5.- Jamás dejaría que te pasara nada

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Después de que Agnes se fue a dormir me recosté pesadamente en la cama, en realidad aún me sentía cansada y algo adolorida, aunque el hambre había desaparecido con la segunda bebida que me había dado.

—¿Segura que no necesitas algo más? —me preguntó el hermano.

—Segura —contesté, ya con los ojos cerrados.

Percibí cómo salió de la habitación, aspiré una última vez el aroma ahora débil de Agnes antes de parar mi corazón.

***

Al despertar, todo seguía tranquilo y silencioso, el lugar en sí olía a las hierbas y a los distintos ingredientes que ellos utilizaban y hasta cierto punto me recordaba a las alcobas de los alquimistas que vivían en la Unión. Aunque aquí había algo diferente, además claro del dulce aroma de Agnes un poco más tenue ahora que no estaba en el cuarto.

Abrí los ojos y me tallé el rostro con la mano, intentando quitar el amodorramiento que siempre me llegaba luego de despertar del sueño mortal. Seguía bastante sorprendida por el poder y la actitud de Agnes, ella me había sanado bastante bien al grado que solo un día después ya no me dolía nada y la debilidad que sentí la noche anterior había desaparecido.

Pero no era solo su fuerza (y su belleza) lo que me sorprendían y, hasta cierto punto, me atraían, sino toda su personalidad y su actitud, esa manera en que se concentraba al trabajar, comportándose de manera eficiente y casi autoritaria era muy diferente a la niña sonrojada que era cuando no estaba trabajando.

El segundo punto que también me intrigaba bastante era que me hubiera salvado y me hubiera mantenido a resguardo aún después de saber que yo era miembro de la Unión, pues sabía que los alquimistas externos suelen despreciar bastante tanto a los traficantes como a la Unión por todo el caos de la guerra (Algo que siempre me ha molestado ¿Por qué nos ponen en el mismo saco? Ellos son los verdaderos causantes del caos y el peligro, nosotros solo intentamos remediarlo) Y ella era consciente de este desprecio pues me había advertido que no dijera nada.

Aún confusa me enderecé un poco, sentía una presión dolorosa en el costado pero ya estaba muchísimo mejor; considerando que estuve bastante cerca de desaparecer, era ya un milagro que lo más que tuviera era un ligero dolor. Con éste pensamiento en mente me levanté la playera: no había ninguna marca en la piel blanca.

—Al menos ésta vez no me ha quedado una cicatriz —susurré para mí misma, recordando la única otra ocasión en que la muerte me había pasado tan de cerca.

Escuché algunos pasos y movimientos cerca de la puerta, el aroma de Agnes se hizo más pronunciado. Me quedé con la mirada en la puerta y pude verla entrar con el cabello revuelto y una enorme taza de café en las manos. Cuando sus ojos grises se posaron en mí quedé tan atrapada en ellos como la primera vez

—Buenos... —se interrumpió unos instantes—. Emm... hola ¿Cómo dormiste?

—Estupendamente, gracias. ¿Qué hay de ti? —le pregunté, su aroma se mezclaba deliciosamente con el café que tomaba y el hambre volvió a atacarme.

—Descansé muy bien, aunque me preocupaba que al despertar tú ya te hubieras ido —De nuevo se vio cubierta por aquel coqueto rubor tan fácil en su blanca piel.

—Prometí que te esperaría, ¿no es así? Sería muy ingrato de mi parte solo marcharme —dije con una sonrisa.

Ella solo asintió antes de dar un largo trago a su bebida.

—Muy bien, vamos a revisarte —dejó la taza a un lado y se amarró el cabello, aunque en ésta ocasión varios mechones quedaron sueltos.

Me recosté de nuevo sobre la cómoda plancha, ella se acercó y volvió a desabotonar la camisa y aunque el sonrojo persistía en su rostro ésta vez no dijo nada.

—Levanta tu brazo izquierdo detrás de tu cabeza.

No pude contener una sonrisa mientras acataba su orden, aunque el movimiento ocasionó un ligero dolor en la zona afectada. Después sentí el cosquilleo de su conexión.

—Aún te duele, pero está sanando muy bien. En un par de días... o de noches en tu caso, estarás como nueva.

Luego de algunos segundos Agnes rompió la conexión, llevándo consigo aquella tibieza exquisita y dejándome con ganas de más. Tomó de nuevo tu taza y se sentó en la misma superficie que yo.

—Bueno, supongo que deberás marcharte pronto —miraba fijamente su bebida.

Asentí, una extraña melancolía comenzaba a nacer en mi pecho.

—Aún hay muchas cosas que debo hacer en la... —guardé silencio, recordando dónde estábamos. Podía oler dos esencias parecidas a las de Agnes y no quería arriesgarme.

—Entiendo, no te preocupes. Pero es importante que te cuides, que no hagas presión en la zona herida y que no fuerces el pulmón, al menos por un tiempo —La ternura que me daba lograba acrecentaba la nostalgia.

—Así lo haré, lo prometo.

—De todas maneras quiero volver a verte... para revisarte y todo eso.

—Claro, yo estaría encantada de volver a verte —Por fin levantó la vista a pesar del sonrojo de sus mejillas—. Incluso después de que me cure —presioné un poco.

Su mirada gris brilló por unos momentos, pero luego desvió la mirada.

—Sería peligroso... —susurró para sí.

—Jamás dejaría que nada te pasara —dije sin pensar, creo que de ser mortal yo también me hubiera ruborizado, pero curiosamente lo decía en serio.

Agnes clavó de nuevo sus ojos grises en mí ¿Qué tenían que siempre me perdía en ellos cuando lo hacía?*********************************************

Hola chicos

¿Qué les parece nuestra tierna Scar, entregando su protección a Agnes de manera tan directa?

Si se los dijeran así ¿Sería tierno o creepy para ustedes?

Muchas gracias por leer, ¡Sean felices!

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