✴️C⃟apítulo 46✴️

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Parpadeó varias veces, si, no se había equivocado, el fragmento de Shikon palpitaba constantemente y se pintaba de negro, era evidente lo que pasaría a continuación. Gracias al herido anciano pudo recuperar a Tessaiga, pero ahora el dueño de la misma estaba muy ocupado en su batalla contra ese colosal youkai con apariencia polilla.

<<Inuyasha>> lo observó atentamente al igual que los demás miembros de grupo, los bandidos y las mujeres recién rescatadas. Gatenmaru creó un gran remolino de viento con sus alas, el daiyoukai esbozó una sonrisa y se un salto llegó hasta su oponente, cortándole inmediatamente sus gigantescas alas sin problemas.

El youkai de gran tamaño se estampó dolorosamente contra el suelo y al verse amenazado, botó por su peluda boca aquella conocida sustancia venenosa hacia su oponente. El ex-hanyou ni se inmutó y permaneció parado en el mismo lugar, para cuando la seda desapareció, él tampoco estaba.

-¡Ja! Se desintegró ¡Sabía que eras un solo farsante!- se burló mientras reía abiertamente, confiado en que obtuvo la victoria en el enfrentamiento. Pero obvio no tenía ni idea de lo que estaba por pasar.

-¿Dijiste algo?- cuestionó una voz, Gatenmaru dejó de ver al piso y alzó la cabeza, percatándose en lo alto del cielo su contrincante se aproximaba hacia él, no tuvo tiempo para procesar lo que estaba pasando y en cuestión de segundos es destruido en pedazos por las filosas garras del Lord del Oeste- maldito insecto.

Y ahí fue cuando el pánico se apoderó de los bandidos ante la inesperada caída de su general y a toda velocidad todos y cada uno corrieron a sus respectivos caballos, con la intención de huir de ahí. Inuyasha nuevamente esboza una sonrisa perversa, regresando a verlos y así Kagome y los demás pudieron visualizar bien su repentino cambio, aquella sed de sangre expresada abiertamente en sus ojos.

El daiyoukai podía sentir su sangre hervir como nunca y sólo se sentiría tranquilo después de destazar a esos malditos bandidos como sus propias manos, los mataría... ¡Los mataría a todos! Dejó salir un fuerte gruñido y comenzó a perseguirlos, un único pensamiento se repetía en su cabeza, esa voz le susurraba aquella palabra: Matar.

-¿A-Acaso él va...?- preguntó la taijiya completamente impactada y no terminó la frase pues ya sabía la respuesta. Kagome rápidamente abrazó al niño y el pequeño kitsune contra ella, para impedirles que veían la aterradora escena.

-No escaparán- pronunció amenazante Inuyasha y a una velocidad increíble los alcanzó, el temor y pánico en esos hombres aumentó. Haciendo uso de sus garras, los destazó como si de simple hojas se trataran, sus manos estaban estaban bañadas de sangre y nadie salvó, el campo estaba repleto de cuerpos sin vida y más sangre.

Y al ex-hanyou ésto le causaba diversión.

La miko no pudo seguir viendo más ésta escena, no podía permitir que ésto siguiera así, debía buscar la manera de detenerlo y armándose de valor, emprendió camino hacia él con Tessaiga en sus manos. Miroku y Sango, aún atónitos por lo que sucedía, fueron tras ella, dejando a la neko-youkai protegiendo a los aldeanos.

-¡Inuyasha! ¡Por favor detente!- suplicó, pero éste no le prestaba atención en lo absoluto y continuaba marchando sus manos de más y más sangre humana, incluso pudo escucharlo reír. Sólo quedaron tres de los cientos de bandidos que eran y ellos se arrodillaron frente a él, suplicando por sus vidas- ¡No, Inuyasha! No les hagas nada, por favor.

-¡Escúchalos, te piden que los perdones!- añadió la exterminadora, no entendía lo que pasaba ¿Por qué ese cambio de personalidad tan repentino? ¿Por qué sus ojos se habían tornado así? Ésto no tenía sentido.

El daiyoukai no les prestó atención y observó complacido la sangre que bañaba sus garras, estuvo a punto de darles el golpe final esos indefensos bandidos, pero se detuvo al percibir un olor conocido en el ambiente. Frunció el ceño y alejó de ahí, llegado hasta donde se encuentra otro daiyoukai, dueño de ese olor.

-¡Ja! Así que eres un monstruo que sólo pelea- inicio el hermano mayor, visualizando de reojo la sangrienta escena a su alrededor y el hermano menor simplemente sonrió de manera cínica.

"En pocas palabras, si Inuyasha continúa así, es muy probable que los poderes de la perla y su sangre de bestia, terminen devorando su propio corazón y mente, a medida que las transformaciones se repitan"

-Peleemos Inuyasha- ordenó el otro peliplateado.

-Por mí no hay problema ¡Prepárate!- avanza a gran velocidad hacia su medio hermano, entonces Sesshomaru desenvaina una sospechosa espada, aquella no era una arma cualquiera, la Tokillin en una katana creada con los colmillos de Goshinki y posee un inmeso poder destructivo.

Inuyasha pudo percibir el gran poder del esa misteriosa arma, pero no se detuvo y llegó hasta él, inmediatamente propiciándole un fuerte golpe a la espada Tokillin, su brazo sangró ligeramente, pero eso no fue impedimento para él.

El mayor de los Taisho dio un salto, esquivando varios de los ataques de su oponente y el enfrentamiento nuevamente se reanudó. Con ésto pudo comprobar las palabras del Árbol Sabio, incluso pudo notar que en la voz de su medio hermano se podía escuchar la de alguien más, como si éste estuviera poseído.

<<Inuyasha, los poderes de esa joya te comen lentamente el corazón y mente, perderás la noción de tu verdadero ser y continuarás peleando hasta que perezcas>> analizó Sesshomaru.

-Solo me das lástima, ahora me queda claro- da otro salto, apartándose de él y lo apunto con su katana- tan solo viene aquí para comprobar que las palabras del Árbol Sagrado eran ciertas, no importas lo que hagas, jamás podrás ser una verdadera bestia. Tan sólo eres un hanyou, date cuenta.

-Dejé de ser un estúpido y débil hanyou hace mucho- frunce el ceño, preparándose para volver a atacarlo, en medio de todo podía escuchar la voz de esos humanos llamarlo con preocupación ¿Quiénes eran ellos? Ellos eran... Entonces detuvo su andar de golpe, llevando su vista hacia sus manos y como si hubiera despertado de un especie de hechizo, abrió los ojos como platos ¡¿Pero qué había hecho?!

-Si vas a pretender ser un daiyoukai, entonces ¡Compórtate como tal!- exclamó Sesshomaru y aprovechando que el menor de los Taisho estaba en shock y restándole importancia al enfrentamiento, blandió a Tokillin creando una poderosa descarga de de energía que fue directo hacia su objetivo, enviándolo varios metros atrás.

<<P-Pero ¿¡Qué fue lo hize?!>> se preguntaba constantemente Inuyasha, había perdido el control y... ¡Maldición! Todavía seguía tendido en el suelo, atónito al recordar exactamente todo lo que hizo. Pudo notar que sus compañeros de viaje llegaron con él, pero no quizo verlos a la cara, la culpa lo consumía.

-Si quieren que se detenga, desvanezcan su transformación con Tessaiga- fue lo último que pronunció el daiyoukai mayor y seguido de eso, simplemente se dio la vuelta, alejándose a paso lento del sitio.

<<No quiere matarlo>> descubrió Kagome y también notó que el trozo de cristal había vuelto a la normalidad, al igual que los ojos del daiyoukai. Pero éste último mostraba una expresión llena de culpabilidad, podía ver esa desesperación presente en su mirada.

Inuyasha no dijo nada y se levantó, mirando en todas direcciones la escena que lo rodeaba, en compañía de los demás miembros del grupo viajero, avanzaron por todo ese campo de batalla. Una vez se prometió a sí mismo que no volvería a causar daño, que no volvería a causar éste tipo de masacres y aún así, perdió el control.

Estaba bañado de sangre humana, como en situaciones anteriores.

-Yo hize ésto...- susurro, sonriendo con nostalgia, con culpa- todas mis garras están impregnadas de la sangre de esos bandidos.

-Las usaste para salvarnos, así paso, es la verdad- aseguró la colegiala y lo lejos pudieron ver al niño, él los observaba fijamente y dio paso al frente con la intención de ir hacia ellos, pero fue detenido por dos de las pocas mujeres que sobrevivieron.

-¡No te acerques a ese monstruo!- advirtió una.

-Si lo haces es capaz de matarte- añadió la otra, ambas mirando con odio y miedo al Lord del Oeste, esas mirada ya las había visto antes, incontables veces y se sintió más miserable que antes.

-No es justo...- pronuncia Kagome.

-¡No me importa que sea un youkai!- el pequeño se aparta bruscamente del agarre de las aldeanas, cerrando sus manos en forma de puños- ¡Él mató a los malos para salvar a mi abuelo y a todos! ¡Él acabó con los hombres que iban a destruir ésta aldea!

<<No fue así, sólo estaba casando a los humanos. Ésta no es la fuerza que yo quería poseer, yo no quería convertirme en ésto, no soy la criatura... ¡Que deseo ser!>> gritó en su mente, agachando la cabeza. Nunca quizo ésto, sólo quería regresar el tiempo y poder hacer las cosas bien.

✴️✴️✴️

Para atardecer, se establecieron cerca de un río, el ex-hanyou no mencionó ni una palabra al respecto desde lo sucedido, solo caminaba con la mirada perdida, dando a entender que estaba muy afectado. Todo lo estaban, fue una situación bastante impactante.

-¿Qué piensas, Sango?- cuestionó el monje.

-Houshi-sama, la verdad... Hay cosas que no comprendo, ver a Inuyasha actuar de esa manera me recordó a los relatos que solían contar en aldea, pero aún así, quiero permanecer a su lado- confieza.

-Pero Sango...- objetó.

-Después de lo que pasó con Kohaku, aún así todos ustedes estuvieron conmigo, dispuestos a ayudarme y por eso pienso que...- voltea a verlo y Miroku asintió, comprendiendo a lo que se refería.

No muy lejos de ahí, Inuyasha estaba parado en medio de aquel río, siendo observado atentamente por Kagome. Él trataba de limpiar sus manos y desaparecer todo rastro de sangre humana, pero no lo consiguió mucho, se sentía tan frustrado.

<<¡Demonios! El olor a sangre no desaparece, ésto me enferma>> frunció el ceño y sabiendo que ya no había más que hacer regresó a la orilla nuevamente, tomando asiento, como odiaba éste edor a muerte que despedía.

Todo a causa de un deseo que una vez creyó que era el correcto, pero no lo era. Todo este tiempo estuvo equivocado, después de todo, la Shikon no Tama nunca concede tu verdadero deseo.

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