El origen parte 2

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N/A: No crean que a partir de ahora voy a actualizar semanalmente, eso ni de chiste pasará. Esto fue una excepción porque este capítulo lo tenía casi listo pero por la longitud lo dividí y esta es la segunda parte. En fin, disfrútenlo.


Ahora vemos a una Ronnie Anne de 6 o 7 años en su primer día de escuela, teniendo su cabello amarrado en 2 coletas en lugar de una, usando una playera color lila y unos pantalones azul oscuro portando una mochila verde. No se le veía muy animada, estaba entre triste y nerviosa, pero luego tomó un respiro y adoptó una actitud más positiva, para poder iniciar con el pie derecho su nueva vida en América.

(A partir de ahora pasaremos de la narrativa de tercera persona a una en primera, para ver la experiencia de Ronnie Anne desde su punto de vista.)

Entré a la escuela dispuesta a seguir el consejo de Bobby de seguir haciendo amigos. Estaba ansiosa, no sabía cómo eran los norteamericanos y aunque aún estaba mal por lo de papá me emocionaba conocer a mis nuevos compañeros.

-Hola-saludé animadamente a un grupo de chicos que estaban hablando aprovechando que todavía no era hora de entrar a clases.

-Ehm, hola-me devolvieron el saludo, pero noté algo de vacilación en sus respuestas.

-Gusto en conocerlos, soy Ronnie Anne Santiago.

- ¿Ronnie Anne? ¿Ese es tu nombre?

-Pues, no realmente. Me llamo Ronalda, pero mi mamá me dice Ronnie.

- ¿Ronalda? -los niños que estaban se rieron al escuchar cual era mi nombre-Vaya, ese es un nombre muy ridículo.

-Y extraño, ¿quién se llama Ronalda?

-Pues...yo. A mí me gusta mi nombre.

-Si yo fuese tú Ronalda, me cambiaría de nombre en cuanto pudiese, nadie quiere hablar con alguien llamada Ronalda-dijo uno de los niños aquellos y los demás estuvieron de acuerdo. Después sonó la campana y tuvieron que irse a clase. Esa fue mi primera experiencia tratando de hablar con alguien en este país, pero el día aún no terminaba.

Entré a clases y me senté en mi pupitre, todavía mal de la mala experiencia que había tenido. Pero quería corregir eso, convenciéndome de que quizás era más fácil hablar con otras niñas que con niños. Entonces vi a un grupo de 3 chicas hablando entre ellas en los asientos al frente y a la derecha. Una de ellas era una rubia de piel blanca, otra era una de color pelinegra y la última una castaña caucásica. Me acerqué a ellas esperando que con ellas tuviese un mejor resultado que con los niños.

-Hola-las saludé apenas llegué, interrumpiendo su conversación-Gusto en conocerlas, mi nombre es...

-Disculpa-me interrumpió la rubia mostrando molestia-estamos hablando por aquí, no puedes interrumpir a las personas cuando hablan.

-Oh, lo siento. Yo solo quería...

- ¿Eso a quién le importa? No debes interrumpir a las personas que hablan. ¿No te enseñaron de modales en casa?

-No...digo sí, pero...yo...

- ¿Qué? ¿Tampoco puedes hablar?

-Apuesto que son esos feos dientes que no le permiten hablar-comentó burlonamente la castaña y sus dos amigas se rieron, mientras yo me sentía dolida después de oír ese comentario. Ese fue mi primer encuentro con Marisa (la castaña), Dana (la pelinegra) y Ángela (la rubia), y cada nuevo encuentro me lastimaban más que el anterior.

La maestra llegó y tuvimos que regresar a nuestros asientos, ella me llamó al frente de la clase y me presenté frente a mis compañeros, pero a nadie le importó.

Más tarde llegó la hora del almuerzo, rápidamente entendí que en las mesas se sentaban los niños con sus grupos de amigos, eso me hizo más difícil encontrar una mesa adecuada pues yo era la nueva. Por suerte encontré una mesa sin usar donde podía sentarme a comer, y aunque prefería tener a alguien con quien hablar entendía que nadie elegiría estar con la nueva que con sus amigos, así que no hice drama por aquello. Entonces unos momentos después de sentarme en la mesa, llegaron otros niños a mi mesa.

-Oye, ¿te importaría hacer espacio en la mesa para que nos podamos sentar? -me pidió un niño castaño que estaba acompañado por otros 6 niños. Yo vi esto como mi oportunidad de corregir mis errores de la mañana, así que acepté.

-Sí, claro.

Me hice a un lado hasta quedar en el borde de la mesa para que los chicos pudieran sentarse. Esa era mi oportunidad para con ellos y poder hacer mis primeros amigos en la nueva escuela, pero luego hubo un problema. Uno de sus amigos no podía sentarse porque la mesa estaba llena.

-Ehm, disculpa niña, ¿serás que podrás pararte de la mesa para que nuestro amigo pueda sentarse?

-Pero yo...estaba sentada aquí.

-Sí...lo sé, pero...no queremos dejar por fuera a nuestro amigo. No hay más mesas disponibles para 6 personas, así que...si pudieras irte a otra mesa, te lo agradeceríamos.

No quería aceptar, yo había llegado primero a la mesa y no quería irme. Pero yo en ese tiempo era una estúpida que doblegaba ante los demás, sol porque no quería caerle mal a los demás. ¿Adivina qué hice?

-Oh, entiendo. Está bien, me iré.

Así es, terminé doblegando ante ellos y me fui de mi mesa. Tuve que sentarme a comer en uno de los bancos que había en algunas partes del pasillo. Y ese fue mi primer almuerzo sola.

El resto de esa semana, y de ese mes, no hubo más novedades, solo yo tratando inútilmente de hacer amigos, pero por alguna razón...nadie quería estar conmigo. El mes siguiente fue donde me di cuenta de algo, gracias a un día en específico donde intenté hablar con un grupo de chicas que se veían amigables, eran...las mismas chicas que aparecieron en la escuela días antes de ir a los juegos.

-Estoy pensando en volverme gótica, ¿qué dicen? -preguntó una chica de piel pálida que llevaba puesto una camisa de color negro con una mariposa negra y blanca pintada en el centro.

- ¿Qué no eres ya una gótica? -dijo una morocha con una camisa morada y shorts azules.

-No, esto es solo ropa oscura. Hablo de empezar a usar ropa verdaderamente gótica y lúgubre y después adoptar el comportamiento propio de un gótico, pero quiero empezar con la ropa, ¿qué opinan?

-Mmmm, ¿en qué tienes pensado? -preguntó una chica vestida de payasa.

-Me gustó mucho una túnica violeta de cuerpo completa, de esas como la que usa "La muerte" en las caricaturas.

-Pues habría que verla para decirte cómo te ves. Porque ahora solo podemos imaginarla y eso...-estaba comentando una chica de pelo castaño oscuro con ropa deportiva

Dejaron de hablar en cuanto repararon en mi presencia. Yo estaba muy nerviosa por las miradas que atraje y empecé a esbozar una débil sonrisa llena de nerviosismo.

-Ahm...creo que te verías bien vestida así-opiné para romper el hielo.

-Eh...gracias-me agradeció a chica de rasgos nipones mostrando incomodidad, que se manifestó en ellas gracias a mi presencia.

-Y... ¿les molesta si me quedo aquí con ustedes? -el solo recordar que les pregunté eso me da mucha vergüenza, en verdad que era patética en ese tiempo.

-Pues...es que...tenemos que irnos, porque...nos llaman la maestra. Sí, eso es, tal vez otro día-dijo la morocha y tanto ella como las demás se alejaron de mí, como si fuese una leprosa o algo así.

Ese era el último grupo de mi clase que me hacía falta por intentar interactuar, una vez más terminando en fracaso. Pero esta vez no entendía cómo pudo terminar así, esas chicas se veían muy agradables y su grupo era muy diverso, pensé que ellas me aceptarían.

Hice un nuevo intento con otros de mis compañeros que estaban cerca. Al verme cada uno se alejaba de mí, no entendí por qué hasta que escuché a una susurrar "cuidado, ahí viene la rara". Ahí entendí qué había pasado, me había agarrado la fama de ser la rara solitaria, con la que nadie quiere estar.

- ¡A un lado, frentesota! -así me dijo una de las 3 chicas divas de mi clase cuando pasaron por mi lado, sin perder la oportunidad para empujarme.

Cuando todos los que estaban a mi alrededor se rieron fue que lo entendí, me había vuelto la nueva rara del salón

Tiempo después se me concedió un oasis felicidad en esos tiempos de tormentos. Durante uno de nuestros trabajos duales en la hora de matemática, me juntaron con un chico que no era muy bueno en las matemáticas, una materia que para mí no era muy complicada.

- ¡Oh, rayos! -exclamó el chico frustrado al no entender su ejercicio de matemática.

- ¿Qué pasa? -pregunté siendo amable y así poder ayudarlo.

-Es este tonto ejercicio. No entiendo cómo hacer esto de sumas con 2 números.

- ¿Te refieres a las decenas?

-Sí, eso.

-Oh, en realidad eso es fácil. Sumas la unidad con la unidad y la decena con la decena, si te da más de 10 entonces el uno lo sumas al número de la izquierda y el otro número lo dejas donde corresponde, ¿entiendes?

-Err...-masculló el niño sin entender nada de lo que había dicho.

-Déjame mostrarte.

Tomé su hoja de trabajo y le expliqué visualmente paso a paso cómo resolver esos ejercicios hasta que sin darme cuenta los había terminado todos.

-Y ya está, ¿viste que es fácil?

-Pues...-no pudo continuar debido a que el timbre sonó haciéndose escuchar por todo el salón, una indicación de que nuestro tiempo para concluir los problemas asignados había expirado.

El niño apurado entregó su hoja para salir al receso, yo hice lo mismo solo que sin tanto apuro. Cuando nos entregaron las notas de los ejercicios, ambos habíamos sacado la máxima nota. El rumor se hizo correr rápido y todo el mundo empezó a buscarme más seguido, ya sea para colaborar en trabajos grupales como para fungir de asesora en sus dudas. Pronto las mesas donde me sentaba se llenaban con frecuencia y todos convivían felices como amigos. Por mucho tiempo pensé que mal comienzo en mi nueva escuela había quedado en el pasado y ahora la vida me sonreía, pero después descubrí que solo era una ilusión que me creé a mí misma, un oasis como había dicho.

