Epílogo

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La policía se encontraba acordonando el área debido a la toma de rehenes en un banco. La que en antaño fue la ciudad protegida por Superman, ahora no era muy diferente a ciudades como Gótica.

—Hace cerca de veinte minutos que el Banco Central de Metrópolis ha sido tomado por un grupo de secuetradores —hablaba una reportera, desde detrás del perímetro.

En una ciudad sumida en el caos, un pequeño rayo de esperanza apareció cuando un Iron Man aterrizó en la escena.

—Genial —exclamó un oficial veterano—, nos podría venir bien algo de apoyo.

—¿Alguno de los involucrados es un metahumano? —preguntó el Iron Man.

—No que nosotros sepamos —respondió el policía.

—Entonces no puedo intervenir —afirmó el Iron Man.

—Hay vidas en riesgo —dijo el policía—. Tú podrías solucionarlo rápido.

—Son mis órdenes —respondió el soldado, cruzándose de brazos—. Solo me quedaré para asegurarme de que no haya metahumanos entre los secuestradores, por protocolo.

—Vete al carajo tú y tu protocolo.

Pero interrumpiendo la tensa conversación, un borrón rojo y azul entró volando al lugar, dejando en estado de sorpresa a todos los presentes.

—¿Acaso fue...?

—Pero, ¿no estaba muerto?

—¿Y sí...?

Pocos momentos después, la misma figura salió del techo del Banco, acompañado por una figura femenina vestida de blanco. Ambos cargaban en sus manos al grupo de secuestradores, quienes se encontraban amarrados con sogas. Con sus capas ondeando al viento, depositaron a los criminales cerca de la policía.

—Oficiales —habló Jonathan Kent, quien portaba el traje clásico de su padre—, espero que no les moleste nuestra intervención.

—S-Superboy, Power Girl —habló el oficial, quien no podía ocultar cierta alegría al ver a los héroes—. Por supuesto que no, ustedes saben que...

—Ustedes dos —exclamó Iron Man, dando un paso al frente—. Por la ley vigente, las actividades como vigilante están completamente prohibidas. Si no se entregan voluntariamente, me veré obligado a...

—¿Qué vas a hacer? —preguntó Power Girl, con furia en su mirada—. ¿Vas a ejecutarnos, como tu general hizo con Batman?

—Los audios que la terrorista de Huntress filtró estaban modificados para hacer quedar bien a su hermano —aseguró el Iron Man—. Los audios reales fueron revelados por el general Stewart...

—Nadie se traga esa basura —le interrumpió nuevamente la kryptoniana, quien estuvo a punto de avanzar de no ser porque Jon interpuso su brazo.

—No queremos problemas, soldado. Pero no vamos a dejar que ustedes sigan ignorando los crímenes sin ayudar a la policía, como tampoco permitiremos que el asesinato de Nicolás Wayne quede impune.

—¡Ustedes dos vendrán conmigo! —exclamó Iron Man, apuntándole con su rayo repulsor.

Jonathan le atrapó la mano y le destrozó el guante con un apretón. Antes de que el soldado pudiese reaccionar, le clavó los dedos alrededor del reactor del pecho y sin dificultad alguna se lo arrancó.

—Quiero que esto quede en claro, soldado —exclamó Jonathan, empujando con desprecio al Iron Man—. No tengo ningún problema con usted, ni con sus compañeros. Mi problema es con el asesino de Stewart —aseguró el híbrido mientras notaba como la cámara lo enfocaba, provocando que voltease completamente hacia esta—. Mi nombre es Jonathan Kent, hijo de Clark Kent y Lois Lane. Nicolás Wayne Monroe era mi amigo; mi hermano. Y su cruel ejecución no quedará impune. Stewart, te llevaremos ante la justicia. Yo, Superman, te lo juro. Tú iniciaste esto, y ahora la Sociedad de la Justicia va a terminarlo.

Ambos kryptonianos empezaron a elevarse, ante los vitoreos de la multitud. Porque si valdria la pena. Aunque la verdad fuese corrompida, la justicia ejecutada y el amor colgase de una cuerda, estos siempre podrían resurgir, mientras la esperanza siguiera en pie. Y la esperanza, había vuelto a surcar los cielos.

Concluirá en Sociedad de la Justicia: Guerra Civil.

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