Reino del Sur

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//Narra Ágata//

Durante nuestro viaje por cada reino he aprendido varias cosas. En el Reino del Norte, la prudencia; en el Reino del Oeste, mi hogar, la diplomacia; y ahora, al llegar al Reino del Sur, creo que puedo imaginar que voy a aprender, autodominio. Hay tanta gente, tanto comercio, es como si todos se reunieran en la frontera.

Mis nervios están al limite y siento que la cabeza me va a estallar de la presión en la que estoy. Me siento como una dramática, pero no puedo evitar sentir que en cualquier momento nos van a descubrir, que a Silas y a mi nos van a llevar con mamá... No quiero saber las muchas formas que tiene para evitar que salgamos. Madre es mejor bruja que yo, si nos llevan con ella no creo poder ganarle, por mucho que haya mejorado no creo se tan buena. Y el castillo que tanto me aterraba de niña al verlo desde el exterior...

En fin, me fui del tema. Durante está larga hora en la que hemos estado aquí en la frontera del Reino del Sur he sentido que el tiempo no pasa, mi dolor de cabeza empeora y comienzo a perder el control.

—¿Ágata estás bien?

—Sí, solo tengo dolor de cabeza —no recuerdo bien cuando es que fue la última vez que hablamos más de dos frases seguidas, aunque en este momento no pueda recordar nada

De pronto empecé a marearme y a sentir que me faltaría el aire. Creo que tengo un ataque de pánico.

//Narra Laith//

Un mes. Un largo mes desde que cometí la mayor locura de mi vida. No debí hacer eso, lo reconozco. Y lo peor de todo, dos meses desde lo que pasó con Asia, no tengo vergüenza, parecería que la olvidé demasiado rápido.

Caminaba tranquilamente por las calles abarrotadas de gente, obviando el hecho de que podrían reconocernos. Todos hacían lo mismo, hasta que me percaté de que Silas y Aidan olfateaban el aire, y Ágata tenía las manos en puño, mientras que de ellos salía una tenue luz morada, producto de su propia magia.

Seguí el ejemplo de los otros y presté atención a mi alrededor, había un olor, un olor ligero y molesto cuando le ponías atención, busque el origen, de aquel olor, encontrando lo que trataba de aparentar ser incienso, mentira. ¿Quién podía hacer algo así? Ese "incienso" estaba bien camuflado, eso no era para ambientar, era para debilitar seres sobrenaturales. Alan empezaba a tambalearse al lado de Mahra, al igual que Silas. Unos segundos después también Ágata.

—¿Ágata estás bien? —la tomé el brazo, tratando de estabilizarla

—Sí, solo tengo dolor de cabeza —parecía que no era consiente de mi agarre

De pronto se desplomó. Podía escuchar el latir arritmico de su corazón y su lenta y errática respiración. Eso no está bien.

Con una sola mirada todos nos pusimos de acuerdo para salir de ahí.

Estábamos llegando a una especie de bosque o claro, no lo sé, para entonces ya empezaba a emborronarse mi vista. Aidan atrapó a su hermana antes de que cayera al suelo, de hacia desmayado y empezado a sangrar de la nariz.

Mareos, alucinaciones, desenfoque de la vista, desvanecimiento, sangrado. Contuve las ganas de maldecir, no era el momento, nos estábamos muriendo. Estúpido incienso. Sauce, Verbena, Aconito, y Mandrágora, eso era el incienso.

Caí de rodillas al suelo. Los demás ya estaban en el piso inconcientes. Luchaba para no cerrar los ojos. No sé si temblaba, probablemente sí. En mis manos tenía un pequeño frasco de color azulado, lo abrí a duras penas, ya casi no tenía fuerzas para moverme.

Para entonces Aidan, Silas y Alan ya deberían haber empezado a gritar, no me sorprendía, sinceramente yo también quería gritar, la sangre que tenía mi cuerpo empezaba a quemarme, provocando que quisiera quitármela desgarrando mi piel, no faltaba mucho para que empezaran a hacerlo. No podía escuchar nada ya, lo más probable es que Ágata empezara a convulcionarse y Mahra a escupir sangre.

Con gran dificultad logré llevarme una pequeña pastilla del frasco a la boca y lograr pasarla. Pronto el dulce sabor de la sangre inundó por completo mi boca, por un momento sentí un gran alivio, ya no tenía dolor, pero luego apareció otro, uno mucho más salvaje. Mis pulmones ardían, al igual que mi garganta y ojos. Tenía sed, demasiada sed. Pero debía aguantar solo unos minutos, los suficientes para darle medicina a todos. Aunque he de admitir que esto no era mejor que lo anterior, la medicina hacía efecto.

Unos minutos después de salí corriendo de ahí. Buscando una presa, necesitaba con urgencia sangre, y de preferencia bastante.

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Ya empezaron los problemas graves.

¿Que creen que les espera a nuestros pobres protagonistas? En este capítulo sí que la pasaron mal, esperemos que puedan reencontrarse a salvo.

Cometen aquí sus teorías ❤️

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