"Lo que era y lo que es..." [Multiverso: TLH] (Versión: Guía)

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Silencio, era la único que se podía apreciar en el poblado de Royal Woods. Alguien estaba muy asustado, escondido y sentado detrás de una de las casas, mientras oía a una chica susurrar su nombre. El ambiente era tenso, y la noche no hacía más que empeorar la situación.

El pulso del joven no hacía más que acelerarse, incluso se preguntó como es que todo aquello había sido posible, todo parecía tan irreal. Era como una fuerza extraña, un ente desconocido que había dominado la mente de aquella chica. Estaba desconcertado, se suponía que él era el que estaba loco por ella, pero ahora todo era al revés, y lo peor que era mucho más enfermizo de lo que podía creer.

—Dios, te lo pedí muchas veces, pero jamás creí que sería de esta manera —musitó el pelinegro a sus adentros mientras sentía los nervios recorrerle todo el cuerpo.

—Oh... osito... ¿dónde estás? ¿No ves que ambos nos necesitamos? Somos platónicos, imposibles... al menos así era antes de que decidieras reemplazarme.

Ciertamente, él ya estaba tratando de superar aquella faceta, desde aquél día del baile no desaprovechó la oportunidad que se le presentó. Sin embargo, nunca creyó que sucederían acontecimientos que lo guiarían hasta ahí.

—Me va a encontrar... sólo es cuestión de tiempo.

—No quisiera verlo envuelto en una clásica escena de tensión —dijo un hombre galante a su lado, le extendió su mano—. ¿O sí, joven Mcbride? —el mencionado lo vio incrédulo.

—¿Qui-quién es usted? —se acomodó las gafas.

—Sin duda un mejor destino que el que le depara si se queda aquí. Andando —hizo un gesto con la mano que tenía extendida. El pelinegro entendió la señal y rápidamente le tomó la mano. Acto seguido, comenzaron a huir de ahí.

—¡Ya te oííí! —tarareó. Los pasos de aquella joven se estaban acelerando.

—¡Nos alcanzará! —mencionó Clyde, tratando de no alzar mucho la voz; aunque admitía que sentía mucho miedo.

—¿Alcanzarnos? Digamos que eso no pasará en mi guardia —el hombre le regaló una sonrisa al chico y este lo miraba extrañado, ¿cómo podía estar tan tranquilo?

—¿Has lidiado con cosas así antes? —preguntó curioso mientras continuaban corriendo con sigilo.

—Tal vez, tampoco es como si le hubiera hecho algo muy cruel a una comediante con el mismo calibre de cordura —comentó como broma. Clyde no entendió claramente, pero Owen sabía a quienes iban dirigidas aquellas palabras.

—Vale, supongo que entonces puedo confiar en ti.

—Sigo siendo un extraño para sus ojos, pero sí, por ahora soy el único en quien puede confiar... —comentó encaminándolo a una de las casas.

—¿Qué hace? Nos encontrará muy fácilmente ahí —repuso el pelinegro asustado.

—Sólo entran a mi oficina aquellos a quienes yo se los permita, así que no rechiste más y sólo entre —empujó a Clyde hacia la puerta. Este lo abrió y entró, junto con Owen por detrás.

Un largo pasillo negro se encontraba frente a ellos.

—Ya estamos a salvo, puede caminar en paz —aseguró mientras sacudía su traje con las manos.

—¿Qué es este lugar? —cuestionó mirando la oscuridad que los envolvía.

—Nada preocupante, tranquilo.

El hombre inició a caminar dentro del pasillo, perdiéndose entre las tinieblas del mismo. Clyde, viendo que no tenía más opción que avanzar (salir tampoco era muy buena idea), tomó rumbo hacia donde el hombre había dado. Poco a poco, pudo visualizar una pequeña luz a lo lejos, la cual fue haciéndose más grande. Al llegar, pudo darse cuenta de que se encontraba en una oficina de trabajo, aunque muy cómoda para ser en sí una oficina perteneciente a un edificio. Había sillones, los cuales parecían más para dormirse como para sentarse, el sitio era fino y contaba con un inmueble muy refinado. Owen fue detrás de su escritorio y tomó asiento. Posteriormente, pudo ver como Clyde veía todo de una manera escéptica.

—Tranquilo, obviamente no tiene sentido. Solamente no se preocupe, no soy nadie malo ni pienso hacerle daño, al contrario, le acabo de salvar de una loca cuyo destino fue escrito para que le persiguiera como si no hubiera un mañana —sonrió burlón mientras veía al chico todavía tratando de entender lo que ocurría. Observó hacia el pasillo y luego hacia la oficina.

—¿Cómo...?

—Es un atajo —guiñó el ojo—. ¿por qué no toma asiento?

Sin tener más alternativas, Clyde sólo acató la orden del hombre.

—Y...

—Owen, me llamo Owen Darder, para servirle —sonrió. Clyde quedó en silencio, el hombre le había contestado una cuestión que ni siquiera le había formulado.

—Pues, gracias, Owen. No sé cómo pagarle...

—No tiene que, ayudar a la gente es lo que hago.

—Entonces tuve suerte de encontrarlo —el moreno emitió una sonrisa de satisfacción.

—Tal vez sí fue suerte —bromeó al saber que no fue casualidad—. Y, dígame, ¿cómo terminó en esta situación? —tomó una hoja de una pila que tenía sobre su escritorio.

Clyde veía al hombre con una expresión de inseguridad, algo que claramente notó. Owen miró directamente al moreno, entrelazó sus manos y lo observó con seriedad.

—Creo que no he sido claro con usted, ¿verdad? —se levantó de asiento, dirigiéndose al pelinegro lentamente. Dirigiéndole una mirada de suma seriedad, Owen enfrentó a Clyde—. ¿Cree que esto fue mera casualidad?

—¿Lo de encontrarlo? Sí, lo creo.

—Aparte de eso, pero no. Ni siquiera eso fue casualidad. Yo lo busqué sabiendo por lo que pasaba.

—¿Y cómo lo supo? —cuestionó asombrado.

—Porque tengo que saberlo, sino, ¿cómo podría ayudarlo? —dijo sin más rodeos. A pesar de ello, el joven Mcbride lucía inseguro ante esa respuesta—. Pero lo único que yo sé es que la joven Loud se ha vuelto desquiciada tratando de encontrarlo para hacerlo suyo, la pregunta es: ¿por qué? —indujo de tal manera para adquirir mayor confiabilidad.

—Ah, se enteró de eso... espere, nadie lo sabía, ¿cómo lo supo usted?

—Viendo, siempre estoy viendo.

—¿Y qué vio? —preguntó curioso, mientras veía a Owen caminar en su oficina.

—Vi cuando la joven Loud sacaba todas las cosas que usted le regaló, apreciándolo con mucha nostalgia, luego vi cuando salió de su hogar, tratando de hallarlo a usted. La seguí hasta que arribamos a su casa, donde ella se escondió detrás de uno los árboles, pues usted estaba con otra chica de cabello oscuro. Simplemente vi como reaccionó cuando usted le regaló un beso cálido en la mejilla a aquella chica; una reacción inesperada a mi parecer, pero fue suficiente como para percatarme que alguien más había dominado su ser... algo siniestro. Decidí retirarme de ahí. Pasaron los días, ella entraba y salía de su casa. Hoy en la noche llegó a su hogar, no había nadie, no sé por qué, tal vez su familia salió por alguna causa que desconozco; total, llevaba un saco a sus espaldas: algo que se me hizo interesante. Quise que fuera más noche para saber qué era lo que ocultaba, pero grande fue mi sorpresa cuando ella salió rumbo a su casa. Opté por seguirla a ella y entonces me di cuenta de que usted se hallaba en peligro. Sólo fue cuestión de hallarlo y así fue, llevándonos a la situación actual —el relato de Owen sonaba bastante convincente, aunque quedaba una duda.

—¿Por qué la vigilaba? —preguntó curioso.

Owen Darder sonrió ante la pregunta, ya la veía venir. Se notaba la gran desconfianza que tenía el pelinegro, pero entendía su situación, difícilmente podrías contar con alguien, sobretodo cuando tu mejor amigo te dejó en plena semana con su hermana que se había tornado misteriosamente demente. Conforme a la pregunta que había realizado el joven McBride, Owen se sentó frente a él, había creado la historia adecuada para el momento.

—Verás, soy un detective de Chicago. Era fin de semana, así que me quise tomar un descanso prometedor. Había oído que Royal Woods era un pequeño pueblo donde podría estar tranquilo, ya que nada malo ocurría ahí. Así que empaqué y me vine a hospedar aquí por estos dos días, aunque lo interesante ocurrió cuando pasé por la avenida Franklin 1216. La joven Loud estaba caminando con una expresión bastante interesante, se veía intranquila, además de lastimada. Rápidamente había encontrado un caso ahí, a pesar de haberme querido tomar un descanso, no me gusta dejar mi labor y mi pasión de lado, así que me puse manos a la obra para saber que pasaba. Llegué al hotel y no bien apenas acomodaba mis cosas en mi cuarto, salí para hacer mi investigación. Un par de preguntas a un vecino fue suficiente para averiguar que en esa casa residía la familia más grade y ruidosa del Estado. Sobre usted, pues hice lo mismo. Ahora sabes por qué la vigilaba.

—Bueno, todo parece tener sentido —reflexionó el moreno. Suspiró.

