug, tomaste muy literal el consejo de Chloé. — Le hizo burla mientras que Adrien lo miro cansado — Pero, tengo que admitirlo, es bonita.

— Solo somos amigos. — Dejó caer su cabeza hacia atrás harto — Y tú mejor que nadie sabe que aún no he superado a Ladybug.

— Patético — susurró su kwami pero el rubio lo escuchó perfectamente y reaccionó mirándolo mal. — Ladybug no te quiere, así qué tal vez sea hora de que cambies de tema, ¿verdad?

— Aún de ser así — comenzó — ¿Por qué sería diferente con Isabelle? — se recargo en su silla y Plagg lo miró incrédulo.

— Porque ella si te ha demostrado que te quiere, tienen mucha química, siempre están juntos. — comenzó a enumerar muchas de las razones pero Adrien lo paro en seco.

— Pero como amigos, Plagg. — Aclaró — Igual, también te recuerdo que hace unos días el chico de la pista de patinaje la invito a salir.

— Mmhh — asintió de acuerdo — también recuerdo que a ti no te gusto esa idea.

Adrien lo miro serio tratando de no lucir nervioso, se quedaba sin argumentos.

— Guardo el queso debajo del cajón de los jabones en el baño. — Bramó antes de que el interrogatorio siguiera y el pequeño gato negro abrió los ojos encantados con la noticia y voló rápidamente hacia el lugar buscando su añorado queso.

Respiro más tranquilo, tendría que cambiar el escondite para el Camembert de Plagg para que no se lo acabara tan rápido. Tuvo que interrumpir la serie de preguntas ya que ni el sabía lo que sentía, si, se molesto con el chico que quiso invitarla a salir de la nada, pero porque no lo conocían y no sabía sus intenciones, quería protegerla.

De pronto su computadora se encendió dando entrada a una nueva llamada. Suspiro al ver su fondo, ahora tenía una foto de él y Nino, como había dicho antes, se tuvo que deshacer todo lo que tuviera que ver con Ladybug y hasta ahora todo marchaba bien, dentro de lo que cabía.

Poco más de dos semanas habían transcurrido desde que Isabelle llego a Paris y que Ladybug rompió su corazón. A pesar de que se la pasaba muy bien con la primera ella logró notar algo de tristeza en él más nunca le preguntó la razón simplemente ha estado con él casi las veinticuatro horas del día lo cual le ha servido como distractor, aunque su tiempo se dividía en el y Nathaniel, no supo cuándo ambos se hicieron amigos pero Isabelle parecía muy concentrada en ayudarlo con su exposición de arte que sería la próxima semana.

Su vínculo con la pelinegra volvía a hacerse más fuerte igual a cuando eran niños, estas dos semanas junto a ella llegó a la conclusión de que estaba loca.

Siempre estaba sedienta de buscar hacer travesuras y pasear por la ciudad hasta los lugares más peligrosos en busca de algo interesante. Claro que él iba cubierto de nervios y cuidándola en caso de que un ladrón o un akuma aparecieran mientras que ella se paseaba como si nada y llamando la atención de todos a su alrededor. Y obviamente todo a escondidas de sus padres, ambos se habían vuelto muy buenos mentirosos ya que ambos adultos eran bastante protectores, no querían ni imaginarse como los castigarían si se enteraran.

En cambio con Ladybug las cosas seguían algo tensas. Como Chat Noir no dejo que sus sentimientos como Adrien interrumpieran las misiones y trató de no mencionar el tema pero su lady ya ni siquiera respondía a sus malos chistes, precia ignorarlo y estaba más cortante con él y no entendía porqué pero tampoco le pregunto a ella directamente. En cambio recurrió a la opinión femenina con Chlöe, nuevamente, pero claro que con un caso "hipotético", ni siquiera sospecho.

La rubia le dijo que aquello era normal en ciertas chicas, lo más probable era que quería dejar pasar tiempo para que él la superara y las cosas volvieran a ser como antes. En su mente concluyó que las chicas eran raras, él no necesitaba tiempo, solo quería que las cosas fueran como antes pero tampoco podía evitar estar molesto con ella, solo quería arreglar las cosas y ella simplemente actuaba como si no existiera sin contar el gran peligro que representaba en las misiones y por pura suerte estos días no habían tenido que enfrentarse a algún akuma.

