🪻┆¿Qué me está pasando?

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Creí que el lo había entendido bien. Cuando hablamos por el celular, Jihoon no parecía tan furioso, pero él hecho de que me haya esperado en la sala de espera con la secretaria, me indicaba todo lo contrario.

Entregándome una revista, me mostró su mueca de rabia.

— ¿Qué es esto? —le dije.

— ¿Qué es? Ábrelo y averigualo —me respondió.

No me agradó en absoluto su tono, pero decidí evitar hacer un espectáculo a plena vista.

— Vamos a mi oficina.

— No, quiero que respondas ahora.

— ¡A MI OFICINA! —grité, provocando que Jihoon se congelara del susto. Sus ojos y su boca parecían no creer el hecho de que le haya levantado la voz.

Caminé por delante de el, para abrir la puerta, y sólo después de que entrara, ingresé yo.

— ¿Qué fue eso Jungkook? —inquirió, refiriéndose al grito—. Nunca en todos estos años me has hablado de esa manera.

Luego de exhalar largamente, comprendí que había hecho mal. Esa no era la manera en la cual le contestaba.

— Lo lamento, no quise gritarte, cielo.

— Pues lo hiciste —el me dio la espalda, sintiéndose ofendida— ¿Acaso vivir con el te ha contagiado su actitud malcriada?

— No, simplemente no quise que otras personas se enteraran de nuestros problemas. No quiero que alguien vea nuestra relación como un espectáculo.

— Pues el espectáculo lo estás haciendo tú —se giró, señalándome con ira— ¡Mira la revista! Incluso en la portada hay imágenes cercanas.

Entonces, bajé la mirada a comprobar por mi cuenta lo que el decía, y al ver la primera fotografía, supe que era verdad. Cambié las páginas, y sólo encontré más imágenes de Jimin y yo besándonos fuera de la clínica. Sabía que esto saldría en televisión, pero no en revistas.

Por un momento cerré los ojos y pensé en que ese no había sido el único beso con Jimin. El hecho de que estuviéramos a solas en la habitación y con la rabia palpitando en mis venas por su abandono frente a la prensa. Me devolvió a la memoria la sensación de esa suavidad entre mis labios.

— ¡Jungkook! —exclamó devolviendo mi atención a el.

— ¿Qué ocurre? ¿Por qué vuelves a gritar?

— ¿Estás pensando en el, verdad?

— ¿Qué?

— Lo veo claro en tus ojos ¡El te está apartando de mí! ¡Y tú no te das cuenta!

— Jihoon, las cosas no son así.

— ¡No! —gritó con el rostro rojo—. Incluso tu cara de desesperación cuando el te dejó se nota claramente en las fotos.

— Fue porque me sentí humillado —expliqué.

— ¡Esa mirada no es de derrota, Jungkook!

— Jihoon…

Quise acercarme para calmarlo, que ese beso con Jimin, no significaba nada para mí, mas al tocar su hombro, el se apartó.

— ¿Te estás interesando por el?

— No, por supuesto que no. Jihoon, llevó seis años contigo, y entre discusiones y desacuerdos, hemos estado juntos.

— ¡Ay, es que no la tolero! ¡Me golpeó y ni siquiera sé disculpó! Y claro, tú en lugar de obligarlo a que me pida perdón, vas y lo besas.

Durante años había comprendido que Jihoon tenía un carácter difícil y lo aceptaba tal y como era, pero desde hace más de un año esto me empezó a exasperar.

— Jihoon…

— ¡Lo odio, ese hombre es un recogido y…!

— ¡BASTA! —hice resonar mi voz en toda la oficina.

Supuse que con esto el al menos dejaría de rabiar, pero apretó sus labios mirándome con indignación, y salió de la oficina.

Maldición, la paciencia se me agotaba. Por qué el tenía que tener esa actitud infantil. Me encantaba su carisma y dulzura, pero cuando se ponía a exigir y a gritar, me desesperaba, pero acepto que tenga motivos para enojarse. Yo también reaccionaría igual o peor si lo viera con otro hombre.

Ya hablaría con Jihoon más tarde, ahora no lograría nada.

Mientras calmaba el dolor en mi cabeza por la discusión sostenida con Jihoon, Alguien entró a mi oficina. Resultaba ser Jimin.

Su sola presencia con esa mirada retadora. En verdad no sé en qué estaba pensando cuando tras un intercambio de palabras me aferré a su cuerpo.

Esa suavidad, ese aroma a vainilla que su cabello liberaba, llamando a que enterrara mi rostro y aspirarlo profundo.

Pero sin duda alguna fue mayor sorpresa al ni yo poder creer las palabras que salieron de mi boca.

Como si tocara fuego, lo solté. Jimin se giró y observándome con disgusto, sentí su mano estrellarse en mi rostro.

— ¿¡Se puede saber qué te ocurre!? ¿Acaso perdiste la razón?

Sin embargo, no respondí, pensé que sí habría la boca diría alguna locura, lo único que mi mente atinó a hacer fue darle la espalda.

— Jimin, retírate.

— ¡Por supuesto que lo haré! ¿Crees que quiero estar cerca de un hombre tan arrogante y petulante como tú? ¡Jamás!

