𝘿í𝙚𝙯

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Capítulo con más de 4K de palabras ⚠️

Tres semanas y contando. A veces, Yoongi se levantaba en la madrugada solo para asegurarse de no estar soñando, porque tenía una vida completamente hermosa y era algo que no solía suceder más que en los cuentos de hadas o en Disney, esas películas que causaban que su minino sonriera cuando terminaba bien y en los momentos de los besos, Jimin se acercaba a Yoongi y lo besaba suavemente, quizás imaginando que era él quien estaba dentro de la película. Para el mayor, no existía criatura ni persona en el mundo más hermoso y tierno que el minino que ahora descansaba con su cabeza sobre sus piernas. Jimin le estaba hablando, bueno, le maullaba un montón de cosas mientras pasaba sus manitos por el rostro de Jimin, así que este supuso que estaba diciéndole algo sobre su rostro, dejándolo expresarse aún sin entenderlo.

—Te amo. — susurró Jimin, logrando que otra cálida sonrisa se forme en el rostro del mayor, inclinándose hacia adelante para atrapar los labios de su gatito, capturándolos en un suave beso, disfrutando del tierno ronroneo del más pequeño.

Una vida tan tranquila, hermosa y perfecta no podía tener nada de malo. O quizás sí.

No, definitivamente sí

Yoongi estaba frustrado... Sexualmente frustrado.

Soltó un suspiro resignado cuando terminó de ponerle el pijama a Jimin, acariciando sus preciosas orejas, logrando que su bebé se acercara y besara suavemente sus labios, pero la cabeza de Yoongi estaba en otro lugar ahora.
Él jugaba con Jimin cada dos días, y eso estába bien porque tampoco quería exigirle mucho a su pequeño niño, y sabía, por las reacciones de este, lo mucho que le encantaba cuando él tomaba su miembro de esa manera y se lo llevaba a la boca. Oh sí, los gemidos de Jimin eran el detonante para cualquier persona, pero aunque le encantaban, estaba el detalle de que Yoongi quería algo más del menor y sabiendo que podía tenerlo, ya no llegaba con la misma facilidad que antes. Él deseaba más, y todo su ser se lo pedía a gritos.

Pasó largas noches en las que se cuestionaba si debía hacerlo o no, e incluso en una de esas jugaditas, logró que uno de sus dedos roce la pequeña y virgen entrada de Jimin, y no estuvo nada mal, los espasmos que derretían por el cuerpo del minino eran tantos que juro correrse simplemente con eso. Pero...

Le iba a doler.

Ahí era donde moría toda la pasión. Yoongi si bien sabía de eso, no recordaba con mucho recelo su primera vez porque había sido con una persona tan irrelevante en la actualidad que no le interesaba, Jimin tenía el poder de llenarle su mundo y hacerle olvidar hasta la capacidad de respirar. Jimin era vulnerable, era un niño indefenso e inseguro que ante cualquier cosa, pensaba haber cometido un error, y ese era el principal problema. Yoongi quería que Jimin disfrute de esta primera vez tanto como sabía Yoongi que él lo haría, pero ¿Cómo hacerlo cuando al principio duele como el peor dolor que puede ser provocado en una zona sensible? No es que Yoongi fuera egocéntrico, no es que creyera que contaba con un miembro tan grande, pero si sabía que Jimin era tan puro como un ángel en este mundo lleno de impurezas, y la idea de desvirgar ese agujerito lo excitaba a tal manera, incluso por momentos él llegaba a sentirse un demonio o el mismo diablo por querer hacerle esas cosas al gatito que ahora lo abrazaba mientras meneaba la cola y movía sus orejitas debido a que corría una ligera brisa por la habitación, gracias a la ventana principal que esta abierta de extremo a extremo.

Definitivamente tenía que solucionar ese problema o terminaría mal en cualquiera de los casos. Él volvió a la realidad tan pronto como escuchó un maullido de su gatito, observándolo bien, notó esa miradita llena de preocupación en los hermosos ojos grises.

Jimin ladeó la cabeza, no era la primera vez que se encontraba con Yoongi tan concentrado en algo más, tanto que terminaba ignorándolo. Una de sus orejitas se inclinó y antes de poder pensar más en eso, ya Yoongi estaba totalmente sobre el felino, con este a espaldas de la cama, mientras el peli—negro devoraba sus labios con la misma necesidad de siempre.

—Meow.— Otro maullido escapó de los labios de Jimin, pero este mucho más ronco y exitado, mientras flexionaba sus piernas y las separaba más para recibir el cuerpo de Yoongi entre estas, tratando de corresponder al húmedo beso tan bien como el mayor le había enseñado. —Yoon.— jadeo en el instante en que ambos se separaron para respirar, mirándolo a los ojos, con las mejillas sonrojadas y sus constantes respiraciones aceleradas. Yoongi no tardó mucho, de hecho, ya estaba tan acostumbrado a ese simple acto que despojó a Jimin de su gran chamarra verde, quitándole el pequeño short también, tratando de no despegar demasiado sus cuerpos, logrando observar con más detalle cada rincón de esa hermosa y pálida piel ahí estaban, Yoongi relamió sus labios al observar una a una todas las marcas que le dejaba entre besos cuando jugueteaban. Jimin era tan suyo que dolía, claro, un dolor malditamente agradable.

Hacía unos días, Yoongi había tomado la decisión de hacer que Jimin deje de usar su ropa interior y solo utilice los diminutos y pegados shorts que compró para él ese día que salió. A ambos les costó al principio adaptarse a ello, pero funcionaba mejor cada vez que terminaban en la cama, ya que de un solo tirón, toda la parte inferior del menor se mostraba como una hermosa obra de arte ante los ardientes ojos negros.

—Ah.— escuchó un gemido provenir del menor mientras este pasaba sus manos por sus propios pezones, acariciándolos con sus pequeños dedos, como ya alguna vez Yoongi le había dicho que hiciera y al parecer le había fascinado tanto la sensación que buscaba siempre ese placer, mientras también movía sus caderas al ritmo de las de Yoongi, que se encargaba de moler su cuerpo contra el de Jimin, simulando un vaivén duro y rudo.

—¡Oh! — Jimin gimió. Su miembro rozaba el jean del mayor, logrando que la sensación sea dolorosa, pero le agradaba, porque quizás tenía en sus venas ese instinto masoquista, más si se terminaba esfumando gracias al placer que le proporcionaba en mayor.

Y entonces, debido a esos estimulantes sonidos, a Yoongi se le ocurrió algo que quizás ayudaría a que Jimin no sintiera tanto dolor al preparalo para la penetración, porque estaba seguro de que después que se acostumbrara, el minino en celo amaría jugar de esa nueva manera, todo el tiempo.

—Amor.— Dejó de moverse contra el cuerpo del menor, logrando que este llevara una de sus manos a su rostro, quitando los rizos que caían sobre sus ojos para abrirlos lentamente, tratando de observar a Yoongi, intentando prestarle toda su atención, y tras un ligero y ronco maullido, Yoongi continuó. — Voy a intentar algo nuevo hoy ¿De acuerdo? Si no te gusta, me dices que pare.—Jimin asintió, aunque sabía que no lo haría, todo lo que Yoongi hacía era tan malditamente perfecto, absolutamente todo. Yoongi era todo amte los ojos del minino.

Yoongi se separó de su pequeño para poder levantarse de la cama, despojándose una a una de sus prendas ante la mirada curiosa de su gatito. ¿Cómo se había podido controlar tres malditas semanas? Jimin era la reencarnación de la palabra lujuria y de la ternura también. Incluso ahora lo tenía tendido completamente desnudo removiéndose con sus piernas juntas, tratando de esconder su despierto miembro entre estas, mientras meneaba la cola de un lado a otro, mirando atentamente cada detalle del mayor. — Eres completamente hermoso.

Jimin maullo en respuesta y una vez terminó Yoongi de desvestirse se lanzó sobre el cuerpo del más pequeño, sin darle tiempo de contemplar con detalle su anatomía, decorando sus labores de nuevo, mientras el gatito se derretía tratando de corresponderle lo mejor posible. A veces Jimin llegaba a pensar que podía morir en algunos de sus encuentros sexuales con Yoongi, porque lo llevaba a calentarse tanto que no había palabras para describir ese nivel de placer, ni cuerpo que lo resista, según Jimin.

Pero algo lo sorprendió e hizo que se separe de los labios del peli—negro, jadeando, miró asustado a Yoongi, observando esa media sonrisa que le veía cuando jugaban, junto a sus hermosos ojos oscuros. Jimin hizo una mueca y chilló, sin saber que estaba pasando cuando el dedo de Yoongi rozó una zona muy sensible de su trasero, sintiendo como se contraía. El mayor ya lo había hecho una vez, sin embargo, ahora se le aumentaba el leve empuje del dígito, preocupándolo.

—Solo déjame rozarlo ¿Está bien? No va a pasar nada. — dijo Yoongi al mismo tiempo que llenaba de pequeños besos las mejillas y la frente de Jimin. Este último respiro hondo y asistió, llevando sus manos a las frazadas, las apretó con fuerza, cerrando sus ojos y gruñendo bajo cuando de nuevo aquel dígito rozó ese punto entre sus nalgas que lo hacía estremecer.

Yoongi se quitó de encima del minino y por un segundo este se asustó, pensando que quizás había hecho algo malo, pero cuando se decidió a abrir los ojos, observó al mayor inclinado con su cuerpo de rodillas en el suelo y la parte superior de este sobre la cama, analizando con detalle el trasero de Jimin.

Escuchó un fuerte maullido de vergüenza del minino y sonrió, Jimin se volvió a tumbar bien en la cama, dejándose convertir en un lío de gemidos, sintiendo con claridad el dedo de Yoongi sobre aquella parte, pero eso no era todo, la mirada de este lo encendía, saber que Yoongi estaba viéndolo así aumentaba más el placer y sus ganas de demostrarle cuanto le gustaba esa sensación. —Ñam.— maulló de nuevo entre gemidos, enterrando sus uñas en la tela de las frazadas, como ya estaba acostumbrado a hacer. Sus orejas se inclinaron y todo su cuerpo saltó cuando algo más paso por la raja de  su trasero, juntando sus piernas, trató de cubrir su miembro, sintiendo este tan duro, viéndolo incluso casi golpear la parte baja de su vientre debido a su rigidez.

—Yoon— Jimin no sabía exactamente qué sucedía y tampoco podía tomarse el tiempo para pensarlo debido a que sintió de nuevo ese algo húmedo hundirse entre sus pequeñas nalgas, mientras las manos del mayor se encargaban de separarlos lo más posible.

Yoongi estaba usando su lengua. Sabía que de seguro el lubricante que había comprado ese mismo día que salió, serviría mucho más, pero no se privaría de tener la deliciosa experiencia de llevar a Jimin a tal nivel de placer. —Hmmm.— Subió la mirada y logró observar parte del rostro del minino, con unos pequeños lagrimones a los lados de sus ojos mientras llevaba una de sus pequeñas manos a su miembro, queriendo masajearlo tal cual Yoongi lo hacía, porque le empezaba a doler y Jimin supuso que era debido a que en otras ocasiones el mayor se ocupaba de este, y ahora estaba entretenido jugando con su agujero.

Yoongi hundió más la lengua y otro fuerte gemido escapó de la boca de Jimin, en lo que este gruñia y estimulaba su duro miembro con necesidad. El peli—negro sonrió enternecido, llevando una de sus manos al pene del minino, bombeando sobre este como era debido, permitiendo así que Jimin volviera su mano a la tela, arqueando la espalda de nuevo gracias a ambas sensaciones, los dedos de Yoongi alrededor de la longitud de su miembro y saber que su agujerito, ese pequeño espacio estaba siendo lubricado poco a poco por la traviesa lengua de este mismo.

—Oh, Yoon ¡Yoon! — no encontraba otra cosa que hacer que no fuera gemir debido a todo. Incluso aunque deseara ver, le era imposible incorporarse cuando sentía sus brazos y piernas volverse gelatina, sin obedecerle, rindiéndose tanto que no podía ni moverlos, manteniéndolas alejados de Yoongi, para evitar obstruirle el trabajo.

