epílogo

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Según una creencia tradicional oriental, todos nacemos atadosa un hilo rojo, el cual nos conecta al amor de nuestras vidas.

Este hilo puede estirarse, acortarse, doblarse y dar la vuelta al mundo, pero jamás se corta.

Esta bonita manera de graficar el destino de nuestras vidas, nos explica qué tan fuerte son los poderes del amor.

Dos personas entrelazadas por el destino, llámese hilo rojo o no, siempre terminarán encontrándose y permanecerán ligadas para siempre.

___________


La primavera estaba llegando cuando ingresó a la cafetería con una expresión de cansancio, estornudando contra su bufanda mientras soltaba un quejido bajo.

A pesar de que hubiera sol, se seguía sintiendo un viento helado que obligabaa todas las personas a salir abrigados para no terminar con un resfrío, y él no iba a ser la excepción.

Siempre tuvo un sistema de salud algo delicado; por otro lado, no podía enfermarse porque tenía que seguir trabajando, no le gustaba dejar sus cosas tiradas por algo tan mínimo como un
resfriado.

Odiaba esos primeros días de primavera, cuando eran una mezcla de calor y frío imposibles de combatir.

—¿Qué va a querer, señor? —preguntó la cajera.

—Un capuchino de vainilla para llevar —pidió, extendiendo los billetes para pagar.

—Lo llamaremos cuando esté listo, ¿Cuál es su nombre?

—Jeon Wonwoo.

La chica asintió y Wonwoo caminó para sentarse en la barra, mirando por el ventanal hacia la calle.

El día anterior, Bangchan le envió un mensaje diciéndole que ya no podía seguir en una relación con él, así que Wonwoo volvía a estar, "oficialmente", soltero, aunque si era honesto con todo el mundo, tampoco es como si hubiera tenido una relación profunda luego de su fallido matrimonio, cinco años atrás.

Cinco años desde la última vez que vio a Jun, llorando en la puerta, cerrándola para luego sólo existir el silencio.

Una vez Jun se marchó, Wonwoo terminó su relación con Jihoon, que le miró con una frialdad enorme y desprecio en sus ojos, pero a Wonwoo no podía importarle menos, no cuando se sentía perdido y vacío por dentro, como si algo no estuviera bien a su alrededor.

Vivió por cerca de trece años con la presencia constante de Jun a su lado, ya fuera como amigo, novio o esposo, y las cosas sin él se sentían extrañas, dolorosas, pero por sobre todo, desconocidas.

Después de eso no tardó en ir a la oficina del gerente de la empresa, presentando su carta de renuncia y, días más tarde, vender el departamento en donde vivió con Jun por diez años.

Se mudó a un lugar mucho más pequeño, con una cama individual donde no sintiera esa constante soledad que le invadió los últimos días desde que Jun se marchó sin mirar atrás, y fue contratado en menos de un mes en una pequeña empresa mobiliaria, donde nadie le conocía ni juzgaría.

Aunque eso no evitó que rompiera a llorar cuando estaba guardando las cajas y encontró ciertos papeles que Jun abandonó: eran esos papeles de adopción que nunca le mostró a Wonwoo, porque cuando lo iba a hacer, comenzó el principio del fin.

Wonwoo lloró, desesperado, leyendo los trámites, recordando todas esas veces que hablaron sobre adoptar, sintiéndose más miserable que nunca por no haber pernsado un poco más en el corazón de Jun.

Luego, guardó los papeles al fondo del cajón, prometiéndose que, algún día, los volvería a leer.

De esa forma comenzó una nueva y solitaria vida como soltero, aunque siendo sincero, nunca se quitó el anillo de matrimonio a pesar de que las actas de divorcio ya estaban firmadas, así como Jun lo quiso.

Hubo un breve instante donde pensó no seguir llevando a cabo el divorcio, después de todo, Jun se marchó, ¿Cómo iba a saber él que esos trámites nunca se llevaron a cabo? Así, si Jun volvía, podría volver a insistir en ello, podría...

Pero ese breve pensamiento desapareció cuando, un día, mientras cruzaba por el parque, se encontró con ese hombre al que Jun buscó cuando se olvidó de su cumpleaños, jugando con su hijo en el parque.

Mingyu no le vio, demasiado concentrado en cuidar de su pequeño hijo, y pensó que, un día, Jun podríamencontrar a alguien que le amara, a una persona que nunca le haría lo que él le hizo, alguien con quién querría compartir el resto de su vida, y Jun querría casarse, descubriendo que el divorcio nunca se llevó a cabo.

