Capítulo 18

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Capítulo 18: Ellos no lo sabían, no tenían ni una mínima advertencia del lanzamiento de aquellos misiles con cabeza nuclear, los cuales eran la última carta para destruir la epidemia de zombies, éstos tenían como blanco las principales ciudades de América del Norte, Europa y Asia, mientras que habían cientos de sobrevivientes que trataban de sobrevivir a ese suceso, ahora los condenaban con el poder atómico a un "Invierno Nuclear".

Por su parte, en la Mansión de los Takagi, después de la expulsión de Shido y su grupo, se respiró un poco de paz, para Rei con haber enfrentado y hasta casi haber amenazado a su Profesor por haberle arruinado el año escolar y por atacar a su familia, fue una gran victoria, por fin había logrado calmar esa furia que tenía dentro contra ese corrupto. A su vez, Aiden se encontraba muy pensativo, mientras que trataba de contactar con Nicky y Jackson, pero aún no podían establecer contacto, temía de que algo les hubiera pasado a ellos.

- ¿Tuvo suerte, Señor Pearce? Se escuchó una voz y al girarse, se encontró con Saeko, la cual estaba portando su katana, con la que había entrenado con su Sensei.

- Aún nada. Espero que no les haya pasado nada malo. Pidió preocupado el Irlandés, pero la chica apoyó sus manos sobre la espalda del Justiciero.

- Tranquilo, estoy segura que ellos estarán a salvo. Le tranquilizó y dio esperanzas de encontrar a Nicky y Jackson con vida junto con los demás.

- Tienes razón. Le dijo Aiden, agradeciendo y de golpe, alzó la vista al Cielo.

- ¿Qué pasó? Quiso saber Saeko sonriendo, pero ésta cambió al verse en el Firmamento del Atardecer una extraña luminosidad, de colores múltiples, al estilo de las Auroras Boreales, las cuales eran vistas desde los Polos Norte y Sur.

- Algo no me gusta para nada. Dijo Aiden, mientras que trataba de averiguar en alguna red del gobierno nipón, pero cuando estuvo a punto de conseguir los documentos, se perdió conexión desde el CtOS y lo mismo se sintió en todo el país.

De golpe, todo lo que funcionaba con electricidad comenzó a fallar, quedando el país entero y otras naciones a oscuras debido al Efecto EMP*, debido a que las bombas atómicas habían desencadenado toda una expulsión de energía que inutilizó todo lo que funcionara con electricidad.

Inmediatamente, Aiden corrió hacia donde estaban Takashi y los demás.

- Tenemos que prepararnos. Les dijo el Irlandés.

A su vez, Shido Koichi se encontraba manejando el bus con sus estudiantes, aún sentía esa rabia al ser humillado y expulsado como si él hubiera cometido un crimen, cosa que si lo había hecho y en gran número, ahora, tratando de salir de allí, supo que debía tomar cartas en el asunto.

- "Voy a vengarme, lo juro por mi padre que me vengaré de esos malditos, en especial de Rei y Aiden" Juró venganza, cerrando y apretando los dientes con fuerza, pero en ese momento, cuando vio que un grupo de hombres de la familia Takagi les hacían señas para que frenaran, ya que les abrirían la puerta de aquella calle, Shido apretó el freno, pero éste no respondía.

- ¿Qué carajo? Se preguntó, pensando que tal vez le habían hecho un sabotaje, pero trató de frenar, al ver que los hombres les hacían señas y gritos de que frenaran, pero todo era en vano.

- ¡Sensei, ¿qué ocurre?! Preguntó uno de sus estudiantes.

- ¡El freno no funciona, no puede ser! Respondió, gritando y entrando en un estado de nervios y terror. ¿Terror? ¿Cómo era eso posible en alguien que se consideraba intocable y que nadie podía eliminarlo de su camino? Ahora él tenía miedo de lo que le pasaría a continuación.

Y en el puesto de control:

- ¡No se detiene, cúbranse! Pidió el jefe de aquel grupo y vieron como el bus a toda velocidad destruía la valla de seguridad y luego terminaba estrellándose con todo contra un poste de energía eléctrica, provocando un fuerte estruendo, el cual atrajo a los muertos vivientes.

Los tres hombres se acercaron al bus para ver si habían sobrevivientes.

- ¿Algún sobreviviente? Preguntó el jefe de aquellos hombres.

- Negativo, Señor, espere... Pero cuando uno de sus subordinados iba a llamarlo, vio con terror y abriendo los ojos bien grandes, contempló el avance de los zombies, los cuales venían en una gran oleada hacia ellos.

- ¡Retirada, retirada! Ordenó el Jefe Masato, quien escapó con sus hombres hacia la mansión.

Lo que uno de los subalternos había visto dentro del bus destruido, sus paredes y pisos estaban empapados de sangre y los cuerpos de los estudiantes que habían seguido a Shido Koichi yacían allí, sin vida, muertos. Ellos habían jurado lealtad como un líder, pero a qué precio, sino solo de haber puesto en venta su alma y libertad para un maldito que los usaba como marionetas, ahora estaban muertos, pero había algo más en ese bus de la muerte: Shido.