La entrada de Jimin era tan estrecha, aun dedicándose principalmente a esta, le costaba mucho lograr que esas paredes se abrieran para que pasara la punta de su lengua, aunque poco a poco, parecía funcionar. Yoongi llevó su mano libre a su propio miembro, masturbándolo con la misma velocidad con la que lo hacía con Jimin. No podía creer que estuviera resistiendo tanto, él merecía todos los malditos premios del mundo por aguantar todo ese tiempo sin lanzarse sobre el adolescente y follárselo tan fuerte como le fuera posible. Sin embargo, Jimin no pudo aguantar tanto como hubiera deseado, y una vez sintió que Yoongi dejó en libertad su miembro para hundir un dedo profundamente en su trasero, se corrió en un fuerte gemido, jadeando mientras tira tras tira de su esencia manchaba su abdomen. — Ahh... Yoon. — con su dedo aún hundido en el agujero de Jimin, Yoongi soltó un gruñido al sentir las paredes de este contraerse con tanta fuerza alrededor de su dedo. Si hubiera sido su miembro, estaba seguro de que hubiera muerto de placer en ese momento.

—Hmm.— Jimin soltó un quejido, removiéndose ligeramente en su lugar, mientras su cuerpo trataba de expulsar el dedo dentro de él. Lo normal era que ellos acabaran de jugar una vez Jimin se corría, pero ahora él podía ver en los ojos de Yoongi que no habían terminado, y que de hecho faltaba mucho, mucho más. Meneó sus orejas mientras quitaba esos mechones de su frente debido al sudor y logró apoyarse en sus codos con sumo esfuerzo, buscando los ojos de su amor.
Mantente despierto, bebé. Sigo queriendo probar algo nuevo hoy. — dijo Yoongi, tan claro como le era posible hablar con semejante erección muriéndose por profundizarse en ese cuerpo tan delicado. Incluso trató de pensar en algo más, pero eran los levemente exagerados gemidos de Jimin los que lo volvían a la realidad. — Mierda, Jimin. — gruñó. — Separa mas las piernas, príncipe. — el gatito así lo hizo, tumbándose de nuevo, respirando hondo y separando las piernas, dándole a Yoongi una mejor visión de su dedo aún enterrado en la entrada del oji azul. El mayor sonrió y sin decir mucho, hundió un segundo dedo acompañando el primero, logrando otro gemido más fuerte de parte de su bebé. — Amor, tienes que ser bueno y aguantar.

Jimin asintió, cerrando sus ojos. Sentía esos intrusos dentro y era tan rato, el primero ya no dolía, pero cuando se le sumó un segundo, se encontró con una sensación diferente en su interior, una que no consideró normal. — Ñam. — otro maullido escapó una vez Yoongi empezó a mover sus dedos por la entrada, al comienzo simplemente girándolos, observando con detalle las expresiones del menor para saber a qué grando de incomodidad o dolor llegaba, pero al ver que aún podía aguantar, los sacó lo suficiente , antes de meterlos de nuevo. — ¡Ah!

Tras unos cuantos más de esos movimientos, el peso Jimin empezó a sentir como sus paredes cedían un poco, ansiando de nuevo ese toque profundo cada que Yoongi los sacaba, gimiendo más fuerte una vez entraban , deseando y anhelando saber qué tan dentro podían estar.

Yoongi se dió cuenta que todo marchaba perfecto cuando las caderas de Jimin se movían hacía abajo cuda que sus dedos entraban, buscando más de estos. Se arriesgó, metiendo un tercer dedo el la pequeña entrada, escuchando otro gemido, mucho más fuerte.

Poco, falta poco. Su mente trataba de ayudarle, ya llevaba rato que había dejado su miembro en libertad porque no quería correrse antes de tiempo y sonrió aún más cuando vio el de Jimin totalmente erguido, en busca de atención. Soltó un largo suspiro y no resistió más, tras separarlos unas cuantas veces en el agujero, los sacó, sorprendiendo al menor.

—¿Yoon?

