■•---Capítulo 15: Monsters---•■

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El antiguo mago Moro se mantenía sentado en el vehículo automovilístico de cuatro ruedas que aquella mujer usaba para viajar entre mundos. Por más que intentase pensarlo, este transporte era extraño, y aquella mujer mucho más de lo que aparentaba físicamente. Cuando lo interceptó en el espacio, casi la destruía en su totalidad. Pero tras contarle quién era realmente aquel ser de armadura negra y su propósito, no se vio más que obligado a acompañarla.

-Atenea...- susurra un malherido caballero del Zodiaco.

-No, no soy atea flaco- le contestó desde el volante aquella mujer- soy devota a mi bombón.

-¿Enserio vamos a salvar el mundo o solo dirás estupideces?- preguntó molesto aquel alienígena, casi sentía el ki reunirse en su Palma por el fastidio.

-Tranquilito, toma alcohol y deja de tomarme el coño- lanzó una lata a su cara, gesto que solo le fastidió más- ya te cuento todo el plan en el trayecto. Hasta mientras, ¿puedes administrarle ayuda médica al herido? Usa tu cuerpo o...

-¡Estúpida niñata!- exclamó. Ni él sabía porqué, pero pese a todo, una pequeña vista a Kronos le hizo creer sus palabras al instante. Ese sujeto debía de ser capaz de algo así. Mas no toleraba por eso a la chica pelirroja. Apenas hubiera terminado todo, se encargaría de matarla.

En la corporación cápsula, toda una civilización superior a 100 mil miembros según su mirada fijaba estaba delante de las puertas de su empresa. Bulma no entendía cómo, pero ya habían acontecido varios conflictos y resoluciones extrañas para intentar comprenderlo ahora. Olvidando su temor por Trunks solo unos instantes, salió por la puerta del lugar para ver todo mejor. Veía que varias personas estaban heridas, algunas afligidas y otras con terror. A lo lejos veía una especie de líder estar de pie con suficiente altura para que sea visto por todos, hablando y comunicando algunos factores que desde ahí no oía.

Lo único que sí oía eran algunos pequeños niños llorando en el sitio, muy cerca de donde estaba. Tal vez sea su propia maternidad, o su propio razonamiento trabajando, pero se movió sabiendo qué hacer en el momento. Entró por un momento al sitio para salir después con cápsulas especiales. Lanzó varias de esas para, en medio de una montaña de humo, surgir varios buffets de comida para la gente del sitio. Tal gesto sorprendió a los cercanos, que rápidamente se acercaron a comer con algo de temor y felicidad. Algunas personas, sin olvidar sus modales pese a la desesperación, le dieron las gracias entre lágrimas. Era un mundo lleno de nubes tormentosas, y aún así cabía una luz en aquel sitio.

Cuando la gente empezó a aglumarse ante aquella invitación, su líder se percató de su presencia. Junto a unos compañeros, saltaron a la vez para aterrizar justo donde Bulma arrojaba otra cápsula.

-¿¡!?- se sobresaltó por un instante ante la caída frente a sus narices.

-Perdone, no quería asustarla- le dijo aquel rubio- veo que está prestando ayuda y quiero agradecerle.

-Oh, eh, no es nada. Ante esta situación, solo podemos apoyarnos.

-¿?- aquel hombre por un momento le vió más de cerca- Un momento, me suena de algo.

-¿qué cosa?- preguntó aquella mujer.

-Dígame, ¿cuál es su nombre?-

-Bulma.

-¡¡Ah!!- pareció que aquel hombre recordó algo en el pasado; un recuerdo muy antiguo resguardado en su memoria.

-¿Lo conoces?- preguntó una de sus compañeras de pelo rosado.

-¿Le conozco?- preguntó Bulma, retrayendo un poco sus hombros. Le pareció extraño su reacción.

-Bueno, ehhh, pues sí. La vi usted y a su amigo en el torneo de artes marciales cuando era niño, creo que no se acordará...

-Un momento, sí, ya me acordé. ¿Tu nombre era...?

-Naruto Uzumaki.

-¿Eras ese niño con apariencia de zorro?

-Sí, ese mismo. Un gusto verla señora, aunque hubiese sido mejor en otras circunstancias.

-Con la invasión de Kronos nada puede ser peor- comentó la mujer, mientras sacaba otra cápsula. Sin embargo, el nombre sin quererlo atrajo la atención de Naruto y uno de sus compañeros de pelo negro, quienes alzaron la miraron sorprendidos.

-¿Sabe quién?- preguntó seriamente su acompañante peli negro.

-No tengo todo el detalle. Mi amigo y mi esposo no tuvieron tiempo. ¿Por qué?¿no lo sabían?

-Destruyeron nuestra aldea en poco tiempo, no tuvimos tiempo de coger equipo de comunicaciones y ni fuerzas para ir a averiguar. De hecho, muchos seguimos bastante heridos para si quiera intentarlo ahora- le dijo la mujer de pelo rosado.

-Pues, si quieren les cuento lo que sé, entren mientras. Dejaré algunas cápsulas con suministros.

-Yo me encargaré de repartirlos. Ustedes dos vayan adentro.

-Está bien, Sakura- habló el Hokage de la Aldea de la hoja, yendo junto a su compañero adentro, mientras Bulma le entrega suministros a Sakura y terminaba por acompañarles en el interior.

Natsu, Lucy y Happy caminaban por unas aquellas calles tan futuristas para su civilización. Su reino habituado en la magia y en una decoración más rústica había hecho que sus estructuras sean menos pulidas y menos prácticas a costa de una elegancia caballeresca. Por eso, tales vistas culturales le parecieron sorprendentes. Mas tales vistas no eran tan sorprendentes solo por las diferencias culturales, sino también por la destrucción del lugar a la par que su reino. No habían sido los únicos afectados por una fuerte destrucción por parte de algún grupo antagónico.

-Esos "piratas", la magia de Irene y ahora esto. ¿Qué está pasando en todo el mundo, Natsu?- preguntó consternada Lucy Hearthfilia. Natsu no contestó, la pregunta era redudante. Él no conocía más que ella. ¿Quiénes hicieron esto?¿o quién provocó todo esto?. Debían de descubrirlo cuando antes.

Pasaron por casas hechas ruinas, caminaron por las calles, observaron las columnas de humos alzarse como las únicas torres que se conservaban altas y, encima de todo, no pudiendo ignorar algunos cuerpos tendidos en los suelos o apoyados contra el muro de los locales. Natsu Dragneel tuvo que apretar sus dientes contra los labios ante una clara impotencia. Se sentía igual que en sus encuentros antiguos con Zeref. ¿Esto estaba pasando en todos lados?, no iba a permitirlo. ¿Pero dónde buscar?.

Justo cuando todo parecía más o menos tranquilos, una explosión sacudió el fondo, viéndose una cortina de humo por escombros y como una chica, con muy poca ropa a decir verdad, había aterrizado. Estaba respirando agitada, se veía con muchas heridas en sus costados y brazos.

En otro extremo de donde fue lanzada, había un chico que conjuró una carta que lo protegió con un enorme hombre de garrote firme y mandibulas protuberantes saliendo de su hocico.

Aquella carta intentó resistir el impacto de lo que parecía un enorme tentáculo de carne, pero solo sirvió para proteger a su maestro, ya que de inmediato se desintegró. El chico con un pelo estrafalario y de colores tan únicos intentó sacar otra, pero al ver que se acercaba cerca suyo otro de esos tentáculos, solo pudo optar por saltar del edificio donde yacía. Había tenido una pésima suerte en aparecer en aquel rascacielos, pero peor al tener que toparse con una monstruosidad lovecraftiana.


-"¡Ya es la segunda vez que caigo de un edificio!"- pensó fastidiado mientras el mago oscuro lo salvaba saltando del lateral de aquella estructura y llevándose consigo a Yugi al suelo.

Aquella bestia rugió como una verdadera criatura demoníaca, solo para después expulsar una columna de fuego que fue dispersada por Yugi con el mago oscuro. Posteriormente, salió corriendo mientras dejaba una carta boca abajo en el suelo. En el momento en el cual la criatura, desde los rascacielos, lo perseguía y pasó por encima de esta misma, un enorme tornado se alzó hacia los cielos encerrandolo en un tifón.

Aquel monstruo se agitó con el movimiento del aire a su alrededor, circulando entorno a sus extremidades, pero sin terminar por verse más que atrasado. Aprovechando esa debilidad, Yugi alzó en su mano la carta del Dragón Rojo, que disparó con una gran cadencia de fuego que incineró parte de su cuerpo. La bestia pese a eso seguía moviéndose, hasta terminar alzando sus extremidades en varias direcciones para dispersar aquellas cortinas de vientos tan molestas. La parte destruida se terminó regenerado en cuestión de segundos, cosa que perturbó al jugador de cartas.

-¡¡¡AHHHHH!!!!!- se escuchó retumbar un grito en el escenario, un grito de batalla tal cual valquiria romantizada de obras literias. Ryuko volvió al combate, con su ropa tan descubierta y su arma con forma de media tijera. Corrió tan rápido que aquella criatura, llamada Orochi, no pudo alcanzarla. Ella llegó a hacer varios cortes alrededor suyo, igualando la capacidad de una cortadora de césped para arrancar trozos de su carne. Hasta para Yugi, era una imagen aterradora de una ira desenfrenada.

-¡¡¡Ya he visto demasiada muerte, maldita fantasía sexual de depravados!!!- gritó eufórica, logrando partir medio torso entero. Mas descansó solo un instante para recuperar aire, cuando nuevamente fue golpeada y lanzada contra una muralla.

-¡¡¡Estás sangrando demasiado!!!¡Ya de antes que no te queda mucho para llegar al límite!.

-¡¡Lo sé, pero no puedo quedarme de brazos mientras esta...cosa sigue matando más personas!!- advirtió agitada mientras salía poco a poco de aquella construcción. Pero Orochi volvió a cargar con un impacto conjunto de sus extremidades a ella, hecho que la hizo perder la consciencia un instante mientras salía por el otro lado del edificio.

-Ya me estoy quedando sin puntos...no puedo seguir así. Necesito guardarlos, pero...- se dijo así mismo el chico del mazo mágico, mientras se atrevía a quitar una carta más de su brazo. Tenía un límite que debía de pasar para salvar la situación, pero sobre todo a la chica que había conocido.

La criatura abrió su hocico pretendiendo disparar una nueva cortina flamigera hacia aquel joven, cosa que sí terminó realizando y pareciendo el final para el joven si no hacía algo. Entonces una llamarada surgió por otro lado e impulsó las otras como un viento. Fuego contra fuego, nunca mejor dicho.

-¡¡¡Aliento del dragón de Fuego!!!- Natsu Dragneel lanzó una llamarada desde una lejanía para así contraatacar aquella potencia, tomando por sorpresa a Yugi. Tras esto, se atrevió a lanzarse donde Orochi, expulsando una llamarada más potente que la del monstruo.

-"Y pensar qué, si hubiera atacado así, ese hombre de arena ya estaría perdido"- pensó Dragneel fastidiado, en aquel momento estuvo nublado y turbado por la muerte de su maestro, que fue el costo de su error. ¿Cuántas veces le pasaba que nunca aprendía de sus errores?¿por qué siempre se mantuvo igual?¿por qué, pese a la situación, no aplicó todas las bases hasta ahora aprendidas? Era como si siguiese siendo el mismo de hace 2 años, sin ningún tipo de excusa. Descargando su ira, Natsu llegó a golpear el costado de la bestia, para luego impulsar un fuego más caliente que esa bestia. El rey de los monstruos intentó morderlo con cabezas de dragones que aparecían en sus "manos", pero él evadió todo mientras se propulsa de cabeza a cabeza hasta llegar al frente del rostro de Orochi.


Sus puños chocaron con tanta resonancia en su rostro que llegaron a desfigurarlo y a mover aquella gran cabeza de lado a lado. Parecía igual de enojado o más que la chica que antes cayó inconsciente.

-¿quién es...?- se preguntó Yugi, al tiempo que se percataba como en el cielo aparecía una chica rubia con un gato de alas llevandosela consigo.

-Se ha vuelto salvaje...- comentó el gato azul, algo asustado de su propio amigo. La mirada de Lucy no era distinta, tanto por el estado de su amigo como por aquella monstruosidad parecida a Tifón-"No puedo hacer nada"- pensó la chica, sabiendo que ninguna llave podría contra eso.

Orochi se veía doblegado, aquel muchacho casi parecía otro demonio de aterradora fuerza y con un poder calorífico mayor al que alguna vez pudo soñar. Su carne se rostizaba y algunas partes quedaban no solo destruidas, sino cerradas por el calor. Como una herida cerrada por un cuchillo ardiendo. Su estadía en aquel momento estaba siendo suficiente para hacer que él se viese gravemente herido, y sus golpes empeoraban aquella situación. Aquella criatura creó 5 cabezas de Dragón para intentar morderle, pero todas fueron asadas con su aliento.

-¡¡Eres un insulto para los dragones!!- Natsu saltó para así atravesar su cabeza rodeado de fuego, logrando quemarle por completo esta por fuera y dentro. Sin embargo, no fue suficiente. Orochi no murió, trasladó su cerebro a otra parte para evitar eso. Junto todas sus extremidades y golpeó a Natsu con todas al mismo tiempo. El dragón de fuego salió volando al cielo mientras vomitaba sangre.

Orochi pensaba en esperar y golpearlo otra vez, no podía verlo pero sabía donde lo tiró. Mas una mujer de pelo negro saltó atrás suyo para cortarlo de arriba a abajo, dividiendo a aquella criatura en dos pedazos. Luego cortó su parte inferior en muchos pedazos más pequeños, queriendo detener su regeneración.

Su parte superior giró en el aire, y rápidamente intentó golpear a lo que sea que estuviera abajo suyo. Pero un golpe mágico desde la distancia desvió su curso unos metros más arriba.

-La llave del León- dijo Lucy ya en el suelo. Utilizó una llave especial para invocar a un espiritual celestial que lo ayudase. Este disparó toda su magia solo para lograr desviarlo unos metros arriba.

-Este lugar está igual de mal- dijo aquel espíritu.

Orochi iba a extender dos extremidades para sostenerse en dos edificios ubicados a sus lados. Lastimosamente, Natsu ya estaba cayendo como si fuera un meteoro, rodeado de llamas y con su puño al frente. Atravesó a Orochi en su camino al suelo, desintegrando cada pedazo de él. Solo cenizas quedaron de aquel ser.

Por otro lado, un Cyborg medio destruido forcejeaba para intentar moverse de donde estaba. Había aparecido en medio de una isla extraña. No podía acceder a un mapa mundial al ya no existir ningún tipo de satélite sobre sus cabezas, por lo que se limitó a arrastrarse como pudiese. Aunque sabía que no podía hacer nada sin sus extremidades. Se limitó a arrastrarse hasta la playa, para poder ver el mar en busca de presagiar algo. Pronto pasó corriendo algo en medio de aquellas aguas, que giró por un lado hasta posicionarse delante suyo.

-Ah, Genos, estás aquí


-¿Estabas de vacaciones?

-Saitama sensei...usted es el único que puede hacer algo...- hablaba bajo Genos por sus fallas en el sistema- usted puede...detener esto.

-¿Ah?¿Esto?- preguntó Saitama- mira, no entiendo nada. Había ido a visitar a Tankmaster y Mumen Rider para darles bananas cuando me dijeron algo loco sobre monstruos o algo así apareciendo por el mundo y...

-Eso es lo que hay que detener, alguien lo está provocando...

-¿?¿Cómo?

-Solo se lo dijeron a los clase S y otros altos mandos...usted debe de saberlo; un ser ha causado todo esto. Se llama Kronos y si logra pasar todas las defensas esperadas entonces...

-Será el fin del mundo, ¿no?.

-Usted puede detenerlo, confío en usted

-Primero te dejaré en un hospital, luego seguiremos hablando de eso. Bueno, ¿o a un mecánico?- Saitama agarró a Genos de un brazo, para después empezar a correr con toda su velocidad.

Toriko había caído inconsciente tras chocar en su trayecto contra un monte. En su mente estaba sentado en medio de la oscuridad, rodeado de varios demonios. Un de ellos en particular, parecía burlarse. Era su tercer demonio Gourmet, quien solo miraba a Toriko como si fuese un imbecil.

-Tenías tanto poder desaprovechado, desde que venciste a Akazia, te creíste invencible. Siempre pensaste superar todo con tu habilidad y sufrimiento, pero te habías olvidado curiosamente de estas dos últimas con tanto poder. Te hiciste vulnerable, por eso perdiste a tus amigos. ¿Quieres vengarte?

- sí

-¿¡Quieres vengarte!?

-¡¡¡¡Sí!!!!

Abrió sus ojos en par a par, era tan temible como el demonio en su interior. Sus músculos se tensionaban ¿cómo si estuvieran nuevos?.

-¿¡!?- había despertado con una sed asesina y hambre por recuperarse, pero por alguna razón ya no tenía ningún herida. De hecho, hasta una parte de su apetito estaba saciado.

-Ya despertaste- le dijo un hombre de pelo puntiagudo y ropa destruida: Goku. Levitando en el cielo, había visto como iba en dirección a una montaña y no dudo en salvarlo.

En grandes levantamientos de tierra, dos oponentes chocaban entre sí en golpes frenéticos e inciertos. Uno de ellos apenas le podía seguir con sus movimientos, pero tenía suficiente entrenamiento de prevención para poder lograr desviar gran parte del daño, aparte de una resistencia fuera de lo normal que le permitía seguir luchando. Por contraparte, su enemigo no escaqueaba la norma. Él tenía una apariencia aterrorizante, con un pelo puntiagudo y una coraza fuerte.


-...Y eso es todo lo que sé- contó Bulma tras 10 minutos charlando con Naruto y Sasuke.

-¿Entonces su esposo está en un transe mientras Goku está buscando derrotar a varios...?- dijo en forma de pregunta Naruto, pero era más una observación. Ese tal "Kronos" estaría por aquellos lares para destruir su mundo, ¿entonces solo ese hombre blanco y morado era meramente un solo esbirro de él? Y pensar que ni con todo su poder, podía hacer algo contra su forma dorada.

-¿En transe, no es así?¿por una un revivido "Madara Uchiha"?- preguntó el Uchiha.

- Sí, ese mismo. Lo dejé conectado a una máquina que recupera vitalidad rápidamente.

- Esa máquina me sería útil. Sakura está tratando a otras personas y no puedo simplemente pedirle que me ayude, no a mi. ¿Podría usarla en vez de su esposo?.

-¿Qué?- no queriendo ser descortés, pero a la vez asombrada por una especie de petición malévola, alzó la voz con un leve desagrado.

-Porque lo vamos a liberar de su transe- afirmó Sasuke, con una seguridad propia de su semblante.

A la par que todos estos acontecimientos ocurrían, en el mundo espiritual un hombre metálico caminaba a las puertas de toda una sociedad de shinigamis, quienes, acompañadas de otros seres y hasta muertos, estaban preparados para recibirlo con los brazos abiertos.

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