Capítulo seis

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“¿Quieres saber cómo se sienten las buenas, muy buenas cosas malas?” own my mind, Maneskïn

—¿Jimin?—preguntó en un susurro, moviendo al chico para que despertara—, ¿Jimin, qué demonios haces?

—Mhh, déjame dormir—se quejó, volteandose hacia la izquierda. Se abrazó al bulto que respiraba con tranquilidad a su lado, pero no duró mucho. Fue tironeado con fuerza de la espalda, lo tomaron por la ropa y acabó de trasero en el suelo—, ¡¿qué mierda?!

El rubio se restregó los ojos, enderezandose asustado, ¿que manera de despertar a alguien es esa?

Levantó la cabeza, con los ojos entrecerrados ya que la luz del pasillo entraba por la puerta, y notó que su madre estaba parada a escasos centímetros cruzada de brazos. Ella le miraba con suma molestia y el alfa vio toda su vida pasar delante de sí.

Mierda, lo había olvidado. YoonGi estaba en su habitación, y más precisamente, dormido en la misma cama que él.

—Mamá, no es lo que parece—murmuró poniéndose de pie, los ojos de su madre estaban rojos—, vamos fuera y te explico qué pasó.

Recibió un gruñido por parte de la mayor, pero aceptando, se dió media vuelta y salió con su hijo siguiéndole el paso hasta el corredor. Jimin cerró la puerta con suavidad y lo siguiente que sintió fueron las manos de su tan amada madre en su nuca, antes de ser estampado contra la dichosa puerta de madera.

Sin ánimos de resistirse a ser apretado fuertemente por su madre, Jimin simplemente cerró los ojos para comenzar a dar sus explicaciones.

—Lo encontré en el callejón, detrás de la discoteca, al final de la avenida. Iban a golpearlo o a hacerle no sé que cosas, pero llegué en el momento justo. Luego estaba muy asustado, pedimos un taxi, y lo traje a mí habitación por qué no te gusta que yo entre a la tuya—había omitido algunos detalles, no era necesario que ella supiera todo.

Lo cierto es que, lo de la habitación, era una simple excusa. Podía haberle llevado al cuarto de huéspedes, pero su lobo era un sobreprotector de primera y no quería despegarse del omega.

—Podría haberse metido por sí solo en mí habitación —gruñó, apretándolo aún más contra la puerta. El rubio sentía la mejilla izquierda medio adormecida, y le estaba costando hablar sin morderse la lengua.

—¿Hablas en serio? Él estaba muy mal, si se desmayaba o... Yo no podía dejarlo solo. YoonGi necesitaba comer, estar abrigado, y olvidarse del miedo que sintió. Vimos una película y se quedó dormido, Jisoo. Nada más.

—¡Tendrías que haberme llamado!

La paciencia del rubio se terminó en ese momento.

—No, ¿sabes qué?—se sacudió para librarse del agarre, y miró amenazante a su madre—, tú tendrías que haber estado con él por más testarudo que sea. Yo no lo soporto, es un idiota, pero se nota que lo cuido más que tú.

La alfa no dijo nada, sabía que se estaba comportando mal al increpar a su hijo por velar por la seguridad de su omega. Su arranque de ira al verlos dormidos en la misma cama nubló sus pensamientos racionales y la sangre le hirvió en las venas por el cólera. Su lobo se siento traicionado y herido, pero más que todo, se sintió un idiota por no haber cuidado de Min como era debido.

Jimin sin más bajó las escaleras y salió de la casa de un portazo que hizo a todas las ventanas vibrar.

La puerta de la habitación se abrió para sorpresa de la mujer. Yoongi envuelto en una manta amarilla que le pertenecía al alfa peli-rubio miró a Jisoo. Parecía serio, pero en realidad, ese era su rostro habitual, uno que no dejaba en claro si estaba feliz o molesto.

—¡A-amor! Omega, y-yo lo si-siento—hizo el amago de acercarse y querer tocar su rostro, pero el menor retrocedió un paso—. Yo-YoonGi... ¿qué sucede?