Contesto la llamada y una sonrisa se formó en su rostro al notar que era Isabelle.

~ ¡Dime por favor que le entiendes a la tarea de química! — Fue lo primero que dijo apenas apareció en la gran pantalla.

— Hola, ¿cómo estás? — respondió sarcástico — ¿Yo? Pff super bien.

~ ¿No hay un botón que diga "omitir intro"? — La chica fingió que buscaba algo en su teclado haciendo reír a Adrien.

— Bueno, respondiendo a tu anterior pregunta, si, de hecho ya la termine ¿la quieres? — Ella asintió desenfrenadamente desesperada, no entendía nada de esa materia. — Okey, en un segundo te la envió, chauuu. — Se despidió.

~ Adiós bebu. — Finalmente colgó.

— Y todavía tienes la osadía de decir que ninguno trama algo. — Mencionó Plagg a sus espaldas a lo cual el rubio se cubrió el rostro cansado.

— ¡Porque no es así! — El kwami rodó los ojos y con un levantamiento de hombros se alejó de su portador con un simple « ay ajá »

Adrien se dispuso a ignorarlo y a tomarle fotos a su tarea de química para pasárselas a Isabelle. Cuando estuvo en su galería se encontró con la foto que se tomaron el fin de semana pasado en una pijamada, miró la foto por largos segundos con una pequeña sonrisa.

Una idea fugaz pasó por su mente y la ejecutó rápidamente antes de que Nathalie lo llamará para ir a la escuela. Terminó de publicar la foto en Instagram con la descripción « Mi b-f-f. <3 »

— Mmm linda foto. — Exclamó en un ronroneo el gato negro y Adrien le respondió con una sonrisa ladina.

— Lo sé, la van a amar.


















— ¡La odio, la odio, la odio! — soltó un pequeño grito de frustración mientras veía su teléfono, más específicamente la nueva publicación de Adrien.

— Tranquila Marinette, ahí claramente dice que solo son amigos. — Mencionó su kwami a su lado señalando la imagen.

— Tikki, — exclamó con frustración — igual puede pasar algo ahí, ¡mírala! — Puso su teléfono en la cara de la criatura — Es tan "oh Adrien, vámonos de viaje junto a mi rico padre, casémonos uh". — Imitó un tono chillón simulando la voz de Isabelle mientras que Tikki la observaba seria.

— No creo que suene así. — se cruzó de brazos ante la exageración de su portadora.

— Como sea igual- — abrió los ojos como si acabara de recordar algo — ¡Las elecciones de representante de clase son mañana! — Dijo exasperada.

— ¿Qué tiene eso de malo? — Preguntó la pequeña criatura roja con su voz chillona.

— Que Chlöe se está postulando para eso. — Hablo con cansancio — Y es la que menos se preocupa por los alumnos y más por ella misma.

— Bueno... — sonrió — Tal vez tú deberías postularte. — Ideó pero la peli azul la observó decepcionada.

— Lo haría pero ¿no crees que ya tengo suficiente con mis ocupaciones como Ladybug y la tarea escolar? — observó desanimada.

Quería lo mejor para sus compañeros y amigos pero no podía cargar con tal responsabilidad.

— No te subestimes, Marinette. — La apoyo sentándose sobre su cabeza — ¿Y qué harás con el asunto con Chat Noir? — suspiro pesadamente, otro problema.

— Supongo que lo mismo que he estado haciendo, ignorarlo. — hizo un levantamiento de hombros, le dolía estar así con su mejor amigo — Créeme Tikki, es por su bien.

— ¿Por qué no mejor hablas con él? — preguntó obvia a lo cual Marinette negó enseguida, esa monera una opción.



















— Chloé se postula como representante de clase. — mencionó la señorita Bustier. — ¿Tenemos algún otro candidato? — preguntó hacia la clase pero nadie dijo nada, todos estaban intimidados gracias a la mirada de advertencia de Chloé.

Isabelle sin notar aquello desde su asiento levantó sus pulgares animándola. De pronto Marinette — como siempre — llego tarde llamando la atención de todos.

— Bueno, tienen hasta el final del almuerzo para decidir si quieren ser candidatos.








Nuevamente en clase, todos esperaban por un valiente que se atreviera a enfrentar a Chlöe pero lo que nadie se esperaba era que Marinette fuera a levantar su mano.

La maestra les dijo a las competidoras que tendrían que desarrollar una campaña y preparar un discurso para mañana hacer la votación a lo cual ambas chicas estuvieron de acuerdo, pero la rubia guardaba sus trapos sucios para tener la elección ganada.

Sabía que sus compañeros votarían por Marinette solo por no querer votar por ella entonces tendría que hacer que ella se saliera de la competencia.








Isabelle y Chloé se encontraban en el ayuntamiento pensando estrategias para tener una buena racha y el voto de sus compañeros. Además de esperar a Jaged Stone, el cual se estaba hospedando en el hotel Bourgois y después de varios minutos de insistencia a su asistente y con las influencias del papá de Chlöe el par logró que diera autógrafos para así comprar votos.vh

— Tu no te preocupes cariño. Yo haré la mejor campaña publicitaria del mundo. — Dramatizó.


— Primero está Jaged, — lo señaló mientras este firmaba un disco para Rose — después tu discurso y con el toque final los convencerás de que eres la mejor opción porque tienes consejos directos de un gobernante. — Le guiño el ojo a lo cual Chloé se lanzó a sus brazos emocionada y agradecida.

Isabelle apenas llevaba dos semanas en su escuela, no conocía bien a los amigos de Adrien y Chloé por lo que tuvo que irse por lo superficial pero ya abría momento para escuchar sus propuestas y peticiones, además, con las influencias de Chloé no era nada difícil hacerlas realidad.

— Gracias, gracias, gracias. — Tomó sus manos — Sin ti estaría perdida, Sabrina era la que se encargaba de estas cosas así que...

— Vas a ganar, ya veras. — Sonrió dulcemente — Eres mi amiga y te apoyo. — No fue hasta que Isabelle miró detrás de la rubia y soltó una sonrisa al ver a Adrien a lo lejos entrando. Inmediatamente corrió a saludarlo con un abrazo y un sonoro beso en la mejilla dejándolo algo aturdido para después jalarlo hasta donde estaba Chloé.

Varios de la clase notaron aquello, como todas las muestras de afecto que tenían. No es que fueran chismosos o algo por el estilo pero tenían curiosidad por saber si tenían algo a pesar de que estos solo dijeran que eran amigos.

Chloé podría tener la mejor estrategia de campaña pero aún así no evitaban sus ganas de hundir a Marinette, de verdad odiaba a la franco-china y con un exitoso político en su familia tenía muy claro cómo ganar, seguiría sus pasos. El secreto más antiguo para ganar en la política era arruinando la reputación de tu rival.

Entonces cuando Isabelle y Adrien se alejaron para ir por su autógrafo de Jaged la rubia aprovechó para acercarse a Kim, con el cual había aprovechado su enamoramiento hacia ella para que le hiciera un pequeño favor.

— ¿Y? ¿Lo tienes? — preguntó ansiosa.

— Mmm algo así — rasco su nuca nervioso mientras escondía su otra mano.

— ¿Cómo que "algo así"? — grito/susurró para no llamar la atención de los demás — Es una pregunta fácil de "si o no".

— Bueno... encontré su diario — La rubia frente a él chillo emocionada pero él algo avergonzado mostró su mano atrapada en una pequeña caja rosa. — Y luego pasó esto.

Ella lo miro incrédula hasta terminar bufando frustrada.

— Busca como arreglarlo, ahora. — dijo amenazante.

Se alejó de él borrando su expresión molesta por una sonrisa.

Más esta nuevamente cambio a una mueca fastidiada al ver quien había llegado. Se dirigió hasta la peliazul con un gesto amable totalmente falso hasta tomarla del hombro.

— Hola Marinette. — saludo con hipocresía mientras apretaba con fuerza el hombro de la más baja — Necesito hablar contigo.

Sin esperar respuesta la jalo hasta el pilar donde aún se escondía Kim tratando de sacar su mano de la caja de su diario y tener una conversación nada amigable.

Del otro lado del lugar se encontraban Adrien e Isabelle jugueteando entre ellos. El punto de su pequeño juego era que él atrapara con la boca las pequeñas nueces que la pelinegra lanzaba en su dirección, el rubio no tuvo mucho éxito pues solo había alcanzado cuatro de catorce.

— Okey basta — Puso sus manos sobre las de la chica antes de que lanzara otro fruto seco. — Me caen más en los ojos que en la boca. — Isabelle rio divertida y siguió comiendo por su cuenta la pequeña bolsa de nueces que ambos robaron hace unos minutos del escritorio de la recepcionista — Oye... no había visto tu vestido — la tomó de la mano y le dio una vuelta admirándola, llevaba un bello vestido amarillo con una franja negra al final de este — Pareces una abeja. — Exclamó burlón.

La chica lo miro con una sonrisa con la boca abierta para después golpear levemente su hombro.

— Cállate, es para la campaña team Chloé. — Ondeó el vestido en el aire presumiéndolo, era muy bello, aunque ella prefería el color azul.

— Te queda bien. — Volvió a tomar su mano para darle vuelta pero esta vez solo fue media pues cuando Isabelle estuvo de espaldas el la aproximó a su cuerpo abrazándola y terminando por posar su barbilla en su cabeza.

Segundos de silencio nada incómodo pasaron cómodamente. Simplemente disfrutaban el uno del otro. Era increíble como parecía casi un delito separarse el uno del otro, fueron tantos años...

No fue hasta que Isabelle terminó por romper el silencio con una noticia fría que soltó de repente.

— Cristian no responde mis mensajes. — Él frunció el ceño sin que lo viera, sabía que era una mala idea que saliera con él, Isabelle era muy aprensiva a las personas, le gustase o no de esa forma le sería difícil la pérdida — ¿Fui muy lanzada? ó ¿Acaso crees que lo asuste, fui muy rápido? — preguntó en un tono bajo y aunque quisiera ocultarlo sonó triste.

No porque le gustara el chico que le pidió su número después de salvar a su hermano de una caída sobre el hielo hace poco, sino porque a veces se sentía insegura con su forma de ser. Su padre desde siempre le repitió que no todas las personas eran buenas y que no siempre iban a reaccionar como ella, más nunca entendió la lección.

— Que gran imbécil. — Dijo rápido el de ojos verdes sin cambiar su expresión sería — Ese chico no sabe lo que se pierde. Desaprovechará una oportunidad con la chica más asombrosa de Paris.

Isabelle levanto la mirada haciendo que Adrien quitara su barbilla de su cabeza e igual la viera hipnotizado en esos ojos oceánicos.

A pesar de que Isabelle fuera muy alta el uno ochenta y tres de Adrien seguía superando su uno setenta y cinco.

— Gracias mon beau. — sonrió tierna y volvió a la misma posición de antes a lo cual Adrien volvió a abrazarla de la misma forma.

De pronto el chico sintió un circo en su estómago por que que estaba a punto de decir, no entendía porque se ponía nervioso.

— No te lo tomes a mal — río ansioso mientras que ella lo escuchaba atentamente — pero a mi me encanta como haces lo qué amas, el como me entiendes, incluso cuando me corriges, — ella rio suavemente — como eres independiente, que no me hagas ver películas de chicas. — la pelinegra ahora soltó una carcajada — Incluso amo la frustración que siento al no comprenderte, pero, sobre todo, me encanta... el cómo puedo ser yo mismo contigo. — Sintió como Isabelle se tensaba bajo sus brazos y sacudió su cabeza cortando su propia inspiración — A lo que quiero llegar es, que eres perfecta para cualquier chico y si ese tal Cristian no lo ve entonces esta ciego, además de idiota claro.

La chica quedó muda varios segundos que fueron condena en el infierno para Adrien. No tenía idea de donde salió todo eso, solo sintió la necesidad de decírselo.

— ¿Soy especial para ti? — El abrió los ojos anonadado por esa pregunta, se separó de ella para después tomarla de los hombros y girarla hasta estar cara a cara con ella.

— ¿Cómo preguntas eso? — mencionó sin aliento incrédulo — Eres mi mejor amiga Isabelle, siempre estás en mi cabeza, eres la única amiga por la que me bañaría. — Ella soltó una risa ante lo último y el volvió a abrazarla pero ahora de lado. — No vuelvas a preguntar algo así.

— ¿Te refieres a lo obvio? — asintió — Muy bien. — Tomó el brazo del chico que reposaba alrededor de su cuello.

— Oye, está posición me recuerda a nuestra apuesta. — La ojiazul se separa extrañada y lo mira ceñuda.

