𝗜𝗜𝗜. Cᴀᴘᴛᴜʀᴀ Dᴇ Bᴀɴᴅᴇʀᴀ

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𝟎𝟎𝟑. ┇⚡️🔱 𝖿𝗅𝖺𝗀 𝖼𝖺𝗉𝗍𝗎𝗋𝖾

En la noche del viernes, Percy se había enterado de la historia de los tres grandes, cómo también la de Thalia, sintió pena por su amiga Helena pues Grover le contó que se volvieron cercana, se entero de la historia completa de la hija de Atenea, y la hija de los reyes del Olimpo.

Esa misma noche durante la cena, se anunciaron los equipos. Los campistas gritaron y vitorearon cuando Helena entró en el pabellón portando un estandarte de seda. Medía unos tres metros de largo, era de un gris reluciente y tenía pintado un pavo real y arriba de el tenia una corona, adornada con un rayo se veía realmente elegante. Por el lado contrario del pabellón, Clarisse y sus hermanos entraron con otro estandarte, de tamaño idéntico pero rojo fuego, pintado con una lanza ensangrentada y una cabeza de jabalí.

Zeus se había aliado con Apolo, Hermes y Atenea, las dos cabañas más grandes; Atena gracias a sus trategias. Ellos aceptaron a cambio de algunos privilegios: horarios en la ducha y en las tareas, las mejores horas para actividades.

Ares se había aliado con todos los demás: Dioniso, Deméter, Afrodita y Hefesto. Por lo visto, tres chicos de Dioniso eran bastante buenos atletas, los gemelos Polúx y Cástor y su hermana menor Amber, de la edad de Helena. Los de Deméter poseían grandes habilidades con la naturaleza y las actividades al aire libre, pero no eran muy agresivos. Los hijos e hijas de Afrodita no se preocupaban demasiado; prácticamente evitaban cualquier actividad, miraban sus reflejos en el
lago, se peinaban y chismoseaban. Por su parte, los únicos cuatro niños de Hefesto no eran guapos, pero sí
grandes y corpulentos debido a su trabajo en la herrería todo el día. Podrían ser un problema. Eso dejaba, por supuesto, a la cabaña de Ares: una docena de los chicos más grandes, feos y brabucones de Long Island, y de cualquier otro lugar del planeta.

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──¡Héroes!──anunció──. Conocen las reglas. El arroyo es la frontera. Vale todo el bosque. Se permiten todo tipo de artilugios mágicos. El estandarte debe estar claramente expuesto y no tener más de dos guardias. Los prisioneros pueden ser desarmados, pero no heridos ni amordazados. No se permite matar ni mutilar. Yo haré de árbitro y médico de urgencia. ¡Armanse!──Las mesas se cubrieron de equipamiento: cascos, espadas de bronce, lanzas, escudos de piel de buey, con protecciones de metal.

──¡Uau!──exclamó ──. ¿De verdad vamos a usar todo esto?──Luke lo miró como si el fuese tonto.

──A menos que quieras que tus amiguitos de la cinco te ensarten. Ten. Quirón ha pensado que esto te iría bien. Estás en patrulla de frontera.──viso

Helena llegó junto a él con una sonrisa, y lo saludo río al ver la armadura mal puesta, de este.

──Para sobrevivir necesitas ponerte bien la armadura.──Sonrió acomodándole la armadura

Percy la veia, sus mejillas estaban sonrojadas su escudo era del tamaño de un tablero de la NBA, con un enorme caduceo en el medio. Pesaba mil
kilos. Habría podido practicar snowboard con él, pero confiaba en que nadie esperara de que él corriera muy rápido.

──Confía en tus instintos Jackson.──Tomó su mejilla──Yo estaré ahí para ayudarte.

──¿Cómo es que Annabeth y tú se llevan bien en el campo de batalla, y fuera de él no?──Interrogó confuso

──La competitividad adentro del campo, tú equipo es tu equipo, fuera de ellos somos simplemente compañeros o amigos depende.──Contestó restandole importancia

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Todos los del equipo de Zeus, tenía un penacho azul encima, Ares y sus aliados lo llevaban rojo. Percy se puso aún lado de Helena, quien parecía estar como si nada con aquella armadura.

──¡Equipo azul, adelante!──gritó Helena, pero con una voz dura

Vitorearon, agitaron sus armas y siguieron a su líder por el camino hacia la parte sur del bosque. El equipo rojo los provocaba a gritos mientras se encaminaba hacia el norte, Percy consiguió atrapar a la morena clara sin tropezar con su equipo.

──¿Qué sucede?──Susurró mientras seguían marchando

──Bueno, ¿y cuál es el plan?──Preguntó curioso

──¿Tienes algún artilugio mágico que puedas prestarme? Annabeth me contó lo que hiciste en los baños.──Dijo sin apartar la mirada del bosque.──. Cuidado con la lanza de Clarisse, te aseguro que no te conviene que esa cosa te toque. Por lo demás, no te preocupes. Conseguiremos el estandarte de Ares. ¿Te ha dado Luke tu trabajo? es la Patrulla de frontera.── Repitió con su espada en mano.──Es fácil. Quédate junto al arroyo y mantén a los rojos apartados. Déjame el resto a mí, Zeus me guiará el camino, he ganado cientos de estás batallas.──Habló en voz baja

──Está bien.──Murmuró──. Me alegro de que me quisieras en tu equipo.──La chica sonrió y le dio unas palmaditas en el hombro

──Eres mi amigo Percy, y nuevo, así que te tengo que cuidar.──Se sinceró──Confía en tus instintos y reflejos, te mantendrán vivo.──Aconsejó

Era una noche cálida y pegajosa. Los bosques estaban oscuros, las luciérnagas parpadeaban. Helena
lo había ubicado junto a un pequeño arroyo que borboteaba por encima de unas rocas, mientras ella y el resto del equipo se dispersaba entre los árboles. Prefería que estuviera cerca del agua, al ser hijo de Poseídon el agua lo mantendría a salvo, Annabeth sería la encargada de la bandera o eso era lo que creía Percy.

