𝗙𝗶𝗻𝗮𝗹: Un último sacrificio

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"Cuando te encuentras rodeado de oscuridad, hasta llegar al punto en el que toda la luz se desvanece, lo único que te queda es ser más brillante."


                 Soobin siente fuertes tirones en su cabellera y después, bruscos picoteos sobre su rostro, los cuales, cuando su consciencia parece terminar de establecerse lo hacen sobresaltarse de golpe, abriendo los ojos e incorporándose con brusquedad, alejando así al cuervo que se encontraba tratando de hacerlo despertar. La ave se apartó, pero continuó viéndolo desde el suelo mientras el brujo calmaba su respiración acelerada y procedía a voltear a los alrededores, esforzándose en buscar alguna cara conocida.

— ¿Hola? ¿Hay alguien aquí? — Preguntó, analizando a detalle las paredes blancas de toques dorados que lo rodeaban, parecía encontrarse dentro de una fina construcción que a su impresión, lucía de ensueño. El lugar poseía un brillo que a ratos lo cegaba, pero aun así lo maravillaba. O al menos así fue, hasta que la imagen frente a sus ojos parpadeó y después desapareció, dejando en su lugar un cuarto en ruinas hundido en la humedad y la oscuridad y al fondo de éste, se encontraba un mágico que en cuanto escuchó su jadeó horrorizado, alzó la vista.

— Al fin llegas. — Susurró aquel extraño que poseía unos cabellos castaños claros. Soobin ladeó su cabeza a un costado, tratando de verlo mejor pues por la ausencia de luz, todo era difícil de apreciar.

— ¿Disculpe? ¿Acaso sabía que vendría? Espere... ¿Dónde estamos? ¿Qué es esto? — Inquiere con preocupación, volteando a ver a los costados de manera inquieta.

El mágico al frente suyo esboza una débil sonrisa. Se nota en sus expresiones y la forma tan lenta en la que se mueve que se encuentra sumamente exhausto. Es castaño y tiene los ojos de un suave verde limón, además de cargar con una túnica blanca con bordados de plantas en las orillas, por lo que asume que es un Terra-Natura.

— ¿Quién es usted? — Soobin pregunta, apretando sus puños por instinto. Muchas cosas habían intentado matarlo en el transcurso de un solo día por lo que ahora, sentía que no podía confiar fácilmente en cualquiera, así que se colocó en posición defensiva aunque flaqueó cuando el suelo bajo los pies de ambos se sacudió.

— Byun Euijoo, guardián de la fuente de la magia o al menos... Lo que queda de ella. — Dice, sosteniéndose con fuerza de su bastón de madera para conseguir incorporarse y señalarle una parte en el techo agrietado al pelimorado. Soobin alza la vista, notando débiles hilos de energía colorida flotando en el aire, pero aquello definitivamente no estaba bien. No se parecía en nada a la idea que él tenía al pensar en la fuente de la magia, ¿Desde sus inicios lucía de esa manera?

— ¿Siempre fue así? — Pregunta, siguiendo el camino de cada hilo hasta que nota que todos se entrelazan en un punto el cual titila peligrosamente, amenazando con apagarse en cualquier momento. En medio de ese nudo, sobresalían conexiones que a duras penas eran visibles. Soobin supuso que aquellas eran las que transportaban la magia a los distintos continentes, pues había cuatro en total, pero por su estado, temía pensar en cómo se encontraba la situación por allá. ¿Estarían atravesando dificultades similares a las que se vivían en Mondsee?

Le daba miedo averiguarlo.

Euijoo suspira con pesadez.

— No. Solía ser hermosa. — Responde, caminando lentamente en dirección al pelimorado, quien un poco menos tenso, lo analiza.

— ¿Qué le ocurrió? — Pregunta, sintiendo que en su garganta se forma un nudo que cada vez se vuelve más fuerte. Estar ahí lo abruma y lo llena de tristeza, pues desde que descubrió que era un Iridiscente se había vuelto muy receptivo a las energías y ese lugar no emanaba nada más que melancolía.

Byun lo mira con una expresión que Soobin no consigue descifrar por más que lo intenta.

— ¿Qué se te viene a la mente que sea capaz de destruir lo más bello? — Le cuestiona, haciendo que Choi abra sus párpados ligeramente mientras se esfuerza en pensar una posible respuesta.

— ¿Maldad? — Susurra tímido y el castaño sacude su cabeza de arriba a abajo a la vez que inicia a caminar lentamente alrededor de él. Soobin lo sigue con la mirada.

— Separación. Guerras, desarmonía y sí, maldad. — Le dice, nombrando cada cosa con seriedad. El Iridiscente siente un escalofrío recorrerle con todas las negativas que enumeró. — Gota a gota, todo se acumuló hasta desbordarse. Fue lento, pero ha permitido que todo lo malo que ha atormentado a la comunidad mágica por siglos entrara. — Explica, señalando la fuente enormemente deteriorada. No hacía falta que se lo confirmaran, pues estaba visiblemente claro, no soportaría mucho más. Soobin presentía que quizás era cuestión de días para que cediera. O quizás horas. — Lo que está ocurriendo no es sólo en Mondsee, se repite en cada ciudad, país y continente, desgraciadamente y no hay nada que podamos hacer para cambiarlo. — Dice lastimero, sosteniendo su bastón con ambas palmas. Choi lo mira horrorizado.

— ¿Nada? ¿Está enteramente seguro? ¡Debe existir una posibilidad! Aunque sea pequeña. — Exclama, sacudiendo sus manos en el aire con nerviosismo. ¿De verdad no se podía hacer nada? Soobin rompería en desesperación si la respuesta era negativa. No podían estar luchando en vano, definitivamente no.

El castaño lo mira unos segundos seriamente hasta que acaba por esbozar una sonrisa ladeada.

— Me gusta tu optimismo incluso en el horizonte desolador. — Le dice y Choi parpadea un par de veces confundido, hasta que acaba sonriendo torpemente. — Tal vez haya una manera. — Revela, alzando su índice en el aire. Soobin eleva las cejas interesado en saber así que se acerca un poco más al que es el guardián de la fuente de la magia o al menos, lo que quedaba de la versión que el Iridiscente veía, pues cada mágico que ingresaba a sus terrenos la apreciaba de manera distinta. Para Soobin, se había manifestado como una serie de conexiones dentro de un palacio de ensueño o al menos así sería, si no se encontrara tan débil.

— ¿Cuál es? ¡Mis amigos deben saberla! — Pregunta, teniendo el corazón revolviéndose con fuerza dentro de su pecho. El Terra-Natura percibe al fondo su desesperación, realmente no era muy difícil leer al Iridiscente pues éste era como un libro abierto, así que sonriendo débilmente, le da esa respuesta que con tanta añoranza quería saber.

— Encender de nuevo la llama.

Soobin ladea su cabeza a un costado y frunce el entrecejo, ¿Era una especie de acertijo? Porque Choi no lo comprendía.

— ¿Qué quiere decir con eso? — Cuestiona, pero antes de que Byun pueda siquiera volver a abrir sus labios para explicarle con otras palabras al confundido chico, un crujido proveniente del suelo y después, bruscas sacudidas los desestabilizan. El guardián consigue sostenerse de su bastón, a diferencia de Soobin quien cae de sentón al suelo. Las sacudidas no se detienen, por lo que el de hebras moradas voltea a ver al castaño con pánico.

Euijoo se muerde el labio.

— No hay más tiempo, tienes que irte. — Dice serio, acercándose a él para ayudarlo a incorporarse. Soobin acepta el apoyo y con el miedo sacudiendo todo su joven cuerpo, chilla:

— ¿Cómo lo hago? ¡Ni siquiera sé cómo llegué aquí!

Alguien dele un descanso al pobre chico. Choi Soobin ni siquiera había tenido cinco minutos libres para tener una crisis de identidad, ha estado completamente centrado en correr de un lado a otro, intentando sobrevivir desesperadamente y siguiendo órdenes ajenas.

En cada ocasión en la que empleaba su magia, lo hacía a modo de un brinco de esperanza ciega, aun se sentía tan ajeno, casi extraño. Pero a la vez, era satisfactorio, la energía corriendo dentro de sus venas y adaptándose a él cada que su cuerpo entraba en contacto con alguna nueva magia era simplemente espectacular, lo hacía querer seguir experimentando y desafiando sus límites, aunque no sabía con exactitud cuáles eran. ¿Siquiera los tenía? Ah, ¡Era tan confuso! Se sentía como pez fuera del agua y a veces, quería volver a esos instantes en los que desconocía todo, pero ya no podía regresar a ser ciego, la venda había caído y en definitiva el ser colocada de nuevo no era opción, era un Iridiscente y tenía un enorme don para dar vida, le gustara o no.

Solo que hasta ese momento, no era muy consciente de ese detalle.

— El Terra te trajo aquí, si su magia impactó en ti, es probable que hayas absorbido su capacidad de transportación, sólo concéntrate en el lugar al que quieres llegar y hazlo. — Le explica, empujándolo con su diestra para hacerlo salir de ese cuarto. Soobin se deja hacer, mirando inquieto a los costados encontrándose con paredes mohosas y en ruinas, por lo que traga en seco. — No divagues mucho o puedes terminar perdido en algún lugar no deseado sin la posibilidad de salir.

El corazón le late ansiosamente.

— Sin presiones, claro. — Susurra sarcástico, tal vez se le había pegado un poco la ironía de su vinculado.

Euijoo lo mira con reproche.

— ¡Concéntrate! ¡Este lugar se va a caer a pedazos! — Le grita y el pelimorado da un respingo, comenzando a apretar sus puños para dejar la energía salir de sus manos. Hasta que alza la mirada y algo parece encajar dentro de su cabeza, por lo que, sin frenar el flujo de magia sobresaliendo de él, pregunta con un nudo en la garganta.

— ¿Qué pasará contigo? Si esto desaparece...