— ¿Qué apuesta? — El sonrió y levantó su brazo midiendo la estatura de Isabelle.

— ¿Me ves ahora? — Siguió mirándolo confundida unís segundos hasta que abrió de par en par sus ojos al igual que su boca acordándose de su pequeño trato. Giró hacia otro lugar totalmente sonrojada creando una carcajada en su acompañante.



FLASHBACK

Dos pequeños niños de aproximadamente siete años corrían felices jugando por los jardines bajo la supervisión de Emilie Agreste la cual los observaba enternecida con una pequeña sonrisa.

— Con cuidado chicos, acaban de regar y esta resbaloso.

— ¡Si mamá! — respondió el pequeño Adrien a lo lejos y luego se dispuso a seguir jugando con Isabelle.

Jugaban a "Las traes" y ahora era el turno de Adrien de seguir a la niña de cabellos oscuros. Terminaron cada uno a cada extremo de una mesa de piedra en el jardín del niño mira donde retadoramente.

— Te voy a atrapar.

— Con esas piernas tan cortas no lo creo. — respondió burlona y aprovechó esa distracción para dejarlo con la palabra en la boca y seguir huyendo de él.

Minutos después de seguir corriendo y seguir sin atraparla pidió un tiempo fuera, estaba agotado.

— Ya... tu... ganas. — Se rindió sin aliento mientras que ella brincaba ansiosa, tenía energía de sobra.

— ¡Así es enano! — presumió mientras hacía su pequeño baile de la victoria y el la miró molesto.

— No soy un enano. — recriminó.

— ¿Ah, no? — se acercó a él de forma burlesca — ¿Y por que soy más alta que tú, bebé? — siguió molestándolo y el rubio siguió mirándola enfadado hasta que su expresión cambió lentamente a una sonrisa retadora.

— Mmm hagamos un reto. — Propuso sabiendo que su amiga aceptaría sin dudas.

Isabelle asintió frenéticamente emocionada, amaba los retos.

— Si yo crezco más que tú como esto, — se puso de puntillas a lado de ella y extendió su brazo hasta sacarle una bien cantidad de altura — ¿te casarías conmigo?

Pregunto inocentemente. No tenía idea del verdadero significado de la palabra, cuando le pregunto a su madre lo que quería decir realmente ella le dijo que era cuando dos personas se querían mucho y decidían unir sus vidas para estar siempre juntos, claro que en su ingenua mente de siete años no lo tomó de manera romántica o literal. El amaba a su amiga Isabelle, lo era todo para él a tan corta edad y viceversa, querían estar juntos para toda la vida y pensó que casándose lo estarían siempre.

— Veremos si llega el momento, enano. — Aceptó el reto cerrando el trato con un apretón de manos limpio.


FIN DEL FLASHBACK




— A-Ah y-yo... — De pronto unas trompetas en las afueras de la alcaldía la interrumpieron.

Chloé, Marinette, Kim, Rose y el alcalde fueron a la puerta a inspeccionar se acercó igual con tal de ignorar a Adrien y su bochornoso recuerdo.

Se hizo espacio entre Chloé y Marinette viendo confundida como un hombre con una armadura de caballero completamente oscura con un ejército detrás.

¿Qué rayos estaba ocurriendo?

— ¡Atención! — llamó un hombre al fondo — Sir Darkblade hablará ahora.

El nombrado "Darkblade" dio varios pasos hacia adelante pareciendo amenazante haciendo que Isabelle tomada el brazo de Chlöe con fuerza.

— ¡Escuchen o serán prisioneros! — Irguió su espada hasta dejar la punta en el suelo — En adelante, mi bandera flameará sobre su reino — Luego volvió a tomar el arma filosa y señalar en su dirección — Bourgeois, villano patético, no descansaré hasta verte fiambre.

El padre de Chlöe lo miró con una ceja alzada para después mirar a los adolescentes a su alrededor.

— ¿Qué dijo?

— Básicamente, que lo matará. — El mayor soltó un pequeño chillido de terror.

— Que pida una cita con mi secretaria.

Isabelle confundida y asustada empujó a los chicos lejos de la puerta para luego cerrarla de golpe escuchando la risa malvada del caballero por fuera.

Escuchó fuertes pisadas del otro lado, parecía una estampida y querían entrar por el papá de Chloé. Isabelle se mantuvo en la puerta a pesar de saber que con su fuerza y peso no los detendría. Siguiente cerró los ojos con fuerza esperando el golpe que jamás llegó, en su lugar, de oía el chocar de metales, como si estuvieran peleando.

Desconcertada camino hacia una de las ventanas mirando con asombro a un chico vestido de gato negro peleando con todos los caballeros frente a él.

— Ahhm — intentó llamar la atención de la persona más cercana, la cual era Alya — Ese es Chat Noir, imagino. — Debido a sus rápidos movimientos y pelea sólo alcanzaba a ver su cabellera rubia y desordenada además de su espalda. — ¿Estará bien? — preguntó preocupada, en serio eran muchos caballeros.

Alya la miró relajada y con notoria.

— ¿Primer akuma, verdad? — La pelinegra asintió.

Inhalo fuerte recordando un gran detalle al seguir viendo esa cabellera rubia en las afueras.

— ¿Dónde está Adrien? — Miró a sus espaldas y a su alrededor buscando a su amigo pero este no se encontraba en ningún lado.

Trago saliva nerviosa ¿y si estaba en problemas?. Se alejó de la ventana preocupada comenzando a trotar por el lugar desesperada.

— ¡Eh, chica! — escuchó el llamado de la morena a lo lejos — ¿Adónde vas?

— ¡Tengo que encontrar a Adrien!

Corrió por un largo pasillo y giró momentáneamente de nuevo hacia la ventana donde observó como Chat Noir huía de una tribula de armaduras. Ignoro aquello, debía encontrar a Adrien y asegurarse de que estuviera bien.








— ¿¡Alguien ha visto a Isabelle o Adrien!? — Exclamó neurótica Chloé mientras Mylene y Alix la jalaban hacia donde se dirigía el alcalde guiándolos hacia el bunker de emergencia.

Marinette como buena líder nata logró encabezar la supervivencia de su salón, mando a Kim e Iván a bloquear las puertas mientras que a los demás les pidió encerrarse en un lugar seguro pero Chlöe se negaba a irse sin saber la ubicación de sus dos amigos pero todos creyeron que ya habían sido convertidos en caballeros por lo que se la llevaron casi a rastras a pesar de sus réplicas.

La peliazul al asegurarse de que ya no había nadie grito para que su grupo los escuchara.

— Los alcanzare. Antes veré que todas las ventanas estén cerradas. — Al perderlos de vista suspiro, era hora de transformarse.

Pero antes de siquiera poder sacar a Tikki de su bolso sintió como una mano atrapaba su muñeca.

— No Marinette, — exclamó como si fuera la peor idea del mundo — no te dejare. — La anterior nombrada miró nerviosa e incrédula a Isabelle la cual tenía una mueca seria pero lograba sentir su miedo ante la situación, sino lograba distraerla no se podría transformar en Ladybug.

— Eh... — suspiro, tendría que perderla de vista — Está bien, te sigo.

La pelinegra asintió y corrió aún con Marinette agarrada en dirección adonde habían corrido los demás.

Metros más tarde el par de chicas por fin llegó hiperventilando a una habitación.

— Espera, creo que escuche a alguien pidiendo auxilio, — fingió — quédate aquí.

La pelinegra negó ante esa idea, no quería quedarse sola.

— Voy contigo. — Marinette detuvo su caminar.

— ¡No! — rió nerviosa — Es decir, no, juntas llamaremos mucho la atención, es mejor que vaya solo yo. — Terminó de convencerla y la ojiazul asintió no muy convencida pero igual obedeció y se quedó ahí sin moverse u hacer ruido.

Estaba paralizada, tenía mucho miedo. Paris era una ciudad muy hermosa y estaba enamorada de absolutamente todo pero era horrible tener que vivir con desastres así todos los días sin saber cual sería el último.













Ladybug y Chat Noir mientras tanto evitaban que los caballeros llegaran al techo del ayuntamiento donde se encontraba la bandera parisina más estos en ningún momento cruzaron palabra pero ahora no porque la chica vestida de mariquita no quisiera, ahora era él el que no quería hablar.

— Chat Noir, — lo detuvo antes de que saltara a otra parte del edificio — debemos tenderle una trampa. — El de negro ni siquiera la miró, simplemente se cruzó de brazos y observó otra dirección.

