𝗙𝗿𝗮𝗴𝗺𝗲𝗻𝘁𝗼 𝟭: La elección de vivir

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Cuatro años atrás. Lago Taal,

a las profundidades del bosque Hoba.


A su alrededor, todo estaba completamente frío.

Pero no era nada igual al clima invernal que te abraza cuando el cambio de estaciones llega y la estación helada hace su aparición, o la sensación tan placentera que te da el beber algo helado, mucho menos se podía comparar con la corriente gélida que recorre su cuerpo cuando se encuentra entre los brazos de su mejor amigo y confidente, Park Sunghoon.

No. No se le podía comparar de ninguna manera, pues con cualquiera de las opciones anteriores, se sentía bien, como si se encontrara en casa.

Ahora mismo, estaba aterrado.

Permanecía completamente inmóvil, sintiendo como lentamente se hundía en lo profundo de las aguas congeladas y con ello, sus posibilidades de sobrevivir caían con él. Quizás era por el fuerte impacto que acababa de sufrir o tal vez las bajas temperaturas que lo rodeaban habían comenzado a causar estragos en su cuerpo. Se inclinaba más por la segunda opción, pues podía sentir cómo las temperaturas tan extremas iniciaban a carcomerle la piel, así que, si por algún milagro, lograba salir vivo de esta situación, tendría marcas de por vida.

Salir vivo. ¿Realmente Jaeyun quería salir vivo de esta situación en la que él mismo se había metido?

Ahí, en medio de las profundidades, pensó:

"Morir es más fácil que vivir, por eso llegué aquí."

Pero una vez que se encontró a sí mismo, ahí, muriendo lentamente, sintió pánico.

Su vida no era perfecta, era un asco la mayor parte del tiempo. Su padre lo presionaba hasta el punto de hacerlo desfallecer y su madre parecía tenerle el suficiente miedo para jamás interceder por él. Aun así, Jaeyun los amaba, porque su corazón era tan bueno que quería creer que, en el fondo, ellos también.

Sin embargo, se había dejado cegar por la ira. Hace meses, cuando las cosas parecieron ponerse aún más tensas entre los miembros de su familia, decidió huir.

Huir parecía ser más fácil que afrontar las cosas.

Sin embargo, en ese instante en el que su respiración inicia a fallar, se da cuenta de que se arrepiente totalmente de esa decisión. Especialmente por todo lo que le hizo a su madre, aún no puede olvidar aquella mirada de dolor que le dirigió aquel día en el que explotó en gritos y decidió huir de aquel lugar al que jamás llamó hogar. Fue hasta en ese segundo, con el frío calándole hasta los huesos que entendió, el miedo podía más que el amor que le tenía. Ella lo sabía y le dolía, por eso esas palabras que soltó ese día le destrozaron el alma.

Quería disculparse, enmendar todos sus errores. Pero ya era demasiado tarde.

La falta de aire comenzó a causarle más estragos y en una acción desesperada, intentó dar una bocanada, solo para conseguir empeorarlo al llenar su boca con la dulce agua del lago.

Tosió, haciendo su cuerpo entero estremecerse en dolor, las múltiples heridas que tenía ardían y sus ojos empezaban a perder la visibilidad.

¿Este es el fin?

¿Así termina todo para mí?

Solo, en medio de un lago.

Solo, sin familia, sin amigos...

Amigos.

Jaeyun solo había tenido un amigo en su vida.

Park Sunghoon.

El chico de piel pálida y magia azulada había sido su amigo desde los ocho años, desde ese entonces, ambos se hicieron inseparables, hasta el punto de que eran apodados en su escuela como "los chicles", pues siempre estaban pegados y para encontrar a uno, solo tenías que buscar al otro.

Observó la inmensa luna situada sobre él, brillando intensamente.

¿Sus padres y Sunghoon también estarán viéndola? Jaeyun podía imaginar a sus progenitores. Era capaz de visualizar perfectamente las facciones de su padre, su ceño fruncido y su mirada de desaprobación era algo que estaba tallado permanentemente en su memoria, así que no tenía dificultades al imaginarlo, por otro lado, veía a su madre, aferrada al brazo del hombre y a diferencia de él, su rostro estaba bañado en lágrimas, mientras miraba la luna con la esperanza de que esta escuchara sus plegarias y pudiera llevar su mensaje hasta su hijo.

"Regresa, Jaeyun."

Su cuerpo se sacudió cuando retumbó en su mente la voz de su madre. ¿Sería producto de su imaginación debido a la falta de aire? Jaeyun no lo sabía.

Sin embargo, eso lo hizo reaccionar.

Jaeyun no quería morir.

Jaeyun quería vivir.

Quería abrazar a su madre y pedirle disculpas por todo lo que había dicho, ver a su padre y demostrarle su fuerza, pero sobre todo, quería ver a Sunghoon otra vez.

Una corriente eléctrica se extendió por todo su cuerpo, haciéndolo sentir vivo de nuevo. Así que sin perder un segundo más, comenzó a nadar hacia la superficie.

En ese instante, el rostro del chico pálido apareció en su mente.

¿Estaría preocupado por él? ¿O estaría enojado por haberse ido sin decir nada? Realmente no sabía qué esperar, pues aunque se conocían desde hace años, todavía le costaba un poco leer detrás de las expresiones neutrales de Sunghoon.

Aumentó la velocidad cuando sintió que el efecto de adrenalina pasaba y el dolor volvía a su cuerpo. Ya estaba cerca, podía ver la superficie acercarse cada vez más.

La luna brillaba intensamente y en su mente, Jaeyun imaginaba que estaba hablando con él, dándole una pequeña porra silenciosa.

A medida que se acercaba estaba aún más decidido.

Jaeyun elegía vivir.

Sin importar lo complicado que pueda resultar, o lo doloroso que pueda ser.

Iba a afrontarlo todo.

"Mamá, papá, aquí estoy." Pensó.

Faltaban pocos metros para llegar a la superficie, sintió el alivio inundar su alma. Extendió su mano por instinto.

—Sunghoon... Aquí estoy.

'Audi ad pulsationes cordis;

Aim dapeeltersy lnokoig for you

Ai coccent twhi et tide intra me,

pesale tel em egt ot you.

Una pálida mano tomó la suya con fuerza rápidamente al sentir el contacto, impulsándolo a la superficie en donde dio una gran bocanada de aire, llenando su pecho de aire y alivio.

En cuanto se recuperó y los latidos acelerados de su corazón comenzaron a frenarse, observó incrédulo al mágico al frente suyo.

Sus zafiros destellaban en un brillo intenso, su cabello se encontraba revuelto por el agua y tanto sus labios como la punta de su nariz estaban teñidos de rojo gracias a las temperaturas, aun así, lo tomaba con fuerza de la cintura.

—Ya estoy aquí, Jake.

Después de esas palabras fue que pudo notar la pequeña aura que envolvía a Sunghoon. Se pegó más a él, sintiendo el típico frío que lo recorría cada vez que se encontraba cerca, cosa común de alguien con magia como la suya y reposó delicadamente su cabeza sobre el pecho del chico, dejándose envolver por aquella magia azul que conocía muy bien.



" Escucha el latido de mi corazón,

estoy buscándote con desesperación.

Conecto con la marea en mi interior,

por favor, permíteme llegar hasta ti ".



Editado: 2023.


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