Sí, uno dice que las cucarachas serían las únicas sobrevivientes en un ataque nuclear, Shido lo era y de las peores, una basura que parecía ser que no obtendría su castigo, él estaba ahora vivo pero herido e incapaz de poder mover su cuerpo por el tremendo choque que había protagonizado.

- ¿Qué...? ¿Qué nos...? ¿Qué nos pasó? Se preguntó, mareado y con la vista algo nublada.

Miro hacia atrás y pidió que esto solo fuera un sueño.

- ¡No, no! ¡No puede ser, no! Gritó aterrado, parecía que su mala suerte no podía empeorar, ya que al volver la vista hacia adelante, vio que toda una horda de muertos vivientes venían avanzando hacia él, incapaz de moverse o de pedir ayuda, solo pudo hacer lo que una rata hace al verse rodeada por un gato: Gritar, nada más que eso.

Los zombies comenzaron a meterse por la puerta de acceso destruida y de ahí, se dirigieron hacia Shido, quien estaba totalmente pálido y al borde de la muerte, donde una vez que alcanzaron su cuello y luego su cuerpo, él comenzó a gritar desesperadamente.

Volviendo a la Mansión de la Familia Takagi, los tres hombres que estaban en el puesto de control llegaron hacia la puerta principal.

- ¡Abran, por favor! Pidieron y desde el horizonte, observaron al letal Ejército de zombies que venían avanzando como los Bárbaros hacia las riquezas del Imperio Romano de Occidente.

- ¡Abran la puerta a esos hombres, rápido! Ordenó Souchiro Takagi y sus subordinados obedecieron, mientras que Yuriko tomaba su katana y una cosa más para su hija.

Una vez que ingresaron los tres miembros del Partido Nacionalista, al no haber electricidad por el "Efecto EMP", debieron cerrarla manualmente, empujando la puerta, pero los muertos vivientes lograron derribar la misma, al ejercer presión sobre la entrada.

Y pronto comenzó la masacre, los zombies mataban tanto a los miembros y hombres de la Familia Takagi como a los sobrevivientes en el campamento, algunos destruían su juramento de no tomar las armas y se defendían, en medio del caos, el fuego de los faroles que tenían las tiendas comenzó a incendiarlas y a empeorar más la situación.

- ¡No, aléjate de mí! Pidió la mujer que al inicio se había negado a tomar las armas contra los zombies: Aiden tenía razón, estaba en lo correcto, los zombies mataron a aquel grupo anti-violencia, incluyendo a aquella mujer, la cual trató de defenderse con un hacha de carnicero, pero no sirvió para nada. Ella dobló la vista y vio que Aiden estaba de pie frente a ella, llevaba una AK-47 en sus manos y el grupo de Takashi estaba también.

- Descuide, no sufrirá más. Le dijo el novio de Rei y con el Irlandés dispararon a la cabeza de la mujer y de los zombies que estaban sobre ella.

Mientras que los hombres y mujeres del Partido Nacionalista se defendían con sus armas, Souchiro y Yuriko peleaban juntos, el hombre llevaba su katana y ella portaba dos subfusiles, con los cuales hacían retroceder a los muertos vivientes, pero al caer éstos, venían más por delante.

- ¡Saya! Le llamó su madre, mientras que se abrían camino hacia ellos.

- ¡Debemos irnos, mama, vamos, salgamos de aquí! Pidió ella a sus padres.

- ¡No hay tiempo, nosotros nos quedaremos aquí a pelear contra estos malditos, ustedes salgan de aquí, de prisa! Les pidió Yuriko.

Saya no quería irse sin sus padres, pero ella no tuvo opción, recordó las palabras de su madre de defenderse y utilizar la Pistola Parabellum que le había dado a ella, arma que tenía desde que había estado en Wall Street de Nueva York, cuando trabajaba como accionista para la Bolsa.

- ¡De prisa, salgan de aquí, escapen de Japón, vayan a tierras más seguras! Les pidió Souchiro, mientras que ellos recibían las llaves del Humvee, al cual se dirigieron en grupo, por su parte, Saya temía de que algo les pasara a sus padres, pero debía ser fuerte, ellos podrían sobrevivir.

Pocos segundos después de haber abordado el Humvee, partieron de la Mansión Takagi para siempre, Saya miró hacia atrás, donde entre el fuego y el humo de los incendios, sus padres iban a combatir hasta el final contra los zombies.

- Suerte, mama, papa. Rezó ella por sus padres.

Hirano la miró y puso su mano en los hombros de la peli rosa.

- Tranquila, ellos no se van a rendir así de fácil, darán pelea hasta el final, verás que luego los podrás volver a ver. Le dio ánimos Hirano, eso levantó la moral de Saya, mientras que el Humvee partía hacia el Norte de la Ciudad de Tokonoso.

Esta vez se tendría que poner en marcha el plan del grupo: Escapar hacia Vladivostok, Rusia, en algún avión, embarcación u otro medio posible. Ahora comenzaba una segunda etapa y esta era más difícil que las anteriores.

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