Capítulo treinta y nueve.

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“Es como si siempre estuviera causando problemas, creando el infierno. No quise hacerte pasar por esto, te lo puedo asegurar” - Middle (DJ snake)

YoonGi cada día se sentía más y más agotado con solo ponerse de pie. Había aumentado un poco de peso, sus pies dolían y se hinchaban con frecuencia; algunas veces lo único que quería era que las cachorras nacieran de una vez por todas. ¿Lo bueno?, es que era un mimado en exceso, por lo que podía disfrutar la experiencia de estar en cinta a pesar de todas las cosas nuevas que le sucedían.

Una semana había pasado desde que sabían que Jisoo tenía la ubicación del pueblo cercano a la casa donde vivían. Segun informes de Seokjin, ella se encontraba extrañamente tranquila trabajando como de costumbre. Sin embargo, no podían confiarse demaciado. Era extraño que la alfa, con el temperamento que tenía, no hubiera querido correr a buscarlo en cuanto notó movimientos en su tarjeta de crédito. YoonGi aún seguía pidiéndole perdón a Jimin, quien para nada estaba molesto con el peli-negro y le repetida de regreso que todo estaba y estaría bien.

El Omega se obligó a creer en sus palabras, pero en realidad no se sentía tan seguro.

Por otra parte, Yujiung como siempre velaba por la salud y bienestar de ambos chicos; por su gran amistad con Roseanne, le gustaba cuidar de cerca al alfa rubio. El chico era una copia de su amiga y le recordaba a cuando era una niña risueña que jugaba con él. Con respecto a YoonGi, era un chico de temperamento fuerte y a veces difícil de entender, pero Yun veía en él un omega valiente y dulce. Les quería y apreciaba a ambos como si fueran sus propios hijos, y haría hasta lo imposible por evitar que algo malo les sucediera. Así tuviera que dar su vida por ellos, Yujiung no los abandonaría.

—¿Te gustan las cortinas?—preguntó cuando notó la curiosidad de su acompañante.

—Mmh... Me gusta el diseño, Jenn.

La chica sonrió, sujetando con suavidad el ante brazo del omega para caminar hacia un pequeño sofá. El onega tomo asiento mientras ella iba a la cocina por un poco de leche caliente y galletas, afuera lloviznaba y aunque el ambiente en la casa era cálido, el frío parecía colarse por las paredes.

Pocos minutos después, Jennie apareció con una bandeja. La dejo en la pequeña mesa frente al sofá y también tomó asiento, antes de llevarse una galleta de avena con chispas de chocolate a la boca.

—Jimin oppa dijo que pasaría por tí más tarde—murmuró.

—Está bien. Aunque puedo irme solo a casa, no es necesario...

—Solo queremos cuidarte, YoonGi oppa. No te molestes con nosotros, ¿si?

Jennie apareció a mediados de esa semana de sorpresa, diciendo que estaba alquilando un apartamento en el pueblo para quedarse unos meses cerca de ellos, y de paso, conocer el lugar. YoonGi sabía que todo era su culpa, si tan solo hubiera esperado un poco mas a Jimin aquel día, nadie tendría que estar al pendiente de cada cosa que hacia.

—Lo sé, Jenn. Pero me siento tan apenado... No dejo de causar problemas.

Jennie rechistó, negando con la cabeza. Entendía como se sentía su amigo, pero no era su culpa; en primer lugar, nadie debería sentir miedo de su ex pareja.

—No digas tonterías, eres nuestro amigo. Y Jimin también.

YoonGi le regaló una pequeña sonrisa, acariciando su enorme vientre. Jennie en silencio coloco una película de comedia en el televisor, sabía que al omega le gustaba "¿Dónde están las rubias?", porque se había tomado la molestia de preguntarle por mensaje a Jimin qué le gustaba mirar para no tener que directamente consultarle al peli-negro y que no sintiera que todo lo que hacían era por él.

El aroma frutal que predominaba en el departamento, las palomitas de maiz dulces que la omega preparó y la tenue luz en la sala ayudaron a que YoonGi se quedara dormido a media película. Jennie sonrió enternecida con la imagen de su amigo respirando con calma y busco una manta para cubrirlo. Le dejaría dormir todo el tiempo que quisiera mientras ella usaba su celular para revisar correos y ver qué trabajos debía realizar aún.

Ser fotógrafa es lo que Jennie siempre había amado, tal como su hermano mayor, desde pequeña se pasaba el tiempo capturando paisajes o a sus seres más cercanos. Se le ocurrió entonces, proponerle luego al onega a su lado una seción de fotos especial antes y después de que sus hijas nacieran.

Jimin no tardó demasiado en aparecer, o al menos, así lo creyó YoonGi. Lo cierto es que cuando despertó, era bastante tarde y el rubio estaba comiendo fideos instantáneos junto a Jennie sentados en sillas sin respaldar alrededor de la mesa pocos metros detrás del sofá.

—¿Recuerdas a Kim Namjoon? El hermano de...

—Por supuesto—se apresuró a responder. YoonGi frunció el ceño al oir el tono de su voz, sin embargo, continúo estirando las extremidades de su cuerpo—. ¿Qué pasa con el?

—L-lo siento, hmm... Salió de las sombras, anda pegado a mí hermano y al pequeño cachorro, el secretario de tu madre.

—Ya veo.

—Dijo que te hecha de menos.

—Oh...

YoonGi no quería interrumpir, pero sentía la incomodidad del alfa y no podía soportarlo. Quería saber, ¿de quién estaban hablando y por qué Jimin se había distanciado de él? Sin embargo, no era momento para andar de curioso.

Jennie sonrió ante la seña con la que el omega le pedía que mantuviera silencio mientras se acercaba a pasos sigilosos.

—Hola, Jiminie—susurró sobre su cabello, abrazándolo por la espalda. El alfa no se sorprendió porque de hecho, ya lo había sentido—. Te extrañamos.

Qué loco, ¿no?. Ya no era un simple te extraño, sino un te extrañamos.

—Yo igual, no soporto estar lejos de ustedes. Gracias por todo Jenn, nos iremos ahora.

La chica les sonrió, poniéndose de pie para acompañar  sus amigos hasta la salida.

—Cuidense, chicos. Nos vemos luego.

Los días transcurrían ahora con una rutina. Jimin se despertaba primero, preparaba el desayuno, hacia que el perezoso de YoonGi despegara su cuerpo de la cama, se aseaban, hablaban con Yujiung, y juntos tomaban un taxi hacia el pueblo; Jimin se aseguraba de dejar al onega con Jennie, prometiendo volver lo más rápido posible, YoonGi se la pasaba con su amiga haciendo cualquier cosa, Jimin lo pasaba a buscar, y ambos regresaban a la casa a dormir.

YoonGi estaba harto, sinceramente.

Se sentía un muñeco de porcelana que pasaba de mano en mano y era tratado con tanto cuidado y cariño, que llegado cierto punto era asfixiante. Entendía el miedo que los demás tenían por qué fuera a ocurrirle algo malo, pero su principal caracteristica era ser terco y tener mucha mala suerte.

Todos debian de tener en claro que él siempre pintaba por fuera de las líneas. No sentís orgullo de eso, por supuesto, pero lo hacía por impulso.

YoonGi suspiró, observando el sol que le encandiló los ojos en cuanto elevó la vista. El sol quemaba su piel sensible a esa hora del mediodía, Yujiung se estaba tardando demasiado en salir del supermercado. El hombre no había querido dejarlo esperando fuera, pero el omega no quería entrar al lugar porque era gigante y lo menos que quería era soportar gente que no le sacaba los ojos de encima por su notorio embarazo y feromonas.

Sin saber cómo, YoonGi había convencido a Yun de que nada malo le ocurriría. Sin embargo, sentía que morirá a causa del calor y se estaba arrepintiendo tanto de su decisión que tuvo la intención de entrar al supermercado de todos modos.

Tuvo la mala suerte de chocar con una persona y hacer que un par de productos cayeran al suelo en cuanto se dió la vuelta.

—Oh, lo siento mucho. El brillo del sol no me deja ver—se disculpó apenado.

La mujer con la que había chocado por accidente se agachó a recojer los paquetes del suelo, y un escalofrío recorrió al omega por toda la espina dorsal.

Su lobo levantó las orejas, poniéndose en cuatro patas. Y la parte humana, aunque quiso salir corriendo, llorar e incluso gritar, se quedó estática en su lugar.

» —N-no, tú no.

—Tanto tiempo, ¿verdad, omega?

Jimin se encontraba limpiando el suelo de una cabaña, era la última y podría comer alguna cosa finalmente. Ya se había acostumbrado al ritmo de trabajo y podía terminar con cuatro casas en una sola mañana, después de todo, tenía dos compañeras más y de un día al otro la gente no ensuciaba tanto en realidad.

De la nada, su lobo que se mantenía por lo general bastante tranquilo, se sintió inquieto. Jimin sentía cómo se paseaba de un lado a otro con las orejas levantadas, yendo de izquierda a derecha mientras se restregaba el hocico con las patas delanteras. Que su parte animal estuviera intranquila hacia al humano sentirse desesperado.

—¿Oppa?—la voz femenina llamó su atención desde la entrada. El alfa la observó, se trataba de Jieun, una alfa de pequeña estatura que trabajaba con él—, ¿te sientes bien?

—Si, yo...

—Puedo terminar por ti, oppa—ofreció con amabilidad, realmente el chico no parecía estar bien. Lo estaba observando desde hace varios minutos y sentía que en cualquier momento podía quebrar el palo del lampazo, ¿qué pasaba por su cabeza?

Jimin dudó, el podía... Pero terminó por entregarle las cosas a la menor en silencio.

—Saldré a tomar aire, gracias Jieun.

Ella solo volvió a sonreírle, dándole paso para que pudiera salir fuera.

Inmediatamente al poner un pie fuera, saco su teléfono celular de su bolsillo y marcó con rapidez el número de cierto omega. Oir su voz posiblemente le haría tranquilizarse.

Sin embargo, ninguna de sus repetidos intentos por comunicarse tuvieron éxito.

¿H-hola?

—Yujiung, ¿estás con YoonGi?—demandó saber, sonando molesto.

Escuchó al hombre tragar saliva y sorber su nariz. ¿Acaso había llorado? No recordaba que estuviera resfriado en la mañana.

—Hmm, bu-bueno... Él estaba esperándome en e-el estacionamiento del supermercado. Pe-pero cuando s-salí...

El lobo alfa aulló de repente con tristeza. De hecho, era más como un lamento. Cómo si estuviera llorando por algo, o más bien, por alguien.

A Jimin no le tomó mucho entender.

¡Mierda, Yujiung, llama a la policía! ¡De prisa! ¡¿Por qué diablos tiene que pasar justo ahora?!

Cortó la llamada sin esperar ninguna respuesta, comenzando a caminar hacia la salida ignorando el llamado de sus compañeras, no le importaba más nada.

Ella se las pagaría, en cuanto la encontrara, la mataría definitivamente. Aún si debía ir a la cárcel, no le importaba. Si se daba la oportunidad, acabaría con su vida sin pensarlo.

La sed de venganza y el odio que le tenía comenzaba a mezclarse. No podía salir nada bueno de eso.

Solo diré: no me odien.

😆❤️

© Yoonniexjiminie5

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