Salud mental

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Era el mejor amigo del mundo... claramente, eso no estaba a discusión, en el resto de las cosas era un desastre.

Nos quedamos dormidos en el auto lo que no iba a ser bueno, las veinte llamadas de mis padres me lo decían todo.

—Me van a matar, fue un gusto ser tu amigo —suspiré.

—No seas tonto —dijo tapándose con su suéter— te invito a desayunar.

—Quisiera pero tengo cita en el doctor —me negué con el dolor de mi corazón.

—Tu... estas bien verdad —dijo nervioso.

—Tranquilo no me estoy muriendo de cáncer —lo calmé.

Eso no lo calmó, lo veía en su carita.

—Solo es mi cita de control por la medicina de acuerdo, cita con el loquero —mencione.

—Puedo ir contigo para asegurarme —pidió nervioso.

—No, irás a tu casa y confiaras plenamente en mi —asegure.

Suspiró, no le quedó de otra.

Me dejo en mi casa, al entrar ya estaban ahí mis padres molestos.

—Hola papis, los amo muchísimo —sonreí.

—Tu teléfono —pidió Pa— castigado una semana.

—Hey no pueden hacer eso qué tal si pasa algo en la escuela y...

—El teléfono del castigo —señaló dándome ese teléfono chiquito que sólo servía para hacer llamadas.

—Me odian ya lo sé —gruñi.

—No estás en posición de hacer drama, ve a cambiarte que tenemos la cita —ordenó Pa.

Subí sin hacer más drama y bajé para desayunar con ellos, al llegar ya me esperaba uno de mis doctores.

Al tener medicamentos controlados tenían que realizarme chequeos por los efectos adversos que me podían generar.

Básicamente problemas para dormir, dolores de cabeza, irritabilidad, pérdida de peso que ese no aplicaba por todo lo que comía y dolores estomacales.

—Hola Jake —saludó— ¿Cómo estas?

—Al borde de que me envíen a un internado pero bien —sonreí.

—Portándote mal entiendo —asintió— veamos si es lo único mal.

Me habían sacado sangre hace unos días así que era probable que ya tuvieran los resultados.

Me pesaron, midieron y examinaron por completo.

—Bueno mides un centímetro más —me sonrió— aunque creo que pueden ser tu cabello.

—Hey no me quité mi centímetro —gruñi, me iba a aferrar a él con todo.

—Bien Jake, ¿Cómo vas con el tratamiento? —me sonrío.

—Considerablemente bien —sonreí.

—A tenido dolores de estómago —contó papá.

—Después de toda la mierda que como no creo sea la medicina —señalé.

—Es normal por la clase de medicina que toma —los calmó— pero sus estudios salieron limpios, su peso es ideal, su estatura es...

—Pare ahí si no quiere una discusión —amenace.

— Paro ahí —negó— le mandaré vitaminas, algo para el dolor y las terapias...

—No volveré —lo detuve— la medicina funciona, estoy tranquilo.

—Hasta que no lo estes —me recordó papá.

Antes de venir había tenido un pequeño ataque... no estoy orgullo por lo que no planeo hablar de él.

—Hasta que no lo esté vendré, mientras tanto enfoquémonos en esto —insistí— cree que sea candidato para la cirugía de crecimiento.

—Te gustaría que rompieran tus huesos y los alargaran cada día —explicó.

—Pues cinco centímetros...

—Aún serias enano, no te harás la cirugía —arruino mi papá.

—Reiteró me odias —bufé.

Mi padre negó poniendo los ojos en blanco, me llevaron a desayunar al menos sin embargo un fin de semana sin libros, ni teléfono, ni Dee Dee fueron insoportables.

El lunes llegué para aventarme a él en un abrazo.

—Te extrañe —dije dramáticamente.

—Yo igual —me cargo.

Un putazo por eso, solo me gustaba cuando yo lo pedía después de eso era una ofensa.

Durante nuestro almuerzo aquella víbora se acercó.

—Jovenes Blue, Macotela —nos miró— están en el equipo de debate.

—Es pregunta, aclaración u orden porque a la respuesta para todos es no —me defendí.

—Se verá bien en su currículum, y sabemos que necesitan puntos extras —guiño.

—Me apunto —señaló Sofi.

—Yo...

—Se apunta —me obligo Dean.

En cuanto se fue me miró sonriendo.