El omega la observó en silencio. Sus pensamientos eran un completo desastre, eso era verdad, pero algo tenía claro. No soportaba el trato que le había dado a Jimin por qué a pesar de todo, él lo salvó, lo cuidó y jamás se alejó de su lado ni cuando vómito en la vereda de la calle.

—En vez de estar peleando con tu hijo, deberías darle las gracias. De no ser por él yo no estaría aquí contigo.

—Lo sé, so-soy una tonta—murmuró entre dientes—. Debo re-regresar al trabajo en media hora, son casi las siete, y-yo...

—Haz lo que quieras, Jisoo. Yo volveré a dormir, que tengas buen día—sonrió a penas, girando sobre sus pies para volver dentro de la habitación. Sin esperar nada cerró la puerta con pestillo, y se tiró en la cama esponjosa.

El aroma de Jimin aún se sentía en el aire, por lo que de alguna manera se sintió tranquilo y caer dormido no le tomó mucho tiempo.



YoonGi se despertó cerca de las doce del mediodía, estiró sus cuatro extremidades y tras bostezar se sentó en la cama. Dejando la manta amarilla tirada en el suelo al ponerse de pie, entró al baño a darse una rápida ducha. Una vez aseado por completo, buscó su celular y bajó a la sala.

Amaba sus momentos de soledad, claro, pero esa casa se sentía tan fría esa mañana. En momentos como ese extrañaba a sus padres y a su hermana menor, le era inevitable pensar en si ellos también le echaban de menos, y se la pasaba revisando su celular por si alguno de los tres se contactaba. De camino a la cocina entró al chat que solía mantener con su hermana, actualizando la página un par de veces, pero como pasaba siempre, no había nada nuevo.

Suspiró dejando el celular en la mesada, su estómago gruñó pidiendo por comida, y una idea llegó a su cabeza.

Lo que menos le agradaba era tener que comer solo, se ponía triste con facilidad. Tomó de nuevo el teléfono entre sus manos, y con decisión buscó el perfil de cierta persona para enviarle un mensaje.


—Una mentirita piadosa no hace daño a nadie—murmuró para sí mismo, guardando el celular en el bolsillo de su pantalón.

Buscó un delantal y se puso manos a la obra.


Rezongando y bufando como un toro enojado, el alfa se dirigió a su casa tardando un poco más de lo acordado con el peli-negro. Había tenido que acompañar a su amiga hasta el instituto sin poder negarse ante sus tiernos y repugnantes pucheros y quejas, con lo que, media hora de su día la había gastado en hacer de guardaespaldas de una universitaria exagerada, y lo peor, es que regresaba a su casa solo para hacerle de guardaespaldas a su propio padrastro.

Su ojo tembló al no ver a Min en el porche, pero tenía fé de que al abrir la puerta, estuviera listo para salir.

Giró el picaporte de bronce y entró a su casa, hallando lo que tanto temía: la sala vacía y ni un solo rastro del omega.

—¿YoonGi?—llamó alto al no verle en el living. Frunció el ceño y avanzó hasta el comedor, escuchando el típico sonido de una cuchara revolviendo algo en un recipiente de aluminio—, ¡YoonGi!

—Hola, idiota—sonrió inocente, acercándose a la barra que separaba la cocina del comedor.

—¿Iremos a comprar o qué?—quiso saber, cruzando los brazos sobre su pecho, impaciente.

—¡Cambio de planes!—canturreó, siendo patéticamente tierno—Ya estoy cocinando ramen, picante para tí y suave para mí.

—Maldito embustero—lloriquó tomándose el cabello con las manos—, ¿me hiciste venir para...?

—Para almorzar y hablar, Jimin—la expresión en su rostro cambió totalmente a la que siempre tenía, dramáticamente seria—. Tú y yo tenemos que hablar seriamente de algo.

Suspiró y simplemente se marchó a su habitación un par de minutos para relajar sus pensamientos. Quería asesinar al omega, pero más quería golpearse a sí mismo por haber caído en la trampa, pues iluso, en verdad había creído que tenía miedo de salir solo.

Diez minutos más tarde, tanto el alfa como el omega se encontraban sentados en el sofá del living con dos casuelas y dos pares de palillos. Por lo general Jisoo se molestaba si comían en esa sala, puesto que por algo estaba el comedor, pero Jimin desde siempre hacía lo que quería y YoonGi con la excusa de que se aseguraba de mantener la limpieza, también se pasaba las reglas de la casa por el trasero.

—Jimin, necesito preguntar...—comenzó a decir, bajándole un poco el sonido al televisor. Evitó mirar al rubio, aunque bien sabía que él le observaba con atención—, ¿porqué hiciste lo que hiciste ese día en el lavadero?

El alfa se quedó en silencio unos segundos, tragando los fideos. Ese era el momento perfecto para quitarse esa duda que le carcomía la cabeza.

—¿Tú estuviste en el sauna cuando todos fueron de caminata, cuando te casaste con mí madre?—le apuntó con los palillos por inercia.

Min sintió una ola de calor expandirce en su rostro, detuvo sus movimientos. Tenía algunos recuerdos de ese día, algo borrosos por el alcohol, pero si algo recordaba es que sus hormonas estaban por las nubes por un aroma que le llamaba mucho la atención. Jisoo estaba en celo según tenía entendido, pero sus hermanas le habían suministrado medicamentos por toda esa semana en la isla.

—Si, bue-bueno, pero... ¿que tiene que ver eso con mí pregunta?

—Mi sexto sentido me decía que habías sido tú—sonrió orgulloso.

—Por si acaso, quiero aclarar que me había tomado dos botellas de champagne antes—se rió. Le miró de reojo mientras levantaba las manos para dejar en claro que era inocente de cualquier pecado.

—Bueno—masticó un poco antes de continuar habalndo—, respondiendo a tu pregunta: supongo que me siento un poco atrido hacia tí desde ese día en el sauna. Y cuando entraste a mí habitación mientras yo aplicaba el "Love myself", vi algo a través de tus ojos, ¿sabes?

El omega se acomodó mejor en el sofá, mirando ahora con atención al rubio mientras se llevaba un poco de ramen con los palillos a la boca.

—¿"Algo" cómo qué?—preguntó curioso.

—Deseo—murmuró, clavando la mirada en sus ojos negros. YoonGi se relamió la salsa de los labios tras dejar la casuela en la mesa ratona y el alfa lo tomó como una invitación para acercarse y pasar su lengua por el lugar.

Las mejillas del peli-negro se tiñeron de un suave rojo, y con la mano derecha lo apartó unos centímetros por el pecho.

—Jimin—suspiró, sus ojos estaban vidriosos mientras le observaba fijamente. Estaba mal, muy, muy mal. Pero no podia ignorar que el chico lo ponía mucho y le atraía en varios aspectos—, si vamos a hacer esto hay que tener mucho cuidado.

El alfa sonrió de lado, la picardía se leía en su rostro. Y aunque Min no podía sentirse más avergonzado, tampoco es como si eso le interesara demasiado.

—Ella está todo el día fuera, así que, podemos aprovechar esos mil veinte minutos—susuró sobre sus labios. YoonGi asintió, y sin aguantarse más lo besó.

Jimin tomó el control de aquél beso, haciéndolo pasar de suave a brusco. Chupó el labio inferior del omega para que abriera la boca, e introdujo su lengua en la cavidad bucal de su amante. Con su húmedo músculo recorrió cada espacio de la boca contraria, empujando la propia lengua del chico para comenzar con una "pequeña pelea". Los dedos del alfa picaban por tocar la piel del torso de Min, por lo que lentamente bajó hasta el borde de la ropa e introdujo una mano para acariciar se abdomen y poco a poco ir subiendo a su pecho.

YoonGi jadeó en la boca del mayor cuando los fríos dedos del rubio rozaron uno de sus botones rosados. Sentía su hombría palpitar en su pantalón a cuadrillé, despierta con nada más que sus labios y el mínimo toqueteo.

» —Ni siquiera los he tocado y ya tus pezones están duros—murmuró separándose apenas de los finos labios del omega.

YoonGi se rió, mordiéndose el labio inferior, y volvió a atacar esos pomposos labios que se le estaban volviendo adictivos. Quizá era por el bálsamo de frutilla que le gustaba tanto tenerlos entre los propios.

Jimin mordisqueó su labio inferior para finalmente profundizar el beso con su lengua, apretó el pezón entre sus dedos y los palillos cayeron al suelo cuando el omega arqueó un poco la espalda hacia atrás. YoonGi, empujado por el rubio, se recostó en el espacio que les quedaba de sofá y jadeó dejándose hacer por las expertas manos del otro.

Los chasquidos comenzaron a ser poco mas altos que la música que se reproducía en el televisor, y el alfa le quitó la camiseta con prisa, bajando la boca por su mentón hasta llegar a su cuello. Las piernas del peli-negro temblaban a medida que Jimin bajaba por su torso descubuerto dejando besos húmedos.

—No muerdas—pidió—, quedarán ma-marcas.

Jimin asintió, aunque de verdad quería morder la suave textura de su abdomen hasta dejarle violácea la piel blanca, no se podía dar tal lujo por Jisoo.  Cuando llegó más allá del borde del pantalón, el omega sintió la respiración agitada del rubio chocando con su hombría

» —Po-por favor—rogó apretando los ojos.

—Dime lo que quieres—exigió mientras se apartaba—, necesito oírte decirlo.

—Jimin, basta, no aguanto má-más.

—Si no lo pides...—hizo amago de alejarse por completo, pero desesperado el omega lo sujetó por el brazo.

—¡Necesito tu boca en mí pene!—pidió alto, lo necesitaba o sentía que podía llorar de la frustración.

Para el rubio fue suficiente.

—Deseo concedido—sonrió de lado, lascisivo.

De un tirón el pantalón le fue bajado hasta las rodillas. Los dedos del alfa danzaron sobre su pene, aún cubierto por la fina tela del bóxer, haciendo al peli-negro retorcerse en su lugar. Se sentía explotar, le dolía tanto que si el alfa no hacía nada iba a usar sus propias manos.

» —¿Sabes? Es un halago que estés tan duro y mojado para mi—se relamió los labios, burlándose. Había notado el lubricante del omega con simplemente el aroma que desprendía, YoonGi se avergonzó, pero con molestia el peli-negro acercó ambas manos—. No, no—se rió apartandolo de su propio cuerpo—, yo sé hacerlo.

Y vamos, el omega sabía que era un experto, por experiencia propia, pero ya se estaba tardando.

Los dedos del alfa hicieron intromisión en los bóxers rojos, rodeando el hinchado miembro para sacarlo de su guarida. Con el dedo índice tocó la punta empapada en líquido preseminal, enviando una descarga eléctrica a todo el cuerpo del peli-negro. Pero no era nada a comparación de cuando los labios de Jimin rodearon la hombría del mayor y lo engulló todo, haciéndola desaparecer por completo.

YoonGi sentía que su punta casi llegaba a la garganta del alfa, pero éste ni siquiera soltaba queja alguna. Y simplemente dejó de pensar coherentemente cuando los dientes del rubio rozaron la piel sensible de su pene, haciendole elevar las caderas al mismo tiempo que, por instinto, lo tomaba del cabello para ayudarle a llegar más profundo.

—Oh, mierda, Jimin—gimió más alto que cualquier vez anterior, sintiéndose liberado al fin. El alfa tragó sin pudor, esta vez con un poco más de dificultad por la falta de oxígeno; dejó libre la hombría, relamiendose los labios, volviendo rápidamente a pasar su lengua caliente por todo el falo para limpiar los restos de semen.

—¿E-estás bien?—murmuró viéndole desde allá abajo, el omega asintió desordenado intentando regular su respiración—. Necesito que me ayudes.

YoonGi lo observó. El alfa aún respiraba agitado, con los labios separados e hinchados, la frente sudada y el rostro rojo. Pero el problema era que no tenía experiencia suficiente, y no quería verse más idiota de lo que el alfa ya pensaba que era.

—Yo nunca... No sé si...

—¿Quieres hacerlo?

—Por supuesto, pero sino soy bueno...

—Yo te guió—sugirió con una sonrisa pequeña—, vas hasta donde puedas. O usas tus bonitas manos, lo que sea cómodo para ti.

