Nobara: 1, Mai: 0

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Nobara deslizó nuevamente la punta de su martilo y raspó la zona inferior de la silla: un chicle yacía adherido a una esquina.

—Pensé que la escuela de hechicería estaría más limpia, pero está peor que escuela pública —dijo e hincó las costillas de Megumi con el codo—. Oye, ¿qué crees que le haya hecho el profe Gojo a Utahime para que lo odie así?

—No lo sé —Megumi sacudió su plumero quitando el polvo de las sillas—. Debe ser por su personalidad... A veces puede llegar a ser insoportable.

Nobara arrugó la nariz y formó un puchero.

—Mmm, no me estás siguiendo el chisme —Se estiró para posar la mano en su frente—. ¿Estás enfermo, Fushiguro?

Él la frenó en el aire, sujetándola de la muñeca y haciendo que se miraran los dos. En el fondo del salón, Mai Zenin arrojó una cubeta de agua jabonosa al suelo y chilló.

—¡Mira lo que me hiciste hacer, niña de primero! ¡Ve a traer un trapo y limpia este desastre! —Corrió hacia Nobara y la empujó a un lado—. Megumi, aún no me has dicho qué piensas de nosotros.

—No hay ningún nosotros —Megumi le respondió—. Lo siento... no estoy interesado.

—Pero ¿por qué?

—Solo no estoy interesado —Megumi se frotó la nuca—. Nunca te había visto de esa forma... Además, tú eres del clan Zenin.

—¿Y qué?

—¿Y qué?

—¿Qué hay con eso? —Mai intensificó la mirada.

—Que esto es muy raro y no está bien —Megumi tomó unas bolsas del suelo—. Tengo que botar toda esta basura.

Nobara rió, observando a Mai con desdén, y le sacó la lengua.

—¡Fushiguro, te ayudo! —Corrió hacia él y le quitó las bolsas.

Mai echó humo por las orejas, completamente roja, y los apuntó con el dedo.

—¡Esto no ha terminado, Nobara Kugisaki! ¿Me oíste?

Nobara la ignoró y salió detrás de Megumi, saltando y meneando las bolsas, rumbo a los cubos de basura. Yuuji se los cruzó en el patio.

—Alguien se ve muy feliz —le dijo acercándose a ella—. ¿Lograste descubrir quién era?

—Mai Zenin —Nobara respondió subiendo el brazo para levantar su cabello—. Estaba enamorada de Fushiguro y se puso celosa de mí. ¿Puedes creerlo? Como si fuera competencia, de cualquier forma.

—Y supongo que ganaste —Yuuji replicó con una sonrisa—. No te gusta perder y, por lo que sé, tienes un asiento especial en tu corazón para Fushiguro. ¿No es así?

Megumi volteó a mirarlos, pero tan pronto cómo fue consciente de que centró su mirada en Nobara, apartó la mirada fingiendo extrañeza. Ella chistó, rechinandos los dientes, y le propinó un golpe a Yuuji.

—¡No digas tonterías! —le dijo tratando de ocultar su sonrojo—. ¡Cierra la boca, Itadori y no me distraigas que tengo que botar todo esto!

Ella se marchó, dando fuertes pisotadas. Yuuji, entre risas, aprovechó para dirigirse a Megumi.

—Deberías decírselo, Fushiguro.

—¿Decirle qué?

—Tú sabes. Los conozco a los dos y son muy obvios —Yuuji respondió y sobó su cabeza—. Hasta el profe Gojo se dio cuenta.

—Ese chismoso —Megumi gruñó y suspiró pesadamente—. ¡Ya, Itadori! ¡No me presiones! ¡Lo voy a hacer!

En ese momento, Maki Zenin entró al patio junto a Panda y Toge Inumaki.

—¿Hacer qué, Megumi?

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