08. Romper corazones para proteger uno.

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No le había prestado mucha atención al partido, por primera vez mi cabeza no había estado ahí para apoyarlos pero sí festejaba los goles de los chicos y las dedicaciones que Sven me hacía a la distancia cada vez que él lo conseguía. Aunque me había obligado a mantenerme ahí con ellos, mi cabeza estaba muy lejos y mi mirada clavada en Annette prendida del alambrado que nos separaba mientras animaba a Thomas.

Odiaba sentirme insegura, odiaba volver al pasado y nuevamente sentir que era una niña a la que se le podía arruinar la seguridad en ella misma. Odiaba que Annette siguiera teniendo ese poder, ese efecto, odiaba de sobremanera verla ahí y saber que finalmente lo había conseguido: estaba destronándome.

No podía ni siquiera pensar en el hecho de que Thomas se lo estaba permitiendo, que era él quien estaba dejando que Annette nuevamente se interpusiera entre nosotros cuando sabía lo que me había hecho y lo peor es que no le importaba hacerme sentir así. Ese no era mi mejor amigo. No era el chico dulce que yo había conocido desde hace mucho tiempo.

No era ni de cerca el chico que usaba el chupón y se lo quitaba cada vez que yo estaba cerca para fingir que era un chico grande. No era el que me arrastraba de las fiestas para pasar tiempo conmigo, no era el que me acompañó y apoyó en mi sueño de ser artista, no era el Thomas que cuidaba de mí, de lo que me rodeaba: él no era mi otra mitad.

Cuando el partido terminó, —ganando de local— los chicos se despidieron de la tribuna y se fueron a los vestuarios mientras las personas se dispersaban. Usualmente los que apoyaban al equipo era la familia, los aficionados, también personas cercanas al predio que eran fanáticos del equipo y esta vez había alcanzado a ver algunos directores técnicos profesionales.

Sin esperar a nadie tome mi Coca Cola caliente que ni siquiera había tomado porque mi estómago estuvo revuelto toda la tarde y camine hasta el pasillo que conducía a los vestuarios. Me apoyé contra la pared mientras esperaba y a los lejos comencé a escuchar las voces de las novias de los jugadores y la de Annette. Decir que me sorprendió verla con ellas sería mentira, sabía que algo así ocurriría cuando la vi en las gradas.

Ellas coincidían mucho más que conmigo. Eran elegantes, femeninas, estiradas, hermosas y sus conversaciones combinaban sobre viajes, nuevos bolsos y sobre chicos que no eran sus novios. Los chicos me habían advertido sobre ellas la primera vez, pero como siempre no les había hecho caso y cuando las conocí supe que no era el ambiente en el que me quería rodear.

Thomas y Sven eran los más guapos del grupo, nadie dudaba de eso. Y como era la amiga de uno y la novia del otro, era un pez fácil de capturar incluso aunque su objetivo era robarme el puesto. Nunca entendí bien qué era lo que me querían robar, que puesto era el que se gastaban en decir que tenía. Suponía que no lo entendía porque yo no los veía a ellos como dos trofeos, sino por lo que eran.

—Quien diría que después de todo Thomas tendría novia...—dijo una de ellas que no supe reconocer con facilidad porque todas eran y hablaban igual.

—No soy la novia —intentó corregir Annette, ganándose la mirada de todas—. Estamos conociéndonos y aunque no descarto que en un futuro se nos de, no somos novios aún.

《"Aún" y espero que nunca. Amén.》

Revolotee mis ojos aprovechando que estaba a unos cuantos pasos lejos de ella y aparte la mirada hasta el lado contrario mientras esperaba impaciente. Siempre sucedía lo mismo, cada vez que ellos se tomaban su tiempo duchándose y festejando dentro de los vestuarios, ellas intentaban hablarme o lo hacían fingiendo que no estaba ahí mientras desmenuzaban a los chicos como si fueran dos trozos de carne. Ni siquiera les importaba tener novio, eran tan descaradas que hablaban sobre ellos como si fueran unas simples solteronas.

《Tampoco hables mucho tú, eh. Que esta mañana has soñado con tu mejor amigo》

Trague saliva y me removí inquieta.

—Estrella. —Escucho que me llaman y cuando elevo la mirada todas están mirándome. Meneo mi cabeza en un claro mensaje de: ¿qué? y la que me había hablado finge una sonrisa—. Estaba preguntándole a Annette que porque si sale con Thomas no está contigo. ¿No eres su mejor amiga o esas ñoñerías?

Bueno, al paso que íbamos ni siquiera sabía si lo éramos. Mire de reojo la pulsera que me había obsequiado hace muchos años y la amenaza de la otra noche cuando me la saque me hizo erizar la piel. Cuando me la obsequió me hizo prometerle que nunca me la sacaría, a pesar de todo, pero esa noche no sé realmente porque lo había hecho.

No era una simple pulsera de amistad, significaba mucho más. Y comprendía porque le había molestado a Thomas que lo hiciera, que se lo arrojará como si no significara nada, pero yo tampoco entendía sus actitudes de mierda y mucho no me podía culpar.

Me encogí de hombros.

—No suelo tener amigas —respondí con sinceridad y quise agregar que no porque así lo quisiera yo, sino porque nadie me era leal, pero Sven y los chicos justo salieron.

Sentí un alivio recorrerme cuando el monumento holandés clavo sus ojos en mí al verme después de despedirse de los chicos y ya duchado se acercó sonriente. Rodeo mi pequeña cintura para sus grandes brazos y me elevo un poco del suelo hasta dejarme un casto beso en los labios.

—Me muero de hambre, ¿nos vamos ya? —pidió, casi suplicante. Asentí acariciándole la cintura y gire sobre mis talones mientras rodeaba mis hombros.

—¡¿Dónde vamos?! —grito Thomas consiguiendo colarse entre nosotros como siempre hacía. Esta vez fue distinto, porque no me enojo que lo hiciera como siempre, me enojo porque cuando termino de separarnos le tomo la mano a Annette y la unió al grupo.

No hacía falta que ninguno de los cuatros fuéramos adivinos para darse cuenta de la tensión que había entre las dos. Thomas la ignoraba como cual gilipollas, pero Sven no. Él realmente me cuidaba, me ponía por sobre todo y atendía mis inseguridades.

—Tenemos una cita, hijo. Tendrás que mover tu culo con tu chica lejos de nosotros, vamos a hacer cosas de grandes —bromeó, intentando no sonar tan duro con sus palabras. Él esbozó una sonrisa más grande.

—Me va el incesto...—Sven golpeo su nuca con fuerza—. ¡Joder! que era mentira...

—Podemos reunirnos más tarde, si quieres...—siguió hablando al sentirse culpable por tener que descartarlo cuando siempre nos íbamos juntos. A mí no me dolió, para nada.

—¿Por qué no quieren que vayamos? —Se detuvo delante de nosotros aferrando su mano en el hombro de la chica que nos observaba curiosa. Sabía lo que estaba haciendo, ponerme más nerviosa para que accediera y sabía que haciéndolo lo conseguiría—. ¿Tienes algún problema con Annette, Estrella?

《¿Uno? Unos cuantos, tráeme un rollo de papel que empezaré a enumerarlas, pero ni en eso cabería. 》

Conocía de Thomas hasta su último mechón de cabello. Sabía cuando me mentía, cuando bromeaba, cuando decía las cosas en serio y cuando intentaba molestarme y precisamente eso era lo que estaba haciendo: molestándome. Lo había preguntado porque sabía que no sería capaz de responder, hacerlo significaba vivir en el pasado cuando en muchas veces me regodee en decir que lo había superado. Y no iba a quedar como una mentirosa delante de él, no iba a darle ese gusto, así que terminé sonriendo.

—Para nada, iremos al lugar de siempre.

Y con el lugar de siempre, me refería a la estúpida cafetería de la familia de Annette porque gracias a él se había convertido en nuestro lugar más frecuentado. Tome la mano de Sven que había dejado de rodearme y con un tirón lo incite a caminar hasta la camioneta mientras Thomas se iba con Annette. Por lo menos había tenido la decencia de no jodernos más la tarde con sus presencias en el coche.

Cerré la puerta del coche con fuerza mientras Sven se detenía a hablar con su entrenador cerca y suspire cerrando mis ojos unos segundos. Todo esto parecía una absurda pesadilla y no sabía a la perfección qué demonios había hecho para merecerlo. Había intentado ignorar su presencia y fingir que no me hacía sentir insegura, esperar sus disculpas no estaba en mis planes pero cuando la oí tuve una leve esperanzas de que fueran sinceras.

¿Sincera? ¡Ja! hubiesen visto su cara cuando el grupo de las novias infieles de los jugadores la integró. Por Dios, parecía haber visto a Santa Claus.

Seguía siendo la misma niña que había visto por última vez en la casa de Thomas antes de que sus padres se mudaran de la ciudad. La misma que arrasaba con todo lo que había por delante para conseguir lo que quería, la misma que estaba encaprichada con Thomas y la misma que si para conseguir estar con él significaba hacerme sentir insegura con respecto a mi amistad, no iba a dudar en fingir ser mi amiga. Como la primera vez.

—Si quieres podemos ir a otro sitio —propone Sven una vez que entra al coche. Niego con mi cabeza malhumorada y clavó la vista en las personas que están terminando de salir del predio—. Estrella, tal vez ella ha cambiado.

¿Por qué insistía en aquello? ¿Por qué pensaba que existía la mínima posibilidad de que Annette hubiera cambiado con todo este tiempo? Sabía que habían pasado muchos años, pero la esencia de las personas no cambiaba, era una marca registrada. Aunque ella supiera que lo que había hecho estuvo mal, si sus objetivos seguían siendo los mismos no le importaría volver a repetirlo y verlo con él, oír sus falsas disculpas, solo fue una confirmación.

—¿Tienes deseos de que haya cambiado o qué? —lo ataque, porque no encontré otra defensa y porque no quería sentirme como me sentía. Supo que iba a ser hiriente cuando me vio decidida y lo vi negar con la cabeza antes de que pusiera en marcha el coche.

Sentía como mi sangre hervía dentro de mi y mi corazón crecía a pasos agigantados a tal punto de sofocarme. Se suponía que la terapia iba a ayudar con todo esto, que no debería de afectarme la presencia de alguien que había enterrado en el pasado, pero darme cuenta que no era tan fuerte como pensaba me dolía.

No tener amigas, no ser suficiente para eso y que siempre me usaran era una gran debilidad para mí porque sólo Dios sabía cuánto deseaba encontrarme amigas leales como las que Lacie tenía, solo yo era testigo de cómo me dolía no compartir algo tan mínimo y común como salidas de chicas, viajes o simplemente tener a alguien que me aconsejara de temas que no quería hablar con los chicos. Y todo eso había comenzado con ella, con Annette, un fantasma que siempre me perseguía.

Cuando llegamos a la cafetería de la familia de Annette, Sven estaciono en el lugar de siempre y desde nuestros asientos pudimos ver ya a los tortolitos cerca del ventanal. La sonrisa de Thomas no pasó desapercibido para mí y como jugaba con su sorbete mientras Annette negaba divertida. Lo mismo que hacía cuando venía conmigo, intentar sacarme una sonrisa. Aplaste mis labios sintiendo ganas de vomitar y si no fuera porque vi a Sven bajar me hubiese quedado ahí hasta que anochezca.

—¡Pensé que no vendrían! —exclamó cuando nos vio acercándonos. Por lo menos su sonrisa parecía sincera.

—El entrenador me detuvo un rato, pero nada importante...—Le resto importancia y cuando note el tono agridulce de su voz me maldije mentalmente por no haberle preguntado aquello.

Sabía que irse del equipo era difícil para él y que el entrenador estaba haciendo todo lo posible para que se quedara, pero ya era una decisión tomada que ni yo había podido cambiar. Había estado tan metida en la estupidez de Annette que no había notado que él también estaba pasándola mal con todo esto, con dejar al equipo que tanto le gustaba y sobre todo, con dejarme a mí aquí.

Atrape su mano bajo la mesa como hacía siempre y cuando sintió la calidez de mis pequeños dedos contra su mano giró a verme con una pequeña sonrisa en sus labios.

—Nosotros ya pedimos, la mesera está por venir de todas formas...—informó la voz de Annette, pero poco me importó lo que estaba saliendo de su boca. Aparte la mirada de Sven y la enfoque en ellos—. Estábamos hablando sobre la fiesta que Luc organizó para esta noche en su casa, ¿irán?

—¿Ustedes irán? —retruco la pregunta Sven y lo agradecí, porque sino lo hacía él, lo iba a hacer yo.

Thomas no era de salir de fiestas, no porque no le gustarán, sino porque no soportaba estar en un lugar con muchas personas. La última vez que lo había intentado tuvimos que salir a los cinco minutos porque había tenido un ataque de ansiedad y desde ese momento nunca más lo quiso volver a intentar.

Entonces no entendía, no entendía la sonrisa ilusionada que ella le daba y porque Thomas se estaba poniendo en ese lugar cuando se notaba a leguas que no quería ir. Estaba nervioso y apostaba que sudaba porque la idea misma le daba pánico, pero no estuve preparada para verlo sonreír mientras la observaba a ella.

—Claro que iremos —respondió y yo no pude evitar presionar con fuerza la mano de Sven.

Me quedé en silencio mientras oía a mi novio hablar emocionado sobre los preparativos de la pre fiesta porque siempre había deseado salir de fiesta con su mejor amigo que al oír que iría no ocultó su emoción. Vi como Thomas no estaba tan ilusionado con aquello, de hecho parecía estar en un debate mental sobre lo correcto o no, pero la mirada intensa de Annette sobre él lo incitaba a que rompiera sus propios límites.

¿Podría Annette ser una buena compañía para él? me había detenido tanto en nosotras, en nuestra inexistente ex amistad que no reparé en ellos. Se notaba mucho el enamoramiento de Annette cada vez que lo veía y él parecía estar bastante relajado con su presencia, así que tal vez ella era una buena compañía. Si él había decidido asistir a la fiesta es porque lo era, no había otra razón.

La presencia de Annette no era mi favorita, pero si a él le hacía bien entonces iba a tener que apartar mi rencor y aceptar que estaban juntos...y que aunque me hiciera ruido, estaba bien.

¿No?

(...)

Tomo los pendientes que Sven me había obsequiado la última vez por nuestro aniversario y me los coloco mientras tarareo la canción que Lacie había puesto en la sala. Últimamente la sentía mucho más animada, no sabía si eso era por la reciente confirmación de su relación pero de lo que estaba segura era que tenía que ver con Tae. Siempre que sonreía de esa manera y parecía vivir en una burbuja era por él y me encantaba verla así.

Cuando termino de colocarlos tomo mi móvil para ver el nuevo mensaje de Sven y deslizo mi dedo por las fotografías que me había pasado. Aunque me habían invitado a la pre-fiesta que se haría en la casa de Luc, me negué porque no estaba de ánimos. No me apetecía fingir que me llevaba bien con ellos cuando no era así. Me hablaban solo porque estaba con los chicos, sino ni siquiera existiría y no quería que mi entorno social girará gracias a ellos.

Vi que el grupo de novias infieles habían asistido, tampoco me sorprendió a decir verdad. Sabía por terceros que en esas fiestas pasaba de todo, desde peleas hasta orgías. Ellos no tenían problema en intercambiar sus novias como si no fueran nada y tal vez por eso no me apetecía mucho asistir. Sven había asistido en muy pocas ocasiones a dichas fiestas en la casa de Luc, todas habían sido antes de formalizar lo nuestro y cuando me contó cómo se divertían yo me negué a formar parte de eso.

Esperaba que esta noche no fuera como esas, que realmente supieran comportarse, pero algo dentro de mí me decía que eso no iba a ser posible.