— Tienes que ayudarme, amor. — Yoongi habló, con la misma voz ronca de antes. Se levantó del suelo, con sus rodillas entumecidas por todo el tiempo que pasó ahí y se sentó en la cama, tomando la mano de Jimin, jalándolo. Dios, el pequeño parecía un muñeco de trapo por lo rápido que puso colocarlo a horcajadas sobre sus piernas, sonriendo al ver la expresión de este cuando sintió su gran miembro rozando su trasero. — Lo siguiente quiero que lo hagas tú ¿De acuerdo? — Le susurró juguetonamente cerca del cuello, logrando un estremecimiento por parte del menor cuando su pene golpeó entre el estómago de Yoongi y el suyo. — Está bien, amor, vamos a encargarnos de eso ahora mismo. —Besó sus labios con un suave poquito, alzando el cuerpo de Jimin, ante la curiosa mirada de este, observando con detalle cada acción del mayor. Jimin meneaba la cola de un lado a otro, pero luego se erizó al sentir la punta del gran pene de Yoongi rozando justo el mismo lugar donde habían estado sus dedos y su lengua antes.

—Hmm.— otro sonidito de queja escapó de los labios del gatito, comprendiendo mejor que sé supone que tenían hacer ahora. Estaban jugando a tener sexo desde hacía mucho, pero lo peor ers que no se imaginó que terminarían haciendo todo el procedimiento. —Yoon.— Lo miró a los ojos, sin saber muy bien si debían hacerlo o no.

—Vamos, bebé. Si lo haces bien, te prometo que te dejaré dormir hasta más tarde. — algo infantil en ese preciso momento, pero las orejas de Jimin se estiraron mientras este sonreía, emocionado ante la idea, afirmando frenéticamente con la cabeza.

Yoongi estaba a punto de hacerle el amor a un niño de dieciséis años, un niño malditamente sexy y alterado genéticamente para vivir exclusivamente para ser penetrado.

Jimin, emocionado, llevó una de sus pequeñas manos al miembro de Yoongi, consiguiendo un gruñido de este, eran muy pocas las veces en las que Jimin lo tomaba a él, pero sin duda sentir una mano tan delicada, pequeña y suave hacía que la rigidez de su longitud llegue al tope.

El mayor se moría por tumbarse y disfrutar de la sensación, pero debía estar al pendiente de cada movimiento, era ahora cuando Jimin aseguraba de alinear bien el pene del mayor con su entrada y, asegurándose de que estuviera bien colocado, llevó sus manos a los hombros de Yoongi, tomándolos como impulso, bajó su cuerpo con rapidez. La sensación de ser profanado fue tan punzantemente dolorosa  que hasta su voz se le quebró antes de que grito alguno saliera de sus labios.

—Oh mierda, mierda, mierda. — Yoongi no podía creer que al fin estaba dentro de esa estrechez tan malditamente deliciosa, él pudo sentir su respiracion y su corazón detenerse. Jimin ahora abrazaba fuerte a Yoongi por el cuello, mientras pequeñas lágrimas escapaban de sus ojos. Se sentía tan raro, doloroso y sí, quizás se pasó un poquito, porque la cosa de Yoongi, que era como el doble de grande que la suya, estaba totalmente enterrada en su entrada, hasta tal punto en que podía sentir los testículos de este rozando las mejillas de su trasero. — Por Dios y todos los santos. Jimin, bebé.

El gatito lamió el cuello de Yoongi con la punta de su lengua, tratando de decirle de alguna forma que lo sentía, se había puesto a llorar debido al dolor y no había pensado en Yoongi. — ¿Yoon? — lo llamó, con su voz algo quebrada, sintiendo las grandes manos del mayor posarse sobre su cintura, mientras guiaba las caderas de Jimin para que este moviera de atrás hacía adelante, sacándole otro profundo estremecimiento al felino. — Oh, meow.— se aferró más fuerte al cuello de Yoongi, dejándose guiar por este.

Yoongi gruñía cada que su miembro se movía de lado a lado en la estrecha de Jimin, deseando más, aunque tampoco podía hacer gran cosa hasta que el cuerpo de su gatito se acostumbrara. Escuchó un gemido del menor y fue él quien se apoyo en el brazo que mantenía en Yoongi para alzarse apenas, dejándose caer de nuevo sobre el miembro.