El guardián le da un suave afirmativa que causa que Soobin haga una mueca triste, la cual se intensifica con sus siguientes palabras.

— Un capitán siempre se hunde con su barco.

La energía blanca que emanaba de sus palmas pronto se tornó en un humo oscuro que inició a rodearlo, primero comenzando desde sus pies hasta llegar a su cabeza.

— Adiós. — Susurró, Euijoo asintió a modo de despedida.

Después, el castaño le dice algo que lo deja pasmado.

— Fue un gusto conocerte, Eterno Iridiscente y creador del mañana.

Le dice, a lo que Soobin abre sus párpados con fuerza.

— ¿Cómo me llamó...? — Intentó cuestionar, pero el humo en ese mismo instante se aferró a su cuerpo y lo absorbió, enviándolo rápidamente al lugar que había trazado como destino dentro de su mente. — ¡Ah!

— Mierda, eso dolió. — Dijo, tras sentir su cuerpo impactar en el suelo rocoso.

Con su diestra limpió la tierra y hojas que se habían adherido a su rostro con la caída y bufó, dándose la vuelta para quedar boca arriba y ser capaz de observar el cielo nocturno, sin embargo, no pudo hacerlo por mucho tiempo pues bruscas sacudidas en el suelo y seguido a ello, el estridente sonido de la tierra crujiendo y árboles cayendo junto a estructuras colapsando llegó a sus oídos. Se levantó frenético y corrió, internándose en las calles de la ciudad sólo para encontrarse con grietas que cada vez se hacían más grandes bajo sus pies.

Los gritos horrorizados no se hicieron esperar, mágicos desesperados corrían intentando ponerse a salvo agrupándose en el centro de una avenida, Soobin los siguió, viendo los alrededores con inquietud. Había conseguido aparecer cerca de su hogar y el ver todo destrozado le hacía colapsar de preocupación pues temía por sus padres y sus hermanitos menores.

— ¡Disculpe! ¿De casualidad ha visto a mi familia? ¿No? Gracias.

Le preguntó a varios mágicos que se le cruzaban en el camino, únicamente consiguiendo negativas que lo inquietaban más. ¿Y si no habían conseguido ponerse a salvo?

— No, Choi Soobin, debes ser positivo.

Se dijo a sí mismo sin dejar de correr, hasta que escuchó una vocecita que le resultó familiar, ahí sintió cómo el alma le regresaba al cuerpo y era capaz de suspirar aliviado.

— ¡Soobin! — Dos pequeños mellizos de cabello negro llegaron presurosos a él y en cuanto estuvieron cerca, se aferraron con fuerza a sus largas piernas. Soobin los apretó entre sus brazos y los alzó a ambos, murmurando muchos agradecimientos en voz baja.

— Me preocupé demasiado. ¿Dónde se encuentran mamá y papá? ¿Están bien? — Preguntó, sin soltar al par de mellizos. Seung, quien era el mayor, asintió rápidamente.

— ¡Sí! — Respondió y en cuanto lo dijo, dos mágicos algo grandes aparecieron, el alivio se reflejó de inmediato en sus rostros cuando lo vieron a él junto a los dos pequeños.

Soobin apretó sus párpados con fuerza y suspiró aliviado. Después, devolvió a los dos niños al suelo y miró a sus progenitores. Su madre se llevó una mano a la boca al notarlo herido, pero Sunny, quién era la menor de los tres, le pidió su brazo al mayor para, con sus manitas resplandeciendo en verde, curarlo fácilmente con un par de toques, el pelimorado le agradeció en un susurro y la niña de coletas le sonrió ampliamente.

Choi Sunny era una prodigio en la magia sanadora, totalmente opuesta a sus dos hermanos, Seung era un Quarius altamente despreocupado, no tenía interés alguno en aprender a dominar su magia por lo que constantemente reprobaba las pruebas y tenía que recursar mientras que Soobin... Bueno, su caso no es necesario de explicar, ¿Verdad?

— Soobin, oh por Merlín. — La mujer corre a envolverlo entre sus brazos seguido de su padre y él tiene que tragarse el nudo que le cerró la garganta al tener a sus dos progenitores aferrándose a él. Siendo resguardado por ellos, se sentía nuevamente como un niño pequeño y asustado y tal vez eso era debajo de toda su fachada de valentía y serenidad.

Pero no iba a frenarse, aunque tuviera el miedo carcomiéndolo.

— Mamá. Papá. — Habla bajito, tomando la chaqueta que su padre le ofrecía. En otras circunstancias no la habría aceptado, pero su uniforme de combate del colegio se encontraba hecho jirones y el chaleco no lo cubría del crudo frío que los azotaba, poniéndolo a temblar peor que un chihuahua indefenso. — Que bueno que están bien.

Dice tranquilo. Ellos asienten suavemente hasta que comparten una mirada preocupada para interrogarle al pelimorado:

— Hijo, ¿Qué es lo que está sucediendo? Vimos el mensaje de tu vinculado. — Su padre, un amable Terra-Natura de orbes chocolate le cuestiona, sonando sumamente inquieto.

Soobin muerde su labio, dudando sobre qué tanto contarles a ellos sobre lo sucedido.

Pero él no acostumbraba a mentir ni ocultar las cosas por mucho tiempo, por lo que acabó soltándolo todo.

— Todo está mal, la fuente de la magia peligra y estamos desesperados tratando de salvarla, pero no sé si seamos capaces de lograrlo. Son demasiados y nosotros muy pocos... No creo que podamos hacerlo solos.

Con sus sinceras palabras, el aire se llena de un silencio tenso hasta que un grito de advertencia lo rompe abruptamente.

— ¡El edificio se cae! — Previene una mujer castaña al otro lado de la avenida, apuntando a la construcción que se tambaleaba de lado a lado hasta que finalmente se inclinó sobre el grupo de mágicos que se refugiaba en el centro, incluyéndolos a su familia y él.

La reacción de Soobin fue instintiva, solo pensaba en proteger a los demás así que no lo meditó ni un segundo y alzó sus palmas tras dar un fuerte pisotón al suelo, dando una orden mental. Del suelo creció piedra que formó una cúpula de protección que cubrió a los mágicos agrupados. El pelimorado jadeó cuando sintió el pesado concreto colisionando contra su protección, pero apretó los dientes y puso mayor fuerza al empujar sus manos hacia el frente con la energía marrón desprendiendo de sus extremidades.

Las miradas asombradas cayendo sobre su nuca no se hicieron esperar, pero él las ignoró al concentrarse totalmente en mantener fuerte su refugio hasta que sintió que no había más peso sobre la piedra y la deshizo, cayendo al suelo de rodillas.

Tras unos minutos de silencio en donde lo único que se escuchaba era la respiración errática del Iridiscente, su padre habló, aun sorprendido.

— ¿Cómo... Cómo hiciste eso? — Cuestionó en un susurro, haciendo a Soobin alzar la mirada en su dirección.

Sus dos hermanitos gritaron con emoción.

— ¡Eso fue genial! — Chilló Sunny, quien se lanzó a aferrar sus bracitos a su cuello. ¡Soobin era asombroso! ¡Los había salvado! ¡Su hermano era un héroe!

— ¡Soobin es increíble! — Seung le siguió, imitando a su melliza. Soobin, aun arrodillado sobre el suelo y siendo abrazado por sus hermanitos, confiesa:

— Soy un Iridiscente, siempre lo fui. — Su padre lo mira con auténtica sorpresa mientras que su madre se lleva una mano a la boca. Con qué su hijo era el Iridiscente que Kang mencionó. Deseaban hacerle todo un interrogatorio al joven, pero éste se incorporó tras revolverle las cabelleras a los mellizos. — Tengo que ir a ayudar a mis amigos.

Antes de que pueda avanzar, su madre lo toma de la muñeca.

— ¡Espera! Hijo... — Pidió. Soobin se frenó y volteó a ver a la mujer de cabellos negros y ojos verde esmeralda que lo veía con una mezcla de emociones cristalizando sus ojos, alivio y felicidad, pero sobre todo, orgullo.

Su padre, quien estaba ubicado a la derecha de la mujer, titubea un par de veces hasta que encuentra las palabras que considera correctas para expresarse.

— Nos enorgulleces tanto. Incluso sin hacer estas cosas, siempre fuiste nuestro orgullo. — Le pone una mano sobre el hombro, dándole varias palmadas en éste. Soobin sonríe agradecido, había escuchado esas palabras antes en repetidas ocasiones, pero esta vez lo percibía totalmente diferente. Choi se sentía bien aceptándolas ahora. — Ahora ve, demuéstrales de lo que eres capaz.

El hombre lo impulsa y él asiente, comenzando a retroceder sin darles la espalda. Sunny y Seung se despidieron sacudiendo sus manitas en el aire y él les correspondió el gesto tras ampliar su sonrisa.

— Volveré pronto. Tengan mucho cuidado, ¿Sí? Refúgiense hasta que llegue la ayuda, no debe de tardar. — Avisa. Su familia asiente a sus palabras.

— O al menos eso espero... — Pensó.

Los altos mandos de Oakheart no iban a dejarlos a la deriva, ¿Verdad?







Jake jadea adolorido una vez que siente su consciencia volver y ser invadido por toda la agonía de su cuerpo. Tiene fracturas peligrosas en distintas zonas y por la sangre que ha comenzado a expulsar por su boca, no duda en qué tal vez una de sus costillas rotas esté incrustada en uno de sus pulmones, además de su cuenca sangrante. A ese punto, duda que su ojo izquierdo consiga salvarse.

Maldición.

¿Cómo era que siquiera continuaba vivo? Ni él sabía la respuesta, quizás era su desesperado deseo de aferrarse a la vida pues no podía abandonar a todos los que lo apreciaban, no después de haber podido hacer finalmente las paces y conseguido comenzar a ser feliz tal cómo siempre había deseado.

Sin embargo, sabía que si no conseguía salir de ahí en ese mismo instante, ni su fuerza de voluntad aferrándose a la vida podría salvarlo de las crueles manos de los hechiceros escarlata.