Percy ahí de pie, solo, con su gran casco de plumas azules y su enorme escudo, se sentía cómo un idiota. La espada de bronce, como todas las espadas que había probado hasta entonces, parecía mal equilibrada. La empuñadura de cuero le resultaba tan cómoda como una bola de jugar a los bolos. Pensaba que como era nuevo, nadie lo buscaría y quisieran derrotar a una verdadera amenaza, como Luke, Annabeth, o Helena, en realidad no estaba de acuerdo que atacaran a la última.

En la lejanía se oyó la caracola. Se escuchaban vítores y gritos en los bosques, entrechocar de espadas, chicos peleando. Un aliado emplumado de azul pasó corriendo a lado de Percy como un ciervo, cruzó el arroyo y se internó en territorio enemigo.

«Bien como de costumbre, me pierdo toda la diversión» pensó.

Entonces, en algún lugar cerca de donde se encontraba, escuchó un ruido, una especie de gruñido desgarrador,  que le provocó un súbito escalofrío. Levantó instintivamente su escudo, con la impresión de que algo lo acechaba.

Entonces los gruñidos se detuvieron. Percibío que la presencia se retiraba al otro lado del arroyo, de pronto la maleza explotó. Aparecieron cinco guerreros de Ares gritando y aullando desde la oscuridad.

──¡Al agua con el idiota!──gritó Clarisse.

Sus feos ojos porcinos despidieron odio a través de las rendijas del casco. Blandía una lanza de metro y medio, en cuya punta de metal con garfios titilaba una luz roja. Sus hermanos sólo llevaban las espadas de bronce típicas; tampoco es que eso lo hiciera sentir mejor. Cargaron a través del riachuelo, No había ayuda a la vista. Podría correr o tratar de defenderse de la mitad de la cabaña de Ares.

Conseguío evitar el lance del primer chico, pero aquellos tipos no eran tan tontos como el Minotauro. Lo rodearon y Clarisse lo atacó con la lanza. Su escudo desvió la punta, pero sintió un doloroso calambre por todo el brazo. Se le pusieron los pelos como escarpias y el brazo del escudo se le quedó
entumecido jadeaba, era electricidad su lanza era eléctrica. Se puso firme otro chico le asestó un golpe en el pecho con la empuñadura de la espada y cayó al suelo. Habrían podido patearlo hasta convertirlo en gelatina, pero estaban demasiado ocupados riéndose.

──Sesión de peluquería──dijo Clarisse──. Tómalo del pelo.──Ordenó

Conseguío ponerlo en pie y el levantó la espada, pero Clarisse la apartó de un golpe con la lanza, que chisporroteaba, ahora tenía entumecidos los dos brazos.

──Uy, uy, uy──se burló Clarisse──.Qué miedo me da el chico nuevo, muchísimo.──Se burló

──La bandera está en aquella dirección.

Trato de fingir que estaba enfadado de verdad, pero no lo consiguió del todo.

──Si.──contestó uno de sus hermanos

──Pero verás, no nos importa la bandera. Lo que nos importa es un tipo que ha ridiculizado a nuestra cabaña.── Exclamó con notable odio otro adolescente

──Pues lo hacen sin mi ayuda.──Respondió el azabache

Aunque no fue una buena idea dos chicos se abalanzaron sobre el. Percy retrocedío hasta el arroyo, intentó levantar el escudo, pero Clarisse era demasiado rápida. Su lanza le dio directamente en las costillas. De no haber llevado el pecho protegido, lo habría quemado, sólo le dio sensación de arrancarse los dientes. Uno de sus compañeros de cabaña le metió un buen tajo en el brazo. Ver su propia sangre, cálida y fría al mismo tiempo lo mareó.

──No está permitido hacer sangre.

──Es cierto.──respondió el tipo──. Supongo que me quedaré sin postre.

Lo empujó al arroyo y aterrizó con un chapuzón. Todos rieron supuso que moriría tan pronto terminaran de divertirse. Pero entonces ocurrió algo.

El agua pareció despertar sus sentidos, como si acabara de comer una bolsa de los dulces de su madre. Clarisse y sus amigos se metieron en el arroyo para acabar con Jackson, pero el se puso en pie dispuesto a recibirlos. Sabía qué hacer. Al primero lo atacó un cintarazo en la cabeza y le arrancó el casco
limpiamente. Le dio tan fuerte que le vio los ojos vibrar mientras se derrumbaba en el agua. El feo número dos y el feo número tres arrojaron encima de el. Le estampó el escudo en la cara a uno y uso la espada para esquilar el penacho del otro. Ambos retrocedieron con rapidez, el chico número cuatro no parecía con demasiadas ganas de atacarlo, pero Clarisse llegó embalada, y la punta de su lanza crepitaba de energía. En cuanto lo embistió, atrapó el asta entre el borde de su escudo y la espada y
la rompió como una ramita.

──¡No!──exclamó──. ¡Idiota! ¡Gusano apestoso!.

Y le habría llamado cosas peores, pero la atacó en la frente con la empuñadura y la envió tambaleándose fuera del arroyo. Entonces escuchó chillidos y gritos de alegría, y vio a Luke correr hacia la frontera enarbolando el estandarte del equipo rojo. Un par de chicos de Hermes lo cubrían la retirada y unos cuantos de Apolo se enfrentaban a las huestes de Hefesto.

Los de Ares se levantaron y Clarisse murmuró una torva maldición.

──¡Una trampa!──exclamó──. ¡Era una trampa!──Gritaba

Trataron de atrapar a Luke, pero era demasiado tarde. Todo el mundo se reunió junto al arroyo cuando Luke cruzó a su territorio. El equipo azul estalló en vítores. El estandarte rojo brilló y se volvió plateado. El jabalí y la lanza fueron reemplazados por un enorme caduceo, el símbolo de la cabaña 11. Los del equipo azul agarraron a Luke y lo alzaron en hombros.

Quirón salió a medio galope del bosque e hizo sonar la caracola. El juego había terminado, habían ganado. Estaba a punto de unirse a la celebración cuando la voz de Helena y Annabeth, justo a su lado en el arroyo, dijo:

──No está mal, héroe.──Helena vio a Percy con una sonrisa orgullosa

Bajando del árbol donde estaba escondida.

──¿Dónde demonios has aprendido a luchar así?──Interrogó Annabeth quien no se veía

El aire se estremeció y ella se materializó a lado de los dos quitándose una gorra de los Yankees, se giró enojado hacia Helena no le importo la asombrosa gorra de la rubia.

──Me usaste como cebo.──Recriminó ──. Me has puesto aquí porque sabías que Clarisse vendría por mí, mientras enviabas a Luke por el otro flanco. Lo habías planeado todo.──Atacó furioso

──Te dije que Zeus siempre tendría un plan, aparte fue para ayudarte. No sabías defenderte debías aprender, y quien mejor que Clarisse. Lo hice por tu bien Jackson, después entenderás.──Se cruzó de brazos con una expresión seria

Por primera vez no estaba esa bella sonrisa adornando su cara, ahora tenía su ceño fruncido viéndolo molesta.

──Vine tan rápido como pude. Estaba a punto de saltar para defenderte, pero... ──Se encogió  de hombros──. No necesitabas mi ayuda.──Entonces se fijó en el de su compañero y sonrió

¿Cómo te has hecho eso?──Se acercó Annabeth estaba sorprendida analizaba el brazo de su compañero

──Es una herida de espada. ¿Qué pensabas?──Contestó seco a la rubia

──No es una herida de espada. Fíjate bien.──Se acercó la morena para tomar el brazo del chico

La sangre había desaparecido. Donde había estado el corte, ahora había un largo rasguño, y también estaba desapareciendo. Ante sus ojos, se convirtió en una pequeña cicatriz y finalmente se desvaneció.

Annabeth reflexionó con repentina concentración. Casi se veía girar los engranajes en su cabeza. Lo miró
a los pies, después la lanza rota de Clarisse, y por fin dijo:

──Sal del agua, Percy.──Demando

──¿Qué…?──El chico no entendía, estaba enojado y no les haría caso

──Hazlo y cállate.──Ordenó Helena arta de la actitud del chico

Lo hizo e inmediatamente volvío a sentir los brazos entumecidos. El subidón de adrenalina remitió y casi se derrumbo, pero Helena lo sujetó.

──Oh, Estige──maldijo──. Esto no es bueno. Yo no quería… Supuse que habría sido Zeus.──Annabeth ahora entendía todo

Antes de que Percy  pudiera preguntar qué quería decir, escucharon el gruñido canino de antes, pero esta vez
mucho más cerca. Un gruñido que pareció abrir en dos el bosque. Los vítores de los campistas cesaron al instante. Quirón gritó algo en griego clásico.

──¡Apartense! ¡Mi arco!──Gritó Quirón

──Atrás de mi Jackson, si quieres vivir.──Ordenó la latina tomando su espada

Annabeth desenvainó su espada, en las rocas situadas encima de ellos había un enorme perro negro, con ojos rojos como la lava y colmillos que parecían dagas. Veía fijamente al chico, Annabeth gritó.

──¡Percy, corre!──Intentó interponerse entre el animal y el

Pero el perro era muy rápido. Le saltó por encima una sombra con dientes  y se abalanzó sobre Percy. De pronto cayó hacia atrás y sentía que sus garras afiladas perforaban su armadura. Helena corrió hacia el animal, para darle con Stormborn de un tajo corto su oreja llamando la atención del animal.

Quirón aprovechó y le lanzo cientos de flechas. Cayó muerto los pies de Percy. Por algún milagro, el seguía vivo. No quizo ver debajo de su armadura despedazada. Sentía el pecho caliente y húmedo, sin duda tenía cortes muy feos. Un segundo más y el animal lo hubiera destrozado. Quirón trotó hasta los niños, con un arco en la mano y el rostro sombrío.

──Di immortales!──exclamó Annabeth ──. Eso era un perro del infierno de los Campos de Castigo. No están… se supone que no…──Tartamudeo

──Alguien lo ha invocado —dijo Quirón──. Alguien del campamento.

Helena preocupada revisó a Percy. Luke se acercó. Había olvidado el estandarte, su momento de gloria se había esfumado, rápidamente Luke hizo lo mismo que Helena pero este a la chica, se veia realmente preocupado despues de ver que ella estaba bien la abrazó dando un suspiro de alivio.

──Estoy bien Luke, lo juro.──Murmuró abrazando al chico, Percy vio eso con duda

──¡Percy tiene la culpa de todo!──vociferó Clarisse──. ¡Percy lo ha invocado!──La mexicana se iba a hacer cargo pero Luke la detuvo, tomándola de la cintura

──Cállate, niña──le espetó Quirón.

Observaron el cadáver del perro del infierno derretirse en una sombra, fundirse con el suelo hasta
desaparecer.

──Estás herido──Corrió hacía él Helena separandose de Luke, quien la vio en reproche──. Rápido, Percy, métete en el agua.──Demandó

──Estoy bien.──Su escena con Luke lo había molestado

──No, no lo estás──replicó—. Quirón, mira esto.──Pidio Annabeth

Jackson estaba demasiado cansado para discutir. Regreso al arroyo, y todo el campamento se congregó en torno
a ellos. Al instante se sentío mejor y las heridas de su pecho empezaron a cerrarse. Algunos campistas se
quedaron boquiabiertos, y Helena sonrió orgullosa.

──Bueno, yo… la verdad es que no sé cómo…──intentó disculparse──. Perdón…──Se encontró con los ojos de Helena lo veia con una sonrisa, y le señaló arriba de su cabeza

Los campistas no veían como sanaban las heridas del chico, si no que veían arriba de su cabeza justo donde señalaba su amiga. Cuando alzó la mirada, la señal empezaba a desvanecerse, pero aún se distinguía el holograma de luz verde, girando y brillando. Una lanza de tres puntas: un tridente.

──Tu padre──Susurró Annabeth

──Ya está determinado──anunció Quirón.

Todos empezaron a arrodillarse, incluso los campistas de la cabaña de Ares, aunque no parecían nada
contentos, todos excepto Helena quien hizo una pequeña reverencia. Al ser una princesa no tenía que hacerlo, pero ella recordaba como lo hacían con ella así que por eso tuvo esa acción.

──¿Mi padre?──Exclamó perplejo.

