Capitulo 10. Pesadilla. parte 2.

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-¿Estas segura de que esto fue lo que pasó?- me preguntó la víbora con un tono bastante molesto.


-No se a lo que te refieres, me confundes, no caeré en tus palabras. El Principito dice que eres peligroso, así que no voy a escuchar- me repetí. La víbora sonrió.


Seguíamos en un vacío negro y sin salida, juntos, sin ninguna idea de que hacer. Estaba en mi uniforme y no sabía porque. Todo estaba absolutamente oscuro a excepción de que ambos teníamos un brillo color blanco.

La víbora estaba en su forma humana, podía verlo con más claridad. Su piel era color púrpura pastel, su cabello era casi blanco y sus ojos eran tan oscuros como la sangre coagulada. Vestía un traje similar al del principito pero de tonos morados y azules oscuro.


-Sabes de lo que hablo, ¿De verdad piensas que no lo sé? He estado en tu cabeza desde hace mucho, me se tus recuerdos de memoria, incluso la parte prohibida de ellos.


La víbora sonaba algo pasiva y tranquila, pero intentaba esconder su enojo, lo que me preocupaba. Lucia algo inquieto, como si sus sentimientos fueran a explotar en cualquier momento.


-No entiendo a que te refieres con prohibida- gire y camine al vacío insegura y lentamente.


--Si te vas, te perderás en tu mente y no volverás jamás.- se sentó en el suelo y apoyó su brazo en su mentón aburrido.


-¿Y que si me pierdo? No tengo nada más que perder, ya lo perdi todo.


-Me temo que si no te detienes no volverás a ver a tus amigos.


¿Mis amigos?

Abrí mis ojos consiente, ¿Esto no es un sueño? Se me hacía extraño que no me atormentase, entonces ¿Dónde estoy?


Voltee y mire a la víbora. Estaba en su forma natural, recostado y enrollado como si no tuviera vida.


-¿Qué haces aquí realmente?- le pregunté, me miro de reojo y continúo en su decaída.


-Creo que cometí el error de sumergirme tanto en mi dolor, que olvide lo que era tener una amistad, o amar si quiera. Me perdí en el odio y la venganza, y ahora estoy en este vacío atrapado por la mismisa reina de las pesadillas.

-No creí... Que me responderias.- me detuve.

-Sorpresa, lo hice- y siseo.


-¿Quien es la reina de las pesadillas?- pregunté acercándome a el sentándome a su lado.

Cerró los ojos como si descansara.


-Está reina es la gobernante del vacío, de los espacios oscuros y tenebrosos de cada una de las mentes en el planeta. Se aprovechó de mi, y ahora de ti. Aunque no me sorprende, eres débil.


-¿Cómo fue que esto paso?- pregunté, la víbora me miró curioso y pude ver cómo una pequeña risa se esbozaba de su rostro.


-Te pareces mucho al Principito, jamás deja de preguntar. Pero supongo que dejará de hacerlo, pues solo le queda la muerte en vida.- me detuve y mire a la víbora.


-¿Qué...?


La víbora me observó con lastima y suspiró.


-El Principito tiene algo que quiere Pesadilla, cuando lo capture, será su fin.


-¿Y que es lo que quiere?


-La libreta.


...



-Orquídea-



Abrí mis ojos con lentitud, mi cabeza dolía de una manera impresionante y mis tímpanos no dejaban de resonar ¿Qué fue lo que pasó?


-¡Hey! ¡Levántate, rápido!- me gritó alguien, parecía aferrarse a mi camisa pero no sentía el cuerpo.

¿Que fue lo que pasó contigo? Recuerdo haberle preguntado, ella solo sonrió débilmente y me respondió...

-¡Oye, amigo!


-¿Quién es?- pregunté adormilado- cinco minutos m...


Una bofetada sonora me levantó de un tirón. Puse mi palma sobando mi adolorido pómulo.


-¡¿Qué rayos te pasa?!- le espeté a...

¿Qué? ¿Dónde estoy? Solo hay gris y negro en el lugar, ¿Porque siento tanto frío? ¿Esto es... agua? Mire al frente y me encontré con unos ojos verdes brillante.


-¿Un... Zorro?- pregunté. Y luego estalle en risa.-¡Zorro!


-¡No te rías! ¡Es bastante vergonzoso! Ni siquiera sé cómo paso- dijo molesto, sus pupilas eras pequeñas.


Era un zorro de verdad, era un maldito zorro en carne y hueso, pero más al estilo de hombre lobo, su cara manos y piernas estaban ahí pero ahora tenía unas orejas que se movían con el sonido, una gran cola que se agitaba con el movimiento, sus piernas estaban cubiertas por un pantalón extraño y tenía unas botas como de pirata. Y todo el pelo en el era de un color naranja vivo como el inicio del otoño.


-¿Y tu camisa hombre lobo?- bromeé, golpeó mi brazo con fuerza.


--Callate, parezco un idiota, no necesito que me lo recuerden- una sonrisa se esbozó de su rostro- aunque no me veo tan idiota como tu- soltó una carcajada. Arquee las cejas, curiosamente a mi lado había un manantial cristalino en el que pude ver mi imagen. Con que por eso el suelo estaba tan húmedo.

Me acerqué y me mire algo asustado.


Estaba vestido de verde y con algunas lianas colgando como si fueran parte de mi, además tenía el cabello largo y de color morado. Mis ojos habían cambiado a un púrpura muy profundo.


-Parezco una maldita flor- dije horrorizado.


-Eso eres, una orquídea, ¿Lo olvidas?- me senté y procese lo que estaba pasando.

-¿Por qué una flor? ¿Que rayos le pasa a este lugar?

-Bueno, por lo menos yo soy una animal astuto, no me molesta mucho, pero no me he acostumbrado, sentarse es difícil.


-¿Dónde estamos?


El zorro suspiró y se dirigió a una luz, lo seguí de cerca.


-Nos escondí en esta cueva, porque no te imaginarás lo que hay afuera.


Al caminar una luz me cegó poco a poco y cuando mis ojos se adaptaron mis pupilas se dilataron al ver semejante espectáculo.


-Mierda...


Estábamos en la cima de una colina llena de mucha vegetación de colores fríos, desde el verde más hermoso hasta el azul más oscuro, el cielo era de los colores de la aurora boreal y habían aves y dragones volando por todas partes.


-¿Avatar?


El zorro se rió.


-Nop. Estamos en la mente de La princesa, mira.- señaló un punto dónde ya no había color ni vida, era solo algo negro, como masa diabólica que absorbía lentamente el planeta.


-¿Sombras?- el zorro asintió

-Aquella bruja nos lanzó aquí para que cayéramos justo en medio, pero de alguna forma logré sacarnos de ahí, por cierto, pesas mucho.


Me acerqué a la orilla y observé el lugar.


-Debemos encontrar una forma de salir, si no, vamos a empeorar.-añadio.


-¿A qué te refieres?


-Solo te diré que cuando estábamos con el Principito éramos normales, luego al caer me salieron orejas y a ti lianas, y tres horas después tengo cola y tu- me analizó divertido- un cabello muy largo y cedoso, quien sabe que sigue y en qué momento.

Toque las lianas, hacían parte de mi.

-Claro, digo tres horas porque ni si quiera los relojes sirven aquí, mira- señaló una sustancia pegajosa.- ese era mi reloj, se derritio al llegar a la cueva.

-Al igual que tú ropa- bromeé. El zorro frunció el seño.- ¿Y ahora que debemos hacer? ¿A dónde se supone que debemos ir?

-Bueno, hay que encontrarnos con los demás, es eso o aprender a vivir aquí.


-¿Crees que ella esté bien?- asintió y me guío por un lado de la montaña.


-Vamos, no hay tiempo que perder.

Caminamos por un largo tiempo cerca de un río que cruzaba por toda la mitad del planeta. Miré al zorro y aclare mi garganta.

-¿Que es eso, de que no son sus padres?- solté, el zorro me miró de reojo y siguió caminando.

-Pues eso, esos que dicen ser sus padres no lo son, son sus tíos, la adoptaron.

-¿Por qué?

-Mas bien ¿Que pasó con sus padres?, Eso es lo que quieres preguntar ¿No?

Asentí.

-Bueno, es algo bastante complicado de explicar, así que presta atención.



...




-¿Qué quieres decir con que has estado atrapado todo este tiempo?


La víbora estaba lejos de mi, a una buena distancia. Ambos estábamos en el suelo acostados, yo boca arriba con las extremidades estiradas y el con todo su cuerpo estirado como si no pudiéramos hacer nada más y nuestra existencia fuera pura inocencia del universo.

Ambos mirábamos a la nada.


-Ella me engañó y terminé aquí, fin de la historia.- lo observé algo anhelante- no hay nada más que contar.- la víbora me miró confuso- ¿No deberías estar preocupada por tu Principito y tus otros amigos? Luces bastante calmada. ¿Por qué no vas por ellos?


Reí con suavidad.


-No es la primera vez que los meto en problemas, supongo que ya están acostumbrados- sonreí- pese a que esto es más complicado pueden solucionar lo que se les enfrente, son bastante habiles e inteligentes, lo resolverán.


Me acerqué un poco más a él arrastrando me por el suelo chocando su cabeza con la mía.


-No me quedaré de brazos cruzados, necesito toda la historia para saber que hacer.


La víbora frunció el seño.


-Y así nos sacaré a ambos de aquí.


La víbora lo pensó por varios minutos, miro a todas partes como perdido. Mientras tanto, estaba acostada respirando con tranquilidad.

Claro que no era la primera vez que los metía en problemas.



Hace mucho, para que la academia fuera de esta manera se requirió de esfuerzo y persuasión a los directivos, y no solo a ellos, toda la comunidad educativa, los estudiantes, maestros y sus padres, además de lo más difícil. El decano era lo más complicado de tratar, le llamaban...


-Pesadilla...- comenzó la víbora, lo escuché detenidamente.- es una de las peores creaciones en este planeta, su propósito era desconocido para mí hasta hace poco...


Cuando la ví por primera vez fue en un planeta bastante lejano, vimos algo extraño. Mis sombras y yo fuimos a revisar, y cuando descendimos nos encontramos con una chica, una muy pequeña, lloraba y se lamentaba frustrada.

Le pregunté que le pasaba, ella me observó maravillada, seguro pensó "¡Una serpiente que habla!" e intentó atraparme, pero no la dejaba. Creo que así comenzó una linda relación, no lo sé, ambos nos encariñamos.


Con el tiempo fue creciendo con amor en su alrededor, era bastante alegre en los buenos momentos, pero cuando algo malo pasaba o no le funcionaba su corazón se volvía oscuro y marchito.

Un día conoció a alguien maravilloso, vivió para él escuchando sus historias y relatos fantásticos, pero un día simplemente desapareció.

Cuando menos lo esperó cayó en un profundo dolor que no comprendía, era muy pequeña. Aún así intentó recuperarse, lo logró con mi ayuda y de otras dos personas, así pudo volver a levantarse.


-Está historia es...


-Calla y escucha.


Suspiré.


--Cuando estaba apunto de volver a la normalidad simplemente esas dos personas desaparecieron y su corazón se quebró más, dejando mil pedazos regados por todas partes.


Intenté animarla, intenté hacer todo lo posible por ayudar pero solo me desechó, como si de mi ya no dependiera su vida.

Olvidó a quién era necesario y quién seguía aquí y anheló a quienes ya no estaban pero necesitaba. Quedan pocos rastros de su humanidad, porque la olvidó completamente junto con su dolor, se volvió insensible y distante.


-¿Sabes de quién hablo, no?


Reí


-De Pesadilla, suena alguien bastante triste.


-Lo es- se acercó a mi- olvidó lo que más le dolía y lo desechó, y luego creo una nueva personalidad que no demostraba nada más que su lado positivo, pero no todos pueden conllevar un solo polo, a veces necesitamos sufrir para superar las cosas.


-¿Aún estamos hablando de Pesadilla?


La víbora me observó.


-Claro que si. Siempre ha sido ella, pero déjame continuar... verás, pesadilla había sido olvidada, masacrada, desechada y debido a eso me volvió a buscar, para que ambos nos unieramos y les hiciéramos saber que estábamos aquí, que seguíamos aquí...


-¿Por eso me atormentarse no?


La víbora bajó la cabeza y asintió.


-Me has estado persiguiendo todo este tiempo, para hacerte ver.


Me senté y lo observé, se transformó poco a poco en humano y me miró a los ojos. Ambos nos abrazamos, la víbora lloro y gimió triste, mientras que yo solo lo consolaba porque de mi ya no podían salir más lágrimas.


-Creo que olvidé como llorar- dije con seriedad- me duele el pecho pero no puedo sentir nada- exhale el frío aire de mis pulmones.


-No sabes cuánto espere por esto- me abrazó más fuerte.


-Lo siento.


Dije con pena y culpa


-De verdad lo siento mucho, lo siento- intenté gritar- lo siento, lo siento.




...




Alguna vez, cuando era más pequeña recuerdo que papá viajaba mucho, lo veía pocas veces debido a su trabajo. Un día me trajo una mascota para que pudiera entretenerme y no sentirme sola.


Ambos pasamos mucho tiempo juntos, todo el tiempo. Caminábamos juntos, jugábamos siempre, la llevaba en mi cuello, a veces cargada como bebé o simplemente de sombrero.


-¿Qué es eso?- pregunté a alguien una vez, el solo río.


-¡Es un sombrero!- dijo divertido, yo negué.


-Es una serpiente, ¡Mira!, Se está comiendo a un elefante- el hombre me miró extrañado y solo se rió y se fue.


-Alguna vez fue una serpiente.

Me miró distante y ese día, fue el último en que lo vi.

-Tenías razón, había olvidado que era una serpiente.


Quien sabe si fue por su vejez o el peso de su vida encima, porque en ese momento olvidó lo que era ser niño.


Se había ido pero mantenía mi vivacidad, intentaba ser feliz.


Mi amigo y yo jugábamos siempre, me ayudaba con mis problemas y me hacía reír mejorando mi autoestima.

Un día dos adultos jamás llegaron, era importante, algún momento de mi vida, ese día en el que cambié todo, también lo destruí.


Impotencia, dolor, tristeza, remordimiento.



Esos sentimientos se fueron alejando de mi poco a poco como aquella brisa que se lleva el polvo.



Escondí mi sentir, o más bien, lo deseche. Olvide lo que era importante, lo que estaba ahí, y finalmente no tuve a nadie más.



-Adios



Le dije a aquel montículo de tierra en mi jardín.



--Mi querida víbora, mi amigo.




🌻



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