(BONUS) Ll

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Sus obsidianas fanales expulsaban lágrima trás otra creando un lago interminable dónde cualquiera se ahogaría al ser tan intenso y repleto de hondonadas, él fácilmente pudo nadar en esa alberca olímpica si se lo proponía. Aunque su densidad era preocupante, más por los consuelos inútiles de Emma y Kitty.

"¡Nowaah, deja de llorar! Vamos, seguro que él ya se metió con-" la azabache recibió un golpe de su hermana, sobando su parte superior mientras la aspirante a abogada demostraba ofensa por sus tan insensibles palabras. "¿Qué? ¡es la verdad!"

Le había afectado gravemente volver a ver al castaño coquetear con la gótica, agudizando sus sentidos al finalmente presenciar sus desvergonzados movimientos contra ella después de salir del hospital cuando él fue el único que lo visitó diariamente.

Sus dolores de cabeza lo asesinaban, intrigando a su niño interior que deseaba por ser liberado de su jaula a la que fue encadenado por tantos milenios. En ese fondo donde lo dejaron de lado y él lo vino a salvar, alegrando radicalmente su vida antes de volver a abandonarlo en ese orificio negro con la oscuridad abundante.

"No le hagas caso a Kitty, ¿Si? Es una cabeza hueca..." Emma le otorgaba caricias en su ya despeinada cabellera que por el revuelo él había estado jalando, irrumpiendo en su cuero cabelludo y hasta lastimando su piel. "Ven, Noah."

Él se acostó entre las piernas de la mujer, antes de sentir un manto arroparlo con la necesidad de brindarle seguridad a su humanidad cómo solía ser todos los días. Eran inusuales los actos de Noah justo en esos momentos y no le agradaban así que tenía que añadir un cambio.

"¿No soy suficiente para él, Emma?" Sollozo casi inaudible, exceptuando el nombre de la fémina que fue dicho de un modo demasiado bajo y ni siquiera fue oído.

"Es al revés." Negó con su tez, continuando sus gestos mientras enredaba su mechón de pelo en sus dedos. "Él no te merece a tí."

"¡Pero Codymaster es muy-" Kitty intentó excusar los errores del castaño, pero una mirada lo fulminaba mientras Noah desprendía descontento por su reputación en gran exceso. Ya era infame, pero no debía permitir que cayera más en picada. "... Bien, ignoren lo que iba a decir."

Convivir con la multitud lo aterrorizaba. Esbozar una ficticia curvatura y elaborar un fraude en el que es deducible el interesarse por los diversos temas que le dialogaban, ser amable simplemente con cortesía, ser respetuoso con aquellas opiniones hirientes de sus más cercanos.

Tener que descender su autoestima ante la bronca de las víboras hipócritas que escupen veneno a quienes se cruzan por su círculo lo enfadaba.

La impotencia que experimenta al momento de no poder dar una sentencia clara sin no lamentarse lo irrita. El no poder dar testimonio de sus buenos y razonados pensamientos, le espanta más que lo mucho que ya le exasperan las tonalidades de esa gente impactando contra sus tímpanos que sin vergüenza imponen su idealismo en seres en formación.

Sus enormes percepciones todavía no explotan, de tanta inmundicia que recorre la consciencia. El no haber sido responsables en su situación no les tendía a dar según el moreno la autoridad como ejemplo a otros, lo que deberían llevar a cabo. Más bien sus influencias son de lo que no querían llegar a ser. Lo que formulan sus labios lo transmiten sus corazones, sus señales, sus emociones. Le desagrada.

Subestimar al percibir una irascible pena por la sociedad a la que le destruyen sus decoraciones coloridas, desprecian los gráciles propósitos, los sueños, carcomía sus nervios y evaporaba su paciencia.

Desde una pantalla de vidrio grueso, observaba su cruda realidad: arrojado en lo más rotundo de su cuerpo, existía otra presencia, su otro yo, quien admira dentro de si a su otro yo, quien cuestiona lo que ve y decide por lo que se percata, en su propia burbuja.

Poseía una mente por cada posibilidad, los universos distintos que se le daba el permiso de imaginar según un conflicto se presenta.

Un títere de prueba que puede desarrollarse o destruirse según lo que continue en el teatro.

Y ese era el caso de Noah; estaba destrozado, Cody era su mundo y un suspiro escapó de él cuando se enteró que nunca reemplazó a su atrevido gusto.

Emprendía rumbo en dirección a su hogar, emanando deprimidas sensaciones bajo las gotas que resbalaban por sus mejillas sin cesar ya que sus demás compañeras eran impedidas por el paraguas.

Ya no iba a ser risueño.

Se decidió esa fatídica tarde después de erradicar sus cristales de la faz de la tierra, así proponiendo a sí mismo ignorar al ojiazul por lo que le restaba.

Lastima que no fue así.

"¡Noiki! Adivina qué te traje." Cody alzó una ceja cuando Noah detuvo su paso en seco, no se le apreciaría vulnerable por más que (según su criterio) él lo querría.

"Tanto tiempo he malgastado aquí... Sin tener nada que hacer." Apretó sus puños, referente a todo lo que pasó junto al confundido varón atrás de él.

"¿Qué? Noah, ¿De qué habl-" quiso fomentar un agarre en su hombro, pero Noah se volteó, sujetando la palma.

"Si tú me devuelves lo que te dí..." Fabricó una breve pausa, posicionando sus nudillos en dónde se localiza su ya dañado latir. "Ya no habrá que preocuparse para ser feliz, Anderson."

"Sigo sin entenderte, en serio... ¿Pero sabías que las chicas despachadas son las mejo-" fue callado abruptamente por cómo una postura colapsaba su espacio personal, provocando un leve rubor en él por la ocasión.

"¿Cuando te irás con ella?" Frunció el ceño cuando examinó las facciones de su amado, más por su estupefacta expresión y el moretón morado que adornaba su ojo. "¿No amas a Gwen acaso para seguir conmigo?"

"... ¿Te enojaste solo por eso?" Una sonrisa radiante se agregó a su sistema, antes de dejar ir una risita cantarina que le daría a cualquiera vibras de positividad y más en la brisa veraniega. "¡Solo fingía! Te quería regalar algo y necesitaba una distracción, así que... ¡toma, mon amour!" Su disimular fue tan real que sus creencias quizá si eran verdaderas esta vez, así iluminando los maltratados orbes del morocho.

"... Esta vez nunca te iba a perdonar." Susurró así ejecutando una melindrosa afección, apegándose a él y sin falacias de por medio al atraparlo en la cápsula llena de su cariño, sin pesares.

La lluvia contemplaba la escena, incapaz de invocar a la penumbra en el escenario. Era una unión tierna pese a los inconvenientes, y se amaban mutuamente.

Eso tilín (no tengo ganas d hacer nada con mi vida)

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