—¡Por qué mierda hiciste eso! —gruñi.

—Oh vamos te encanta debatir, literalmente naciste haciéndolo —señaló.

—Es una buena razón, pero no tenias porque inscribirme traicionero —le grite un poco irritado.

Dean me miró para bajar la cabeza.

—Lo siento —susurró.

Respire, conté hasta tres y le pegué un golpe en el hombro para luego darle un besito en él.

—Vuélvelo hacer y si me enojaré contigo —amenace, Dean asintió aún triste.

—¿Tu por qué no te metiste? —cambió el tema Sofi algo confundida.

—Eso de hablar en público no es lo mío —murmuró.

—Prefiere evadir los problemas —apoye dándole un muffin.

El chico asintió más calmado comiendo su muffin.

—Bien entonces supongo que la pelea será entre nosotros dos —me miró burlona.

—Oh si, pateare tu trasero dulzura —ataque.

—Vamos contra otro equipo —me corrigió.

—Y el de ellos también —agrégue.

Ella negó para poner los ojos en blanco, nos íbamos a divertir mucho.

Camino a clase estaba en busca de mi culito pero no lo veía.

—Jake  yo lo siento... —dijo Dee Dee.

—Ya lo superamos de acuerdo —lo calmé.

—Es solo que... ya sabes yo no soy bueno en esto —susurró— y creo que sería lindo... que al menos hubiera uno de nosotros en el equipo de debate —añadió— nuestros hermanos nunca pudieron ir al debate final.

Mire a Dee Dee ahora entendía que esto significaba demasiado para él.

—Un Blue ganará esa competencia ya lo verás —asegure abrazándolo.

—Pero por favor no avientes cosas —pidió.

—Le quitas lo divertido —bufé.

Por fin encontré mi culito ahí platicando con sus amigos.

—Hola guapo —sonreí.

—Me ignoras todo el fin y hola guapo —gruñó.

—Dean te debía... —mire al chico que sin más se fue corriendo, no me estaba poniendo atención cuando le llamé— me quitaron el teléfono.

—De verdad, esa es una pésima excusa —señaló.

Saqué el teléfonito para mostrárselo.

—Tienen solo el número de mis padres registrado —me quejé— pero si pones el tuyo te puedo llamar.

Harry negó divertido, me dió un beso para abrazarme.

—Y así de fácil lo perdonas —se quejó uno de sus amigos.

—Ni al caso Evan, porque no solo confiesas que estás enamorado y te mueres de celos —lo expuse, solo hacía falta ver como lo miraba.

Los chicos se miraron como si fuera la última novedad.

Evan le miró... si esa mirada que lo delataba para irse corriendo, recayó en mi confundido.

—No lo sabias —me burlé.

—Eso fue muy rudo de tu parte —se quejó.

—¿Y lo que me hace a mi no es rudo? —señalé— atacarme porque no tuvo el valor de confesar sus sentimientos cuando tuvo su oportunidad.

—Es...

—Yo no estoy para ser el saco de boxeo de nadie —afirmé.

El chico me miró para asentir y besar mis mejillas.

—Estoy de acuerdo pero hay maneras —me recordó— y la que escogiste no fue la apropiada.

¿No lo era? Siempre iba de frente por la vida sin mirar atrás... sin mirar si hacía daño.

—Lo siento —susurré.

Me abrazó para tomar mi telefonito para anotar su teléfono.

—Llámame cada noche de acuerdo —pidió.

—Ya lo veremos —susurré.

Cuando la campana sonó me tuve que ir, ya iba tarde pero no era novedad.

No tarde en ser abordado, con mi espalda golpeando el casillero.

—Ya sabía yo que no tardarías en venir por mi —le mire.

—Eres un.... Hijo de perra —dijo con lágrimas en los ojos— te crees mejor por que tu si puedes tener la libertad de expresarte como quieres.

—Es el siglo veintiuno Evan —señale— y te recuerdo que tengo dos padres así que tú insulto ni al caso.

El chico me separo del casillero para volverme azotar contra el.

—Esto es un puto juego para ti —atacó golpeando a mi lado.

—No te desquites conmigo, no es mi culpa —sonreí para recordar— lamento haberte expuesto me pase, no me disculpare por el amor qué hay entre los dos.

—He visto chicos como tú —señaló lleno de odio— tarde o temprano lo lastimarás.

