𝐏𝐑𝐎𝐋𝐎𝐆𝐎. . . el día que nuestro destino acabó. . . !

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𝗢𝗨𝗥 𝗗𝗘𝗦𝗧𝗜𝗡𝗬
❝ ── Capitulo 0

" La muerte de Navier,
primera parte. "




❛ ── Navier no creía que aun podía recordar claramente el día en que su vida se vio envuelta en la miseria y la desgracia, llena de sentimientos negativos y malos ratos que opacaban los cortos momentos de felicidad que tenía. Agradecía que sus recuerdos más atesorados estaban envueltos con cuidado en un lugar frio y oscuro de su mente, intentando ser protegidos de las estacas que la vida se encargaba de clavar profundamente en su ser. Y aún así, esos buenos recuerdos se sentían lejanos y ajenos, casí pertenecientes a otra vida.

La pelirroja no quería empezar a quejarse de su vida, realmente creía que en esos momentos no le serviría de nada comenzar a parlotear, aunqué Navier sabía que no podría ni así lo quisiera. Su vista estaba clavada en el techo del dirigible, sin recordar velozmente ni una sola cosa de su vida, como creía que sucedería al estar al borde de la muerte. Simplemente estaba ahí, pensando en como se sentiría Jean y todos sus amigos. En si todo lo que había hecho había sido realmente lo correcto y si esa era su forma de pagar las consecuencias de sus actos. El karma funcionaba rapido, se dio cuenta Navier mientras sentía las manos se Rita presionar su pecho, intentando parar el sangrado excesivo que la estaba matando con una agonizante lentitud.

Que injusto, penso la pelirroja mientras su visión se oscurecia poco a poco, que injusto que ella estuviera muriendo en los brazos de sus camaradas, cuando muchos enemigos aún disfrutaban de su vida, de una libertad que ella nunca llegaría a probar por culpa de una niña que no sabía nada del mundo y la gente que lo habitaba. La ira y la frustración bullían en su interior, pero Navier no podía expresarlas, jamás lo haría. Su cuerpo estaba paralizado por el dolor y la debilidad. Solo podía empezar a pensar en la injusticia de su situación. ¿Por qué ella, que había luchado tanto por la humanidad, debía morir de esta manera? ¿Por qué los enemigos que había combatido podían seguir viviendo, mientras que ella se desvanecía en la oscuridad? ¿Por qué no podía tener al menos un momento más para expresarle a Jean lo que siempre quiso decir?

- Jean... - pronunció débilmente mientras las preguntas sin respuesta se acumulaban en su mente, mientras su visión se reducía a un pequeño punto de luz infinito, por un segundo la pelirroja sintió miedo, pero Navier sintió la presencia de sus amigos a su alrededor, aun sin poder verlos. Solo podía sentir su dolor y su desesperación. Y en ese momento, supo que tal vez no quería morir. Rita, Giovanny, Jean... todos sus amigos continuarían su lucha, y que algún día, la humanidad recuperaría su mundo. Sin embargo, ella no quería irse sin antes hacer lo que su corazón dictaba que hiciera.

Era muy tarde, lo sabía... tal vez en otra vida Navier Bennet le confesaria sus sentimientos a Jean. Con ese pensamiento, Navier permitió que la oscuridad la consumiera, y su cuerpo se relajó en los brazos de Jean, sintiendo a Rita todavía presionar su herida, y dejando que una unica imagen se hiciera presente en su mente. El recuerdo de un chico que de alguna manera había entrado profundamente en el corazón de Navier a lo largo del camino.

La luz se desvaneció por completo, y Navier Bennet dejó de existir. Su cuerpo, que había soportado tanto dolor y sufrimiento, finalmente encontró la paz en los brazos de cierto chico castaño que la amaba con locura. Rodeada de quienes estuvieron a su lado desde el día uno en la Tropa de Reclutas N° 104.

Rita, con lágrimas en los ojos, alejo sus manos del cuerpo de Navier durante un momento, completamente temblorosa, como si no quisiera dejarla ir. Luego, con un suspiro derrotado, se dejo caer suavemente en el suelo del dirigible. Jean, en cambio, dejo sus lágrimas caer, sin pena a que alguien lo viera; todos sabían lo que ellos dos llevaban y no expresaban, y sabían lo doloroso que sería para el chico superar la muerte de la pelirroja en sus manos.

- No me dejes, Navier - Imploro Jean en un susurro, su voz quebrada por la emoción. Depositando suavemente un beso en la frente de la pelirroja mientras ahora la apretaba contra su pecho.

Y en ese momento, el dirigible se sumió en un silencio sepulcral. Solo se escuchaba el sollozo de Jean, el latido de su corazón roto. Navier, ya sin vida, parecía sonreír, como si finalmente hubiera encontrado la libertad que siempre buscó. Jean la apretó con fuerza, como si quisiera retenerla en su mundo un poco más. Pero sabía que era imposible. Con un último suspiro, Jean susurró:

- Te encontraré en el otro lado, Navier. Allí, no habrá Titanes, ni miedo, ni dolor. Solo nosotros dos, libres. - Y con eso, el dirigible continuó su vuelo, llevando a los sobrevivientes hacia un futuro incierto, pero con la certeza de que Navier siempre estaría en sus corazones.



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