Está amordazado y sus ojos se encuentran cubiertos por una venda, impidiendo su visión, pero por los sonidos que le resultan tan familiares y el frío que percibe debajo suyo, supone que se encuentra sobre el agua congelada del Lago Taal. No le hace falta verlo, lo siente en su pecho, el temor que lo invadía junto a la extraña sensación de peligro abismal que le emanaba ese lugar en específico podía reconocerlo aunque fuese privado de todos sus sentidos.

El corazón le repiquetea ansioso, haciéndole doler aún más el pecho, pero incluso así, intenta incorporarse, fracasando en el instante pues sus extremidades débiles no están dispuestas a cooperar. Se da la vuelta girando sobre su propio cuerpo, quedando de su lado derecho, después, hace el amago llevar sus manos al frente para apoyarse, pero termina dándose cuenta de que sus muñecas se encuentran encadenadas y cuando busca usar toda su fuerza de Terra para liberarse y no lo consigue, bufa. Genial, sus ataduras se trataban cadenas encantadas.

— Hasta que despierta. Quítenle la venda. — Una voz rígida habla, es desconocida para él así que supone que se trata de uno de sus captores.

No transcurren muchos segundos para que un brusco tirón se sienta sobre su cabellera, obligándolo a enderezarse y con eso, el trozo de tela tapando su visión es retirado con la misma agresividad, sacándole un quejido pues parte de su líquido carmín ya seco se había adherido al tejido y en el momento de retirarse, arrancó las costras que ya habían empezado a formarse en éste.

Todo estaba sumido en una profunda oscuridad a excepción de su alrededor pues aproximadamente cinco faroles estaban colocados en círculo entre él y el grupo de encapuchados que lo oteaban con superioridad. Jake los miró furibundo, más, cuando uno de ellos se aproximó para retirarle la mordaza.

— Suéltenme o se arrepentirán. — Amenazó con voz rígida, la cual habría hecho temblar a cualquiera, si el chico azabache no se encontrara magullado sobre el suelo y estando completamente en desventaja.

— No intentes resistirte o el que se arrepentirá eres tú. — Le advirtió el mismo mágico que había ordenado que se le retirara la venda. Reconoció que se trataba del padre de Heeseung, Lee Minho, cosa que lo hizo gruñir por lo bajo. Al Ventus jamás le había agradado Sim y verlo ahí, sufriendo lo llenaba de una satisfacción enorme, más al saber que era el responsable de que su hijo fuese un completo fiasco sentimental.

Jake tiembla en el instante en el que siente una presencia fría rozarle y después, un pesado timbre de voz hablarle al oído.

Ha llegado tu momento de cumplir tu parte del trato. Inicien el ritual.

Estaba ahí, siempre estuvo ocultándose al interior de las aguas del Lago Taal. Por eso Sim Jake le tenía tanto pavor a pisar ese terreno, pues aunque su mente había olvidado, su corazón y su cuerpo aún tenían bien presente que la presencia de Kim Taehyung se encontraba atada a ese lugar.

— ¿Q-qué? — Chillo espantado cuando fue puesto boca arriba. Curiosamente el cielo se encontraba completamente oscuro, sin ninguna estrella asomándose. Aquello le hizo punzar el pecho de dolor. Tenía un mal presentimiento. — ¿Qué hacen? ¡Deténganse! — Forcejeó con el agarre, recibiendo un puntapié en el estómago que lo inmovilizó de inmediato. Sus costillas crujieron y el aire se le escapó, por lo que calló inmediatamente.

Quédate quieto si no quieres que el Quarius Gélida muera, eres tú o él. — Le advirtió la ronca y atemorizante voz de Taehyung, haciéndolo tragar en seco.

La parte posterior de su cabeza se golpeó contra la capa gruesa de hielo, estaba agonizando por el ardor que quemaba sobre su piel. Se sentía como si estuviese prendido en fuego estando vivo, aun así, se mordió la lengua para no gritar. No quería que ellos vieran que le dolía aunque malditamente que así era. Solo un pensamiento ocupaba su mente y se trataba de un precioso pálido, a quien no había podido proteger por completo.

Sunghoon estaba sufriendo por su culpa, lo había visto. El Quarius Gélida se esforzaba por no demostrarlo pero las señales estaban ahí, su magia estaba siendo drenada lentamente y no se detendría hasta acabarlo.

Aunque quizás existiera una manera de impedirlo. Un último sacrificio. Algo con lo que Park Sunghoon y todos los Quarius Gélida que vinieran después de él pudiesen ser libres de todo el dolor, del sufrimiento, porque esa era la condena: rechazo y agonía, la cual les conducía a un camino sin retorno de oscuridad.

— T-te permitiré poseerme, haz lo que quieras conmigo, sólo déjalo en paz a él... Deja tranquilos a todos los Gélida. — Ruega, sintiendo las lágrimas acumulándose en las esquinas de sus ojos. Los grabados que habían sido hechos con su misma sangre extraída con despiadados cortes sobre su piel durante su inconsciencia dibujados en el hielo comenzaron a resplandecer en un peligroso tono rojo, hasta que se apagaron de golpe, generando también que los faroles explotaran sumiendo el lugar en una entera oscuridad.

Trato hecho.

Seguido a ello, el crujido del hielo debajo suyo se escuchó y sintió cómo caía directo a la gélida agua, siéndole imposible escapar pues además de sus ataduras, una fuerza descomunal lo jaló hacia abajo, hundiéndolo directo a su perdición.

Tras un suspiro que se convirtió en su último, sintió cómo perdía el control total de su cuerpo y todo era cedido a Kim Taehyung, el primer Quarius Gélida, quien había regresado para terminar con lo que hace más de trescientos años inició.






...







Sunghoon ha vomitado por última vez, alarmando a los que lo rodeaban cuando en medio de todo el alimento y líquido carmín que ha devuelto, una criatura peluda y oscura con apariencia similar a la de un devorador sale de su boca, pero saben que es peligroso cuando éste al caer al suelo les sisea y los amenaza con sus colmillos afilados. Saliendo de la impresión, Seokjin ordena que no la dejen escapar y reaccionando velozmente, Yeonjun le lanza una esfera de fuego que lo reduce a cenizas en cortos segundos.

Heeseung y Taehyun de inmediato corren a sostener al de ojos azules, quien sorpresivamente parece estar recuperando el color natural de su piel al igual que su temperatura habitual. Tras darse un breve vistazo, comprenden lo ocurrido. Era libre. Esa criatura rabiosa representaba su maldición y ahora no estaba, ya no más.

Habían ido a Hoba Cabana para reponerse un poco y también, para hacer recuento de cuántos daños habían sufrido durante su fallido plan y revisar si de casualidad existió alguna desafortunada baja. Para su suerte, todos estaban bien. Taki y Jungwon únicamente habían sufrido un par de rasguños, pero ahora estaban intactos al igual que el resto del equipo pues los Terra-Natura refugiados en la pequeña cabaña habían ayudado con la curación de los heridos.

Tras un pequeño debate que acabó con Sunghoon tomando las riendas del equipo ante la ausencia de Jake, decidieron que había que retornar de vuelta a las ruinas de Moonblood, pues toda la ciudad podía apreciar el deteriorado árbol brotando de ese sector, se trataba de la fuente de la magia, la cual, ante la caída del colegio, había quedado expuesta. Debían protegerla a toda costa, pues si ésta desaparecía, la magia lo haría también y de esa energía brillante dependían muchas criaturas, si todo se desvanecía, habría demasiadas bajas.

Sunghoon no quería que la magia fuese destruida, menos reescrita bajo las órdenes de alguien que únicamente pensaba en venganza y actuaba por puro recelo, así que tras verificar que todos los implicados estuvieran de acuerdo, marcharon juntos de vuelta al lugar del que recién habían escapado para terminar esa larga batalla, más de trescientos años de historia darían cierre esa misma noche y abrirían paso a un amanecer nuevo de oportunidades.

— ¿Qué está pasando? — Shin Ryujin preguntó, viendo los alrededores del tramo final del bosque Hoba, por el cual, varias criaturas comenzaban a levantarse y a salir del lugar. La que en realidad era una cambiante volteó a ver a su acompañante pelirrojo.

— Son las criaturas de Hoba. — Jeongin murmuró impresionado, con HueningKai aun sorprendido de haber encontrado otros como él, sabía que existían, pero había sido una grata sorpresa cuando éstos revelaron ser Mutabilis provenientes del Este que habían ido a parar a Mondsee tal como él. El par se unió a ellos en su retorno, siendo bien recibidos de inmediato, pues necesitaban todos los aliados posibles al no contar con apoyo de ninguna de las asociaciones de Oakheart. En ese instante, parecía que estaban por su cuenta.

— ¿Qué rayos están haciendo? — Yeonjun cuestiona, dando un pequeño respingo cuando accidentalmente una Stella le roza el hombro. Kai, quien estaba más próximo a él, le responde:

— Creo que... Se están preparando para pelear.

Llegó a esa conclusión tras notar que las criaturas abandonaban su apariencia adorable y amigable para dejar a relucir su lado más rudo luciendo totalmente atemorizantes. Sunghoon apresuró el paso hasta acabar prácticamente corriendo detrás de una Lignum que era perfectamente capaz de reconocer pese a que ahora se veía por completo diferente.

— ¡Sunghoon! ¡Espera! — Taehyun hace el amago de frenar a su amigo, pero éste lo ignora tanto a Lee Heeseung cómo a él, por lo que tienen que ir detrás de él para no perderle la vista, pues aunque se veía mejor, aún estaban preocupados por él, un largo periodo de estar siendo drenado de su magia no era cualquier cosa, le tomaría algo de tiempo reponerse totalmente.

En cuanto la Lignum siente su presencia helada cerca, se da la vuelta para ver al Quarius Gélida, quien de inmediato le sonríe enormemente agradecido. No solo los jóvenes mágicos lucharían por su hogar, sino que, por primera vez en mucho tiempo, criaturas y mágicos pelearían codo a codo por un propósito en común.

— Layla. — Sunghoon la llama suavemente y ella se agacha para verlo fijo. Puede notar el temor en sus cuencas verdosas, por lo que coloca su palma sobre una de las ramitas que tenía como piernas. Layla lo había reconfortado en varias ocasiones, así que sentía que era su turno de devolverle un poco de todo lo que ella le dio. — Tranquila, no dejaré que les pase nada. Vamos a cuidarnos la espalda mutuamente, ¿Sí? — Promete y la Lignum extiende su mano, revelándole un pequeño obsequio al Gélida. Park lo toma con cautela, sintiendo la calidez que los pétalos de los pequeños narcisos dados por Layla le transmitían. El pálido la miró fijamente, queriendo comprender el significado de éstas hasta que, frunciendo el entrecejo, pareció entender.

Renacimiento.

Sin decir alguna palabra más que dándole un suave asentimiento de agradecimiento, guardó el regalito al interior del bolsillo al costado de la funda donde cargaba su espada, dejando sobresalir la cabeza de las flores, las cuales contrastaban enormemente con sus ropas al ser amarillas y sus prendas resultar oscuras.

Parecía una pequeña luz dentro de la inmensa y desoladora oscuridad.

Nadie dijo nada, únicamente siguieron al Quarius Gélida quien iba a la cabeza mientras ingresaban a la azotada ciudad.

— ¿Qué diablos pasó aquí? — Yeonjun suelta, impresionado de ver tanta destrucción. Algunos edificios estaban ardiendo en llamas mientras que otros yacían desparramados en el suelo, completamente hechos trizas. Beomgyu, quien levitaba a su costado, le da un vistazo a HueningKai, quien tiene su mandíbula tensa.

— Varios terremotos de alto grado. — La respuesta que Kim Seokjin les dio fue directa, pero clara. Min Yoongi y su hermano, Kim Namjoon iban detrás de él, al igual que Son Seungwan. Los dos últimos, estaban viendo el exterior después de muchísimo tiempo, encontrándose con imágenes desoladoras.

Namjoon había sido liberado por Seokjin, quien sabiendo bien que era momento de perdonar, le retiró la maldición que él le había colocado en un momento de ira incontrolable. Con eso, sus diferencias y cualquier conflicto abierto que pudo haber quedado entre ellos, cerró finalmente.

Con Seungwan el asunto era distinto, pues el encierro que ella poseía era un castigo autoimpuesto. La culpa y dolor dentro de ella la habían llevado a aislarse hasta lo profundo del Bosque Nuboso, pues estaba avergonzada de sus acciones pero sobre todo, arrepentida. Su propia magia acabó siendo la que generó el deterioro de su físico y tiempo después, la limitó a únicamente poder habitar el arbolado. Al menos, hasta ese momento, en donde reconoció que era más importante apoyar al par de almas gemelas, que continuar aferrándose a las huellas del pasado, por lo que, dejando ir muchas cosas atrás, salió del terrorífico Bosque Nuboso para adentrarse a Mondsee, aquella ciudad que le había traído las mejores y peores cosas de su vida.

Aun aturdidos por el paisaje desolador, Wonyoung da un paso al frente y se dirige al grupo de chicas bajo su mandato. Ellas eran nombradas cómo las Cazadoras Doradas, hechiceras entrenadas a la par de los protectores de Hoba para, en conjunto pero siendo independientes uno de los otros, resguardar bajo sus alas a cualquier criatura viviente que habitara el bosque. Además de ser expertas en combate, rastreo y arquería, ellas estaban profundamente especializadas en el manejo de las energías y las conexiones con los sub-elementos.

— Cazadoras, la mitad vaya a registrar las zonas más afectadas y vean si hay mágicos que requieran ayuda, las demás, vengan con nosotros. — Ordena. Rápidamente se forman dos grupos, uno integrado por aquellas que eran mejores en sanación y rescate mientras que las que se especializaban en defensa y ataque permanecieron con ellos.

— Eres muy buena liderándolas. — HueningKai, quien estaba más cerca de ella, opina, haciendo sonreír a la pelirroja.

— Cuestión de práctica. Llevamos siglos trabajando en conjunto aunque ésta es nuestra primera vez en campo. — Responde la chica.

Yeonjun, quien pasaba a un costado de ambos mágicos, rueda los ojos, siendo observado atentamente por su hermano menor.

Heeseung posa una palma sobre su hombro. Estaban bien ahora, claro que, en cuanto se reencontraron en Hoba Cabana, lo primero que el Lee menor hizo fue acertarle un puñetazo duro en la nariz, siendo abiertamente aceptado por el pelirrosa.

Después, Heeseung permitió que Yeonjun lo envolviera con sus brazos mientras éste murmuraba muchas disculpas y lloriqueaba un poco y sólo tal vez, el pelirrojo también lo hizo.

Eran hermanos después de todo y el cariño estaba ahí, se notaba en el abrazo que se dieron y en el apoyo discreto que se enviaban a través de esos pequeños gestos.

— Hey, miren allá.

Heeseung señala un punto lejano ubicado justo al centro de Mondsee. Se trata del Colegio Moonblood reducido a escombros y tal como supusieron, en medio de todo, un tronco similar al de un árbol sobresalía de las ruinas. En la punta de éste, había conexiones de colores titilantes que se dirigían a puntos indeterminados, curiosamente, daba la ilusión de que hubiese una telaraña saliendo de ahí.

Yeonjun se estremece cuando logra distinguir un pequeño grupo de encapuchados rondando el área.

— El Cruentus Klan ya está ahí. — Informa, apuntando a dónde el clan se encuentra. — No hacen nada, parecen estar esperando algo. — El Lee mayor informa y Sunghoon, apretando bien el mango de su arma, la extrae y firme, dice:

— Deben saber que iremos, vamos, no hagamos que esperen.

Marchando a paso rápido y extrañamente, sin ningún obstáculo de por medio, les toma cerca de veinte minutos llegar hasta las ruinas de lo que fue el colegio más importante de la historia de la magia. Park ve con pesadez las ruinas mientras que el Lee menor aún no puede digerir que estén pisando los escombros de Moonblood. Cuando todo aquello termine, la destrucción del colegio sin duda será un golpe muy bajo para la comunidad mágica.

Avanzan con cautela, acercándose cada vez más a la gastada fuente de la magia hasta que se encuentran con una impresionante sorpresa que los descoloca en demasía, sobre todo al Quarius Gélida.

Sobre la superficie de un tronco caído, Jake se encuentra sentado, con uno de sus codos recostado contra su rodilla derecha. A sus costados se encuentran miembros del Cruentus Klan y en cuanto él los siente llegar, alza la cabeza, dedicándoles una sonrisa torcida.

Lee Heeseung voltea a ver a Park Sunghoon con una mezcla de confusión y temor.

— Dime por favor que Jake ya usaba el parche durante el tiempo en el que me fui porque si resulta ser parte del estilo malvado me voy a desmayar. — Suelta nervioso, teniendo el corazón repiqueteándole ansioso contra el pecho. Sim lleva su mirada rojiza al Ignis, poniéndolo a temblar cuando éste le dedica un gesto ladeado. Ese no era el Jake que tanto le gustaba, definitivamente no. Ya no llevaba sus gafas redondas que lo hacían lucir como un adorable sabelotodo y en su lugar, cargaba con un parche sobre el párpado izquierdo.

¿Acaso Sim había perdido el ojo...?

Park Sunghoon mira atentamente al azabache, analizando con atención cada gesto. Hay un brillo en su mirada, sin embargo, no es similar a nada que haya visto antes en él. No se parece en lo más mínimo a los ojitos dulces de su novio o los vistazos traviesos que de vez en cuando le daba. No.

Dentro de esa tonalidad rojiza solo podía ver perversión y aquello inevitablemente le infundió miedo hasta lo profundo, porque no podía compararse en nada con el rojo que lo invadió durante todo el enfrentamiento en Moonblood, en ese instante, aunque Jake estaba desenfrenado en molestia, se sentía protegido pues sabía que éste jamás le haría daño, pero ahora... No había ningún rastro de su novio en él.

Sunghoon quería a su Jake de vuelta.

— No, no lo usaba. — Advierte, haciendo al pelirrojo retroceder unos cuantos pasos mientras alza su espada con su diestra para apuntar amenazante al azabache. Éste le sonríe con desdén. — Ese no es Jake, ¿Qué le hicieron? — Demanda saber, sin embargo, lo único que recibe son risas socarronas cómo respuesta, haciéndolo enfurecer pero también, temblar, cosa que el mago no deja pasar.

Alza una ceja, sin borrar su sonrisa ladeada y después, eleva sus palmas en el aire.

— Tranquilos, par de magos. No les haré daño. — Les enseña el dorso de la mano, dónde un sello de restricción se encontraba plasmado. Si intentaba causarles algún daño empleando la magia o la fuerza del cuerpo de Sim, no importaba cuán mínimo fuese, el acceso que el Terra le había dado a su cuerpo se rompería al instante. — Fue inteligente, lo admito. Aunque no entiendo qué capricho tiene con ustedes dos, dio su último aliento para salvarlos.

Incluso al borde del acantilado, Jake ponía resistencia, sacando a relucir toda su inteligencia al emplear todos los trucos a su alcance con tal de asegurar a los que amaba.

Sunghoon tensó su mandíbula mientras que a Heeseung se le escapó el aire. ¿Eso quería decir que...? ¿Jake se había ido? ¿Así? ¿Cómo si nada?

El corazón de ambos magos punzó de dolor. No podía ser cierto, se negaban a aceptarlo. Sim Jake era más listo que eso, debía haber tenido un plan entre manos, solo necesitaban descifrarlo. No habían resistido tanto en vano.

Seokjin, quien hasta ese instante había permanecido quieto en silencio, se coloca enfrente de los más jóvenes para hablar cara a cara con su hermano menor.

