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Desde que se encontró por última vez con Yoongi, Jimin se encontraba asustado de ir realmente a su casa. Se tendría que encontrar con Ally, y lo último que necesitaba era verlos darse un beso delante de él. Aunque también deseaba verlo, pasar más tiempo con él, retomar una conversación real sin necesidad de pelear; estar a su lado aunque como su insignificante amigo.

El pelinegro, al contrario; parecía que no estaba igual de ansioso que Park de la reunión a la que le invitó, no sentía la misma necesidad de estar con el menor, pero debía admitir que siempre estaba al pendiente de su llegada. Le había invitado a llegar cualquier día con él, por lo que no podía tomarlo desprevenido, que lo encontrara con un desastre en su pequeño departamento sería algo vergonzoso. Normalmente Ally pasaba a hacer varias cosas antes de irse, regresaba de la escuela y continuaba con las labores domésticas, Yoongi... Bueno, Yoongi a lo único que apoyaba era a hacer comida para ambos o comprar comida ya hecha. Realmente no hacía nada con un sabor malo, el problema era que sus platillos eran limitados, no sabía cocinar más de cinco cosas y todas llevaban huevo; no iban a comer lo mismo todos los días.

- Creo que dos de mis alumnas son lesbianas - informó la chica, quien se encontraba cocinando la cena para Yoongi y ella, un poco más de la cantidad normal para que sobrara algo para el día siguiente, y así Yoongi sólo tuviera que hacer un recalentado.

- ¿Y eso que? - preguntó el mayor desinteresado, quien leía un periódico.

- ¿Cómo que "¿Y eso qué?" Cariño, eso está mal - respondió.

- ¿Por qué está mal? - volvió a preguntar. La chica lo pensó.

- Porque... La gente siempre dice-.

- No, te pregunté a ti, quiero tu opinión, no la de la gente - la miró - dime por que esta mal.

- Es anormal, Yoongi, está mal, en los periódicos dicen que tienen un problema mental - le dijo, apagando la estufa y viendo a su marido.

- Bien, los periódicos lo dicen; ¿Y tú que crees? ¿De verdad piensas que tengan un problema mental? ¿Crees que tus alumnas están locas? - cuestionó, un poco molesto de que su mujer se dejara guiar por la opinión popular.

- No... De hecho, bastante listas - respondió tímida - pero si la gente lo dice es por algo.

- ¿Recuerdas el helado de los estudiantes de Universidad? - la chica asintió - supongo que también recuerdas que la gente no quería comprarlo porque era un helado de elote, y todos decían que era muy malo - le dijo, poniendole de ejemplo a aquellos alumnos - te incité a probarlo y terminó siendo tu favorito. 

- Es que de verdad era muy bueno - se excusó.

- Pero la gente decía que era malo, si les hubieras hecho caso jamás hubieras sabido en realidad que no tenía nada de malo. Ahora, si les haces caso a la mayoría, no te tomaras el tiempo de conocerlas y darte cuenta de que no tienen nada de loco las chicas - Ally lo pensó. No sabía si su marido hablaba de tal manera por ser poeta, o porque se la pasaba leyendo o cual era la maldita razón de que él siempre tuviera algo lógico y diferente que decir. Él era alguien que no se dejaba guiar por la multitud, nunca daba su opinión basandose en lo que el resto decía y fueron una de las tantas cosas que la enamoraron de aquel pelinegro.

- Tienes razón... Creo que no debería juzgarlas sin antes conocerlas - murmuró apenada.

- No deberías criticar al helado sin antes probarlo al igual que tus alumnas.

- ¿A que te refieres? - rió - ¿Quieres que me acueste con una chica para saber si es bueno o no?

Yoongi lo pensó, analizó, imaginó, asintió y respondió: - ¿Lo harías?

- ¡No! - exclamó.

- ¿Por qué no? - preguntó nuevamente.

- Estaría cometiendo adulterio contra mi esposo, ya sea mujer o no.

- No sería adulterio si me dejan ver - sonrió coqueto.

- ¡Eres un pervertido! - le acusó.

- Creo que sería algo sexy y atractivo de ver - sonrió.

- ¿Qué demonios pasa en tu cabeza? - rió la chica, sirviendo comida a su hombre, para posteriormente servirse ella.

- Huy, maldecir es malo - se burló. Lo que pasaba por la cabeza de Yoongi no era absolutamente nada sano ni puro. 

- Más malo es que quieras que tu esposa te sea infiel - sentenció, tomando asiento por fin.

- Si me uno no habría nada de infidelidad - respondió coqueto. Ally se limitó a reír por las vulgaridades de su esposo.

Él era alguien realmente raro y especial, una completa cajita llena de sorpresas y no había día que la rubia no agradeciera por el conyugue que le tocó.

Pasaron las horas, aquel matrimonio ya se encontraba durmiendo, esperando tranquilamente al sol del día siguiente. Pereció ser una noche tranquila, y al día siguiente, todo siguió igual de bien; Ally se fue a la escuela, y Yoongi permaneció en casa escribiendo un par de poemas, y creando un boseto de la casa soñada que esperaba tener algún día con su esposa.

Realmente no sabía ni siquiera en dónde estaría, ni tampoco cuanto terreno utilizaría, pero esperaba a que fuera un gran y lindo proyecto. Aunque no sólo estaba creando sólo el de su morada, sino también el de otra casa más. Tenía muy poco trabajo, por lo que le quedaba suficiente tiempo para dedicarse en él y sus escritos, perfeccionando uno que otro, y sintiéndose orgulloso al redactar los listos.

Y mientras se encontraba leyendo con total sentimiento el más reciente, cambiando con sumo detalle algunas palabras, expresiones, o agregando oraciones, el sonido de la puerta siendo golpeada lo interrumpió. Revisó la hora de su reloj, teniendo en detalle que Ally llegaría dentro de tres horas más, por lo que, curioso por saber quien era caminó directo al pedazo de madera.

- Jimin, no te esperaba - murmuró sorprendido, viendo al rubio de mejillas regordetas parado del otro lado de la puerta.

- Me habías invitado a tu casa, supuse que era alguien bien recibido - dijo tímido.

- Claro, pero eso fue hace dos semanas, creí que ya no vendrías. Vamos, entra - sonrió, haciéndose a un lado, dejando pasar al menor, quien miraba a detalle el interior del departamento.

- Vaya, no creí que sería tan pequeña la casa de un arquitecto - rió el rubio, girandose y viendo a su mayor. Su cabello estaba hecho un desastre, se encontraba serio, pero al momento de chocar miradas rápidamente colocó una suave sonrisa, mostrando con ella amabilidad. Llevaba puesto un polo de cuello de tortuga negro, un saco blanco y un pantalón de tela negro entubado, pero sin ser demasiado ajustado, sus zapatos se encontraban libres de polvo y relamente se veía atractivo. Tan formal e informal como siempre.

- Creo que es perfecta, claro, por ahora. Sólo somos dos y ella no quiere una casa grande para tan pocas personas - le contó.

- Es bonito el lugar - sonrió.

- Vayamos a mi despacho - le invitó, comenzando a caminar hacia aquella dirección, teniendo a Jimin detrás suyo - está hecho un desastre pero este es mi rinconcito - sonrió, regresando a dónde antes de que la puerta fuera golepada estaba.

- ¿Sigues estudiando o por qué tanto papel? - le preguntó, viendo varias hojas hechas bola y regadas por doquier, en las paredes, dos bocetos diferentes de la arquitectura de una casa, un gran librero realmente lleno y con demasiados libros para el gusto de Jimin.

- Los... Poemas - murmuró, sintiendose timido al decirle lo que hacía por alguna razón.

- Oh, sigues haciendo poemas - lo miró nuevamente, terminando de escanear todo el cuarto.

- Me relaja - rió. 

- ¿Puedo? - le preguntó, tomando una hoja de las que se encontraban ahí, acomodada muy bien a diferencia de todas las que habían en el suelo.

- Adelante - rió tomando asiento y viendo a detalle los movimientos del rubio.

- "Pecado" - leyó el título - se supone que eres Católico, Yoongi - el mencionado no dijo nada, se limitó a sonreír con diversión al escucharlo, esperando paciente a que su visita comenzara a leer el poema - "Conozco la definición del pecado, sé que al soñar contigo estaré fallando...

- ¡No lo leas así! - exclamó el pelinegro.

- ¿Qué tiene mi forma de leer? - preguntó ofendido.

- Es un poema, no estás leyendo el periódico - gruñó - tienes que ponerle sentimiento.

- Bien, patrón, leelo tú - bufó, dándole la hoja a su mayor, esperando a escuchar que tal lo hacía. Yoongi rió, tomó el escrito y después de darle una leída rápida, dudó un poco. No estaba tan bien, necesitaba quitarle algunas cosas o cambiarlas, tal vez agregar un verso más y Dios... A ese poema realmente le hacían falta unos pequeños detalles - sigo esperando.

- Sólo no te rías, falta pulirlo - le avisó. Carraspeo la garganta, miró a Jimin por una última vez y comenzó: - "Conozco la definición del pecado, sé que al soñar contigo estaré fallando, que al tenerte cerca estaré acabado, y que al momento de besar tus labios, me habré quedado atascado.
Quedaré perdido y a tu deriva, imaginando ser más que tu amigo, hundido sin salida, deseando siempre estar unidos - Jimin escuchaba atento, acercandose suavemente al chico, quien se encontraba leyendo su escrito - Ayúdame a conservar la tibieza de mis sábanas, permiteme recorrer con mis labios cada parte de tu ser, y después de cerrar las persianas, amarnos sin que nadie más pueda ver.
La luna siempre ha sido nuestro fiel testigo, cómplice al no delatar nuestro amorío; el pecado no es tan malo cuando estás conmigo, y yo jamás he sentido que he pecado estando contigo." - una vez terminó de leerlo, en su rostro se puso una mueca, viendo al momento de redactarlo; que podría ser mejor que esto. Pero aquello, no le hizo notar la cercanía que había tomado el contrario, quien se encontraba atrás de él, apoyando su cabezita sobre su hombro.

- ¿A quién se lo escribiste? - murmuró Jimin, provocando un escalofrío total en el mayor al sentir su voz tan suave y cerca, sintiendo sus manos sudar cuando la piel de sus rostros se rozarón.

Primera.

- Lo escribí hace mucho... Tal vez por eso es tan malo - respondió nervioso, deseando de alguna manera girar su rostro.

- No te pregunté cuándo, dije quién - le aclaró, siendo más coqueto en su manera de pronunciarlo.

- Jimin - lo llamó el mayor con nerviosismo, su piel erizandose conforme sentía las juguetonas manitas de Park bajar por su pecho, siendo abrazado por la espalda del menor, teniendo un contacto más cercano de sus rostros, a un sólo movimiento de que el pecado dejara de ser un simple poema.

Segunda.

- Mande - respondió al llamado, enterrando su rostro en el cuello de Yoongi, quien para éste punto, había ladeado la cabeza inconcientemente, permitiéndole más acceso al menor. Los carnosos labios de Jimin se hicieron presentes en la limpia piel del pálido, obligando a ese extraño cosquilleo volver a recorrer el cuerpo de Min.

Yoongi no se hizo esperar más, y cuando el contrario se separó despacio de él, por fin giró su rostro, quedando cara a cara con aquel rubio demonio, observando a detalle cada pequeña facción de éste. Mierda, seguía siendo igual de lindo que cuando el mocoso tenía 16. Park no perdió tiempo, y prácticamente se abalanzó a ese pelinegro muchacho que continuaba enloqueciendolo de pies a cabeza, en cuerpo y mente. Yoongi jadeo al sentir los carnosos belfos del menor sobre los suyos. ¿Cómo carajo olvidó que su bonita boca se sentía tan bien cuando se encontraba con la suya? ¿Por qué olvidó lo suaves que eran los labios del rubio? Y algo más importante, ¿Qué demonios hacía continuando el beso?

Tercera.

En ese momento Jimin confirmó todo. Yoongi seguía siendo débil a las tentaciones cuando algo le gusta, a Yoongi le siguen bastando 3 caricias para ceder. Hay cosas que ni siquiera los años pueden cambiar, y está era una de ellas.

El rubio sin siquiera dar distancia para desear, comenzó a moverse para apartarse de la espalda del pelinegro, acomodandose lentamente sobre sus piernas, manteniendo sus manitas sobre las cerdas oscuras del cabello del pálido, mientras que él, continuaba sosteniendo el papel en manos.

Lentamente, Yoongi dejo aquel poema fuera de su alcance, llevando con suavidad sus manos a la cintura del contrario, metiendo lentamente estas bajo la camisa blanca que el rubio llevaba. Aunque esa acción lo hizo entrar en razón.

- Jimin, Jimin, Jimin. Bajate, bajate, bajate, ahora - ordenó, separando bruscamente el rostro del chico, tropezando las palabras ante su pedido. Jimin le hizo caso, aturdido por la velocidad de todo lo que pasaba; con sus mejillas llenas de color rojo y sus labios ligeramente más inchados y coloreados de lo normal.

- ¿Qué pasa? - preguntó confundió, sin entender que sucedió si todo iba bien.

- ¿Qué pasa? Qué, qué, que tengo esposa - respondió avergonzado de si mismo, no sólo por lo que hizo, sino por haberse exitado con un simple beso, ya que cuando el menor se subió a su regazo, ni siquiera se había sentado.

Lo que le hizo regresar de su trance fue el haber tocado a Jimin, el sentir su pequeña cintura y no poder evitar comparar su tamaño con la de Ally. La chica era bastante delgada, pero aún así había diferencia entre sus cuerpos, llegando a ser ella más grande que Jimin.

- Lo, Lo siento... Yo, yo lo olvidé - murmuró el rubio desilusionado. No es que lo haya olvidado, es que realmente ni siquiera le importó.

- Esto está mal - sentenció, evitando a toda costa la mirada del menor.

- Si lo dices porque ambos somos hombres...

- ¡Lo digo porque estoy casado! - le corrigió - independientemente de si fueras hombre o mujer, está mal. Muy mal - Jimin no dijo nada y sólo asintió, apenado por haber provocado que Yoongi saliera de su paz, cambiando su semblante tranquilo de siempre a uno más alterado.

- Entonces... Creo que sería mejor que me vaya - murmuró, dando pequeños pasos en reversa, intencionado a irse.

- No, no es necesario. No quiero que creas que te estoy echando - lo detuvo, mirando por fin al chico. Lo último que deseaba era que ambos pasarán un incómodo día, así que mientras más rápido olvidaran lo que pasó, más rápido se asentaría el ambiente - puedes permanecer un rato más, Ally aún tardará varias horas más en llegar, sólo hay que mantener una distancia prudente - le informó - ¿Quieres un café?

Después de todo ese pequeño discurso, Jimin sólo rió, balanceando su cabeza de arriba abajo, aceptando dulce aquella propuesta.

Park odiaba el café.

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