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Carta de un adiós.

Ves cómo la vida cae en un abismo entre un cuarto de segundo.

La mía cayó en picada, una caída, una partida, una cicatriz más en mi alma a la vez en la tuya.

¿Qué hubiera sucedido si nuestros labios hubieran dicho cada sueño que trazabamos en nuestras mentes?. ¿Quiénes son los qué mienten?

Bajé en lo peor de mi coraza, la dibuje un mapa; el cuál entregué cómo un regalo en tu casa. ¿infantil?. No lo sé.

Soñaba con qué me esperarás, cómo yo a ti.

[¡Qué tiempos ayer vi! Pasaron, se deterioraron en mi ser.]

Nunca te pregunté, ¿de verdad te importé?.

Yo aguarde de una llamada, suspiro, dedicatoria, simple cariño, pero nada.

Traté de cargar mis penas y ahogarlas en dolor, actualice mi pincel de metal, pensando que allí tú estarías para leerlas, comprenderlas, besarlas y amarlas; pero no.

Perdí mi cordura, la poca paz de mis ojos exaltados por charcos secos de agua, esclava de la sinceridad; poesías copiadas, de versos muertos de mi realidad, cómo aquellas cartas guardadas y ahora ya quemadas por el fuego de la oscuridad.

No me disculparé por darte mi escasa felicidad, pero deseo tener menos amargura en mis días.

Estamos rotos y hiriendo con hechos, palabras calladas, relatos cercados de lobos disfrazados de personas con bondad insana.

Mía, sólo mía la culpa, no iré a la fácil manipulación de sentimientos.

Te herí,
me heriste,
nos herimos y lastimamos,
tú,
yo,
nosotros;
un nadie, un todo.

Yo ya me cansé de cualquier modo.

Arrojo mi último suspiro de la noche, una acción, cobardía disfrazada de valentía, una pista cuentos con finales felices inexistentes.

La estantería de esperanzas vencidas.

Caducó mi alegría, pena y soledad vacía acaparararon aquel mural de pasión compartida.

Creamos vida, arrebatamos salidas, añoramos estadía y maldecimos la ajena felicidad infinita.

Pudimos ser más que los poetas, una excepción en este mundo en decepción, una rima perfecta entre líneas compuestas; pero decidí callar y tú preferiste cambiar mi sinceridad por otro par de labios más.

No pido que me elijas, no nunca lo hagas si no estás segura de qué tú decisión no cambiará con la oración.

Mi vida te la entrego y sin perjuicios, quizás esté muy rota para ti o tal vez esté muy descuidada.

Pero en fin el terminar de éstas palabras sin sentido acaba así.

Te amé desde que te conocí, te amo hasta hoy y te amaré hasta que la eternidad consuma mi alma olvidadiza de líneas qué guarde y jamás oiré decir...

En conclusión adiós mi amor.

18092015©
Eliana | KDP2

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