64; Sin sonido

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Descongela mi cardio, enciende sus llamas, esparce alcohol en mi herida y luego de las cenizas haz un espectáculo pirotécnico.

Antes.

Llena de chocolate mis desiertos y endulza mi primavera, deja florecer aquel lirio en el Sahara, mientras tu brisa va calmando a suaves ventiscas mis miedos, deseos.

Aunque.

Si me concedes un deseo, a mi, ésta hada encarcelada, entre bosques de marfil, en los cuáles a cada paso entre mi piel se incrusta un diamante en bruto. Pediría que no dejes que la felicidad se deje perecer.

Sé.

La vida es una continua rutina, días, horas, minutos, segundos que van a parar ante mi reloj parado por el dolor.
No quiero desertar a la alegría, pero defiendo mi escaso brillo ante tan feroz oscuridad.

A veces.

Me deja inerte, roba suspiros ahogados entre mi mar rojo lleno de sueños rotos. Entre puentes mi alma huye del incendio que causa el sufrimiento continuo.
Encuentro poca paz entre líneas, rimas, escapando del caos y desespero de no saber cómo reaccionar ante el observar sus alas mueren, quedan manchadas y demacradas.

Sin embargo.

Entiendo que cómo las serpientes, las cuáles cambian de pieles, similares son las personas, por dentro podridos y por fuera "perfectos".
El tiempo pone a cada cuál en su lugar, cómo suelo repetir sin fin.

Y

Los gritos sin sonido, carreteras vacías, risas sin explicación, lluvia entre espejismos engañando a la razón, llantos sin gotas llenas de sal, cómo amores que circulan entre infinitos y caer al cementerio de los corazones partidos.

Entonces.

Muchos árticos pueden derretirse ante tú mirada, por tus labios hasta el mundo podría revertir su paso, dejándonos viajar al pasado, sin muchas vueltas del desespero por tus abrazos.
A cada poeta una musa, el instinto de escribir ante la pena u el amor, sabiendo que algunos ángeles sólo bajan de lo alto para enseñarte una lección.

Luego se desvanecen.
Sin un adiós.
Sin amores prohibidos.
Sin demonios.
Sin odas al alma suicida.
Sin un amor que me salve de ésta caída.

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