4.- Reconocimiento

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Por fin, la vampira se durmió completamente y aquellos nervios que me habían dado cuando hablaba con ella desaparecieron. No entendía por qué me ponía así, no era mi primera paciente, aunque sí la primera que trataba sola.

Tal vez se debía a que era de las primeras vampiresas que conocía de cerca... Sí, definitivamente era eso. Ésta chica era un depredador peligroso, por eso mi instinto me ponía nerviosa cerca de ella...

No pude acallar la vocecita en mi cabeza que me decía «Pero lo que sientes no tiene nada que ver con el miedo ¿Por qué si no acariciaste su rostro así?» Intenté ignorarla y seguir con lo mío. Aún faltaban muchas horas para que amaneciera por lo que yo también debería dormir un poco, aunque antes de hacerlo quería saber un poco más de la chica.

Busqué en el abrigo que había quedado tirado en el suelo y, en uno de los bolsillos, encontré algo que me impresionó. Era una especie de placa de la Unión, dentro de la cual venía su identificación.

Nombre: Adria Sheehan

Casta: Vampiro

Departamento: Narcotráfico

Había varios datos más como su teléfono y su dirección, y de lado izquierdo de todos éstos estaba su foto, con los ojos serios y el cabello fuertemente amarrado atrás de la cabeza.

En ese momento y con aquella placa en las manos se apoderó de mí una vaga preocupación. Mi familia, en realidad todo el círculo despreciaba a los miembros de la Unión casi tanto como a los traficantes, ya que los consideraban los causantes de todo el mal de las píldoras; Se decía incluso que originariamente había sido la Unión quien las había inventado aunque no había pruebas de eso.

El problema ahora era que sí mi hermano o mi madre sabían que había metido a una miembro de la Unión a la casa... bueno, digamos que las cosas se pondrían peliagudas para ella. Así que lo mejor que podía hacer era ocultar aquella prueba delatora. Rebusque en los otros bolsillos, además de otras dagas como las que había utilizado no encontré ninguna otra evidencia.

Lo mejor que se me ocurrió fue ocultar todas estas cosas bajo la almohada de mi propio dormitorio, ya que ni mi madre ni Elías entraban mucho allí.

Al terminar volví a bajar al estudio, Adria descansaba exactamente igual que como la había dejado. Con cuidado le coloqué una camisa negra de mi hermano (No encontré nada que le quedara en mi guardarropa) y me quedé de nuevo observándola.

Su boca estaba semiabierta y la punta de los dos colmillos brillaba entre los labios rojos. Como si tuviera voluntad propia, mi mano volvió a acariciar la pálida cicatriz que cruzaba su rostro, jamás había oído de un vampiro que tuviera la piel marcada de ésta manera, aunque curiosamente esto no la hacía fea; por el contrario me parecía un distintivo que la separaría del resto.

Acerqué una silla a la mesa de curación, mi plan era dormir cerca de ella para que cualquier movimiento o ruido me despertara, pero en algún punto me acurruque contra la misma mesa ya que por la noche me despertó una mano que acariciaba mi cabello.

Me enderecé sobresaltada y vi que era Adria la que me acariciaba.

—Lo lamento, no pretendía despertarte. No pude contenerme —Su voz sonaba ahora más fuerte y tranquila, quizá un poco rasposa aún.

Despertó entonces la alquimista de mi interior para revisar y analizar los síntomas de mi paciente. Me amarré el cabello y fui por algunos instrumentos de la mesilla.

—¿No es muy temprano para revisarme? Deberías ir a dormir en un lugar más cómodo, yo estaré bien —sonaba algo somnolienta.

—Daré una revisión rápida, abre la boca por favor.

Bajé un poco su lengua y enfoqué la luz de una pequeña lamparita hacia ella, su garganta parecía bastante normal, no había daño aparente así que la modulación de su voz se debía probablemente a que su pulmón aún estaba débil.

Me moví entonces para desabotonar la camisa que le había puesto, iba a la mitad cuando me di cuenta realmente de lo que hacía. Cohibida levanté la vista pero Adria solamente miraba por encima de mi cabeza.

—Solo quiero revisar el progreso de la herida —le dije casi disculpándome.

Ella esbozó aquella misma enigmática y sensual sonrisa que me ponía aún más nerviosa de lo que ya estaba; intenté aplacar mi mente e "invocar" de nuevo la frialdad que debería tener como alquimista hacia un paciente.

—Adelante, haz todo lo que debas, no me molesta —susurró.

«Vamos Agnes, ésta actitud no tiene nada que ver contigo, ella es solo una paciente, solo una paciente.» me repetía mientras terminaba de abrir la camisa y mover las vendas.

Por fuera, la lesión se veía ya bastante bien, lo importante ahora era revisarla por dentro. Cerré los ojos y posé las puntas de mis dedos sobre la piel sana, lentamente fui entrando en el estado de meditación que ya tantas veces había practicado con Elías y con mi madre, continué hasta que pude contactar con el cuerpo de Adria.

Agnes pudo sentir que la sanación interna también avanzaba bastante bien, al parecer Adria ya solo sentía una ligera debilidad en la zona; también pudo sentir el hambre de la otra chica. Conforme se fue dando cuenta de éstos síntomas y malestares, fue percibiendo poco a poco una ligera sensación que cosquilleaba en el pecho de Adria y que tardó en definir como admiración hacia la bella chica peliblanca que tenía enfrente...

Éste pensamiento me sacó de la meditación y rompió el vínculo. Adria me miraba algo sorprendida.

—¿Qué ocurre? ¿Tan mal estoy?

—Yo, contacté con tus sentimientos, no solo con las sensaciones físicas... —divagué más para mí que para ella.

Nunca, en ninguna de las prácticas, había logrado algo así. Sabía que se podía lograr, pero era una práctica mucho más avanzada además que pocos alquimistas la practicaban, conocer los sentimientos y pensamientos de otros no era tan agradable como podía parecer.

—Bueno, lamento si te he consternado, pero en verdad pienso que eres fantástica. Solo he visto a muy pocos alquimistas de la Unión lograr un vínculo así y son los más avanzados, tú pareces muy joven para lograrlo...

Me miró unos instantes con el ceño fruncido y sin decir nada más, de inmediato me di cuenta del porqué. Ella había mencionado a la Unión y al parecer sabía lo que eso significaba para mí.

—Tranquila, sé quién eres, Adria Shena —dije queriendo tranquilizarla... pero sólo porque si se alteraba podría retrasar la curación, me dije.

—En realidad es Sheehan, pero hace mucho que nadie me llama así. ¿Cómo lo sabes? —inquirió frunciendo el ceño.

—¿Nadie te llama así? ¿Entonces cómo te dicen? —pregunté con curiosidad.

—Scar —dijo llevándose la mano al rostro y acariciando sutilmente la cicatriz—. Todos me conocen por ese nombre, es muy raro ya que alguien me llame Adria.

»Aún no has contestado mi pregunta.

Me quedé mirándola unos instantes, estudiando si el sobrenombre le gustaba o le molestaba, pero no pude definirlo.

—Encontré algunas de tus cosas en tu abrigo, las oculté por lo mientras.

Me moví a la mesa contigua y encendí uno de los mecheros, necesitaba centrar mi mente en otra cosa. Fui preparando el contenedor y los distintos ingredientes para una poción alimenticia.

—¿Por qué me ayudaste entonces, si sabes que pertenezco a la Unión? Estoy casi segura que eres una alquimista externa y pensé que los tuyos nos despreciaban.

—Y lo hacen, pero tú me salvaste —dije sin voltear.

—Estaba cazando a Troy, no esperaba...— no terminó la frase.

—No sé por qué lo hiciste, tampoco estoy del todo segura de por qué yo hago esto, pero no te iba a dejar morir allí. Como sea no puedes decírselo a nadie —le indiqué.

La mezcla en el mechero comenzaba ya a tomar un color rojizo mientras seguía añadiendo y mezclando distintas hierbas y sustancias. De pronto una tercera voz en el cuarto me sobresaltó.

—¿No decirnos qué, hermanita?— preguntó Elías entrando en la sala, me quedé petrificada y Adria se enderezó un poco. Un resquicio de mi mente percibió su dolor pero en ese momento ni siquiera me percaté.

—Es imposible que no se enteren Agnes, lo mejor será contárselos —volteó hacia mí, de nuevo con aquella sonrisa tan curiosa en su rostro ¿Qué tramaba?

—¿A qué se refieren? —preguntó él, más curioso.

—Acababa de conocer en persona a Agnes cuando nos atacaron. Quería pagarle su ayuda con un beso pero ella solo se ha sonrojado y se ha alejado de mí.

Me sonrojé aún más y volteé a ver a Adria sorprendida. ¿Cómo diablos se le había ocurrido algo así? Aunque técnicamente no había mentido, al menos en lo que respecta a conocernos, parecía otra cosa. Elías soltó una carcajada y se acercó a la mesa donde Adria había vuelto a acostarse.

—Disculpa a mi hermana, puede ser bastante cohibida algunas veces. Agnes se te va a evaporar la poción.

Me concentré de nuevo en mi trabajo, intentando hacer a un lado la vergüenza y la preocupación que sentía.

—No hay nada que disculpar, en realidad es bastante tierna.

—¡Estoy aquí! —exclamé molesta.

Como única respuesta obtuve la risa de Elías, aunque en realidad una parte de mí estaba aliviada de que Adria hubiera encontrado la manera de cubrirse pero ¿¡No se le pudo ocurrir algo menos vergonzoso?!

—Por cierto, mi nombre es Adria.

—Mucho gusto Adria, soy Elías, el hermano de Agnes.

—Lo supuse —contestó ella alegremente.

—Bueno ya, no se supone que tú puedas estar hablando en éste momento. No debes forzar sus pulmones aún —le dije acercándome con el contenedor tibio.

La poción alimenticia tenía un color rojizo claro, como si se tratara de un té y hasta cierto punto eso era aunque tenía otros ingredientes tanto líquidos como diluidos. Sabía que no la satisfaría por mucho tiempo, pero de momento y hasta que ella pudiera volver a alimentarse sola, era lo mejor que podía ofrecerle.

—¿Ésta vez no intentarás drogarme?— me preguntó con un brillo burlón en el rostro.

Elías encaró una ceja mientras ayudaba a Adria a enderezarse un poco para que pudiera beber. Yo solo le acerqué el frasco y di un paso para atrás.

—Necesitabas dormir para poder recuperarte —dije en mi defensa.

—¿Debo preguntar? —comentó Elías.

—Ni te atrevas —dije molesta, cuando iba a darme la vuelta mi espalda crujió dolorosamente.

—Parece ser que tú también necesitas dormir, en un lugar cómodo y calentito —me dijo Adria, luego de acabar el frasco.

—Si lo deseas, yo puedo cuidarla mientras —comentó Elías

—¡No! —exclamé al instante, temerosa de qué otras cosas podrían ocurrírsele a Scar.

—Tranquila, no será necesario. El sol está por salir, me sumiré en el sueño mortal hasta que se vuelva a poner —me tranquilizó Adria.

—Y tanto mi madre como yo tenemos el día libre, así que no creo que bajemos para nada. Así que no te preocupes y ve a dormir hermanita, no me obligues a lanzarte un dardo somnífero —dijo Elías con firmeza.

Accedí, más a regañadientes que otra cosa. A fin de cuentas, estando en la casa no habría peligro externo para ella y estando dormida no podría decir nada que la delatara.

—De acuerdo. Pero si despiertas antes que yo, no te vayas —le pedí, aunque sentí que sonaba como si estuviera suplicando—. Me gustaría revisar tu herida una vez más antes de "darte de alta".

—No iré a ningún lado, lo prometo —me dijo serenamente.

Con un suspiró subí a mi habitación.*****************

Hola mis queridos lectores, hoy solo les haré una pregunta rápida y me haría muy feliz que me contestaran

¿Sienten que el ritmo de la historia está algo cortado? ¿Por qué?

Gracias por leer y por sus respuestas, nos leemos en el siguiente capítulo

¡Sean felices!

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