SooBin se sentía feliz, por primera vez iría donde su papá y vería donde vivía. Y aunque también se sentía triste porque su appa iba a estar solo.
NamJoon sonrió al ver a su hijo correr hacia su auto, haciendo que el menor se adentrará y luego lo abrazara con fuerza.
— ¡Te extrañé papá! —Gritó el menor, para luego sentarse en su lugar e intentar sujetar su cinturón de seguridad.
— Binnie, sabes que debes ir atrás —Señaló la sillita que allí había, haciendo que el pequeño hiciera un puchero.
— Sólo por hoy papá —Hizo ojitos, haciendo que el mayor riera y asintiera, para luego abrochar el cinturón de seguridad.
— Pero sólo por hoy. —El pequeño asintió repetidas veces y sonrió.
SeokJin miraba a JiMin, quien le sonreía e intentaba que el mayor se sintiera mejor.
— Sé que extrañas a Binnie, pero también debe pasar tiempo con NamJoon.
— Eso lo sé Minnie, pero... no pensé que esto fuera tan difícil. —Bufó y cubrió su rostro.
— Comprendo eso, pero aún así no debes estar preocupado, está con NamJoon, con su padre y él ya no es el mismo chico de diecisiete años que rompe todo lo que toca —El mayor rió y asintió.
— Tienes razón en eso.
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NamJoon reía mientras veía a su hijo saltar alrededor mientras miraba todo, mientras intentaba dejar sus muñecos en un rincón para que no molestaran.
— Binnie, allí está tu habitación.
— ¡¿Para mi?! —Sonrió, adentrándose corriendo a su habitación. NamJoon sonrió.
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Jin miraba la cama, de pronto se sentía realmente grande para él solo, por lo que suspiró y colocó más almohadas junto a él. Se sentía un poco triste en ese momento, pero al mismo tiempo estaba feliz por su hijo y por NamJoon. Sabía que su hijo extrañaba a su padre y era realmente entendible ya que siempre habían estado juntos.
SeokJin cerró sus ojos e intentó dormir, pero se le hacía imposible. Se levantó de su cama y se adentró a la habitación de su hijo, para luego ver algunos de sus juguetes rotos, por lo que tomó los que podía arreglar y bajó las escaleras para luego sentarse en el sofá y tomar hilo y aguja.
Eran alrededor de las cinco de la mañana cuando por fin sintió que tenía sueño, por lo que subió las escaleras y se acostó en su cama, sabía que no iba a dormir más de tres horas pero no podía decirle a su jefe que no iría a trabajar.
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