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Haren:

A veces pienso en el futuro que me espera y no me importa el hecho de sacrificarme tanto, y principalmente, perder tantas etapas de mi vida para muy pronto estar donde quiere verme mi padre. Pero en momentos como éste, que me recuerdan que a penas tengo diecinueve años recién cumplidos, me replanteo si en verdad ha valido la pena madurar a tan temprana edad.

Ahora mismo miro a mi alrededor y veo a muchos jóvenes de un lado a otro. Sus ojos desprenden un brillo infinito con él que demuestran lo tan feliz que están preparándose para estudiar lo que les gusta, disfrutando de su vida al máximo, sin embargo, yo soy de la edad de muchos de estos chicos y chicas que entran y salen de la cafetería pero cuando yo miro mis ojos frente a un espejo, lejos de ver el azul brillante de la mirada de mamá, lleno de alegría, vida, paz; sólo veo el oscuro mar de los de papá. Un azul oscuro lleno de ambición y hambre de poder pero falta de felicidad o gusto por todo lo que ha hecho.

Hace mucho tiempo que dejé de ser un chico que hace lo que le gusta para convertirme en un hombre que hace las cosas por interés, por ganar algo a cambio. Para ser exactos desde aquella primera vez que aborde un avión, con tan sólo 10 años, para irme a vivir a Inglaterra a un internado militar donde mis ojos dejaron de brillar de la forma tan genuina como los de todos a mi alrededor ahora mismo.

— Cariño, ¿a qué hora llega esta amiga tuya? — pregunta Susana, sentada frente a mi. Ella también vino a matricularse para terminar su último año aquí.

Miro mi reloj, veo que son prácticamente las doce treinta y aún Ari no ha llegado.

— No lo sé. — respondo. — Seguro tuvo un retraso su última clase o aún no ha encontrado a la amiga de la que me habló.

Mi antigua amiga me vio esta mañana nada más poner un pie aquí. Hacía tanto tiempo que no veo a la ranacuaja que casi no la reconozco. Está más hermosa de lo usual y eso no es exagerar ante la belleza de la rubia. Ella siempre ha sido linda, muy linda. Era, para ser sincero, la crush de medio jardín de niños y posteriormente primaria.

La ranacuaja y yo nos conocemos hace muchísimos años. Nuestras madres eran muy amigas y el día que nació Ariamna yo fui el primero en verla a través del cristal de su encuvadora, porque sí, siempre quiere ser la primera en todo y necesitaba hacer su gran entrada en este mundo a los siente meses de embarazos. Un yo de apenas dos años la recuerda tan fea que desde ese entonces le digo ranacuaja, porque cuando nació justo eso parecía, una cría de rana.

— Harén. — Susi me llama y pongo toda mi atención sobre ella. —...si tu amigs no llega pronto, tendré que irme.

— No hay problema, linda. ¿Tu padre ya te llamó?

— No. — niega revisando su móvil. — ¿Sabes? — me mira y en sus ojos parece un brillo de tristeza. — Desde aquella noche del club está muy raro. Cuando le pregunté quien era esa tal Karina me dijo que no era nadie importante pero cuando le comenté a mamá lo que había pasado se puso muy
furiosa. — suspira y mira hacia ningún lado en especifico. — Desde esa noche mamá y papá casi ni se hablan.

Me levanto de mi puesto, me siento junto a ella en la silla que estaba vacía. La atraigo hacia mí, la
abrazo. — Verás que sólo es una discusión de pareja. En unos días estarán bien. — miro sus preciosos ojos azules, muy diferentes a los de su padre. — Ellos se aman. Nada los va a separar.

— Harén, esta vez fue diferente. Papá está muy raro desde que vio a esa del club. — lo último lo dice entre dientes, con odio.

Es verdad que desde esa noche, después que la chica con la que discutí saliera echa una furia escaleras abajo por la amenaza de mi padre, Rafael intentó ir tras ella pero mi padre lo detuvo.

— Esa niña no volverá a molestarnos. Ya verás. — la vuelvo a abrazar.

— ¡Uy!Que lindos los tortolitos. — me separo en cuanto siento la voz de Ari.

— Al fin, pensé que te habías
perdido. — intento disimular lo incómodo que me puso que me viese tan pegado a Susi.

— Querido, recuerda que conozco este lugar como las calles de Londres. — dice con una hermosa sonrisa.

— Querida, ha sido todo un placer conocerte. — se levanta Susana. — ...pero ya debo regresar a casa, mis padres me esperan. — Susana se acerca a Ariamna para despedirse de ella, a mí no me mira antes de salir caminando.

Ella sabe que no somos nada más que amigos y acciones como estas son las que me hace replantearme si hice bien en seguirle aquel beso que empezó nuestro juego de amigos con derecho. Suspiro con frustración cuando la rubia comienza a caminar hacia la salida/entrada de la cafetería.

— Upss. Creo que alguien se fue molesta. — comenta Ari. Se sienta frente a mi.

— No te preocupes.

— Si tú lo dices.

— Ranacuaja, ¿dónde está tu amiga?

— Harén, yo te adoro lo sabes
¿verdad? — se gira por completo hasta quedar mirándome de frente. — Pero eso no quiere decir que te aguante esos sobrenombres tan infantiles. — agarra su botella de agua.Antes de darme cuenta ya tengo toda mi sudadera mojada.

— Ranacuaja, más vale que corras porque cuan...

— Aria... — me interrumpe una voz femenina muy dulce y angelical. Miro detrás de Ari para saber de dónde proviene tan hermoso sonido. — Me puedes explicar donde están... — calla cuando mis ojos se encuentran con los mismos color café oscuro de la noche del sábado.

— ¿Otra vez tú? — pregunto. Me mira con la misma cara de decepción de hace una noches, y hace ese gesto con sus labios que tanta gracia me dió el sábado.

— Yo podría preguntar lo mismo.

— Chicos... —habla la rubia intercambiando su vista entre ambos. — ¿Ustedes se conocen?

— Por desgracia. — respondemos al unísono.

— Aria, él es el estúpido del club.

— Niña ,me vuelves a decir así y...

— ¿Y qué? — pone sus manos sobre la mesa tomando una postura defensiva. Me pongo de pie e imito su gesto quedando nuestros rostro a unos cortos centímetros. — ¿Llamarás a tu papi?O no, espera. Llamarás a tu noviecita para que te defienda. Ella parece tener muchos más huevos que tú. — me señala con su dedo índice.

— Chicos, podemos calmarnos. — se acerca Ariamna a la loca que tengo al frente. — Kayla, todos nos miran. Y cuando digo nos, me refiero a ti. Te miran como si estuvieses loca.

— Es que eso es lo que es, una loca. — digo con una sonrisa en los labios, bajito para que sólo ella me oiga.

—  Imbécil. — dice entre dientes antes de mirar a mi amiga.

Suspira antes de hablar. — Es mejor que hablemos después, me acaban de rejoder el día. — besa la mejilla de Aria, y me mira para después volver la vista hacia la ranacuaja. — Se que lo echabas de menos. Diviértete.

— Pero... yo quería que se
conocieran. — Aria dice lo último más para sí misma que para la niñata. Me da una mirada de reproche.

— No me mires así, yo no hice nada.

— ¿No? — enarca una ceja.

Pongo los ojos en blancos antes de levantarme. — Venga, vamos a disfrutar, ranacuaja.

— Harén. — me advierte.

— También te extrañé.

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N/A:

Siento que tengan que leer con los guiones pequeeños, Wattpad melaos cambia cada vez que los sustituyo por los más grandes.

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