Sacrificio.

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Cuando tocaron directamente a la puerta de la casa aquella tarde en específico, Axia sabía que sería algo, o muy bueno o que le traería más problemas; afortunadamente para ella (y para tu entretenimiento, lector) fue la primera de las opciones.

Axia abrió la puerta con cierta indecisión y frente a ella apareció un joven hombre, alto y de piel pálida. Vestía un formal traje negro y blanco y parecía algo tímido pues detenía con fuerza el folder de piel que llevaba.

-Bu... buenas tardes ¿Tiene algunos minutos para conocer a Dios?- dijo y a Axia le costó contener una carcajada. Aunque debía admitir que su fuerte acento entre alemán y ruso le había gustado bastante.

-Claro ¿Por qué no? Pero no aquí afuera, por favor pasa.- abrió la puerta completamente.

Casi pudo sentir como los ojos del chico recorrían su cuerpo, cosa de la que no podemos culparlo pues sus ropas estaban llenas de sugerentes transparencias y tela muy pegada. Axia pudo notar como la blanca piel del chico se ruborizaba mientras se esforzaba en apartar la vista y entrar torpemente a la casa. Lo guió hasta la sala y lo dejó cómodamente sentado en el mullido sillón mientras ella iba a la cocina.

-¿Qué tomas? ¿Café, te? ¿Tal vez algo más fuerte?- le gritó desde la otra habitación.

-No... té está bien.-

Después de varios minutos Axia regresó a la sala con una bandeja cargada con una tetera caliente, las tazas y algunas galletitas de sabores.

-Espero que te guste el té negro... aún no me has dicho tu nombre-

-Andek, soy Andek.- dijo y el nombre sonaba genial con el acento con que lo pronunciaba

-Pues mucho gusto Andek, yo soy Axia.- sirvió los tés -¿Con cuántos terrones de azúcar lo tomas?-

-¿Terrones?- él observó los cubitos con algo de curiosidad -Solo en las películas había visto que se usaran terrones... deme dos por favor-

Ella preparó su té como se lo pedía y luego le pasó la taza, el suyo lo preparó sin azúcar.

-En efecto ya no es muy común que la gente ocupe estos terrones, sin embargo a mí siempre me han gustado, así que procuro tenerlos para la hora del Té o del café.-

-Sí, no son muy comunes.- tomó algunos sorbos de su bebida. -¡ah! Este té esta delicioso, muchas gracias señorita Axia.- Ella sonrió.

-Ahora bien, supongo que no viniste solamente a hablar de terrones de azúcar ¿o sí?-

-¿Eh? No, claro que no.- volvió a sonrojarse mientras dejaba la taza vacía y tomaba su folder de piel para ponerlo sobre la mesa. -¿Ha leído alguna vez la biblia señorita Axia?- se tapó un bostezo con la mano.

-No, nunca me ha llamado la atención ese insulso libro, o al menos sus historias.- Andek la miró sorprendido –Aunque si eres tú quien me lo explica tal vez pueda interesarme un poco.-

Él se recargó completamente en el respaldo del sillón, intentando ocultar otro bostezo esta vez más sonoro, sus ojos lagrimearon un poco.

-Lo siento, de pronto me siento muy cansado... tal vez deba venir después y aclarar sus dudas.- hizo además de ponerse de pie pero volvió a caer sobre el sillón.

-O tal vez debas quedarte aquí, conmigo.- Axia dejó su taza de té intacta sobre la mesita y fue a sentarse a su lado. –No me molestaré si duermes una pequeña siesta en mi sillón.-

-No sería apropiado señorita Axia...- dijo con la voz pastosa y los ojos ya cerrados, no tardó más de cinco minutos en estar totalmente inconsciente.

Cuando Andek despertó aún se sentía mareado y la cabeza le daba vueltas. Intentó moverse y al no poder hacerlo el pánico comenzó a apoderarse de él. No podía ver nada y al parecer estaba amarrado de las muñecas y de los tobillos por unas bandas de frío metal. Parecía que estaba recostado contra algo frío sin saber exactamente si era una mesa o directamente el piso. Mientras más forcejeaba contra las ataduras, mayor era su miedo.

-Si no te estás quieto me obligarás a castigarte... y es demasiado temprano para eso.- dijo fríamente la voz de una mujer que Andek tardó en reconocer como la de Axia.

-¿Qué es eso? ¿Qué está pasando? ¿Por qué no puedo ver nada?-

-Ni siquiera puedo contestarte tantas preguntas al mismo tiempo. Voy a tener que amordazarte-

Andek sintió como una dura bola era introducida en su boca, luego un par de correas eran atadas detrás de su nuca, asegurando la bola en su lugar. Inmediatamente sintió como algo era retirado de su cabeza y la luz le hizo entrecerrar los ojos aunque era tenue.

Estaba en efecto recostado en el suelo de un húmedo cuarto oscuro, al parecer no había ventanas y la luz procedía de un sinfín de velas colocadas por todas partes. A su alrededor había algunas líneas pero no pudo definir su forma.

Acuclillada a su lado estaba Axia, con el antifaz que le había bloqueado la vista en la mano. Se había cambiado y ahora vestía de una forma totalmente provocativa y sensual. Con botas bastante altas, una tanga negra de encaje y un sostén igual. Alrededor de sus muñecas y su cuello tenía una especie de tatuajes con símbolos que no pudo entender.

Andek estaba totalmente desnudo e indefenso, su cuerpo bien torneado sin llegar a ser completamente musculoso era bastante tentador y Axia ya quería jugar con aquella piel tan blanca para ver cómo se sonrojaba.

-Muy bien, bonito Andek, será mejor que empecemos con nuestros juegos o de lo contrario no nos dará tiempo. Solo falta poco más de una hora para la llegada de mi maestro- Se levantó mientras Andek se revolvía.

Observó aterrorizado como Axia tomaba una de las velas y volví a acercarse a él.

-Tranquilo, no voy a causarte un daño excesivo. Sólo necesito tu placer condimentado con una pizca de dolor.- dicho esto inclinó la vela para que la cera caliente cayera en ardientes gotas sobre el cuerpo de Andek.

La cera ocasionaba en él oleadas de dolor allí donde caían, el problema era que conforma las ondas se iban expandiendo el dolor se iba transformando en una especie de placer.

-Empezamos muy bien por lo que veo.- dijo Axia mientras dejaba caer más gotas en el abdomen del pálido chico cada vez más cerca de su entrepierna.

Y era justo allí donde Andek comenzaba a sentir una molesta dureza que lo hacía avergonzarse. Cuando la cera cayó bastante cerca de su sexo Andek soltó una serie de gemidos que la mordaza no pudo contener.

Con una ligera carcajada Axia pasó la punta de su bota por el ya duro miembro de Andek, arrancándole más gemidos.

-Me parece que estás disfrutando esto... pero no podemos recibir a mi maestro en un estado tan sucio ¿o sí?- dijo con una sonrisa enigmática –Deberemos quitar toda esa cera que ha quedado pegada.-

Se dio la vuelta y caminó hacia una mesilla que estaba pegada a una pared. Andek la siguió con la vista y descubrió que, junto a la mesa había una especie de altar con más velas negras y rojas, una copa dorada entre otras cosas más. Se aterró de nuevo al reconocer un cráneo sobre el mismo altar y, para cuando volteó, Axia estaba de nuevo a su lado pero esta vez con una especie de fuete largo.

-Vaya ¿Qué pasó? Si íbamos tan bien...- casi parecía triste cuando utilizó la punta del fuete para rozar el sexo de Andek, ya que con su miedo había bajado su erección. –Bueno no importa, podemos arreglarlo.-

Axia dio unos cuantos pasos alrededor de Andek antes de soltar el primer golpe con la fusta, golpe que dio en una de las gotas ya frías de cera haciendo que esta saltara. El cuerpo de Andek se tensó al sentir el dolor que de nuevo se fue convirtiendo en placer conforme se relajaban sus músculos.

Tal como Axia había pensado en el primer instante en que lo vio, la piel de Andek se sonrojaba a la menor excitación. Cada golpe de la fusta dejaba un círculo rojo intenso ahí donde la cera había estado y un halo más claro alrededor. Al tercer golpe el chico parecía estar de nuevo prendido, la suerte había llevado a su puerta al conejillo perfecto... aunque tal vez no fuera solo la suerte, a fin de cuentas su maestro tenía algunas influencias en el mundo físico y su deseo de volver a él era bastante.

Cuando toda la cera estuvo despegada, Axia utilizó una especie de escobetilla para sacudirlo, Andek sentía como aquellas puntas ligeramente duras lo recorrían y acrecentaban su mezcla de dolor/placer cada vez que pasaban por una zona enrojecida. Tenía los puños cerrados y los dientes apretados contra la bolita de plástico, intentado luchar contra las sensaciones que recorrían su cuerpo y que se suponía era pecado sentir, sin embargo ¿cómo podía ser pecado algo tan excitante y complaciente?

Cuando su cuerpo estuvo limpio, Axia repitió otra serie de golpes centrándose casi exclusivamente en su torso. No se detuvo hasta que los gemidos de Andek fueron bastante sonoros y constantes. Se sentó entonces a horcajadas sobre él de manera que sus sexos quedaran pegados aunque sin llegar a la penetración debido a la ropa, y se inclinó para dedicarse a lamer las marcas rojizas.

Andek casi había perdido ya el autocontrol, esforzándose por contener los movimientos de su cadera que con voluntad propia se restregaba contra el pubis de Axia y en mitigar al placer que parecía cada vez más cercano a explotar en su interior.

-¡Ah! Mi dulce niño, vas a volverme loca antes de tiempo. -

Axia se puso en pié y fue de nuevo hasta la mesilla, después de varios viajes había colocado a ambos lados de Andek una serie de objetos diversos.

-Muy bien mi delicioso Andek, comencemos con la verdadera diversión.- dijo tomando un contenedor como los de pasta de dientes.

Se llenó una mano con una sustancia transparente y aguada y la frotó entre ambas manos antes de inclinarse y frotar con esta el miembro de Andek. Inmediatamente él sintió como el calor en esa zona de su cuerpo aumentaba considerablemente hasta convertirse en un delicioso ardor. Al escuchar los nuevos gemidos del chico Axia levantó la vista con una gran sonrisa.

-Es delicioso ¿Verdad? Y espera a probar cuando entra directamente en tu interior.- Se puso la botella en la boca y dio un gran trago. Luego volvió a acuclillarse junto a Andek y dejó caer varias gotas del líquido a través de los agujeros en la mordaza de Andek.

El cuerpo de Andek dio un sobresalto al sentir aquellas oleadas de pasión ardiente recorrer su cuerpo; las olas aumentaron de intensidad cuando vio cómo Axia se ponía en pie y se sacaba la tanga con elegantes movimientos casi felinos.

El autocontrol ya no era más que una palabra en la mente de Andek y, si hubiera estado suelto, se habría lanzado para poseer a quien le ocasionaba todas aquellas sensaciones. Pero la realidad era que estaba atado y amordazado, así que lo único que podía hacer era observar como Axia se daba una vuelta alrededor de él antes de sentarse sobre él y darle por fin el acceso a su interior.

El lubricante así como la propia humedad de Axia permitieron que la penetración fuera sencilla y rápida aunque no por eso menos satisfactoria. Andek lanzó la cabeza hacia atrás, arqueando el cuerpo para poder llegar lo más profundo posible. Axia por su parte se quedó inmóvil un momento, disfrutando de aquella sensación tan placentera, el sexo del chico era de tamaño perfecto así que se dio esos segundos para terminar de acoplarse antes de comenzar a moverse, muy lentamente al principio para ir aumentando la velocidad después.

Se inclinó y estiró el brazo para toma un hielo del bol que había acercado. Lo pasó primero por su propia boca, bajándolo por su cuello, por su pecho y por el resto de su cuerpo hasta llegar al abdomen de Andek; entonces comenzó a hacer dibujos sobre la pálida piel del chico.

Andek levantaba la cadera contra Axia y la penetraba con los pocos movimientos que le permitían las ataduras. La sentía jugando con él y el choque entre el frio y el calor contraía sus músculos y aumentaba se excitación. Los jadeos ahogados que salían de su garganta encendían más a Axia.

Después de que el hielo estuvo casi deshecho Axia decidió probar con algo un poco más intenso. Volvió a estirarse y tomó una larga vara de plástico que, al oprimir un botón, se encendía con una luz rojiza. Dejó que cargara un poco antes de tocar con ella la pierna del chico. Una descarga eléctrica moderadamente fuerte lo recorrió y llegó hasta ella.

Las contracciones que la electricidad creaba en el cuerpo de Axia le arrastraban muy cerca del abismo cada vez que lo tocaba, la propia excitación que creaban los toques era ya bastante placentera. Andek ya no podía pensar con claridad y lo único en su mente era saciar aquella lujuria que lo embargaba en ese momento, embestía con fuerza a Axia hacia arriba, levantándola consigo mientras sus gemidos aumentaban su propia excitación.

Cuando Axia regresó de la electricidad a los golpes con distintos objetos esto no hizo más que aumentar más y más el placer de ambos, ya no existía límite entre el placer y el dolor; la fusta, la pala y la vara no hacían más que aumentar ambos al unísono.

En algún punto Axia le quitó la mordaza para poder besarlo a lo que Andek respondió con la misma intensidad, besando con hambre, mordisqueando sus labios sin dejar de mover su cadera al igual que ella.

-¡Ah! Muy bien... mi delicioso Andek... eres perfecto... y ya es la hora...- se enderezó y alterno sus movimientos con un ligero vaivén que casi vuelve loco a Andek.

-¿La hora?- Logró preguntar antes de que el placer explotara en su interior como una gran descarga de chispas y color.

Su grito de placer se combinó con el de Axia cuando el orgasmo los paralizó a ambos, su sonido aún no había terminado cuando una tercera voz también sonó, esta era más gutural, infernal y hambrienta.

El humo que ya había llenado la habitación se fue arremolinando y, justo al frente del altar comenzaba a tomar la forma de un hombre alto y musculoso aunque había algo que no terminaba de encajar. Andek se dio cuenta de que entre la frente y el cabello del recién aparecido nacía un par de cuernos largos y estilizados como los de una gacela. Lo único que podía distinguir además de esto eran el par de ojos, encendidos como dos ascuas, a través de los cuales parecía que su alma era succionada. La inconsciencia le impidió ver más.

Mientras Axia se recuperaba la sombra se acercó hasta ella y extendió el brazo, ella le dio la mano que tenía los tatuajes y de inmediato se sintió levantada en vilo mientras la indómita criatura se llevaba la muñeca a la boca. Ella sintió como su carne era desgarrada y su sangre pasaba a dar fuerza y forma a la criatura, los tatuajes se desvanecieron como si también hubieran sido absorbidos por la infernal boca.

Después de unos cuantos tragos la figura cerró la herida y atrajo el cuerpo completo de Axia hacia sí. Por instinto ella rodeó su cuello con los brazos y su cintura con las piernas aunque su maestro aún era más etéreo que físico.

El ser mordió su cuello y, al igual que con la muñeca, los tatuajes se fueron junto con la sangre. Axia pudo sentir cómo poco a poco la figura iba tomando forma física y, con la misma, la iba penetrando conforme adquiría la fuerza.

Axia gimió con fuerza al sentir como el miembro demoniaco crecía y crecía en su interior, la llenaba hasta el punto de sentir que no podría darle cabida y terminaría por romperse.

Pero no se rompió y, por el contrario, todo el placer y la excitación volvieron a aparecer en su cuerpo, esta vez aún más poderosas a causa del aura del demonio.

-¡Ah! ¡Mi señor Asmodeo! Soy tan feliz de haberlo logrado ¡De por fin tenerlo adentro de mi!- gritaba Axia mientras era penetrada con furia por el ya completo y enorme Asmodeo.

Después de algunos movimientos Asmodeo explotó en el interior de Axia, arrastrándola en el mismo orgasmo y completando su forma física al beber la fuerza del mismo. Cuando la bajó al piso las piernas de Axia no la sostenían y se dejó caer arrodillada en el suelo.

-Me has servido muy bien dulce Axia.- le dijo el demonio revolviéndole el cabello como si se tratara de una mascota.

Asmodeo era bastante alto, con la piel muy blanca sobre los músculos bien marcados de su cuerpo. Tenía el largo cabello negro y lacio hasta media espalda, de entre él salían los dos cuernos negros y finos, ligeramente curvados hacia atrás. Sus ojos eran de un violeta rojizo y en ellos brillaba la lujuria y mil promesas de placer. Promesas que fácilmente podían ser cumplidas por el gran miembro que sobresalía aún erecto de entre la mata de chinos negros de su entrepierna.

Asmodeo se volví hacia el chico que aún yacía inconsciente en el piso.

-Lo he utilizado para invocarte maestro, ha sido una pieza esencia y útil.-

-¿Qué quieres hacer con él?- la voz del demonio era grave y penetrante, Axia se perdió en ella y tardó unos momentos en contestar.

-Liberarlo, tal vez hacerle creer que todo fue un sueño. Créeme que se ha ganado su vida y su libertad a pulso.

-Si claro, haz lo que debas entonces. Volveré más tarde contigo.- El demonios se desvaneció.

Axia se arrastró casi hasta Andek, soltó todos sus amarres antes de recargarse en su pecho y dormitar a su lado para recuperarse. Despertó poco antes de que despuntara el sol y solo lo hizo ya que sintió la presencia de Asmodeo entrando a la casa. Se levantó y se vistió con pesadez. Andek aún no había despertado pero se veía sonrosado y su respiración era tranquila y constante, ella intentó levantarlo pero no pudo más arrastrarlo unos cuantos centímetros.

-No podrás llevarlo tú sola.- dijo la voz de Asmodeo desde el portal –No me creas malagradecido, yo lo llevaré a su casa-

-No sé dónde vive...-

-Tranquila, yo sé muy bien dónde vive, recuerda que parte de su alma me trajo a la vida.- Tomó el cuerpo del chico con bastante facilidad. –Será mejor que tú vayas a descansar, no podremos jugar más tarde si estás tan débil.- pudo ver la sonrisa expectante de Axia antes de evanecerse con el chico

No le costó mayor problema introducirse en la casa y dejar al humano en su propia cama. Con la misma facilidad regresó a la casa de su bella humana sirviente para recostarse a su lado y dormir durante las horas diurnas.

****

Dos noches después, Axia y Asmodeo se preparaban para otra intensa noche de juegos y placer cuando tocaron a la puerta. Axia se cubrió con una felpuda bata negra y salió a abrir, Asmodeo la siguió bastante cerca aunque sin dejarse ver a causa de sus largos cuernos, ella abrió la puerta, se asomó y con una sonrisa permitió que la puerta se abriera completamente.

Andek observó a la joven y al demonio a través de la puerta, sonrió con timidez pero sus ojos mostraban el ansia y el hambre que sentía.

-Me alegra volver a verte Andek... te confieso que no pensé que regresarías.-

-Yo tampoco estaba muy seguro pero... lo que pasó... fue tan increíble y se sintió tan bien...- Desvió la mirada con su pálido rostro sonrojado.

-Y eso solo fue el principio.- dijo Asmodeo desde el fondo con su gutural y excitante voz. –Pasa por favor, justamente estábamos por comenzar a jugar.- Su voz y su sonrisa eran pura lujuria.

Andek lo miró a los ojos por unos instantes antes de entrar, Axia tomó su mano y la puerta se cerró tras él.

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