— Mis instintos felinos rastrean y observan antes de atacar. — Comenzó a alejarse — Haz lo tuyo y yo lo mío. — Ella lo miró dolida y confundida.

— ¿No estás molesto por lo de la rosa? — preguntó tímida — ¿o si?

— Tu te encargaste de apartarme, era lo que querías ¿no?

— Deberíamos enfocarnos en salvar Paris. — Trató de hacerlo entrar en razón pero su molestia seguía ahí.

— No creo que haga falta que hagamos todo junto siempre. — La miró de solsayo — No somos una pareja a fin de cuentas.

Salto hacia un escondite del otro lado del edificio donde pudiera sorprender a Darkblade en tanto Ladybug vio en su dirección con impotencia.

— Chat Noir, no te pongas así. — Bufo mientras cubría su rostro.

Era increíble que mezclara los sentimientos con el trabajo. Todo siempre estuvo claro desde el principio, no tenía porque haber este tipo de mal entendidos ahora.

Siguió pensando en un plan para derrotarlo y purificar el akuma que no se dio cuenta como uno de los caballeros erguía su espada a sus espaldas y estaba por atacarla mientras que un chico vestido de gato observaba todo.

— Ahh — refunfuñó — fuera sentidos de estupidez. — Cerró los ojos y después de bufar terminó jalándola hasta un lugar seguro salvándola, como siempre.

Suspiro aliviada.

— Gracias gatito. — Él simplemente sonrió y guiñó su ojo.

Velozmente Darkblade nuevamente estaba frente a ellos y Chat Noir con buenos reflejos saco su bastón y se enfrascaba en una lucha de espada a palo, a fin de cuentas su práctica en esgrímanlo hacían mejor de lo que podía ser solo con su miraculous.

En tanto Ladybug pidió su amuleto encantado y en su mente maquinaba un plan perfecto.

Salto de un lugar a otro y lanzó directamente a un lugar específico la pequeña mariquita revolotea té causándole cosquillas al caballero oscuro y ante esto Chat Noir le quitó su espada deprisa y se la pasó a la de las dos coletas que la destruyó sacando así el akuma hasta usar su lucky charm y purificar Paris y regresar a la normalidad a todos los habitantes que se habían convertido.

Miro a Chat Noir nerviosa extendiendo su puño dudosa. El sonrió levemente y terminó por chocarlo con su compañera lo cual la hizo sonreír nuevamente feliz, no dejaría que le afecte, debía cambiar objetivo.

— Ganamos. — Festejaron al mismo tiempo.



















Isabelle finalmente salió de aquella habitación al escuchar las voces tranquilas de sus compañeros del otro lado.

Lentamente abrió la puerta y observó a su alrededor, parecía seguro. Salió completamente llamando la atención de los presentes, pronto la mayoría fue hecho a un lado por Chlöe la cual se lanzó a sus brazos aliviada.

— Que bueno que estas bien. — La pelinegra le regresó el abrazo y le sonrió tomando su rostro entre sus manos.

— Tranquila, todo está en orden.

El salón completo observó la escena sin poder creerlo. Chloé estuvo preocupada por alguien más que no era si misma y parecía tener... sentimientos. Después Isabelle se separó de su mejor amiga para darle un vistazo rápido a la personas a su alrededor asegurándose de que estuvieran completas incluso Marinette estaba ahí. Pero aún seguía faltando Adrien.

Casi por obra del destino giró hacia las escaleras de enfrente que también llevaban hacia la recepción y rápidamente reconoció a su rubio amigo bajando por estas totalmente relajado.

Lo miro con incredulidad y molestia.

— Eres un idiota. — Dijo lo suficientemente alto para que el la escuchara pero realmente llamó la atención de todos a su alrededor, Adrien en cambio se detuvo mirándola con una ceja alzada señalándose a sí mismo asegurándose de que lo insultaba a él, no respondió a ello pues simplemente corrió aliviada en su dirección y salto a sus brazos abrazándolo fuertemente — No vuelvas a asustarme así ¿oíste?








— ¿Y tú dónde estuviste? — preguntó la rubia acusadoramente hacia Marinette — ¿Escondida bajo una roca?

