#6: Batman contra Rorschach

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Rorschach caminaba impaciente por la entrada de un callejón, emitiendo pequeños ruidos similares a gruñidos.

Finalmente, el batmovil se fue aproximando al lugar donde el vigilante esperaba.

—Llegas tarde —exclamó Rorschach, mientras la puerta del auto se iba abriendo.

—No fue mi culpa —afirmó Batman mientras salía del auto.

Sin embargo, Rorschach se quedó observando a aquella que bajaba del asiento de copiloto.

—Eres muy cascarrabias, Ni… Batman —afirmó Huntress—. Tú debes ser Rorschach.

Rorschach se mantuvo en silencio un momento, antes de voltear a ver a Batman.

—¿No te era suficiente con Silk Spectre? —preguntó con fastidio.

—Soy Huntress.

—Es mi hermana —dijo Batman, aproximándose a su compañero—. Se unirá a nuestra lucha contra el crimen.

—Al menos hasta que me dejen patrullar sola —aseguró la fémina.

—No hasta que estés preparada.

—Por favor. No hay nadie a quien no pueda patearle el trasero.

—Batman —susurró entre dientes Rorschach, aproximándose a su compañero—. No es una heroína. No es más que una niña mimada y caprichosa vestida como prostituta.

—¿Vestida como qué? —preguntó Huntress.

—Cálmense los dos —exclamó Batman.

—¿Podemos al menos ir a hacer algo útil? —preguntó con gran molestia el vigilante de sombrero.

—Debes venir conmigo, Rorschach —habló Batman, nuevamente en el presente—. No puedo permitir que sigas matando criminales.

—¿No puedes permitir que haga justicia? —preguntó Rorschach.

—Lo tuyo no es justicia.

—Sí. Sí lo es. Verdadera justicia. Lo que ni tú ni los demás hipócritas lograron hacer.

—Este no es el camino, Rorschach. Mira lo que Wonder Woman provocó. Ahora los héroes fueron prohibidos y tenemos a los Iron Men sobre nuestras cabezas. Tus actitudes solo van a empeorarlo todo.

—¿Y tu solución es meterme a la cárcel?

—Quiero ingresarte en Arkham. Aún tengo contactos ahí que pueden ayudarte con tus problemas.

—Me quieres mandar a un loquero solo por mi forma de hacer justicia.

—No estás bien, Walter. No desde el caso de Blaire Roche.

—Cállate —exclamó de forma abrupta antes de señalarle con el dedo—. Tú no tienes derecho a hablarme de eso.

—Sé que la muerte de la niña te afectó, pero…

—¡Fue tu culpa! —gritó Rorschach, con una explosión de furia que salía de sus cuerdas vocales—. Eras mi compañero. Mi amigo. Y en vez de ayudarme a encontrarla rápido, estabas jugando con esos hipócritas de la Sociedad de la Justicia. Te vendiste. Te dejaste contaminar por ellos y le diste la espalda a las calles. La muerte de esa niña esta en tus manos.

—Sé que te fallé, Rorschach. Te fallé cuando más me necesitabas, pero no quiero abandonarte ahora. Déjame ayudarte.

Pero Rorschach rápidamente le propinó un derechazo en la mandíbula a Batman, haciéndolo retroceder y trastabillar por la fuerza del impacto.

—Ayuda no —afirmó Rorschach, mientras apretaba los puños y avanzaba—. Te voy a mostrar verdadera justicia.

Rorschach arrojó otro derechazo, pero Batman ya estaba preparado y lo esquivó al retroceder. El vigilante de gabardina arrojó otro golpe —ahora con la mano izquierda—, pero el murciélago solo retrocedía.

—No quiero hacer esto, Walter —afirmó Batman.

—¡Soy Rorschach! —gritó mientras arrojaba puñetazos—. ¡Walter murió con Blaire Roche! ¡Murieron por tu culpa!

Batman le atrapó el puño izquierdo en el aire a Rorschach, y se posicionó rápidamente a un costado para conectarle un derechazo en la mandíbula que casi tumba al varón. Walter retrocedió unos pasos, mientras la parte baja de su máscara se iba tiñendo de rojo.

—Estás entrenado, Rorschach, pero solo en lo básico. Tienes problemas al enfrentarte a un grupo de pandilleros y tu ropa no te cubre lo suficiente de los golpes. Estás en completa desventaja contra mi. Por última vez, no quiero…

Rorschach sacó su pistola gancho y la disparó hacia Batman, pero este se movió a un costado con suficiente velocidad para esquivarlo. Sin perder el tiempo, arrojó un batarang contra la mano de su rival, y este le produjo un corte lo bastante profundo para hacerle soltar el arma.

—Eres una farsa —habló Rorschach—. Un cobarde. Te dejaste seducir por quienes nunca fueron verdaderos héroes. Por cobardes incapaces de hacer lo necesario.

—¿Quieres qué admita que es mi culpa que te volvieras lo que ahora eres? Sí, Rorschach, es mi culpa. Pero también lo es tuya.

Rorschach gritó de furia y corrió al ataque, intentando taclear a Batman pero este se afirmó en sus piernas  y detuvó su avance. Aunque Walter era fuerte, seguía teniendo un físico bastante delgado por su mala alimentación.

—Desde la primera vez lo noté —afirmó Batman mientras le conectaba un rodillazo al pecho de Rorschach, tras lo cual lo arrojó bruscamente a un costado—. Siempre fuiste alguien inestable. Siempre estuviste al borde de caer al precipicio y volverte aún más violento y sádico de lo que ya eras. Y lo vi, porque yo era igual. Creí que si era tu compañero, podríamos ayudarnos mutuamente a sobrellevar eso. Pero me equivoqué. Debí detenerte esa misma noche que nos conocimos.

—¡Cállate! —exclamó entre dientes Rorschach mientras se levantaba.

—Es mi culpa por no haber estado esa noche para evitar que cayeras en la oscuridad. Pero eso no te excusa para andar libremente matando criminales. Eso no es justicia, Walter. Eso es volver al salvaje oeste.

—Si hubieras visto lo que yo vi…

—¡Deja de excusarte en eso! —gritó Batman—. ¿Te crees qué no he visto ese tipo de cosas?

—Si lo hiciste y sigues queriendo actuar como un boy scout, entonces eres más hipócrita y cobarde de lo que creí.

Rorschach volvió a arrojarse contra Batman, pero este le bloqueó el puñetazo con el antebrazo antes de darle un gancho al hígado.

—Madura Rorschach —dijo Batman, antes de propinarle un izquierdazo en la boca—. Estás tan cegado que piensas que todos debemos ser como tú para ser verdaderos héroes —aseguró el murciélago mientras le daba un golpe con la palma en la nariz, provocando un estallido de  sangre—. Crees erróneamente que solo tú visión de la justicia cuenta —dijo mientras le fracturaba varias costillas al darle un rodillazo frontal—. ¡No eres más que un maldito extremista!

Batman le conectó otro golpe al costado de la cabeza, y lo tomó del abrigo para impedir que se le escapara o cayera.

—¿Dices qué eres como eres por haber visto el verdadero rostro de la sociedad? —preguntó Batman—. Te tengo una noticia: yo también.

El murciélago le conectó un derechazo en el rostro, tras lo cual empujó bruscamente a su antiguo compañero. Rorschach cayó de espaldas al suelo, y con gran dolor empezó a girar para quedar boca abajo.

—¿Sabes cuantas redes de prostitución he desmantelado? ¿Sabes cuantos cadáveres de niñas tuve que sacar del basurero? Dices que ver a unos perros comerse el cadáver de una niña te marcó. Hace seis meses me topé con una maldita red de prostitución que ofrecía bebés recién nacidos. ¡Había habitaciones llenas con cadáveres de niños que no llegaban al mes y ya habían sido violados, torturados y asesinados! Y no me convertí en ti.

—¿Por qué? —preguntó Rorschach, rendido—. Éramos tan parecidos. ¿Cómo terminamos así? Tan diferentes. Tan distantes…

—Porque los dos miramos al abismo, Walter. Pero cuando él nos miró, tú parpadeaste.

Rorschach se apoyó en sus manos y rodillas para alzar el torso y quedar únicamente apoyado en las últimas. Con su máscara teñida con su propia sangre, observó al que alguna vez fue su amigo.

—Hazlo —dijo, sabiendo que era inútil continuar aquella pelea—. ¿Qué estas esperando? ¿Qué es un héroe menos en este mundo? ¡Hazlo!

Un último golpe, y todo quedó en oscuridad.

El Sol se ocultó tras las nubes mientras la lluvia caía sobre la mansión Wayne. Helena bajaba las escaleras de la cueva con una charola en la cual llevaba el desayuno de su hermano. Sin embargo se sorprendió mientras bajaba pues vio a Nicolás parado frente al traje de Batman del difunto Bruce Wayne.

—Soy un hipócrita —afirmó Nicolás—. Encerré a Walter en Arkham, pero debería encerrarme a mi también. Cada día que pasa pierdo un poco más de mi cordura. Yo… yo sé que no estoy bien. Aquí estoy, hablando contigo. Sé que esto no es real —dijo mientras se apoyaba una mano en la sien—, pero puedo escucharte en mi cabeza. Escucho tus malditas respuestas. No eres más que un demonio en mi subconsciente que toma la forma del traje de mi padre. Sé que todo está en mi cabeza, pero eso no me hace menos loco.

—¿Nick? —preguntó Helena, mientras reanudaba su descenso por las escaleras.

—Estoy muy cansado, Helena.

Helena se apresuró en bajar y dejó la charola de lado. Se aproximó a su hermano, el cual en todo momento se mantuvo estático, y lo tomó del rostro. Allí pudo contemplar su rostro cansado y pálido, con la mirada apagada y grandes ojeras.

—Debes descansar —aseguró Helena.

—No importa, Helena. Realmente nada importa.

Nicolás se apartó de Helena y empezó a caminar hacia la computadora de la cueva. Una vez allí se sentó delante de esta, y simplemente se quedó inmóvil con la mirada en el teclado.

—Vencí a un Iron Man. Encerré a Rorschach. Y aún así, siento que cada día estoy perdiendo la batalla. Estoy perdiendo, en todo.

Walter Kovacs era escoltado por varios guardias a una pequeña oficina dentro de Arkham. Una vez en el interior del lugar, fue forzado a sentarse delante de un pequeño escritorio.

—Buenos días, Walter. Mi nombre es Stephen Vincent Strange. Me pidieron que sea tu terapeuta en tu estadía aquí —afirmó el varón, ganándose únicamente silencio.

—Deme otra oportunidad —hablaba Harold Jordán, con un enorme parche en su nariz rota.

—Deberías agradecer que no te sacamos la armadura, soldado —habló un hombre de piel morena y armadura de Iron Man, pero esta con los colores de los Estados Unidos. El presidente ya fue informado de tu fracaso, pero no lo haremos público. A partir de ahora, yo estoy a cargo de esta misión. ¿Entendido?

—Fuerte y claro, general Stewart.

—Muy bien —afirmó John Stewart—. Ahora, vamos a acabar con ese maldito terrorista.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro