[2] Eres una niña.

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Isabela

Acabamos de llegar a la casa de la playa hace dos horas. Cuando Celeste lo mencionó, estuve a punto de decirle que no, pero es imposible decirle que no a esa chica. Técnicamente, ella se ha vuelto mi mejor amiga. Bueno, no solo ella, también Carol. Ambas se han ganado su lugar en mi corazón, algo que pensaba que no podía ser posible en tan pocos meses.

Hace seis meses, mi madre y yo nos mudamos a esta enorme ciudad, y tuve que dejar todo para que ella pudiera cumplir su sueño. A ella le ofrecieron un puesto de gerente en uno de los hoteles más prestigiosos de la ciudad. Al principio no estaba de acuerdo, pero después de verla tan feliz, no tuve ninguna duda de que fue lo mejor.

Mis padres se separaron hace menos de un año. Desde entonces, hemos sido mamá y yo. Con mi padre no tengo la mejor relación, de hecho, él siempre ha sido la fuente de mis inseguridades y sus palabras son la causa de mi ansiedad. Pero, dejando atrás a mi padre, en verdad creo que fue una buena decisión mudarnos, de hecho, a mí no me ha ido mal: encontré amistades increíbles, me está yendo de maravilla en las clases. Lo único malo...

—¿Alguien sabe por qué Celeste y Bryan no han llegado? —expresa Louis, interrumpiendo mis pensamientos.

—¿Quieres que te lo explique con detalles? —cuestiona Carol.

Sé qué insinúa, por lo que se me dibuja una sonrisa sobre mis labios.

—¿No han vuelto? —insiste Louis.

Su ceño está fruncido. Pero lo único que yo puedo fijarme es lo lindo que se ve.

Él se encuentra frente al sol. De este modo, su cabello, el cual es una combinación entre rubio y castaño, luce más rubio que nunca. Mis ojos están sobre los suyos y ese azul brilla más de lo común; le echo la culpa al sol por hacerlo ver jodidamente bien.

Todos siguen la conversación, pero yo no digo nada. Solo me dedico a verlo. ¿Puedo ser más patética? Sí, solo yo sigo obsesionada con mi exnovio pero, en mi defensa, nuestra historia no tuvo fin. Bueno, sí lo tuvo, pero fue solo decisión suya, porque la tomó mientras estaba pasando por muchas cosas.

Su mamá acababa de morir, su mejor amigo estaba en coma inducido luego de un accidente y él sentía que no merecía ser feliz. Por eso cuando me dijo que lo mejor sería terminar, lo acepté, porque pensé que era por un tiempo, que solo necesitaba espacio.

Pero ya han pasado dos meses y aún sigue con esa mentalidad. Su mejor amigo ya está bien, y aunque sé que todavía está la herida de su mamá, yo puedo apoyarlo y acompañarlo a sanar lo que deba sanar. Sin embargo, no me lo permite.

Bueno, hace días accedió a que fuéramos amigos y, siendo sincera, prefiero ser su amiga que perderlo por completo, ya que Louis es el tipo de personas que conoces y notas casi de inmediato que quieres que sea parte de tu vida para siempre. Puedo definirlo con dos palabras: leal y benevolente. ¿Quién no quiere a alguien así a su lado? Porque está de más decir que las personas así hoy en día son escasas.

No voy a mentir, me duele tenerlo cerca. Por eso dudé en venir, porque pasar un fin de semana con él, solo como su amiga, para mí no era el mejor plan. He tratado de hacerlo cambiar de opinión, pero sé que debo darme mi valor. Además, él se lo pierde. Debo ser fuerte, no es como si no pudiera vivir sin él. Pero a veces nos aferramos tanto a las personas que pensamos que son tan importantes como el aire que respiramos, aunque no es así.

Solo debo divertirme con mis amigos. Carol ya ha decidido que el plan para hoy es beber hasta no recordar nuestros nombres.