— Muy graciosa, Chloé. — Respondió sarcástica la ojiazul — Me transformaron en caballero, para tu información. — Se cruzó de brazos y luego carraspeo — Ahora que todo terminó quiero que me devuelvas mis objetos personales. — Exigió amparando amenazante mientras que la rubia frente a ella la miró molesta y nerviosa.

— No tengo idea de que estás hablando. — Cambió su vista hacia otro lado ignorando a la peliazul pero su discusión llamó la atención de todos los presentes.

Pero su plan se vino abajo ante la repentina aparición de Kim desesperado extendiendo su mano la cual estaba por ponerse morada si no la sacaba de esa horrible trampa no mortal.

— Si si, por favor quítamela. — Marinette con una sonrisa presumida saco la bendita llave que lo liberaría a lo cual la rubia bufo.

— ¿Tienes alguna explicación, Chloé? — Demandó Alya con los brazos cruzados a su lado.

— Yo no tome su diario. — Se indignó pero su mentira pronto cayó.

— Entonces ¿cómo sabía que mi diario estaba aquí adentro?

Los presentes miraron mal a Chloé pero pronto centraron su atención en Marinette la cual comenzó un discurso sobre como ella quería ser elegida limpiamente.

La rubia la miró harta y cansada y se alejó de ahí más lo que se encontraría no era mejor.

Isabelle estaba unos pasos atarás del grupo mirándola decepcionada.

— Así que... — comenzó — A pesar de todo, decidiste hacer trampa.

— Yo... — Bajo la mirada avergonzada, no sabía que decir al respecto. Fue un acto desesperado, no creía que se le terminaría saliendo de las manos.

— Creía en tu Chloé, sino lo hubieras hecho estoy segura de que tendrías una oportunidad, pero lo arruinaste. — Trago en seco al sentir que sus palabras eran muy hirientes pero se mantuvo firme, debía aprender su lección.

La pelinegra suspiró abatida hasta terminar yéndose del lugar totalmente desilusionada.

Pequeñas lágrimas se acumularon en los ojos de Chloé mientras la miraba irse. Era su única amiga, la que le quedaba y no necesitaba más, sabía que Isabelle era verdadera y la quería como nadie tenía una idea y la defraudó terriblemente.

De repente sintió una mano en su hombro apretándolo un poco tratando de reconfortarla. Era Adrien.

— Tranquila, seguro se le pasará. — ella solo lo observó con un puchero.














— ¿Has hablado con Chloé? — negó aún mirando su batido. — La note triste cuando te fuiste.

— Si bueno... — se inclinó en su asiento — No soy a quien debería pedir disculpas realmente.

Adrien asintió de acuerdo pero conociendo a Chloé ni siquiera Hawk Moth lograría que se disculpara con Marinette.

— Cambiando de tema, — movió sus manos alejando aquellos pensamientos — te quería pedir un favor. — Lo miró suplicante y el la animó a seguir hablando mientras tomaba un sorbo de su licuado. — ¿Puedes darme clases de esgrima? — La miró extrañado con una ceja alzada.

— ¿Cómo para qué?

— El otro día en el ayuntamiento... Me sentí... indefensa. — confesó — Estaba asustada y desprotegida, todo el tiempo encerrada en esa habitación solo pude abrazarme a mi misma para no sentir que moriría en cualquier instante. — Suspiró — Cuando me contaste de los akumas no parecían ser tan aterradores.

— La mayoría no lo son realmente. — Intentó hacerla sentir mejor — Y lamentó no haber estado ahí para ti. — Musitó culpable.

— No, descuida. — Le restó importancia aunque sus ojos dijeran otra cosa — Te convirtieron en caballero, no tenías idea.

— De todos modos, para recompensarte acepto darte las clases, en unos meses serás una experta, te lo aseguro. — Isabelle aplaudió emocionada y dejó un beso en su mejilla agradeciéndole.

— Oh — exclamó recordando algo — ¿Y adivina que? — preguntó retóricamente emocionada — Mi agente me inscribió en el concurso de chica del clima ¿no es fantástico?

Él igual sonrió emocionado y la abrazó efusivo.

— ¡Wow! — la miró con una sonrisa — Vas a ganar, estoy seguro.

— Te lo prometo. — Alzó su taza para chocarla con la de el en un brindis — Lo haré por ti.






~ EDITADO

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