━ 𝐗𝐗𝐈𝐈𝐈: Plan de rescate

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───── CAPÍTULO XXIII ─────

PLAN DE RESCATE

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── 「 𝐏𝐇𝐋𝐀𝐍𝐀 𝐓𝐄𝐀𝐒𝐀𝐈𝐑𝐆𝐈𝐍𝐍 」 ──

( NO OLVIDES VOTAR Y COMENTAR )

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        —¿A CUÁNTO ESTÁ EL CAMPAMENTO DE JADIS? —La voz de Oreius, potente y atronadora, resonó en las cuatro paredes de la carpa en la que se habían reunido para poder debatir qué hacer ahora que conocían el paradero de la Bruja Blanca como un eco penetrante. Frente a él, sobre la mesa rectangular en torno a la que se habían congregado, había un mapa de la zona. Sus pequeños ojillos, de un negro intenso, lo examinaban con atención, sacando sus propias conclusiones al respecto. 

A su lado, Sirianne apoyó una mano en el borde de la superficie de madera, mientras que con la otra señalaba un punto concreto del plano.

Luego de que los Fuegos Fatuos le mostraran el camino hacia el asentamiento de Jadis y tras comprobar con sus propios ojos que Edmund estaba sano y salvo —dentro de lo que cabía, claro está—, ella y Declan habían regresado al Campamento Rojo para contarles lo sucedido a Aslan y a sus camaradas, a fin de idear juntos un plan de rescate.

—A un par de horas a caballo de aquí, al este —contestó la arquera, ilustrando en el mapa la senda que debían seguir para llegar a él. Podía sentir la inconfundible presencia de Declan junto a ella, corroborando lo que decía—. Se han guarecido en el bosque y se valen de la magia para pasar desapercibidos —puntualizó, paseando la mirada por todos los presentes.

El silencio se instauró en la tienda.

Oreius, Kalen, Hildreth, Neisha, Lynae y Declan parecían estar rumiando las palabras de Syrin, buscando cualquier hilo del que poder tirar. Los hermanos Pevensie, por el contrario, no dejaban de observarse entre sí con notable desasosiego, sin duda preocupados por el bienestar de su hermano. Y Aslan, que se encontraba al otro lado de la mesa, sentado sobre sus poderosas patas traseras, monitoreaba todo desde su posición, manteniéndose relegado a un discreto segundo plano. En el exterior el sol ya se alzaba por todo lo alto, trayendo consigo la calidez propia del mediodía.

—¿Edmund está bien entonces? ¿Lo habéis visto? —preguntó Peter sin poder disimular un timbre nervioso en la voz. La inquietud había hecho presa de él desde que se había enterado de que Sirianne y Declan habían dado con el asentamiento de la hechicera.

—Vuestro hermano está bien, podéis estar tranquilo. Pero lo tienen muy bien vigilado. —Esta vez fue el arcano de ojos grises quien se aventuró a hablar—. Va a ser complicado sacarlo de allí sin que nadie se dé cuenta —apostilló con los brazos cruzados sobre su tonificado pecho.

Peter palideció ante ese último comentario.

—¿Y a Jadis? ¿A ella también la habéis visto? —quiso saber Hildreth.

Su primogénita negó con la cabeza, a lo que la mujer soltó todo el aire que había estado conteniendo. A ella no la habían avistado en todo el tiempo que habían estado merodeando por las inmediaciones de su campamento, tan solo a sus fieles siervos. Y una parte de Syrin agradecía no haberlo hecho, puesto que no sabía cómo habría reaccionado en su presencia. En presencia de la persona que se lo había arrebatado prácticamente todo.

—No, pero la hemos sentido. Está allí, estoy segura. Su aroma es inconfundible —indicó la pelirroja, arrugando la nariz con desagrado—. Es como una especie de asentamiento base. Se están preparando para atacar. —Se apartó de la mesa, cruzándose también de brazos. Sus uñas no demoraron en hundirse con saña en las mangas de su camisa.

Los humanos se removieron en sus respectivos sitios con cierta intranquilidad. Se notaba a la legua que aquella era la primera vez que se enfrentaban a una situación semejante. Estaban asustados, y hacían bien en tener miedo.

—El tiempo se nos acaba. Jadis no tardará en tomar la iniciativa y cuando lo haga, golpeará fuerte —manifestó Kalen. Lynae asintió, de acuerdo con él—. Tenemos que rescatar a Edmund ya. Es nuestra única oportunidad.

—¿Pero cómo? —cuestionó Oreius—. Si está tan vigilado como decís, nos verán antes de que podamos acercarnos a él. Es una misión suicida —repuso. A Lucy le resultó imposible no encogerse sobre sí misma.

Sirianne se llevó una mano al mentón en un mohín pensativo. Llevaba varios minutos dándole vueltas a una idea, aunque nada le garantizaba que funcionase. La Bruja Blanca era muy astuta e inteligente, no se la podía engañar con facilidad. Sus vasallos, en cambio... Mientras ella no apareciese, quizá la suerte estuviera de su parte.

—Habrá que crear un señuelo. Una distracción —señaló. Todas las miradas recayeron en ella, incluida la del Gran León.

—Tienes un plan —intervino Lynae.

La arquera realizó un movimiento afirmativo con la cabeza.

—¿En qué has pensado? —inquirió Kalen, ansioso por conocer los detalles.

Syrin tomó una bocanada de aire antes de contarles su estratagema, aquello que llevaba mascando desde que habían iniciado el concilio. Al principio habló con algo de inseguridad, dado que no estaba acostumbrada a llevar el peso de una conversación tan importante como aquella, pero a medida que avanzaba y veía que sus compañeros la escuchaban con interés, sus temores se fueron esfumando. Trató de explicarlo lo mejor posible, ayudándose del mapa para que fuera más fácil de entender. De vez en cuando le dedicaba alguna que otra mirada cohibida a su tío, en busca de su aprobación. Este siempre asentía en respuesta, indicándole que lo estaba haciendo bien y que no tenía nada de lo que preocuparse.

Una vez que terminó de hablar, la muchacha entrelazó las manos sobre su regazo y comenzó a juguetear nerviosamente con ellas, a la espera de que alguien dijese algo, lo que fuera. No quiso mirar a Aslan por temor a lo que pudiera encontrarse en sus iris ambarinos, de manera que sus ojos se desviaron hacia Neisha, que le regaló una efímera sonrisa. Ella no lo dudó a la hora de devolvérsela.

—Podría funcionar. —La voz de Declan hizo que saliera de su ensimismamiento. Sirianne viró la cabeza hacia él, sorprendida por aquella repentina muestra de apoyo. El joven escudriñaba el plano con sumo detenimiento, sondeándolo, tanteando sus posibilidades—. Jadis cree que no sabemos dónde está su asentamiento. No espera que hayamos encontrado la forma de dar con ella, y eso es un punto a nuestro favor. Jugamos con el factor sorpresa —remarcó, alzando de nuevo la vista.

—Pienso lo mismo que Declan —pronunció Lynae—. Es un buen plan. —Afirmó, haciendo que las cuentas de hueso de sus trenzas tintinearan.

Una agradable sensación embargó a Syrin. Le gustaba ayudar y sentirse útil, saber que podía hacer algo por los demás, en especial por los futuros reyes.

Los observó desde su posición, pudiendo reparar en las sendas expresiones de atribulación que lucían los tres. Le había prometido a Lucy que traería a Edmund de vuelta, y eso era lo que pensaba hacer. Estaban a tan solo un paso de lograrlo, de modo que rendirse no era una opción. Nunca lo había sido.

—Iré con vosotros —dijo Peter, dando un paso al frente.

Al escucharlo, Susan y Lucy entraron en tensión.

—No, ni hablar. Nos ocuparemos nosotros —rebatió Kalen.

—Es mi hermano —protestó el mayor de los Pevensie en un arranque de rebeldía.

—Precisamente por eso. Estáis demasiado implicado emocionalmente —subrayó el arcano, a lo que Peter frunció el ceño con disconformidad—. Solo disponemos de una oportunidad, así que no podemos arriesgarnos a que algo salga mal. Os quedaréis aquí, a salvo. —Su tono no admitía réplica—. Sois demasiado importante para Narnia.

El rubio abrió la boca con la intención de argüir algo en su defensa, pero Lynae se le adelantó, impidiéndole articular aquello que le quemaba en la punta de la lengua:

—Kalen tiene razón —secundó ella, mucho más comedida—. Confiad en nosotros. Traeremos a vuestro hermano de vuelta, podéis estar seguro. —Se las ingenió para arrancarles un fulgor a sus orbes turquesa, enfatizando así sus palabras.

A Peter no pareció convencerle ninguno de los dos alegatos, pero no le quedaba más remedio que resignarse y ceder. Puede que no fuera un guerrero tan curtido como ellos, pero en aquellas semanas que llevaba entrenando había aprendido a manejar un arma y estaba seguro de que si se lo permitieran, podría serles de utilidad. Aparte de que se trataba de Edmund, su hermano. Estaba en todo su derecho a participar.

Se forzó a cortar aquel hilo de pensamientos, consciente de que sulfurándose no conseguiría nada, y se limitó a mantenerse callado. Si eso era lo que querían, esperaría a que trajeran a Edmund de vuelta. Y después... Después ya serían libres de regresar a casa, a su monótona y aburrida rutina.

—¿Tú qué opinas, Aslan? —consultó Hildreth, rompiendo el aciago silencio que había vuelto a apoderarse de la carpa. La mujer contemplaba al Gran León con una mueca indescifrable contrayendo su fisonomía, esperando su veredicto.

Aslan se tomó unos instantes antes de responder:

—Partiréis al atardecer.

Aún faltaban unas horas para que se pusiera el sol, pero el grupo que partiría al ocaso para rescatar a Edmund de las temibles garras de la Bruja Blanca ya se había puesto manos a la obra para que todo saliera según lo acordado. Tenían por delante una noche bastante larga y ajetreada, de manera que debían pulir los detalles del plan y ultimar los preparativos. Como bien había dicho Kalen, solo contaban con una oportunidad, así que no podían fallar. De lo contrario... De lo contrario sería el fin para el mediano de los Pevensie, y también para todos aquellos que luchaban en pos de una Narnia libre e igualitaria.

Peter no podía dejar de darle vueltas al asunto. Estaba nervioso y asustado, muy asustado. Y eso que él no iba a participar en el rescate, pero igualmente estaba intranquilo. Se trataba de su hermano pequeño, su responsabilidad.

Le resultaba imposible no culparse por todo lo que había ocurrido con Edmund. Si no hubiese sido tan duro con él... Sentía que le había fallado. A él y al resto de su familia, sobre todo a su madre, quien le hizo prometer que cuidaría de sus hermanos mientras estuviesen fuera por la guerra. Y en vez de estar a salvo, habían dejado atrás un conflicto bélico para meterse de lleno en otro.

El rubio se pasó una mano por la cara en un gesto cansado. Estaba agotado, llevaba días sin dormir en condiciones. Simplemente no podía hacerlo sabiendo que Edmund estaba en peligro. Su apetito no era mucho mejor. Si comía era para no preocupar a Susan y Lucy, y para tener la energía suficiente para seguirle el ritmo a Kalen en los entrenamientos.

Suspiró, frustrado. ¿Cómo habían llegado a esto? ¿En qué momento se habían torcido tanto las cosas?

—Todo saldrá bien.

Peter ladeó la cabeza hacia su izquierda, topándose con la cándida figura de Neisha, que le había propuesto dar un paseo por el campamento para así ayudarlo a distraerse. Sus hermosos iris azules le devolvieron una mirada afable y las comisuras de sus labios se elevaron en una bonita sonrisa que hizo que un intenso hormigueo se aposentara en el estómago del muchacho. Este parpadeó varias veces seguidas, azorado, para luego carraspear levemente.

—Tendría que ser yo quien lo sacara de allí —farfulló, volviendo la vista al frente. Ambos avanzaban por las serpenteantes calles del asentamiento—. Soy su hermano. —Arrugó la nariz en un mohín renuente.

La pelirroja inspiró profundamente.

—Sé que te molesta que no te hayan dejado participar —habló Niss, procurando ser lo más cuidadosa posible a la hora de elegir sus palabras. No quería que Peter se enfadase también con ella—. Pero tienen razón. —Su interlocutor restableció el contacto visual, lo que provocó que la arcana se pusiera algo nerviosa—. Eres demasiado importante para Narnia, para todos nosotros... No podemos arriesgarnos a perderte.

Peter suavizó la expresión de su semblante al escuchar eso último. Neisha, por su parte, se mordisqueó el interior del carrillo, soliviantada. La forma en que el humano la observaba hizo que un ligero rubor se adueñase en sus mejillas, el cual trató de disimular a toda costa.

Se recogió tras la oreja un mechón de pelo y apartó la mirada de él, encomendándose a todos y cada uno de los dioses para que su sonrojo no fuera demasiado evidente. ¿Por qué Peter siempre tenía ese efecto en ella?

Estaba tan inmersa en sus cavilaciones que no se dio cuenta de que el mayor de los Pevensie se había detenido. En cuanto fue consciente de ello, Neisha hizo lo mismo, volteándose hacia él.

—Fue culpa mía. —Su voz salió como un trémulo susurro. Peter tenía los hombros caídos y sus ojos se habían tornado brumosos y opacos. A la pitonisa le partió el corazón verlo tan abatido—. Todo lo que ha pasado hasta ahora ha sido por mi culpa —bisbiseó.

Una inmensa desazón atenazó a Niss al contemplar al rubio, a quien le recorrió la cara una sombra de dolor tan real e interminable que la pelirroja la sintió en su interior. Aquella situación lo estaba consumiendo, era obvio. Y Neisha se odiaba a sí misma por no poder hacer nada para ayudarlo.

—No. Tú no has hecho nada malo —impugnó ella a la par que acortaba la distancia que los separaba. Tenía que quitarle esa absurda idea de la cabeza—. Nada de lo que ha sucedido es culpa tuya, ¿me oyes? Lo hecho, hecho está. El destino es caprichoso, al igual que los dioses. Nos ponen constantemente a prueba, pero no por ello debemos rendirnos —añadió, reprimiendo la imperiosa necesidad de abrazarlo.

Peter alzó el rostro hacia ella. Sus orbes celestes habían recuperado parte de su brillo, como si hubiese reparado en algo que hasta ese preciso instante no había tenido en cuenta.

—Dicen que eres clarividente, que puedes ver el futuro. ¿Es eso cierto?

Aquella interpelación pilló por sorpresa a la arcana.

Jamás había hablado abiertamente de su don con ninguno de los Pevensie, aunque era cierto que algo sospechaban. No porque no confiara en ellos, ni mucho menos, sino porque hasta ahora no se le había presentado la ocasión de hacerlo. No había querido abrumarles con información que no necesitaban saber. Pero ahora, al parecer, las cosas habían cambiado y Peter estaba al corriente de todo.

—Así es —contestó Neisha.

—Entonces, ¿puedes... puedes saber lo que ocurrirá esta noche? —El joven se aproximó a ella, que lo miraba con expectación—. De ser así, dispondríamos de una enorme ventaja. —Hablaba con frenesí, cada vocablo más ardiente que el anterior.

La pitonisa exhaló un grácil suspiro.

—Me temo que no funciona así, Peter —explicó, a lo que el susodicho volvió a dejarse llevar por el desánimo. Sus dedos rozaron el brazalete que le había regalado Santa Claus, aquel que, según el hombre, le ayudaría a tener un mejor control de sus visiones—. Solo veo lo que los dioses quieren que vea y solo digo lo que los dioses quieren que diga. Lo lamento. —Posó una mano en su hombro y se lo estrechó con cariño, sintiéndose terriblemente mal consigo misma por no poder hacer más en ese aspecto.

Peter realizó un ademán con la boca, como queriendo restarle importancia al asunto, justo antes de reanudar la marcha. Niss lo siguió algo cabizbaja.

—Será una noche larga —musitó él.

—Lo será, sí. —Neisha respiró hondo—. Pero me quedaré con vosotros todo el tiempo que haga falta.

Aquello salió de su boca sin siquiera pretenderlo, guiada por un impulso que ni ella misma comprendía. Sus mejillas volvieron a encenderse, al igual que sus orejas, que estaban tan rojas como su cabello. Cuando reunió el valor suficiente para mirar de nuevo a su acompañante, pudo ver que este la observaba con una cálida sonrisa iluminando sus rasgos faciales.

El tiempo pareció detenerse.

Y ella no pudo evitar desear que se quedara así por siempre.

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N. de la A.:

¡Hola a todos!

Se ha hecho de rogar, pero aquí tenéis un nuevo capítulo de Canción de Invierno. Ya os comenté que iba a hacer bastantes cambios respecto al hilo argumental de la película, y el rescate de Edmund es uno de ellos. En la adaptación cinematográfica esa escena me pareció muy floja y bastante inverosímil (por razones que comentaré en el próximo cap.), así que he preferido hacerlo a mi modo para que quede más realista xD Y este capítulo, aunque sea de transición, ha servido para asentar un poco lo que ocurrirá en el siguiente, que será bastante intensito y emocionante, ya os lo adelanto ;)

Pero bueno, antes de nada, quisiera comentaros una cosa que me lleva desmotivando desde hace bastante tiempo. Y es que la diferencia de votos y comentarios entre estos dos últimos capítulos y los anteriores es abismal. O sea, una bestialidad. Podéis comprobarlo vosotros mismos: el capítulo 18, por ejemplo, tiene 97 votos y el 19 50; el 20 50 también, pero el 21 ya baja a 33. Y eso es algo que me desmoraliza muchísimo, porque ya no sé qué pensar de la historia, sinceramente. No sé si es que la trama se ha vuelto aburrida y ya no engancha, o si es porque tardo en actualizar. El caso es que estas cosas hacen que me plantee si realmente merece la pena seguir adelante e invertir mi tiempo y esfuerzo (porque este FanFic conlleva bastante trabajo por motivos más que evidentes) en algo que apenas está siendo valorado.

Y en relación a esto, hace unos días comenté en mi tablón lo molesto que resulta que la gente solo vote en los capítulos que quiere o que directamente no lo haga. Porque me he dado cuenta de que la mayoría de los lectores pasa completamente de votar en los tres capítulos que se centran en el pasado de Sirianne y Neisha (es decir, el 7, 8 y 9), y eso que son vitales para comprender por qué las hermanas son como son xd Parece que lo único que interesa es el salseo con Peter, cuando creo que ha quedado más que demostrado que esta no es una historia que gire en torno al romance 24/7. Me esfuerzo por traeros un FanFic de Las Crónicas de Narnia lo más innovador posible, inventándome hasta una especie entera para que destaque de lo que se acostumbra a ver en Wattpad, y la impresión que tengo es que eso no se aprecia, ni tampoco el trasfondo que les estoy dando a mis personajes originales. Lo único que parece importar es la relación de Peter y Neisha =/

Así que no sé, tan solo os pido un poco de consideración y respeto. Porque bien podría estar dedicando el tiempo que empleo en traeros un nuevo capítulo de esta historia en otra cosa. So, si eres un lector fantasma y estás leyendo esto, manifiéstate, por favor. Haz click en la estrellita, que es gratis y no cuesta nada. Y si eres de los usuarios que votan de forma intercalada, te pido que votes por igual todos los capítulos. Puede que unos te gusten menos que otros, pero no dejas de consumir algo en lo que yo he trabajado durante HORAS O HASTA INCLUSO DÍAS.

Por último, voy a hacer una pregunta que quisiera que todos contestarais: ¿os gusta la historia? Responder solo os llevará unos segundos, así que hacedlo, por favor. Un escritor sin feedback no es nada. La retroalimentación es necesaria para hacernos saber cuáles son nuestros puntos fuertes y débiles, qué es lo que estamos haciendo bien y en qué debemos mejorar. Así que lo dicho.

Y eso es todo por el momento. Espero que os haya gustado el capítulo.

¡Un beso!

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