Solo volví a mirar adelante, cuándo el se marchó. Regresé a mí asiento con la mejilla izquierda aún ardiendo y toqué la zona enrojecida. Tuve que parpadear más de una vez, hasta recuperar la cordura de mi mente.

— ¿Qué diablos fue todo eso? —dije pasando las manos por mi rostro.

La hora de la junta que yo había programado para hacer oficial el cargo que empezaba a ocupar, llegó.

Acompañado de mi secretaria, entré a la sala donde cada uno de los integrantes más importantes de esta empresa estaban sentados en sus respectivos lugares. Observé a Jimin, cruzando nuestras miradas sin provocarlo. Claro, el los apartó primero, fingiendo alguna conversación con el que estaba a un lado.

¿Me ignoró? ¡Lo hacía a propósito! ¿Qué demonios? ¿Cómo se atrevía a hacerlo?

Concentré mi mente para no dejar que otra parte de mi cuerpo tomará el control de mis acciones. En estos casos sólo había que mantener la cabeza fría.

Seguro de mi, di el saludo y empecé a hablar de lo que significaba esta empresa, los logros y la expansión en los demás países de este continente. Siempre tuve la capacidad de hablar y expresar lo que anhelaba en los negocios, y está no fue la excepción. Tuve la atención de cada persona como lo había proyectado en mi mente.

— Y como un Jeon. Doy mi total compromiso de que haremos que esta empresa expanda su nombre hasta los continentes más alejados ¡Traspasaremos horizontes y arrasaremos con cualquiera que se quiera imponer! Porque Jeon es más que una empresa de moda. Es la suma de cada uno de ustedes, empleados, personal, hasta la última pieza es importante. Aquí nadie está de más, téngalo claro, y comuniquenlo a sus áreas de trabajo. En Jeon, no necesitamos mediocres ¡Así que señores! ¡Estamos todos de acuerdo con este compromiso! ¡Hagamos del cielo nuestro límite!

El resultado fue el esperado. Obtener la aprobación de cada integrante y accionistas fue el primer paso para mostrar mi capacidad e intachable actitud.

— Confiamos en las excelentes referencias que usted hizo en Inglaterra, señor Jeon.

— Sabemos que no nos defraudara.

— Su padre estaría muy orgulloso de que la empresa caiga en sus manos. Usted tiene todo ese potencial Jeon.

Las respuestas no se hicieron esperar, y mi ego crecía a cada instante, mas al esperar que Jimin dijera algo cercano al resto, solo mostró su completa seriedad, seguido de un "Bienvenido"

Un largo silencio ocupó toda la sala, hasta que dí por finalizada oficialmente la junta.

¡Qué día tan cargado! No llevaba ni una semana desde mi regreso y ya había ocurrido tanto, pero sin duda alguna hoy fue de los más estresantes.

Llegué a casa con el único pensamiento de llamar a Jihoon y solucionar este problema con el. No estuvo en la junta y eso fue por más decir que su enojo era mucho más fuerte que cualquier otro.

— Bienvenido Jungkook, no sabía que ya estabas de regreso.

— Jennie ¿Qué haces despierta a esta hora? —le pregunté, mientras guardaba el celular en mi bolsillo.

— Esperaba tener a alguien con quien cenar. Además así lo prometiste —me sonrió.

— Es verdad —asentí correspondiendo a su mirada llena de dulzor.

— Por cierto ¿Jimin regresó contigo? Pensé que el llegaría primero, pero esta vez no fue así.

— ¿Cómo? —fruncí el ceño— ¿Aún no ha vuelto?

— Esperé a qué su auto llegara pronto, pero no lo he escuchado estacionarse o quizá esté equivocada y el ya se encuentra en su habitación.

Decidido a comprobarlo, me dirigí a las escaleras, en el camino me encontré a dos de las empleadas a quienes pregunté, pero ambas me dieron la misma respuesta. No sabían de Jimin.

De igual modo, llegué a su habitación,y debido a que tenía seguro, la abrí a la fuerza.

— Mierda —gruñí al solo encontrarme con sus sábanas en orden.

Bajé haciendo pisadas duras y rápidas por las escaleras.

— ¿Está arriba? —quiso saber Jennie.

— No —negué con mi cabeza. Maldita sea ¡Qué pensaba el de esta casa! Decir que se había quedado en su oficina sería una total mentira, porque el propio seguridad me había dicho que ya todos se habían marchado.

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— Oh cielos ¿Dónde podrá estar? —mi pobre hermana se veía preocupada. Su mirada con angustia me hacía rabiar. Después del accidente, Iris se convirtió mucho más importante que cualquiera en vida. Nunca perdonaría a aquel que llevara pesar a su rostro que sólo debía mostrar una sonrisa.

— Tranquila Jennie—la abracé—. Estoy seguro que ya llegará.

— ¿Y si tuvo un accidente? El auto de Jimin es nuevo, el no es muy bueno manejando. Por favor Jungkook, ve a buscarlo.

Los mismos ojos de mi madre aquel fatídico día.

— Está bien, Jennie. Tranquila ¿Sí? —besé su frente para que volviera a mostrarme esos lindos hoyuelos en sus mejillas.
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