Termino de recoger mi cabello en una coleta alta y no tan ajustada, me pongo un poco de perfume y finalmente me pongo de pie para observar mejor mi vestimenta. Como la fiesta sería en la mansión de Luc que estaba a las orillas de la playa, había decidido ponerme una bikini enteriza que dejaba al descubierto gran parte de mi piel. Me gustaba no solo por eso, sino porque sujetaba bien mis tetas y las alzaba tanto que era imposible no verlas.

El negro resaltaba el tono claro de mi piel, así que como acompañamiento había escogido una falda de jeans del mismo color con roturas. Me coloque unas sandalias bajas con tiras que rodeaban mis piernas y tome una pequeña cartera informal para guardar mis cosas.

—Pero que guapa...—habla Lacie desde el umbral de la puerta. Repaso nuevamente la combinación y giro arrugando mi nariz.

—¿Tú crees?

—Sí, me gusta mucho esa falda. —Se separa del umbral y se acerca hasta mí—. Necesito hablar contigo, ¿podríamos mañana almorzar? Sé que no te levantarás temprano y tengo planes con Tae por la mañana también.

—¿Va muy en serio eso con Tae? —interrogó aún sabiendo la verdad. Sabía que no conocería otro amor tan puro como el de ellos—. ¿Cuándo piensan casarse?

Lacie esboza una sonrisa.

—Cuando me lo proponga, Estrellita...—responde alzando sus manos hasta las tiras de mi bikini para ajustarla—. Y si se tarda mucho, lo arrastraré hasta el altar. Tú no te preocupes por eso.

—No soy yo la que se preocupa, pero la víbora Carter siempre está buscándole una pretendiente...

—Confío en Tae. —La miro por el reflejo del espejo mientras se concentra en las tiras—. Nos costó mucho llegar hasta aquí, nunca dudaría del amor que me tiene.

—Ojala algún día me amen como Tae te ama a ti —coincido, soltando un suspiro. Lacie frunció su entrecejo.

—Sven te ama.

—Pero no como él a ti. Él pronto se irá y no se que tan fuerte será lo nuestro, no sé si estoy preparada para una relación a la distancia...—Sentí como tiro de mis hombros y me hizo girar para verla.

—Si el amor de ustedes es fuerte, jamás se romperá. —Acarició mis brazos, sonriéndome—. Estuve lejos de Tae dos años, dos años donde solo recibía cartas de él y cuando nos volvimos a ver ambos supimos que el amor que dejamos atrás seguía intacto y que valía la pena luchar por eso.

—Pero no todos son Tae, tú tienes suerte. —Me encogí de hombros, dando un paso hacia atrás—. En todo. Tienes un trabajo de ensueño, mucho dinero, amigas extraordinarias y un hombre que te ama con locura, lo tienes todo.

—Me costó tenerlo.

—¿Cuánto? —Me puse a la defensiva. Lacie parpadeo varias veces al oírme y yo termine chasqueando mi lengua mientras tomaba mi móvil—. Lo siento, tengo que irme.

No conocía mucho del pasado de mi hermana, ella se había encargado que el pasado quedará atrás y que eso no nos afecte. Había puesto en duda todo lo que le costó tener lo que tenía, lo que tuvo que hacer para conseguirlo y como. Cuestione su honor, su dolor, lo vi en su mirada, vi que le aterrorizaron mis palabras, pero es que ella era jodidamente perfecta.

No solo era hermosa, ella tenía un trabajo que adoraba y que le había dejado demasiado dinero, tenía amigas que siempre le eran leales y un increíble hombre que la amaba, que la amaba como cualquier mujer desearía que la amarán alguna vez en su vida. No sabía que había tenido que hacer para conseguirlo, que le costó, pero sus ojos me habían demostrado que no solo no tenía la menor idea, sino que deseaba que jamás pasará por eso.

Odiaba estar enojada y siempre desquitar aquella furia con personas que no se lo merecían y que solo me querían ver bien, hace algunos años atrás había empezado terapia por lo mismo y a estas alturas me estaba replanteando el hecho de volver si seguía siendo tan impulsiva.

Cuando bajé al portal del edificio sentí mi móvil vibrar, de hecho lo había sentido mientras conversaba con Lacie y cuando cruce las rejas desee haber leído el mensaje de Sven cuando vi el coche de Thomas aparcado en el borde de la calle. Estaba apoyado contra él mientras tecleaba en su móvil, tenía una pierna cruzada sobre la otra y se notaba muy relajado.

Traía una bermuda negra, una camiseta clásica del mismo color y unos tenis blancos. Iba muy sencillo, como siempre, pero es que él no se esforzaba mucho tampoco porque el espectáculo lo daban sus miles de tatuajes por todo su cuerpo. Su cabello estaba rebelde como siempre, nunca lo había visto peinado como Sven pero sabía que para su aura rockstar tampoco le pegaría.

—¿Y Sven? —pregunte intentando llamar su atención. Lo vi bloquear su móvil y guardarlo en su bolsillo delantero mientras me repasaba con la mirada.

—Luc le pidió que se quedará a ayudarlo con unas cosas —respondió separándose del coche. Meneo con su cabeza el asiento de copiloto y sin decir más subió.

Iba a ser una noche larga, una noche increíblemente larga. Solté un suspiro intentando controlar los nervios de mi cuerpo y rodeé el coche. El ambiente entre los dos ya no se sentía como antes, no se sentía como cuando aparecía por el departamento como si nada y viajábamos en coche a ciudades cerca de aquí, no era el ambiente que se sentía cuando me subía a su coche y me apoderaba del estéreo poniendo canciones en español que nos gustaba a los dos, ahora se sentía tenso, frío, lejano.

Con la mirada en la ventana observe cómo comenzó a alejarse y nos metimos a las calles principales. La casa de Luc, según lo que Sven me había dicho, quedaba en la otra punta así que me preparé mentalmente a los minutos más tortuosos de mi vida y que irónicamente los iba a pasar con mi mejor amigo.

Seguía sin entender en qué momento nos habíamos distanciado tanto simplemente porque no encontraba en mis recuerdos un suceso preciso del porque decidiera esto. Siempre peleábamos por estupideces, por cosas que a las horas arreglábamos bajo nuestro pacto y terminábamos mirando una película. Nunca existió una diferencia que no pudiéramos arreglar, ni cuando nos habían separado, entonces no entendía que le había molestado tanto como para comportarse de esta manera tan fría. Ni siquiera me miraba más de dos segundos cuando antes no paraba de hacerlo solo para molestarme.

Apartó aquellos pensamientos porque no quería llorar, después de mis hermanos, Thomas era lo que más quería en este mundo. Nos conocíamos desde hacía un montón, habíamos crecido juntos y no podía hacerme a la idea de perderlo de un día para otro. No estaba preparada.

Veinte minutos después ya nos estábamos alejando del tráfico de la ciudad y habíamos ingresado a las casas que estaban cerca de la playa. No tardó mucho en encontrar la mansión de Luc que estaba sobre la orilla y cuando apago el motor del coche intenté bajarme pero él no me lo permitió.

—Si algo no te gusta de esta fiesta, puedes buscarme y no dudaré en sacarte de aquí —dijo, lo suficientemente alto para que lo escuchara con claridad. Destrabó las puertas y no me dio tiempo a mirarlo porque ya había bajado, actuando como si no hubiese dicho nada.

Trabó las puertas del coche cuando Sven salió de la mansión sonriendo y después de saludarlo con un ademán agradeciéndole por haberme traído, Thomas ingresó a la mansión perdiéndose de mi vista completamente.

—Joder, ¿qué he hecho bien en esta vida para merecerme semejante mujerón? —halago comiéndome con la mirada. Esboce una sonrisa acercándome y rodee su cuello con mis manos.

—¿Cuántos corazones has roto ya, monumento holandés? —bromee usando el mote de sus fans. Sven se carcajeó.

—Romperé los que sean necesarios para no tener que romper el tuyo, Estrellita...—acarició mi mejilla con delicadeza—. Nunca dudes de eso.

Tragué saliva porque creía en él, creía ciegamente en sus palabras, ¿pero creía en mí y en lo que estaba a punto de suceder? efectivamente no.

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