Capítulo 26

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Este capítulo está dedicado a lala123741 Muchas gracias por darle tanto amor a la historia y por tus hermosos comentarios, me hicieron querer volver a publicar hoy. 💜💜💜💜

Jimin, a punto de dejarse llevar por sus contenidas ganas de la cercanía de su pareja, cerró sus ojos. Disfrutó de ese delicioso beso y disfrutó el contacto que iba volviéndose más sensual y erótico cada vez. No recordaba desde cuándo… Había perdido la cuenta del tiempo que llevaban sin tocarse. Sin embargo, de manera espontánea, regresó a su mente el motivo por el cual esto no sucedía. Tomó aire con profundidad y apartó el rostro de su novio.

—Jungkookie, espera. Sabes que no podemos hacer esto —intentó declinar, contrario a lo que deseaba.

—¿Por qué no podríamos? —susurró en su oído—. Aparentemente, pasaste por alto que ya se venció el plazo de "abstinencia" que me impusiste. —Sintió la piel del aludido erizarse—. Pero, no te preocupes, yo me encargué de contar los días y las horas para volver a tenerte en mis brazos.

Se quedó sin argumentos válidos para negarse; aunque tampoco le apetecía hacerlo, estaba tan necesitado o más que Jungkook de tener un contacto más íntimo. Simplemente, lo miró con ojos encendidos por el fuego de la lujuria, y le dio a entender que tenía luz verde.

Jungkook comenzó a distribuirle besos a lo largo del cuello, primero a los laterales para entonces desplazarse a la nuez de Adán y el espacio entre sus clavículas, mientras su pareja hacía movimientos pequeños y anhelantes en respuesta. Terminó de retirarle la corbata y le cerró los ojos delicadamente con sus dedos, dejó un tierno beso en cada párpado y posteriormente en su nariz.

—¿Qué significa esto? —Fue la pregunta de Jimin al sentir algo enredarse con sutilidad alrededor de sus ojos. Acercó sus dedos y logró identificarlo como su propia corbata, pero sus manos fueron retiradas lentamente.

Sintió el calor de otras manos rodear las propias, lo que le provocó cierta expectación y algo de nervios; nunca había tenido los ojos vendados, a excepción de cuando jugaba con sus amigos a las escondidas durante su niñez.

—Confía en mí. —El dorso de sus manos fue besado. Eso fue lo único que requirió para relajarse y dejarse hacer.

Fue recostado hacia el espaldar del sofá, quedando sobre los cojines, con sus brazos extendidos a ambos lados de los bordes superiores de aquellos esponjosos almohadones y los antebrazos de su novio sosteniéndolo en esa posición.

La tenue humedad de la lengua de su pareja recién se había deslizado velozmente sobre sus labios, dejando un único pensamiento: «quiero más». Ese contacto no hacía más que repetirse y terminó por hacerlo desplazarse hacia adelante en búsqueda de lo que deseaba. Uno de los dedos de Jungkook se posó sobre su labio inferior haciendo una ligera presión, creando un espacio que empleó para morder y succionar de manera increíblemente sensual cada rincón, a la vez que alternaba con besos cortos y tiernos. Su boca fue invadida por sensaciones que le arrebataron la libertad de anticipar qué sucedería y solo le permitieron saborear el erótico presente.

No podía soportarlo más... ¿Cómo podía un beso hacerlo alucinar a tal grado, hacer recorrer una corriente eléctrica por cada parte de su cuerpo y desbordar su medidor de placer? Sus manos se afianzaron con fuerza a esos antebrazos que le impedían obtener el contacto que deseaba cada vez que intentaba moverse, con lo que le hizo entender que estaba al límite.

El azabache, al percatarse, simplemente soltó su agarre, dejando vía libre para que el castaño extendiera sus brazos en busca de qué aferrarse, quien, al palpar la camisa contraria, la enredó en sus puños para atraerlo con fuerza hacia sí. Buscó con necesidad imperiosa su rostro y, tras detallar sus facciones con rapidez y nerviosismo anhelante, unió sus labios con premura en un beso apasionado, demandante y salvaje; uno que rugía: te amo, hazme tuyo, ya no soporto más la espera, tómame; te pertenezco. Y las plegarias de ese beso fueron escuchadas.

El peso de su cuerpo fue levantado del sofá y unos fuertes y trabajados brazos lo llevaron hacia la alcoba.

—Jungkookie, no soy una chica, no me cargues como a una princesa. —Hizo un puchero, sosteniéndose a él, colocándole los brazos alrededor del cuello.

—Sé perfectamente que no lo eres. —Una pequeña sonrisa pícara escapó de sus labios al notarle la vergüenza—. Ni la mujer más hermosa del mundo sería capaz de provocar en mi corazón y mi cuerpo, todas las sensaciones que tú despiertas —dijo sensualmente en su oído, y le mordió y succionó el lóbulo de la oreja —. No hay persona en esta vida a la que atesore tanto como a ti. —Lo volvió a besar, esta ocasión en la mejilla, sintiendo el calor en ellas.

Su cara, cual rubí, reflejaba su estado de conmoción. Jeon Jungkook acababa de entrar en modo: "todo lo que diga te derretirá". Lo mejor era guardar silencio si deseaba mantener la integridad de su corazón, o cada palabra seguiría provocándole un mini ataque cardíaco.

Con el cómodo y confortable silencio que se había formado entre ellos, hundió su rostro en el cuello de Jeon, intentando que aspirar ese aroma que siempre le propiciaba tranquilidad, disminuyese la intensidad del galope en su pecho; era tan desenfrenado que hasta llegó a pensar que podría ser escuchado.

Jungkook bajó a Jimin y comenzó a desvestirse, quedándose solo con su prenda más íntima. El mayor, al percatarse de la blanda sensación bajo su cuerpo al ser sentado, imaginó que estaría en la cama, lo cual confirmó cuando fue recostado y esa consistencia se extendió por su espalda y piernas. Su pantalón fue desabotonado y retirado, dejándolo solo con sus bóxer y su camisa. Era extraño sentirse expuesto estando a ciegas. El solo hecho de imaginar la mirada lasciva que podría estar proporcionándole su novio, lo encendía de sobremanera.

Elevó sus brazos y los colocó debajo de la almohada, para continuar dejándose llevar por el vaivén del sentir y la expectativa del placer desconocido, pero tocó algo que lo preocupó debajo de la funda, haciéndolo sentarse de golpe y retirar la venda de sus ojos.

—¡¿Pero, qué...?! —exclamó, observando el frasco con Nutella en su mano—. ¿Qué planeabas hacer con esto? —preguntó, antes de atragantarse con su propia saliva por ser testigo de tan exquisita desnudez, mirando la sonrisa maliciosa, mezclada con expresión pervertida en el rostro de Jeon.

—Tranquilo, no tengo pensado usar el recipiente para nada. Hay mejores juguetes que ese para usar —expresó juguetón al ver el rostro incrédulo de Jimin—. Sin embargo, sé que te puedo ofrecer mejores servicios que cualquiera de esos artefactos. —Lo besó, le retiró el pomo de las manos y se quedó sosteniéndolo.

El médico se sonrojó. ¿Hasta dónde llegaba la mente pervertida de su novio?

—¿Y, entonces qué hace en la cama? —dijo, pensando que la retorcida mente del hombre frente a él de seguro tramaba algo.

—No voy a negar que pensé en llenarte de esto y saborear cada rincón de ti. —Sonrió. Su expresión denotaba hasta qué punto su imaginación estaba volando en ese instante—. Pero recordé algo importante —dijo, clavando su mirada en él y dejando el frasco sobre la mesita de noche, para acercarse más a su rostro—: que no hay mejor sabor que el de tu piel desnuda suplicando por ser tocada.

Un par de segundos después, Jimin se estremeció al sentir sus muslos ser besados en toda su extensión, acercándose cada vez más. Las caricias se detuvieron en el borde de su ropa interior y aparecieron una vez más en el cuello de su prenda superior, donde cada botón fue saliendo de su ojal al compás de una nueva cadena de besos que enredaba sus pectorales, descendiendo hasta su abdomen, mientras los largos dedos jugaban a dibujar círculos alrededor de sus tetillas, apretando sus pezones de manera constante y con la intensidad precisa para incrementar su excitación paulatinamente.

Cada toque era exactamente como le encantaba; exponía sus puntos sensibles y lo hacía dejar escapar gemidos de placer cada vez que se acercaba a su entrepierna. Sin embargo, de inmediato se alejaba a otra región, llevando el contacto de menos a más una y otra vez, haciendo al castaño preguntarse si sería capaz de soportar tantas sensaciones mezcladas y desbordándose a la vez, al tiempo que crecía la expectativa de saber cómo se sentiría tener esa enorme ola de placer concentrada en el punto más expresivo y privado de su cuerpo.

Y, precisamente, en el momento menos esperado, su miembro, que desde hacía ya varios minutos estaba palpitando incontenible y dolorosamente, quedó al descubierto, para dar paso a una increíble felación. El contacto visual le permitía a Jungkook saber cuándo estaba estimulando el lugar indicado. Las expresiones de Jimin eran tentadoras, llamaban al pecado. Ese hombre no era consciente de qué tan sensual podía llegar a verse cuando estaba excitado.

—¡Mhmmm... Ahhh, ah, Jungkook! —exclamaba a punto de enloquecer por el juego de esos labios y lengua alrededor de su miembro.

Jimin necesitaba más. Tomó los cabellos del menor entre sus dedos y comenzó a acelerar el ritmo, eran demasiadas emociones y sensaciones juntas, requería liberarse o enloquecería. Los movimientos se intensificaron cada vez más, haciendo que por fin la esencia que había estado contenida por tanto tiempo consiguiera ser liberada. La mirada del castaño no se despegaba de Jeon, observar un pequeño excedente que se le escapaba por la comisura labial ser limpiado por su dedo, para luego lamerlo con expresión lujuriosa, le resultaba inexplicablemente excitante.

—No es... justo —expresó jadeante, sin apartar sus ojos de la virilidad contraria, que aún era dolorosamente aprisionada por la tela. Se incorporó tembloroso, quedando arrodillado frente a él para proceder a contornear con sus dedos la palpitante erección—. Yo también quiero darte placer.

Las intenciones del mayor eran obvias, pero antes de que la masturbación comenzara, o se transformara en algo más, Jungkook propuso una idea más tentadora:

—Me parece excelente, pero conozco una manera de que sea mejor —sonrió pícaro.

El castaño se encontraba ahora a gatas sobre Jeon, con la parte inferior del cuerpo dirigida hacia su rostro; sintió sus glúteos ser separados y una lengua invadir el espacio entre ellos, formando círculos alrededor de su esfínter anal y presionando con suavidad su entrada con la punta, lo cual desencadenó un torbellino de descontrol y desbordante placer que lo hizo arquear su espalda.

—¡Ahhhh...! Espera, si haces eso, yo... —Incrementó levemente la fuerza con que le sostenía el pene.

—¡Mmmmmm! —gimió JK por la mezcla de dolor y placer desencadenada por ese toque—. Dijiste que me darías placer, tienes que ser más tierno conmigo. Si no te pones manos a la obra, me encargaré de hacerte enloquecer —añadió con voz sensual—. De por sí, la vista que estoy disfrutando aquí es increíble, ni siquiera imaginas todo lo que se me está ocurriendo. —Le dio una pequeña nalgada.

Dicho esto, el miembro de Jungkook fue envuelto por una intensa succión, unida a un par de manos que con su toque creaban una armonía perfecta. Le estaba proporcionando placer, Jimin lo sabía, los dedos que sostenían con mayor fortaleza sus nalgas, y los gruñidos de placer que escapaban con una voz grave, eran la prueba. En respuesta, un dedo pulgar invadió su interior, acompañando a una lengua traviesa, moviéndose de manera tal que hizo que sus caderas siguieran el ritmo pidiendo más, a la vez que intensificaba también el compás de su boca.

—Detente, por favor. —Fueron las palabras Nochu, que abandonó su labor repentinamente.

—¿Qué ocurre? —preguntó extrañado. El tono parecía una súplica. Evidentemente ambos lo estaban disfrutando, ¿por qué parar?

Jungkook cambió la localización de sus cuerpos hasta quedar encima de Jimin una vez más, para entonces acercársele al rostro.

—No te preocupes. —Lo besó—. Simplemente quiero venirme solo cuando esté dentro de ti.

Cuando los hermosos ojos miel de Jimin se posaron en los dedos índice y del medio de su pareja, que ahora eran humedecidos con saliva, se percató de que había arribado el momento que tanto estuvo esperando.

Empuñaba las sábanas, conteniendo sus gemidos mientras el menor jugaba con sus dedos en su interior, provocándole un sentir intenso, tanto como hace mucho no experimentaba.

—Agh.... Ajhmm. —Su próstata había sido encontrada y el toque había descontrolado sus sentidos. Era momento de llegar hasta el final.

El azabache se posicionó entre las piernas del mayor y comenzó a penetrarlo lentamente. El interior era cálido, estrecho, placentero; justamente como recordaba, o quizás... mejor. Todo era exacerbado por el sentimiento de espera recompensada. Estando completamente dentro, comenzó a moverse rítmicamente con lentitud, hasta que los gemidos suplicantes y el compás de caderas de Jimin le mostraron que podía incrementar la intensidad, comenzando entonces con penetraciones compactas que llegaban, específicamente, a ese sitio que tantas expresiones eróticas provocaba en su pareja y lo hacían a él perder el control, aumentando cada vez más la velocidad de las embestidas y la magnitud del placer.

Sentir la hombría de Jungkook estimulando ese punto dulce una y otra vez, mientras él se sostenía de su cuello y compartían un beso apasionado y profundo, se sentía como la cúspide de su existencia. Cada toque y gesto de esa noche habían sido incomparables, le habían recordado lo mucho que añoraba esos brazos sosteniéndolo, esas caricias recorriendo su piel, esos besos dejando marcas que denotaban propiedad alrededor de todo su cuerpo; esas frases que le recordaban que era el astro rey del universo de ese hombre, a quien se había entregado en cuerpo y alma.

¿Amaba a Jeon Jungkook? ¡Sí! ¿Había recibido una confirmación de sus propios sentimientos y los de su pareja esa noche? ¡Sí! ¿Sería capaz de gritar a los cuatro vientos lo que sentía? ¡Sí! ¿Pasaría con él el resto de sus días? ¡Sí, sí y una y mil veces sí! Que se enterara el mundo del inmensurable amor que le profesaba, no tenía importancia porque: para él, Jungkook era su mundo.

Con ese pensamiento y sentir en la mente de Jimin, ambos alcanzaron juntos el clímax, marcando el inicio de una noche de éxtasis y fervor. Una que hasta ahora había sido memorable y seguiría siéndolo, simplemente porque estaban juntos, porque su amor era verdadero y la añoranza contenida se había transformado en pasión desbordada.

2376 palabras de puro lemon 🤣🤣🤣. Jamás en mi vida pensé que escribiría esto. Espero que haya quedado bien 😅🙇🏽‍♀️.

Con este capítulo publicado, les informo que a la historia le quedan diez partes (nueve capítulos y un epílogo), espero me acompañen hasta el final. Mi tiempo se va reduciendo cada vez más, así que trataré de acelerar el ritmo de las publicaciones, para ver si acabo antes de mi examen. Probablemente la historia termine este mismo mes.

Chao chan 😘

Hasta la próxima actualización.

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