Oh, el alfa estaba siendo muy tierno con él. Min sintió una calidez inexplicable en el pecho, y asintió sin más. Tiró del cuello de su camisa blanca para que trepara sobre su cuerpo y se enroscaron el uno en el otro frente al portal en un beso lascivo. La humedad de sus finos labios y el tacto de su lengua le exigió al rubio que abriese más la boca, ante la mínima sumisión por parte del menor, sus piernas una vez más se hicieron gelatina. Le desabotonó la camisa sin dejar descansar sus labios, mordisqueando y chupando aquellos gorditos belfos con sabor a fresa.

Jimin jadeó cuando, con el pecho totalmente descubierto, una de las manos del mayor bajaron por el mismo rozando sus botones rosados. Sintió cosquillas cuando las yemas de los dedos tocaron sus abdominales levemente marcados.

—E-Espera—susurró, separándose a penas de la boca contraria—, baja las piernas.

Sin comprender el omega hizo caso, estirando las piernas. Jimin acomodó las rodillas a cada lado de las caderas del peli-negro haciéndolo sonreír de lado antes de enredar sus lenguas nuevamente. YoonGi le desabrochó el cinturón y desprendió los cuatro botones del pantalón para sin más preámbulos meter una mano en sus calzoncillos. Al sentir su grosor y las venas que rodeaban el tronco, el pene del omega se sacudió nuevamente erecto.

El alfa se sostuvo del sofa con una mano, haciendo fuerza con el mismo brazo para no aplastar a Min, y con la mano libre se ocupó de la erección de su amante al mismo tiempo que su propio pene era estimulado de arriba a abajo con una tortuoso pero delicioso ritmo.

—Ah, mi-mierda, e-eres... Eres bueno, Yoonie—suspiró, apoyando la frente en el hombro del mayor. Algo dentro de sí le impulso a mover las caderas, embistiendo así las manos del peli-negro sin dejar de masturbar al mayor.

—Cre-creo que v-voy a...—pero YoonGi no pudo concluir la oración.

Cegados por el éxtasis del momento gimieron en tono alto sus nombres, sintiendo la plenitud de estar tan vivos. Las respiraciones agitadas estaban sincronizadas, y una risita se escapó de sus labios sin poder evitarlo.

Se habían corrido en el torso del otro en el sofá de la sala y con la puerta sin ceguro. Estaban completamente dementes y ambos lo sabían.

—Mmh... Somos un desastre—se quejó bajito, tocándose la cabeza. No se sorprendió de tener algunos mechones de cabello pegados en la frente, pues había transpirado por la reciente actividad.

—Deberías ir a darte una ducha—sugirió, saliendo del escondite donde apoyaba la cabeza. Se acomodó hacia atrás y por instinto el omega encogió las piernas, no solo porque se sentía expuesto en la posición, sino para que el rubio se sentara con comodidad—, mientras limpio todo aquí.

—Está bien, me siento todo... pegajoso—arrugó la nariz, haciendo al alfa reír.

Sin más Jimin se puso de pié, tomando la casuela con ramen a medio empezar, y se dirigió a la cocina. Min por su parte se acomodó la ropa que aún tenía puesta y tomó la playera para arrugar la contra su pecho y subir las escaleras. Mientras esperaba que la bañera se llenara con agua, se dejó caer en la cama.

«Cama que compartes con Jisoo, la alfa con la que estás casado» le recordó su lobo, solo para molestarlo por que de todos modos, le agradaban Jimin y su lobo negro.

—¿Dónde me estoy metiendo, por santo cielo?


3274 palabras omg 😲

La verdad me esforzé bastante en este capítulo, no acostumbro a escribir escenas eróticas y no sé cómo se hace a la perfección, pero quise sacar este libro a la luz para incursionar en ello. Espero que les guste 🤭

Por cierto, los chicos estaban comiendo ramen, (si saben a lo que me refiero jaja) y fue algo inocente de mi parte porque no lo puse con esa intención 🤣

Cuídense mucho 💛

©ʏᴏᴏɴɴɪᴇxᴊɪᴍɪɴɪᴇ5

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