En los últimos días de clases, el día había terminado y yo estaba caminando por el pasillo para irme, cuando escuché de casualidad a unos chicos de mi salón hablando entre ellos.

-Ya que estamos por entrar en el verano estaba pensando en hacer una piscinada en mi casa, ¿les gustaría venir?

-Por supuesto-respondieron todos con quien estaba el chico.

- ¿A quiénes invitaste? -preguntó uno de los chicos que estaban con el que iba a hacer la fiesta.

-A todo el mundo, a Ryan, a Steven, a Louis, a Tabby, a Ángela, ¡a todos! Va a estar de locos.

Cuando escuché que había invitado a todos no pude evitar sentirme mal, yo no había sido invitada. Pero me convencí de que como eran muchos niños en el salón quizás olvidó invitarme. Entonces decidí acercarme usando como pretexto la hoja con unos ejercicios resueltos que me había pedido que le ayudara días atrás.

-Hola Nick.

-Oh, hola Ronnie Anne. ¿Tienes mis ejercicios?

-Sí, aquí los tengo-le mostré la hoja con los mencionados ejercicios, la cual él tomó-Oye, escuché que harías una fiesta y pensaba que...

- ¡Gracias Ronnie Anne! Agradezco mucho tu ayuda, me salvaste la vida. Nos vemos mañana-así se fue el así llamado Nick junto con sus amigos.

Puede que era pequeña e ingenua, pero no era estúpida. Estaba segura de que él sabía de lo que iba a hablar y por eso buscó alejarse, para no tener que invitarme a la fiesta. No lo entendía, yo creía que era mi amigo, siempre hablábamos en la hora del receso y a veces durante las clases, ¿por qué él no quería invitarme a su fiesta? Si hasta incluso le ayudaba con su tarea. Hacerme esta pregunta con esos puntos me dio una especie de incentivo para reflexionar a detalle.

Mientras regresaba a casa caminando pensaba en lo que había sido mi relación con mis compañeros durante todo el año escolar. En realidad, ¿a cuántas fiestas había sido invitada? ¿A cuántas pijamadas? ¿A cuántas salidas entre amigos? De hecho, cuando estaba con ellos en el receso, ¿era conmigo con quien hablaban o simplemente me respondían o ignoraban mientras hablaban con sus amigos? Y mientras pensaba en esos supuestos momentos de felicidad más me daba cuenta de que en realidad yo era como una especie de fantasma para ellos cuya presencia solo les importaban cuando me necesitaban...cuando me necesitaban. Con esto, me puse a pensar en la ayuda que les suministraba a ellos, hasta que finalmente pude abrir los ojos y vislumbrar la verdad. Yo no los ayudaba a hacer su tarea...yo les hacía su tarea.

Esta revelación me dejó en un estado de ánimo horrible, resultó ser que mi supuesto gran primer año en esa escuela había sido una mentira construida por mí misma. En ese verano viví la verdad de los hechos, mis supuestos amigos solo me usaban, a ninguno de ellos los vi en esos 3 meses.

Cuando empezó el siguiente año escolar, tomé a decisión de no seguir dejándome manipular por ellos, a quien sea que me pidiese ayuda en algo relacionado con los estudios le iba a decir que no, y así lo hice. El efecto tras eso fue inmediato, todos aquellos que se sentaban conmigo me dejaron de lado. Me dejaron sola. Pero estaba decidida a ganarme la amistad de mis compañeros sin tener que reducirme a ser su sirvienta, cueste lo que me cueste.

Con cada intento que hacía los resultados eran negativos, muchos eran recelosos conmigo por habérmeles negado en ayudarlos con sus deberes. Esto me obligó a tomar medidas drásticas, medidas que terminarían por lamentar de haber tomado.

Hice cosas estúpidas para poder tener favor de mis compañeros, pero ninguna tan grande como esta. Un día llegué estaba pensando en toda mi situación con mis compañeros, en por qué me rechazaban. La escuela en la que estaba era muy diversas, con alumnos de distintas procedencias, así que descartaba que fuera por eso. Tampoco vi que las niñas suelen ser aisladas por los varones, así que no era por ser niña. Lo único que me quedaba era por la ropa que usaba. Ahora que me veía fijamente en el espejo podía entenderlo, hasta yo misma me alejaría de una persona que vistiera así de horrible. Y luego pensé que si vistiera mejor entonces tal vez las personas empezarían a quererme, así que busqué en mi armario algún conjunto que se viera mejor a la vista, guiándome de esas tontas revistas de moda.

Al día siguiente fui a la escuela con ropa de siempre para que mi familia no se enterara de mi plan, la ropa que iba a estrenar la tenía guardada en mi mochila. Apenas llegué fui directo al baño a cambiarme, una vez lista salí confiada de que todo iba a ser diferente a partir de ahora...en cierta forma lo fue.

Me acerqué a las 3 chicas más populares, que estaban conversando, para obtener su aprobación.

-Hola chicas.

Ellas voltearon a verme y cuando lo hicieron las vi totalmente sorprendidas, no esperaban verme con la clase de ropa que llevaba encima. Tenía puesto un vestido rojo con algo de brillantina (que le puse porque pensaba que así se vería más bonito) que me llegaba hasta los muslos, el cabello lo tenía suelto y portando una diadema roja, por último, cambié mis zapatos por unos tacones bajos igual de rojos, incluso llevaba labial del mismo color. Además, llevaba un brazalete amarillo en mi mano izquierda y aretes en forma de círculos del mismo color (gracias a Carlota que ya me había perforado las orejas fue que pude usarlos).

- ¿Ronnie Anne? - preguntó Marisa totalmente desconcertada.

-Sí, así es.

-Pero...pero...-esperaba sus palabras de halagos con ansias- ¿pero qué demonios estás usando? -en su lugar obtuve fueron esas palabras, que transmitieron...asco.

-Yo solo...quería usar algo diferente. ¿qué opinan?

- ¿Qué opino? Opino que te ves horrible con eso-me respondió Dana con disgusto-Es decir, ¿quién usaría eso?

-Por supuesto solo tú-añadió Ángela con malicia-Solo tú podrías tener un gusto tan vulgar.

Los niños que pasaban por los pasillos se detuvieron a verme, agarrados por la curiosidad.

-Yo...yo creí que me vería bonita con esto-confesé mostrando tristeza en mi tono de voz.

- ¿Bonita? Por favor, pareces una zorra-replicó Ángela

-Ja, es cierto, te vistes como zorra-y así todos a mi alrededor comenzaron a reírse de mí y a llamarme zorra en forma de cánticos.

La presión y la humillación era demasiada, no podía soportarla, tenía que salir de ahí en cuanto antes. Intenté correr para escapar de ese horrible momento, pero como me faltaba práctica para moverme con tacones terminé por caerme torpemente al suelo, las risas aumentaron con esto. Terminé por quitarme los tacones para poder correr con libertad hasta el baño.

No había nadie usándolo así que estaba sola. Yo...no pude resistir más, empecé a llorar y sollozar, frustrada por haber hecho un retroceso. Pero al verme en el espejo me di cuenta de que tenían razón, me veía como una zorra. Esa fue la última vez que usé un vestido.

Y como había dicho, las cosas cambiaron desde entonces, empezaron a llamarme zorra.

Pasaron 3 días desde ese momento, entonces el director mandó a llamar a Ángela a su despacho. El día transcurrió como siempre, pero al terminar el día ocurrió algo diferente. Cuando estaba por irme, Ángela se acercó para hablarme.

-Oye Ronnie Anne, ¿podemos hablar un segundo?

Como dije, estaba sorprendida de que ella me hablase, y más con un tono diferente a su tono de desagrado usual.

-Claro, ¿qué pasa?

-Escucha, estuve pensado en...pues en todo, entre tú y yo. Creo que no he sido muy justa contigo, y si me permites quisiera compensarlo. Esta noche haré una pijamada en mi casa con un par de amigas, y...quisiera que vinieras, para conocernos mejor. Incluso...puede que lleguemos a ser amigas-me dijo mostrándose apenada y conmovida.

Escuchar esas palabras de una persona como Ángela me hizo sentir un alivio y confort que nunca antes había experimentado. Era como el primer rayo de sol que recibía una persona que pasó todo un mes de oscuridad en el Ártico. Obviamente no iba a despreciar esa muestra de amabilidad de su parte.

-Seguro, estaré ahí. Lo prometo-esbocé una sonrisa para expresar sinceridad.

-De acuerdo-dijo ella como si se sintiera aliviada-Aquí está anotada mi dirección para que puedas llegar. Recuerda venir en pijama para no desencajar, ¿ok?

-Ok.

-Bien, te veré esta noche Ronnie Anne-se despidió ella de mí para luego irse camino a su casa.

En cuanto a mí, estaba que explotaba de alegría, esta era la primera vez que alguien me invitaba a una pijamada desde que llegué a esta escuela y estaba determinada a volverla la mejor noche de mi vida.

Esperé ansiosa toda la tarde hasta que al fin llegó la hora de ir a la casa de Ángela. Mi mamá fue quien me trajo, le solicité que evitara que se entrometiera mi familia, los amaba, pero no quería que ellos arruinaran mi oportunidad para por fin hacer amigos en esa escuela, y más cuando esa posible amiga era Ángela, mi mamá por suerte comprendió cómo me sentía y aceptó llevarme ella sola.

La casa de Ángela era enorme, no era una mansión, pero era muy grande en comparación con el pequeño departamento donde vivo. Era como 2 veces más grande que mi casa actual y era de 2 pisos, estaba pintada toda de blanco y tenía decoraciones que daban un cierto aire de elegancia al lugar.

Por solicitud mía, mi mamá se retiró apenas me dejó no sin antes entregarme un teléfono por si ocurría algo. Yo venía con un pijama simple, solamente una camisa blanca y unos shorts blanco con rayas celeste verticales que me quedaban un poco holgados, pero tenían el ajuste ideal para evitar incidentes de ese tipo. Llegué a la entrada de la casa y toqué la puerta, unos eternos segundos después apareció Ángela asomando su cabeza por la puerta.

- ¡Ronnie Anne, sí viniste! -dijo ella mostrando alegría.

-Pues claro, no me lo iba a perder.

-Ven, pasa, pasa-me invitó a pasar y yo acepté gustosa, emocionada de empezar esta velada memorable.

Al entrar en su casa me sorprendí por lo espaciosa que era, algo comprobable cuando veía la cantidad de niños que estaban dentro de la casa. Sabía que ella era popular, pero no tenía idea de cuánto, no solo estaban los de mi salón también había chicos y chicas que no sabía si pertenecían a la misma escuela que la mía. Si bien, estaba feliz por estar en una fiesta tan grande, había algo que me parecía sospechoso.

-Me alegra mucho que hayas podido venir Ronnie Anne, pero... ¿por qué viniste en pijama?

Todas las miradas de los chicos se posaron sobre mí después del comentario de la rubia. Así fue que me di cuenta de qué era lo raro en esa fiesta, yo era la única que usaba pijama mientras los demás vestían ropa semi-formales. Algunos al verme empezaron a soltar risillas que empezaron a contagiar al resto.

-Pero...me dijiste que viniera en pijama.

-No, dije que vinieras con ropa semi-formal o en su defecto con tu mejor ropa-me replicó aparentando inocencia-Espera...no me digas que... ¿esa es tu mejor ropa? Jajaja, qué ridículo.

Con las palabras de la rubia los demás niños aumentaron la intensidad de sus risas hasta que se escuchaban de parte de cada niño que estaba en la casa.

-Pero tú...tú...tú...-solo decía eso estando totalmente desconcertada. Estaba segura de que ella me dijo que llevara pijama, pero una parte de mí se aferraba a la creencia de que era un malentendido.

- ¡No puede ser, también está usando bóxer! ¡Ronnie Anne se viste como un niño! -señaló uno de los niños que se veía más grande que yo y mis compañeros, pero todos empezaron a carcajear al percatarse de ese detalle.

Yo estaba completamente avergonzada, hasta intenté taparme abajo para que no vieran, pero las risas no cesaban. Le supliqué a Ángela con la mirada que me sacara de esta humillante situación, pero ella por unos momentos cambió su cara cuajada de la risa por una mirada fría que me heló la sangre.

-Vuelves a acusarme con tu mamita...y te irá peor que ahora-fue lo que me dijo en voz baja para que nadie más que yo la escuchara. Así fue cuando me enteré de la verdad, ella deliberadamente me hizo venir en pijama para poder humillarme no solo frente a toda la escuela, sino frente a un gran grupo de niños que pertenecían a otras escuelas.

Me sentí totalmente expuesta e impotente en ese momento, había caído en una de las artimañas de esa víbora de cabello oxigenado y no podía hacer nada al respecto. Solo me quedó correr hasta llegar a donde podía refugiarme y estar sola, llegué a una puerta que por suerte resultó ser un baño, pasé seguro y lo único que hice por varios minutos fue sentarme y llorar. Justo cuando creí que era el momento de finalmente poder llevarme bien con mis compañeros, resultó ser que era un engaño para aplastar mis esperanzas y reírse de mí.

Mientras lloraba no dejaba de pensar en por qué me hicieron esto, si yo no les había hecho nada. Las palabras de Ángela regresaron a mí en forma de eco distante, ella dijo que la acusé. Seguro estaba resentida por la reprimenda que debió haberle dado por lo que pasó 3 días atrás, pero yo no le había dicho a nadie sobre eso, me aseguré de no dejar pista al respecto para que mi familia no se entrometiera, ¿quién pudo haberle dicho al director? Todos los que estuvieron presente no les importaba así que ellos no fueron, pero...luego recordé que algunos de mis compañeros tenían hermanos que estudiaban con Bobby, quizás él le dijo a mamá y ella le contó al director sin que yo me enterase para que no sufriera las consecuencias, algo que al final no valió la pena.

Cuando pude reunir las fuerzas suficientes para mantener mi mente bajo control, recordé que tenía el teléfono que me dio mi mamá en caso de una emergencia. Lo usé para llamarla y decirle que me viniera a recoger bajo el pretexto que había sufrido un...accidente con mi vejiga, fue lo primero que se me ocurrió y en lo cual podía dar evidencia porque el short que tenía puesto estaba empapado de mis lágrimas. Con eso resuelto, faltaba resolver cómo salir del baño, puesto a que no quería salir por la sala y ser un objeto de burla nuevamente. Opté por salir por la ventana del baño y esperar a que mi mamá llegara para que me sacar de ahí de una vez por todas. Al cabo de unos minutos así fue.

Pasó un tiempo desde ese momento y llegó el verano, uno el cual estaba seguro que pasaría sola de nuevo, pero no sabía que a inicios de este ocurriría algo que me cambiaría la vida por completo. Me encontraba patinando en un pequeño parque de skates que estaba cerca de mi casa, lugar que me gustaba frecuentar. Estaba sumergida en mis pensamientos mientras hacía trucos que había aprendido viendo en línea, cuando de repente escuché a alguien aplaudir. Al fijarme vi sentada en un banco cerca a una niña de apariencia oriental aplaudiéndome, tenía puesta exactamente el mismo conjunto con el que la vistes hoy.

- ¡Guau, eso estuvo increíble! -me felicitó la niña.

-Eh, gracias, supongo-le agradecí.

- ¿Cómo lo hiciste? Parecías una profesional.

-Pues...con práctica, solo eso.

- ¡Qué loco! Si sigues así te aseguro que te veré en los próximos X-games-inevitablemente me sonrojé ante su halago- ¿Puedo intentarlo? Por fis.

-Ahm...sí, está bien.

Le presté mi tabla para que ella intentara hacer el truco por su cuenta. Se subió a ella como si supiera qué hacer...pero no era así, no movió ni un pelo estando encima de mi tabla. De hecho, el viento la movió hacia atrás y como había una rampa pequeña detrás de ella se fue cuesta abajo aumentando la velocidad a cada segundo.

-¡AAAAHHHH! ¡AYUDAAAA! -me gritó desesperada porque la salvara, ya que al final del camino se encontraría con la fuente de la plaza y como además no tenía protección terminaría por mojarse y lastimarse.

Viendo que esa chica me había tratado bien apenas conociéndome, supe que tuve que hacer algo para retribuirle.

- ¡Ya voy! -busqué a mi alrededor algo que sirviera para rescatarla. Encontré una de esas extrañas pelotas atadas a un poste que usan en este país y se lo lancé a la chica.

- ¡Sostente de eso! -por suerte reaccionó rápido y se aferró del balón cuando la alcanzó para así salirse de mi tabla sin ningún rasguño. Y hablando de esta, terminó por estrellarse en la base de la fuente, salió volando por el aire hasta que me fue imposible volver a verla.

- ¿Estás bien? -le pregunté habiéndome acercado a ella.

-Sí...pero, ¡qué loco! Eso fue aterrador, pude haberme lastimado, pero tú me salvaste. ¡Gracias! -dijo y luego me dio un abrazo. Así me demostraba lo afectuosa que era, pero me ponía un poco nerviosa.

-B-Bueno, no hay de qué.

Entonces rompió el abrazo.

-Creí que al menos sabías cómo patinar.

-En realidad nunca había patinado antes en mi vida, pero cuando te vi allá dominando ese medio tubo con gracia pensé que sería divertido-confesó ella-Pero...tu tabla, se fue por el aire. Ay por Dios, todo fue mi culpa, cómo lo siento.

-Está bien, no importa, tengo otra en mi casa. Bueno, adiós-me despedí rápido al no saber cómo continuar con la conversación.

- ¡Espera! -sin embargo, ella me detuvo antes de dar un paso-Yo... ¿puedo quedarme contigo? -me preguntó apenada sobándose el brazo.

- ¿Qué? -pregunté asombrada.

-Digo, no quedarme en tu casa, eso sería raro porque apenas nos conocemos. Quiero decir...si puedo quedarme cerca de ti, para platicar y eso.

-Pero... ¿no te molesta que yo sea...?

- ¿Qué?

- ¿Rara?

-Mmmm...no. De hecho, muchas personas piensan que soy rara, es bueno saber que ya no estoy sola, jeje. Soy Sid Chang, por cierto, ¿cómo te llamas?

-Ahm...-para este punto dudaba si revelarle mi nombre, a nadie que conocía le gustaba mi nombre y lo último que quería era causar una mala impresión. Pero si quería que esa posible amistad funcionase tenía que ser honesta-R-Ronnie Anne.

- ¿Ronnie Anne? - bajé la mirada cuando supuse que también odiaba mi nombre- ¡Pero qué bonito nombre! -y alcé la mirada cuando escuchaba que en realidad a ella le gustaba- ¿Es un diminutivo?

-Sí, en realidad mi nombre es Ronalda Anne Santiago.

- ¿Ronalda? O sea, ¿cómo el futbolista, pero en femenino? Guau, tus padres te dieron un gran nombre, debes ser muy popular en la escuela.

-Oh, ¿no estás en la escuela César Chávez?

-De hecho, soy nueva en la ciudad, mis padres y yo nos estamos recién mudando. Bueno, en realidad no nos hemos mudado como tal, nos encontrar un buen lugar donde quedarnos. Por aquí cerca hay departamento que está disponible y que estamos viendo, es ese de allá-señaló al edificio donde yo vivía.

-Ahí es donde vivo.

- ¿En serio?

-Sí, así es.

- ¡No inventes! ¡Qué genial coincidencia! ¡Hasta podríamos llegar a ser mejores amigas! ¿Te...te gustaría?

-Yo...me encantaría.

Las dos nos sonreímos mutuamente por ser esta nuestra oportunidad para tener una mejor amiga, esta vez no quería desperdiciarla.

-Ehm... ¿te gustaría...que te diera un tour?

- ¿Harías eso por mí? ¡Gracias!

Ambas empezamos a caminar una al lado de la otra para comenzar nuestro recorrido. Ella no perdió la oportunidad para seguir conversando.

- ¿Te gusta el K-pop? A mí me encanta, es lo mejor que hay.

-Yo...no sé qué es K-pop.

-(Jadeo) ¡No puede ser! De lo que te has perdido. No importa, gracias a mí conocerás la mejor versión del pop de todo el planeta. Te aseguro que cuando escuches Twelve is Midnight vas a amarlo tanto como yo

Así las dos pasamos nuestra primera tarde juntas paseando por la zona, donde seguimos hablando y pudimos conocernos un poco más. Al final del día nos llegó la noticia de que la familia de Sid iba a mudarse al edificio donde yo vivía, justo en el piso superior. Esa noticia nos alegró a ambas, porque significaba que las dos podíamos pasar más tiempo juntas. Y así fue, cada día que pasaba nos divertíamos y vivíamos locas aventuras. Bueno...no tan locas, pero sí me divertía con ella. Cada día que pasaba sentía que nuestra amistad se estrechaba un poco más, pero el día de mi cumpleaños fue cuando definitivamente nos convertimos en mejores amigas.

- ¡Feliz cumpleaños, Ronnie Anne! -me dijo Sid que tenía una caja rectangular envuelta en papel de regalo de color rojo y verde.

-Sid, no tenías que molestarte.

- ¡Claro que sí! Es tu cumpleaños y hay que celebrarlo como se debe. Anda, ábrelo.

Cedí ante su insistencia y abrí su regalo. Yo...admito que casi lloro cuando vi lo que era, una tabla idéntica a la que perdí el día que nos conocimos.

-Fue un poco difícil encontrar el mismo modelo que la anterior, principalmente porque no entendía nada de lo que los vendedores me decían. Pero en estos días la vi en exhibición en una tienda y no perdí la oportunidad. ¿Te...te gusta?

De la sorpresa al recibir tal regalo, más que por el objeto en sí fue por el significado del mismo, no me dejó responder con prontitud, dejando a mi expectante amiga muy ansiosa. En unos segundos salí de mi conmoción para formular mi formular mi respuesta.

- ¡Me encanta! -la abracé como un gesto de agradecimiento por tan buen regalo.

-Por cierto, yo también te tengo un regalo.

-Pero mi cumpleaños es en marzo.

-Aun así, quiero darte algo-saqué de mi gabinete mi regalo para ella. Era cierto que no había necesidad alguna, pero aun así sentí que debía mostrarle lo que significaba para mí con un detalle. Cuando abrí la mano le mostré dos brazaletes de la amistad, uno para mí y otro para ella-

- ¿Tú los hiciste? Guau, están muy bonitos.

-Sí, así...todos sabrán que somos...mejores amigas. Entonces, ¿mejores amigas por siempre? -le pregunté un poco preocupada de que haya exagerado y asustado a mi nueva amiga.

-Mejores amigas por siempre-me respondió trayéndome un aire de tranquilidad y alegría, por fin había conseguido mi propia mejor amiga y parecía que las cosas iban a salir bien a partir de ahora.

Parecía. Luego descubriría que todo fue una vil mentira.

El último y definitivo clavo que me transformó en esto se había estado preparando desde el inicio de clases, tiempo en el cual Sid y yo empezamos cursar en la misma clase. Yo creía que nuestra amistad iba a florecer en el ámbito escolar, juraba que así iba a ser, fue por eso que en el receso la busqué por todos lados hasta que la encontré...hablando con Marisa, Dana y Ángela. Eso me preocupó, olvidé mencionarle que era mejor no acercarse a esas chicas que también podrían lastimarla como lo hicieron conmigo, pero el lugar del desdén con el que me trataban a mí a ella la trataban como a una amiga cercana, como yo deseaba que me hubiesen tratado. Después de esto mi tiempo con Sid empezó a disminuir, desaparecía por horas sin avisar ni decir con quien anduvo cuando estaba con ella. Yo no indagué porque no quería importunar en asuntos que no me incumbían, pero en realidad fue porque no quería saber si tenía razón con mi teoría. Eventualmente descubrí la respuesta.

Fue en la noche de Halloween. La escuela dio día feriado e hizo una fiesta de disfraces por la noche. Había quedado con Sid para pasar el rato en la escuela y después ir a pedir dulces, pero ella me avisó que iba a tardar porque tenía asuntos pendientes y que mejor me adelantara con eso de pedir dulces. Desde un principio sospeché de ese mensaje, pero me auto-convencí de que estaba sobre-pensando y que mejor fuese a pedir dulces primero como ella había dicho.

Salí del departamento usando un disfraz del fantasma de la película de Scream y me dispuse a empezar mi campaña para recolectar dulces, sin embargo, en el camino vi a lo lejos a Sid transitando sospechosamente por el camino hacia la escuela. Supe que era ella por el disfraz de la adolescente de la película Scream que llevaba puesto. A partir de ahí mis sospechas incrementaron y mi instinto me ordenó seguirle para llegar al fondo de todo.

Le perdí el rastro por culpa de la multitud que circulaba por la noche, aun así, supe que ella se había dirigido a la escuela. La encontré en nuestro salón hablando con las 3 divas aquellas (Dana tenía un disfraz de momia, Marisa uno de la Mujer Maravilla y Ángela uno de reina vampiro). Me escondí en el borde de la puerta (que estaba abierta) donde periféricamente ellas no podían verme. La escuchaba riendo, pero no estaba segura de porqué así que agudicé el oído para oír lo que decían.

- ¡Jajaja, pero qué idiotas! ¿Al final las castigaron? -dijo una voz que identifiqué como la de la pelinegra.

-Sip, pero no importaba pues habíamos enmendado nuestro error.

-Dirás su error, la rara no debió haber gastado ese dinero que no era suyo-identifiqué la voz de la castaña.

-En realidad...fue culpa de ambas, así que...

-Escucha Sid-comenzó a hablar la rubia, ella podía estar 100km bajo tierra y aun así podría identificar su voz venenosa-Nos caes bien y la hemos pasado bien contigo en estos últimos 2 meses, pero si quieres estar con nosotras debes responder una pregunta y más te vale ser sincera. ¿Por qué te juntas con Ronnie Anne?

Esta vez presté total atención al escuchar mi nombre ser vociferado por la líder de las 3 populares de mi salón.

-Ehm... ¿por qué quieren saber eso?

-Solo responde la pregunta.

-Pues es porque...porque...fue la primera con la que hablé.

- ¿Qué?

-Sí, digo, todos saben que si no haces al menos una amiga en tu primer mes te vuelves la rara solitaria del salón.

-Sí, te entiendo, así le pasó a ella y mira cómo quedó-escuché la voz de Dana vociferar eso.

-Exacto. Además, conocía la ciudad y todo y pues...me convenía-sentí una punzada en el corazón cuando Sid añadió eso último. Estaba por irme toda cabizbaja, pero me negaba a creer que eso fuese verdad y seguí escuchando esperando una corrección o algo así de su parte.

-Ajá, eso lo entiendo, es una regla de las escuelas que todos conocen-dijo Ángela retomando el habla-Pero lo que quiero saber es, ¿por qué te sigues juntando con ella?

No solo esperaba una respuesta positiva de parte de Sid, yo rogaba por ella. Dejó de importante la razón de su amistad en un principio, lo más importante era saber el motivo por el que se quedó conmigo todo este tiempo, más de 4 meses desde que nos conocimos. Creía...creía que a ella comencé a importarle después de pasar tanto tiempo juntos, a mí ella me importaba.

-Pues...por...por...por mis padres. Ellos se llevan bien con Los Casagrandes y tienen hasta planeado montar un negocio, o algo por el estilo. Creo que era un acuerdo, más bien. En fin, el punto es...que ellos me pidieron que me llevara bien con ella, solo para tener alguien que apoyase la colaboración de parte de su familia.

Resultó que...a ella no le importaba en lo absoluto. Todo esto tiempo que pasamos juntas, todos esos momentos que vivimos no significaron nada para ella. Nada. Al parecer solo pretendía que disfrutaba de mi compañía para que sus padres no tuvieran problema alguno para llevar a cabo ese acuerdo del cual yo ni estaba enterada. Cada fibra de mi cuerpo, cada nervio y cada célula pudo sentir como mi corazón se partió en miles de pedazos, destrozados por la desilusión y el duro golpe de realidad que recibí. No...no pude evitar llorar, estaba tan adolorida que era inútil resistirme. Sin embargo, una parte de mí seguía renuente en aceptar la verdad de los hechos y movida por la necedad de esos sentimientos me salí de mi escondite para entrar a mi salón.

No sé cómo habían llegado a las risas para este punto, pero estas cesaron cuando hice mi aparición.

-Disculpa, ¿puedo ayudarte? -preguntó con desaire la rubia vestida de reina vampiro. Ninguna sabía que era yo gracias a que usaba mi máscara. Yo solo la ignoré y me enfoqué en Sid.

- ¿De verdad piensas todo eso de Ronnie Anne? -pregunté con un nudo en la garganta que por suerte fue camuflado por mi máscara.

-Yo...pues...-miró un segundo a las chicas y luego regresó su mirada a mí-Sí...si lo hago. Ella...es toda una rara. Bueno, un poco.

Después de confirmar a plenitud que en realidad no le importaba un comino me quité mi máscara que ocultaba mi rostro con marcas de agua recorriendo mis mejillas reflejando aflicción. Todas jadearon sorprendidas al ver que aquel individuo disfrazado se trataba de mí, en especial Sid.

- ¡Pues si de verdad piensas que soy tan rara entonces ya no deberíamos ser amigas! -y con una mezcla de furia y tristeza le pateé la tabla que me había regalado y el estúpido brazalete que le había. Y luego salí corriendo tan rápido como pude de la escuela, como si quisiera escapar de aquel horrible momento que terminaría por marcarme por el resto de mi vida. No podía creerlo, mi mejor amiga no solo se juntaba con aquellas personas que me hacían la vida miserable, sino que además a mis espaldas concordaba con aquellas malas opiniones que tenían de mí.

Llegué a mi casa que estaba vacía, mi mamá estaba trabajando a estas horas en el hospital y mi hermano estaba en la fiesta de Halloween de su escuela, el resto de mi familia estaba en la bodega celebrando el Halloween, ninguno sabía que estaba en el edificio. Fui hasta mi cuarto sin detenerme en ningún momento, al llegar me lancé sobre mi cama a llorar sobre la almohada como la niña sensible que era, descargando todo el pesar y el dolor que tenía en mi pecho. No me había sentido así de dolida desde que...desde que papá murió, y en cierto modo esto era peor. Porque cuando pensaba que ya no todo era tan malo en mi vida, cuando empezaba sonreír de verdad, aquella a la que había considerado mi mejor amiga por un tiempo me apuñaló por la espalda, como si no le importara toda nuestra amistad.

Ella era la única persona ajena a mi familia con quien había compartido tantas cosas, tantos hermosos recuerdos que antes me alegraban el día ahora son puñal directo al corazón. Y pensar que con que ella me abierto más que con nadie, las cosas que le confesé... ¡rayos! ¿Cómo podía estar segura de que ella no les contó mis secretos a esas esnobs para tener su aprobación? La idea me quemaba por dentro y la impotencia me destrozaba, lo único que podía hacer era resignarme y llorar amargamente, sintiéndome como la más idiota por haber confiado en ella.

No lo entendía, ¿por qué las personas parecían odiarme? ¿Qué les había hecho yo? ¿Qué tenían contra mí? Las personas de mi escuela o se burlaban de mí o se alejaban de mí como si tuviese una enfermedad infecciosa. Yo solo quería una amiga, ¿era demasiado pedir? Y cuando parecía que finalmente lo había conseguido, resultó que la chica me utilizó para su propio beneficio.

Esta era la Ronnie Anne miserable, manipulable y llorona, de la cual todos podían aprovecharse si quisieran, porque ella no haría nada al respecto más que llorar como una nenita patética. Deseé con todas mis fuerzas que las cosas cambiaran, que ya las personas dejaran de aprovecharse de mí, que dejaran de molestarme...y entonces fue cuando me llegó la revelación. No valía la pena hacer deseos a quien sea, si quería que las cosas cambiaran tenía que cambiar yo, darles entender a todo mundo que Ronnie Anne Santiago no era una idiota lastimera y manipulable del cual aprovecharse...ya no más. Pero, ¿cómo? Hasta ahora no sabía defenderme bien de los demás por mi propia cuenta, siempre fui alguien sumisa y reservada que aguantaba toda clase de maltrato sin decir nada, no sabía nada de cómo hacerme respetar.

Y de la frustración lancé mi almohada hacia mi mesa de noche, tirando todo lo que estaba encima al suelo, incluida una revista de unas luchadoras que tanto admiraba. Mi impresión al verla fue de dolor, era una de las revistas que Sid y yo leíamos con tanto fervor, y estuve a nada de hacerla pedazos...hasta que me detuve a ver a la luchadora de la portada, "La tormenta". Era una mujer fuerte y tenaz, cuya presencia infundía miedo y respeto sobre sus adversarias, dispuesta dar pelea antes que rendirse. Esta era la clase de mujer que aspiraba ser toda mi vida, era de las que nadie tenía la osadía de meterse por lo imponentes que eran su sola presencia. Levanté mi cabeza y me encontré con el espejo, que reflejaba a la misma Ronnie Anne miserable, manipulable y llorona de hace un momento, pero eso cambiaría. A partir de ese momento iba cambiar toda mi personalidad y sería como aquellas mujeres para ganarme el respeto de todos, si quería lograrlo tenía que adquirir una actitud más ruda, violenta y tosca, y eso solo se lograba a través del entrenamiento, por suerte era viernes así que tenía todo el fin de semana para hacer el mayor trabajo posible para que cuando llegue el lunes a la escuela les diese a conocer a todos la nueva Ronnie Anne Santiago.

Salí del departamento, evadiendo la vista de mis familiares. Me escabullí camuflándome entre la gente hasta llegar a mi lugar de destino, un gimnasio que estaba a unas cuantas cuadras. No sabía si estaba abierto o no, pero era el único lugar que conocía donde podrían hacerme más dura.

Llegué al establecimiento, la luz estaba encendida y vi a una mujer golpeando un saco de boxeo. Supuse que estaba abierto así que entré sin haber llamado la atención de la señora, aunque solo la vi a ella dentro del gimnasio. Me acerqué a uno de los sacos desocupados para comenzar mi entrenamiento. Saqué de mi disfraz los guantes de mi abuelo que tomé de su habitación, después de colocármelos me dispuse a golpearlo con toda mi fuerza. Ese golpe apenas movió el saco, entonces volví a golpear ahora con molestia. Lo moví un poco más, pero no era suficiente. Esta vez golpeé con furia y terminé por lastimarme un poco la mano. Me sentí muy enojada y también frustrada, estaba por descargarme contra el saco, pero la señora que estaba en el gimnasio me detuvo tomándome del hombre.

-Oye, ¿qué estás haciendo? -me preguntó con un algo de reprensión. Me asusté al verla, su exterior era intimidante y de respetar. Era mujer castaña, a lo mucho 35 años, con una camisa y pantalón negro y zapatos deportivos, su ropa se parecía a las que usan las luchadoras profesionales de la MMA y me dio la impresión de que era una luchadora.

-Ehm...yo solo estaba golpeando el saco-respondí con algo de miedo.

- ¿No deberías estar allá afuera pidiendo dulces con tus amigos?

-Es que...yo no tengo amigos-le dije con simpleza, tristeza y rencor.

Ella relajó se ceño fruncido.

-Oh, entiendo. Adivino, problemas en la escuela.

Asentí lentamente con la cabeza, todavía estaba afectada por lo que ocurrió recientemente.

-Y quieres vengarte de los que te lastimaron, ¿no es así? -dedujo ella tan audazmente que lo sentí como si me dijera que ya lo ha vivido.

-No. Bueno sí, pero...lo que quiero es que me dejen en paz. Creo que si me hago fuerte mis compañeros dejarán de molestarme.

Ella me miró con compasión y me acarició el hombro como una especie de consuelo. Dejó de hablar por unos momentos y pareció estar pensando en algo muy detalladamente.

-Está bien, pero no lo lograrás si sigues así porque lo estás haciendo mal. Te lastimaste la mano, ¿verdad?

Esta vez no respondí, me dejó pasmada esa nueva deducción de su parte.

-Tomaré eso como un sí. Bien escucha, crees que la fuerza viene de tu brazo, ¿no es así? Pues te equivocas, viene de todo tu cuerpo. La fuerza es una energía que viaja por todo tu cuerpo hasta llegar hasta el punto donde la vas a aplicar. En este caso no es en el brazo, sino en el hombro, que actúa como un potenciador de tus brazos, ¿me entiendes?

-Sí, entiendo.

-Bien. Entonces sabiendo eso, tu meta es encontrar la mejor forma de aprovechar tu fuerza para dar un golpe certero. Para esto primero tienes que adoptar la postura correcta. Separa las piernas un poco más ancho que los hombros, ponte en guardia, flexiona un poco las rodillas. ¿Eres zurda o diestra?

-Zurda.

-Bien, entonces pon el pie derecho al frente y el izquierdo atrás. Cuando golpees gira el torso como si fueras a golpear con la cadera. Y finalmente, no aprietes el puño, solo ponlo en posición de golpear, si lo aprietas puedes lastimarte como pasó recién. ¿Quedó claro?

-Sí, claro.

-Bien, ahora golpea.

Esta vez golpeé el saco siguiendo las indicaciones que ella me dio, el saco se movió más que las otras veces.

-No está mal. Ahora quiero que te muevas. Como dije, la fuerza viene es de todo tu cuerpo y si quieres usarla al máximo tienes que mantener en movimiento. Anda, da pequeños saltos.

Hice lo que me ordenó y empecé a dar pequeños saltos.

-Exacto. Ahora relaja los brazos sacudiéndolos un poco.

Empecé a sacudir los brazos.

-Bien. Ahora golpea.

Golpeé como me ordenó y el sacó recibió de lleno todo mi ataque, ese había sido el mejor golpe que había dado en mi vida hasta entonces.

-Usa también las piernas, niña. Golpea de nuevo.

(Golpe)

-Otra vez.

(Golpe)

-Bien, sigue así.

(Golpe)

-Ahora cambia tu posición y usa tu derecha.

(Golpe)

- ¡Con fuerza!

(Golpe)

- ¡Más fuerza!

(Golpe)

-Muy bien, continúa.

Y así seguí por una hora sin para golpeando ese saco. A veces veía las caras de Marisa, Dana y de Ángela retratadas en el saco y eso me enfurecía. Pero cuando veía la cara de Sid...se encendía una llama dentro de mí que podía quemar una ciudad entera, sin duda alguna ella era a quien odiaba más.

Cuando terminamos, la señora y yo nos presentamos formalmente. Se llamaba Jessica Stones, ex boxeadora amateur de peso ligero recientemente retirada que había llegado a la ciudad para establecerse y conseguir empleo. Le pregunté si podía entrenarme a cambio de una paga que estaba dispuesta a darle. Terminó accediendo y me dijo que podía venir mañana y el domingo temprano para hacer un intensivo y estar lista para enfrentar a mis agresoras, nunca me cobró lo que hicimos ese fin de semana.

Troté, corrí, hice flexiones, abdominales, sentadillas, hice de todo ese fin de semana. También seguí con las prácticas de boxeo, enfocándome más que todo en mis golpes, aunque también entrené un poco mi agilidad y capacidad de esquive.

Terminé agotada ese fin de semana, y aunque solo había entrenado por 3 días, las dos estábamos seguras de que estaba lista para afrontar el lunes.

Llegó el inicio de semana y con él mi oportunidad de cambiar las cosas. Antes de salir a la escuela decidí cambiar mi atuendo, desde la primera impresión tenía que demostrar que yo era más fuerte que cualquiera. Busqué por todo mi armario el conjunto de ropa ideal para mi nueva yo, tardé un poco, pero lo hallé: Una sudadera morada con bolsillos al frente (la cual usaba más que todo para abrigarme) y por debajo una camisa blanca sin mangas, unos shorts azul oscuro, medias de color lila y unas zapatillas de color morado. Me miré al espejo y contemplé por primera vez a la nueva Ronnie Anne Santiago, la que se veía ruda, tenaz, temible, dura y por supuesto respetable. Cuando fijé la vista en el espejo atrás de mi cama me pareció ver a mi antigua yo, aquella que había sufrido tanto, sonriéndome y levantando los dos pulgares dando apoyo y aprobación a lo que hacía. Le sonreí devuelta agradeciéndole por todo lo que había hecho, pero ya era hora de cambiar.

Llegué a la escuela más determinada y segura de mí misma que nunca. A partir de ese momento las cosas serían totalmente diferentes, y me aseguré de que así fuese rindiendo cuentas con las tres harpías que me lastimaron reiteradas veces.

Las encontré hablando entre ellas en los casilleros. Conseguí su atención dando un golpe sonoro a un casillero. Ellas me miraron con fastidio.

- ¿Qué quieres? -me preguntó la rubia.

Tenía la mirada baja, esperaba el momento oportuno para atacar.

-Si quieres una disculpa por lo de Halloween pues tendrás que buscarla en otra parte. Eso fue culpa tuya por estar escuchando conversaciones ajenas. A ver si con eso aprendes a no meterte en donde no te incumbe-dijo Ángela sin ninguna pizca de remordimiento, lo cual estaba bien, eso me ponía las cosas más fáciles.

Levanté la cabeza les otorgué la mirada más fría penetrante que había dado hasta entonces. Las 3 se sorprendieron ante esta extraña reacción de mi parte, acostumbradas a verme siempre decaída.

-Por si no entendiste, te acabo de decir que te largues-endurecí la mirada después de su declaración, entonces Dana y Marisa retrocedieron un par de pasos mostrándose asustadas. Ángela no lo hizo, en su lugar cruzó los brazos y se me acercó pedantemente.

-Oh, ya veo lo que pasa. Tratas de intimidarme, ¿no es así? Pues no lo harás. Puedes vestirte como un niño cuántas veces quieras, pero para todo el mundo...-acercó su rostro al mío, para darle contundencia a lo que iba a decir-siempre serás y seguirás siendo una zorra.

Encolerizada le agarré por el cuello de la camisa y la empujé a los casilleros.

-Vuelves a llamarme zorra...y te irá peor que ahora-le dije usando las mismas palabras que ella usó en el fiasco de la pijamada.

- ¿Qué quieres decir con...? -no la dejé terminar cuando le conecté un golpe en la boca del estómago para sacarle todo el aire y dejarla aturdida un momento, ya llegaría su momento. Primero tenía que encargarme de sus "secuaces".

Agarré a la castaña y le di 2 golpes en la cara, otro en el estómago para que descuidara su rostro y finalicé con un golpe bajo la barbilla que la dejó noqueada.

La pelinegra al ver cómo dejé a su amiga entró en pánico.

- ¡Espera, espera, yo no...! -intentaba persuadirme, pero no la dejé terminar al encestarle un golpe justo en la nariz.

Al ver el sangrado intentó taparlo con sus manos, sin saber que dejó descubierto su cuerpo. Golpeé sus costillas 3 veces hasta que la obligué a cubrirse por esa zona, y con su cara desprotegida la golpeé en la cara dos veces más y terminé agarrándola por el pelo para estrellarle la cara contra el casillero y así dejarla desmayada.

Volteé para ver a la rubia líder de esas esnobs, estaba de rodillas con las manos en el estómago. Aproveché su posición para darle una patada en la cara y sacarle un poco de sangre en la boca, pues le había roto un labio. Agachó la mirada para que se le escurriera la sangre, pero la agarré del cabello para obligarla a verme. Esa mirada de terror que vi en sus ojos al verme no tuvo precio, pero de ninguna forma iba a compadecerme cuando ella jamás mostró compasión por mí. Le di 3 golpes en la cara, 2 de los cuales fueron directo a la nariz y el otro le pegó en un ojo que lo dejó morado. Luego estrellé su cabeza 2 veces en el suelo. Después la agarré de la camisa para obligarla a levantarse y esta vez la arrojé de cara al casillero, repetí el proceso dos veces más hasta que en la tercera la arrojé con tanta fuerza que terminó por abollar la puerta del casillero. Para terminar con ella, la volteé para que me mirara y le di un fuerte golpe con mi mano izquierda y ella quedó tendida en el suelo.

Jadeé con algo de cansancio pues aún no estaba acostumbrada a esta clase de actividad física, mis manos palpitaban por el ardor de los golpes, pero aún no había terminado, faltaba la persona que en poco menos de 6 meses más daño me había hecho. Giré la cabeza hacia atrás y la vi, a la maldita de Sid Chang enmudecida por el brutal espectáculo que acabo de armar, si tan solo hubiera sabido lo que le esperaba. Caminé para acercármele, ella estaba paralizada del miedo lo cual me hizo más fácil el poder alcanzarla. Estando a 2 pasos de llegar a ella intentó correr, pero la agarré del brazo para que no se escapara, la tumbé al suelo para despistarla y me senté en su torso para inmovilizarla.

Ahí la tenía, justo en dónde la quería, completamente bajo mi merced. Sólo éramos ella y yo, para ajustar cuentas y hacerla pagar por lo que me hizo. El solo verla me llenaba de tanta ira como nunca antes había tenido, la haría pagar tan fuerte como pudiera. Apreté mis puños preparados para golpear, sin importarme que terminara por lastimarme la mano, quería que ella sintiera todo el dolor que me hizo sentir su traición.

1...2...3...4...5...después de ese número ya no sabía cuánto llevaba, nunca supe cuántos golpes le di o por cuánto la había golpeado, solo me enfoqué en drenar toda mi ira sobre ella. Llegué a un momento en que solté un grito lleno de rabia, también empecé a soltar lágrimas producto de la ira.

Paré cuando mis manos me ardían y me dolían como un demonio, su rostro estaba magullado por mis golpes, pero aún no estaba satisfecha con eso. Ya no podía seguir usando mis manos, así que tuve que improvisar. Me levanté a buscar algo que me serviría para lo que quería hacer. Sid creyó que ya había terminado y se sentó en el suelo, pero no pudo ni ponerse la mano en la cabeza cuando le puse encima un pote de basura metálico. Comencé a golpear con fuerza y furia el pote con un palo suelto que encontré en el armario del conserje. Aunque tampoco supe por cuánto tiempo lo estuve haciendo, sé que demoré más que cuando la golpeé con mis manos.

Me detuve definitivamente cuando el cansancio pudo más conmigo y solté el palo que resonó con eco por todo el lugar, Sid cayó al suelo soltando un largo alarido de dolor. Cuando volteé de casualidad al pasillo, encontré a mis compañeros de clase y a niños de diversos grados (superiores e inferiores) mirándome horrorizados. La escuela no estaba exenta de peleas, pero ninguno nunca antes había visto una muestra tan grande de violencia como la mía, sabía ese entonces que ninguno volvería a verme con los mismos ojos de antes. Ese era mi oportunidad de cambiar las cosas a mi favor y la tomé.

- ¡Dejaré algo muy en claro a todos ustedes! -me dirigí a ellos con ímpetu y un tono de voz que mostraba fuerza y agresividad- ¡La Ronnie Anne de antes, esa niñita llorona y patética, ya se fue! ¡Ahora está esta nueva Ronnie Anne, quien no dejará que nadie la vuelva a molestar o aprovecharse de ella! ¡Si alguno de ustedes me hace enojar, les probaré que lo que les hice a ellas...-señalé a mi espalda al grupo de chicas que recién había molido a golpes-...no será nada comparado con lo que les haré a ustedes! ¡¿Quedó claro?!-ninguno me respondió de inmediato, el miedo se había apoderado de ellos inhibiendo sus capacidades automotrices y del habla- ¡DIJE ¿QUEDÓ CLARO?!-reformulé usando mayor fuerza. Esta vez todos asintieron con sus cabezas temblando notablemente. Ya nadie me veía con recelo, disgusto o indiferencia. No, ahora me veía con miedo, mucho miedo. Y eso...era mejor.

-Bien. Ahora, ¡LARGO! -les grité con fuerza y todos salieron huyendo totalmente despavoridos, dejándome sola con las chicas. Ya había terminado con todas...todas menos con Sid, a ella le dejaría también en claro una última cosa.

-Y tú-le quité el pote de basura, la agarré por la camisa y la empujé hasta los casilleros. Tenía el rostro muy golpeado, pero todavía estaba consciente, lo supe porque también me miraba con terror. Me acerqué para asegurarme de que ella me escuchara y dejarle en claro que hablaba en serio-No quiero volver a verte...jamás-habiendo dicho eso, abrí un casillero y la metí dentro de él. Estaba por irme, pero el solo recordar que ella estaba ahí me llenaba de una rabia descomunal, así que antes le di un último golpe al casillero que terminó por abollarlo. Cuando escuché su alarido de dolor supe que mi golpe le había dado, y con esto me dispuse a irme.

En el camino me topé con el director y mi maestra. Los dos estaban anonadados cuando vieron todo el caos que había hecho, siendo yo una alumna que ni se hacía sentir en sus clases por su conducta tranquila. Cuando me vieron supieron de inmediato que había sido yo quien había hecho todo, aunque no por eso dejaron de estar sorprendidos. Ese incidente fue el más brutal que se haya cometido en la escuela, y aunque yo no era una buscapleitos eso no me libraba de un castigo por lo que había hecho. Los dos me llevaron al despacho del director para darme mi represión, una suspensión de una semana.

Pasada esa semana regresé a clase, no hace falta detallar la larga y tediosa charla que tuve con mi familia después de mi pelea. Apenas los demás me vieron, salieron huyendo de mí temiendo que les diera un trato igual o peor que el de las chicas. Hablando de ellas, me encontré a las 3 divas caminando al lado contrario a donde yo iba, tenían vendas y banditas en la cara, sus narices estaban inmovilizadas, tenían un cachete inflamado y un ojo morado cada una. Al verme ellas palidecieron. Dana y Marisa se refugiaron detrás de Ángela y ella comenzó a temblar, era obvio que no querían volver a acercárseme después de lo que pasó, pero tal parece que tenían que pasar al lado mío para poder llegar a donde tenían que ir. Cuando estuvieron al lado mío, muy temerosas de mí, decidí jugarles una pequeña broma.

- ¡Bú! -les grité y las 3 salieron corriendo y gritando como locas. Por supuesto que me reí de su reacción, ahora ellas eran las patéticas.

Regresé la vista al frente y me encontré de nuevo con Sid mirando a lo lejos, estaba igual que las otras 3 solo que con más vendas y la cara roja. Al verla le dediqué la mirada más dura que jamás había hecho, retándola para que se me acercara para que viera lo que le esperaba si se atrevía. Ella se asustó con mi mirada y salió corriendo al lado opuesto.

Después de eso, me di cuenta de que en ese pasillo estaba yo sola. La verdad es que siempre he estado sola, pero ahora ya nadie me molestaría o se aprovecharía de mí. Y eso al menos me dejaba tranquila.

/

Regresamos ahora al presente, donde Ronnie Anne terminaba de relatar su historia a un atónito Lincoln.

-Seguí entrenando con Jessica 3 días a la semana por las tardes, cuando no lo hacía entonces yo misma entrenaba por mi cuenta para poder ser más fuerte. Cada vez que alguien me molestaba o me hacía quedar en vergüenza se las veía conmigo, así...nadie se burlaba de mí. No volví a hablar con nadie desde entonces, solo cuando los maestros me obligaban a juntarme con otros en los trabajos escolares esperando que así me relacionase mejor con mis compañeros, pero ellos no sabían que yo ya no confiaba en ellos...ni en ninguna otra persona.

Ronnie Anne abrazó sus rodillas mientras seguía relatando.

-Así fue el resto del año, hasta que mamá anunció que nos mudaríamos a Royal Woods. Cuando llegué a acá me puse a buscar a alguien que me siguiera enseñando a ser ruda, terminé encontrándome con el par de idiotas que antes ocupaban este lugar, ellos me enseñaron la mejor forma de ser ruda. Claro, sus métodos estaban orientados a abusar de los demás más que todos, pero aun así me sirvió para mis propósitos, como agarrar más fuerza, tenacidad y generar temor en quien sea con solo una mirada. Luego llegué a tu escuela y...ya sabes. Así fue como todo empezó.

Finalmente, Ronnie Anne terminó de contar su vida en Great Lakes City, momento trascendental para su desarrollo de su lado más rudo y tosco. Lincoln desde que la conoció supo que algo le había pasado como para que llegase a ser tan dura, pero ¿esto? Jamás creyó que una persona pudiera pasar por tan duros momentos, mucho menos a tan temprana edad.

-Guau, yo...no sé qué decir.

-No es necesario que digas algo, sé lo que piensas. Que soy patética.

- ¿Qué? No, yo nunca...

-No mientas, sé que lo haces, hasta yo misma sé que soy patética. Y...quizás por eso es que nadie quiere estar conmigo, porque soy patética-ella luchaba por contener sus lágrimas, siempre que recordaba su pasado se ponía sensible y no quería mostrarse débil frente a Lincoln...bueno, más débil de lo que ya se mostraba.

En cuanto a Lincoln, él no sabía qué decir para consolar a su novia. Tal vez algunas de sus hermanas hayan sufrido de burlas y humillaciones, pero ninguna tuvo un caso de tanta magnitud como este. Además, todas por lo menos tenían una amiga que les ayudase a sobrellevar esos difíciles momentos por los que pasaron, en cambio la única amiga que tenía Ronnie Anne terminó siendo una farsa que la usó a su conveniencia, aparte de ella, siempre había estado sola. Sin duda alguna lo que le pasó a ella fue mucho peor que lo que pasaron sus hermanas.

Mientras seguía inducida por su estado melancólico, Ronnie Anne fue tomada desprevenida cuando sintió un par de brazos rodeándola hasta formar un abrazo. Cuando se fijó, se dio cuenta de que eran los brazos de Lincoln.

- ¿Q-qué haces? -preguntó ella con un nudo en la garganta.

-Shhhhh-la silenció y afianzó más su abrazo-No digas nada, solo...desahógate conmigo. No hay nadie viendo o escuchando, así que...déjalo salir.

Ella no estaba segura de hacerlo, todavía no quería que Lincoln la viera llorando. Sí, le contó de su pasado solo para quitarse ese peso de encima, pero eso era parte del pasado, ella desde el Halloween en el que cambió todo no había soltado ni la más pequeña lágrima, siempre se contenía sin importar si estuviera sola o acompañada, porque las personas rudas no lloraban. Sin embargo, en estos momentos se sentía vulnerable por primera vez en casi 3 años. Sentía el nudo en su garganta, una creciente opresión en el pecho y el llanto en sus ojos que desesperaban por salir. Se resistió a no romperse frente a su pareja hasta que...no pudo más, dejó salir toda la tristeza y pesar que tenía en su pecho.

Comenzó a llorar, gemir y sollozar hundiendo su cabeza entre sus piernas para que él no la viera. Lincoln se limitó a abrazarla y a escucharla, podía sentir todo el dolor que transmitían esas grandes y pesadas gotas cuyo sonido hacía eco en las paredes de ese callejón. Esas gotas eran la prueba de que, a pesar de haber pasado un buen tiempo, Ronnie Anne seguía muy dolida por lo que pasó.

Y así se quedaron los dos por el resto de la tarde, Ronnie Anne llorando amargamente mientras era consolada por Lincoln. Siguieron así hasta que ya se les hizo muy tarde y tuvieron que volver a casa.

/

Ronnie Anne regresaba a su casa caminando siendo acompañada por Lincoln. La morena estaba distante del albino, no como antes que era así para mantener su actitud de chica ruda, esta vez era porque ella...estaba avergonzada. Había estado llorando como una bebita por un buen tiempo, mostrándose débil y frágil por primera vez con su pareja. Estaba segura que ahora la veía como una niñita llorona y patética, lo último que quería era escuchar sus burlas al respecto.

-Bueno...ya llegamos-dijo la latina al estar frente a su casa. Tenía previsto darle a Lincoln una advertencia para que no dijera nada, pero ahora estaba completamente desanimada. Solo quería llegar a casa y dormir. Al dar los primeros pasos fue detenida por el peliblanco.

-Espera-la detuvo agarrándola de la mano consiguiendo así su atención. Ella estaba segura de que él no perdería la oportunidad para burlarse de ella, y como no tenía el ánimo para hacer algo al respecto, aceptó su destino.

-Escucha Ronnie. Sé que pasaste por momentos muy duros y entiendo por qué no quieres que nadie se te acerque. Pero...quiero que sepas que no todos son así. No todos te rechazan por razones rebuscadas o te utilizan para su propio beneficio, también hay personas con las que puedes contar en los momentos en los que las necesites. Entiendo que para ti es difícil confiar en alguien después de lo que te pasó, también sería desconfiado en tu lugar. Y...aunque no he vivido algo similar a lo tuyo, puedo comprender tu sentir y pensar al respecto. Quiero que sepas que...puedes confiar en mí, para lo que sea. Si necesitas alguien que te ayude, alguien que te cubra la espalda, alguien que te apoye en todo momento, alguien que te cuide cuando estés mal, alguien que sea tu confidente o alguien que sea tu hombro para llorar...puedes contar conmigo-le aseguró Lincoln expresando confianza en sus palabras.

Ronnie Anne estaba impactada. Las palabras de su novio no solo le llegaron, incluso le hizo sentir un cosquilleo gentil en su corazón que revolotearon sus sentimientos, sacándole un gran y auténtico sonrojo a sus mejillas. Con fuerza y rapidez, el sentimiento extraño tomó control de su cuerpo, pero esta vez no opuso resistencia. No contuvo sus ganas de abrazarlo y demostrarle por primera vez...afecto.

-Gracias-susurró en su oído expresando total y absoluta gratitud.

-Por nada-devolvió el abrazo trasmitiendo todo el cariño y el amor que sentía por ella.

Después de unos largos y reconfortantes 10 segundos rompieron el abrazo, ya siendo el momento para despedirse. Pero Ronnie Anne aun no quería despedirse de Lincoln, independientemente del motivo por el cual lo hizo, él fue de mucha ayuda al escucharla y comprenderla allá en el callejón y ella no quería irse sin antes darle una muestra de gratitud más pareja. En esos momentos no se le vino nada a la mente...excepto una cosita.

Impulsada por su deseo de agradecerle, Ronnie Anne le dio un beso a Lincoln...en su mejilla. Ya antes lo había hecho, en específico en sus primeros días de noviazgo, pero este era muy diferente. Estaba lleno de gratitud y cariño, todo cargado y manifestado en esa gentil y tierna muestra de afecto.

Los dos se sonrojaron terminado el beso, Lincoln estaba completamente estático y Ronnie Anne miraba al suelo algo apenada por lo que acaba.

-Adiós, Linc-se despidió rápidamente la chica e ingresó a su hogar sin mirar atrás. Una vez segura dentro de su casa, soltó un suspiro lleno de un sentimiento extraño que por alguna razón le sacó una sonrisa tonta.

Recordó todo lo que hizo su pareja tanto hoy como los días anteriores, esta vez bajo una perspectiva distinta. Si bien, aún seguía segura de que él en definitiva no gustaba de ella, algo dentro le aseguró que él ya no es solo su "novio" ...también es su amigo. Después de mucho tiempo, finalmente ella ha vuelto a tener un amigo.

Regresando con Lincoln, él estaba entre las nubes después de recibir ese beso de parte de su novia, siendo este mucho más dulce y afectuoso que los anteriores. Tuvo que poner los pies en la tierra cuando recordó que ya se le hacía muy tarde para regresar a casa.

Durante el trayecto de regreso a su hogar seguía pensando en la historia que le contó su amada. Rayos, tan solo pensar en lo que había vivido durante 3 años le generaba un dolor en el pecho creciente. No solo entendía por qué no perdonó a la chica que se apareció en la heladería, también toda su conducta irracional que le hizo agarrar mala fama comenzó a cobrar sentido. Desde lo más mínimo como sus consejos que le dio en sus comienzos como pareja hasta lo más grande como su actitud que alejaba a las personas, la razón por la que hacía todo eso era porque no quería repetir esa mala experiencia. De hecho, se sorprendía que su novia no fuese peor de lo que es ahora.

Hasta él mismo sentía la ira correr por sus venas cuando recordaba a las 3 divas que molestaban a Ronnie Anne, pero más aún al recordar a esa niña de la heladería que la traicionó. Bueno, lo mejor era no pensar en eso, ahora que sabía de su pasado también tenía la forma ideal para que ella tuviese los amigos que se merecía.

Mientras caminaba escuchó el sonido de un arbusto moviéndose. Se volteó a ver el arbusto, encontró a un perro saliendo de este y sacudiéndose para sacar las hojas que tenía encima. Al no ver nada raro siguió caminando. Un par de pasos después escuchó un pote de basura moverse. Cuando volteó, observó a un gato saliendo de este con un hueso de pescado en su boca. Ignoró eso y siguió caminando. Otro par de pasos más y escuchó una rama quebrarse a su espalda, esta vez se volteó rápido y encontró a la misma chica de la heladería detrás de él.

-Oh...ehm...hola-saludó con nerviosismo al peliblanco, quien no se veía nada feliz por verla.

- ¿Qué quieres? -preguntó en un tono severo y se cruzó de brazos.

-Yo...quiero hablar contigo.

- ¿Estuviste siguiéndome?

-Este...sí-admitió ella con pena.

- ¿Por cuánto?

-Lo suficiente como para saber que ella te lo contó todo.

-Oh, entonces sabes que me contó todo, y aun así te atreves a seguirme para hablar conmigo. Bueno, en parte eso me alegra, así puedo decirte unas cuantas cosas.

-Espero, primero déjame...

- ¡No! -la interrumpió antes de que siguiera-Es mi turno de hablar ahora y tú me vas a escuchar-dio un par de pasos contundentes que sirvieron para dar fuerza y temor a la figura que proyectaba el albino en estos momentos.

- ¿Tienes alguna idea del gran daño que le hiciste?

-Yo...

- ¡Por supuesto que no! Si lo supieras no lo hubieras hecho. Tú no solo la heriste, tú...la quebraste. ¿Qué hay peor que quebrar a una persona? Es casi...como si la hubieras matado. Le hiciste una herida muy, muy profunda en su corazón de la cual hasta hoy no se ha recuperado. Por tu culpa ella dejó de intentar hacer amigos y se resignó a estar sola.

-Yo...lo sé-dijo la asiática bajando la mirada.

-Lo sabes... ¡¿LO SABES?! ¡¿Viniste solo a decirme que lo sabes?! Déjame decirte algo, tú no sabes nada. Tú hiciste la peor cosa que una persona puede hacerle a otra, traicionar su confianza. Tú no la valoraste, tú no la quisiste. Ni siquiera la respetaste. No la trataste como una amiga, la trataste como una cuchara de plástico que usaste solo para comer y luego la desechaste como si nada. No la viste como ser humano, porque no es posible que alguien trate a otra persona. Tú...eres horrible, eres una depredadora que engaña a sus presas para que inocentemente se acerquen a ti y luego atraparlas para drenarlas por completo. He conocido gente mala, pero tú en definitiva eres lo peor. Peor que incluso esas chicas que la humillaron. Porque tú le hiciste creer que eras su amiga, cuando ni siquiera te importaba-le gritó Lincoln trasmitiendo ira y reproche en sus palabras.

La castaña alzó la mirada y reveló que había comenzado a llorar.

- ¡Eso no es cierto! Sí me importaba Ronnie Anne, ella era mi mejor amiga...mi única amiga-sollozó un poco antes de continuar-Yo tampoco tenía amigos antes de conocerla, intentaba ser amigable, pero los demás terminaban por alejarse de mí al considerarme muy rara. Cuando Ronnie Anne y yo nos hicimos amigas fue el mejor día de mi vida, ella fue la primera que me aceptó por quien era. Y cuando llegué a la escuela y conocí a esas chicas yo...creí...creí que empezaba a agradarle a la gente, y no quería perder esa oportunidad. Me dejé llevar por mi ambición, por egoísmo y terminé por alejar a la persona más importante de mi vida para siempre. Merezco que me insulten y me peguen, pero quiero que sepas que no pasa un día sin que me arrepienta y me odie a mí misma por lo que hice-decía entre lágrimas Sid Chang con una mirada que rompía corazones.

-Pero a pesar de todo, todavía conservo esa pequeña esperanza de que podamos volver a ser amigas. Y por eso estoy aquí. Quiero...quiero que me ayudes. Ayúdame a recuperarla. Yo...no puedo vivir con esta culpa, pero no tanto como no puedo vivir sin mi mejor amiga. Por favor, te lo imploro. Sé que debes odiarme y no te culpo por ello, pero por favor ayúdame a recuperar a Ronnie Anne. Quiero...quiero a mi mejor amiga devuelta-finalizó soltando un cántaro de agua a través de sus lagrimales, mostrando un genuino arrepentimiento.

Lincoln desconfió un poco de esas lágrimas, fácilmente ella podría estar fingiendo, pero él tenía una especie de 6to sentido que le permitía saber cuándo una persona está en un verdadero estado de ánimo muy bajo, y ella encajaba perfecto con lo último. No pudo evitar bajar la guardia, siempre le pasaba cada vez que una mujer (en especial una niña) lloraba cuando estaba cerca, despertando un instinto de consolación en el proceso. Pero al recordar lo que le hizo a su amada...perdía mucha fuerza hasta ser casi imperceptible.

-Sí claro, seguro tus padres tienen muchos planes a futuro con Los Casagrandes y quieres arreglar la metida de pata que hiciste con su plan.

-Fue una mentira-continuó Sid estando todavía soltando llantos que bajaron de intensidad-Eso de mis padres y la familia de Ronnie...fue una mentira. Mis padres nunca hicieron negocios con su familia. Yo...lo inventé improvisadamente...nunca creí que eso me perseguiría por tanto tiempo. Por favor, debes creerme, quiero volver a ser amiga de Ronnie.

Lincoln miró cuidadosamente a la examiga de su novia en busca de un rastro de mentira. Los años de experiencias con las artimañas (en especial las perpetradas por su hermana Lola) le habían proporcionado una innata habilidad para detectar mentiras, y esta vez usó a toda capacidad su habilidad para hallar el engaño detrás de esa actuación. Después unos largos segundos en los que Sid se sintió juzgada como a un cerdo que llevarían al matadero, Lincoln concluyó que la chica hablaba con toda sinceridad. Seguía muy molesto con ella por haber lastimado a su novia de forma tan severa tiempo atrás, pero quizás...la cura para su dolor en su corazón residía en la reconciliación entre ambas.

-Quiero que entiendas una cosa, Ronnie Anne no es como la recuerdas.

-Sí...eso ya lo sé.

-No, tú no entiendes, ella cambió totalmente. Desconfía hasta de su propia sombra, se enoja con mucha facilidad para imponer carácter, y no duda en golpear a alguien con tal de evitar que se burlen de ella o la consideren débil. Y eso es en su estado de ánimo normal, ¿cómo crees que se comportará contigo?

-Eso no me importa, estoy dispuesta a hacer lo que sea para volver a ser amiga de Ronnie Anne.

- ¿Lo que sea?

-Sí, lo que sea-afirmó mostrando una gran convicción y determinación que era de admirar.

Viendo la sinceridad en las declaraciones de la chica, Lincoln tomó una decisión.

-Está bien, te ayudaré.

- ¿Lo...lo harás?

-Sí. Pero no lo haré por ti, lo haré por Ronnie Anne. Creo que a pesar de que sigue muy molesta contigo todavía te extraña, lo mejor para ella es que se reconcilien.

- ¡Oh, gracias! -súbitamente Sid atrapó a Lincoln en un abrazo- ¡Gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias!

-Sí, sí, sí, ahora ya suéltame-pidió Lincoln con poca amabilidad por la incomodidad que le causó el abrazo. Sid lo soltó y Lincoln siguió hablando-Dime una cosa, ¿tú puedes ir a mi escuela mañana?

-Sí, sí puedo. Mi familia se está quedando aquí porque...

-Te pregunté si podías ir mañana, eso no me interesa. Escucha, si en verdad quieres arreglar las cosas con ella veme mañana a las 3 en la escuela, allí podremos hablar más al respecto de lo que haremos, ¿entendido?

-Sí, sí, entendido. Muchas gracias...eh...

-Lincoln.

-Lincoln, sí cierto. En serio agradezco tu ayuda-dijo Sid para luego prepararse para retirarse.

- ¡Espera! -No obstante, fue detenida por el peliblanco al último segundo-Quiero advertirte una última cosa antes de irte-Se acerca lentamente a la castaña hasta estar cara a cara, mostrando un semblante frío y sombrío-Llegas a lastimar a Ronnie Anne de nuevo, y te demostraré que no es a ella a quién debes temer...es a mí. ¿Quedó claro?

Sid tragó saliva pesadamente antes de responder.

-S-sí, m-muy c-claro.

-Bien. Mañana a las 3 pm, Primaria de Royal Woods-dicho esto la niña dio la media vuelta y comenzó a retirarse, pero a medio camino volteó la cabeza una última vez.

-Oye-el peliblanco volvió a prestarle atención-Pase lo que pase, quiero que sepas que...me alegra que Ronnie Anne haya encontrado a alguien como tú. Se lo merece-habiendo dicho eso finalmente se fue.

Lincoln pensó en la decisión que acaba de tomar. Era un riesgo intentar reestablecer el vínculo roto entre su novia y su antigua amiga, pero era algo necesario, jamás podría superar su pasado si no cerraba su herida por completo. En cualquier caso, él estaría allí para protegerla y se aseguraría de que nada malo le pase.

Solo esperaba que todo saliera bien, para que así Ronnie Anne sanara sus heridas y dejara de lado su lado tosco y agresivo que alejaba las personas...o al menos que lo redujera.

Caminó un par de pasos cuando se encontró frente a la puerta de su casa. Esto lo tomó por sorpresa, tan absorto quedó durante la conversación con la asiática que ni cuenta se dio de que estaba al frente de su hogar. No importaba, por lo menos ya no tendría que caminar mucho para regresar a su hogar.

Abrió la puerta principal y lo primero que vio fue a sus padres con las manos en las caderas y un semblante de reprensión y molestia marcados en sus rostros, los cuales parecían estar dirigidos hacia él. Detrás de ellos estaban sus hermanas (siendo la única excepción Leni) con unas muy marcadas sonrisas de victoria.

-Ahm... ¿qué está pasando aquí? -preguntó Lincoln.

-Lincoln, tenemos que hablar-dijeron los padres con severidad.

Las hermanas por su parte ensancharon sus sonrisas al escuchar esas palabras. Finalmente, todo iba a acabar.

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