El ruido de un auto estacionándose me hace mirar hacia fuera de la casa. Han llegado Celeste y Bryan. Me parece extraño que ella haya decidido venir con él, puesto a que ellos habían terminado hace más de tres meses. Veo que Celeste camina con su vista en el suelo, luego Bryan la detiene con su brazo y le dice algo que desde aquí no logro escuchar; ella asiente. Su semblante es triste. Ambos entran por la puerta y se meten en la sala. Todos los que estamos aquí fijamos nuestra vista en ellos.

Ella sonríe. Espera... ¿qué? Hace segundos podría jurar que estaba a punto de llorar. Eso es extraño.

—Estaba a punto de llamar a la policía —expresa Carol, su tono es de burla.

—Ya se las traje, está viva y entera —comenta Bryan.

—¿Ya cenaron? —pregunta ella peinando un poco su cabello.

Mis ojos siguen cada uno de sus movimientos y trato de descifrar en aquellos ojos miel lo que sucede. Porque es más que evidente que algo sucede. Ella siempre ha sido fácil de leer, no es capaz de ocultar sus emociones, y aunque sonríe, estoy segura de que algo sucede.

—Louis y Oscar están en eso —le informa Carol.

—Déjame ir a reportarme —comunica ella.

La veo caminar hacia la cocina, mientras que Bryan camina hacia la segunda planta; me imagino que en busca de la habitación que le tocará.

Tal vez le pidió que viniera con él para hacer un último intento de volver, pero al parecer no la ha podido convencer. Desde que los conocí, pensé que iban a ser de esas parejas que duran toda la secundaria juntos y terminan casándose. Pero después de esta escena, creo que eso no sucederá.

Después de unos quince minutos, todos nos encontramos cenando en la mesa. La cena pasa más rápido de lo que esperaba, aunque creo que se debe a que, entre chistes y anécdotas, el tiempo pasa más rápido.

Luego, todos nos movemos de vuelta a la sala. Bueno, todos menos el hermano de Celeste. Su nombre es Oscar y es mayor que nosotros, así que vino como chaperón. Apenas habíamos intercambiado algunas pequeñas sonrisas en forma de saludo y tal vez un "hola".

—Esto se está volviendo aburrido. ¿Quién está listo para un juego? —dice uno de los amigos del cumpleañero, el cual tiene dos botellas de tequila en sus manos. Porque sí, estamos aquí para celebrar un cumpleaños, para ser específicos, el de Ángel.

Ángel es primo de Celeste y el mejor amigo de mi exnovio, y cumple dieciocho años mañana. Y se preguntarán: ¿por qué vine a la fiesta del mejor amigo de mi ex? Pues además de que Celeste técnicamente me obligó, vine porque somos amigos, o es lo que me gusta pensar. Creo que de alguna forma tenemos una extraña y complicada amistad. Por alguna razón confío en él como nadie más en este lugar. Pero suele hacer cosas que me hacen pensar si en verdad somos amigos.

—Sí, juguemos algo —comenta Celeste.

Que no sea "yo nunca, nunca", por favor.

—¿Qué jugaremos? —cuestiono.

—Yo nunca, nunca —me informa Carol.

Es mi culpa, yo lo invoqué.

Había pasado casi una hora, entre risas y muchos tragos, y casi todos estamos borrachos. Bueno, hablo por mí, porque ya me siento un poco mareada.

—¡Es mi turno! —grita alguien, pero no logro discernir quien.

Es evidente que el alcohol eme está afectando.

—Yo nunca, nunca he besado a una de las personas que están presente —agrega la misma persona.

Varios beben, y mi vista viaja hacia donde Louis y luego donde Ángel. El último sonríe con malicia mientras lleva su vaso a su boca. Yo niego con mi cabeza y también bebo.

El simple recuerdo de Ángel besándome hace que un escalofrío recorra mi cuerpo. Solo había hablado sobre eso con Celeste y no fue una conversación muy cómoda. Estaba tan confundida y enojada en aquel momento, porque había comenzado a ver a Ángel como un amigo, pero al besarme lo complicó todo. Aunque confieso que no quiero perder mi amistad con él, ¿cómo se puede ser amiga de alguien que solo se autosabotea?

—Tu turno, Isabela —dice Celeste sacándome de mis pensamientos.

Yo asiento, indicando que estoy pensando mi "nunca, nunca". No sé qué decir, pero esa sonrisa con ese tono de malicia que tiene Ángel siempre sobre sus labios llega a mi mente y creo que es el alcohol quien habla por mí.

—Yo nunca he besado a la novia de un amigo.

Todos a mi alrededor me miran sorprendidos y algunos niegan con su cabeza, indicando que nunca lo harían. No puedo evitar mirar hacia donde Ángel, el cual no tiene ninguna expresión en su rostro.

¿Dónde está esa sonrisa maliciosa?

No puedo evitar enarcar una ceja mientras lo veo tomar un shot de tequila, el cual había sido la bebida causante de nuestro emborrachamiento en menos de una hora. Lo veo tomar otro, ya que sí, no solo me había besado a mí, sino también a una novia que tuvo Louis antes de mí y qué decir, Ángel no suele aprender de sus errores.

—Mi turno —expresa él. Su vista está sobre mí, sé que me la devolverá—. Yo nunca, nunca le he suplicado a mi ex que vuelva conmigo. —Esa sonrisa con malicia ha vuelto a sus labios—. ¿Sabes?, tengo dignidad.

Sus palabras solo hacen que mi sangre hierva.

—¿No vas a beber? —Él habla de nuevo, tiene una sonrisa burlona.

La ira solo aumenta en mis venas, así que me levanto de mi asiento. Sé que lo he provocado y esa es su respuesta, pero el alcohol es lo que actúa por mí, porque por alguna razón me siento herida.

No lo pienso dos veces y salgo de ahí. Doy pasos rápidos hacia la playa, hasta que una mano me detiene.

—Está borracho, no sabe lo que dice. —Es Louis.

—¿Lo defiendes?

Silencio de su parte.

—¿Sabes? Está bien que lo hagas, después de todo no es mentira. —Eso sale más agudo de lo que quería—. Solo te suplico una y otra vez que volvamos, y tú te niegas una y otra vez.

No sé porqué le suplicaba a Louis. O tal vez sí lo sabía: es porque lo que me hacía sentir contradecía todo lo que mi padre me había dicho.

Nadie te querrá, nunca serás suficiente, terminas decepcionando a todos.

Pero si Louis me quiere, todas esas palabras eran mentiras. Porque junto a él me sentía suficiente.

—Isa, solo quiero protegerte.

—¿Protegerme de qué? ¿De ti?

—Vas a estar mejor sin mí.

Eso no era cierto.

—¿No lo entiendes? Te quiero —confieso—. Estoy enamorada de ti.

Esa confesión hace que todo mi cuerpo quiera detenerme, prohibirme hablar, pero necesito decirlo, necesito sacarlo, él necesita saber que lo necesito.

—¿Por qué no me alejaste antes de que te quisiera tanto? —expreso sintiendo que el dolor oprime mi pecho.

Sus ojos no expresan nada. Siempre ha sido difícil descifrar lo que pasa por su cabeza.

—Quererte ha sido una de las mejores cosas que me ha pasado, ya no sé cómo detenerlo o cómo pararlo. Sé que tú también me quieres —añado mientras lo veo negar con su cabeza—. No estoy de acuerdo con que solo seamos amigos.

—Estuviste de acuerdo en terminar.

—No es cierto, tú lo decidiste, tú tomaste esa decisión por los dos y no es justo. —Mis ojos se llenan de lágrimas—. Yo te quiero, quiero estar contigo. ¿Eso no importa? ¿No tengo voto en esto?

—Isabela, no... —No lo dejo hablar.

Me acerco a él, mis manos rodean su cuello.

—Dime que tu corazón no late como el mío ahora mismo. Dime mirándome a los ojos que no me quieres.

Sus manos quitan las mías de su cuello.

—No te quiero.

Siento que todo a mi alrededor se detiene, mis lágrimas caen por mis mejillas sin poder detenerlas.

—Es lo que querías escuchar, así que te suplico que continúes con tu vida y me olvides. —Su voz es fría.

La presión sobre mi pecho aumenta y es como si cada latido me doliera.

Mi vista viaja hacia la puerta por la cual salí hace un momento y me encuentro con que todos estuvieron viendo nuestra escena. Trato de detener las lágrimas, pero no puedo, el alcohol que recorre mi sistema no me permite controlar mis emociones.

No quiero ser el centro de atención, así que mis pies comienzan a caminar y voy directo a la casa. Ellos, al ver que voy en su dirección, se dispersan de la puerta con rapidez.

Mis pies se mueven rápido, tanto que creo que he comenzado a correr. Mi corazón está a punto de salirse de mi pecho. Solo quiero encerrarme en la habitación y llorar. Odio demostrarle que me afecta tanto, pero es que el alcohol no me permite ser fuerte.

Cierro la puerta de golpe, le coloco seguro y voy directo a la cama.

Me siento destruida, rota, cansada de luchar por los dos, pero no puedo permitir que nadie me trate así. Sé que debo valorarme, sino nadie lo hará.

—¿Habitación equivocada?

Al escuchar esa voz, levanto la vista y me encuentro con Oscar, el hermano mayor de Celeste.

¿Qué hace en mi habitación?

Recuerdo sus palabras: "Habitación equivocada", así que recorro con la mirada la habitación y en efecto esta no es la mía. Me siento enseguida y seco mis lágrimas. Perfecto, ya nada puede salir peor esta noche.

—Perdón, me confundí —digo levantándome de la cama e intento acomodar un poco mi vestido, el cual se había levantado.

Mis ojos viajan a la almohada blanca que está sobre la cama y noto que todo mi maquillaje se ha quedado en ella.

—Lo siento mucho —digo tomándola—. Voy ahora mismo a lavarla.

—No te preocupes por eso —expresa él—. ¿Estás bien?

Niega con su cabeza, como si su cuerpo no hubiera estado de acuerdo con lo que acaba de preguntar.

—Pregunta estúpida, es obvio que no estás bien —comenta tratando de ver la respuesta en mis ojos—. ¿Qué te pasa?

—Nada, nada importante, te pido disculpas otra vez.

Me acerco a la puerta. Estoy a punto de girar el llavín, pero ¿de verdad quiero salir de aquí? Si lo hago, todos van a querer consolarme y preguntarme qué pasó; no estoy de ánimo para eso.

—Puedes quedarte si quieres. —Sus palabras me toman por sorpresa—. No sé qué pasó, pero estoy seguro de que no quieres enfrentar a todos ahora.

¿A caso lee la mente?

—No quiero molestar. —Me volteo para mirarlo.

Él ya está sentado sobre su cama.

—No lo haces —expresa mientras deja pequeñas palmadas a su lado.

¿Quiere que me siente a su lado?

Lo dudo un poco, pero al final acepto. No quiero que todos me agobien con sus preguntas o sus palabras de consuelo. Esta es la última vez que humillo de tal manera.

¿No me quiere? No le creo, pero tampoco voy a obligarlo a admitir sus sentimientos por mí. Si él no quiere estar conmigo, él se lo pierde.

—¿Él ha sido quien ha terminado la relación? No tienes que responder si no quieres.

No tengo ganas de hablar, así que solo asiento mientras juego con mis dedos; solo quiero pensar en otra cosa para que así el dolor desaparezca.

—Si no te valora, pues olvídalo, vendrá alguien mejor.

Levanto mi rostro para así mirarlo, es la primera vez que puedo observar el lindo gris de sus ojos. Él continúa hablando, pero yo no lo estoy escuchando, no puedo dejar de mirar sus ojos, los cuales no son oscuros, sino claros. A la distancia podrían confundirse por azules, pero ahora puedo apreciar a la perfección que son grises.

Sigo observando cada detalle de su rostro, es exageradamente guapo. Una leve barba cubre sus mejillas, y pese a que nunca me han gustado los hombres con barbas, a él le quedaba jodidamente bien. Sus labios son carnosos y marcados, se ven tan suaves.

«Bésalo, por favor.»

No sé si es el alcohol, pero me acerco más a él.

Él me detiene, poniendo sus manos sobre mis hombros.

—¿Qué haces?

Joder, trágame tierra, por favor, y escúpeme muy lejos de aquí. La vergüenza se apodera de mí, debo parecer un tomate.

—Eres una niña, no podría. Además, estás borracha y triste. —Sus palabras son ciertas. ¿Por qué me acerqué?—. Me estaría aprovechando de ti.

Pero es que estoy cansada de hacer lo correcto. Mira hasta dónde me ha llevado ser una buena chica.

—Aprovéchate de mí —digo antes de que a mi cerebro le dé tiempo de arrepentirse. Así que estampo mis labios contra los suyos, los cuales son tan suaves como se ven.

No sé si es el tequila en mi sistema o la simple adrenalina que siento al estar besándolo, pero nunca un beso se había sentido tan bien.

Él intenta alejarme, lo noto. Pero soy más rápida y me subo en sus piernas, quedando a horcajadas sobre él. Un gruñido de su parte queda atrapado entre nuestros labios en el momento que coloca su mano en mi nuca para así profundizar el beso, su lengua se une a la fiesta y la recibo con gusto. Mis manos rodean su cuello, eliminando toda distancia entre nuestros cuerpos; siento lo excitado que está. ¿Eso es por mí?

Empiezo a moverme, la fricción entre nuestras intimidades me está volviendo loca. Él sujeta mi trasero, ayudando a mis movimientos, permitiendo que el roce sea más satisfactorio, y aunque hay ropa de por medio, se siente asombroso. Él muerde mi labio inferior, lo que hace que un gemido se escape de mis labios.

Aprovecho que nuestros labios se han separado un poco para atacar su cuello, dejando besos húmedos sobre este. Lo escucho gruñir otra vez y lo he decidido, este es el sonido más sexy de este mundo.

Devi fermarti.

¿Eso fue italiano?

Dejo su cuello y voy en busca de sus ojos, los cuales se han oscurecido y creo que me encantan más así.

—Si no te detienes ahora, te haré mía.

Esas palabras hacen que el calor invada todo mi cuerpo y mi intimidad palpite de la excitación.

—Pues hazme tuya.

El niega con rapidez, por lo cual frunzo el ceño.

—Eres una niña.

—No lo soy, tengo diecisiete —le informo.

—Aún eres menor de edad. Además, soy siete años mayor que tú.

—A mí no me importa. —Acerco su rostro de nuevo a mí.

Mis labios se mueven con habilidad sobre los suyos, necesito más de él. Su lengua juega con la mía, es como si se complementaran. Sus manos se pasean sobre mis senos y su simple toque me lleva al cielo. Cuando suelto su boca, él ataca mi cuello.

Devo smettere —dice sobre mi oído.

¿De nuevo italiano? Eso solo me vuelve más loca. Su voz ronca, casi inaudible combinando con ese italiano, me hará llegar al orgasmo.

En ese instante tocan la puerta, lo que nos hace separarnos.

Tocan con insistencia.

—Soy Louis. ¿Puedo entrar?


--------

Devo smettere: Debo detenerme.

Devi fermarti: Debes parar.

Gracias por leer

Recuerden votar y dejar un hermoso comentario💫

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro