—Star, me empiezo a preocupar... —Marco intentó, por milésima vez, girar el pomo de la decorada puerta de Star— Hemos acabado de desayunar, ¡no has comido desde ayer por la mañana!

El castaño se mordió el labio y frunció el ceño.

—Por lo menos dime qué es lo que te pasa.

Star juntó fuertemente los párpados y se tapó las orejas con las manos.

— ¡Star...! Mis padres están preocupados. ¡Yo estoy preocupado!

Nuevamente, no recibió respuesta por parte de la chica. Apretó entonces los puños y retrocedió un par de pasos.

—Me estás obligando tú, no lo olvides...

Flexionó las rodillas y corrió hasta embestir contra la puerta. Hubo un brusco encuentro entre hombro y madera que hizo al chico esbozar una mueca de dolor.

Star se levantó, sobresaltada por el golpe, y se giró. Entornó los ojos, sintiendo cómo empezaban a escocerle.

Marco volvió a golpear la puerta, una y otra vez. Apretaba los dientes para poder soportar el dolor y cerraba los ojos con fuerza, jadeando.

Tras muchos intentos más, el cierre se rompió con un "crackl" y la puerta cedió.

El chico sonrió, aliviado. Aún con la respiración agitada, empujó la puerta con la palma de la mano.

—Por favor, vamos abajo, Star...

Abrió con sorpresa los ojos, y dejó caer los hombros.

Star no estaba.