8.- Novelas rosas

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Durante la sesión matutina del grupo de estudio estuve algo dispersa, me sentía cansada, desvelada a pesar de que había pasado la mayor parte de la noche durmiendo. Y digo la mayor parte ya que durante un buen rato estuve viendo la placa que contenía la foto de Scar.

¿Por qué tenía que pertenecer a la Unión? ¿Por qué no era una simple vampira más? O bien ¿Por qué no pertenecía yo a alguna familia que no odiara a la Unión? Como fuera, de nada valía lamentarse. No dejaba de repetirme que ella ya había salido de mi vida y que lo mejor era dejarla así, sin embargo...

De pronto, Damaris me dio un suave golpe en el brazo, sacándome de mis cavilaciones.

—¿Aún sigues enferma, Agnes?— le había dicho que falté el día anterior porque me sentía mal.

La miré unos instantes, ella era mi mejor amiga y si había alguien a quien le podía contar lo de Scar era a ella... omitiendo claro la parte de la Unión, ella entendería mis reservas solo porque Scar era mujer, además de una vampira.

—Emm... Damy, hay algo que me gustaría contarte...— comencé dubitativa

—Al fin, dime.

—¿Al fin?

—Vamos, Agnes, te conozco desde hace mucho y tú nunca te enfermas. En realidad es difícil que un alquimista se enferme. ¿no? Pero supuse que si no me lo decías era por alguna buena razón. —No pude ocultar mi sonrisa, Damy era una buena amiga.

—La otra noche conocí a una chica, se trata de una vampira, y desde entonces no he podido dejar de pensar en ella —podía sentir cómo mis mejillas se ruborizaban mientras lo contaba,

—¿Y tienes manera de volver a contactarla?

—Eso creo, no lo he intentado... —En su placa venía un número de teléfono celular, pero hasta ahora no había tenido el valor de marcarlo.

De pronto ella soltó una carcajada, sobresaltándome. Volteé a verla confundida y un poco molesta.

—Lo siento, es que tu rostro es muy gracioso. ¡Estás toda roja! Creo que nunca te había visto así.

Suspiré, era cierto que nadie más me había hecho sentirme así de confusa, así de emocionada.

—Bueno, tampoco es que tú seas tan experimentada —le dije en un intento de defenderme.

—Tengo casi la misma experiencia que tú —dijo señalando la novela rosa que yo le había prestado—. Aunque yo ya he besado a un chico —dijo con cierta malicia.

—Sí, me lo has contado como unas veinte veces —ella me sacó la lengua, burlona—. Y sí, yo no he besado nunca a nadie.

—Y quieres que tu primer beso sea con ella.

Sus palabras me impresionaron y no le pude contestar, pero mi sorpresa fue al darme cuenta de que tenía razón. Siempre que pensaba en Scar, en la manera en que a veces me miraba o el tacto suave de su dura piel.

—En realidad, ella casi me besa la noche anterior, o al menos yo lo pensé así —le confesé a Damy tocándome los labios—. Se acercó bastante, pensé que iba a besarme pero...

—Pero no lo hizo, eso me queda claro. Quizá estaba esperando que tú dieras el último paso.

—¿Yo?

—Claro, recuerda que un caballero jamás se aprovecha de una dama.

—No sé...

—¿No sabes porque es una mujer o porque es una vampira? —preguntó directamente.

«Porque se supone que debo odiarla, que debo despreciarla por ser una asesina tanto de víctimas como de victimarios... pero no puedo odiarla.»

—Un poco de ambas, supongo —contesté en su lugar.

—Bueno, pues no deberías. Actualmente vivimos en un mundo de mente muy abierta y las relaciones interraciales son bien vistas, quizá no como algo duradero... sobre todo para los que se quedan como humanos pues el vampiro vivirá mucho tiempo después de ellos. —su vista se desenfocó, pensaba en otras cosas.

—Ya, te perdí —le dije en broma

—Lo siento, recordaba una novela que estaba leyendo el otro día. El punto es que si de verdad te movió tanto el piso, debes marcarle, buscarla para que puedas terminar lo que ella empezó —asintió con seguridad.

—Supongo que tienes razón... —dije pensativa—. Pero es que conozco tan poco de ella ¿Y si, por ejemplo, perteneciera a la Unión? —comenté como por casualidad, tal como me temía su mirada se endureció por unos momentos antes de recuperar su alegría habitual.

—No seas pesimista, además si te toparas con uno de esos asesinos a sangre fría podrías darte cuenta, dudo mucho que sean capaces de expresar sentimientos tan tiernos.

Desvié la mirada para no demostrar lo crueles que me parecían esas palabras, además de lo dolorosas que eran para mí.

—Como sea, lo importante es que te pongas de nuevo en contacto con ella. Dijiste que tenías una manera así que ¡Hay que llamarla! —sacó su celular—. Dame el número

Instintivamente llevé mi mano al costado de mi maleta, donde había guardado las cosas de Scar para que no se quedaran en mi casa sin vigilancia. Pero obviamente no podía sacar una placa de la Unión en el grupo de estudio.

—No lo traigo aquí, lo dejé en casa. Prometo traerlo mañana.

Comenzaba a tomar una decisión, aunque no estaba del todo seguro de ella.

—No, mientras más tardes menos valor tendrás. Además de que su imagen se irá haciendo más débil. ¡Debemos llamarle hoy mismo! —exclamó emocionada.

—Ya te dije que no tengo su número a la mano —me defendí.

—Por eso irás primero a tu casa por él, a fin de cuentas debemos terminar la poción de la memoria para mostrársela a los sabios y lo más sencillo será prepararlo en tu casa. —Su guiño y su tono me hicieron saber que no solamente quería hacer la pócima—. Debo ir por algunos ingredientes a mi casa y te veré en la tuya en diez ¿De acuerdo?

—Está bien. —suspiré, al menos eso me daría tiempo de copiar el teléfono de la placa en algún papel—. Te veré entonces en un rato.


******************* 

Hola queridos lectores.

Y así es nuestra tierna Agnes ¿Qué creen que planean las dos? 

Y ya pudimos ver un poco de lo que otros alquimistas piensan sobre la Unión.

¿Qué buenas ideas han sacado ustedes de los libros que han leído?

Nos vemos en el siguiente capítulo ¡Sean felices!

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