—Oh bebé. — escuchar los gemidos del más pequeño lo estaba matando, y Yoongi no tardó mucho en tratar de tomar el control, yendo a un ritmo más acelerado. Debía de estar mal que los ruiditos combinados entre dolor y placer de Jimin lo excitaran tanto, pero incluso estando terriblemente mal, Jimin trataba de moverse al mismo ritmo de la velocidad que Yoongi le imponía.

—Así, amor. Oh Jimin... Tan bueno.

— Aaah, Yoon. — Jimin arqueó la espalda, apartándose un poco de abrazo para poder Impulsarse mejor, colocando sus manos en los hombros de Yoongi nuevamente, cabalgando sobre el gran miembro. Cerró sus ojos y se dejó llevar, concentrado en continuar dándose ese delicioso y
doloroso placer que lo estaba volviendo loco. Quería más, más profundo, más rápido, más Yoongi. Necesitaba más. —Oh.

Montaba el cuerpo de Yoongi como si fuera un profesional, y el mayor sabía que no aguantaría mucho si Jimin continuaba a esa constante velocidad, viendo también como este asfixiaba su miembro entre el cuerpo de ambos cada que se movía.

—Espera, bebé, dé-déjame a mí. — dijo, con dificultad, volviendo a poner presión en las caderas del menor, guió su cuerpo para que se alce lo más posible, sin que su miembro saliera completamente de su interior y luego le ayudó a que bajara con tanta fuerza que tocó un lugar en Jimin que nadie nunca antes podía haber tocado. Todo el cuerpo del felino tembló y tras un par más de esos golpes, Jimin se derramó entre su pecho y el de Yoongi, sin poder aguantar tal nivel de éxtasis vivida.

Sin embargo, él se siguió moviendo para Yoongi, gruñendo ligeramente antes de dejar caer su cabeza en el hombro del peli—negro, sintiendo el miembro de este apretarse en su interior y luego, tras un fuerte gemido del mayor, lo siguiente que sintió fue como su interior era llenado por la esencia del amor de su vida.

Su cuerpo temblaba, recibiendo por completo las tiras y tiras de líquido en su interior, mientras Yoongi trataba de recuperarse de semejante orgasmo, escuchando los ligeros jadeos del más pequeño, intentando buscar aire de donde sea que pudiera encontrarlo.

Hicieron falta un par de minutos para que Yoongi pudiera razonar mejor, sabiendo que al fin había logrado lo que tanto se moría por hacer y con su miembro aún enterrado en lo más profundo del minino, acarició su espalda, volteando su rostro para darle un lento y cansado beso, que a duras penas era correspondido por el rendido Jimin.

—Estuviste increíble, mi niño. — Jimin hizo un sonidito y cerró sus ojos, totalmente cansado. Soltó otro quejidito cuando el miembro de Yoongi salió de su interior y uno último al sentir la esencia de este resbalar por su entrada antes de caer profundamente dormido.

Fue Yoongi quien se aseguró de acostarlo y limpiarlo como era debido antes de colocarle su ropa a un absolutamente soñoliento Jimin.

Bañándose y vistiendo una nueva pijama después, Yoongi luego se tumbó en la cama, recibiendo entre sus brazos ka calidez de su pequeño, estrechándolo en un abrazo mientras el oji azul se acurrucaba contra el mayor, enredando su larga cola en una de las piernas de Yoongi, como ya lo había hecho antes.

Ahora Yoongi estaba totalmente seguro de que podía contarles a todos que había conocido el cielo, porque la sensación de estar dentro de Jimin era mil veces mejor que este mismo, de eso estaba seguro, le parecía imposible tanta perfección en un pequeño niño. Y lo principal era que Jimin le pertenecía, porque después de esto, a él le importaba una mierda lo demás, se aseguraría de que absolutamente nadie toque a ese pequeño minino.

Amaba a Jimin, lo amaba con cada pequeño centímetro de su ser, incluso más.






























Ayer no fue un buen día para mí, pero acá les dejo el capítulo que les toca 🥰

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