—Y si eso pase, espero tengas el valor de tomar la oportunidad —asentí— sin embargo esta vez voy con todo.

El chico no supo que decir antes de ser empujado y caer al suelo.

Mire a al responsable pero no me lo creía, ni la morena tras de mi.

—Suéltalo —dijo Dean molesto y algo asustado a la vez.

—Creo que eso era antes pero muy bien guapo —lo abracé.

Le tendí la mano pero no le pareció solo solo se fue molesto.

—¡Lo siento! —le gritó Dean nervioso.

—No tienes remedio —negué— gracias bebé.

—Puedes ser rudo —le miró Sofi— me gusta.

Esa sonrisita en su rostro, joder de blanco pasaba a rojo muy rápido lo que era encantador.

—Vamos a clase —señalé.

Asintió aún en transe... definitivamente una bolita de algodón.

Salimos de la escuela temprano gracias a mi encanto... eso y que desespere al profesor decidiendo irse.

—Yo manejo gracias —dije quitándole las llaves.

—Jake hoy no tengo ganas de morir —murmuro nervioso.

—Confías en mi —sonreí.

—Hasta la muerte pero me temo que esa sea antes de lo previsto —susurró.

—No siempre dices que quisieras ver a tu hermano de nuevo —bromeé.

Me miró molesto, yo y mi gran boca.

—Me pase, lo siento Dee Dee —lo abracé.

—Como sea —cedió subiéndose al auto.

Durante el camino íbamos cantando a todo pulmón como solo nosotros podíamos, hacíamos buen dúo claramente sin embargo el ambiente terminó cuando el golpe del auto dió en el lado de Dee Dee tras de él impulsándonos con fuerza.

—¿Estás bien? —le mire preocupado.

—Si, si y tú —me miró nervioso.

Asentí para bajarme del coche nervioso vi aquel gran golpe en la puerta trasera.

—Mierda Dee Dee lo siento yo...

—No fue tu culpa —me calmó— lo importante es que estamos bien.

El hombre del auto que nos golpeó no pensaba lo mismo.

—¡Maldito niño te pasaste el alto! —me gritó.

—No yo... —mire a Dean— yo no me acuerdo... yo...

—Jake —me llamó, estaba hiperventilando— tú no te pasaste el alto.

En ese momento no recordaba nada de lo que había pasado.

—Mis papás me van a matar y yo... tu auto —señalé unas pequeñas lágrimas empezaba a salir— yo... lo siento.

El chico me abrazó de inmediato para calmarme.

—Es solo un auto si —me calmó— un estupido auto.

—Si pues ustedes me pagarán el golpe estupidos —dijo molesto el señor.

—Cree que porque somos adolescentes vamos a caer señor —se giró Dean molesto— ese auto tiene cámara por todos lados imbecil llame a su seguro y espero cubra el daño.

Esperaba que tuviera un buen seguro... el auto de Dee Dee no era precisamente barato.

Tuvimos que llamar a nuestros padres para mi mala suerte llegaron los dos, Jeff llegó con Cami dormido.

—¿Están bien? —preguntó Papá abrazándome.

No dije nada sólo lo abrace mientras Pa abrazaba a Dean.

—El señor se pasó la luz roja y nos golpeó pero estamos bien —los calmo.

—Bien lo arreglaremos tranquilos —dijo Pa yendo con el señor del seguro.

Me senté mi manita me empezó a dolor a si que me la llevaron a revisar con la ambulancia que había llegado.

—Ya estás más tranquilo —me miró Dean.

Asentí mientras me ponían una venda, una pequeña torcedura solamente.

—Lo siento mucho Dean —susurré.

—Fue culpa de ese imbecil —me calmó— estamos bien es lo más importante.

¿Bien? Realmente lo estábamos?

—No vuelvo a conducir en mi vida —suspire.

—Quisiera que no pero lo harás, ahora sólo estás conmocionado —golpeó mi hombro.

Gracias a las cámaras del auto de Dean se demostró que en efecto había sido culpa de el imbecil.

Me fui a casa con mis padres y no tarde en recibir la llamada de preocupación de mi hermano.

Mi ánimo estaba hasta el suelo, y las palabras del doctor recaían.

Tal vez si debía volver a terapia

Vayan a terapia 🙌🏻💕

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