──Poseidón──repuso Quirón──. Sacudidor de tierras, portador de tormentas, padre de los caballos.
Salve, Perseus Jackson, hijo del dios del mar.──Comentó

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Percy fue guiado por Helena hasta la cabaña número tres, el chico iba en silencio al entrar vio que ya estaba una cama lista para el, y ya tenía sus cosas adentro, ahora al ambos estar en un lugar privado lo abrazó, el correspondió un poco sorprendido.

──Te dije que me lo agradecerías Percy.──le sonrió

──¿Tú lo sabías?──Ella asintió

──Había prometido no decirlo, así que por eso me lo calle sabía que tu padre pronto te determinaría, tengo mis contactos Jackson.──lo abrazó nuevamente



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Desde que todos los campistas supieron que el padre de Percy era Poseidón, se alejaban de él. Luke tenía que darle clases en privado, Annabeth le seguía enseñando griego pero siempre estaba a la defensiva, Grover lo trataba igual, Helena no le importaba mucho quien fuera su padre, pues más o menos sabía lo que sentía Percy.

En esos días los primos se habían vuelto muy cercanos, siempre estaban juntos cuando se separaban era por que Percy estaba en clases. Días después se enteraron que según el padrastro de Jackson, había raptado a su madre, en la semana que llevaba ahí Percy jamás había estado nublado. Las pocas lluvias que habían caído lo hacían alrededor del valle.

Pero aquella tormenta era de las gordas. En el campo de voleibol los chicos de la cabaña de Apolo jugaban un partido matutino contra los sátiros. Los hijos de Dioniso paseaban por los campos de fresas, provocando el crecimiento de las matas. Todos parecían seguir con sus ocupaciones habituales, pero tenían aspecto tenso. No dejaban de mirar la tormenta.
Grover y Percy subieron al porche de la Casa Grande. Dioniso estaba sentado en la mesa de pinacle con su traje y su Coca-Cola light, como en el primer día de Percy; Quirón, en el lado opuesto de la mesa en su silla de ruedas falsa. Jugaban contra contrincantes invisibles: había dos manos de cartas flotando en el aire.

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Helena que también había sido citada estaba sentada en un sofá, leyendo lo que parecía ser una revista de Brittney Spears, fingiendo que no estaba alterada por lo que estaba pasando, su padre estaba más enojado que nunca y no con ella ni con sus hermanos, si no que con su sobrino, Percy Jackson.

──Bueno, bueno──dijo el señor D sin levantar la cabeza──. Nuestra pequeña celebridad.──Exclamó con ironía

──No lo molestes Dionisio.──reprendió su hermana bajando su revista, el nombrado bufó

──Acércate──ordenó el señor D──. Y no esperes que me arrodille ante ti, mortal, sólo por ser el hijo del viejo Barba-percebe.──En ese momento Helena soltó una risilla, los hermanos solían ser muy irrespetuosos

Un relámpago destelló entre las nubes y el trueno sacudió las ventanas de la casa.

──Bla, bla, bla──contestó Dioniso sin importancia, Helena veía todo con una expresión calmada

Quirón fingió interés en su mano de cartas. Grover se parapetó tras la balaustrada. Se oían sus pezuñas
inquietas.

──Si de mí dependiera──prosiguió Dioniso──, haría que tus moléculas se desintegraran en llamas. Luego barreríamos las cenizas y nos evitaríamos un montón de problemas. Pero a Quirón le parece que eso contradice mi misión en este campamento del demonio: mantener a unos enanos mocosos a salvo de cualquier daño.──Se sinceró viendo al menor

Percy se asusto, vio a Helena la cual no le daba mucha importancia a las advertencias de Dionisio, se fijó que ella tenía una linda diadema café con perlas, su cabello ondulado suelto hasta los hombros, y un pantalón a la cintura de piel acompañado de un crop top café, con un girasol, se le hizo raro, por que parte del reglamento es llevar la camiseta que dice «Campamento MESTIZO».

──La combustión espontánea es una forma de daño, señor D.──observó Quirón

──Tonterías. El chico no sentiría nada. De todos modos, he accedido a contenerme. Estoy pensando en
convertirte en delfín y devolverte a tu padre.

──Señor D…──le advirtió Quirón.

──¿Por qué no traes la camiseta del campamento Barbie?──Interrogó con suma curiosidad, todos lo vieron como si fuera tonto

──Hay afuera una tormenta, ¿ Y te preocupa si Hel, trae el uniforme?──Preguntó Grover con ansiedad

──Ya te dije Percy, ser hija de Zeus y Hera trae muchas ventajas, a veces suelo romper las reglas con cosas pequeñas ¿No es así hermanito?──Sonrió de manera inocente

Sabía que Dionisio odiaba que lo llamara así, la quería muy, muy, muy en el fondo aunque no lo dijera, pero no le gustaba que supieran eso.

──Me vuelves a llamar así, y te hago cenizas.──Advirtió viendo a su hermana

──No te atreves... hermanito.──Sonrió de manera socarrona

Justo cuando el dios iba a decir algo, un trueno bastante bajo se escuchó, suspiro frustrado el señor de las vides para ver con recelo a la menor.

──Van a hacer enojar más a su padre.──Advirtió a ambos, los que parecían dos niños pequeños peleando

──¿No qué muy valiente uvitas?──Al ver la furia de su hermano río, en ese momento se escuchó un trueno tan fuerte que parecía que se iba a caer la cabaña──Esta bien papá, ya no lo molesto.──Se cruzó de brazos con su ceño fruncido, pues la acababan de regañar

──Bueno, está bien.──cedió Dioniso a Quirón──. Sólo hay otra opción. Pero  es mortalmente insensata.──Se puso en pie, y las cartas de los jugadores invisibles cayeron sobre la mesa──. Me voy al Olimpo para una reunión de urgencia. Si el chico sigue aquí cuando vuelva, lo convertiré en delfín ¿Entendido? Y Perseus Jackson, si tienes algo de cerebro, verás que es una opción más sensata que la que defiende Quirón.──Opinó el apuesto dios

Dioniso tomó una carta y con un gesto la convirtió en un rectángulo de plástico. La cual parecía una tarjeta de
crédito, pero no lo era. Un pase de seguridad. Chasqueó los dedos.
El aire pareció envolverlo. Se convirtió en un holograma, después una brisa, después había desaparecido y dejó sólo un leve aroma a uvas recién pisadas.
Quirón le sonrió a los niños, pero parecía cansado y en tensión.

—Siéntate, Percy, por favor. Y tú también, Grover. – Ambos se sentaron a lado de su amiga dejándola en el medio

Quirón dejó las cartas sobre la mesa, una mano ganadora que no había llegado a utilizar.

—Dime, Percy, ¿qué pasó con el perro del infierno? – Cuestionó suave

Percy se estremeció de sólo escuchar el nombre. Quirón quizá quería que dijera: «Bah, no fue nada. Desayuno perros del infierno.» Pero no le apetecía mentir al cuestionado.

—Me dio miedo —admitió —. Si Helena no lo hubiera distraído, mientras que usted lo mataba, estaría muerto. – Confesó

Haciéndose se ganará una mirada de pena de su amiga, quien tomó su mano en señal de apoyó haciéndolo sonrojar

— Vas a encontrarte cosas peores, Percy, mucho peores, antes de que termines. – Se sinceró

—Termine… ¿qué? – El ojiverde estaba bastante confundido

—Tu misión, por supuesto. ¿La aceptarás? – Vio a Grover que tenía los dedos cruzados, y a Helena que le daba una sonrisa de aprobación

—Yo… —titubeó —. Señor, aún no me ha dicho en qué consiste. – Quirón hizo una mueca.

—Bueno, ésa es la parte difícil, los detalles. – No sabía cómo decirle

El trueno retumbó en el valle. Las nubes de tormenta habían alcanzado la orilla de la playa. Por lo que se podía ver, el cielo y el mar bullían.

—Poseidón y Zeus están luchando por algo valioso… — Habló Percy viendo el mar —. Algo que han robado, ¿no es así? – Quirón, Helena y Grover intercambiaron sendas miradas.

El primero se inclinó hacia delante e inquirió:

—¿Cómo sabes eso? – Se sonrojó más de lo que ya estaba, más que cuando Helena lo tomó de la mano

«Ojalá no hubiera abierto mi bocota» pensó.

—El tiempo ha estado muy raro desde Navidad, como si el mar y el cielo libraran un combate. Después
hablé con Annabeth, y ella había oído algo de un robo. Y… también he tenido unos sueños. – Helena se veía tensa

—¡Lo sabía! —exclamó Grover.

—Cállate, sátiro —ordenó Quirón.

—¡Pero es su misión!. —Los ojos de Grover brillaron de emoción—. ¡Tiene que serlo!

– Es muy obvio Quirón, papá está muy enojado jamás me había regañado. – Se había tomado muy personal aquel regaño

—Sólo el Oráculo puede determinarlo.
—Quirón se mesó su hirsuta barba—. Aun así, Percy, tienes razón. Tu padre y Zeus están teniendo la peor pelea de los últimos años. Luchan por algo valioso que ha sido robado. Para ser precisos: un rayo. – Percy acarició la mano de Helena con nervios soltando una carcajada nerviosa.

—¿Un qué? —Preguntó haciendo el que no entendía

—No te lo tomes a la ligera —dijo Quirón—. No estoy hablando del zigzag envuelto en papel de plata que se utiliza en las representaciones teatrales de segundo curso. Estoy hablando de un cilindro de medio metro de purísimo bronce celestial, cargado en ambos extremos con explosivos divinos. —

—Ah.—

—El rayo maestro de Zeus —prosiguió Quirón, nervioso—. El símbolo de su poder, de donde salen todos los demás rayos. La primera arma construida por los cíclopes en la guerra contra los titanes, el rayo que desvió la cumbre del monte Etna y despojó a Cronos de su trono; el rayo maestro, que contiene suficiente poder para que la bomba de hidrógeno de los mortales parezca un mero petardo. —

– En resúmen robaron lo más poderoso en el planeta. – Simplificó Helena ecogiendose de hombros

—¿Y no está?—

—Ha sido robado —dijo Quirón.

—¿Quién?—

—Mejor dicho, por quién — Corrigió Helena —. Por ti. – Terminó de decir con simpleza

Grover y Quirón negaron, la muchacha tendría que aprender a ser más sutil, había dejado atónito a Perseus.

—Al menos eso cree Zeus —apostilló Quirón—. Durante el solsticio de invierno, durante el último consejo de los dioses, Zeus y Poseidón tuvieron una pelea. Las tonterías de siempre, que si Rea te quería más a ti, que si las catástrofes del cielo eran más espectaculares que las del mar, etcétera. – Gonzáles rodó los ojos sin importancia, conocía a su padre y a su tío. – Cuando terminó, Zeus reparó en que el rayo maestro había desaparecido, se lo habían quitado de la sala del trono bajo sus mismas narices. Inmediatamente culpó a Poseidón. Ahora bien, un dios no puede usurpar el símbolo de poder de otro directamente; eso está prohibido por las más antiguas leyes divinas.
Pero Zeus cree que tu padre convenció a un héroe humano para que se lo arrebatara. – Vio a Percy

—Pero yo no… – El chico negó rápidamente las calumnias

—Ten paciencia y escucha, niño. Zeus tiene buenos motivos para sospechar. Verás, las forjas de los cíclopes están bajo el océano, lo que otorga a Poseidón cierta influencia sobre los fabricantes del rayo de su hermano. Zeus cree que Poseidón ha robado el rayo maestro y ahora ha encargado a los cíclopes que construyan un arsenal de copias ilegales, que podrían ser utilizadas para derrocar a Zeus. Lo único que Zeus no sabía seguro es qué héroe habría usado Poseidón para cometer el divino robo. Ahora Poseidón acaba de reconocerte abiertamente como su hijo. Tú estuviste en Nueva York durante las vacaciones de invierno y podrías haberte colado fácilmente en el Olimpo. Por tanto, Zeus cree que ha encontrado a su ladrón. – Quirón tampoco era muy sutil

—¡Pero yo nunca he estado en el Olimpo! ¡Zeus está loco!. – Alzó la voz Percy enojado por las calumnias

Quirón y Grover observaron el cielo, nerviosos. Las nubes no parecían evitarlos, como había prometido Grover; antes bien, se dirigían directamente hacia el valle del campamento, y los estaba cubriendo
como la tapa de un ataúd.

– ¡Oye! ¡La única que puede insultar a mi padre soy yo Jackson. – Quitó la mano de Percy para verlo molesta

¿Cómo se atrevía faltarle el respeto a su padre? Ella solamente podía hacer.

—Em, Percy… —dijo Grover—. No solemos usar ese calificativo para describir al Señor de los Cielos. – Exclamó con miedo

—Quizá paranoico… —matizó Quirón—. Además, Poseidón ha intentado destronar a Zeus con anterioridad. Creo que era la pregunta treinta y ocho de tu examen final… —Lo miró como si realmente esperara que se acordara de la pregunta treinta y ocho.

«¿Cómo podía alguien acusarme de robar el arma de un dios? Ni siquiera era capaz de robar un trozo de
pizza de la partida de póquer de Gabe sin que me atraparan». Pensó Jackson, Quirón esperaba una respuesta.

—¿Algo sobre una red dorada? —recordó —. Poseidón, Hera y otros dioses… Creo que atraparon a
Zeus y no lo dejaron salir hasta que prometió ser mejor gobernante, ¿no? – Helena se puso incomoda

Hera había hecho eso por las infidelidades de su esposo

—Correcto. Y Zeus no ha vuelto a confiar en Poseidón desde entonces. Por supuesto, Poseidón niega
haber robado el rayo maestro. Se ofendió muchísimo ante tal acusación. Ambos llevan meses discutiendo, amenazando con la guerra. Y ahora llegas tú, la proverbial última gota. – Helena negó conocía a su padre, estaba muy chiflado por eso lo quería

—¡Pero si sólo soy un niño! – Recordó

—Percy —intervino Grover—. Si fueras Zeus y pensaras que tu hermano te la está jugando, y de repente éste admitiera que ha roto el sagrado juramento que hizo tras la Segunda Guerra Mundial, que ha engendrado un nuevo héroe mortal que podría ser utilizado contra ti… ¿no estarías mosqueado? — Comentó

— Pero yo no hice nada. Poseidón, mi padre, no ha mandado robar el rayo, ¿verdad? — Vio a su amiga esperando aprobación

Quirón suspiró.

—Cualquier observador inteligente coincidiría en que el robo no es el estilo de Poseidón, pero el dios del mar es demasiado orgulloso para intentar convencer a Zeus. Éste ha exigido que le devuelva el rayo hacia el solsticio de verano, que cae el veintiuno de junio, dentro de diez días. Por su parte, Poseidón quiere el mismo día una disculpa por haber sido llamado ladrón. Confío en que la diplomacia se imponga, que Hera, Deméter o Hestia hagan entrar en razón a los dos hermanos. Pero tu llegada ha inflamado los ánimos de Zeus. Ahora ningún dios va a echarse atrás. A menos que alguien intervenga y que el rayo original sea encontrado y devuelto a Zeus antes del solsticio, habrá guerra. ¿Y sabes cómo
sería una guerra abierta, Percy? –

Gonzáles sonrió al recordar a su hermosa tía pelirroja, siempre había sido la más pacifista de todos

—¿Mala? –

—Imagínate el mundo sumido en el caos. La naturaleza en guerra consigo misma. Los Olímpicos obligados a escoger entre Zeus y Poseidón. Destrucción, carnicería, millones de muertos. La civilización occidental convertida en un campo de batalla tan grande que las guerras troyanas parecerán de juguete. –

—Mal asunto —dijo

—Y tú, Percy Jackson, serás el primero en sentir la ira de Zeus. –

Empezó a llover. Los jugadores de voleibol interrumpieron el partido y miraron al cielo en silencio
expectante. Era Percy quien había traído aquella tormenta a la colina Mestiza. Zeus estaba castigando todo el
campamento por su culpa.

Él sentía rabia.

—Así que tengo que encontrar ese estúpido rayo —concluyó — y devolvérselo a Zeus. – Supuso

—¿Qué mejor ofrecimiento de paz—apostilló Quirón— que sea el propio hijo de Poseidón quien devuelva la propiedad de Zeus? –

Helena sabía que su padre era capaz de decir que todo el tiempo, Percy tuvo el rato para no hacerlo quedar como un rey loco y paranoico, cosa que no le diría a los demás de por sí estaban bastantes asustados los dos mayores.

—Si Poseidón no lo tiene, ¿dónde está ese cacharro? – Grover y Helena abrieron los ojos ante esas blasfemias

—Creo que lo sé. —La expresión de Quirón era sombría—. Parte de una profecía que escuché hace años… bueno, algunas frases ahora cobran sentido para mí. Pero antes de que pueda decir más, debes aceptar
oficialmente la misión. Tienes que pedirle consejo al Oráculo. –

—¿Por qué no puede decirme antes dónde está el rayo? –

–Porque, si lo hiciera, tendrías demasiado miedo para aceptar el desafío. — El azabache tragó saliva.

—Buen punto. —

—¿Aceptas, entonces? — Vio a sus amigos quienes asintieron animosos.

«Qué fácil era para él, ya que Zeus no tenía nada en su contra, y para Barbie era su hija y lo más que podia hacerle era dejarla castigada» Pensó Jackson.

—De acuerdo —contestó —. Mejor eso que me conviertan en delfín. – Helena río ante eso

—Pues ha llegado el momento de que consultes con el Oráculo —concluyó Quirón—. Ve arriba, Percy Jackson, al ático.—

Él salió dispuesto a hacer lo que le ordenaron.

– ¿Cómo crees que le vaya a Percy? – Interrogó la chica al ver que ya se había ido el hijo de Poseídon – El Oráculo hace que a veces tenga pesadillas. – Sinceró

– Espero que le vaya bien, confío en los dioses pequeña. – Respondió Quirón

– Lo que se es que tendré que acompañarlo, y más allá de lo que ya sabes. – Resto importancia al ver a Grover quien no ponía atención, por los nervios que tenía – Mi madre me dijo que tendría que acompañar a Percy, que me necesitaría y aparte será mi primera misión. – Quirón negó ante el entusiasmo de la niña

—¿Y bien? — Le preguntó Quirón a Percy cuando lo vio llegar

Se derrumbo en el sofá junto a la mesa de pinacle, donde ante había estado sentado inconsciente, puso su cabeza en el hombro de Helena.