— Taehyung. — Llama el nombre de su hermano en un estado de tensión pura. Éste le sonríe a través de Sim y se siente demasiado extraño para el mayor, pues no podía dejar pasar que el físico era el de su alumno, pero su consciencia era otra completamente diferente.

— Hola, hermanos. — Saluda, sonriendo socarrón hacia los dos mayores. Namjoon aprieta la mandíbula y se coloca al lado de Seokjin.

— ¿Qué estás haciendo? Jake es solo un niño, Taehyung. — Intenta razonar con el Quarius Gélida, pero éste lo frena al romper a reír frenéticamente, como si hubiese contado el chiste más gracioso de su vida.

— Te equivocas, hermanito. — Contradice, poniéndose de pie para sacudir sus palmas sobre el pantalón oscuro que llevaba puesto. — Este chico es todo menos un chiquillo inocente. Es una bomba de poder que han cargado por años de rencor y dolor.

El joven pálido da un respingo. Tal vez así había sido, pero el Sim Jake actual estaba esforzándose en perdonar. Él debía estar mintiendo, seguramente se aprovechó de la vulnerabilidad del azabache.

— Eso no es cierto, Jake no es así. — Sunghoon refuta, apretando cada vez más el mango de Excalibur con su diestra. Sus palabras atraen las miradas de todos, pero la única en la que se centra es en la socarrona que Taehyung le dedica a través del cuerpo de su novio. Jake debía estar ahí, en alguna parte. Tenían que traerlo de vuelta, sacarle a Kim Taehyung de adentro.

— Si no es así, dime, ¿Cómo es que es tan compatible conmigo? — Preguntó, haciendo al pálido titubear por unos cortos segundos. Desvió su mirada, pero en cuanto se dio cuenta de que aquel mago antiguo estaba consiguiendo lo que deseaba al ponerlo a dudar, frunció el entrecejo. — Yo me alimento del dolor ajeno, del rencor, de la tristeza. Mi fuerza es cada sentimiento negativo que envenena lentamente las almas de los mágicos. Dime, creación mía, si tanto quiere este lugar y a sus habitantes, ¿Por qué permitió todo este desastre?

Sunghoon estaba por responder haciendo uso de su filosa lengua, pero el pelirrojo del lado de los protectores de Hoba que era cercano a Jake se adelantó.

— No era su responsabilidad y aun así la asumió. Un niño no tenía que cargar con todo esto, tú lo convertiste en eso que has nombrado. — Respondió bruscamente, apretando con fuerza el par de Sai que cargaba en sus manos. Estaba furioso con Sim por haber formado un trato con el primer Quarius Gélida sabiendo que era un maestro de la manipulación, pero también comprendía que el menor debió haber estado desesperado.

— Que grata sorpresa. — Taehyung dijo, alzando las cejas.

Jungwon tensó la mandíbula.

— Quisiera poder decir lo mismo. — Respondió. Su voz sonaba seca y el desagrado estaba claro. No solo eran de sub-elementos opuestos, sino que Yang podía sentir toda la energía oscura que emanaba de éste como ningún otro lo hacía. Jungwon tenía una sensibilidad mucho más alta que los Quarius, era inusual pero sin duda singular.

— No me esperaba menos de ti, nunca te agradé, podía sentirlo aunque eras solo un chiquillo. — Susurró, recordando la carita enfurruñada que el Ignis había tenido durante todo el momento en el que estuvo cerca de ellos en aquel lejano tiempo. Aunque Yang no lo entendía en ese entonces, su malestar era causado porque algo dentro suyo percibía toda la energía negativa que manchaba su alma a causa de tanto uso de la hechicería escarlata. — Eres listo, pero te estás equivocando. Yo no fui quien orilló a Jake a volverse el recipiente perfecto, todos ustedes lo hicieron. Ahora tendrán que lidiar con las consecuencias. — Sentencia y alzando sus palmas en el aire, convocó un montón de plantas haciendo uso de la magia de Jake y les ordenó abalanzarse sobre cada mágico del otro extremo de las ruinas.

— ¡Agh! — El pelirrosa se quejó en voz alta junto a otros mágicos que retenían los alaridos de dolor causados por el brusco apretón que las enredaderas ejercían sobre sus cuerpos.

— ¡Yeonjun! — Beomgyu chilló, haciendo un vano intento de soltar a su amigo pues aunque se esforzaba, sus manos acababan por atravesar las plantas. Demonios.

— ¡Heeseung, detrás de mí! — Ordenó Sunghoon y Lee obedeció, aferrándose al borde de la pechera de cuero en la cual el menor cargaba varias armas y uno que otro as bajo la manga. Apretó la empuñadura de Excalibur y dejando toda su magia fluir, la transmitió hasta la espada, provocando que ésta se vinculara con él y fuese capaz de desprender frío. Sin embargo, tal como el primer Quarius Gélida había dicho, a ellos no los tocó. Las enredaderas que brotaban violentamente del suelo pasaron por completo de ellos, únicamente se centraron en inmovilizar a todos sus aliados y a una que otra criatura que los acompañaba.

Entre ellas, Sunghoon notó a Layla siendo retenida.

— Basta de juegos. Solo están retrasando lo inevitable. El fin de una era para abrir paso a una nueva, ¡Bienvenidos al...!

Un trozo de suelo se alzó, empujando al mago varios metros lejos y frenando su discurso. Todos se miraron confundidos hasta que Choi Soobin, apareciendo entre una nube de humo se dejó ver.

— Oh, lo siento. ¿Interrumpí? — Dijo burlón, ordenándole a la roca volver a su lugar con un simple ademán. Tras salir de la impresión, Kang Taehyun fue el primero en correr en dirección al pelimorado una vez que todas las plantas que los retenían cedieron.

— ¡Soobin! — El rubio chilló alegre, lanzándose a los brazos de su vinculado.

— ¡Taehyun! — Choi lo recibió gustoso, sintiéndose más que aliviado de verlo en perfecto estado. Su mayor miedo era que al menor le ocurriese algo en su ausencia, pero ahora estaba ahí con él, lo cuidaría a toda costa.

— ¿Estás bien? ¿Te hicieron algo? ¿Dónde estabas? — Kang lo atacó de preguntas, él iba a contestar, pero al notar de reojo que el Cruentus Klan comenzaba a rodearlos, dijo:

— Tranquilo, pequeño. Estoy bien. — Acarició su mejilla con cautela. — Responderé todas tus preguntas, pero primero tenemos que pelear, ¿Está bien?

El rubiecito asiente, siendo consciente de lo mismo que él.

— Traje algo de ayuda. — El Iridiscente le dijo a los demás mágicos, quienes lo vieron impresionados cuando chasqueó los dedos y un montón de devoradores cayeron del cielo y rápidamente se abalanzaron sobre cada encapuchado, haciéndolos chillar horrorizados cuando las criaturitas ni titubearon para atacar con bruscos mordiscos.

Cabe destacar que las criaturas estaban bastante hambrientas y no les importaba cuál fuese su alimento aunque siempre preferirían las hojas y la madera.

— Soobin, ¿Qué...? — Taehyun susurró, en una mezcla de incredulidad y admiración.

Beomgyu alzó los brazos al aire y levitó, atrapando algunas criaturitas entre sus manos y ayudándoles a llegar a los Cruentis.

— ¡Woohoo! ¡Devoradores! — Exclamó felizmente al ver a los devoradores atacando ferozmente, de verdad que los adoraba.

Yeonjun se sobresaltó cuando alcanzó un montón de chillidos provenir de la mochila que cargaba en su espalda, por lo que rápidamente la abrió. Abriendo sus párpados con impresión.

— ¿Qué hacen ustedes aquí? Ah, da igual, ¡Vayan! — Dijo, abriéndoles el bolso a la docena de devoradores entusiastas para que salieran, después, se dirigió a su amigo fantasmal antes de lanzarse nuevamente a atacar a encapuchados que se le acercaban. — ¡Beomgyu ten cuidado!

En otra parte, Kim Seokjin se acerca a los jóvenes más cercanos del azabache para decirles seriamente:

— Hay que sacarle a mi hermano de adentro.

HueningKai, quien se encuentra aun recuperando el aire, opina.

— Odio ser pesimista pero aunque logremos hacer eso ¿Qué haremos después? Es prácticamente un demonio, se nos puede escapar si no tiene un cuerpo físico en el cual contenerlo. — Advierte, aceptando el apoyo para mantenerse de pie que Kang Taehyun le ofrece. El mayor aprieta sus labios en una fina línea, sabe que el cambiante tiene razón, pero tiene un plan fijo en mente por eso mismo.

— Solo... Hay que hacerlo, yo me encargaré del resto.

Dice y aunque los jóvenes no se encuentran del todo convencidos, acaban aceptando.

— ¿Está seguro, instructor Kim? — Sunghoon se acerca a preguntarle una vez que todos han vuelto al combate. El Terra-Natura le da una mirada de reojo y Park es capaz de percibir el titubeo en su mandíbula, pero a la vez, la decisión en sus orbes, por lo que no objeta más.

— Sí.

Sunghoon asiente y después, se dirige a su equipo.

— Hay que retenerlo el suficiente tiempo para que el instructor Kim ejecute lo que tiene en mente, ¡Vamos! — Indica, haciéndoles una seña a todos los mágicos para que lo sigan.

Juntos, rodean al mago que recién se había incorporado. Maldito Iridiscente, sí que lo había tomado desprevenido.

— Nunca podrán contra mí. — Advirtió, queriendo infundirles temor y tal vez lo habría conseguido, si no estuviese acorralado en ese mismo instante.

— No perdemos nada con intentar. — Park habla, firme. Con sus manos iluminadas en un resplandeciente plateado eleva una pared de hielo que se coloca alrededor del mago y con un movimiento, le ordena que se comprima hasta apretarlo. Inmovilizándolo con ese acto. — ¡Ahora!

Ordena e imitándolo pero cada mágico con su respectivo sub-elemento, se concentran en retenerlo el tiempo suficiente para que Kim llevase a cabo lo que sea que tuviera en mente.

— ¡Con fuerza! — Sunghoon los impulsa, notando que a algunos les cuesta y comienzan a flaquear.

— ¡Resistan! — Wonyoung grita, apretando sus dientes y poniendo mayor fuerza en el símbolo de retención que invocó justo debajo de los pies del mago desenfrenado.

Sin embargo, la mitad de su equipo titubea al sentir que algo parece estarles arrancando la energía.

— ¡N-no puedo aguantar mucho! — Taehyun avisa, sintiéndose cada vez más débil hasta acabar desvaneciendo las enredaderas que había convocado para sostener los brazos y piernas del Terra.

— ¡Yo tampoco! — Kai dice e inmediatamente cae al suelo, respirando errático. Sentía el aire comenzar a faltarle y eso lo estaba desesperando, rápidamente, preocupó a aquellos que estaban más próximos a él.

Heeseung, alarmado, se dirigió a Min Yoongi que había corrido a socorrer al cambiante.

— ¿Qué está haciendo? — Chilló espantado.

— Está absorbiendo sus energías. — Le respondió al Ignis para proceder a dirigirse al resto de mágicos jóvenes que aún se esforzaban en retenerlo. — ¡Chicos, suéltenlo! ¡Déjenlo ir!

Todos obedecieron, no sin antes coordinarse para lanzarle un ataque que lo desestabilizó y lo impulsó varios metros lejos, aturdiéndolo.

— No se va a detener, es muy fuerte. — Wonyoung dijo, apoyándose sobre el hombro de su hermano mientras que con su otra mano aferraba su abdomen adolorido, pues había sido golpeada en esa zona por un par de Cruentis, lo que la hacía sentir bien, es que esos mismos ahora se encontraban con una linda flecha clavada justo en medio de sus cejas.

Yang Wonyoung no perdonaba nada.

Sunghoon, quien tenía muchas ideas surcando su cabeza de manera frenética, preguntó:

— Instructor Kim, ¿Cómo dijo que se llamaba aquel chico que su hermano quería?

El mayor alzó una ceja, confundido por el repentino cuestionamiento, pero aún así, respondió.

— Jeon Jungkook, pero ¿Eso de qué sirve ahorita?

— Tengo una idea. Usted haga lo que tiene en mente. — Dijo, alejándose un poco para apartarse a una zona más calmada, pues para lo que iba a realizar necesitaba que nadie lo frenara. — ¡Distráiganlo un rato! — Ordenó, ganándose una mirada furibunda del Ignis Yang.

— Distráiganlo, si claro, con gusto. — Murmuró Yang Jungwon con ironía, limpiando los restos de sangre que descendían de su labio con un movimiento brusco. — Bien, Jake poseído, ven acá, amigo. — Llamó al mago, atrayendo de inmediato su atención. Al tenerla, sonrió ladeado. — ¡Dale, Jay! ¡Con todo! — Exclamó y de inmediato, Park Jay se apareció a su espalda empleando los viajes entre sombras para inducirle una enorme descarga eléctrica tras murmurar una pequeña disculpa. La fuerza del choque lo hizo caer de rodillas.

— ¡Agh! — Se quejó desde el suelo. Al tener esa brecha de oportunidad, los mágicos saltan a atacarlo con toda su fuerza sin dudarlo.

Mientras, los hermanos Lee estaban ocupados lidiando con los grupos de encapuchados que casi parecían multiplicarse al brotar más y más. Yeonjun sentía las rodillas temblarle de cansancio, pero aun así se mantenía firme y peleaba codo a codo junto al pelirrojo, eso, hasta que repentinamente el pelirrosa lo perdió de vista y cuando lo encontró nuevamente, vio que estaba a punto de ser brutalmente atacado por la espalda con una espada de plata, así que corriendo con toda la fuerza que sus piernas cansadas le permitían, dio un salto entre sombras, apareciendo justo a tiempo para frenar al hechicero escarlata que había pretendido lastimar a su hermanito.

Desgraciadamente, la única forma de detenerlo había sido interponerse, recibiendo él el cruel ataque en su lugar.

— ¡Yeonjun! — Heeseung chilló alarmado en cuanto se dio cuenta y apretando los dientes, acabó de un solo impacto de su mano llameante con aquellos que lo mantenían ocupado para dirigirse al que había apuñalado a su hermano, dándole un fuerte puñetazo en el rostro que lo mandó a volar.

HueningKai llegó corriendo a ellos, había arrancado despavorido en el instante en el que escuchó el grito del Lee menor y la escena que se encontró lo paralizó. Lee Yeonjun tenía un enorme hueco atravesándole el pecho, del cual brotaba la sangre a montones. Desesperado, Heeseung intentó frenar el sangrado con sus manitas temblorosas solo para acabar alzando su vista hacia el cambiante, quien sentía su mundo derrumbarse a pedazos en ese instante. Sin embargo, se obligó a salir del aturdimiento y sonando rígido, tiró de Kim Daniel y Riki Takashi para que juntos, pudiesen llevar al Ignis a una parte en donde el sanador fuese libre de tratar de hacer algo con tal de no dejar a Yeonjun ir.

No podía morir, Kamal HueningKai era capaz de revivirlo solo para acabar ahorcándolo con sus propias palmas si se atrevía a cerrar sus ojos.

Del otro lado del enfrentamiento, Sunghoon sisea en el momento en el que siente todo su cuerpo arder a causa de toda la magia oscura que estaba empleando. Aunque era una de sus especialidades, sobre todo al ser él el Rey de las Sombras, su cuerpo estaba muy exhausto y le estaba costando hacer lo que quería. La nigromancia no era cosa fácil y se estaba arriesgando a convocar algo no deseado al estarla practicando en un estado tan vulnerable, pero estaba desesperado. Si realmente Kim Taehyung había amado a Jeon Jungkook, tal vez verlo nuevamente lo haría recapacitar o al menos, lo frenaría lo suficiente para actuar.

El pentagrama bajo sus pies brilló en una fuerte tonalidad púrpura hasta que, soltando una gran cortina de humo, reveló a un joven pelirrojo que observó los alrededores muy confundido, al final, sus orbes recayeron en él.

— ¿Quién eres tú? — Preguntó con desconfianza, retrocediendo un par de pasos. Sunghoon alzó sus manos como muestra de que no pretendía infringirle daño alguno y tembloroso por todo el esfuerzo que había realizado en la invocación, habló.

— S-soy Park Sunghoon, yo te invoqué. — Dijo, jadeando fuertemente en busca de aire. Jungkook lo analizó de arriba a abajo y después, oteó los alrededores, notando un enorme desastre y un brutal enfrentamiento desarrollándose. — Necesitamos tu ayuda, se trata de Kim Taehyung.

El joven aprieta sus puños y alza la cabeza con seriedad. Con que eso era.

— Él tiene a mi novio bajo su control y quiere...

El Ignis lo frena.

— Planea forzar el renacer de la magia, sí, lo sé. Hablaba mucho de eso en el pasado aunque nunca creí que llegaría a estos extremos. — Confiesa, formando una mueca. — Te ayudaré, vamos. — Aceptó, marchando a un costado del Quarius Gélida mientras éste le indicaba por dónde ir. Accedió con tanta facilidad porque nunca había sido especial admirador de las guerras y aunque trataba de no inmiscuirse en los asuntos del plano terrenal, de vez en cuando echaba vistazos, descubriendo al poco tiempo todo el desastre en el cual la comunidad mágica se encontraba.

— ¿Dónde diablos está Sunghoon? — Taehyun bramó, siendo incapaz de continuar convocando más vida verde por lo que acabó escondiéndose detrás de una roca junto al pelimorado, quien lo sostuvo pasando su brazo por su cintura.

— Dijo que intentaría algo pero ya se demoró mucho, ¿Deberíamos ir a ver si está bien? — Soobin pregunta y Kang asiente de inmediato, incorporándose.

— Creo que sí, solo... ¡Agh! — Hace el amago de avanzar, sin embargo, una flecha desviada alcanza a rozarle parte de la cadera, rasgando tanto su ropa como su piel y haciéndolo sangrar. De inmediato Kang llevó su mano a la zona y con un gruñido bajo, accionó su magia sanadora sobre sí mismo.

— ¡Taehyun! ¿Estás bien? — Soobin chilló, totalmente preocupado por su pequeño vinculado pese a que Taehyun le hizo una seña restándole importancia al asunto.

— Sí, es solo un rasguño. Hey, ¡Ahí está!

Sunghoon hace acto de presencia y convoca a las mismas criaturas con apariencia de lobo a las que había puesto bajo su mandato, eran sombras que ahora tenían el propósito de servirle a él y sólo a él pues era su rey, después, les ordenó abalanzarse sobre el azabache y una vez que Jake se encontró en el suelo, les hizo una señal a ellos para actuar. De manera veloz, todos se reúnen alrededor del Terra y cada uno manifiesta un lazo luminoso que al lanzárselo al azabache, se aferra a aquel ente que había tomado posesión de su cuerpo.

— ¡Tiren! — Park demandó y todos obedecieron, dirigiéndose a una misma dirección. Los quejidos provenientes de parte del mago no se hicieron esperar, sin embargo, aunque eran desgarradores pues se trataba de la voz y cuerpo de su amigo sufriendo, se obligaron a recordar que no era él mismo y lo que estaban haciendo era por su bien.

— ¡Es muy fuerte! — Jungwon avisa, presentando dificultades para aferrarse al lazo que convocó pues tenía su muñeca izquierda fracturada y su cabeza daba vueltas a consecuencia de un duro golpe que le habían asestado, aun así, se esforzaba por cooperar.

— ¡Se aferra demasiado a Jake! ¡No lo va a dejar ir! — Jay advirtió, dirigiéndose a Sunghoon quien en cuanto lo escuchó, se volteó unos cortos segundos para dirigirse a alguien que era desconocido para ellos pero bastante familiar para el mago dentro del cuerpo de su novio.

Los párpados del azabache se abrieron ampliamente en una combinación de impresión y temor.

— ¿Q-qué? — Murmuró, quedándose estático por unos instantes.

— Ya basta, Taehyung. — Jungkook le dijo serio. Sus rasgos se notaban mucho mayores a como lo recordaba, parecía rozar los veinte años, por lo que suponía que Jeon en lugar de haber elegido la reencarnación, eligió quedarse en los planos divinos a desarrollarse ahí.

Tras salir de su impresión, soltó una risa seca.

— ¿Estás con ellos? ¿En serio? Jamás lo esperé de ti, Jungkook. — Espetó, apretando sus puños fuertemente hasta que la piel acanelada de Jake se vuelve blanca. El Ignis lo mira con una expresión que le es indescifrable.

Acercándose lo suficiente, posa su palma sobre la cabellera azabache, haciendo al mago gruñir.

— No estoy del lado de nadie, solo reconozco que nuestro tiempo aquí terminó hace mucho, no tenemos nada que estar haciendo en este plano. — Dijo serio, sonando como un regaño para el Quarius Gélida, quien agachó la cabeza avergonzado. Repentinamente, se sentía como un niño siendo reprendido. — Deja al chico, Taehyung.

Pero tan pronto como llegó, la pena se fue, siendo reemplazada por una inmensa ira que acabó por hacerlo desprender un montón de energía que explotó en una onda, la cual, al colisionar con el Ignis fantasmal deshizo su invocación y lo devolvió al lugar de dónde había salido.

— ¡Jamás! — Park salió disparado a unos cuantos metros pues como él había sido quién lo convocó, resintió el corte brusco de su hechizo. Receloso, el primer Quarius Gélida llevó su vista a él.

— ¡Sunghoon cuidado!

Park escuchó la advertencia de Kang, pero sus músculos se negaron a cooperar y resignado, quedó estático, esperando el golpe mortal, sin embargo, éste jamás llegó, por lo que alzó la vista solo para encontrarse a Son Seungwan mirándolo aliviada. Ella había recibido el impacto por él, así que la maldición mortífera comenzó a surtir efecto de manera veloz.

— N-no... — Sunghoon balbuceó, caminando a pasos torpes hacia la mujer, ella le sonrió tranquilamente, feliz de ver al pequeño Quarius Gélida a salvo.

— Dile a Jake que siempre lo amé como a un hijo y que pase lo que pase, estaré orgullosa de él.

El mago no alcanzó a asentir siquiera antes de que su cuerpo se desintegrara, dejando detrás un montón de pequeños pétalos azulados que fueron arrastrados por el viento.

Sunghoon apretó sus puños con fuerza, alzando al unísono la cabeza para otear al mago que continuaba siendo retenido con bastante dificultad. Se incorporó y caminó entre los lazos tensos hasta llegar al azabache mientras que concentraba toda su energía en su diestra y después, le asestó un fuerte golpe en el pecho al Terra, haciéndolo jadear y consiguiendo así el suficiente impulso para que, aunado a los hilos tirando de él, el ente por fin saliera del cuerpo de su novio en una especie de humo oscuro. Park vio con ojos fríos y calculadores cómo éste intentaba huir, pero fue rápidamente frenado por su hermano mayor, Kim Seokjin, quien lo aprisionó dentro de sí mismo, impresionando a todos los jóvenes.

Después, el Terra-Natura lo miró con súplica. Sunghoon estaba tan fuera de sí mismo, que no dudó ni un segundo en alzar su espada, apuntando peligrosamente al mayor, pero justo antes de que pudiese hacer algo de lo que siempre se arrepentiría, Min Yoongi lo sostuvo de la muñeca.

— No te conviertas en esto. — Presionando suavemente la diestra del mago, el Ventus le dijo con una voz calmada que sonó como un suave murmullo del viento, haciendo temblar al menor. — Deja que yo lo haga.

Ellos con sus errores habían desatado todo ese caos, por lo que querían ser los mismos que le dieran fin. Sunghoon sintió su diestra temblar hasta que acabó dejando caer a Excalibur al suelo, generando un ruido seco. Yoongi le sonrió calmadamente y lo soltó de manera lenta hasta que sintió que había vuelto en sí. Una vez que Park se mostraba sereno, se dio la vuelta y entre sus palmas, convocó su fiel daga de plata que lo había acompañado en cada batalla. Parecía que ésta sería la última que enfrentarían.

Min se acercó al Terra-Natura que jadeaba adolorido, disputándose el control de su propio cuerpo con su hermano menor. En cuanto sus orbes violáceos colisionaron con los esmeralda de Kim, el mensaje que se dieron a través de esa mirada fue perfectamente claro.

Nos volveremos a ver.

Después de todo, eran afines. Quizás ese no había sido su momento, pero ya llegaría otro mejor.

Sunghoon desvió su mirada en cuanto dos jadeos adoloridos se escucharon y aunque lo intentó, de reojo alcanzó a apreciar a ambos mentores desvaneciéndose en el aire. Juntos. El pálido quiso llorar, pues resentía la perdida de Min, el mayor había sido como una figura paterna para él, pero cuando el suelo crujió de manera horripilante y la poca energía que emanaba de la fuente de la magia parpadeó con mayor intensidad, se obligó a apartar sus emociones y centrarse en reunir a sus cercanos.

Sin Kim Taehyung, la batalla parecía haberse tornado a su favor. Las bestias que el Cruentus Klan había convocado para hacerles frente estaban reducidas a nada y los pocos miembros que aún quedaban se encontraban acorralados por las Cazadoras Doradas, quienes los apuntaban con sus arcos tensos. Rápidamente, Sunghoon buscó a Lee Heeseung, encontrándolo junto a Sim Jake, a quien ayudaba a incorporarse. Cuando los vio juntos, no tan ilesos pero vivos, se permitió soltar un suspiro aliviado.

— ¿Qué está pasando? ¿No se supone que debía volver a la normalidad después de derrotar al Gélida? — Jay pregunta, teniendo su ceño fuertemente fruncido a causa de su confusión. Jungwon se aferraba a su costado intentando mantenerse de pie, por lo que el Fulgura acabó deslizando su mano por detrás de su cintura para sostenerlo.

Kang Taehyun negó con pesar.

— El desgaste es irreversible, la fuente va a colapsar, tenemos que salir de aquí. — Dijo, rápidamente todos acataron lo dicho sin protestar, pero mientras ellos avanzaban en dirección contraria, una criatura se dirigía justo a la fuente a punto de colapsar.

— ¿Qué rayos hace la Lignum? — Wonyoung murmuró, apoyándose de Shin Ryujin para avanzar. Todos voltearon en la dirección que señaló.

Los párpados de Jake se abrieron con horror cuando distinguió que se trataba de Layla.

— Si la magia desaparece, todas las criaturas y ella también lo harán, debe estar desesperada. — Respondió el Terra-Natura rubio con un fuerte nudo cerrándole la garganta.

¡Layla, no! — Jake le gritó a la Lignum en una orden, pero fue demasiado tarde pues ésta ya se estaba aferrando a las ramas del árbol gastado, haciendo presión para retener la caída del tronco, sin embargo, aunque la energía era débil, el cuerpo amaderado de la criatura no estaba hecho para soportarla, por lo que acabó siendo desintegrada en segundos bajo las miradas horrorizadas de todos aquellos que habían peleado por frenar el inminente colapso de todo.

— ¿Jake? ¡Jake! ¿Qué estás haciendo? — Sunghoon exclamó alarmado, alzando su diestra en dirección al azabache pero siendo inútil a causa de que se encontraban bastante lejos. Park volteó a ver a Lee con súplica, entendiéndose perfectamente con ese gesto.

— ¡Jake déjala ir! ¡Va a matarte! — Lee lo llamó, pero el Terra ni siquiera se frenó a pensarlo.

— ¡Tengo que intentar! — Respondió, estando cada vez más cerca de la fuente titilante. Sunghoon sintió que el alma se le iba del cuerpo en el instante en el que el suelo volvió a crujir y las ramas más débiles del árbol cayeron despedazándose en el suelo.

Por Layla y por todas las criaturas...

— Voy contigo. — Sunghoon musitó, alcanzando a ser entendido por Sim a causa de que percibió sus intenciones por medio de su lazo.

— No. — Dijo tajante.

Sim hizo crecer un montón de enredaderas, las cuales retuvieron al pálido y al pelirrojo a fin de evitar que hicieran algo que los pusiera en peligro. Los conocía y sabía que lo seguirían sin dudarlo, por lo que los apartó y corrió al arbolito. Dando un brusco pisotón al suelo, convocó fuertes lianas que se aferraron a las ramas y conexiones mágicas que amenazaban en caerse y con sus manos, tiró de ellas para tratar de unir todo, pero pronto la energía comenzó a viajar entre las mismas plantas, ingresando en su sistema y haciéndolo jadear adolorido.

Sunghoon y Heeseung se esforzaban en luchar con aquellas enredaderas que los tenían apretados, estaban desesperados pues veían cómo aquello estaba lastimando al azabache, ni siquiera un Terra como él podía soportar la energía de ese calibre, tal vez lo haría si no se encontrara tan débil, pero ese no era su mejor momento, sus huesos crujían y Park podía sentir todo su dolor a través de su lazo, haciendo que inevitablemente comenzara a llorar sin control.

Por la cabeza de Sim transcurrieron muchísimas cosas en solo segundos, miles de memorias con sus cercanos, algunas gratas y otras no tanto, instantes de plena felicidad y también, momentos de sufrimiento. Cada uno arremolinándose en su mente y haciéndole recordar lo que había prometido.

Aun aferrándose con fuerza a las lianas, alzó la cabeza, encontrándose con los ojitos azulados de Park Sunghoon desbordando lágrimas a montones, después, vio los orbes escarlata de Lee Heeseung viéndolo en una mezcla de impresión y súplica, pidiéndole que se detuviera sin necesidad de soltar palabra alguna, pues por el anclaje todas sus súplicas llegaban a él. Por último, sus ojos café cayeron sobre Choi Soobin y en cuanto el par de mieles se encontraron, Jake se soltó, cayendo al suelo rocoso en un golpe seco.

Ya había hecho suficiente, hasta ahí llegaban sus sacrificios, ahora finalmente iba a ceder el control.

— ¡Jake! — Chilló Sunghoon, corriendo de inmediato al Terra siendo seguido por Heeseung en cuanto las ramas retrocedieron y les permitieron ser libres.

— Mierda, ¡Tómenlo, rápido! — Ordenó Taehyun, consiguiendo apartar el cuerpo del malherido Terra justo antes de que el enorme árbol con todas las conexiones energéticas se vinieran abajo de manera catastrófica y las criaturas comenzaran a agonizar de dolor y los Nuntius que dependían de la magia para levitar caían al suelo en un brusco golpe.

— A duras penas respira. — Jimin advirtió, tocando un punto en el cuello del Terra y volteando a ver apenado a los dos mágicos más cercanos del azabache.

— Jake, vamos... Resiste. ¡Un Terra-Natura, por favor! ¡Taehyun! — Rogó Sunghoon, deshaciéndose entre gritos y llanto. Kang, tembloroso, acercó sus manos al azabache solo para encontrarse con que, por más que se esforzaba en convocar su magia, esta no brotaba como usualmente hacía.

— N-no puedo, mi magia, ¿Por qué no funciona? — Taehyun balbuceó, mirando sus palmas con pavor al notarlas manchadas de la sangre del chico. Todas sus heridas se habían reabierto y ahora sangraban sin control.

— La mía tampoco, ¡Maldición! — Park Jimin gruñó frustrado tras, al igual que Kang, verse imposibilitado de convocar sus dotes de sanación.

— No hay magia. — Jungwon musitó, incrédulo. No se atrevía a bajar la vista, no era capaz de ver a Jake así. No podía aceptarlo.

Habían fallado.

— ¡Debe haber algo que podamos hacer! ¿Y si lo llevamos a Hoba Cabana? — El Quarius Gélida insistió, con su voz sonando deformada por el llanto y lo constipada que se encontraba su nariz. Balbuceaba torpemente y temblaba mientras aferraba al Terra moribundo entre sus brazos.

Namjoon, quien se encontraba pasmado, negó con desilusión.

— No resistiría, está muy malherido, él... Moriría antes de siquiera salir de Mondsee. — Susurró.

— N-no... No, eso no puede ser cierto. — Chilló, abriendo su boca repetidas veces solo para acabar volviéndola a cerrar de golpe. Era incapaz de aceptarlo. Se negaba a aceptar que lentamente, el corazón de su amado dejaba de latir y todos sus sentidos se apagaban. ¡Maldición! ¡Hace tan solo unas horas había sido tan feliz dentro de los brazos del Terra y ahora lo estaba perdiendo! ¡No!

— Sunghoon...

— ¡No, Heeseung! ¡Me niego a que terminemos de esta manera! No puede... Éste no puede ser el final, ¿Cierto? — Musita ido, viendo al Ignis directo a sus orbes quien hizo una mueca dolorosa. Él tampoco podía manejarlo, quería romper a llorar y lanzar todo por los aires, pero simplemente estaba ahí, sin poder procesar los hechos. — Jake... ¡Jake no te atrevas a cerrar tus ojos! — Park rogó al notar que los párpados del azabache comenzaban a caer.

— L-lo siento. — Se disculpó, después, tosió sangre. Las quemaduras en su cuerpo dolían casi tanto como las fracturas, pero él solo era capaz de pensar en que tenía mucho sueño en ese instante, quería descansar un poco, solo eso. — Te amo.

Después, no se escuchó nada más que el llanto desconsolado del pálido y poco a poco, se le sumaban los de Lee Heeseung, quien no había podido resistirlo más.

— ¡Jake no! — Sunghoon exclamó adolorido, hundiendo su cabeza en el pecho de su novio. Segundos después, Heeseung rasgó su garganta soltando un grito de puro dolor.

En medio de los brazos helados de Park Sunghoon y siendo acariciado por la calidez de Lee Heeseung a un costado, Sim Jake dio su último respiro definitivo. Su mano se soltó del agarre de la del Ignis, cayendo inerte y haciéndolo sollozar de manera desgarradora.

Habían perdido al chico que amaban y no fueron capaces de hacer nada para evitarlo. El vació que se formó en sus corazones fue devastador y no eran los únicos afectados, Soobin estaba muy confundido al igual que Jungwon. Namjoon sentía la tristeza arremolinarse en su pecho mientras que HueningKai no era capaz de aceptar que un mágico con tanto poder y habilidades como lo era Sim Jake yacía sin vida a un par de metros suyo.

Más a lo lejos, las criaturas sobrevivientes y animalitos que los habían acompañado también sentían la perdida. Su líder y principal protector ya no estaba.

Sim Jake se había ido























— Soobin, ¿Qué demonios estás haciendo? — Taehyun gruñó cuando notó a su vinculado iniciar a moverse frenético, tanteando en sus propios bolsillos y al no encontrar nada, procedió a hacer lo mismo con los de su vinculado, haciéndolo fruncir fuertemente el entrecejo.

— ¡Polvillo! — Gritó, llamando la atención de los demás, que lo vieron con la misma extrañeza que Kang.

Vaya que Choi era raro.

— ¿Qué? — Jimin dijo, incorporándose para analizar al teñido que no dejaba de removerse.

— ¡Necesito polvillo de Nuntius! Debe funcionar, tiene qué. — Murmuró, iniciando un balbuceo inconsciente que no se detuvo hasta que Yang Jungwon llegó para sacudirlo de los hombros con fuerza, haciéndolo reaccionar.

— ¿De qué rayos estás hablando, brujo? ¡La magia ya no está! — El Ignis le gritó.

Soobin parpadeó confundido un par de veces.

— La magia está en cada uno de nosotros. También a nuestro alrededor, ¡Está en todas partes! — Le respondió, ganándose ahora un gesto molesto de parte del pelirrojo que lo soltó de golpe tras dar un profundo suspiro.

— Escucha, te encuentras impresionado, está bien... — Comenzó a decir, hasta que las siguientes palabras del Iridiscente lo callaron.

— ¡Jake me lo dijo! Cuando me ayudó con Iridis, él dijo eso. ¡Necesito polvillo de Nuntius, por favor, rápido! — Suplicó, dirigiéndose a todos los que lo observaban. Resignado, Yang golpeó sus palmas contra sus muslos y ordenó:

— ¡Denle al brujo lo que pide!

HueningKai, quien se había aproximado al lugar desde que escuchó los gritos desgarradores del pálido, se acercó al brujo para susurrarle discretamente.

— ¿Qué es lo que harás? Ya no hay magia, no creo que...

Soobin lo cortó, sonando frenético tras haber recibido en sus manos lo que pidió.

— La magia nos dio vida esperando que nosotros ahora seamos los creadores. Tú lo dijiste, ¿No? — Vació un poco de polvillo sobre sus palmas, machándolas de dorado. — La fuente de la magia se ha ido y no volverá, pero nosotros seguimos aquí. Es hora de avanzar hacia el mañana.

Renacer de las cenizas.

— Sunghoon, Heeseung... ¿Puedo? — Preguntó, acercándose con cautela al par de mágicos recelosos que se negaban a soltar al Terra. Él les dio una suave sonrisa pese a que recibió dos miradas fulminantes. Entendía su comportamiento, así que no se movió hasta que Sunghoon dijo:

— No nos apartaremos.

Choi alza sus palmas en el aire, mostrándoles el tono dorado bañándolas.

— Tranquilos, no iba a pedir que lo hicieran. En realidad, necesito que estén con él. Ustedes son su soporte. — Dijo, consiguiendo que ambos semblantes se relajaran al instante.

Tras compartir un vistazo con el pálido, Lee murmuró inseguro.

— ¿Crees que funcione?

Soobin balanceó su cabeza de lado a lado.

— Hay que tratar. Jake nos guio hasta aquí por algo. Unió nuestros caminos, hagamos que todo su sacrificio no sea en vano. — Respondió, apretando sus puños. Con ese acto, sus manos dieron un chispazo que encendió la fuerte esperanza en los corazones del Ignis y el Gélida.

— Hagámoslo todos juntos, por Jake. — Jungwon dijo, dirigiéndose al resto de conocidos de Jake, quienes accedieron de inmediato.

Soobin asintió y tras trazar delicadamente un círculo alrededor de los tres chicos, ingresó en el, posando delicadamente su palma sobre la cabeza azabache del Terra sin vida.

— Por favor regresa, te necesitamos. — Rogó Park Sunghoon en silencio mientras apretaba su agarre sobre el cuerpo de Jake, Heeseung a su espalda, simplemente sollozó cuando al alzar su vista, notó a todos aquellos que apreciaban a Sim estaban arrodillados, proyectando toda la poca energía que les quedaba hacia el ritual desesperado que Choi estaba realizando, así que Soobin tomó todos los débiles hilitos que salían de cada uno y los apretó entre sus palmas, pero cuando percibió que la energía era más de la que esperaba, alzó su cabeza, extrañado, encontrándose con que no sólo los amigos del azabache estaban ahí, apoyando, sino que, toda la ciudad había visto el sacrificio de Sim Jake y ahora se encontraban ahí, arrepentidos por todo el daño que le habían causado de manera consciente o no y queriendo aportar al menos un pequeño grano de arena.

Unión. Sin importar sus clasificaciones o de dónde provinieran.

Los hilos sostenidos por Soobin vibraron con fuerza y de pronto, sintió un chispazo que inmediatamente le emanó calidez y después, la llama se encendió con una fuerza que nunca antes se había visto.

La luz había renacido.











Fin.

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