Y Wonwoo no podría soportar verlo volver para exigir la separación, buscando compartir su vida con otro hombre que no fuera él.

Así que llevó a cabo todos los trámites al día siguiente, sin necesidad de que Jun estuviera presente porque los papeles ya estaban firmados.

Dos años después, se encontró a Jihoon a lo lejos, saliendo con otro trabajador de la empresa donde trabajó, ambos hombres tomados de la mano con.bolsas de compras, riéndose, metidos en su propia burbuja. Si mal no recordaba, se llamaba Seokmin.

También perdió contacto con Minghao y Soonyoung, lo normal, considerando que el mejor amigo de Jun trató de golpearlo con un palo cuando Jun se marchó, siendo sólo detenido por su novio.

Sabía, porque también los veía a veces (pero se ignoraban mutuamente, tensión floreciendo apenas se acercaban), que ahora estaban casados y Saerom tenía un hermanito menor de cuatro años que adoptaron, Kwon Hansol.

Seungcheol fue otro en contraer matrimonio, pero contrario a lo que todos esperaban, no fue con Jeonghan (su relación terminó meses después), sino con una chica llamada Siyeon. Contrajeron matrimonio unas semanas atrás, así que en ese instante estaban en luna de miel, disfrutando de su nueva vida juntos.

El único que parecía haberse quedado estancado fue Wonwoo, que nunca pudo lograr mantener otra relación más allá de unos meses, donde lo principal siempre fue lo carnal y no lo sentimental: nadie lograba causar aquel revuelo en su corazón como lo hizo otra persona de años atrás, nadie podía provocar que las palabras salieran de su boca en alguna conversación profunda que ayudaría a que los sentimientos florecieran, nadie causaba que de su garganta lograra salir un simple "Te quiero", y todos se alejaban porque podían notar el distanciamiento entre ellos.

Wonwoo no los retenía, ¿para qué iba a hacerlo? Nunca fue capaz de forzar sus propios sentimientos para sentir algo por personas que le eran, tristemente, indiferentes.

Durante mucho tiempo, también, pensó en volver a buscar a Jun, pero siempre descartaba aquel pensamiento cuando recordaba que si Jun se marchó, fue por cuenta propia, y si deseaba volver también lo haría por su deseo personal.

Aprendió, con.el pasar de los días, de las semanas, de los meses, que Jun tenía razón sobre sus sentimientos: era momento de repararlos, de construirlos otra vez, de no seguir presionando, o habrían terminado rotos, odiándose por no ser capaces de sentir lo que al principio los unió con tanta fuerza.

Pero eso no significaba que no le iba a extrañar, porque era mentira si lo decía: Jeon Wonwoo seguía extrañando un montón a Wen Junhui, tanto como el primer día que se marchó.

—Jeon Wonwoo —llamó una de las chicas que atendía en la barra.

Wonwoo se puso de pie, suspirando y tomando el vaso de capuchino. Salió de la tienda a paso apresurado, pensando en las compras que debía hacer ese día para la semana.

Había avanzado una cuadra cuando escuchó un grito lejano, alguien pronunciando su nombre, pero pensó que se confundieron porque, ¿quién lo iba a llamar para hablar con él?

No, sólo cuando una voz conocida lo llamó, tomándolo del hombro, se detuvo.

—Wonwoo, Wonwoo, ¿eres tú?

Apenas consciente de sí mismo se giró, encontrándose con esos tiernos, amables ojos que tanto amó.

Wen Junhui le observaba frente a él, sonriendo enormemente, su cabello teñido de rubio oculto bajo un gorro de lana.

—¿Jun? —preguntó con la voz titubeante.

—¡Wonwoo! —saludó Jun sin dejar de sonreír, abrazándolo de golpe— ¡Ha pasado mucho tiempo, ¿No crees?!

Asintió, aunque sabía que Jun no tuvo que haberlo visto, así que se obligó a aclarar su garganta.

—Sí, cinco años, para ser exactos... —contestó, humedeciendo sus labios.

—¡Te llamé en la cafetería, pero no me notaste! —habló Jun, haciendo un puchero— ¿Cómo has estado? ¿Es mi idea, o has crecido unos centímetros?

Sin poder evitarlo soltó un bufido, rodando los ojos.

—Vaya, eres tan divertido —gruñó con ironía, causando que la sonrisa de Jun aumentara un poco más— Bien, ¿y tú?

