3.- Despertar

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Lentamente me fui dando cuenta de que acababa de despertar del sueño mortal. Me incorporé llevándome una mano al rostro e intentando recordar por qué me había sumido en él, de pronto un fuerte dolor en mi costado me lo recordó todo al par que tensaba todo mi cuerpo. El sabor de mi propia sangre llenó mi boca.

—Por favor, no te muevas. Volverás a abrir la herida —dijo una voz aguda.

Abrí los ojos aunque el dolor y la sorpresa me impidieron hacer más, los mismos ojos grises de la niña a la que había atacado el mafioso estaban sobre mí y un paño suave se movía por mi rostro, supuse que limpiando la sangre que me había salido por la boca. Permanecí inmóvil hasta que el dolor lacerante disminuyó un poco.

—¿Quién er...? —antes de que pudiera terminar mi pregunta el dolor volvió a paralizarme, arrancándome un grave jadeo.

—Tampoco es buena idea que hables, el arma hirió tu pulmón. Lo mejor será que no lo fuerces por el momento —dijo tranquilamente.

Me recosté de nuevo, aunque quería preguntarle muchas cosas lo mejor era esperar a recuperarme.

No necesitaba que ella me dijera que había estado bastante cerca de la muerte... bueno, de la verdadera muerte y por segunda vez en mi existencia había escapado de ella.

—No te muevas, voy a revisarte para verificar que no se ha vuelto a abrir —dijo mientras se amarraba el cabello.

En un curioso instante mi atención se vio enfocada en aquel trozo de tela con el que se lo había atado, ya que mientras todo en ella era blanco y etéreo, la dona era de terciopelo azul marino bastante oscuro y que brillaba a la luz. Contrastaba irremediablemente, pero eso la hacía parecer aún más sutil y delicada a ella. Me percaté también de que su piel estaba algo sonrosada en ese momento, sobre todo en las mejillas.

—Solo, las levantaré un poco, solo para revisar la herida... —Su voz sonaba aún más trémula.

Hasta entonces me percaté que mi playera había desaparecido junto con mi sostén y solo estaba cubierta por varias vendas blancas que cubrían todo mi pecho. En una parte comenzaban a volverse rojas.

Sin atreverme a volver a hablar asentí con la cabeza, esperando con eso disipar un poco de su vergüenza ¿Es que acaso aquella niña nunca había visto a otra mujer desnuda? No entendía su timidez y una parte de mi se sintió enternecida por ella.

Para distraerme un poco y que ella no se sintiera más presionada por mi mirada me dediqué a observar a mi alrededor. Estaba en el centro de un largo cuarto, probablemente subterráneo dada la humedad en el ambiente, estaba separado por estantes llenos de libros del piso hasta el techo y entre ellos había mesas con distintos instrumentos como si se tratara de un laboratorio.

«Es una alquimista... eso explica también que me haya podido sanar así pero...» Volteé de nuevo a verla, estaba tan centrada que ni siquiera lo notó. Conocía a la mayoría de alquimistas de ésta zona que trabajaban con la Unión, al menos por las fotos de los expedientes, y a ella no la había visto nunca; estaba segura que de haberlo hecho me hubiera llamado igualmente la atención. Por consiguiente ella debía de pertenecer al grupo de alquimistas que no querían relacionarse con la Unión.

Ella levantó entonces la vista y sus ojos se cruzaron con los míos, no pude evitar comparar su mirada con la de un cervatillo que se queda mirando indefenso a su cazador. Éste pensamiento me hizo sonreír de lado y ella se alejó, rompiendo el momento.

—Yo, lo siento. La herida ha vuelto a abrirse así que voy a cerrarla, tal vez arda un poco —me dijo sonrojada hasta las orejas.

Volví a asentir sin quitar la sonrisa de mi rostro, esa niña era tan tierna. Para ayudarla un poco y hacerle notar que no me molestaba, yo misma hice las vendas hacia arriba con la mano derecha. Ella se dio la vuelta y regresó con un pequeño frasco color ámbar. Seguí sus movimientos con la mirada mientras desenrollaba un gotero del frasco y lo acercaba a mi costado.

Cuando las primeras gotas cayeron el ardor me hizo arquear el cuerpo y jadear. Pero ella ni se inmutó.

—Lo lamento, esto cerrará la lesión mucho más rápido y detendrá el sangrado. No te muevas. —Colocó su otra mano en mi vientre para impedir que me moviera.

Intenté centrarme en ese cálido contacto para alejar mi mente del dolor, también en el curioso hecho de que la alquimista parecía cambiar de personalidad cuando trabajaba. Hacía tan solo unos segundos se comportaba como una chiquilla insegura para luego mandarme seriamente que no me moviera. Ella volvió a acomodar las vendas, apretándolas para que no se movieran.

—Con su rápido factor de curación no deberías tardar más que un par de horas en sanar.

—¿Quién... eres...? —pregunté aunque fue más un susurro ronco.

—Ya te dije que no te conviene hablar por el momento. —Me riñó, pero luego su rostro se relajó—. Mi nombre es Agnes Dumont, soy una alquimista.

Se me quedó viendo unos momentos, quizá esperando a que yo también me presentara. Me quedé pensativa unos momentos, preguntándome por qué una alquimista externa me ayudaba. Llegué a la conclusión de que muy probablemente ella no supiera que yo pertenecía a la Unión.

Iba a tomar aire para presentarme pero su mirada me recordó que no debía hablar. Cuando solo suspiré ella volvió a alejarse y a mover varias cosas, con cuidado ladeé mi cabeza para poder ver cómo mezclaba una serie de líquidos en una botella hasta lograr una solución de un rojo muy oscuro.

—Bebe esto —indicó al acercarse y poner la orilla del frasco redondo en mi boca. Instintivamente me aparté—. Tranquila, sé lo que eres y sé lo que puedes tomar y lo que no. Te aseguro que tu cuerpo podrá asimilar ésta poción y le ayudará a sanar por dentro.

Su mano tibia tomó mi rostro para que de nuevo volteara y la orilla del contenedor se posó en mis labios. Dejé que la sustancia resbalara por mi garganta mientras de nuevo me quedaba clavada en aquellos ojos grises. El líquido burbujeante cosquilleó por mi garganta, conforme avanzaba también sentí una tibieza en la zona herida y un ligero sopor.

—Podría creer, que intentas, embriagarme, si no, supieras lo que soy... —le susurré divertida a pesar de que mi voz seguía siendo poco menos que un susurro grave.

Por primera vez en todo ese rato la vi sonreír.

—Algo así. La mezcla que te di contenía algo de sedante para que descanses y sanes mejor.

Me sentía bastante relajada y en realidad, confiada; cosa rara pues los vampiros solemos ser bastante quisquillosos con el lugar donde dormimos pues en esos momentos somos bastante vulnerables. Pero en éste caso aún despierta estaba vulnerable y ella no me había hecho el más mínimo daño.

Cerré los ojos, pensando que por primera vez desde que me convertí, el sentirme vulnerable ante otra persona no me molestaba en lo absoluto. Lo último que sentí fue su tibia mano recorriendo la cicatriz de mi rostro.


***

Cuentenme mis queridos lectores

¿Qué les parece Scar y su actitud?

En su lugar ¿Le dirían a Agnes que pertenecen a la Unión?

Y cómo Agnes ¿Aceptarían a Scar a pesar de ser una cazadora?

¡Sean felices y nos leemos en el próximo capítulo!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro