14.- La historia de la cicatriz

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Debía admitir que fue una de las experiencias más intensas y placenteras que había vivido en toda mi existencia. Quizá se debiera al doble vínculo que habíamos creado, no lo sé, pero terminé completamente satisfecha y extenuada.

Cuando las pequeñas réplicas del orgasmo se desvanecieron, me acurruqué hasta quedar recostada junto a ella, oprimiéndola un poco contra mi cuerpo. Su tibieza y su suavidad me encantaban casi tanto como su olor, por lo que enterré mi rostro entre su cabello plateado y así dormité un buen rato.

Me despertó un ligero quejido suyo, me había volteado y la estaba aplastando. Así que me moví hasta quedar boca arriba y con ella en mi hombro, aunque no tardó mucho en despertar y levantar los ojos hacia mí.

—Hola, bonita —le susurré,

—Hola. —suspiró y se relajó contra mi cuerpo, uno de sus brazos me rodeó por la cintura.

—¿Cómo estás? —Sabía que había sido su primera experiencia y estaba un poco preocupada por cómo se sentiría, tampoco quería que pensara que me había aprovechado.

—Excelente, gracias.

Esta vez fui yo la que suspiré y la estreché entre mis brazos

—Me alegra.

—¿Y a ti? ¿Qué te pareció? —preguntó con voz trémula, haciéndome sonreír.

—Ha sido increíble y delicioso —susurré, ella ocultó la cabeza en mi pecho pero podía imaginarla roja sin necesidad de verla.

—¿Es cierto? Yo no...

—Dijiste que confiabas en mí, no dudes ahora de mis palabras —le recordé.

Sonreí mientras me acomodaba, sin dejar de abrazarla coloqué mi otro brazo detrás de mi cabeza, era placentero estar así con ella. Y aunque no me había atrevido a imaginar que eso era posible, no me arrepentía de nada.

—Platícame qué fue lo que pasó —me pidió de pronto,

—¿De qué hablas? —pregunté, a pesar de que ya sospechaba a qué se refería.

Como única respuesta su mano se elevó para pasar su dedo por la cicatriz de mi rostro, cerré los ojos disfrutando de aquella tibia sensación. No es que se lo ocultara a nadie, en realidad no era una historia que me molestara, es solo que me sorprendió que justo en esos momentos me lo preguntara. Ella retiró su mano de pronto.

—Lo siento, si es algo que te incomode no tienes por qué decírmelo.

Tomé su mano y con suavidad besé la punta de sus dedos.

—No me incomoda, es solo que no esperaba que me lo preguntarás justo ahora.

»Ocurrió hace alrededor de setenta años, no recuerdo muy bien la fecha. No hacía mucho que había llegado a Valquiry buscando suerte, pues había escapado de mi familia en Escocia y sabía que aquí podría fácilmente pasar inadvertida.

»En realidad me había ido muy bien, había conseguido un trabajo de mesera en un restaurante popular así que entre mi salario y las propinas podía mantenerme yo sola. El único problema y la razón de todo esto es que en los días punta solía salir bastante tarde.

»Aquella noche iba de camino al departamento que rentaba, ya estaba oscuro y solo así que intenté darme prisa. Llevaba en mi bolsa un gas de pimienta y plata que en ese momento lo iba aferrando en mi mano. Sin embargo, en cuanto el ataque me llegó no hubo nada que pudiera hacer.

Agnes se estremeció y me abrazó con más fuerza, enternecida le di un beso en la frente antes de continuar

—El hombre salió de un callejón oscuro, se trataba de un adicto bajo los efectos de las píldoras y en pleno frenesí de sangre, antes de que yo pudiera reaccionar me estampó en la pared con tal fuerza que yo quedé aturdida y adolorida, el pequeño dispersor de defensa escapó de mi mano.

»Se abalanzó sobre mí y al intentar hacer mi cabeza a un lado para llegar a mi cuello, una de sus garras rasgó mi rostro. Aunque ese dolor fue opacado pronto por el de sus feroces mordidas, de sus dientes rasgando todo cuando podían...

Agnes soltó un jadeo, pensé que tal vez me había excedido un poco en mi descripción.

—Me resigné a que iba a morir y creo que esperaba que ocurriera para que el dolor parara. Entonces apareció un hombre detrás de nosotros y con suma facilidad quitó al adicto de encima.

»No sé cuánto tiempo pasó antes de que se inclinara sobre mí, su mano acarició con suma delicadeza la zona herida de mi rostro.

»—Lamento no haber llegado antes, pequeña. Ahora has perdido demasiada sangre y con las heridas que tienes me será imposible salvarte. No a menos que...

»Yo no podía hablar, casi no sentía mi cuerpo además de que todo parecía borroso y rojizo. Apenas alcanzaba a escuchar sus palabras pero entendí el significado y, a pesar de mi resignación inicial, me encontré intentando decirle que lo hiciera, que me transformara pero que no me dejara morir.

»En realidad no podía hablar debido a las heridas en mi garganta, pero creo que él entendió la verdad en mis ojos (o en mi ojo) por lo que mordió su propia muñeca y dejó que su sangre cayera en mis heridas, con lo que un frío alivio fue eliminando el dolor.

»Al terminar me tomó cuidadosamente entre sus brazos y pegó mi boca a una herida que había abierto en su pecho. Aún estaba débil así que solo permití que la sangre resbalara por mi garganta, sin succionar o tragar realmente. Luego de algunos minutos perdí la consciencia.

»Desperté a la noche siguiente siendo una vampira, mi maestro me contó que él pertenecía a la Unión, que habían estado siguiendo al adicto que me atacó pues, aunque se consideraba rehabilitado aún era peligroso, era parte de un programa para probar una posible cura.

»Mi maestro me dio la oportunidad de decidir, pero yo quería agradecerle por salvarme, quería evitar que otros sufrieran lo mismo y...

Me quedé pensando en algo a lo que no le había dado muchas vueltas hasta entonces.

—¿Y?

—Y deseaba volverme mucho más fuerte para que nunca tuviera que pasar por un ataque así, para no volver a ser vulnerable ante nada.

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Un capítulo un poco largo para poder conocer una parte de la historia de nuestra querida Scar.

¿Qué les ha parecido? ¿Se imaginaban así la causa de su famosa cicatriz o esperaban algo diferente?

Déjenme saber sus ideas, opiniones y teorías locas que tengan mientras nos leemos en el siguiente capítulo

¡Sean felices!

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