—¡Maravillosamente bien! —contestó Jun con entusiasmo.

Wonwoo le observó en silencio, notando su cabello brillante, sus ojos sonrientes, sus hoyuelos hermosos marcándose, susonrisa mostrando sus dientes.

Podía notar su piel un poco más oscura, pero sana también, y le era imposible no rememorar la última vez que le vio, todo lloroso y encorvado, pálido, ojeroso, quebrado.

Pensar en eso provocó un estremecimiento poco notable, porque no pudo evitar culparse por haber destrozado a esa hermosa persona frente a él.

Jun seguía hablándole, así que se obligó a escucharlo:

— ... ¡Estuve viajando por muchas partes! Hace un año estaba en la India, ¡¿puedes creerlo?! Luego decidí hacer un tour por Europa, ¡vi un montón de cosas
hermosas! Dios, ¡me habría encantado llevarte conmigo!

Asintió, sonriendo y no pudiendo evitar sentir su estómago contraerse cuando la mirada de Jun se suavizó.

—¿Estás de paso, entonces? —preguntó Wonwoo titubeante.

Deseaba invitarlo a un café, a su departamento pequeño, a la plaza, a algún lugar donde pudieran hablar con calma, donde pudiera estar a su lado sin que nadie les molestara, donde pudiera decirle todo lo que no pudo decirle cinco años atrás.

—Sí, vine a ver a mi hermano y a mamá —contestó Jun— la siguiente semana partiré a recorrer América, ¡ya lo estoy ansiando!

Volvió a asentir, su garganta apretándose mientras trataba de forzar a las palabras a salir.

—Tú... uh... ¿tú... querrías...? —Jun le miró, inquisitivo, y deseaba hacerse pequeñito, desaparecer de allí— ¿Eres feliz?

A último minuto no pudo evitar cambiar su pregunta, sintiendo ganas de llorar porque Jun se veía tan contento, tan satisfecho, que sintió que él no hacía falta en su vida, ya no más.

Después de todo, él fue el culpable de romperle su corazón, de quebrarlo, de destrozar sus sueños.

¿Cómo podía volvera pedirle otra oportunidad cuando se comportó de esa forma con Jun?

El rubio, frente a él, lucía un poco decepcionado.

—Lo soy —afirmó Jun.

Entonces estaba bien.

Si Jun era feliz, todo estaba bien.

—Me alegro por ti —contestó Wonwoo educadamente— Ya debo ime, Jun, tengo cosas que hacer y..

—No te preocupes —asintió Jun, retrocediendo— Debo volver a la cafetería, ¡dejé a mi hermano solo! Mamá me matará si se entera de eso —Jun hizo amago de inclinarse para darle un beso, pero pareció pensarlo mejor porque se echó hacia atrás, su sonrisa titubeando— ¡Fue un gusto verte, Won! ¡Espero que estés muy bien!

Wonwoo asintió, forzándose a sonreír.

—Espero que tú también, Jun.

Se giró, dando unos pasos, su alma cayendo a sus pies mientras se forzaba para no romper a llorar mientras caminaba. Trató de no girar para gritarle a Jun que le quería, que no le dejara, que le perdonara, pero sabía que todo fue dicho años atrás, que Jun era ahora feliz y eso era lo único que bastaba.

¿Qué le importaba su propia infelicidad si Jun por fin logró ser feliz?

A nadie, ni siquiera a él.

Ni siquiera-

—¡Wonwoo!

Jun le giró, agitado, sus mejillas coloradas, y se inclinó, dándole un beso fugaz en la mejilla antes de tomarle la mano libre, sintiendo una pequeña hoja de papel contra su piel.

Le miró, perdido, enamorado de esos ojos tan hermosos y dulces.

—Te dejé mi número de teléfono —balbuceó Jun avergonzado y alejándose, sin perder el rubor de su rostro— Si...sí quieres, mañana podemos salir por un
café y...y bueno..

—Me encantaría —dijo, y sin poder evitarlo, sonrió también, sus dientes mostrando una sonrisa sincera, sus ojos
convirtiéndose en dos medialunas.

Jun le correspondió su sonrisa, agitando su mano mientras comenzaba a correr.

—¡Espero tu llamada, Wonwoo!

Por primera vez en su vida, Jeon Wonwoo sintió que esos primeros días de primavera no eran tan malos como pensó al principio.

fin.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro