•O3 : El Idiota Que Nunca Llegó•

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Esto debía ser una broma, una pésima broma, dos de sus cosas menos favoritas combinadas en una.

Las citas y las fiestas.

Había pasado casi una semana desde lo de la cena y Miguel insistía en juntar a el y a su primo del cual solo sabía su nombre ¿Y que mejor manera que en una fiesta? Era tal vez el peor lugar para ligar.

Miguel intentaba explicarle su plan para la fiesta, se encontraría con Héctor, hablarían un rato y se divertirán tanto que quedaran para otro día dejando a Hiro con la duda de que clase de cosas pasaban por la cabeza de Miguel.

Luego de esa intensa conversación fue jalado por su cuñado al interior de la fiesta.

–Tranquilo–Le dijo su hermano casi en un grito gracias al nivel de la música.

Hiro tan solo asintió devolviendo la sonrisa que su hermano le había dado.
Paso el rato tras de la pareja, que a diferencia de el si se estaban divirtiendo.

Mientras ellos reían y disfrutaban el ambiente el se concentraba en ver a todas direcciones esperando a un tipo como Miguel pero más alto.

–No estes nervioso cuñado, siempre se retrasa–Se excuso Miguel dándole un codazo al asiático menor con una animada sonrisa–¿Bailamos?.

El moreno volteó a ver a su pareja con su sonrisa y este solo asintió para tomar de la mano al latino y llevarlo a la pista de baile delatando un poco en sus torpes acciones que el alcohol les estaba pegando más gracias al ambiente.

–Ahora volvemos–Dijo Tadashi antes de desaparecer con Miguel entre la multitud.

Una media hora había pasado, ni el rastro de aquellos dos idiotas y ya le estaba dando hambre ¿Que más podría salirle mal? Oh claro, su estúpida cita tampoco había llegado.

Rechazo diferentes propuestas esperando que el dichoso Héctor llegará pero nada, ni siquiera su sombra.
Y cansado ya de esperar se levantó de su lugar para caminar hacia la mesa de bebidas donde también había diferentes aperitivos que se encargaría de acabarse.

Pasado un rato de estar comiendo papitas y botana acompañado de una cerveza (que después de un largo debate consigo mismo decidió tomar) se dió a la tarea a buscar a su hermanito y cuñado para salir de ahí.

Y estaba apunto de hacerlo hasta que fue interrumpido.

–¿Ya te aburriste de estar comiendo?–Preguntó una voz a su lado que emanaba olor a cerveza.

Volteó a verlo distinguiendo solo una piel morena y una pequeña barba, lo de más resulto ser un misterio.

–¿Eso te importa?–Preguntó con indiferencia.

–No pero un idiota me dejó plantado y buscaba socializar solamente–Hiro sonrió, tal vez y ese raro no era tan malo, después de todos entendía lo que sentía.

–A mi igual–Confeso volteando hacia la barra para tomar otra cerveza–Y sinceramente ya me aburri de esperarlo.

Héctor sonrió, este chico le estaba agradando.

Horas de plática y la noche se hizo más intensa para los invitados en la fiesta, después de todo era una fiesta de universitarios de la facultad de Miguel y claramente no intenciones de parar en un rato.

Se podría decir que en este punto el nipón ya no estaba al cien y mucho menos el moreno ya que solo reían de chistes estúpidos y bebían.

–Entonces... ¿Salimos de aquí o qué?–Preguntó Héctor con una sonrisa coqueta.

Y el menor ni siquiera lo medito, no estaba lo suficientemente sobrio como para ir a casa o buscar a su hermano pero no estaba lo suficientemente ebrio como para irse con el.
Tal vez otra cerveza y lo consideraría.

–Esta bien–Devolvio la sonrisa–Vamos a un lugar más privado.

[. . .]

¡Ah! ¡Más!...

–Agh, eres increíble.

–¡Sigue así!.

Gemidos, sonidos húmedos y el calor inundaban la habitación después de que hayan decidido seguir en otro lado.

Todo debió ser increíble puesto que otra ronda siguió después de esa para dejarlos lo suficientemente exhaustos después de eso.

Una de sus mejores noches sin duda.

[. . .]

El sol comenzaba a entrar y colarse en por la ventana, los rayos dieron contra su rostro provocando molestia; se acurrucó más entre las blancas sabanas y suspiro.

Volvió a ser víctima del sueño pesado y se preparo para dormir, pero había algo extraño aquel dia, sus sabanas no olían a detergente ni mucho menos.

De hecho, olían a alcohol, pero sin darle importancia nuevamente volvió a su posición actual. Hasta que sintió a alguien abrazarle...

–¿Que cara...?–Sin completar la oración, se levantó de la cama para sentarse en ella–¿Donde estoy?.

Ok, esa no era su habitación, esa no era su casa ¡Y el chico a su lado era un desconocido!.
Esperen... ¿El chico a su lado?.

–No jodas...–Y con toda la voz que tuvo dejo salir un nada masculino grito que logró despertar a su compañero.

–¿Que pedo? ¿Se metieron a la casa o qu...?–El chico misterioso cayo de la cama al exclamar otro gritó.

En cambio, Hiro se levantó de ella cubriéndose con la delegada sabana.

–¿Que? ¿Que paso anoche?–Aquel extraño se sentó en el piso sobándose la cabeza–No me digas que tu y yo...

Hiro barrio con la mirada al otro, piel morena, ojos cafés y cabello negro además de una extraña barba, sintió un escalofrío al descubrir que ni uno de los dos traía ropa.

–¿Te metiste conmigo?–Preguntó Hiro en un perfecto inglés.

El ya no tan misterioso chico imito la acción de Hiro, lo examino con la mirada, su piel era tan blanca, su cabello era negro y despeinado y sus ojos, esos ojos negros que lo penetraban haciéndole sentir culpable.

Esa mirada lo intimidó.

–No, seguramente tú conmigo–Sacudio la cabeza y frunció el ceño sin embargo cambió de opinión cuando vió marcas moradas en el cuello de el menor–Bueno, tal vez si fui yo contigo.

–Eres un...–La última silaba se le escapo entre el curioso espacio entre sus dientes qué el moreno noto antes de que un celular se escuchase sonar.

El menor volteó a ver la mesita de noche donde estaba su celular, el cual sonaba su tono de llamada, maldijo al no tener la suficiente batería para contestar pues segundos después se apago.

–Ya es tarde...–Suspiro el moreno rendido–Han de ser como las diez.

–¿Las diez? ¡Voy a llegar tarde!–Hiro busco desesperadamente su ropa, para después vestirse a las prisas.

Tomo su teléfono y sus pertenencias para salir casi corriendo y con un insoportable dolor en la espalda baja.

Héctor solo se quedo ahí, viendo como el menor salía desesperadamente a tropezones de su habitación.

–Oye tienes...–Antes de que saliera intento detenerlo en vano–Marcas... En el cuello, bueno ya que.

Se levantó del suelo para meterse nuevamente en la cama, sintiendo un raro ardor en la espalda, como de rasguños.

El nipón corría desesperamente por las calles para llegar a la universidad donde aún estudiaba seguro de que su hermano lo mataría por no llegar a casa anoche

No podía ser, y lo peor esque no recordaba nada.

¿Cómo diablos termino acostándose con un desconocido?.

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