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Where am I

Who am I

I'm not... me

Hyunjin se removió en la cama buscando su móvil para detener el despertador que hacía sonar Mirror cada día laboral a las seis de la mañana. Ese día, no era lunes, ni martes, ni ninguno de los demás días lectivos. Era domingo.

Y sí, sólo Hyunjin se despertaba a las seis de la mañana un domingo.

¿Se había vuelto loco? Seguramente.

Pero no pudo retener sus impulsos de ver a Seungmin tan pronto como fuera posible. Por eso, en ese preciso momento de la madrugada, Hyunjin se levantaba de la cama con los ojos ojerosos y siendo más zombie que persona.

Intentó desayunar rápido, y mala idea. Estaba tan dormido que tiró la leche encima de la mesa.

—Mierda. —refunfuñó tomando varias servilletas a la vez, intentando secar toda la leche que derramó en la superfície lisa de esta.

Después de haberse alimentado y no desperdiciar más alimentos, fue andando tranquilamente hasta la estación de tren, escuchando su música en el camino. Tuvo suerte de poder sentarse, y aprovechó para dormir un poco y así recuperar fuerzas hasta llegar a la estación que le pertocaba.

Nada más salir del tren se frotó los ojos por la fotofobia que se había implantado en él al haber estado durmiendo todo el trayecto y durante un largo minuto tuvo que evitar chocar con las personas que se acercaban en dirección contraria, hasta que finalmente se hubo acostumbrado a la luz del sol, que tampoco era muy fuerte.

A diferencia que esa semana de prácticas, no llevaba la mochila, iba vestido de calle, con una de sus mejores sudaderas. De hecho, su favorita. Y también unos pantalones sueltos color crema. Se veía bastante atractivo por haberse levantado tan pronto. Lo único que le falló eran las ojeras bajo sus orbes que no eran tan marcadas cuando se hubo levantado.

Pero nada le importaba. Desde que se había levantado, su corazón parecía latir con la idea de que iba a ver a Seungmin. Sabía perfectamente que era enfermizo pensar tanto en un paciente, e ir a verlo con una excusa barata, pero tenía tanto sueño que no pensaba en lo atrevidas que eran sus acciones. Sólo quería ver a Seungmin y asegurarse que se estaba poniendo bien.

Subió en uno de los ascensores "secretos", y como si su corazón quisiera hacerle una mala jugada, en todo el trayecto iba acelerándose por cada planta que avanzaba, sin darle la oportunidad de pensar un plan para no verse tan nervioso. Nada más bajar del ascensor sus piernas temblaron como flanes, pero no se dio el placer de sentarse e intentar recomponerse. Sabía que iba a ponerse más nervioso aún de lo que ya estaba, así que intentó andar con sus piernas que habían decidido por sí solas dejar de funcionar. Suspiró aliviado al no encontrarse con ningún conocido enfermero o auxiliar en la planta. No conocía a nadie, así que seguramente lo confundirían como un familiar o amigo cualquiera.

Con pasos intranquilos se acercó casi tropezando hasta la habitación diecisiete, y se percató que estaba cerrada. Se rascó la nuca nerviosamente y se quedó unos segundos pasmado en la misma posición, sin atreverse a llamar a la puerta. Se sentía demasiado nervioso y no le permitía reaccionar ante las órdenes de su cerebro.

—¿Necesitas algo? —justamente una enfermera de cabellos claros salió con un carrito de la habitación contigua, e hizo sobresaltar al chico.

—Ah, bueno... Vine a ver a un amigo, pero no sé si puedo entrar. —contestó con un hilo de voz, temiendo que descubrieran que estaba haciendo practicas a pesar e que no lo conocian.

—¿A quién buscas?

—A S-se... Seungmin.

—No hay nadie dentro, puedes pasar. —le regaló una suave sonrisa y se alejó hacia su sitio del control de enfermería, haciendo suspirar a Hyunjin más calmado después de haberle agradecido.

Hyunjin tomó aire y entró antes de que sospecharan algo al encontrarse tan inseguro y nervioso.

Primero se encontró con un nuevo paciente que no conocía y luego una voz femenina que parecía hablar con Seungmin. Tragó saliva y sintió sus mejillas calentarse cuando las voces callaron y la mujer sacó la cabeza detrás de las cortinas para ver quién había entrado.

—¿Quién es? —era la voz de Seungmin.

—No lo sé, no es ninguno de tus amigos.

—Mamá, por favor, ve a desayunar. Llevas toda la noche conmigo y aún no has comido nada, deberí...

—Espera, cielo.

La mujer volvió a mirar a Hyunjin, que sonrojado, se había quedado estático en su lugar, sin saber cómo formular palabra alguna. Al menos el vecino de habitación de Hyunjin dormía y lo agradeció porque se hubiera librado de una situación incómoda con este mirándolo esperando que Hyunjin hiciera algo.

—¿Necesitas algo? —preguntó amablemente la mujer, mostrando unas pequeñas arrugas alrededor de sus ojos.

El estudiante de enfermería carraspeó avergonzado, en un intento de recuperar su voz.

—S-sí, eh... Bueno, yo...

—¿Hyunjin? —sonó detrás de la cortina.

La madre de Seungmin abrió los labios formando una o, y amplió aún más su sonrisa. Los labios del chico visitante se curvaron también, notando sus manos temblar por culpa de la nueva frecuencia cardíaca marcada por su nódulo sinusal.

—¿Él es Hyunjin? ¡Ay, qué alegría verte! Seungmin me ha hablado mucho de t...

—¡Mamá, por favor! —gritoteó el mencionado en un tono refunfuñante, como si fuera un niño pequeño.

—No alces la voz que el señor de la otra cama está durmiendo —lo regañó mostrándole el dedo índice, recibiendo un gruñido por parte de su hijo —. ¡No seas tímido! Ven, acércate.

Hyunjin ya no se sentía tan cohibido, escuchar la voz del chico lo calmaba por muy acelerado que estuviera su órgano vital. Terminó de acordar la distancia entre su cuerpo y la cama para al fin verlo.

Casi se arrepintió de hacerlo.

—Buenos días, Seungmin. —intentó mostrar una de sus mejores sonrisas, que se vio falsa porque la preocupación recorrió a la velocidad de la luz sus vasos sanguíneos.

—Buenos días —antes de poder quedarse viendo la figura del menor, se percató que su madre preparaba su sesión de preguntas a su nuevo "amiguito", como solía decir ella, así que la contuvo —. ¡Mamá! Ve a comer algo, por favor. ¿No querías que estuviera acompañado? Pues ya lo estaré con él. ¿Dejarás que hable con Hyunjin?

Su madre se sintió atacada y lo miró con recelo, para después sonreír a Hyunjin.

—Está bien, me iré que realmente estoy muerta de hambre. Luego ya hablaré con Hyunjin, que veo que mi propio hijo le causo molestias —le sacó la lengua y tomó el bolso del sillón, y se alejó de la habitación después de haberse despedido.

—Ah, lo siento... Es que mi madre cuando te atrapa no deja de preguntar y preguntar cosas y quería ahorrarte ese momento incómodo —Seungmin rió suavemente, ampliando su sonrisa y achinando sus ojos, que mostraban unas marcadas ojeras bajo estos.

Se veía más enfermo que el último día que lo vio y le fue inevitable morderse el labio, acercándose a la cama con cara de consternación.

—No te preocupes. ¿Cómo estás? —intentó borrar la preocupación de su rostro, porque no quería hacerlo sentir peor —. ¿Sigues con el dolor?

La mueca que apareció en el rostro del paciente le aclaró la incertidumbre.

—Ha ido a más. —por un momento se vio abatido, mirando sus manos algo pálidas, pero rápidamente recuperó su cálida sonrisa que le dedicó mirándolo a los ojos —. Pero hoy al fin me harán el TAC.

—Espero que saquen en claro lo que tienes. De verdad quiero verte bien. —no era consciente de que dejaba escapar frases que hacían sonreír aún más al pelinegro, y se dejó llevar por la hermosura de su sonrisa que parecía borrar cualquier signo de fragilidad en su rostro.

Seungmin observó atentamente los profundos ojos del estudiante, sintiéndose algo avergonzado por el trance que mantenía los ojos ajenos posados en él, tan atentamente.

—Viniste muy pronto... —susurró despertándolo del sueño el cual parecía haberse quedado atrapado Hyunjin, el cual mordió su inferioridad nerviosamente.

—Ah, sí, bueno... No podía dormir. —mintió rascándose el puente de su nariz.

El más bajo sonrió, sabiendo que aquello había sido una mentira, pero sabía que detrás de esta había otro significado que deseaba que fuera real, y el que llenaba sus aurículas y ventrículos de felicidad.

—Me alegra que hayas venido. Ayer mis amigos no pudieron venir y dijeron que hoy tampoco vendrían. Y estaba realmente aburrido.

—Si lo hubiera sabido hubiera venido ayer también... —murmuró casi sin pensar en lo que decía.

Estaba bastante adormilado y su mirada se posó en el analgésico endovenoso que conectaba con la vía de Seungmin. Era una nueva, estaba sujetada con esparadrapos y casi en mala gana, además que su interior había restos de sangre. Frunció el ceño rápidamente y otorgó un momento de recomposición a Seungmin al haber recibido otro de sus comentarios inconscientes mientras observaba atentamente el equipo de suero. Se dio cuenta que la llave reguladora del flujo estaba copletamente abierta y en cambio, goteaba muy lentamente.

—¿Cuándo te pusieron la vía? —le preguntó inclinándose hasta su brazo, rozando suavemente sus dígitos con su desnudo antebrazo para así indicarle que le permitiera inspeccionar la zona. Los pelos de Seungmin se erizaron, pero el estudiante estaba demasiado concentrado como para notarlo.

—Ayer por la tarde. —respondió sin poder quitar ojo de su rostro.

—Mh... ¿Recuerdas si bajaba bien el primer medicamento que te pusieron con la vía?

Aquella pregunta hizo romper la cabeza a Seungmin, que mordió su inferioridad en un gesto de concentración, mirando a la nada.

—Uhm... Sí, creo que sí. Todo me lo hizo mi enfermera. Pero antes de terminar ese paracetamol dejó de ir tan rápido y llamé al timbre. Me dijo que no era importante y desde entonces, creo que ha seguido así. ¿Hay algún problema con eso? —cuestionó por pura curiosidad.

—¿Que hizo qué? —Hyunjin parecía alterado ante esa respuesta —. ¿Ella también te colocó la via?

—Sí... De hecho, me dolió.

Las orejas de Hyunjin sacaban humo.

—Dime que al menos te salinizó la vía para cambiar de medicamento, o después de retirarlo. —Seungmin lo miró con cara de consternación ante el término "salinizar" —. ¿Cuando pasé suero con una jeringa por la vía? Pues eso.

—¡Ah, vale! —recordó el pelinegro de golpe —. Pues no lo hizo.

En el rostro de Hyunjin se instauró una sonrisa. Más bien asesina. Tocó suavemente el esparadrapo mal puesto que aguantaba la vía y se dio cuenta que la zona estaba enrojecida. Gruñó un poco, tomando la mano ajena para apretarla suavemente, en un impulso de enfado y frustración.

—Te juro que esta enfermera más negligente no puede ser. ¡Cómo pueden haber enfermeras así! Es que no me lo creo. ¡Mira cómo te ha puesto la vía! Y encima te hizo daño.

El pelinegro no podía estar más encantado y azorado al sentirse tan protegido y defendido por el estudiante. Casi sin poder reaccionar, Hyunjin ya había llamado al timbre aún observando y acariciando el brazo y mano del chico como si le hubieran hecho algo imperdonable.

A los pocos segundos entró una auxiliar preguntando quién había llamado.

—Aquí, nosotros. —esperó que la mujer se acercara para preguntarle —. ¿Eres su enfermera?

—No, cielo. Soy una auxiliar. ¿Qué sucede? —preguntó con amabilidad, dándole toda su atención. Sus cabellos negros llegaban en sus hombros, pero los tenía semirecogidos con una pequeña pinza, mostrando su blanquecina piel que, a pesar de su edad, mantenía muy joven.

—Mire, a Seungmin le duele la zona de inserción, y el goteo está disminuido. ¿Podría llamar a su enfermera para que lo viera?

—Claro, vendrá cuando pueda —mostró una cálida sonrisa y se alejó de la habitación después de que Hyunjin le agredeciera.

—¿Por qué has mentido? —objetivó alzando sus cejas divertido.

—¿Acaso no te duele?

—Bueno... Sí. —se notaba demasiado que el chico tenía conocimientos sobre el tema y Seungmin rió suavemente.

No me duele cuando él me toca se escuchaba dentro de la cabeza del pelinegro.

—Voy a tener unas palabras con esa enfermera. —dijo en un tono serio, apretando aún más su mano entre la propia, bufando por la nariz con frustración.

—No te pases, ¿eh? —bromeó haciendo reír avergonzado el contrario, dándose cuenta de la actitud que había tomado.

Entonces entró la enfermera y Hyunjin nada más ver sus aires de superioridad tensó sus músculos, observando que se acercaba a Seungmin mirando su reloj descaradamente, y sin saludar ni dignarse a mirar a Hyunjin. Era baja y regordeta, con dedos y piernas hinchadas. Tenía un lunar feo y grande en su nariz, y sus mejillas grandes parecían serlo aún más por sus cabellos cortos que terminaban en rulos.

—¿Qué pasa? ¿Te duele? —preguntó en un tono que hizo encogerse Seungmin, porque parecía que estaba molesta y hacía ver que venir hacia ahí fue un estorbo.

Hyunjin frunció sus cejas y apretó sus dientes.

—Me gustaría que vieras la vía y puedas decirle porqué le duele. —se aventuró a decir Hyunjin con desgana, intentando que no se le notara en su tono de voz.

Por primera vez la mujer se percató de su existencia. Lo miró fulminándolo con la mirada, pero Hyunjin no se dejó intimidar y se mantuvo derecho en la silla.

—¿Acaso sabes si está bien colocada la vía, niño? —inquirió la mujer con la sonrisa más falsa que pudo ver nunca.

—He encontrado fallos y errores en el equipo de suero y la vía que le colocaste. —le lanzó mirándola directamente a los ojos, como si le estuviera retando.

La mujer estiró aún más su espalda, y borró cualquier signo falso de amabilidad en su rostro.

—¿Quién es la enfermera aquí, la que ha estudiado sobre el ámbito o un simple acompañante de un paciente que no sabe de lo que habla?

Hyunjin no se dejó vencer por su intimidante e irritada voz y siguió acariciando la mano del pelinegro en un intento de hacerle ver que no iba a parar hasta hacerle ver la indolencia de sus cuidados, logrando distraer al chico.

—Nunca he visto una vía sujetarse con esparadrapos, y están puestos con tanta mala gana que tiene la zona enrojecida. Además, la vía se encuentra torcida y no sigue el curso natural de la vena. Y estoy seguro que está obstruido por tres cosas —Hyunjin empezó a escupirle todas las pruebas que sabía que mostraban el mal funcionamiento del equipo de suero y el dolor que tenía Seungmin. No dejó que se alargara demasiado la pausa para evitar que esa señora pudiera cortarlo, pero parecía que había palidecido un poco —. Una. Que se encuentre torcida. Dos. Porque la llave reguladora está completamente abierta y el goteo es muy lento. Y tres, porque sé que no salinizaste la vía en el cambio de medicamento o en su retiración y la prueba está en los restos de sangre dentro de la vía.

La mujer pareció palidecer del todo y su capacidad de habla desapareció durante unos largos segundos. Se veía vacilante, pero al fin carraspeó para hablar.

—¡Déjate de tonterías! Yo hice lo que debía hacer y no me hables de esta manera, es de mala educación. Y tú no has estudiado nada como para decir eso, niño. —gruñó adoptando una posición y tono de defensa, porque sabía que tenía razón.

—Para tu información, soy estudiante de enfermería de tercero. —mintió el curso, simplemente porque sabía que iba a seguir con sus ataques contra sus conocimientos. Aunque estuviera en segundo, tenía casi tantos conocimientos que uno de tercero —. Así que sé perfectamente cuando hay un error en la colocación o se hace algo con mala gana.

La mujer explotó y se le enrojeció toda la cara.

—¡Pero cómo te atreves! ¡Serás maleducado! ¡Eso está bien puesto y funciona! ¡Cómo vuelvas a llamarme por algo así pienso echarte de la habitación! —sus gritos retumbaron por toda la habitación despertando en un sobresalto al hombre mayor del lado.

Hyunjin bufó frustradamente y cuando hizo ademán de levantarse para pedirle que arreglara sus errores –prácticamente todo–, sintió la mano de Seungmin deteniéndolo, obligándolo a mirarle a los ojos.

—Hyunjin, no te preocupes, de verdad. Vas a meterte en un lío y no quiero eso. Ya has hecho suficiente por mí.

El mencionado arrugó su nariz y dejó caer sus hombros, en un signo de abatimiento.

—Pero, no es justo, Seungmin. No podemos permitir que te trate de esta manera. Si pudiera, te lo arreglaría yo, pero como no estoy de prácticas ahora, puedo meterme en problemas. Pero se lo pediré aunque sea a alguna auxiliar, que a veces tienen conocimiento sobre esto.

—¿Por qué le das tanta importancia a todo esto? —le preguntó intentando no verse feliz por ello, mordiendo el interior de su labio en un intento de esconder su sonrisa.

—Porque no quiero que pases más dolor innecesario y evitable.

Los ojos de ambos se conectaron en una mirada silenciosa, pero significativa que les desplazaron hasta lo que parecía ser otro universo, dónde sólo existían ellos.

Un agujero negro les devolvió de vuelta al mundo real cuando la misma auxiliar que vino anteriormente entró con una bandeja, la del almuerzo. Como Seungmin debía estar en ayunas, a él no le trajeron.

—¡Perdone! —la llamó Hyunjin antes de que se fuera y la mujer se acercó a él con una sonrisa—. La enfermera no me hizo caso y no quiso salinizar la vía o colocarla bien. —comentó con un tono más suave de voz, aún con su mano unida con la de Seungmin. ¿Cuánto rato llevaban juntas?

—Oh... Ya escuché los gritos. Siento lo que ha pasado, la verdad que ella no tiene muy buena fama, no es de esta unidad. ¿Qué le ocurre a Seungmin?

Le explicó todo lo que veía incorrecto tanto en la vía como en el equipo de suero, y la mujer lo escuchó atentamente y con respeto.

—Entiendo... Mira, te traeré el material. ¿Verdad que eres estudiante de tercero de enfermería? Confío en tu criterio. Es que estamos bastante ocupadas y no sé si puedo sacar tiempo para él. Sólo te diré que ten cuidado que la enfermera no te pille. Y si pregunta dile que fui yo.

Hyunjin la miró con completa emoción y mostró sus hoyuelos en una sonrisa de pura felicidad.

—¡Muchas gracias, de verdad!

—No es nada, cielo.

Seungmin había estado mirando en silencio los diálogos que Hyunjin mantuvo tanto como la enfermera negligente como la auxiliar, y se dio cuenta de lo mucho que se esforzaba el mayor para mantenerlo lo más cómodo posible. Su corazón se había acelerado y se encontraba en una lucha por no verse nervioso ante él.

No podía negar que desde que entró en el hospital, la única persona que más ilusión le hacía ver era Hyunjin.

—Hyunjin... Muchas gracias.

Susodicho lo miró ante su agradecimiento y rió avergonzado, mirando tímidamente las dos manos que seguían juntas. No sabía si debía separarlas, ya hacía bastante tiempo que se encontraban así y temía que aquello estuviera incomodando a Seungmin.

—No permitiría que ningún paciente pasara dolor evitable.

No permitiría que nadie te hiciera daño.

—Me tratas mejor que los tres enfermeros que tuve —murmuró suavemente, como si aquello fuera una confesión. Y realmente Hyunjin se lo tomó así.

Miró el suelo avergonzado, esforzándose para que las arteriolas y capilares de su rostro no se dilataran y así no mostrar un sonrojo. No quería confesar que para él, Seungmin se había convertido en una persona importante. Le daba miedo que se alejara cuando hacía apenas unos días se habían conocido. Pero le había causado un gran impacto para su vida y no podía retener sus emociones.

—Así deberíamos tratar a todos los pacientes. —contestó intentando esconder el hecho que sólo con él era más atento y cuidadoso.

Seungmin le regaló una suave sonrisa, sospechando que no lo trataba igual que a los otros pacientes.

Durante los siguientes minutos se quedaron hablando, tenían algunas cosas en común, como su gusto para los animales, o grupos de música. Seungmin le explicó que él había estudiado la carrera de artes, cosa que a Hyunjin le sorprendió. Pero, le encantó la imagen en su cabeza del pelinegro creando un cuadro o boceto.

Mientras iban conociéndose un poco más, finalmente vino la auxiliar a escondidas y le dio todo el material necesario para intentar arreglar ese pequeño estropicio. Las manos de los dos ya no estuvieron unidas cuando Hyunjin fue a lavarse las manos y, escondido detrás de la cortina que separaba las camas, se colocó los guantes preparando el material. Con cuidado quitó las tiras de esparadrapo que dejaron marcas rojizas a Seungmin, intentando hacerlo cuidadosamente porque a veces dolía más la depilación de este en vez del pinchazo en sí. Aguantó la vía en la posición correcta y tomó las pequeñas tiras de esparadrapo que siempre venían con el apósito* para la vía periférica, colocándolas justo encima de la parte externa del catéter* y después pegó el apósito transparente sobre el mismo, asegurándose de no tapar el punto de inserción con la parte opaca, punto el cual había estado cubierto por el esparadrapo.

—Es muy importante que se vea la zona de inserción por si se inflama, o se enrojece. Cualquier signo puede significar que el medicamento se ha extravasado o el punto se ha infectado, por eso los apósitos son transparentes. —le explicó asegurándose que la vía estaba bien sujeta —. ¿Te sigue doliendo?

—Ya no me duele tanto. ¿Qué significa extravasarse? —preguntó interesándose por la terminología que solía usar Hyunjin sin darse cuenta.

—Ah, significa la salida de un líquido de su vaso o conducto normal. O sea, que el fármaco sale de la vena, sea por una mala praxis o porque la vena se rompe. —cerró la llave reguladora del paracetamol que le infundía, y también la llave de tres pasos de la vía.

En apenas unos segundos salinizó la vía y notó esa característica resistencia cuando estaba algo obstruida, pero el suero limpió las paredes de los tubos y al terminar de pasar todo el suero de la jeringa, ya no notó ninguna. Comprobó que ya no estaba obstruida cuando el goteo del equipo de suero recuperó su velocidad normal, y sonrió satisfecho de su trabajo.

—Se me hace extraño verte con ropa de calle —confesó Seungmin de la nada y Hyunjin rió suavemente, quitándose los guantes.

—Si alguna vez te veo con ropa que no sea de hospital, podré decir lo mismo —sonrió suavemente, yendo a tirar todo el material sobrante en la papelera del baño, y después volvió sentándose al sillón más tranquilo —. Me gustaría que nos viésemos en la calle en vez de aquí, en el hospital.

—Hubiera preferido que nos hubiéramos conocido en otro sitio, la verdad. Pero no niego que nuestra forma de conocernos ha sido especial.

Hyunjin conectó su mirada con la de Seungmin y terminaron sonriéndose levemente.

—Ah, Hyunjin... ¿Qué ibas a hacer hoy?

Aquella pregunta lo pilló desprevenido y se rascó la nuca intentando recordar la excusa que le puso para verlo.

—Uhm, iré de compras con mis compañeros. Es el cumpleaños de uno de ellos —inventó rascándose su mejilla y puente de su nariz seguidamente.

—¿Por la tarde?

—Sí. —Hyunjin no podía mantener sus manos quietas y se las sujetó él mismo, escondiéndolas entre sus muslos.

—¿No tienes nada esta mañana?

Hyunjin negó. Realmente no tenía nada que hacer.

—¿Podría pedirte...? —Seungmin pareció titubear y mostrarse vacilante ante lo que deseaba decirle —. Que... ¿Te quedaras conmigo esta mañana? Pero sólo si puedes.

El castaño mostró sus hoyuelos en una amplia sonrisa. ¿Por qué se sentía tan feliz ante esa petición?

—Claro, si en verdad fui yo quien vine pronto para verte. Porque no podía dormir —añadió rápidamente intentando no atragantarse con su saliva por los nervios que sintió al decir la primera parte de la frase —. Tenía pensado dar una vuelta por la mañana después de verte.

—Nunca podré agradecerte todo lo que haces por mí, Hyunjin. Además de que mis padres no pueden estar siempre por mí y quiero que descansen, mis amigos hoy no pudieron venir.

—No es nada, de verdad. —Seungmin logró sacarle esa sonrisa tímida y avergonzada del mayor.

A los pocos minutos, retomando las conversaciones triviales que habían mantenido anteriormente, apareció la madre de Seungmin quien pudo hablar y conocer un poco más a Hyunjin. Por suerte de Seungmin, pareció controlar sus comentarios y tratarlo sin ser demasiado directa con sus preguntas, y no hizo sentir a Hyunjin demasiado incómodo ni a Seungmin nervioso.

Pasaron una mañana llena de risas, sonrisas, y el dolor de Seungmin no estaba demasiado fuerte por los fármacos, así que pudo disfrutar de la mañana tanto como el estudiante.

[ 🏥 ]

—¿Hyunjin?

—Hola, Changbin. ¿Qué sucede? —preguntó Hyunjin después de descolgar su teléfono, llevándose una patata frita del McDonal's en su boca. Se arrepentía de ir a comer ahí, pero sólo tenía cinco won bien contados en su cartera, porque no pensó en que debía comer fuera.

—¿Dónde estás? Llevas toda la mañana fuera.

—Estoy en Seúl, hyung.

—¿Podrías volver? —le preguntó bajando el volumen de voz, como si no quisiera que lo escucharan —. Felix ha cortado con su novio.

—¿Qué? —vociferó en medio del establecimiento y con la boca llena.

Changbin le explicó todo lo que Felix le contó, cosas que su novio le hizo y que nunca quiso que supieran sus compañeros de piso porque sabía que iban a reaccionar mal.

—Qué desgraciado. Desde el primer momento no me daba buena espina y siempre sentí que se merecía a alguien mejor. —murmuró entre dientes Hyunjin, tirando todo lo que había sobre la bandeja, dirigiéndose después a la salida —. Me alegra que ya no estén saliendo, pero ha hecho daño a Felix y no se lo perdonaré.

—Le partiré los dientes cuando lo vea —gruñó con rabia Changbin, apretando sus dientes sin que Hyunjin pudiera verlo —. Ha estado toda la mañana llorando y estuve con él, pero también quiere verte, quiere estar con los dos. ¿Vendrás?

—Claro, ahora iré. Pero déjame hacer algo, cuando termine iré lo más rápido que pueda, no tardaré.

—Muchas gracias, Hyunjin. Nos vemos luego.

—Adiós, hyung.

Hyunjin se dirigió lo más rápido que pudo hasta el hospital, y a los quince minutos volvía a estar en la habitación diecisiete de su planta. Por su mala suerte, Seungmin no estaba. Ya le avisó que durante la hora de la comida iban a llevárselo por el TAC. Como que tampoco estaba su madre, decidió dejarle una nota, aunque fuera.

"Hola Hyunjin, soy Seungmin. Si lees esto es que ya no estoy en el hospital, tuve que volver a casa por un problema que sucedió. Me hubiera gustado venir a verte después de quedar con mis amigos. Espero que todo vaya bien y verte mañana."

Dejó la nota justo a la mesita que había al lado de la cama y cuando iba a irse sintió la tentación de apuntar algo más. ¿Quizás sería algo atrevido?

No perdía nada por hacerlo, tampoco.

Haciendo caso a sus impulsos, terminó apuntando su número de teléfono, y sintiéndose un tonto más bien loco, se alejó de la unidad con un leve sonrojo en sus mejillas y un nerviosismo que revoloteaba alrededor de su estómago, y que lo acompañó en todo el trayecto de tren junto a sus pensamientos que sólo se resumían en la maravillosa mañana que había vivido.

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