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—¿Estás emocionado Fargan? 

El híbrido de búho alzó la vista de los documentos que leía tan concentrado posándola en su compañero -más bien, superior- de trabajo. 

—¿Porqué estaría emocionado, Alexby? —preguntó, pronunciando la "x" como si fuese una "s". 

El pelinegro caminó rápidamente hacia su escritorio bajo la atenta mirada del policía, sacando de allí una carpeta que dejó frente al otro. Fargan, enseguida, la abrió. 

—Superintendente Conway —leyó en voz alta— Reborn Jack Conway, 32 años de edad, militar retirado, actualmente trabaja en el Cuerpo Nacional de la Policía. 

—Él vendrá a trabajar aquí —explicó Alexby. 

—¿Y porqué un militar retirado que trabaja en el CNP vendría a trabajar en la comisaría de Karmaland? 

—Sé que no tiene sentido, pero Merlon dio la orden de recibirlo y eso es lo que haremos. 

—¿Y cuando llega el señor...Conway? —cuestionó luego de verificar el apellido.

La voz de la secretaria se escuchó dándole la bienvenida a un hombre y Alexby sonrió emocionado. Ya no solo serían él, Fargan, y otros habitantes del pueblo en la comisaría, ahora se les uniría un hombre capacitado con un prometedor historial.

El pelinegro peinó su cabello y se aseguró de que la camisa del uniforme de policía estuviese bien acomodada bajo su falda blanca, esperando con una sonrisa a que el hombre entrase por la puerta al despacho. 

Y así sucedió, la puerta fue abierta por la secretaria y un fornido hombre apareció. Era alto, con el pelo castaño oscuro peinado prolijamente hacia atrás y unas oscuras gafas que combinaban a la perfección con el serio y maduro rostro. Conway vestía una camisa blanca remangada por sobre los codos, una corbata negra y la sobaquera que portaba sus dos armas. Los pantalones grises oscuros se amoldaban perfectamente a los musculosos muslos y los zapatos negros formales estaban brillantes al haber sido previamente lustrados. 

—Bienvenido Reborn a la comisaría de Karmaland, yo soy el comisario Alexby Wars y él es mi compañero Fargan Owl.

—Superintendente Conway para ti. O si lo prefieres puedes llamarme Dios; es más corto. 

Fargan se levantó con gracia y se acercó emocionado al notar el sarcasmo con el que el otro hablaba. 

—¿Y tú que eres? ¿Un puto pajarito? ¿Dónde está Silvestre? 

Bien, ya no se encontraba tan emocionado de ir a saludarle. 

—Bien mariconettis, ¿quién de ustedes dos me enseñará el pueblo? 

—Yo lo haré —habló Alexby incómodo— Fargan, quédate en la comisaría trabajando, ante cualquier emergencia me llamas. 

—Entendido. 

—Sígame Superintendente Conway. 

Alexby salió con el otro detrás suya y le mostró todo el pueblo, explicándole qué función tenía cada lugar y qué podría encontrar en las distintas tiendas. 

—¿Y dónde viviré yo? —preguntó curioso el recién llegado. 

—Eso tendríamos que hablarlo con Merlon. 

—¿Y quién es ese? 

Ambos hombres se pararon cerca del molino para hablar mientras algunos aldeanos trabajaban. 

—Es el hombre más viejo y sabio que habita este lugar, es quien nos encarga las misiones de los Dioses y junto a Vegetta son los que dirigen al pueblo. 

—¿Misiones de los Dioses? ¿Qué carajos? 

Conway frunció notablemente el ceño, esperando una respuesta que no llegó de Alexby, sino de un anciano parado detrás suya. 

—Los Dioses son entidades buenas que tratan de proteger a Karmaland del mal, y para ello han reunido a 9 héroes capaces de hacerlo. 

—¿Entonces hay 9 policías? 

—No, los héroes se encargan de las fuerzas antinaturales malvadas, mientras que los policías controlan el orden civil en Karmaland. 

—¿Quiénes son esos héroes? —preguntó verdaderamente interesado, aunque le costase un poco creer lo que le estaban contando. 

—Yo, a demás de ser policía, soy un héroe. Vegetta es el líder, vive en aquella mansión —habló esta vez Alexby señalando el lugar donde el hombre vivía. 

Reborn, enseguida, abrió su boca asombrado por la gran estructura que flotaba a lo lejos. 

—Willy vive hacia el lado contrario, cruzando el pueblo. Es alguien que le gusta mucho gastar bromas de mal gusto, así que te traerá bastantes problemas —explicó Alexby recordando como hace algunos días el hombre le había gritado que "valía verga". 

Conway, mientras, asintió comprendiendo, allá en Los Santos había tratado con cientos de gilipollas. 

—También está Fargan, que ya lo conoces. 

—¿El que estaba disfrazado de pájaro? 

—¿Disfraz? Oh, no —negó divertido— Es un híbrido, mitad humano, mitad animal. En su caso es un híbrido de búho. 

El superintendente asintió  bastante desconcertado ante toda la información que estaba recibiendo.

—¿Entonces le salen plumas de su rostro? 

—No realmente, lo que lleva en su rostro es un antifaz emplumado con el pico que le tapa la nariz. 

—¿Y qué de su cuerpo es...animal? 

—¿Has visto a un búho mover su cabeza? 

—No en persona, pero sé de lo que hablas. 

—Bueno, eso lo hacen porque no tienen la misma capacidad ocular que nosotros. Pero Fargan sí la tiene, e igualmente puede mover la cabeza como un búho así que es muy difícil atacarle de sorpresa. A demás que tiene una gran capacidad auditiva —se explicó— También antes era muy solitario y solo andaba por la noche, pero luego empezó a relacionarse más con nosotros. 

—¿Y físicamente? Es decir, de apariencia. 

—Que sea visible solamente sus ojos amarillos, pero sospecho que tiene garras porque siempre lleva esos gruesos guantes marrones. 

—¿Y hay otro híbrido? 

—Sí, Rubius, un híbrido de oso, también es un guerrero. Es alguien bastante fastidioso, pero no se le puede tocar porque es el protegido de Vegetta. 

—Alexby —regañó divertido Merlon.

Enseguida Reborn pensó en Volkov quien pasaba encubriendo los líos que causaba Horacio para que no saliera afectado. 

—En fin, otro de los guerreros es Luzu, un chico bastante sensible y bipolar, pero muy amable, especialmente con Auron —contó mirando en dirección a donde vivían ambos chicos— Le protege de más, si algo sucede enseguida le defiende o si le acusan de algo "Auronsito no fue, él es incapaz". 

—Aunque la mayoría de veces Auron es el culpable —acotó Merlon 

—¿Los noviecitos del pueblo? —preguntó Reborn. 

—No, Luzu de hecho tiene una novia. Los noviecitos de Karmaland son Mangel y Lolito, ambos son héroes, aunque también viven alejados del pueblo, junto a la playa —contó— Auron también es un héroe, pero también es un ermitaño que, cuando por fin sale de su búnker, le gusta "ver el mundo arder"; realmente no tiene un punto intermedio. 

—Todos ellos son especiales y fueron escogidos por los Dioses por alguna razón, espero que puedas llevarte bien con todos ellos —habló Merlon con voz suave. 

—Seguramente —mintió— ¿Y dónde viviré yo? 

—Los aldeanos y yo vivimos en el pueblo, cada uno cumpliendo con su función —explicó— Pero los héroes, aquellos que pueden valerse por sí mismos, viven a las afueras del pueblo, construyendo sus propias casas y consiguiendo su propia comida. 

—Entonces... —incitó Conway a que el anciano siguiese hablando. 

—Tú estás aquí por una razón especial, y no eres como cualquier otro aldeano, así que tendrás que valerte por ti mismo. 

Quedó estupefacto observando como el hombre se retiraba del lugar con un simple asentimiento de cabeza. 

¿Cómo era eso de valerse por sí mismo? 

Este lugar no era como su querida y moderna ciudad , aquí en Karmaland todo era distinto, no antiguo, pero si extraño. 

¿Cómo podría valerse por sí mismo en un pueblo donde existían Dioses, héroes, y quién sabe qué más? 

—¿Porqué esa cara? Podrá hacerlo, ¿no que se consideraba Dios? 

Alexby, luego de vacilarle, se alejó con el aire fresco balanceando su falda. 

—¡Por cierto! Debería apurarse, aquí las noches albergan horrores —gritó a la distancia. 








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