—Excelente —sonrió, se había tragado toda la historia, justo como había previsto. Fue a sentarse nuevamente a su escritorio—. Ahora, me gustaría escuchar la versión completa —pidió amablemente. Clyde se sobó el brazo izquierdo.

—Bien, ya que es detective, supongo que ya es mayor razón para poder depositarle mi confianza —respiró hondo y exhaló. Se levantó del sillón y tomó asiento en una silla, frente a Owen. Cuando lo tuvo cerca, pudo visualizar la hoja que tenía ahí—. ¿Qué es eso?

—Un formulario, es como el documento legal donde anoto mis casos. Ya sabes —hizo un gesto con la mano.

—Sí, lo entiendo —desvió la mirada—. Sólo espero que no me cobre —bromeó. Owen rio.

—Muy divertido, chico. Pero viendo tus condiciones dudo que puedas pagarme, igualmente tenía en mente ayudarte de manera gratuita.

—Oh, pues muchas gracias, detective.

—No agradezcas, es mi deber —sonrió—. Ahora, ¿le gustaría narrarme los acontecimientos?

—Ah, sí, sí. Por supuesto —carraspeó su garganta—. Bueno, todo empezó hace una semana.

—¿El domingo o el lunes?

—El lunes —afirmó—, mi amigo me contó que su familia iría de vacaciones por una semana, se iban a llevar al abuelo de paso. Sin embargo, Lori se quedó, tal vez porque Bobby iba a estar de visita y, casualmente, esa era la única semana libre que tenía, puesto a que iba estar ocupado el resto del mes, o eso me dijo Lincoln de los labios de Lori. Luego de suplicas y berrinches, permitieron que Lori se quedara. En fin, lo que siguió después fue la tormenta...

---------------------------------------------------------------------------------------------------

Martes, 12 de mayo.

Lori Loud estaba con una gran sonrisa en su rostro, pues su novio había llegado de visita por una semana, si eso fuera poco, tenían la casa para ellos solos. Ese día tenían planeado salir a tener un picnic fuera de la ciudad, así que se puso a cocinar algo de comida para estar bien alimentados. Bobby por su lado, tuvo la idea que acamparan allá un par de días, la naturaleza podía e un ambiente muy agradable y relajado para ambos, además de que no hay muca gente alrededor; preparó los platos, la sombrilla, el mantel, la tienda, los termos con agua, unos malvaviscos, un encendedor... total, todo lo que se ocupaba. Pasado un rato, ambos estaban listos para salir: se subieron al auto de Bobby y emprendieron el viaje.

En el trayecto platicaban alegremente, no había inconveniente alguno. El joven Santiago tenía su vista fija en el camino y todo indicaba ir bien. Llegaron a su destino sanos y salvos.

En el campo abierto, disfrutaron de la comida que Lori preparó para ambos, encontraron un lago y, como en una película romántica de antaño, hicieron la travesura de meterse allí al natural. Pasaron grandes momentos juntos, además de estar entre caricias, besos y probablemente algo más. Todo era hermoso y lindo, al final de cuentas, Lori tuvo sus propias vacaciones a lado del hombre que amaba. Llegada la noche, Roberto encendió una fogata y sacó los malvaviscos para asarlos y así comerlos. Fue una velada para recordar, sin duda alguna.

Los dos días siguientes fueron casi iguales, aunque en el tercer día, ya se preparaban para partir.

Jueves, 14 de mayo

—Que idea tan maravillosa la de acampar aquí, bubuosito —mencionó la rubia con mucho cariño.

—Tu comida también estuvo exquisita, bebé. ¿Quién diría que nos podría durar hasta dos días? —comentó con alegría. Lori soltó una risilla y tomó su mano.

—Lo tenía previsto —sonrió.

—Entonces me alegro que tú te hayas encargado de la comida.

—Ay, osito bubu —ambos rieron.

Los dos enamorados empacaron todas las cosas y procedieron a subirse al automóvil. Lori se colocó su cinturón y Bobby haría lo mismo, pero estaba atascado.

—Rayos, no se deja —reclamaba mientras hacía el esfuerzo de que saliera.

—Que extraño, ¿qué habrá pasado? —preguntó preocupada.

—Quien sabe, este auto ya estaba usado. Tendré que reclamar después, por ahora supongo que tendremos que irnos así.

—¿Seguro? Podríamos llamar a alguien para que lo repare.

—No, bebé. Ya es de noche, que molestia sería que alguien te llame y estés relajado en tu silla. No quiero ser la persona que le arruine su noche a un tipo tranquilo —colocó las llaves y arrancó el motor.

—Bueno, pero trata de ir con cuidado.

—Sí, todo estará bien. Tranquila —le sonrió, haciendo que se calmara.

De esta manera, tomaron carretera y se adentraron a las tinieblas. Bobby prendió las luces para poder ver, aunque la oscuridad era notable. Para matar el tiempo e impedir que el sueño llegara, los dos se pusieron a platicar, hablaban sobre su futuro y sobre como sería el día en que Lori se mudara a la gran ciudad para estudiar su Universidad. El joven Santiago creía que terminaría trabajando en la bodega de su abuelo, lo cual no sonaba tan mal, quizá haciéndole unos arreglos y realizar ciertas ofertas, podrían llevarlo a la cima y poco a poco abrir más locales. Tanto ella como él no paraban de conversar. Nuevamente, todo estaba muy relajado.

—Y te digo, todo podría ser muy fructífero si... —Bobby detuvo su hablar porque fue interrumpido.

—¡Bobby, cuida...! —Lori no pudo ni terminar de gritar, porque habían sido impactados por una camioneta de carga.

...
...
...
...

La rubia despertaba lentamente, sentía algo en su rostro, aunque no sabía muy bien qué era. Trató de despejar su mente, un ruido incesante retumbaba en su oído, provocándole un ligero dolor de cabeza. De pronto recordó lo que pasó.

—¿Bobby...? ¿Osito...? —sus propias palabras resonaron dentro de su cabeza. Se la tomó por inercia, se sentía ida. Al hacerlo, pudo notar que tenía sangre en su mano—. Demonios, estoy sangrando... —Lori había olvidado que no había recibido respuesta.

La joven Loud trató de incorporarse a la situación, pero se sentía sumamente débil. Volteó hacia el lado del conductor, topándose con que Bobby no se encontraba allí, razón principal por la que no había recibido ninguna respuesta. Pasados unos minutos, la chica por fin pudo movilizarse mejor. Se desabrochó el cinturón, cayendo inevitablemente hacia su puerta: el auto había sido volcado. Esto destanteó a la rubia, el accidente había sido peor de lo que creía. Sobó su cabeza un momento por el impacto contra el suelo.

—Ugh... —se sentía terrible. Reuniendo fuerzas, escaló por el auto para salir por la otra puerta. Hecho aquello, dio un salto a la calle, limpiándose la suciedad de su ropa.

Posteriormente, al caminar, se sintió exageradamente adolorida, fue como un efecto retardado, pues ahora sentía dolor en todo su cuerpo, impidiendo que se moviera. Trató de calmarse un poco y respirar, quería concentrarse en la búsqueda de su querido novio. Hizo una revisión con la mirada, y lo que alcanzó a ver provocó en la chica un tremendo shock: los latidos de su corazón se ralentizaron, sus ojos se abrieron en grande y sus pupilas se minimizaron; sus labios se abrieron, haciendo una expresión de incredulidad y sus rodillas cedieron ante el sentimiento profundo de tristeza.

Roberto Santiago, su novio, su amor, su vida... se hallaba postrado en la acerca, boca abajo. Tenía mucha sangre saliendo de su cráneo, una abertura se hallaba en el mismo, indicando que algo le había perforado la cabeza. Lori quedó estática, enmudecida por la terrible escena que estaba presenciando. Las lágrimas no tardaron en hacer acto de presencia, la joven rubia sentía que se le iba el alma; tanta era su tristeza que incluso su voz se había esfumado. Un gran nudo se encontraba en la garganta de la chica, lo único a lo que su cuerpo atinó a hacer fue a extender su mano.

—... —simplemente no podía decir nada y era tal su inmovilidad que hasta ya ni siquiera tenía la capacidad para alzar su teléfono y llamar a emergencias. La escena la había dejado quebrada... ella lo había perdido y con él se llevó su cordura.

Una hora y media después...

Las ambulancias habían llegado, un hombre piadoso que pasaba por ahí observó la escena y no tardó en llamar al 911, reportando la terrible tragedia que había sucedido. Los paramédicos atendieron a Lori y le interrogaron sobre su bienestar, algo que no pudo ni siquiera contestar, sus ojos estaban fijos en el cuerpo inerte del latino, vio como dos hombres lo envolvían en una bolsa mortuoria cerrando el cierre con lentitud; uno de ellos negó con la cabeza, lamentando la pérdida de tan joven alma. Lori seguía expulsando lagrimas de su ser, seguía sintiéndose sin vida, seguía sintiéndose muy mal. La culpa la invadió por unos momentos: ¿debió haberle insistido con su cinturón? ¿Debió haber hecho un poco más de tiempo antes de salir? ¿Debieron tener la tonta idea de tener un picnic y, posteriormente, acampar? ¿Fue todo culpa suya? El frío recorría su cuerpo y lo único que ella quería era algo de consolación. Sin importarle nada, miró a uno de los paramédicos y lo abrazó, tomándolo por sorpresa.

—¿Por qué...? —finalmente, algo había salido de los pensamientos de aquella joven que se sentía tan perdida y tan desahuciada. El paramédico sólo se limitó a corresponder su abrazo y darle unas palmadas de condolencia.

----------------------------------------------------------------------------------

Clyde veía hacia la nada, estaba perdido en un trance. Owen pudo verlo claramente, por lo que chiscó sus dedos y le llamó por su nombre. El moreno tardó en reaccionar.

—Perdón, detective... solamente trataba de imaginarme como pudo haber sido aquel choque. Sólo me enteré que Lori y Bobby habían sufrido un grave accidente de auto tras leer las noticias del periódico el viernes por la mañana —declaró mostrando algo de empatía ante la situación.

—Vaya, me imagino que debió ser duro perder a su novio. Pero, la pregunta es, ¿cómo es que se volvió loca por usted?

—Es algo que también me pregunté, ¿sabe? Es algo extraño sabiendo que yo estaba loco por ella, pero desde que la fui dejando y me fui juntando con Haiku, algo extraño sucedía. No entendía qué era o por qué, pero simplemente se volvió más... —quedó corto de palabras, puesto que no tenía nada que pudiera describir aquel comportamiento.

—¿Cercana a usted? Por decirlo de alguna manera.

—Sí, supongo que sí.

—Dígame, joven Mcbride, entonces, ¿qué más recuerda que pasara?

—Bueno, sólo recuerdo una cosa.

—¿Y sería...?

—Será mejor si le cuento mi día de hoy...

Tendría mejor contexto si supiéramos lo que ha pasado desde aquel jueves... por suerte, yo sí lo sé.

---------------------------------------------------------------------------------------------

Jueves, 14 de mayo. En la noche...

Después de haber sido atendida y dada de alta en el hospital a la que fue trasladada, tomó rumbo a su casa, tomando un taxi para ello.

Lori miraba a través de la ventana, el conductor era un joven de no más de 19 años; la vio con interés. Trató de abrir una conversación, pero al verla tan distante y deprimida, decidió resignarse, simplemente sabía que había gente que cuando no quería hablar (o al menos parecía que no querían), entonces lo ideal sería no forzarlos a aquello. El trayecto a la residencia de los Loud fue callada, pero algo incómoda por parte del conductor, ya que en todo el camino se preguntaba en el por qué una chica tan linda como ella estaba tan decaída y alejada de la realidad. Lori, por su parte, no dejaba de ver los bellos momentos que había pasado con su novio, y en todas las experiencias que los unieron más. Se preguntaba si podría existir alguien que la considerara tanto como él y que la amara tanto como él. Cerró sus ojos y lloró una vez más, seguía sin creer que aquella tragedia había ocurrido, se lo negaba rotundamente. Pegó su frente al cristal, mientras rogaba por algo de ayuda divina, pero nadie contestaba; lo único que sus ojos podían contemplar, el pasar de los coches en sentido contrario. Sus lágrimas recorrían la ventana lentamente, mientras un sentimiento lleno de depresión se cernía sobre su corazón, ver la imagen del joven Santiago en aquella posición le seguía produciendo un gran trauma en sus pensamientos. Apretó sus dientes con fuerza, simplemente se seguía negando aquel suceso, ella quería que fuere una pesadilla, una pesadilla de la que quería despertar tarde o temprano. Lori ni siquiera estaba segura de como se lo tomaría la familia de los Casagrande, no sabía si la culparían a ella, no sabía como... no sabía como reaccionaría la pequeña Ronnie Anne... su hermana... su única hermana... tan sólo pensar en eso, se le minimizó el corazón. Sus llantos fueron más abundantes y la presión contra el cristal fue mayor. Se sentía bastante frustrada, agotada... estaba cansada. Sólo quería que todo terminara, quería que alguien la abrazara, pero, desafortunadamente, recordó que nadie iba a estar esperándola en su casa. Por un momento se lamentó y se maldijo así misma, lo mejor debió haber ido a esas vacaciones familiares, tal vez no hubiera visto a Bobby, pero... ¡él seguiría con vida!

—Soy una estúpida... —susurró para sí. El conductor sólo pudo mostrar una expresión de suma tristeza al ver a la chica tan mal. Se quedó callado, sabiendo que no era buena opción entrometerse en su vida personal.

Finalmente, luego de un largo camino, el taxi llegó a su destino. La rubia no se bajaba del automóvil, ni siquiera se había percatado de que ya se encontraba en frente de su casa. El conductor la observó un momento por el retrovisor, y al ver que tenía la mirada gacha y los ojos cerrados, pudo comprender que estaba tan sumida en sí misma que no se había dado cuenta de que incluso el coche se hallaba inmóvil. El joven suspiró, ¿quién diría que todo el camino se abstuvo de dirigirle la palabra para que al final tuviere que decirle que ya habían llegado a su destino? Emitió un resoplido.

—¿Señorita...? —la chica se despegó de la venta y vio al conductor. Este pudo ver las marcas de su llanto rondando en sus mejillas, se veía realmente mal, sino es que devastada. Ella no decía nada, esperaba a que él hablara—. Ya llegamos a su casa —complementó dirigiendo su mirada a lo mencionado. Lori volteó y verificó la veracidad de lo que decía.

—Oh —se apenó—... lo siento, yo... no tuve un buen día —sacó un par de billetes en efectivo de su bolsillo derecho—... aquí tiene. Gracias.

—No hay de qué —agarró el dinero. La rubia procedió a jalar la manija de la puerta y salir. Cuando lo hizo, comenzó a caminar a un ritmo lento hacia su casa. El joven veía como iba caminando hasta llegar a su puerta—. Espero que no le haya pasado realmente algo grave —se dijo para sí arrancando el auto para salir de aquella avenida.

—Te extrañaré, osito... —cerró los ojos y suspiró.

Lori sacó las llaves de su casa y entró. Tal y como se lo había imaginado, el único cobijo que tuvo aquella noche, fue de la inmensa oscuridad que parecía no tener fin. Dio sus primeros pasos dentro de la casa y cerró la puerta detrás suya. Estaba a punto de prender las luces, cuando oyó algo alrededor: algún objeto de la casa se había caído y había hecho un sonido muy fuerte, algo que aceleró el corazón de la joven Loud; el sonido que produjo aquel choque se reprodució dentro de su cabeza, dejándola en un estado vulnerable. Trató de respirar hondo y relajarse, por el momento parecía funcionar; sin embargo, aquella tranquilidad se vio interrumpida cuando sucumbió al llanto una vez más. Se tumbó en el suelo, en plena habitación, no le importaba en lo absoluto, igual estaba sola. Se colocó en posición fetal y se volvió un mar de lágrimas, humedeciendo el suelo.

—¿Por qué... por qué tuviste que ser tú...? —se preguntaba así misma con mucha aflicción.

Nuevamente, la rubia se sentía vacía por dentro, seguía sintiéndose en pésimas condiciones. Lo único que quería era dormirse y, sin importarle su comodidad, cuando las lagrimas cesaron tras pasados varios minutos, quedó dormida en el piso de la sala.

Desafortunadamente, dentro de la cabeza de la rubia, era otro cantar bastante siniestro. Estaba en la soledad, envuelta en las tinieblas mientras era acompañada de voces que acechaban sus penurias, la joven Loud volteaba a todas partes, asustada de lo que ocurría.

—Debiste irte con tu familia...

—Debiste quedarte en casa...

—Debieron ir al picnic y haber regresado...

—Debiste convencerlo de arreglar su cinturón...

—Debiste...

—Debiste...

—¡Debiste...!

—Salgan de aquí, no hablen, ¡no hablen!

—Si hubieras hecho algo más, seguiría vivo, bebé... —un Bobby con la mirada perdida se hallaba en frente de ella. Lori observaba al latino con una mirada horrorizada, ya que lo que ella veía era el mismo cuerpo que se encontraba sin vida en aquella carretera.

—No, no es cierto... esto no es mi culpa...

—¿Entonces por qué no estoy vivo? ¿Por qué estoy muerto? Ni siquiera tienes idea de qué decirle a mi familia: temes su reacción, temes su odio, temes quebrarlos... temes dejar a mi hermanita desamparada...

—Bobby... osito... yo no quería que nada de esto pasara. No tienes idea de cuánto te extraño, de lo mucho que necesito uno de tus abrazo, que ahora mismo me gustaría oírte diciendo que no es mi culpa...

El cuerpo no se movió, quedó estático en su lugar. Lori no supo como reaccionar ante aquello, por lo que se fue acercando lentamente a él. Insegura, extendió su mano a quien se supone era su novio.

—¿Bobby...? —tenía una esperanza, una luz en su interior, una llama... quería creer que él seguía ahí con ella, quería que esa pesadilla se volviera un sueño e imaginar que su osito seguía vivo, dispuesto a darle un abrazo que durara para siempre para entonces no volverlo a soltar.

Su mano tocó el cuerpo, pero al hacerlo, el joven Santiago se desintegró. Atónita, la rubia se hincó sin pensarlo y puso sus manos en el suelo. Emitió un gran grito de dolor y desolación, tan fuerte fue, que se transmitió como eco entre las paredes de su subconsciente. Nuevamente se vieron las consecuencias de sus lamentos, viendo gotas cristalinas recorrer las mejillas de la tan pobre joven Loud, quien era carcomida por la culpa, una culpa que en el fondo no era del todo suya. Muchos factores se presentaron en ese momento, aún así, no podía dejar de sentirse en parte culpable. Apretó los dientes y los ojos con fuerza, se sentía frustrada y acabada, todo era muy horrible y en su pecho se generaba una sensación indescriptible. Lori estaba enfadada con la vida y triste por la pérdida, estaba desahuciada y llena de ira al mismo tiempo. De verdad que odiaba lo que el destino le tenía preparado.

Sus ojos se abrieron súbitamente, mostraban cansancio y dolor, pues estaban algo rojos. Se sobó la cabeza, quizá dormir en el suelo de la sala no fue una de sus mejores ideas. Miró hacia la ventana, la noche seguía presente, algo que se le hizo extraño, pues aquella pesadilla sintió que duró bastante tiempo; tomando en cuenta que el tiempo que transcurre en el subconsciente es diferente a cuando uno está despierto, pues fue simplemente inusual. Dejando el tema de lado, optó por sencillamente dirigirse hacia su cuarto para, al menos, tener mayor comodidad, no vaya a ser que después amanezca con un dolor de espalda que ni siquiera pueda soportar. Se levantó y se estiró un poco, ya dispuesta a irse a donde debería.

Inútil... —una voz grave y lejana le interrumpió su andar, algo que espantó a la chica.

—¿Quién anda ahí...? —volteó a todas partes.

No pudiste defender lo que más amabas... decepcionante... —rio la voz.

—No, no otra vez... —miró hacia las escaleras y corrió hacia ellas, pero el camino parecía alargarse más y más.

—¿Cómo pretendes conservar algo que ni siquiera puedes cuidar?

—¡No fue mi culpa, no fue mi culpa! —se decía a ella misma, pero el recuerdo del choque no hacía más que retumbar entre las paredes de su mente. Esa imagen, esa imagen de Roberto la tenía traumada.

—Pudiste haberlo hecho mejor...

Finalmente, pudo llegar al pie de las escaleras. Tomó impulso para ir más rápido y así llegar a su habitación.

—Si tan sólo fueres capaz de prevenir todo, si tan sólo fueras capaz de darlo todo...

—¡Yo lo daría todo por Bobby! ¡Daría lo que fuera porque estuviera aquí! ¡Daría mi vida porque él siguiera vivo! —cayó rendida justo en frente de su puerta. Cerró sus puños y comenzó a golpear la puerta con algo de frustración—. No quiero que esté muerto... aún era muy joven... él tenía un gran futuro... debíamos estar juntos...

—Entonces deberías procurar hacerlo mejor la próxima vez...

—¿Qué tendría que hacer...?

Todo... lo necesario... —y dicho aquello, esa voz se retiró con una risa final... una risa muy conocida...

—¿Lo necesario...? —se cuestionó así misma. Se limpió las lágrimas y entró a su cuarto. Recordó que en su armario había una foto de Bobby, una que él le regaló una vez por uno de sus aniversarios. Fue hacia el inmueble y, cuando lo abrió, lo primero que cayó en sus brazos fue un osito de peluche.

—¡Te amo, por siempre! —el osito tenía un aspecto muy dulce y tierno, a pesar de que tuviera un ojito que se le salió. De momento, olvidó lo que buscaba y se sentó en la cama, observando dicho oso de felpa con voz incluida. Se preguntó de quien era, pero sus recuerdos no tardaron en reaccionar y ver nuevamente esa vez que perdió un partido de golf. Ese mismo oso la estaba esperando justo en la entrada de su casa.

—Clyde... —musitó para ella misma. No supo por qué, pero una sonrisa se había formado en su rostro. Parecía que, aún después de todo, tenía algo o, más bien, alguien de quien apoyarse ahora que Bobby había muerto; tenía a un jovencito que la haría sentir mejor por ahora en esos días donde estaba completamente sola y sin su familia. No tenía idea de como llegar a la casa del joven Mcbride (sí sabía la dirección, sólo no sabía como presentarse), sería inusual una visita de ella.

Estancada en sus pensamientos, una brisa de aire entró al cuarto. La ventana estaba abierta, algo que desconcertó a la rubia. Salió de su trance por un momento para cerrar el cristal y regresar de nuevo a su cama; sin embargo, el aire había abierto el closet. Se acercó para cerrarlo igualmente, pero se topó con una pequeña caja que guardaba cosas pasadas. La sacó del sitio, curiosa. En ella había un telescopio, algunas cartas y fotografías, además de diversos regalos amorosos. Lori recordaba cada uno de ellos y el día en que el joven Mcbride se los regaló.

—Él... siempre fue muy considerado conmigo... —volteó a ver al osito y lo abrazó, sintiéndose reconfortada.

Sería una lástima que también lo perdieras... —la voz se reincorporó, sacando una risa diabólica.

—¿Pe-perderlo? —cuestionó una Lori que entró en pánico.

.

—¿Va a morir también? —se preguntó alarmada.

—No, pero se apartará de tu vida y lo único que te podría dar apoyo... se irá...

—¿Por qué Clyde haría eso? No... no podría... ¿qué hago? —al borde del llanto y la frustración, la joven Loud entró en una gran ansiedad.

Todo lo necesario... —nuevamente, se fue la voz.

—Todo... lo necesario —se repitió así misma—... Clyde es mío... de nadie más... —susurró para sí misma, mientras su mirada denotaba una gran furia. No permitiría perder a nadie más, ya no...

-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

—Y, pues, no he visto a Haiku desde ayer. Algo que se me hizo raro...

—Resumiendo —aclaró Owen—, Lori Loud sufrió un accidente de auto con su novio Bobby, él murió. Usted ya no aprovechó eso, pues ya tenía a Haiku; sin embargo, Loud comenzó a espiarle desde el viernes. Yo también me dediqué a observarla para saber que era lo que traía entre manos. Por lo que vi, la joven generó una obsesión con usted, ¿por qué? Bueno, es una gran cuestión a la que no le podremos encontrar respuesta —miró a la cuarta pared y susurró—, aunque ya sabemos las bases —siguió con Clyde—. Entonces, ayer fue cuando lo encontramos a usted estando con aquella chica y entonces algo dentro de ella se tornó más... siniestro —dedujo mientras seguía anotando en su formulario—. Al día siguiente, por lo que yo veo y siento, la joven Loud secuestró a su amiga y la durmió, poniéndola en un saco. Posteriormente, como usted me indicó, le dio una invitación para que fuera a su casa y así pasar un rato, ya que ella se sentía sola y no sabía a quien llamar a mitad de la noche. Usted aceptó la invitación, algo dentro suyo quería saber por qué la joven Loud le llamaría, se le hizo... curioso, además de algo muy tentador, ¿o no? —miró al moreno con suspicacia. Acorralado, se sobó el brazo y se limitó a asentir—. Un poco previsible, pero continuemos. Llegó a la residencia Loud y tocó la puerta, aunque claramente notó que algo andaba mal, sentía que algo estaba mal. Cuando abrió la puerta, la rubia lo recibió con una gran sonrisa, además de estar arreglada, un detalle que se le hizo inusual y no pudo evitar casi desmayarse; un punto que le hizo creer a la rubia que sus sentimientos no habían sido del todo dejados de lado, seguía siendo un trabajo en proceso, un proceso que, al parecer, apenas daba inicio. Así que, ella aprovechó eso y le tentó para entrar, usted aceptó encantado. Lo que pasó después fue un poco predecible, los movimientos, las palabras... su sonrisa...

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Lori había preparado la mesa, estaba todo muy bien hecho y arreglado. Cocinó una apetecible cena y colocó el plato en frente de Clyde. Emitía un olor inconfundible a pollo, además de lucir exquisito. El joven Mcbride veía esto con asombro y sentía que vivía un sueño por primera vez en años.

—Todo lo necesario... —susurró la joven Loud.

—¿Dijiste algo, Lori? —preguntó algo nervioso, trataba de usar las técnicas que aprendió de Leni, además de estar ya un poco más relajado gracias a Haiku.

—No, osi... ahem... Clyde... no dije nada —rio a sus adentros. El pelinegro observaba a Lori con detalle, su caminar era coordinado, al igual que su mirada, la cual estaba clavada en él, algo que le hizo sentirse más nervioso, pues era observado fijamente por ella... por Lori.

—¿Por qué me invitaste a tu casa? —preguntó mientras tomaba su tenedor. La pregunta tomó por sorpresa a la rubia, haciendo que se riera un poco. Caminó lentamente hacia él y se sentó a su lado.

—Yo... quería hablar contigo, Clyde... —tomó su mano. El pulso del moreno se aceleró y sentía que la sangre ya se le iba a salir de sus fosas nasales, pero tratando con todo su esfuerzo de no arruinar el momento, lo dejó pasar.

—¿D-de qu-qué, Lo-Lori? —sus piernas se pusieron temblorosas y nerviosas, su ansiedad se notaba mucho, algo que alegró a la joven Loud. Decidió soltarlo de momento, sabía que aquel contacto ya era demasiado para él.

—Quería darte las gracias por subirme los ánimos cada vez que me sentía mal o triste. Quería agradecerte por tus regalos y tus actos de consideración, en verdad eres alguien muy dulce, Clyde... —el joven McBride tragó gordo, el nerviosismo aumentaba más y más. Con mano temblorosa, pudo dar el primer bocado, algo que le ayudó a calmarse, ya que era bastante bueno y eso distrajo sus pensamientos momentáneamente. Por otro lado, su intranquilidad seguía siendo notable.