—Me ha dicho que recuperaré lo que ha sido robado. – Sinceró

Grover se adelantó al sofá, mascando nervioso los restos de una lata de Coca Cola que había tomado la chica.

—¡Eso es genial!. –

—¿Qué ha dicho el Oráculo exactamente? — Presionó Quirón—. Es importante.

Aún le resonaba en los oídos el tintineo de la voz de reptil, al chico.

—Ha… ha dicho que me dirija al oeste para enfrentarme al dios que se ha rebelado. Recuperaré lo robado y lo devolveré intacto. – Contó una parte de la profecía

—Lo sabía —intervino Grover, Quirón no parecía satisfecho.

—¿Algo más? – Cuestionó Helena lo vio con suma atención

—No —respondió —. Eso es todo. – Quirón estudió su rostro.

Aunque Quirón no estaba muy convencido, pues Percy no era un niño mentiroso eso lo hacia dudar, Helena confío en sus instintos, que le decían que Jackson estaba mintiendo.

—Muy bien, Percy. Pero debes saber que las palabras del Oráculo tienen con frecuencia doble sentido. No les des demasiadas vueltas. La verdad no siempre aparece evidente hasta que suceden los acontecimientos. – Trató  de darle ánimos por si estaba mintiendo

—Si.  —dijo, ansioso por cambiar de tema. —. ¿Y adonde tengo que ir? ¿Quién es ese dios del oeste? –

—Piensa, Percy. Si Zeus y Poseidón se debilitan mutuamente en una guerra, ¿quién sale ganando? – Helena negó, sabía a quien se refería Quirón

—Alguien que quiera hacerse con el poder — Supuso

—Pues sí. Alguien que les guarda rencor, que lleva descontento con lo que le ha tocado desde que el mundo fue dividido hace eones, cuyo reino se volvería poderoso con la muerte de millones. Alguien que detesta a sus hermanos por haberle hecho jurar que no tendría más hijos, un juramento que ahora han roto ambos. – Enumeró Quirón

Percy pensó en sus sueños, la voz malvada que había hablado desde las entrañas de la tierra.

—¿Hades? – Quirón asintió y Helena negó de manera rotunda

—El Señor de los Muertos es el candidato seguro. – A Grover se le cayó un pedazo de aluminio de la boca.

—Uau. ¿Q-qué? –

—Una Furia fue tras Percy —le recordó Quirón—. Lo observó hasta estar segura de su identidad, y luego intentó matarlo. Las Furias sólo obedecen a un señor: Hades. – Afirmó con suma seguridad

—Hades odia a los héroes —comentó Grover—. Y si ha descubierto que Percy es hijo de Poseidón… – Tembló

—Un perro del infierno se metió en el bosque —prosiguió Quirón—. Sólo pueden ser invocados desde los Campos de Castigo, y tuvo que hacerlo alguien del campamento. Hades debe de tener un espía aquí. Debe de sospechar que Poseidón intentará usar a Percy para limpiar su nombre. A Hades le interesa ver a este joven muerto antes de que pueda cometer su misión. – Sonaba bastante seguro de sus suposiciones

—Estupendo —murmuró—. Ahora quieren matarme dos de los dioses principales.

– Alto. – La voz de Helena sonaba sería y molesta todos la vieron – Es una completa tontería lo que dicen, sin ofender. – Se paró de su asintió con suma seguridad – Conozco a Hades desde que soy una bebé, el es el tipo que no haría eso si sale afectado. Todos Terminaremos en el Hades, piensen en la historia mi tío además de Hestia es el que menos se mete en problemas, los únicos fueron cuando Persefone quizo huir con el después de que se veían en secreto, y cuando encerró a Teseo y Pirítoo por que intentaron raptar a Persefone, defendió a su esposa, no por que viva en el inframundo y sea el dios de los muertos es el malo, por Teseo y Pirítoo odia a los héroes. – Defendió a uno de sus tíos favoritos

– Qué se comporte contigo de buena manera, no significa que con todos sea igual Helena, no quita que haya hecho cosas malas. – Reprendió Quirón

– Tal vez no sea un santo ¿Y qué? No todos los dioses lo son, mi padre también ha hecho cosas desagradables. Hades no es un provocador, el prefiere una vida tranquila si no le haces nada, el tampoco lo hará. – Contraatacó ella era terca jamás iba a ceder

—Pero una misión al…  —Grover tragó saliva—. Quiero decir, ¿no podría estar el rayo robado en algún lugar como Maine? Maine es muy bonito en esta época del año. – Estaba muy nervioso

—Hades envió a una de sus criaturas para robar el rayo —insistió Quirón—. Lo ha escondido en el inframundo, sabiendo de sobra que Zeus culparía a Poseidón. No pretendo entender las razones del Señor de los Muertos, o por qué ha elegido este momento para desatar una guerra, pero hay algo que es seguro: Percy tiene que ir al inframundo, encontrar el rayo maestro y revelar la verdad. – Ignoró las palabras de la niña

—Mire, si sabemos que es Hades — Le  dije a Quirón ganadose una mirada ofendida de su amiga, el quería venganza por su madre, y por que lo habia intentado matar tres veces —, ¿por qué no se lo decimos a los otros dioses y punto? Zeus o Poseidón podrían bajar al inframundo y aplastar unas cuantas cabezas. – Sugirió

—Sospechar y saber no son la misma cosa —repuso él—. Además, aunque los demás dioses sospechen de Hades (y supongo que Poseidón no será la excepción), ellos no podrían recuperar el rayo. Los dioses no pueden cruzar los territorios de los demás salvo si son invitados. Ésa es otra antigua regla. Los héroes, en cambio, poseen ciertos privilegios. Pueden ir a donde quieran y desafiar a quien quieran, siempre y cuando sean lo bastante osados y fuertes para hacerlo. Ningún dios puede ser considerado responsable de las acciones de un héroe. ¿Por qué crees que los dioses operan siempre a través de humanos?–

—Me está diciendo que estoy siendo utilizado. – Se ofendió

—Estoy diciendo que no es casualidad que Poseidón te haya reclamado ahora. Es una jugada arriesgada, pero el pobre se encuentra en una situación desesperada. Te necesita. – Helena estaba apunto de irse, no podía creer que siempre pensaban lo peor de su tío, el azabache veía a Quirón

—Usted sabía que era hijo de Poseidón desde el principio, ¿verdad? –

—Tenía mis sospechas. Como he dicho… también yo he hablado con el Oráculo. –

—Bueno, a ver si lo he entendido —dijo. – Se supone que debo bajar al inframundo para enfrentarme
al Señor de los Muertos. –

—Exacto —contestó Quirón.

—Y encontrar el arma más poderosa del universo.– Continuó

—Exacto.

—Y regresar al Olimpo antes del solsticio de verano, en diez días.–

—Exacto. – El chico vio a sus amigos, una parecía querer asesinar a todos y Grover, que se estaba tragando el as de corazones de los nervios.

—¿He mencionado que Maine está muy bonito en esta época del año? – Preguntó con un hilo de voz.

—No tienes que venir —le dijo—. No puedo exigirte eso. –

—Oh… —Arrastró las pezuñas—. No… es sólo que los sátiros y los lugares subterráneos… Bueno…—Inspiró con fuerza y se puso en pie mientras se sacudía pedacitos de cartas y aluminio de la camiseta —. Me has salvado la vida, Percy. Si… si dices en serio que quieres que vaya contigo, no voy a dejarte tirado. – Le dio una pequeña sonrisa

– Yo tampoco Jackson, aunque se que son ridiculeces las calumnias a Hades, tienes mi apoyo. – Soltó una sonrisa dándole un apretón en el hombro

Percy se sentío tan aliviado que tuvo ganas de llorar, aunque no le parecía un gesto demasiado heroico. Grover era el único amigo que le había durado más de unos meses. No estaba seguro de hasta qué punto podría ayudarlo un sátiro contra las fuerzas de los muertos, pero se sentí mejor sabiendo que
estaría, Helena fue la primera chica del campamento que vio, que fue su amiga, cuando su padre lo reconocio no lo abandono, recordó lo que le dijo.

«No soy parte del rebaño Aquaman, si no me das motivos para dejarte de hablar no lo hare, y menos por razones estupidas, somos amigos ¿No? Tienes mi completo apoyó y mi más sincera amistad»

Ese día se sintió tan feliz, la abrazó cuando dijo aquellas palabras tal vez ella las había olvidado, pero Percy las recordaba con sumo cariño.

—Vio hacia Quirón—. ¿Y adonde vamos? El Oráculo sólo ha dicho hacia el oeste. —

– La entrada al inframundo está siempre en el oeste. Se desplaza de época en época, como el Olimpo.
Justo ahora, por supuesto, está en Estados Unidos. –

—¿Dónde? – Quirón estaba  sorprendido.

—Pensaba que sería evidente. La entrada al inframundo está en Los Angeles. – Afirmó

—Ah —dijo—. Naturalmente. Así que nos subimos a un avión… –

—¡No! —exclamó Grover haciéndole soltar una risilla burlona a Helena —. Percy, ¿en qué estás pensando? ¿Has ido en avión alguna vez en tu vida? –
Meneó la cabeza, avergonzado

Su madre nunca lo había llevado a ningún sitio en avión. Siempre decía
que no tenían suficiente dinero. Además, los padres de Sally Jackson habían muerto en un accidente aéreo.

—Percy, piensa —intervino Quirón—. Eres hijo del dios del mar, cuyo rival más enconado es Zeus, Señor del Cielo. Así pues, tu madre fue suficientemente sensata como para no confiarte a un avión. Estarías en los dominios de Zeus y jamás regresarías a tierra vivo, sin ofender. – Lo último dirigido a Helena

Por encima de sus cabezas, refulgió un rayo. El trueno retumbó.

– No hay problema. – Se dirigió a Quirón – El tiene razón Percy, yo viajo en avión todo el tiempo por que es lo más seguro para mi, mi padre me mantiene a salvo. Así como a ti te pasaría si vas en barco, mi papá siempre ha sido muy paranoico dudo que si subes a un avión te cuide todo el camino, lo más probable es que mueras ahí. – Intervino reiterando el punto de Quirón

— Está bien.  — Respondió, decidido a no mirar la tormenta —. Bueno, pues viajaré por tierra. – Comentó rendido

—Bien —prosiguió Quirón—. Puedes ir con dos compañeros. Grover es uno. Helena es obvio que irá. – Percy negó

– No iras Helena, es muy peligroso tu padre te puedo castigar así como lo hizo con Hera, Grover lo hace por que me debe la vida tu eres libre de irte. – Sentía que debía mantenerla a salvo

– No digas estupideces Aquaman, te acompañaré lo prometí. Y no te llevaras toda la diversión, se como es estar entre dioses y combatir monstruos me necesitas. – Le sonrio dándole confianza

El aire resplandeció tras Quirón.
Annabeth se volvió visible quitándose la gorra de los Yankees y la guardó en el bolsillo trasero.

—Llevo mucho tiempo esperando una misión, sesos de alga —espetó—. Atenea no es ninguna fan de Poseidón, pero si vas a salvar el mundo, soy la más indicada para evitar que metas la pata. – Exclamó con superioridad – Iré. – Se apuntó sola

Helena rodó los ojos, Annabeth solía ser muy irritante.

– Rubia es estúpido llevar la rivalidad de los padres, cuando a ti no te han hecho nada, madura. – Aconsejó con cansancio

– A ti nadie te hablo, intentó de Barbie. – Contraatacó haciendo molestar a Percy

—Pues, si eso es lo que piensas —replicó —, será porque tienes un plan, ¿no, chica lista? – Se puso como un tomate claramente no tenía un plan, no esperaba que defendiera a Helena

— Iré les guste o no. – Demando

—Un cuarteto, podría funcionar. — Exclamó Grover intentando unir a las ex amigas

—Excelente —añadió Quirón—. Esta tarde los llevaremos a la terminal de autobús de Manhattan. Apartir de ahí estarán solos. – Añadió

Refulgió un rayo. La lluvia inundaba los prados que en teoría jamás debían padecer climas violentos.

—No hay tiempo que perder —dijo Quirón—. Deberían  empezar a hacer las maletas. – Aconsejó

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