—Pu-pues, ya ves. Y-yo siempre ha-había querido de-de-de-decirte lo mucho que... que yo... te quiero —rio nerviosamente al final. Lori acompañó su risa, entonces extendió su mano y acarició su cabello, algo que colmó la paciencia de Clyde. La sangre fluyó hasta el suelo, ensuciándolo inevitablemente. El moreno se tapó la nariz y vio que los zapatos de Lori habían sido manchados, poniéndolo nervioso—. Lo-lo siento...

—Tranquilo... no pasa nada... —cerró los ojos mientras seguía sonriendo. Aquella actitud sacó de onda al joven Mcbride, puesto que no esperaba dicha reacción. Desvió la mirada un momento, confundido.

—¿No... estás molesta? —preguntó tratando de evitar el contacto visual, no quería terminar desmayándose. El esfuerzo que hacía era anormal, pero simplemente se enfocaba en Haiku, su nueva amiga.

—No, para nada —tomó un trapo que estaba en la mesa y comenzó a limpiarse el zapato—. Dime, Clyde, ¿sigo siendo la única en tu corazón? —lo miró con calidez. El moreno no tuvo idea de qué contestar, debido a que la cuestión era extraña, y más porque se la hacía Lori. Estaba indeciso, quería superara y su clave era su nueva amiga, pero... todo parecía irreal en esos momentos.

—¿Por qué... l-lo dices? —trató de sonreír como pudo.

—Porque me gusta ser única, ¿sabes? Quisiera saber que soy la única chica a la que tratas con tanta amabilidad y consideración, con tanto amor y deseo —suspiró—. Nadie te merece más que yo...

—Pe-pero, tú me has rechazado, n-no entiendo... —el apetito se le fue. La situación se había vuelto tensa y el ambiente era pesado.

—Claro, Clyde... hay una gran diferencia entre amar y querer. Yo te quiero, pero te quiero para que me consueles sólo a mí y para que todos tus regalos sean todos para mí. Quiero ser la única chica dentro de tu mente y corazón y saber que puedo contar contigo... para siempre —sonrió ampliamente, asustando al joven Mcbride.

Un inmenso terror lo llenó. Clyde se levantó de la mesa.

—¿Qué haces, osito? ¿Te vas tan pronto? —lo miró con inocencia.

—¿Osi-sito...? Uhm... ¿te encue-cuentras bien, Lo-lori? —fue retrocediendo, dirigiéndose a la puerta.

—Sí, pero no podría decir lo mismo sobre tu noviecita. Ella no te merece, Clyde, sólo yo.

—¿Mi novi-viecita? ¿De quién ha-hablas, Lori?

—No te hagas, osito... sabes de quién hablo... —se fue acercando más a él.

Haiku —pensó horrorizado—. ¿Sa-sabes...? Ya es algo no-noche y me tengo que ir... —puso su mano en la manija de la puerta.

—¿De verdad? Ya tenía listo tu postre...

—Sí, es verdad, no-nos vemos —y rápido como el rayo, Clyde corrió como si no hubiera un mañana.

—Bueno... veo que no quieres estar para mí —fue a la cocina y tomó un cuchillo afilado—... será mejor si me aseguro de que ya no lo estés para nadie más... y no me refiero a deshacerme de ti, osito...

Alguien tocó la puerta.

—¿Huh? —se acercó y la abrió, pero no había nadie—. Qué extraño...

Ve por él... —susurró una voz.

—Bien... —rodó los ojos y se encaminó hacia la casa de Clyde.

—Y aquí entro yo...

------------------------------------------------------------------------------------------------------

—... y nos encontramos justo ahora, justo aquí.

—En pocas palabras, sí. Debo admitir que todo esto ha sido una gran locura, pero no puedo ver a Lori con los mismos ojos. Ya no puedo decir que la amo, pero ahora ella está obsesionada conmigo, ¿por qué, detective Darder? ¿Por qué?

—No lo sé, mi amigo. Por ahora, sólo nos queda deshacernos del problema, ¿me capta?

—Sí, pero, ¿cómo planea hacer eso?

—Usted déjemelo a mí —agarró un sello y lo colocó en el formulario que había escrito, declarándolo como aprobado—. Bien, joven Mcbride. Tengo un trabajo que hacer.

El formulario rezaba lo siguiente:

"Cliente: Clyde Mcbride.
Mu: TLH
Mu: Yandere.
Universo: no especificado (le pondré 83724)

Acusado(a)/Causante/Necesitado(a): Lori Loud

Clasificación: Guía.

Tras la pérdida de su novio Bobby, la joven Loud experimentó una serie de síntomas post—traumáticos, cosas que no son del todo casualidad, sino más bien, se me hace que fueron causados por alguien más, alguien conocido. Por otro lado, Lori se obtuvo una obsesión siniestra con el joven Mcbride, obligándola a cometer acciones inhumanas. Estoy dispuesto a resolver esto de la buena manera, pues veo que esto apenas dio inicio, aún no ha hecho nada grave como para considerarla una amenaza.

Petición: Aprobada."

Owen se levantó de su asiento y se dirigió hacia una puerta que se hallaba a lado de su escritorio.

—¿No necesita ayuda...? —ante la pregunta, sólo vio la puerta cerrare. No obtuvo respuesta—. ¿Qué pasa si algo malo le sucede? Tengo que ayudarlo —se dirigió a la puerta que Owen había tomado, pero lo que encontró fue un muro de ladrillos—. ¿Qué...? No puede ser posible —desvió su atención a la otra puerta—... bueno, tendré que salir por otro lado —y así, el joven Mcbride emprendió su carrera.

----------------------------------------------------------------------------------------------------

Lori merodeaba por las calles a mitad de la noche. Todos dormían plácidamente sin saber que un monstruo se encontraba justo afuera de sus casas. La rubia rozaba el cuchillo con los buzones, dejándoles una pequeña marca.

—¿Dónde estás, osito? —preguntaba delicadamente para no levantar sospechas ni despertar a nadie.

—Aquí estoy, bebé —esa voz...

—¿Bobby...? —la joven Loud volteó asombrada. Su novio se encontraba vivo y estaba ahí, frente suya.

—Sí, bebé. Soy yo... —extendió sus brazos, en señal de que la quería abrazar.

—Yo creí que tú... —sus ojos se pusieron cristalinos.

—No le creas... él está muerto... es una trampa... —Lori negaba con la cabeza.

—Bobby... —su mano fue soltando el cuchillo lentamente, sus pensamientos estaban siendo acomodados nuevamente y sus instintos se estaban relajando. El filo de aquella arma blanca estaba apunto de tocar el suelo, sentía la vida regresando a su cuerpo y sentía la reubicación de su alma en su interior.

—Ven aquí... todo está bien, bebé... no pasa nada —el joven también se fue acercando a Lori. Los dos estaban muy cerca, listos para abrazarse y así lo hicieron.

Lori y Bobby se dieron un gran abrazo. La rubia soltó el cuchillo y comenzó a llorar en el hombro de su novio. Una inmensa alegría recorrió su alma y una indescriptible felicidad invadió su cuerpo. Desafortunadamente, esos sentimientos se desvanecerían.

—Te extrañaré, bebé... —dijo el latino apartándose de la rubia, mientras le regalaba una sonrisa.

—¿Qué...? —desconcertada, Lori sintió como sus ojos seguían expulsando lágrimas.

—Me alegró poder compartir este último momento contigo, sólo quise decirte lo mucho que te amo y lo que sucedió no fue para nada tu culpa... —sonrió.

—Bobby...

—Te dije que era una ilusión, una trampa...

—Bobby...

Irreal...

—Bobby...

—Tranquila, bebé... no te dejes llevar... no has hecho nada malo aún, todavía puedes remediar tus acciones. Puedes salvarte de ti misma, no quiero verte así, no quiero... te amo mucho, Lori. Yo sé que tú no eres así...

—Lo siento... —su mirada se ensombreció.

—Hay que deshacernos de él...

—No... él es mi novio... yo sé que sigue ahí... yo sé que sigue conmigo... aquí... —tocó su pecho.

—¿Qué...? ¡No! ¡Eso es una mentira!

—Siempre estaré dentro de tu vida y de tu corazón.

—¡No le creas!

—¡Yo creo en él! Bobby... te extraño... ¿por qué tuviste que irte? —sollozó en su pecho, mientras lo envolvía en un fuerte abrazo.

—Porque así tuvo que suceder... pero esto no fue tu culpa, esto no tuvo que ver contigo.

—Pero... eso no quita que te haya perdido. Estoy confundida, no sé qué hacer... ¡¿qué debo hacer, Bobby?! —se alteró repentinamente, agarrando al pelinegro de la camisa—. ¡Estoy muy desesperada! ¡Te necesito vivo! ¡Te necesito conmigo! Te necesito aquí... —continuó sollozando.

—Sólo queda una opción...

—¿Cuál...?

—Mírame a los ojos —Lori hizo lo que se le indicó—. Pronto... tu vida mejorará. Esto es un obstáculo para desviarte hacia uno de los peores escenarios posibles. Si tú no eres capaz de resistirte, entonces serás llevada con los demonios que te están queriendo dominar.

—¿Demonios...?

—Para llamarlos de alguna forma, porque son cosas que no podemos comprender y que simplemente escapan de nuestro entendimiento.

—¿Y entonces qué...?

—Debes ser libre. Estar en paz contigo misma y comprender que puedes seguir adelante... ¿podrías hacer eso por mí? —sonrió.

—Jamás serás libre...

A Lori le dolió la cabeza por unos momentos, pero traó de calmarse y simplemente prestarle atención a Bobby, estaba ignorando a las voces, ella quería saber de él, quería dejar todo de lado por él... lo bueno que las voces no eran lo suficientemente convincentes. Dejando aquello de lado, la rubia quedaba expectante, insegura de lo que pasaba. Ella solamente quería sentirse bien y reconfortada, algo que por fin pudo tener, pero no era más que el espíritu de aquel a quien vio morir y eso no hacía más que hacerla sentir fatal.

—Bobby... te he perdido para siempre... ya no hay modo en que vuelvas a la vida...

—Tal vez no, bebé, pero sí hay forma de que superes esto sin llevar tu cordura al extremo —la tomó de los hombros—. No tienes por qué sentirte martirizada por estas cosas, no tienes por qué sentirte.. culpable. Esto no fue por tu causa, sólo fue una triste y terrible coincidencia. Una casualidad que hubiéramos querido evitar.

—No sé que hacer, no sé ni como decirle esto a tu familia...

—Todo se irá dando como deba de darse, pero a pesar de todas las adversidades que pueden venir, recuerda que yo siempre voy a estar a tu lado.

—De acuerdo... lo haré —lo miró a los ojos—... ¿podrías darme un último beso?

En plena escena, Clyde llegó. El moreno estaba atontado por lo que estaba viendo, pues Lori tomaba de las mejillas al detective Owen, apunto de darle un cálido beso en sus labios.

¿Qué carajos pasa aquí? —se cuestionó así mismo. Se acercó para ver cómo transcurría la escena.

El moreno presenció el beso entre los dos, terminando con Owen retirándose de allí, como si ya hubiere terminado con lo que estaba haciendo, dejando a una Lori a su merced. Asustado de que tal vez el detective Darder no era quien decía ser y estaba asociado con la rubia, optó por salir de su escondite y recurrir al escape una vez más. Sin embargo, Lori lo detuvo con una voz más amigable... además de frágil.

—Clyde... espera... —desconcertado, este volteó tratando de saber que era lo que ocurría. Su actitud había cambiado completamente.

Desconfiando aún, se quedó estático en el sitio, esperando a ver qué era lo que le decía la rubia. Lori se acercó lentamente a él. Clyde observó el cuchillo, estaba botado en el suelo, algo que lo relajó, así que agarró un poco más de confianza y se dejó llevar por el momento. La joven Loud lo abrazó y comenzó a llorar, Clyde no entendía en lo absoluto, así que se limitó a corresponder su abrazo.

—Lo siento... no quise hacer esto... estaba molesta, frustrada, enojada... estaba quebrada por dentro y yo sentía que lo perdía todo y tú eras el único a quien podía recurrir en estos momentos. Pensé que estaría sola...

Por primera vez en su vida, Clyde Mcbride respiró hondo y decidió afrontar a la chica de la cual había estado enamorado por años.

—Lori... sé lo mucho que Bobby significaba para tu vida y lo siento mucho. No tengo idea de por qué comenzaste a actuar así, pero por lo que veo, ya me puedo dar una idea. Nunca olvides que tu familia estará para apoyarte, no tardarán en regresar, en cuanto estén aquí verás como todos te apoyan y te dan ánimos para seguir.

—Gracias por tu palabras, Clyde... ¿quieres ir a casa a pasar un rato?

—Lori, hay algo de lo que quiero hablar contigo —suspiró—... la verdad he querido superarte, ¿sabes...? Han pasado años desde que lo intento, pero jamás tenía nada. Luego de tantos rechazos, me empezaba a sentir mal conmigo mismo,o así era hasta que Haiku llegó a mi vida. Comenzamos nuestra amistad con charlas sobre lo que era tener un amor imposible y meramente platónico, hasta tener conversaciones profundas acerca de lo que esperamos de la vida. Me dediqué a oír sus poemas y parecía contenta de tener a alguien que le escuchara con atención. Poco fue el tiempo que pasó antes de hacernos amigos muy cercanos. El punto es que... siento que ella es la clave para dejarte por fin...

Anonada ante las palabras del chico, Lori simplemente emitió un suspiro. No negaba que tener todos los regalos y as consideraciones del joven Mcbride la hacían sentir muy especial y querida, le hubiera encantado poder conservar a ese admirador más tiempo, pues, a pesar de todo, era un gran apoyo emocional cuando se lo proponía y, admitía, que a veces le sacaba una grata sonrisa. A veces se cuestionaba porque los demás lo veían de una mala manera si tan sólo era un chico que se aventuraba en la vida y luchaba por un amor que era simplemente inalcanzable.

—Lo entiendo —sonrió—. Supongo que puedo aprender un poco de ti.

—¿Sobre qué...?

—Sobre dejar las cosas atrás y simplemente luchar para poder mejorar en la vida. No debí haberme comportado así, y lo siento. Te estimo, Clyde. Esa chica Haiku tendrá mucha suerte si termina quedándose contigo.

—Muchas gracias, Lori —sonrió—... también me alegra ya no estar tan nervioso a tu lado.

—Es un gran avance. Por cierto, sé donde está tu amiga.

—No quiero ni pensarlo.

Lori rio nerviosa.

—Fue mientras duraba la fase, lo siento —y dicho aquello, los dos se encaminaron a la residencia Loud.

—Bueno, fue mu sencillo y predecible, pero así tenía que ser. Mejor evitar a que todo se ponga más intenso.

—¿Tú crees? —un títere se posicionó a su lado—. A mi me hubiera gustado algo más sangriento.

—No en mi guardia.

—Yo lo planeé así. Era inevitable tu intervención.

—Ya sabes que a esto me dedico...

—Sí, lo bueno es que hay un Universo alternativo a este, te espero allá. Me gustaría ver el otro final —dicho aquello, el títere se retiró, dejando a un Owen con expresión agotada.

—Aquí vamos de nuevo...

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Final Alternativo + extra

—No puedo creer que acabo de repetir el mismo proceso una vez más... aunque, vale, no me confío al saber que James ha planeado todo esto —comentó Owen para sí mismo mientras caminaba a la ubicación de Lori.

Darder creó una ilusión para simular ser Bobby ante los únicos ojos de la rubia. Ya estaba iniciando su guion para la actuación que haría (nuevamente); sin embargo, notó algo diferente, algo en el ambiente se sentía diferente. Arribó al sitio y Lori buscaba insistentemente a Clyde. "Bobby" preparaba su entrada una vez más.

—Aquí estoy, bebé —Owen se acercaba delicadamente a la rubia, con los brazos extendidos.

—¿Bobby...? —la joven Loud volteó asombrada. Su novio se encontraba vivo y estaba ahí, frente suya... otra vez.

—Sí, bebé, soy yo... —emitió una sonrisa sincera.

—Lori... Lori... Lori... ¿no aprendiste? Él está muerto, es más que obvio que no es real...

—He estado delirando mucho... ni siquiera sé qué es real y que no...

—Yo soy muy real... pero él es una estafa. Bobby está muerto, debes concentrarte en lo que está vivo.

—Pero él está ahí...

—Hazme caso, no te confíes...

—Demonios... —musitó Owen dentro de sus pensamientos.

Dentro de la joven Loud se hallaba una batalla de sentimientos, sin saber qué esperar, simplemente decidió confrontar a quien según era su novio que en paz descansaba. Empezó a sudar frío, mientras sus pensamientos libraban una guerra entre lo que deberían creer y lo que deberían descartar. La mano de Lori se mantenía firme, apretando el cuchillo con fuerza y el sudor no tardó en presentarse. La tensión era bastante y la pesadez del ambiente era suficiente para respirar con dificultad.

Aquí vamos —"Bobby" se acercó más y abrazó a Lori—... sé que no confías mucho en mí, pero debes escucharme...

—¿Qué hago...? —la rubia seguía en conflicto, sin saber como actuar, pero de pronto la voz vino a auxiliar.

Te mostraré que no es quien dice ser...

Un títere demostraba una gran sonrisa en su expresión, extendió un control remoto y oprimió un botón. Una frecuencia fue emitida al aire, aturdiendo un poco a Owen.

—Agh... —Darder se desconcentró, dejando pasar momentáneamente su ilusión. Algo que tomó por sorpresa a la rubia.

—Un viejo invento con potencia Destructora, nunca falla contra hombres como tú —susurró James a lo lejos.

—¡Maldición!

—¡¿Quién rayos eres tú?! —el pulso se aceleró y mucho más luego de haberse enterado de que habían manipulado sus sentimientos—. ¡¿Cómo te atreviste a hacer eso?!

Mátalo... —susurró la voz.

Sin pensarlo dos veces, Lori tomó el cuchillo con firmeza y la clavó en el abdomen de Owen. Este tosió sangre al ser tan vilmente apuñalado. Rápidamente oprimió la herida y retrocedió. El hombre observó a la rubia, la cual denotaba una gran ira y frustración, pero más que nada, mostraba locura en sus ojos. El cuchillo escurría sangre y las gotas empapaban el suelo, haciendo que se tiñera levemente de rojo.

—Tsk —Owen sonrió, e inesperadamente, comenzó a reír—... ¡Dios mío santo! —exclamó al aire—. No recuerdo la última vez que alguien me había apuñalado a muerte —soltó su herida, mostrando que esta se inició a cerrar. Un brillo se presentó en sus ojos, mirando a Lori de una manera frívola—... sólo recuerdo que no terminó muy bien... para quien me lo había hecho —sonrió malévolamente.

—Creo que te está diciendo que lo mates y esta vez en serio...

Lori ensombreció su mirar y empuñó el arma mientras mostraba una actitud inquebrantable.

—Quise hacerlo por las buenas, ¿sabe...? —se reincorporó—. Sin embargo, veo que tiene otros planes.

—Nadie va a quitarme a mi Clyde —dijo esto mientras ponía el cuchillo en su cuello y lo rozaba, una señal para indicarle al hombre que moriría.

(Música de fondo)

—Bueno... tal parece que lo haremos del modo difícil —tronó sus dedos y posteriormente miró a la joven Loud con superioridad—. Tendrá que esforzarse un poco más que eso —y asumiendo una posición firme y derecha, Owen se dispuso a enfrentar al demonio que se había desatado en aquel universo de forma irrevocable.

—Te demostraré lo que puedo hacer —y con una sonrisa macabra, Lori emprendió el vuelo (iba muy rápido) hacia la posición de Darder.

El cuchillo iba de frente, dispuesto a acertar una acuchillada letal en el corazón; sin embargo, haciéndose a un lado a una velocidad indescriptible, Owen consiguió que Lori errara indudablemente. La joven Loud miró con extrañeza a Owen, mientras este sólo se limitaba a dirigirle una mirada retadora. Lori frunció el ceño y nuevamente se acomodó el arma, tratando de realizar un ataque certero. Los intentos de cortarle eran en vano, Owen retrocedía en cada intento de manera perfecta; la rubia no hacía más que enfadarse más. En otro intento de apuñalar a Owen nuevamente, el hombre tomó la muñeca de la joven y la torció (ligeramente) para que soltara el arma, algo que funcionó con mucha efectividad.

—¿Qué pasó, joven Loud? ¿La dejé sin aliento? —rechistó. Lori emitió un gruñido de furia.

—A penas caliento, no sabes como soy cuando quiero obtener lo que deseo —y a puño limpio, decidió enfrentarse a Owen. Una pésima decisión.

Darder no hacía más que bloquear sus ataques, eran débiles, o así los veía él. Desde ganchos hasta patadas, todo era muy bien bloqueado. Aburrido de enfrentarse a algo sin mucho esfuerzo, movió un poco el cuchillo para que la rubia lo viese y lo tomase. El hombre no hacía más que sonreír confiado. Lori tomó el cuchillo, pero algo estaba diferente... se sentía diferente. La velocidad vino de su lado, algo que no pudo prevenir Owen, pues no visualizó a nadie haciéndole modificaciones al cuchillo... a menos de que...

Maldito bastardo —rio.

Desafortunadamente, Lori pudo atinar unas cuantas cortadas en los brazos del hombre, pero este no decayó en ningún momento. Admitió que se sintió un poco más débil.

Energía Destructora —sonrió. Ya sabía a lo que se enfrentaba. Moviendo el tiempo a su favor, Owen se robó un segundo del mundo para robarle el cuchillo a la joven Loud y enterrarlo en uno de los árboles cercanos.

—¡¿Pero cómo?! —Lori observó al hombre con asombro.

—No lo comprendería —comentó sonriente.

Lori le lanzó una mirada de furia al hombre, comenzó a caminar alrededor de él, pero no lo hacía con intención de intimidarlo, sino de poder alcanzar su cuchillo. Owen sabía bien lo que quería hacer, así que, para hacer tiempo, dejó que lo tomase. Con algo de fuerza, la rubia sacó el cuchillo del tronco y miró al hombre con fiereza, algo que no causó efecto alguno en el hombre, al contrario, este se limitaba a observarla. Sin previo viso, Lori llegó a la posición de Darder con una rapidez desenfrenada, pero para sorpresa de ella, Owen había sacado un cuchillo de buen filo y bloqueó su ataque.

—Yo digo que tengamos una batalla justa —comentó sonriente. Lori rodó los ojos y simplemente se concentró en seguir atacando.

Los movimientos eran ágiles y requerían de reacciones inmediatas, en cualquier momento, una acuchillada de esas podría matar a alguien despistado. Los ataques horizontales no le causaban nervios, pues sólo provocarían cortadas, lo que lo mantenía atento eran los intentos de apuñalada; sin embargo, Owen estaba relajado y desplazaba el filo de su cuchillo con destreza. Aunque había algo que la joven Loud no sabía y era que el filo del cuchillo que portaba el hombre era mucho más fuerte y resistente.

—¡Muérete de una vez! —sus jadeos de cansancio ya salían a relucir. Lori ya se estaba agotando y ya no podía continuar así por mucho tiempo.

—Temo que sólo hay un modo de matarme —mencionó el hombre con orgullo.

En un momento desprevenido, Owen efectuó un movimiento certero con su cuchillo, atinando justamente en el cuchillo de su contrincante: el arma de la rubia quedó completamente inútil. Con su arma partida a la mitad, Lori no tuvo más opción que recurrir una vez más a los puños; pero el cansancio y el agotamiento la habían alcanzado y sus fuerzas ya no eran muchas.

—¿Quién eres tú? —preguntó exhausta.

—Eso no importa —guardó el cuchillo dentro de su traje. Su ropa se había mantenido intacta... excepto por las rasgadas hechas por el cuchillo.

Clyde había arribado a mitad de pelea y había estado observando como ambos realizaban una pelea a muerte, aparentemente. Esto hizo reflexionar un poco al moreno, ¿Owen estaría dispuesto a sacrificar su vida por la de él? ¿No era eso mucho? Indeciso sobre qué hacer, se limitó a seguir observando.

—No pienso detenerme hasta matarte, tipejo... —respiraba con dificultad.

—Me gustaría decir lo mismo, pero para mi infortunio, ya marqué el formulario como guía, así que sólo me queda una opción —con una gran confianza, miró hacia donde Clyde estaba escondido.

—No me interesa saber cuál es...

—¿De verdad? Podría parecerle una interesante propuesta —mencionó mientras se dirigía con Clyde sin verse tan sospechoso.

Sin razonarlo muy bien, Lori corrió desenfrenadamente hasta él, saltando en el acto para embestirlo (ya era su último recurso). Sin embargo, Darder esquivó con mucha facilidad, provocado que Lori tropezara con Clyde, este último no pudo evitar soltar un grito.

—¡¿Clyde?! —preguntó algo asustada la joven rubia.

—¡Lo-lori! —se acomodó las gafas, había sufrido un buen impacto.

—Oh, lo siento, osito, ¿estás bien? —abrazó al moreno repentinamente. Este se limitó solamente a corresponder.

—De... acuerdo... (?)

—Muy bien, esta es mi propuesta —miró Owen a ambos. Tanto Lori como Clyde lo vieron con confusión.

—¿Propuesta? Por un momento creí que...

—Silencio, Clyde —la rubia puso su dedo en los labios del chico—, quiero escuchar lo que dice.

—Estupendo, así me gusta. Diálogo y no matanza —bromeó. Lori lo miró con seriedad—. De acuerdo no hay por qué enfadarse. Fue divertido —levantó el pulgar—. Ahora bien, les tengo una oferta.

—Ajá...

—Loud, se queda con Mcbride. Mcbride disfruta por fin aquello que añoraba por años. A cambio, usted no trata de matar a nadie por el bien de este mundo y usted no trate de provocarla, deberá de gozar solamente de su compañía. Así que... ¿qué dicen? —sonrió.

—Bueno, me suena a un buen trato. No me quiero meter contigo ahora que sé que es bastante complicado ganarte.

—Y tú no lo hiciste tan mal para ser tu primera vez con un cuchillo —ambos rieron—. Bueno, joven Mcbride, sé que esto es difícil para usted, pero véalo del lado bueno. Su fantasía de estar con la mayor de las Loud por fin se hará realidad.

—No lo sé, detective, ¿qué hay de Haiku? Además, yo...

—No hable de más, o me obligará a hacer otro trato no tan decoroso.

—Oh, bien, lo siento...

—Y sobre su amiga no tiene nada de qué preocuparse, yo la trataré.

—En ese caso, pues —miró a Lori. Esta le dirigía una mirada llena de locura y obsesión. Tragó gordo—... No es como lo hubiera deseado, pero —tratando de ver el lado bueno de aquello (más sabiendo que sería el único capaz de frenar cualquier indicio de amenaza), optó por simplemente recordar el por qué se había enamorado de aquella chica de cabellos rubios—... lo acepto... —abrazó a Lori. Esta solamente le abrazó con mayor fuerza.

—¡Gracias, osito! —lo cargó—. ¡Ahora vayamos a celebrar! —lo tomó de la mano y se fue corriendo con él.

—Bueno... quizá no sea tan malo después de todo...

—Bien, a seguir trabajando... —Owen daría una vuelta a su oficina para crear otro formulario.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

—¿Qué es lo último que recuerda del joven Mcbride?

En el sótano de la casa Loud, una chica pelinegra estaba sentada en frente de quien se supone era un detective.

—¿No debería sacarme primero de aquí? —tosió levemente. El polvo se había acumulado un poco en esa semana. Tampoco es como si aquel saco hubiese estado del todo limpio.

—Yo haré las preguntas, de todas formas, yo fui quien la salvó. Así que, aparte de ser detective, necesito información relevante.

—¿Y qué tiene que ver Clyde? —cuestionó interesada.

—¿Va a hablar o no?

—Hasta que me diga que está pasando y por qué rayos estoy en la casa de mi amiga Lucy.

—Esa respuesta no me gustó —se levantó de su silla y tomó dirección a la puerta.

—¿A dónde va? No puede dejarme amarrada a esta silla —replicó con cierto enojo.

—Obvio que no, pero llamaré a la policía y a saber hasta que horas quieran llegar —comentó Owen tratando de ser convincente.

—Ugh, usted gana —suspiró—. Lo último que recuerdo con Clyde fue el día de ayer. Habíamos tenido una salida amistosa, desde hace unas semanas que nos frecuentábamos y, pues, sentía que algo más estaba surgiendo.

—Ya veo —regresó y se sentó nuevamente—. Mire, seré franco con usted. El joven Mcbride es un factor dentro de la locura de Lori Loud, la chica que la secuestró, por lo que corre peligro. Necesito saber exactamente todo lo que recuerda, ¿bien? Empezaré con algo sencillo. Quiero que cierre los ojos —acató la orden—, y haré una cuenta regresiva desde cinco. En ese tiempo rememorara todo lo que recuerde, y cuando oiga el chasquido de mis dedos, abrirá los ojos y responderá una pregunta, ¿de acuerdo?

Haiku asintió y esperó a que iniciara.

—Bien... cinco.

—...

—Cuatro.

—...

—Tres.

—...

—Dos.

—...

—Uno.

Owen chasqueó los dedos. Acto seguido, la jovencita abrió los ojos y miró al detective.

—¿Qué es lo último que recuerda del joven Clyde Mcbride?

—¿Quién...?

—Ya sabe, uno moreno, pelinegro, cabello rizado, lentes... el que tiene un amigo albino.

—Oh, Clyde... lo último que recuerdo de él fue cuando estuvimos en aquel baile de Sadie Hawkins .

—Bien, muchas gracias. Ahora, salgamos de aquí.

Dicho aquello, ambos salieron de la casa Loud.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Owen regresó a su oficina y se sentó en el escritorio, mientras se frotaba las sienes. De inmediato supo que había alguien en su oficina y sabía exactamente quien era...

—Antes de que preguntes —comentó James con una grata sonrisa—, le dije a mi hermano Hans que me ayudara a entrar —rio levemente.

—¿Qué haces aquí? —preguntó frívolo.

—Me sorprende ser el único a quien no le hablas con respeto.

—Nadie lo hace, señor —dijo en un intento fallido de ser respetuoso.

—¿Sabes, Owen? Lo que me tiene tan entretenido es el hecho de que aún creas de que yo no tuve que ver en todo —rio.

Ante aquel comentario, Owen volteó a verlo desconcertado. Tomó asiento en uno de sus sillones y le prestó su atención.

—¿De qué hablas?

—Sí. Todo estuvo previsto, incluso el más pequeño detalle, bueno, estaría exagerando, pero obvio que yo lo planeé todo.

—¿O sea...?

—Sí, todo. ¿Quieres que sea más detallista?

—Ilumíname —pidió Darder de forma irónica.

—Bien, todo empezó con el abuelo…
necesitaba la escusa perfecta para sacar a la familia Loud de su casa por un rato. También me encargué de darle a Lori un buen pretexto para quedarse…

“Fui con el amigo del abuelo, le conté lo maravilloso que sería tomar vacaciones bajo el sol con algo de compañía y, ¿por qué no? Uno que otro lujo, como un yate. Fue fácil hacer sentir solitario al abuelo, fue cuestión de que no pudiera estar con sus amigos por ciertas circunstancias y hacerle sentir mal con una que otra enfermera de pésima actitud. Al término de la semana (siendo el domingo), el viejo habló con su amigo y le contó lo que yo le había dicho, no lo dejó pasar y, sin dudarlo, le habló a su familia para que convivieran y pudiera sentirse muy bien acompañado. Obviamente su hija no lo rechazaría y así fue.

Por otro lado, entré unos días anteriores a la tienda del abuelo de Bobby. Fingí ser un tipo experto en ventas y remodelación, entre charla y platica le recomendé que quizá su bodega necesitaría una buena modificación para ser mucho más atractiva, pero le dije también que eso tomaría bastante tiempo, alrededor de un mes. Posteriormente, me retiré de ahí. Luego me dirigí a uno de los hospitales de la gran ciudad y hablé con una de las enfermeras, me lesioné a propósito para que me tratara. Le conté que de joven yo tenía una linda novia y que para pasar el rato, nosotros íbamos a acampar y teníamos lindas noches bajo la luna y las estrellas, le recalqué lo romántico que podía llegar a ser, mucho más cuando se está solo con el amor de tu vida. ¿Quién diría que esa enfermera sería la madre de Bobby? Sí, ¡¿quién lo diría?! Posteriormente a eso, tuvieron una cena familiar. Roberto llegaba algo agotado, había estado de aquí para allá por todos los encargos que le pedía la familia, además de que también trabajaba un poco. Su abuelo le contó sobre las remodelaciones que tenía planeado hacer, el joven se veía realmente cansado y eso no hizo más que hacerlo sentir más exhausto. Compadeciéndose, la abuela le dijo a su esposo que debería dejarlo reposar aunque fuera una semana antes de ponerlo a chambear sin parar. Meditándolo un poco, el hombre le concedió ese deseo, permitiéndole a Bobby sentirse realmente aliviado; Ronnie Anne no tardó en reaccionar y le dijo que fuese a visitar a su tan amada novia Lori, ¿por qué lo dijo? Muy sencillo. Tomé la “casualidad” a mi favor y estuve provocando que los hermanos se toparan a cada rato, justamente cuando el latino llamaba a su querida bebé y le decía cuánto la extrañaba y cuánto deseaba ir a verla... sólo imagina la tortura que le hice pasar a la pequeña, tuvo que oír eso durante toda la semana. Así que Bobby no lo pensó ni un segundo y decidió por ir a visitar a Lori por esa semana, sacó su celular le envió mensajes de texto. Como bien sabemos ya, Lori no se dio a la tarea de esperar y puso manos a la obra de inmediato, tratando de convencer a su familia, algo que consiguió con éxito. Bobby tiene la confirmación de su novia, emocionándolo, su madre vio lo feliz que estaba y pudo ver lo mucho que la amaba, así que, recordando lo que le dijo un hombre en el hospital, le dio la idea a Bobby de irse a acampar. Este no negó que era una buena idea, pero no estaba del todo seguro de ella. Un factor más del cual me encargué, pero al menos la idea ya estaba plantada en su cabeza.

Regresando con Lori, me puse manos a la obra. El día lunes su familia partió y Bobby llegaría. Se puso a ver el celular para pasar el tiempo mientras esperaba, algo de lo cual me aproveché. Hice una publicación donde hacer picnicʼs era ya una tradición de antaño que se había perdido y que era un bonito modo de disfrutar con tu pareja una velada relajante y romántica, si es que se tenían los elementos necesarios. Por supuesto que la chica vio aquello y su cabeza ya se había llenado de mil y un ideas sobre qué podría cocinarle a su bubuosito para un día de campo y tener un gran día lleno de romance, je… si sólo hubiesen sabido que eran parte de un plan muy bien elaborado.

Haciendo hincapié en Bobby de nuevo, me di a la tarea de dejar al latino sin recursos para desplazarse. Así que, algo frustrado, ya estaba a punto de marcarle a Lori para cancelarle, por fortuna (o mala suerte), se topó con un auto en venta/renta. El joven vio esto como un milagro y no dudó en marcar. ¿Adivinas quién contestó la llamada? No tardé en llegar en donde estaba el auto y le expliqué que ya era algo usado y viejo, pero que servía bastante bien. Le di un precio bastante accesible, y al ver que ya no tenía más alternativa, decidió rentarme el auto. Muy bien sabía que su cinturón fallaría para después…

Finalmente los dos se encuentran y se dan las ideas del picnic, algo que incentivó a dar la idea de acampar. Ambos no se negaron al otro y así dio inició la siguiente parte de mi plan.

Llamé a una compañía de entrega y me pedí unos zapatos a una dirección cerca de donde los jóvenes acamparían. Me aseguré de que tomará el camino donde se hallaba el cruce, para hacerlo más efectivo, pedí de favor que me lo entregara una persona en específico, cuyo horario estaba abarrotado de por sí y mi pedido lo realicé a una determinada hora en la cual sabía que la camioneta toparía perfectamente con la pareja.

Pasaron los dos días y sucedió que Bobby no hace funcionar su cinturón. Su confianza e inocencia lo llevó a creer que nada malo pasaría, pero pobre, apenas todo comenzaba. En plena noche cuando ya regresaban a la casa Loud, el conductor de reparto se había estado quedando dormido, había estado muy agitado luego de tanto trabajo, tampoco ayudó que en la radio hubiera logrado meter pira música relajante y que diera sueño, justo cuando cayó rendido pisó el acelerador a tope. Conseguí el cometido y provoqué el accidente.

Por último, quedaba el hospital. Yo fui el doctor que la atendió y, al hacerle el chequeo general, introduje un receptor de voz en su oído, para que escuchara todo lo que yo le dijese y hacerme pasar por una “voz”…”

—Y bueno, así pasó todo.

—Eres un maniático…

—¿Qué te puedo decir? Fue muy divertido.

—Lo peor es que lo hiciste 2 veces.

—Un plan perfecto se puede realizar una infinidad de veces, pero total, lo pudiste manejar, aunque claro, el final siempre lo decidí yo —y entre risas de locura, el títere salió de la oficina, dejando a un Owen bastante enfadado.

•••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••

Vota si te gustó!
Comparte si lo merece!
Comentaaaaa!
Hasta la próxima!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro